4. Brutal possession
Yuri despertó más temprano de lo usual, se tomó su tiempo en el baño y se arreglo un poco, ahora que su rostro se veía como antes se sentía con más ganas de verse bien. Algo bueno había salido de todo el "tratamiento" de Otabek.
Bajo sin prisas y le llamo, buscándolo con la mirada por todos lados. Se encogió de hombros al ver que no recibía respuesta y se sentó a desayunar, en realidad, estaba extrañamente tranquilo y no tenía esa necesidad de escapar...además, estaba en su casa, ¿a donde más iría?
Por un segundo paso por su cabeza la idea de asegurar todas las puertas y ventanas, pero la idea de que de cualquier forma entraría le causaba escalofríos.
Suspiro algo adolorido por el viejo colchón donde dormía y vio el cuenco de las llaves, estaba su cajetilla con el dinero escondido y su copia de las llaves de la casa...podría salir un rato y él no lo notaría, ¿cierto?, extrañaba salir a distraerse un rato.
Suspiro, tomando las llaves y la cajetilla con prisa, prometiéndose solo dar una vuelta y volver, no quería que le castigara.
Salió, volteando a todos lados de forma casi obsesiva para asegurarse que Otabek no estuviera ahí. Tragó saliva y salió apenas unos pasos, el frío aire de Moscú golpeó su rostro y lleno sus pulmones con aire limpio.
Cerró los ojos, quedándose ahí un momento, su cuerpo no parecía querer moverse pero en realidad estaba disfrutando ese momento de calma.
—Hey.
Abrió los ojos al escuchar la voz extraña y volteo con el corazón acelerado. El cantinero de su primera noche libre estaba ahí parado, con una mochila al hombro y la misma sonrisa de antes.
—Te conozco, ¿cierto?
—Algo así —dijo encogiéndose de hombros—. Solo he ido una vez al bar...
—Ah, si, el que quería estar borracho —se rió y guardo las manos en los bolsillos del pantalón, acercándose a él—. ¿Vives aquí?
—Sí —murmuró, con una media sonrisa.
—Es una casa muy bonita —desvío la mirada y balanceo su peso de atrás para adelante—. Tu rostro sonrojado se ve muy lindo.
Alzó la mirada y lo vio, amplió su sonrisa y sintió su cuerpo relajarse, era una conversación tan...extrañamente reconfortante...
—Gracias...
— ¿Tu nombre es bonito como tú rostro?
Carraspeo y desvío la mirada, había olvidado lo que era un trato gentil.
—Me llamó Yuri.
—Sean —le tendió una mano, esperando que la estrechará.
—No eres de aquí —dijo tomando su mano, sin desviar la mirada, el joven de gorro de lana y ojos azules tenía la expresión más sincera que había visto en su vida.
—Soy irlandés, me mudé hace poco.
—Si, tu pronunciación es distinta.
—Tomare eso como un cumplido —sonrió, volviendo a guardar la mano en el bolsillo—. Debo ir a trabajar pero...espero verte en el bar pronto.
Escucho el rechinido de la puerta tras él abrirse, no había forma en que pudiera ser el aire pues había cerrado bien al salir...Otabek estaba en casa.
—Si, seguro —murmuró algo nervioso y con ganas de irse con él.
—Nos vemos —alzó la mano hacia el chico tras él, quien solo hizo un movimiento de cabeza como respuesta, y se alejó despacio, volteando hacia atrás de vez en cuando.
Cuando Sean se perdió al girar la calle, estuvo a punto de correr, ¿por qué no había hecho nada? Era simple, con la mirada de Otabek era suficiente para comenzar a temblar como gelatina.
Tragó saliva y giró sobre sus talones, viendo a su captor fijamente.
—Entra —ordenó la voz grave del azabache.
Yuri bajo la cabeza y sus pies se movieron solos de regreso a la casa, había sido una idea estupida solo pensar que podía caminar y volver.
Escucho la puerta cerrarse tras él, despacio y muy suave, como si quisiera aparentar que no estaba enfadado. Dejo las llaves y la cajetilla en el cuenco, tratando de escabullirse a su habitación.
— ¿A donde crees que vas?
—A mi...habitación...
—No te muevas.
Contrario a la orden que le dio, su cuerpo se movió más rápido y corrió escaleras arriba, encerrándose de nuevo en la habitación. Sentía un poco estupido esperar que no tratará de entrar pero al menos guardaba la mínima esperanza.
