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Los pequeños copos de nieve caían sobre sus cabelleras rubias, frotaba sus manos en busca de calor y su rechoncha carita adquiría un tenué color rosa.

El bosque lucía solitario, pero aquellos cuervos chillones le hacían compañía por lo alto. Volvía con su mochila y una canasta llena de flores. Aún en invierno, aquella florería en medio del bosque; en la que las compraba, era bien atendida por una señora mayor.

Quería que su pareja estuviera feliz, quería enmendar su error, aunque todavía no supiera que había hecho mal.

Caminó por un sendero hasta salir del bosque. Al pie de éste había una pequeña cabaña, la cuál con el paso del tiempo se convirtió en cafetería. No dudó en entrar. La tranquila música dentro de ella, y el olor a café y dulces, hacían de la cabaña un acogedor lugar para quién estuviera paseando o simplemente, pasará por allí buscando calor en temporada de invierno. Dreams in summer night sonaba por todo el lugar, decidió quedarse allí para hacer una coronilla de flores. Flores, flores pequeñas de colores suaves. Esperaba complacer a su pareja con eso. Se sentó en una de las mesas frente a la ventana, podía ver la nieve golpeteando contra el suelo, cubriéndolo en su totalidad.
Con una sonrisa risueña, sacó de su mochila largos hilos y materiales varios que había comprado en la libreria de la ciudad antes de partir al bosque.

─¿Qué haces peque? ─ escuchó una voz tranquila detrás suyo, giró su cabeza.

─Nada Yoonie, un regalito.─ formó una pequeña y orgullosa sonrisa, volviendo a ver los hilos en la mesa.

─ Peque, sabes que no permiten que nadie esté con esto al momento de pedir algo en la cafetería.. ─ Yoongi sonrió apenado, tomando una pequeña flor lila, la observó por unos segundos para luego cosquillear sobre la cara alegre del menor. ─ Tengo que seguir trabajando. ¿Quieres lo de siempre, Jimin?

El rubio asintió. Luego volvió a lo suyo.

De la mesa, tomó lo que había sacado de su mochila para volver a guardarlo. Haciendo caso a su mayor, no sacó las flores, para no hacer un desastre y causar molestias.
Poco después, Min llegó con un Frappé. Sabía que tendría que elaborar la coronilla en casa.

No esperaba que al llegar al departamento Matthew se encontrara allí. Estaba apoyado contra el gran ventanal, dándole la espalda. Se lo podría mirar como un pacífico chico de veinticuatro años y no fue hasta que Jimin cerró la puerta, Matthew se percató de su presencia.

─ ¿Dónde estuviste? ─ preguntó.

─ Fui a pasear y por un café.. ─ murmuró Jimin, dejando su mochila y la canasta a un costado del sillón, dirigiéndose al dormitorio para cambiarse de ropa.

En eso, Matthew voltea y camina a pasos grandes hacia las pertenencias de su novio. Abriendo la mochila y encontrándose con varias agujas e hilos, y más materiales para manualidades. Miró la canasta, observando las flores.
Levantándose, chasqueó la lengua volviendo nuevamente hacia la ventana y mirando la inmensa ciudad que había detrás de ella.  Jimin salió de la habitación con una ropa más hogareña y holgada.

Sentía aún, que las cosas entre él y su novio todavía no estaban del todo resueltas. Nervioso, lo abrazó por atrás dejando un pequeño beso en la espalda del mayor.

─¿Qué es eso Jimin?  ─ interrogó el más alto. El mencionado frunció el ceño, sin comprender a qué quería referirse.

─¿Qué cosa?

El pelinegro señaló hacia un costado del sillón.

─Ah, eso.. Matt, son cosas mías. Nada de tu incumbencia tontito. ─ dijo con gracia. Buscando, aunque sea, una ligera sonrisa en el mayor.

─Entonces también es mio, y de mi incumbencia ─ mencionó. Como si fuera un detalle mínimo en una frase sin ningún trasfondo ─. Sabes que detesto las manualidades, no sé porqué aún te gastas en eso.

Soltándose del abrazo de Jimin, Matthew vagó hasta la cocina. Tomó una manzana y volvió a paso lento hacia el rubio.

─¿Para qué gastarse en eso si puedes comprar alguna chuchería bonita?¿Qué dirían nuestros amigos?

Dió un mordisco a la manzana y sonrió con sorna, palmeando el hombro de su novio. Caminó hasta la habitación para cambiar las cómodas pantuflas por sus zapatos y luego, sin mirar a jimin y con la manzana todavía en su boca salir por la puerta de calle.

Apenas la cerró, Jimin soltó un suspiro contenido. Sentía como si el azabache no quisiera charlas sobre los problemas entre ellos. Pero después de varios minutos dándole vueltas al asunto, sonrió pensando en que Matt solo había tenido un mal día. Si. Eso provocó un mal humor en él, estaba muy seguro. Y en instantes volvía a mirar en dirección hacia la puerta, verificando que Matthew se hubiera marchado para después tomar la canasta y su mochila y correr a sentarse en la gran mesa del departamento.

Caída la tarde, la coronilla de flores estaba terminada. Admirando las flores lilas que resaltaban en ella, Jimin se dirigió hacia el dormitorio que compartía con su pareja, dejando su sencillo regalo sobre la almohada de su novio. Sólo esperaba que llegara pronto.

Consciente del tiempo, y teniendo en cuenta que eran al rededor de las dos y media de la madrugada. Se puso su pijama, dispuesto a dormir sin que su pareja haya llegado y suspiró ante la idea de que una vez más, Matthew no llegaría a casa o en el mejor de los casos, ebrio.
Se había acostumbrado tanto a aquellas ausencias, que no notó que eran casi algo cotidiano en el departamento. La falta de atención y cariño en esa extraña relación, destruía poco a poco los sueños del rubio.

Por allí, cerca de las cuatro cuarenta, la puerta de calle fue abierta por el mayor. Traía una bolsa negra de Dior, se sacó sus elegantes y costosos zapatos para caminar hacia el dormitorio. Arreglar las cosas era importante para su novio, y aún con varias copas encima, sonrió al ver al menor acurrucado en una orilla de la cama. Desgraciadamente en su rostro se encontró el disgusto al ver la manualidad sobre su almohada.

¿Qué es lo que realmente le molestaba del regalo?, ¿el hecho de que sea casero o saber que Jimin lo habia elaborado?

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