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8. Terrifying experience

—Anastasia es un nombre precioso —dijo el hombre con una sonrisa ladina, en su mejor intento de seducir a la hermosa rubia a su lado—. Entonces, ¿San Petersburgo?

—Moscú, cariño —respondió jugando con la copa en su mano—. Pero te doy crédito por pronunciar bien mi apellido.

El mayor rió e inclinó la copa levemente hacia su acompañante, golpearon suavemente las copas y bebieron sin prisa.

— ¿Entonces eres...acompañante?

—Puta de lujo, le dicen por ahí —contestó con diversión—. Es un secreto a voces.

—Quisiera que me concedas esta noche.

— ¿Que estás dispuesto a perder? —preguntó bajando la copa, pare levantarse despacio.

El mayor contuvo la respiración y antes de poder responder, Anastasia se adelantó.

—Si no te importa lo que pueda tomar de ti, acompáñame —murmuró poniéndose de pie, comenzando a caminar.

Él sonrió al verla contonear su cadera y bebió el resto de su copa, levantándose para seguirla con prisa. Subieron hasta una de las suites exclusivas del hotel, el mayor cruzó la puerta tras la hermosa rubia y cerró tras él.

— ¿Ana? —preguntó al no lograr verla cuando se acercó a la cama.

La ventana estaba abierta y no había ruido alguno, era extraño, hizo una mueca y arqueo una ceja, ¿era una especie de juego?
Luego, un impacto en la sien que ni siquiera vio venir, su cuerpo cayó en el suelo inconsciente y entonces los tacones apresurados golpearon el suelo.

Yuri suspiro y busco en su bolso los guantes de látex para comenzar a mover el cuerpo y limpiar todo. La sangre se veía aún sobre su vestido rojo y su cabello atado en un elaborado moño comenzaba a darle comezón.
Saco una pequeña bolsa de plástico luego de sacarle la bala y comenzó a guardar todo lo manchado, limpiando meticulosamente las pertenencias del hotel.

El cuerpo del hombre estaba sobre el tapete así que podía limpiar con cuidado, dio la espalda a la puerta mientras se esmeraba por quitar las manchas de sangre de la lámpara sobre el buró.

Abrió los ojos cuando su boca fue cubierta con un pedazo de cinta y luego trato de pelear con el cinturón que apretaba su tráquea, camino hacia atrás en un intento por quitarse la obstrucción de su cuello y con el codo golpeó el estómago de su atacante logrando recobrar el aliento y se quitó la cinta lo más que pudo hasta que el hombre en traje le atacó de nuevo.
Su cuerpo cayó en la cama con el extraño encima y comenzó a manotear tratando de empujarlo para echar a correr, Otabek no podría ayudarle porque seguramente ya habría bajado de su posición para asegurarse que él hubiera cumplido con su parte.

Su atacante trataba de sostenerle las muñecas y las piernas, tenía que hacerse cargo de la asesina de su jefe...pero bien podía divertirse con ella antes de eliminarla, eso creyó al menos.
En medio del manoteo logró sentir la pistola del extraño y la saco apuntando a su estómago.

— ¿Sientes eso? —dijo entre jadeos, presionando el cañón de la pistola aún más contra su cuerpo—. Si no te quitas de mi, voy a vaciar todo el cartucho en tus entrañas, ¿entendido?

El hombre se detuvo y se alejó despacio, maldiciendo en voz baja por su descuido. Fue levantándose lentamente hasta que sintió el inconfundible cañón de otra arma en su cabeza, era incapaz de moverse ahora.
Le sostuvieron del cuello de la camisa, alejándolo de la rubia bajo su cuerpo para lanzarlo al suelo, sus ojos se encontraron con los más furiosos que pudo haber visto en su patética vida y entonces todo se puso negro.

Otabek había disparado sin contemplaciones directo a la cabeza, Yuri aún estaba sobre la cama, con la respiración agitada y viendo el cuerpo con atención, como si analizará toda lo que acababa de pasar. Alzó la mirada, el azabache aún sostenía la pistola apuntando al cadaver, tan tenso y enfadado que casi le hacía temblar.

Se puso de pie, dejando la pistola de lado y acercándose al mayor con cautela, posó una mano sobre la suya para bajar el arma despacio y uso la mano libre para quitársela muy despacio.

—Otabek —le llamo, muy bajo y suave—. Está bien.

