𝙸𝙸↬тerroreѕ nocтυrnoѕ
El muchacho nos invitó a pasar a su casa con un movimiento de la mano al volverse al costado de la puerta. Jin entró primero sin despegar la mirada de la decoración del hogar, está no se acercaba para nada a la extravagantemente nuestra, era una simple casa de persona al medio de la pirámide del dinero. Jin no era de los esos clasistas que criticaran a los de bajo estatus, solo un chico curioso, uno que se preguntaba de dónde salió un psiquiatra tan reconocido con su aspecto tan joven, un metro después le seguí, mientras andaba al interior posé la mirada en el muchacho, justo como él ancló la suya en mí.
– Si caminan derecho por el pasillo darán a la primera puerta, es mi despacho, ahí trabajo.
– Okey – Respondimos los hermanos a la par.
– Los veo en unos minutos, voy a ponerme decente para el trabajo. Y no se inquieten, soy rápido como Flash y muy bueno en mi trabajo – Esto último lo dijo para mí junto a un pequeño guiño que no supe interpretar.
El muchacho tomó otro camino por el pasillo, uno que llevaba a las escalones para alcanzar al nivel superior. Lo miré escalar hasta que Jin echó a caminar y tuve que seguirlo. Ese chico, mi psiquiatra, tenía una chista, un toque, no sé, es algo que no concibo bien. Por alguna razón creo que lo he visto antes, lo veo e intento rememorar de qué me suena. Siento en mi cabeza una sensación rara, tal que fuera un recuerdo a punto de despertar. Sin embargo, nunca pasa.
– ¿Qué te parece el doctor? – Inquiere un Jin curioso, buscando alguna conversación que lo ayude a atar cabos con sus opiniones y saciar su curiosidad.
– Es muy joven para estar donde se encuentra – Es lo que respondo mientras entramos al despacho – ¿Eso es bueno, no? Significa está ahí por su buen trabajo.
– Puede que sea de los mejores. Eso es genial, aunque lo único importante es que te ayude salir de esta.
– Tienes razón – Sonrío un poco mirando el rostro cariñoso de mi hermano.
Al cabo de quince minutos el doctor volvió, el chico de cabello veteado ahora estaba vestido con jeans y un jersey tan peludo como las pantuflas en forma de zorro en sus pies. Esa última prenda le daba un aire infantil, podría decirse de primera impresión que lo fuera, pero su rostro ya no aparentaba el adormilado y bufón de hace un rato.
– Considero que ya podemos empezar con la consulta.
Tras acabar el anuncio, sentó frente a nosotros en la silla giratoria detrás de su escritorio, mientras que Jin y yo ya llevábamos tiempo descansando en el sofá que poseía el despacho. La habitación tenía poco a simple vista, solo estaba acomodada por el escritorio del doctor, el sofá y otra silla al costado de donde nos encontramos los hermanos, pero mirando en dirección a nosotros. Por otro lado, localizadas en las cuatro paredes de color blanco estaban una buena cantidad de diplomas y títulos como adorno ¿Esas eran las pruebas de su alto rango o de que presumía de él? Es increíble como solamente una decoración podía mostrarte características de una persona.
– ¿Cuál es tu nombre, pequeña?
Paré de mirar a mi alrededor para decaer la mirada nuevamente en su persona. Sus manos sostenían una libreta de anotaciones mientras que el lápiz era sostenido por sus labios. Él me miraba, y no había cosa que me inquietara más que eso. Todavía mi cabeza buscaba las respuestas del qué lo conocía.
– Malía Agreste, señor doctor.
– ¿Señor? Valla, nunca me habían ofendido tanto en mi vida – Ironizó mientras sacaba apuntes y torcía los ahora libres labios – ¿Y qué edad tienes? ¿Catorce, trece quizás?
Qué casualidad. Ahora la ultrajada era yo.
– Sí, Malie tiene aspecto de niña – Le siguió Jin con tono risueño.
– Tengo dieciocho y a solo tres semanas de los diecinueve – Contesté con los dientes apretados. Odiaba que mi cara diga “niña” a gritos cuando mi mentalidad es mucho más madura que cualquiera de mis hermanos mayores ya adultos.
– Bueno pero no se enoje – Se burla antes de volver a anotar – Bueno, ¿y qué te trae a esta consulta, Malía?
– Pesadillas.
Me encojó en mi sitio. Mi alrededor se vuelve un poco turbio por lo raro y quizás tonto que suene eso. Sin embargo, ahí estaba Jinie, enlazando nuestras manos sobre mi regazo.
– ¿Qué tipo de pesadillas?
Mi hermano no me da tiempo para responder y lo hace por mí, apretando los labios hasta dejarlos blancos porque él mejor que nadie sabe lo que siento todas las malditas noches.
– Son más que pesadillas. Ocurren mayormente en el primer tercio de la noche. Malía suele llegar a gritar o llorar de manera inconsolable, al inicio solo era eso, ahora estos vienen acompañados de episodios de sonambulismo. La he visto patear y golpear cosas a su alrededor, camina por la casa y hasta ha salido de esta. Una vez paró a dar a la calle donde casi fue atropellada. Dicen que despertar a un sonámbulo es malo, por eso la mayoría de las veces la conducimos de vuelta a su cama y esperamos a que se despierte por sí sola. Anoche la desperté por primera vez, resultó ser muy difícil y al hacerlo fue incapaz de responder a las preguntas, tardó un poco en orientarse.
