El juguete de Yoko y la cera de Faye
Yoko se encuentra en la cocina, haciendo lo único que puede cocinar pues Faye es quien se encarga de alimentarlas. El arroz blanco está casi listo para ser llevado a la mesita del centro de su sala de estar.
Yoko se encuentra increíblemente concentrada en no estropear su arroz, todo iba bien hasta que siente un par de fuertes brazos abrazarla por la cintura, el olor de Faye llega hasta sus fosas nasales y unos belfos suaves besan sus hombros descubiertos. Yoko sabe que Faye quiere algo, su confianza y comunicación han mejorado notablemente desde aquella noche en su habitación.
—¿Necesitas algo, Faye? —pregunta Yoko mientras se desliza por la cocina con el peso extra de Faye.
—Sinceramente sí.
—Pídeme lo que quieras, Faye.
—Quiero experimentar con cera caliente. —Yoko deja el cuenco de arroz en la encimera para mirar a Faye, quien está levemente sonrojada.
—¿Es eso seguro? —A Yoko le preocupa quemar a Faye debido a lo caliente que podría estar la cera al momento de dejarla caer en su suave piel, y definitivamente no quiere llevarla a urgencias por algo así.
—Lo es —hace una pausa para suspirar— Comprando la cera correcta, hay algunas que no llegan a temperaturas tan altas y son seguras para ese tipo de juegos.
—Lo pensaré, vayamos a cenar.
Salen de la cocina con dos cuencos de arroz blanco y unas latas de coca cola para acompañar su comida. Platican sobre lo que paso en sus días, Faye le menciona que Joye y Sunny ahora pueden convivir sin querer matarse el uno al otro. Yoko platica que su trabajo comienza a ser fastidioso debido a un nuevo compañero en la oficina que no deja de insinuarse a ella.
—Mandalo a la mierda —Faye habla con determinación, no quiere a nadie cerca de su mujer, no con esas intenciones.
—Lo he hecho, pero el tipo es persistente —Yoko suspira, pues sabe que Faye puede llegar a ser muy celosa, pero nunca para mal.
—Encárgate de él. —Faye termina la conversación con voz seria.
Semanas después Yoko entra al departamento con unas bolsas de papel, escondiendo dos regalos para su amada novia.
—¡Faye! —Yoko grita mientras deja su bolso en el perchero de la entrada —¡Faye!
Pequeños pasos se acercan a ella a gran velocidad y sus hijos perrunos son los primeros en recibirla, Yoko le da caricias a cada uno. —¿Dónde está su madre? —pregunta la tailandesa mientras se quita los tacones y los deja tirados por ahí. Comienza a caminar hacía la habitación que comparte con su novia.
La puerta se encontraba abierta y a tan solo unos pasos, jadeos y gemidos se escuchaban. Yoko reconocería esos sonidos en cualquier parte. Asomando su cabeza por la ranura de la puerta puede ver a su novia en una de las situaciones más cachondas de su vida.
Faye está tirada sobre la cama matrimonial y desnuda, con un cojín de apoyo en su espalda baja, dejando elevada su pelvis. Ambas manos ocupadas en su intimidad, la izquierda frotando furiosamente su clítoris y la derecha un poco más abajo penetrando su vagina con dos dedos. Sus brazos se marcaban por el esfuerzo de mantener el ritmo y su abdomen se contrae con cada embestida.
Yoko ya se encontraba mojada y desesperada por follarse a su sumisa, que había estado jugando sin ella. Yoko puede ver como Faye comienza a temblar a punto de correrse, pero eso no puede suceder, no cuando Yoko puede hacer eso por ella.
—Faye —la susodicha abre los ojos, agitada y asustada. Se encuentra con los orbes cafés en la puerta, roja desde el cuello hasta las orejas. —Para.
Y Faye lo hace, porque sabe que el juego ha comenzado. Yoko sale del cuarto dejando a la pelinegra sola. Faye se queda en la posición porque Yoko no le dio indicaciones especiales. Su novia regresa a la habitación después de unos minutos, Faye no dice nada y deja una bolsa de papel sobre la cama, a unos cuantos centímetros de Faye. Entra al baño y sale desnuda con las manos mojadas.
—Puedes quedarte en el cuarto, pero no puedes tocarte. Tengo algunas cosas que preparar.
Yoko sale del cuarto y vuelve a la cocina, donde tiene agua hirviendo con un líquido especial para sanitizar su primer juguete. Leyó algunas cosas en internet sobre cómo cuidar a su nuevo amiguito y no contraer alguna infección debido a la mala sanitización.
Después de unos treinta minutos vuelve a la habitación con su juguete puesto y un encendedor en la mano. Faye no ha notado su presencia en la habitación pues su teléfono ha robado toda su atención.
