parte tres: el juguete de Rosé y la cera de Jennie
Rosé encuentra en la cocina, haciendo lo que puede cocinar pues Jennie es quien se encarga de alimentarlas. El arroz blanco está casi listo para ser llevado a la mesita del centro de su sala de estar.
Rosé se encuentra increíblemente concentrada en no estropear su arroz, todo iba bien hasta que siente un par de fuertes brazos abrazarla por la cintura, el olor de Jennie llega hasta sus fosas nasales y unos belfos suaves besan sus hombros descubiertos. Rosé sabe que Jennie quiere algo, su confianza y comunicación han mejorado notablemente desde aquella noche en su habitación.
—¿Necesitas algo, Jennie? —pregunta Rosé mientras se desliza por la cocina con el peso extra de Jennie.
—Sinceramente sí.
—Pídeme lo que quieras, Jen.
—Quiero experimentar con cera caliente. —Rosé deja el cuenco de arroz en la encimera para mirar a Jennie, quien está levemente sonrojada.
—¿Es eso seguro? —A Rosé le preocupa quemar a Jennie debido a lo caliente que podría estar la cera al momento de dejarla caer en su suave piel, y definitivamente no quiere llevarla a urgencias por algo así.
—Lo es —hace una pausa para suspirar— Comprando la cera correcta, hay algunas que no llegan a temperaturas tan altas y son seguras para ese tipo de juegos.
—Lo pensaré, vayamos a cenar.
Salen de la cocina con dos cuencos de arroz blanco y unas latas de coca cola para acompañar su comida. Platican sobre lo que paso en sus días, Jennie le menciona que Juma y Hank ahora pueden convivir sin querer matarse el uno al otro. Rosé platica que su trabajo comienza a ser fastidioso debido a un nuevo compañero en la oficina que no deja de insinuarse a ella.
—Mandalo a la mierda —Jennie habla con determinación, no quiere a nadie cerca de su mujer, no con esas intenciones.
—Lo he hecho, pero el tipo es persistente —Rosé suspira, pues sabe que Jennie puede llegar a ser muy celosa, pero nunca para mal.
—Encárgate de él. —Jennie termina la conversación con voz seria.
-
Semanas después Rosé entra al departamento con unas bolsas de papel, escondiendo dos regalos para su amada novia.
—¡Jennie! —Rosé grita mientras deja su bolso en el perchero de la entrada —¡Jennie!
Pequeños pasos se acercan a ella a gran velocidad y sus hijos perrunos son los primeros en recibirla, Rosé le da caricias a cada uno. —¿Dónde está su madre? —pregunta la australiana mientras se quita los tacones y los deja tirados por ahí. Comienza a caminar hacía la habitación que comparte con su novia.
La puerta se encontraba abierta y a tan solo unos pasos, jadeos y gemidos se escuchaban. Rosé reconocería esos sonidos en cualquier parte. Asomando su cabeza por la ranura de la puerta puede ver a su novia en una de las situaciones más cachondas de su vida.
Jennie está tirada sobre la cama matrimonial y desnuda, con un cojín de apoyo en su espalda baja, dejando elevada su pelvis. Ambas manos ocupadas en su intimidad, la izquierda frotando furiosamente su clítoris y la derecha un poco más abajo penetrando su vagina con dos dedos. Sus brazos se marcaban por el esfuerzo de mantener el ritmo y su abdomen se contrae con cada embestida.
Rosé ya se encontraba mojada y desesperada por follarse a su sumisa, que había estado jugando sin ella. Rosé puede ver como Jennie comienza a temblar a punto de correrse, pero eso no puede suceder, no cuando Rosé puede hacer eso por ella.
—Jennie —la susodicha abre los ojos, agitada y asustada. Se encuentra con los orbes avellana en la puerta, roja desde el cuello hasta las orejas. —Para.