La mirada del otro no parecía reaccionar, se quitó los guantes dejándolos en el suelo, guardó el arma muy despacio donde él siempre la llevaba y le tomó el rostro.

—Beka —llamo intentando que lo viera a los ojos—. Mírame, anda, estoy bien.

—Te abrió la frente —dijo de repente, reaccionando.

—No duele, estoy bien.

—Estás temblando, déjame revisar...

—No —le detuvo, tomando sus manos—. Terminemos aquí, vayamos a la habitación y veremos que hacer.

Hizo una mueca y asintió sin muchas ganas.

—Tranquilo, en serio...solo quiero terminar esto, por favor.

Suspiro, soltándole despacio para voltearse a revisar lo que había que limpiar ahora, tragó saliva al sentir su boca completamente seca y se pasó una mano por su frente.

La segunda limpieza fue más rápida y meticulosa que la primera, salieron escondiéndose de las cámaras que había en todos los pasillos.
Llegar a su habitación de hotel fue un alivio pero aún sentía sus manos temblar.

Soltó sus cosas y Otabek le arrastró con él al baño para sentarlo en la taza, comenzando a revisar su herida. Se sintió como un pequeño pero no se quejo, dejando que hiciera lo que quisiera.

—Lo lamento.

Cerró los ojos y negó muy despacio, el alcohol ardía pero estaba bien.

—No debiste ver eso.

—Estabas tan enfadado...

—Lo lamento...yo nunca debí...

Abrió los ojos y detuvo sus manos, sonriéndole levemente.

—Otabek, está bien —se enderezó y le abrazo—. Me salvaste...

—Aún estás temblando.

Un sollozo involuntario escapó de sus labios y se sorprendió al sentir su rostro lleno de lágrimas, sorbió la nariz y cerró los ojos cuando él le limpió el rostro.

—Perdona...no volveré a descuidarme así.

—N-no...yo no me di cuenta, debí cerrar la puerta...yo...

—Ya pasó, estás a salvo y no volverá a pasar —le prometió, pegándolo a su cuerpo con fuerza, era una promesa que iba a cumplir aunque le costara la vida.

Despertó algo confundido y abrazado de una almohada, estaba cansado aún y quería volver a dormir. Trato de enderezarse para buscar a Otabek pero no pudo moverse como quería por el peso en su espalda baja.

Deslizó una mano por la cama y alcanzó a reconocer el hombro de su acompañante, sonrió y se volvió a acomodar, tal vez podría dormir un poco más.

—Podríamos quedarnos aquí un par de días más.

Suspiro, entendiendo que Otabek no dormía y asintió.

— ¿En Dublín?

—No, en Dingle, allá podemos descansar unos días.

—No crees que Viktor y Yuuri vayan para allá.

—Exacto —se enderezó despacio, acercándose a revisar su herida—. Seung me llamó anoche, me dijo que nos buscan en Ottawa y qué tal ves vengan para acá.

— ¿Estás seguro que no buscarán en Dingle?

Asintió una vez y rozó su herida con los dedos.

—Seung les hará creer que volvimos a Rusia.

— ¿Seung es tu amigo?

—Si, podría decirse que es como familia.

Suspiro y se giró en la cama, bajo el cuerpo del mayor, para acomodarse mejor, extendió las manos y acaricio su rostro.

—Menos mal hay alguien que te apoya.

Asintió nuevamente y cerró los ojos ante el contacto, escondiéndose en su cuello. Yuri se sonrojó y le abrazo, estaba vulnerable...no sabía qué hacer en ese momento.

Le escucho suspirar y luego su respiración se sintió más relajada, sonrió y acaricio sus cabellos, se había dormido de nuevo, ¿estaba mal sentirse tan feliz por la confianza que le estaba dando? No lo sabía, y a estas alturas, no le importaba tampoco.

La cobija sobre la jaula se levanto, él no se movió pues ya estaba acostumbrado a ser arrastrado fuera, maltratado y luego botado de nuevo, pero esa ocasión no estaban los rostros que tanto conocía del otro lado de la rejilla.

— ¿Como te llamas? —preguntó el extraño, su cabello negro estaba atado en una coleta baja y sus ojos caoba brillaban en la oscuridad como si fuera un gato.

—Alek...

— ¿Cuánto tienes aquí?

—N-no lo sé...desde que ellos m-mataron a papá...

— ¿Tu padre era Vladimir Ivankov?

Asintió con prisa, gateando a la rejilla con la esperanza de reconocerlo. Vio que el extraño hizo una mueca, pensando que su ruso era extraño pero era entendible.

—Mi nombre es Mark, y te vas a ir conmigo.

Se tensó y tragó saliva, desviando la mirada en busca de un escape aunque la verdad creía que era inútil.

— ¿Has visto tu ropa por aquí?

Negó apretando los puños, su cuerpo entero temblaba y ya no sabía si era miedo o frío.

—Pégate a la parte de atrás, voy a romper el candado.

Gateo de vuelta a su esquina y se abrazo, estaba tan cansado, hambriento y enfermo...
La jaula se abrió y él no supo cómo reaccionar por un segundo, poniéndose de pie en seguida para correr fuera.

El extraño se quitó el abrigo negro y envolvió al niño con él, sus manos temblaban.

—A partir de este momento, Alek Ivankov ha muerto —le dijo mientras tomaba su mano para hacerle un corte con el cuchillo que saco de su cinturón—. Tú nombre será Otabek y usaras el apellido que era de tu madre, ¿entendido?

—Pero...

—Sal y camina al otro lado de la carretera, hay un auto gris estacionado a unos minutos de aquí, súbete en la parte trasera y escondete...te alcanzaré pronto.

—Pero...

—Haz lo que te digo si quieres vivir —le dijo, tan serio que el niño no pudo replicar.

Le vio asentir y luego salir corriendo como si la vida dependiera de ello, suspiro, dejo el cuchillo en la jaula y aprovecho para esparcir toda la sangre que Otabek había dejado en el camino, llevaba un tiempo buscando al hijo de Vladimir por petición de la madre y ahora tendría que llevárselo pero esperaría a que se viera un poco mejor.

Salió sin prisa y en completo silencio, subió al auto y busco por el espejo retrovisor al niño que se escondía mal tras él asiento del copiloto, sonrió y arranco sin parecer apurado.

—En cuanto lleguemos a mi casa podrás comer y dormir un poco.

—Usted... —tragó saliva y se encogió—. ¿Usted va a tratarme como ellos lo hicieron?

Negó sin voltear, haciendo una mueca.

— ¿Sabes qué has estado ahí por tres años?

El menor alzó la cabeza y le vio sorprendido.

—Perdiste la noción del tiempo, es entendible, pero te pondrás al día de nuevo.

— ¿Como me encontró?

—Llevo un tiempo buscándote, tu madre me lo pidió.

— ¿Mi madre?

Le vio por el retrovisor, tenía una expresión confundida y llena de sorpresa.

—Nunca la he visto, ¿por qué me buscaría?

— ¿Eso importa ahora?

—Si —se removió y subió al asiento—. El único recuerdo que tengo de ella es una llamada donde me dijo que no la buscara...no tiene sentido.

Mark hizo una mueca y asintió, acelerando, eso era interesante, ahora había que investigar a la mujer.

—Estarás conmigo un tiempo, ¿bien?

Suspiro, no era como si pudiera quejarse, lo que sea era mejor que estar con Viktor y Yuuri.

Despertó y vio todo a su alrededor, la habitación de hotel estaba callada y tranquila, solo podía oír la respiración de Yuri al dormir.
Suspiro y se acomodó mejor, estrechando el esbelto cuerpo del otro contra el suyo.

Se tallo los ojos con una mano y volvió a acomodarse para poder dormir con calma, solo quería descansar un rato más y tratar de olvidarse, de nuevo, de todo lo que se iba desbloqueando en su mente.

Suspiro agradecido al sentir que el menor correspondía al abrazo de forma inconsciente y beso su frente, Yuri se había convertido en...algo que no podía entender que era pero que resultaba importante, distinto a su relación con Seung que era más como un hermano, era distinto a cualquier otra cosa que hubiera sentido antes...y no le molestaba.

Listo! XD ahora no hubo nada que hacer en el trabajo así que aproveche el tiempo
Espero que les guste :3 luego hablamos lo del síndrome de Estocolmo xD este fic tiene partes tranquilas y otras muy locas que ya sé que les gustan y pa'que se hacen que no xD y bien que aman a Beka(?)

Gracias por leer, votar y comentar, les mando todo mi lof *smooches*

Rave, la somnolienta

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