—Deja eso ahí, cariño.
Faye levanta la mirada y se encuentra con la grandiosa imagen de Yoko con un strap on colgando entre sus piernas y un encendedor color rojo en la mano. Faye comienza a palpitar desesperadamente ante aquella vista, sus pezones se endurecen y la respiración le comienza a fallar.
—Traje algunos regalos para ti, este strap on es doble, así que mientras te follo estaré recibiendo placer —Faye asiente y espera instrucciones, a Yoko no le gusta que sea una insolente —Saca lo que hay en la bolsa de papel —Dice Yoko mientras se sienta a un lado de Faye, con aquel strap on rozando sus muslos.
Yoko puede ver los ojos de Faye brillar ante aquella vela especial para sesiones de BDSM, Faye se toma su tiempo para leer las instrucciones de uso y qué hacer si algo se complica. Yoko la mira con amor en sus ojos, pasando por su cuello, sus pechos levemente caídos por la posición encorvada de Faye, su abdomen con ondas por la mala posición, sus muslos internos mojados por la atención anterior. Yoko está perdidamente enamorada de Faye, y solo quiere hacerla feliz.
—Estoy lista.
Yoko asiente ante esto. Comienza la sesión y a partir de ahora solo se puede parar si Faye menciona "aguacate". Con cuidado hace que Faye se posicione sobre sus propias piernas, con las manos sobre sus muslos.
—Mantente erguida o me molestaré. Tienes permiso de hablar. —Aún así, Faye solo asiente.
Yoko toma la vela especial y prende la mecha. El cuarto se inunda inmediatamente de un olor a rosas con canela, un aroma increíblemente sensual. Espera unos momentos a que se consuma y empiece aparecer un líquido espeso de color rojo. Observa como Faye está rígida, tanto que parece tener pequeños espasmos.
El acrílico protector de la vela no molesta las manos de Yoko y decide que la cera está lista. Se posiciona detrás de Faye y de manera muy lenta inclina el recipiente, haciendo que una gota de cera caiga directamente en la espalda de Faye.
La sensación es intensa en la espalda de Faye, pero es excitante y puede sentir como su vulva se empapa al sentir lo caliente de la cera. Su piel se eriza y gime alto cuando otra gota aterriza en pecho, Yoko tiene un aire de suficiencia al notar los espasmos de Faye.
—¿Cómo se siente?
—Increíble —Faye suspira y gime de nuevo cuando ahora la cera se desliza en su marcado abdomen —Es como si el infierno creciera sobre mi cuerpo.
—Que taciturna, Faye.
Yoko no había tocado a Faye demasiado, pero decide que es momento de sentirla. Aún detrás de ella comienza a repartir húmedos besos por el cuello de la mayor mientras pasa el brazo que sostiene la vela por delante de la pelinegra y hace que la cera caiga directamente en su pezón derecho. Faye no puede controlarse y se sacude ante el ardor tanto en su aureola como en su centro, quería ser atendida.
Esa sensación comienza a aparecer dentro de Yoko y aprieta el pezón izquierdo con su mano izquierda, Faye sabe que Yoko está a punto de volverse salvaje, de no tener pudor ni mucho menos respeto por su cuerpo, pero a Faye le encanta así.
Yoko se separa bruscamente. —Acuéstate boca abajo, necesito ver tu culo.
—¿Me vas a azotar?
—Joder, sí.
Antes de que eso suceda, Yoko ha derramado más cera caliente sobre la espalda de Faye, ella puede ver cómo sus músculos se contraen ante el contacto, puede ver como lucha por cerrar sus piernas o frotarse contra uno de los cojines que tiene bajo su estómago.
—No te frotes, mierda —Yoko golpea su culo, lo hace fuerte y el sonido de la cachetada suena en toda la habitación.
—Es que estoy tan caliente —dice Faye mientras opta por frotar su mejilla en las almohadas, se siente en una nube de excitación, quiere ser follada, ultrajada y maltratada por Yoko y esa cosa que cuelga entre sus piernas.
—¿Acaso quieres que te meta mi juguete hasta el fondo? —Yoko pregunta mientras se inclina para quedar sobre ella, con la boca cerca del oído de su novia —¿Quieres que te deje tu vagina irritada y que no puedas caminar mañana?
—Por favor, haz eso cariño.
Yoko empieza a frotar el juguete entre las nalgas de Faye y siente como esta las echa hacía atrás con el fin de extender la sensación. Yoko tiene una idea en mente desde que pagó aquel strap on, se pregunta si Faye estaría dispuesta a hacerlo.
—Faye, lubrica mi juguete.
Faye abre los ojos ante esa orden, jamás ha chupado algo que no sean los dedos, vagina o culo de su novia, pero pensar en sí misma de rodillas con lágrimas en los ojos la pone cachonda, así que asiente. Yoko se levanta de la cama y espera a que Faye tome posición en el suelo.