Y Jennie lo hace, porque sabe que el juego ha comenzado. Rosé sale del cuarto dejandola sola. Jennie se queda en la posición porque Rosé no le dio indicaciones especiales. Su novia regresa a la habitación después de unos minutos, Rosé no dice nada y deja una bolsa de papel sobre la cama, a unos cuantos centímetros de Jennie. Entra al baño y sale desnuda con las manos mojadas.
—Puedes quedarte en el cuarto, pero no puedes tocarte. Tengo algunas cosas que preparar.
Rosé sale del cuarto y vuelve a la cocina, donde tiene agua hirviendo con un líquido especial para sanitizar su primer juguete. Leyó algunas cosas en internet sobre cómo cuidar a su nuevo amiguito y no contraer alguna infección debido a la mala sanitización.
Después de unos treinta minutos vuelve a la habitación con su juguete puesto y un encendedor en la mano. Jennie no ha notado su presencia en la habitación pues su teléfono ha robado toda su atención.
—Deja eso ahí, cariño.
Jennie levanta la mirada y se encuentra con la grandiosa imagen de Rosé con un strap on colgando entre sus piernas y un encendedor color rojo en la mano. Jennie comienza a palpitar desesperadamente ante aquella vista, sus pezones se endurecen y la respiración le comienza a fallar.
—Traje algunos regalos para ti, este strap on es doble, así que mientras te follo estaré recibiendo placer —Jennie asiente y espera instrucciones, a Rosé no le gusta que sea una insolente —Saca lo que hay en la bolsa de papel —Dice Rosé mientras se sienta a un lado de Jennie, con aquel strap on rozando sus muslos.
Rosé puede ver los ojos de Jennie brillar ante aquella vela especial para sesiones de BDSM, Jennie se toma su tiempo para leer las instrucciones de uso y qué hacer si algo se complica. Rosé la mira con amor en sus ojos, pasando por su cuello, sus pechos levemente caídos por la posición encorvada de Jennie, su abdomen con ondas por la mala posición, sus muslos internos mojados por la atención anterior. Rosé está perdidamente enamorada de Jennie, y solo quiere hacerla feliz.
—Estoy lista.
Rosé asiente ante esto. Comienza la sesión y a partir de ahora solo se puede parar si Jennie menciona "aguacate". Con cuidado hace que Jennie se posicione sobre sus propias piernas, con las manos sobre sus muslos.
—Mantente erguida o me molestaré. Tienes permiso de hablar. —Aún así, Jennie solo asiente.
Rosé toma la vela especial y prende la mecha. El cuarto se inunda inmediatamente de un olor a rosas con canela, un aroma increíblemente sensual. Espera unos momentos a que se consuma y empiece aparecer un líquido espeso de color rojo. Observa como Jennie está rígida, tanto que parece tener pequeños espasmos.
El acrílico protector de la vela no molesta las manos de Rosé y decide que la cera está lista. Se posiciona detrás de Jennie y de manera muy lenta inclina el recipiente, haciendo que una gota de cera caiga directamente en la espalda de Jennie.
La sensación es intensa en la espalda de Jennie, pero es excitante y puede sentir como su vulva se empapa al sentir lo caliente de la cera. Su piel se eriza y gime alto cuando otra gota aterriza en pecho, Rosé tiene un aire de suficiencia al notar los espasmos de Jennie.
—¿Cómo se siente?
—Increíble —Jennie suspira y gime de nuevo cuando ahora la cera se desliza en su marcado abdomen —Es como si el infierno creciera sobre mi cuerpo.
—Que taciturna, Jendeuk.
Rosé no había tocado a Jennie demasiado, pero decide que es momento de sentira. Aún detrás de ella comienza a repartir húmedos besos por el cuello de la mayor mientras pasa el brazo que sostiene la vela por delante de la más baja y hace que la cera caiga directamente en su pezón derecho. Jennie no puede controlarse y se sacude ante el ardor tanto en su aureola como en su centro, quería ser atendida.