El doctor me miró esperando que dijera algo o añadiera algo más. Por mi parte solo asentí y volvió a anotar pero con mucha rapidez. Clavó la mirada en mí y sus próximas preguntas vinieron lanzadas solo a mí.
– ¿Puedes recordar lo que sueñas?
– No, hay veces que me logro dormir y ni recuerdo el episodio al día siguiente. Me entero porque alguien de mi familia me dice lo que hice el día anterior.
– ¿Sabes cuándo comenzaron?
– Hace unos meses. No estoy segura de cuántos.
– ¿Con qué frecuencia se presentan?
– No estoy segura. Ya lo he dicho, hay ocasiones que ni recuerdo. Pero últimamente son mucho más frecuentes.
– ¿Has tenido problemas de sueño en el pasado?
– ¿Cómo insomnio? – Indago, él asiente y yo niego – No, nunca he padecido de eso. De siempre mi sueño es pesado.
– ¿Y sabes de alguien que halla padecido de algo parecido en tu familia?
– Una vez escuché a mamá contar que la abuela padecía de algo parecido de niña – Responde esta vez Jin, desesperándose un poco – ¿Sabe lo que le pasa a mi hermana, doc?
– Creo que Malía sufre de terrores nocturnos – Confiesa soltando una exhalación y la libreta que cierra e deja reposar en el escritorio.
– ¿Terrores nocturnos?
– Sí, también conocidos como parasomnia – Emprende a exponer la explicación – Son muy frecuentes en la infancia, son episodios que se producen durante la fase más profunda del sueño. En ellos la persona sufre episodios de miedo intenso, gritos y agitación en el cuerpo mientras duerme, también se asocian con la sonambulismo. En ocasiones se puede despertar de manera brusca, aterrorizado y confundido. Al día siguiente no suele recordar nada de lo sucedido.
– ¿Y qué podemos hacer para que paren y mi hermana vuelva a descansar tranquila?
– Por hoy más nada – Tras negar empieza a buscar unas cosas por sus gavetas, luego de tener un par de hojas las mira y las extiende, una para cada uno – Quiero diagnosticarla a base de descripción de los hechos. Necesito que ambos completen un cuestionario sobre tu conducta durante el sueño. Malía como lo padece y usted, su hermano, como el observador de afuera.
– ¿Respondemos esto y ya está? – Bufa de mala gana el mayor.
– Por supuesto que no. Faltaría hacerle una polisomnografía.
– ¿Una qué? – Inquirimos a la par.
– Un estudio del sueño nocturno – Suelta con una risilla – Pero esto sería todo por hoy ya que se necesita un laboratorio del sueño y otro turno para reservarlo. Me encantaría poder hacerle ese estudio pronto. Así podemos diagnosticar y trabajar con los síntomas y causas lo más pronto posible.
– ¿Cuándo podría ser el próximo encuentro?
Ni noto la urgencia con las que salen mis palabras. Él de cabello de dos colores sonríe hacia mi persona, y yo caigo en cuenta de lo extrañamente necesitado que sonó eso. Fue como si dijera indirectamente “¡Necesito volver a verte lo más rápido posible!”. Y eso es muy vergonzoso.
– Llamaré hoy para reservar. Desde que me pongan la fecha os localizo.
– ¿Tienes nuestro número? – Inquiere Jin, quien recién asoma la cabeza de llevar dos respuestas completas de las hojas – ¿O contactarás con nuestra madre como mismo ella hizo contigo para esta cita?
– Preferiría que fuese personalmente. ¿Qué tal si anotan vuestros números de teléfonos al costado de una hoja? Así escogería a cualquiera de los dos y les escribiría con la respuesta.
– Bien – Contesta el mayor para regresar a su cuestionario, sin percatarse del nuevo guiño del chico hacia mi persona.
Sintiendo como mi corazón se acelera, las mejillas me arden y los nervios emergen, me pongo a contestar el cuestionario. No eran más de cincuenta preguntas, no tantas comparadas con sentir la mirada de ese doctor sobre mí. Me fue incómodo, mi tímida Malía interior quería escapar o no pensar cosas erróneas. Y sí, erróneas, porque cómo podría imaginarme que esa mirada era algo más examinadora de lo que su trabajo requería.
En media hora todo estuvo contestado. Jin se despidió con un apretón de manos mientras yo elegí a una pequeña reverencia, mi hermano salió enfrente mientras yo iba al medio y el chico de último, todavía con esa misma intensidad en la mirada que hacía erizar la piel de mi espalda.
Al volver al coche solo podía pensar, aunque no quisiese, sobre cuán pronto sería mi próximo turno. Y los grandes deseos que tenía de volver a encontrar a mi psiquiatra en un turno por loco que parezca.
Aquí se presente la que no duerme por estar escribiendo a las dos y media de la madrugada ✌🏻🙃✨️
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