—Entre más mojado lo dejes, mejor te voy a penetrar. —Faye rueda los ojos ante tales palabras, Yoko no tiene filtro y eso la hace sentir en una burbuja donde lo único que importa es complacer a su amante.
Faye se coloca sobre sus pantorrillas, completamente sentada y toma el juguete con ambas manos, respira profundo y eleva su mirada a una Yoko expectante, con gotas de sudor corriendo por su abdomen. Yoko empuja su pelvis y el pene falso rosa los labios de Faye, y justo ahí es cuando ninguna de las dos puede parar.
Faye abre su boca y toma la punta entre sus labios, procurando acumular suficiente saliva que ayude a la follada que recibirá su boca, Yoko mientras tanto se encuentra deteniéndose a sí misma, quiere empujar de una vez, pero está consciente que esto es nuevo para Faye. Esperará un poco.
La pelinegra se agarra de los muslos de Yoko y relaja la garganta mientras su cabeza baja lo más que puede, siente hilos de saliva escapar de la comisura de sus labios y la cera ahora seca por todo su cuerpo, definitivamente esto es de lo mejor que han hecho y eso que aún no estaban cogiendo.
Yoko no es una persona paciente, no cuando ve que Faye puede tomar casi toda la longitud, duda si hacerlo, pues a pesar de ser una cabrona ama a Faye como para causarle un daño con el que tenga que lidiar hasta para comer. Faye parece tener un don para leer la mente de Yoko, pues toma una mano ajena y la coloca sobre su cabeza dando permiso de follarle el hocico, sí el hocico, porqué ella no es nada más que la perra de Yoko en este momento.
Yoko suspira y empieza a mover su cadera con una mano haciendo puño el cabello de Faye y la otra pellizcando sus propios pezones, escucha como Faye comienza a tener arcadas, pero ya no le importa nada y empuja la cabeza de su novia hasta que su nariz toca la pelvis de Yoko.
Faye siente lágrimas en los ojos y su garganta siendo invadida, golpeada y violada, pero a Faye le encanta esa sensación, pasa sus manos por los muslos de su novia hasta sus nalgas y aprieta fuertemente hacía adelante haciendo que la saliva caiga al suelo.
—Estás babeando por mi, Faye —Yoko comienza a embestir la boca de Faye, más fuerte, más brusco —Lleva tus manos atrás, maldita. Deja de tocarme.
Faye lo hace y gime cuando escucha la degradación y solo puede abrir la boca y dejar que su novia se empotre en su garganta, sus muslos están mojados por los fluidos y desde abajo puede ver a Yoko con la cabeza echada hacía atrás mientras ambas manos ahora están en su cabellera. Faye se puede correr solo con la vista.
La vela ahora está casi consumida y Yoko decide que es momento, sale de Faye mientras la levanta del suelo, Yoko se acuesta boca arriba en aquella cama y le indica a Faye con palmaditas que se siente sobre ella.
—Te vas a empalar y te vas a follar hasta que yo quiera.
—Lo que tu digas, amor. —Faye eleva las caderas y toma el miembro falso para alinearlo en su entrada, claramente nunca había tenido algo tan grueso dentro de ella pero no le importo y se dejó caer de una sola vez, al final de cuentas a Faye le gusta el dolor.
—Oh por Dios —Grita Faye cuando Yoko la toma de las caderas y hace que se mueva de una vez sobre ella, sin darle oportunidad de acostumbrarse a la sensación.
—Hazlo rápido, quiero que tus senos me reboten en la boca —Yoko se sienta aún con Faye sobre ella y se dispone a chupar uno de los pezones ajenos. Yoko cierra los ojos y siente como empiezan a moverse dentro de su boca mientras Faye gime alto y claro.
En ocasiones Faye lloriquea, como si estuviera sufriendo y ella necesita aferrarse a algo, en este caso el cabello de Yoko, la presiona contra su pecho mientras le jala mechones, se está follando tan duro que el dolor ha pasado y ahora solo quiere perseguir ese orgasmo.
Faye empieza a mover las caderas a la vez que inicia a saltar, los sonidos que hacen las pieles chocando son morbosos y la húmedad chapoteando entre las piernas de ambas hace que todo se vuelva tan indecente, tan sucio y pecaminoso que Faye comienza a gritar.
Yoko sabe que está cerca, pero esta vez la tortura será diferente, deja que Faye la cabalgue hasta que esta gritando por el poderoso orgasmo, Yoko da leves embestidas hasta que nota que Faye esta bajando, pero ella no quiere eso.