Esa sensación comienza a aparecer dentro de Rosé y aprieta el pezón izquierdo con su mano izquierda, Jennie sabe que Rosé está a punto de volverse salvaje, de no tener pudor ni mucho menos respeto por su cuerpo, pero a Rosé le encanta así.
Rosé se separa bruscamente. —Acuéstate boca abajo, necesito ver tu culo.
—¿Me vas a azotar?
—Joder, sí.
Antes de que eso suceda, Rosé ha derramado más cera caliente sobre la espalda de Jennie, ella puede ver cómo sus músculos se contraen ante el contacto, puede ver como lucha por cerrar sus piernas o frotarse contra uno de los cojines que tiene bajo su estómago.
—No te frotes, mierda —Rosé golpea su culo, lo hace fuerte y el sonido de la cachetada suena en toda la habitación.
—Es que estoy tan caliente —dice Jennie mientras opta por frotar su mejilla en las almohadas, se siente en una nube de excitación, quiere ser follada, ultrajada y maltratada por Rosé y esa cosa que cuelga entre sus piernas.
—¿Acaso quieres que te meta mi juguete hasta el fondo? —Rosé pregunta mientras se inclina para quedar sobre ella, con la boca cerca del oído de su novia —¿Quieres que te deje tu vagina irritada y que no puedas caminar mañana?
—Por favor, haz eso cariño.
Rosé empieza a frotar el juguete entre las nalgas de Jennie y siente como esta las echa hacía atrás con el fin de extender la sensación. Rosé tiene una idea en mente desde que pagó aquel strap on, se pregunta si Jennie estaría dispuesta a hacerlo.
—Jennie, lubrica mi juguete.
Jennie abre los ojos ante esa orden, jamás ha chupado algo que no sean los dedos, vagina o culo de su novia, pero pensar en sí misma de rodillas con lágrimas en los ojos la pone cachonda, así que asiente. Rosé se levanta de la cama y espera a que Jennie tome posición en el suelo.
—Entre más mojado lo dejes, mejor te voy a penetrar. —Jennie rueda los ojos ante tales palabras, Rosé no tiene filtro y eso la hace sentir en una burbuja donde lo único que importa es complacer a su amante.
Jennie se coloca sobre sus pantorrillas, completamente sentada y toma el juguete con ambas manos, respira profundo y eleva su mirada a una Rosé expectante, con gotas de sudor corriendo por su abdomen. Rosé empuja su pelvis y el pene falso rosa los labios de Jennie, y justo ahí es cuando ninguna de las dos puede parar.
Jennie abre su boca y toma la punta entre sus labios, procurando acumular suficiente saliva que ayude a la follada que recibirá su boca, Rosé mientras tanto se encuentra deteniéndose a sí misma, quiere empujar de una vez, pero está consciente que esto es nuevo para Jennie. Esperará un poco.
La más baja se agarra de los muslos de Rosé y relaja la garganta mientras su cabeza baja lo más que puede, siente hilos de saliva escapar de la comisura de sus labios y la cera ahora seca por todo su cuerpo, definitivamente esto es de lo mejor que han hecho y eso que aún no estaban cogiendo.
Rosé no es una persona paciente, no cuando ve que Jennie puede tomar casi toda la longitud, duda si hacerlo, pues a pesar de ser una cabrona ama a Jennie como para causarle un daño con el que tenga que lidiar hasta para comer. Jennie parece tener un don para leer la mente de Rosé, pues toma una mano ajena y la coloca sobre su cabeza dando permiso de follarle el hocico, sí el hocico, porqué ella no es nada más que la perra de Rosé en este momento.
Rosé suspira y empieza a mover su cadera con una mano haciendo puño el cabello de Jennie y la otra pellizcando sus propios pezones, escucha como Jennie comienza a tener arcadas, pero ya no le importa nada y empuja la cabeza de su novia hasta que su nariz toca la pelvis de Rosé.
Jennie siente lágrimas en los ojos y su garganta siendo invadida, golpeada y violada, pero a Jennie le encanta esa sensación, pasa sus manos por los muslos de su novia hasta sus nalgas y aprieta fuertemente hacía adelante haciendo que la saliva caiga al suelo.
—Estás babeando por mi, Nini —Rosé comienza a embestir la boca de Jennie, más fuerte, más brusco —Lleva tus manos atrás, maldita. Deja de tocarme.
Jennie lo hace y gime cuando escucha la degradación y solo puede abrir la boca y dejar que su novia se empotre en su garganta, sus muslos están mojados por los fluidos y desde abajo puede ver a Rosé con la cabeza echada hacía atrás mientras ambas manos ahora están en su cabellera. Jennie se puede correr solo con la vista.
La vela ahora está casi consumida y Rosé decide que es momento, sale de Jennie mientras la levanta del suelo, Rosé se acuesta boca arriba en aquella cama y le indica a Jennie con palmaditas que se siente sobre ella.
—Te vas a empalar y te vas a follar hasta que yo quiera.
—Lo que tu digas, amor. —Jennie eleva las caderas y toma el miembro falso para alinearlo en su entrada, claramente nunca había tenido algo tan grueso dentro de ella pero no le importo y se dejó caer de una sola vez, al final de cuentas a Jennie le gusta el dolor.
—Oh por Dios —Grita Jennie cuando Rosé la toma de las caderas y hace que se mueva de una vez sobre ella, sin darle oportunidad de acostumbrarse a la sensación.
—Hazlo rápido, quiero que tus senos me reboten en la boca —Rosé se sienta aún con Jennie sobre ella y se dispone a chupar uno de los pezones ajenos. Rosé cierra los ojos y siente como empiezan a moverse dentro de su boca mientras Jennie gime alto y claro.
En ocasiones Jennie lloriquea, como si estuviera sufriendo y ella necesita aferrarse a algo, en este caso el cabello de Rosé, la presiona contra su pecho mientras le jala mechones, se está follando tan duro que el dolor ha pasado y ahora solo quiere perseguir ese orgasmo.
Jennie empieza a mover las caderas a la vez que inicia a saltar, los sonidos que hacen las pieles chocando son morbosos y la húmedad chapoteando entre las piernas de ambas hace que todo se vuelva tan indecente, tan sucio y pecaminoso que Rosé comienza a gritar.
Rosé sabe que está cerca, pero esta vez la tortura será diferente, deja que Jennie la cabalgue hasta que esta gritando por el poderoso orgasmo, Rosé da leves embestidas hasta que nota que Jennie esta bajando, pero ella no quiere eso.
—Vas a rogar que pare —Jennie abre los ojos con la respiración agitada y de pronto siente unas posesivas manos en sus caderas, Rosé pone las plantas de sus pies sobre el colchón flexionando las rodillas y comienza a empujar hacía arriba haciendo que Jennie ruede los ojos a la parte de atrás de su cabeza.
Jennie no sabe de donde sostenerse, la cogida de Rosé es tan salvaje que siente que la va a desarmar.
—Mira como estás, te voy a joder tan duro.
—¡Sí, ahí, Rosé ahí!
—Te gusta como te jodo, perra.
Y a Jennie le encanta, siente aquel juguete pasando por sus mojadas paredes sin piedad, siente como se aprieta alrededor de la circunferencia y puede sentir una incomodidad hasta su estómago, Rosé la está partiendo en dos.
—Contestame. —Rosé deja aterrizar una cachetada en la cara de Jennie, le molesta que la ignore cuando le está dando placer.
—¡Me encanta, me encanta! —Comienza a saltar encontrándose a medio camino con los poderosos empujes. —Rosé ya casi, estoy cerca.
Rosé aumenta la potencia y ahora tiene a Jennie gritando, desgarrándose la garganta con la piel roja y rastros de cera por su cuerpo. Pasan unos segundos donde la húmedad de Jennie está cayendo sutilmente entre sus cuerpos, pero Rosé quiere todo de ella.
En un movimiento rápido hace que sus cuerpos giren saliendo de ella en el proceso, Jennie siente la ausencia y estaba a punto de reclamar cuando recibe una fuerte nalgada. Sana la posiciona en su posición favorita, de perrito. Jennie siente la piel de su espalda siendo rasguñada y de un momento a otro se encuentra llena de nuevo.
—Rosé por favor, no creo poder aguantar uno más —La sensibilidad de Jennie es tanta que duda poder llegar a otro orgasmo, pero a Rosé no le importa y comienza a follarla de manera salvaje, como un animal alimentándose de su presa.
—Vas a acabar dos veces más y después me vas a chupar la vagina. —Con eso basta para que Jennie apriete las sábanas en puño y se impulse hacía atrás. De nuevo el sonido de las pieles resuena por todo el cuarto y se excita de pensar como le comerá la vagina a su novia.
—Vamos, Jennie. Sigue empalandote en mi juguete —El ritmo aumentó y de un momento a otro todo se volvió desastroso, Rosé jalando la cabellera de Jennie, Jennie lloriqueando mientras llegaba al orgasmo, pero está vez Rosé no paro ni por un segundo, como si fuera un robot comienza a penetrar a Jennie a una velocidad impresionante.
—Vamos, Jennie. Quiero que me mojes los muslos con tus jugos —Y Jennie lo hizo, la punta del pene falso golpeando firmemente su punto g, al llegar a su último orgasmo, de su vagina comienzan a salir fluidos. Pero todo llegó al máximo cuando chorros salían a presión mientras gritaba una y otra vez, un pitido en sus oídos le indicó la fuerza de su orgasmo.
Rosé estaba necesitada, ver a su novia correrse de esa manera la hacía sentir envidia, el juguete rozando constantemente en su clítoris era solo la confirmación de que necesita liberación. Rosé sale de ella sin cuidado, se quita el strap on doble y hace que Jennie se levante de la cama.
Rosé se recuesta una vez más y abre completamente sus piernas, Jennie aún desorientada ve los fluidos saliendo de aquella entrada y no duda en acostarse entre las piernas de la mujer que ama. Jennie se la come con fervor, con suciedad mientras Rosé no puede evitar volver a follarse la boca ahora con su lengua sobre su hinchado e impaciente clítoris. Jennie le mete tres dedos y comienza a sacudir su cabeza para que el clítoris aprisionado y succionado reciba toda la atención.
Rosé arquea su espalda y llega al orgasmo con un gemido que se convierte en gruñido cuando Jennie curva sus dedos y no le da tregua, dando paso a un segundo orgasmo donde todo lo que puede hacer es rasguñar los hombros ajenos.
Todo se queda en silencio mientras ambas tratan de recuperarse de las sensaciones tan intensas que han tenido en la última hora, Rosé jala a Jennie y la abraza, la abraza tan fuerte que les falta el aire, pero le es inevitable querer cariño después de una sesión tan intensa.
Los besos que se reparten en sus cuerpos lastimados y satisfechos son la prueba de que no importa lo que pase a la hora de tener intimidad, siempre respetarán a la otra en cuerpo y alma.
Jennie se queda profundamente dormida aún con el cuerpo lleno de cera y la vagina irritada, pero en su rostro la sonrisa de satisfacción hace que Rosé suspire con un amor que se desplaza por todo su pecho, abrazándola un poco más fuerte, Rosé cierra los ojos igual de satisfecha, y sobre todo feliz de tener a Jennie a su lado.
y esto sería todo, hay un extra en la original que está conectada con otra historia de la autora por si quieran leerla.
(si la autora sube más extras yo tmb lo hare ya q tengo su permiso)
no olvidan votar las tqm uwu.
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