Escucho tres golpes suaves y se escondió bajo las cobijas, si hubiera una base para el colchón donde dormía, seguro se habría metido abajo de ella.
—Ábreme, o abriré yo.
No respondió, su corazón golpeaba con tanta fuerza su pecho, tratando de escapar por la boca.
—Última oportunidad, Yuri.
Se hizo ovillo bajo las cobijas y suplico a quien fuera que estuviera en el cielo que le ayudara.
Hubo silencio, luego el click que se hizo al botar el seguro, seguido de la puerta abriendo y cerrando con fuerza. Tembló, cubriendo sus oídos y apretando los párpados.
— ¿Que estabas haciendo?
—S-solo... —tragó saliva en un intento por calmarse—. Solo platicaba con Sean, no fue nada importante.
—Me importa un carajo el tal Sean —alzó la voz, sacando las cobijas para verlo—. ¿Que hacías afuera?
Yuri se alejó de espaldas hasta topar con la pared, por un segundo había creído que era por Sean, pero obviamente era por haberlo desobedecido, no parecía importarle mucho si le gustaba a alguien o no.
— ¿Que hacías afuera? —alzó más la voz, manteniéndose lo más controlado que podía, no debían escucharles en las otras casas.
—Solo quería tomar aire, no he salido en días.
—No te di permiso para que salieras —gruño, acercándose más.
—Lo lamento —murmuró temblando entero.
—Voy a hacer que lo lamentes —tomó su mentón—. Voy a hacer que recuerdes que me perteneces y que solo puedes hacer lo que te digo.
Yuri cerró los ojos, aterrado, ¿que iba a hacer ahora? ¿Que podía ser peor que todos los castigos que ya le había puesto?
Su mente tuvo la respuesta cuando la mano de Otabek busco quitarle la ropa, abrió los ojos y con manos temblorosas trato de zafar el agarre para echar a correr.
Lucho con ambas manos, se removió con todas sus fuerzas y logró morder la mano del azabache para ponerse de pie echando a correr.
Tampoco llego muy lejos, Otabek extendió la otra mano para sostener su pie, provocando que cayera sin contemplación en el suelo, golpeando su rostro de lleno en la alfombra.
Yuri trato de aferrarse con los dedos al suelo para que no le regresara a su lado, las lágrimas se desbordaban sin control y lo único que podía pensar era en resistirse hasta el fin.
—Suéltame —exigió, cuando le hizo voltear para que lo viera, su nariz sangraba y aún manoteaba con él en busca de su liberación—. Suéltame, no quiero.
—Jamás te pregunte si querías —dijo cubriendo su boca con una mano para contener los gritos—. Debes aprender tu lugar, porque al parecer no he sido lo suficientemente claro.
El rubio continuo gritando, golpeándolo con toda la fuerza que tenía para que lo soltara, aunque no lo movía ni un centímetro y mucho menos se escuchaba su voz. Cruzó sus piernas cuando él logró sacarle el pantalón, trato de patearlo, encontrándolo inútil por la posición en la que estaban y las lágrimas aumentaron cuando se vio sin salida.
Otabek, no, comenzó a suplicar contra su mano, una y otra vez, sin cansancio, comenzando a hiperventilar, el azabache sobre él tenía esa mirada decidida y cruel que le había visto sólo cuando asesino a ese hombre una semana atrás.
Le hizo girar y trató de zafarse, solo pudiendo recibir un tirón de cabellos para que se quedara quieto, pero no quería rendirse, estaba seguro que perdería por la posición y porque ya estaba desnudo bajo su captor, pero al menos quería tener esa sensación de haber peleado hasta el final.
Su cuerpo cedió cuando sintió la solita intromisión sin ningún cuidado, había contenido un grito cuando la mano de Otabek le hizo hundir el rostro en el colchón y jadeo en busca de aire con desesperación, en parte por temor, en parte por cansancio, parte por la posición y finalmente por el dolor. No sentía sus piernas y sentía un extraño dolor recorrer su espalda, líquido bajaba por sus muslos y estaba seguro que era sangre.
Hundió la frente en el colchón y siguió murmurando la frase que ahora no podía decir en voz alta por la voz quebrada y la falta de aire. Lo peor fue cuando sintió al otro moverse contra él, dolía aún más si es que eso era posible.
El colchón estaba empapado por sus lágrimas, trataba de pensar que se encontraba en otro lugar mientras seguía murmurando una y otra vez su mantra, suplicando llegar a Otabek y que parara con es tortura de una vez.
Pero eso no pasó, y tuvo que seguir así hasta que todo termino.
Despertó sintiendo un dolor terrible en la parte inferior de su cuerpo, las imágenes del porque invadieron su cabeza y la sacudió con fuerza en un intento vano por sacárselas. Eran horribles.
Se enderezó lo más lento que pudo y se sentó apenas, observando la habitación a oscuras, esa no era su cama...era la de Otabek. Tembló y quiso ponerse de pie, aunque sus piernas no parecían querer ayudarle mucho.
La puerta se abrió y él se escondió, viendo asustado al recién llegado que tenía una mirada nueva y que no podía reconocer. Tenía los ojos hinchados y por primera vez le veía una expresión que no fueran burla o indiferencia.
—Gírate —ordenó, su voz era baja y cansada.
Yuri prefirió hacer lo que le pidió, asustado de que por no obedecer le hiciera lo mismo. Otabek retiró las cobijas y alzó la playera que le había puesto para que durmiera, la piel de Yuri estaba manchada de sangre y había algunas heridas aún abiertas.
—Esto va a doler, trata de no moverte para que termine rápido —advirtió y comenzó a curar todo donde podía.
Yuri se abrazaba con fuerza a la almohada, lloraba de nuevo pero se mordía el labio para no hacer ruido alguno. A diferencia de otras veces, el tacto era más suave y delicado, en realidad lo que dolía era el alcohol al rozar con su carne viva.
—Quédate aquí un par de días —dijo al terminar, guardando las cosas en la pequeña cajita y tirando los algodones y gasas sucias.
Le miro de reojo, aún tenía el temor en la mirada y no parecía querer contestar.
—Yuri —le llamo, haciendo que girará y ayudándolo a sentarse sobre una almohada—. Lo lamento —dijo viéndolo a los ojos, reconociendo en su mirada a un gatito asustado.
Se sintió confundido, un poco amedrentado, eso era completamente inesperado.
— ¿Que?
—Lo lamento —suspiro, estirando una mano para tomar un pañuelo y limpiar su rostro, las lágrimas no habían dejado de caer—. Estaba enfadado por otra cosa y encontrarte afuera me hizo perder los estribos, lo lamento.
Yuri suspiro sin desviar la mirada, podía decir que no mentía por la expresión que estaba haciendo.
— ¿Lloraste? —preguntó curioso, sorprendido.
El otro hizo una mueca y asintió una vez con la cabeza.
—No lo haré de nuevo, te lo prometo —aseguró, limpiándole los rastros de sangre que aún estaban en la nariz—. Pero prométeme que no volverás a salir sin decirme.
—Te lo prometo —murmuró, extrañado y agradecido con el tacto tan suave.
—Bien.
Se inclinó un poco tratando de ignorar el dolor y abrazo al azabache. Fue sorpresa que los brazos del otro correspondieran tan gentilmente. Yuri cerró los ojos, más tranquilo al comprobar que era cierto lo que había dicho.
—Haré bien lo que quieres, lo prometo —dijo alzando la cabeza, ¿era normal sentirse tan dócil?
—Eso espero, vuelve a dormir.
Asintió, dejando que le ayudara para recostarse, sonrió levemente cuando le arropó y saco la mano para buscar la de Otabek, algo temeroso aún pero agradecido cuando sintió el suave apretón. Cerró los ojos, era como si por arte de magia todo hubiera desaparecido...y ahora se encontraba en el lugar más seguro de la tierra. Ojalá todo pudiera mantenerse así de bien siempre.
Nenas, tranquilas xD
Otabek no es tan malo (antes de que lo quieran linchar) él no es un psicopata o sociopata como Yuuri y Viktor, él fue metido a ese negocio de mala manera como Yuri y tiene problemas de la ira, todo lo que Yuri está viviendo, Otabek lo vivió, no conoce otro método más que el condicionamiento, castigo y recompensa, ya saben xD perdónenlo, plz, de verdad está arrepentido.
Espero les haya gustado y no este cap xD gracias por leer, votar y comentar y les mando mucho lof *smooches*
Rave, la que no ha lavado ropa(?)
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