—Vas a rogar que pare —Faye abre los ojos con la respiración agitada y de pronto siente unas posesivas manos en sus caderas, Yoko pone las plantas de sus pies sobre el colchón flexionando las rodillas y comienza a empujar hacía arriba haciendo que Faye ruede los ojos a la parte de atrás de su cabeza.
Faye no sabe de donde sostenerse, la cogida de Yoko es tan salvaje que siente que la va a desarmar.
—Mira como estás, te voy a joder tan duro.
—¡Sí, ahí, Yoko ahí!
—Te gusta como te jodo, perra.
Y a Faye le encanta, siente aquel juguete pasando por sus mojadas paredes sin piedad, siente como se aprieta alrededor de la circunferencia y puede sentir una incomodidad hasta su estómago, Yoko la está partiendo en dos.
—Contestame. —Yoko deja aterrizar una cachetada en la cara de Faye, le molesta que la ignore cuando le está dando placer.
—¡Me encanta, me encanta! —Comienza a saltar encontrándose a medio camino con los poderosos empujes. —Yoko ya casi, estoy cerca.
Yoko aumenta la potencia y ahora tiene a Faye gritando, desgarrándose la garganta con la piel roja y rastros de cera por su cuerpo. Pasan unos segundos donde la húmedad de Faye está cayendo sutilmente entre sus cuerpos, pero Yoko quiere todo de ella.
En un movimiento rápido hace que sus cuerpos giren saliendo de ella en el proceso, Faye siente la ausencia y estaba a punto de reclamar cuando recibe una fuerte nalgada. Yoko la posiciona en su posición favorita, de perrito. Faye siente la piel de su espalda siendo rasguñada y de un momento a otro se encuentra llena de nuevo.
—Yoko por favor, no creo poder aguantar uno más —La sensibilidad de Faye es tanta que duda poder llegar a otro orgasmo, pero a Yoko no le importa y comienza a follarla de manera salvaje, como un animal alimentándose de su presa.
—Vas a acabar dos veces más y después me vas a chupar la vagina. —Con eso basta para que Faye apriete las sábanas en puño y se impulse hacía atrás. De nuevo el sonido de las pieles resuena por todo el cuarto y se excita de pensar como le comerá la vagina a su novia.
—Vamos, Faye. Sigue empalandote en mi juguete —El ritmo aumentó y de un momento a otro todo se volvió desastroso, Yoko jalando la cabellera de Faye, Faye lloriqueando mientras llegaba al orgasmo, pero está vez Yoko no paro ni por un segundo, como si fuera un robot comienza a penetrar a Faye a una velocidad impresionante.
—Vamos, Faye. Quiero que me mojes los muslos con tus jugos —Y Faye lo hizo, la punta del pene falso golpeando firmemente su punto g, al llegar a su último orgasmo, de su vagina comienzan a salir fluidos. Pero todo llegó al máximo cuando chorros salían a presión mientras gritaba una y otra vez, un pitido en sus oídos le indicó la fuerza de su orgasmo.
Yoko estaba necesitada, ver a su novia correrse de esa manera la hacía sentir envidia, el juguete rozando constantemente en su clítoris era solo la confirmación de que necesita liberación. Yoko sale de ella sin cuidado, se quita el strap on doble y hace que Faye se levante de la cama.
Yoko se recuesta una vez más y abre completamente sus piernas, Faye aún desorientada ve los fluidos saliendo de aquella entrada y no duda en acostarse entre las piernas de la mujer que ama. Faye se la come con fervor, con suciedad mientras Yoko no puede evitar volver a follarse la boca ahora con su lengua sobre su hinchado e impaciente clítoris. Faye le mete tres dedos y comienza a sacudir su cabeza para que el clítoris aprisionado y succionado reciba toda la atención.
Yoko arquea su espalda y llega al orgasmo con un gemido que se convierte en gruñido cuando Faye curva sus dedos y no le da tregua, dando paso a un segundo orgasmo donde todo lo que puede hacer es rasguñar los hombros ajenos.
Todo se queda en silencio mientras ambas tratan de recuperarse de las sensaciones tan intensas que han tenido en la última hora, Yoko jala a Faye y la abraza, la abraza tan fuerte que les falta el aire, pero le es inevitable querer cariño después de una sesión tan intensa.
Los besos que se reparten en sus cuerpos lastimados y satisfechos son la prueba de que no importa lo que pase a la hora de tener intimidad, siempre respetarán a la otra en cuerpo y alma.
Faye se queda profundamente dormida aún con el cuerpo lleno de cera y la vagina irritada, pero en su rostro la sonrisa de satisfacción hace que Yoko suspire con un amor que se desplaza por todo su pecho, abrazándola un poco más fuerte, Yoko cierra los ojos igual de satisfecha, y sobre todo feliz de tener a Faye a su lado.
gracias a samolovere por el permiso <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro