𝙸𝚅↬ιnмadυra, ιneѕperada y ιndecιѕa.
Enmudecí. Se había formado un silencio en aquella línea telefónica que me ponía más ansiosa con el tiempo que transcurría y mi incapacidad para contestar ¿Qué rayos podía decir? Quizás un “oye lo siento mucho. Lo que pasó fue que le conté a mi mejor amiga que me molabas un montón y ella decidió escribirte eso de mi celular porque es una entrometida” ¡No podía decirle eso! ¡No tengo idea de que carajos deba responder!
– ¿Malía sigues ahí?
No, acaba de fallecer por un infarto del minotauro ¡No sé ni qué carajo sea ese infarto!
– ¿Quieres discutir esto por aquí o frente a frente?
Valla, acaba de dar en mi punto débil.
– Y-yo… emh..no fui.
– Me escribieron desde tu teléfono – Obvió divertido.
– Sí pero no fui yo.
– ¿Ah no?
El tono irónico que estaba usando me daba cosita. Lo más probable es que se halle con la caja de dientes afuera mientras se le enfrían. Joder, ¿cómo demonios permití que esa loca me metiera en esto? ¡Jamás volveré a confiar en esa cabeza de chicle!
– Doctor.. – Inhalé decidida a soltar todo. No quería malos entendidos ni ningún problema ¿Qué más podría salir de esta extraña atracción si no contrariedades? – El problema es que por un lado me gusta y–
– Y por el otro, también – Terminó riendo luego de interrumpir la explicación.
Un momento, paren todo ¿Acaso a él no le importa que me guste? ¿Le estaba dando gracia lo que dije?
¿Qué clase de psiquiatra es él?
– Vale, pequeña, entiendo tu silencio. Mañana hablamos esto en persona.
– ¿Qué? No.
– Tranquila, no será enfrente de nadie. A mí también me gustas, por los dos lados.
Y con eso colgó…
¿Qué carajos acaba de pasar?
No entiendo ni mierda ¡Alguien por favor explíqueme! Okey, antes creí que era indecisa, ahora no estoy segura. Y por cierto, eso sonó tan estúpido como mi persona en estos momentos.
No soy una romántica, de hecho, el amor es lo último en mi lista de vida, pero nunca me imaginé que una confesión por llamada provocaría tantas cosas como las que estoy sintiendo. Chillando salté a la cama para enterrar la cabeza en la almohada. Esta era la primera vez que un chico decía que le gustaba, apenas había dado mi primer beso. Soy ese tipo de personas que todos llaman “inexperta”. Lo puedo asegurar porque antes dije que Yeonjun solo me gustaba, ahora ya siento las famosas mariposas de estar enamorada.
¿Puedo confundir mi indecisión con mi inexperiencia?
¿Qué debería decir? ¿Cómo debería actuar?
Todo sería más sencillo para mí si adquiriera más experiencia. Sí a la primera supiera lo que debo hacer. Si de mucho antes no fuese inmadura en la hora de adquirirla. Puede que en el fondo de mi cabeza, mis sinapsis, los impulsos eléctricos en el cerebro que transportan todos los mensajes, definen todo lo que una persona hace, habla y piensa, desde el nacimiento hasta el día de la muerte, todavía no tengan la madures para afrontar muchas decisiones.
Tengo por definición en cualquier diccionario que “la experiencia” es una enseñanza que se adquiere con la práctica. Considero que aún me quedan muchos errores por cometer en un millón de temáticas para ser sabia, como a la mayoría de los jóvenes. Dicen que cuando hay juventud no hay experiencia, y cuando no hay juventud, la experiencia sobra.
Yo me considero suficiente madura para mi edad, quizás unas de las más maduras de mi etapa, sin embargo, no poseo ninguna sobre las relaciones amorosas ni sobre lo que es estar enamorada. Y damas y caballeros, esa es la que necesito en estos momentos.
En este momento de debates mentales no sé si estoy volviendo a confundir la inexperiencia con la indecisión. Eso es tan frustrante, ash, al nacer deberían habernos dado un manual de cómo sobrevivir a la vida.
– ¡Noona!
El grito de Sunoo tras abrir la puerta de mi habitación sin permiso, me hizo gruñir. Ese pequeño debía aprender a respetar la privacidad de los mayores o podría encontrarme desnuda algún día. Pero claro, al pequeñín ángel de estatura diminuta y actitud tierna todo se le permite. Hay que darle la razón al menor hasta que se malcríe.
– ¿Qué pasó? – Bramo sacando la cabeza de la almohada.
– Nuestra madre Sarah me enseñó a hornear galletas. Te traje las primeras que he hecho.
El pequeño de rechonchos pómulos saca los brazos de su espalda, extiende sus manitas hasta mi persona, sonríe tan angelical que me derrite el corazón. Retiro lo dicho, a este niño le malcriaremos de por vida.
– Sunito no tenías porque – Le doy un beso en la mejilla antes de cargarlo y sentarlo en mis piernas.
– No me digas así. Ya no soy un bebe – Farfulla puchereando el niño que creé en los alienígenas – ¿Y qué te parecen?
Agarro las tres galletas que sus manos guardaban. Visualmente estaban adecuadamente al aspecto de una galleta normal. Pero al morder la primera, mi cara se estiró mientras el pequeño miraba todas las expresiones que hacía.
– ¿Esta mala, verdad?
– En realidad, todo lo contrario – Terminé de comerla antes de seguir hablando – Jamás comí una galleta casera tan buena. Tienes buena mano para cocinero, Sunoo.
– ¿Eso crees? – Sus ojitos brillaron de la emoción hasta que con la misma se apagaron mirando al suelo – Desearía que Lizzy noona las probara también.
– Vendrá pronto, dijo que estría para mi cumpleaños, ¿la extrañas mucho?
– Sí, y a mi hermanito Jungkook también ¿Vienen juntos?
– Ajá, como podría estar separada esa pareja ideal.
Mi frase salió algo dramática para subirle los ánimos al menor, cosa que conseguí cuando lo vi reír. Mi hermana Lizzy estaba estudiando música en los Ángeles con el amor de su vida, quien de casualidad compartía el mismo amor que ella por el instrumento de cuerdas llamado guitarra. Todos en mi familia adoran a Jungkook, era parte de la familia y muy querido. Ojalá cuando presente un novio sea tan bien recibido como Kook.
El resto de la noche transcurrió con normalidad. Como siempre he dicho, mi familia es tan llamativa como funcional. Dudo que una familia que lleve el mismo cartel que la nuestra, es llamado “élite”, se quiera tanto como nosotros.
A la hora de dormir todos y cada uno de ellos se habían pasado por mi cuarto antes de irse a la cama. Taeyong me contó que el sábado asistiríamos todos a una exposición de arte para recaudación de fondos para los orfanatos, que para eso me llamaba y me dio las buenas noches.
La fiestas no eran lo mío, mayormente me escondo de mi padre, al cual le fascina presumirnos a sus hijos como las mejores joyas del planeta. Creo que en cierto punto hasta nos idolatraba.
Pero la idea de la celebración no era lo que me hizo trabajoso conciliar el sueño, todavía estaba pensando en el encuentro futuro que tengo pendiente con mi psiquiatra. No paraba de pensar en cómo admitió que yo también le gustaba, en lo peligrosa y embarazosa que fue esa llamada. Y lo tan catastrófico que podría volverme en nuestro próximo encuentro. Conociéndome como lo hago, lo más probable sería yo meter el pie hasta el fondo. Como siempre lo hago con todo.
Finalmente conseguí el sueño. Este igualmente a mis otras noches fue maligno. Al parecer estaba destina a pasar por el mismo infierno todas mis noches. Así nunca conseguiría descansar bien, ni tener una vida sosegada. Mi primera mala nota lo demuestra al día siguiente en clases. La falta de sueño y la incapacidad para dormir repercuten en la vida de una persona. La falta de sueño puede traer enfermedades e complicaciones en la vida cotidiana por igual. El sueño es algo que jamás se recupera en tu vida. Una mala noche te perseguirá hasta el día de tu muerte. Por eso el tema de mantener un sueño tranquilo es tan importante. La verdad es que cada persona debería ajustarse un horario de sueño si quiere una vida sana.
A diferencia de la primera vez cuando fui a ver a mi psiquiatra, me preocupé más por mantener mi imagen cabal. No me agradaba ya la idea de que viera las espantosas machas debajo de mis ojos que me confieren el aspecto de un panda, ni mi cuerpo adornado por un vestido tan simple. Esta noche me había puesto mi falda más bonita, un jersey lanudo que me recordó al que usó cuando fuimos y dejé que el cabello callera por mis hombros con libertad. Ya estaba terminando de atarme los cordones de los tenis grises a juego con el suéter, cuando mi hermano Jin apareció por la puerta.
– ¿Estás lista, Malie?
– Sí – Mentí con mi respuesta. No estaba preparada, ni siquiera segura de este encuentro.
– ¿Todo está listo?
Esta vez contesté con un sonido afirmador, agarré la mochila que estaba descansando a un lado de mi cama con todo lo que necesitaría para pasar la noche allá y pasé por su lado para bajar las escaleras. En el primer piso todos se hallaban hechos cola para darme ánimos y desearme suerte con mi turno.
Lo que ninguno se esperaba es que precisaba más suerte para otro asunto que para la mismísima prueba.
Perdón por ni actualizar ayer. Tuve algunos contratiempos 👉🏻👈🏻. También espero que la historia os valla gustando.
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