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16. Painful distance

— ¿Sabes algo de Yuri? —preguntó luego de un silencio algo incómodo.

—No —respondió Seung sin darle importancia—. No he ido a verlo desde que lo lleve a casa ese día.

Asintió y soltó un suspiro, juntando sus manos mientras cerraba los ojos.

—Lo botaste de un momento para otro y han pasado cuatro...casi cinco años, ¿qué esperabas?

—No lo sé —murmuró sincero, sin abrir los ojos—. ¿Estás...?

—Sí, él podría estar muerto en un callejón por una sobredosis o solo salió del país, no tengo idea.

Beka abrió los ojos y vio a su hermano, con el rostro serio y el enfado en su mirada.

— ¿Una sobredosis?

El silencio respondió, el bullicio alrededor no podía distraerle.

—Sí sabes dónde está —afirmó entendiendo por fin que su hermano no tenía interés en contarle.

—Volvió a sus viejos hábitos, vendió todos los muebles de la casa y trató de suicidarse dos veces.

— ¿Tú lo ayudaste?

—Algo así, llame a la ambulancia cuando se estaba desangrando y luego cuando despertó se rascó las venas con la aguja del suero, entonces está en la casa de la risa —dijo con gracia lo último, como burlándose de él.

— ¿Qué? —Otabek sentía todo su cuerpo temblar—. ¿Está...en rehabilitación? ¿Hace cuánto está ahí?

—Pues sí, está en rehabilitación hace como un año —se sobo las sienes—, ¿ves por qué no quería decirte?

—No puedes omitir información solo porque sí.

—Escucha —le detuvo antes de que siguiera con el reclamo—, no te lo dije antes porque sé que te ibas a poner así, entiende que no puedes hacer nada por él y que si lo monitoreo no significa que sea por ti.

Bufo e inclinó la cabeza, pegando la frente a la mesa.

—También me preocupa, no puedo evitarlo —de repente, Seung parecía ser el hermano mayor, sermoneándolo, y no se quejó porque sabía que se lo tenía merecido—. Yo fui quien lo vio desangrándose en el baño y luego quien lo encontró abriéndose el brazo con la aguja, ¿crees que eso es para menos? Estuve a nada de ponerle una camisa de fuerza yo mismo.

Se mordió la lengua para evitar hacer más preguntas, se sentía tan culpable. El coreano suspiro, frunciendo el ceño.

—No te lo digo para que te lamentes cien años, te lo digo para que seas consciente de lo que encontrarás cuando salgas.

—No voy a buscarlo...

—Lo harás —le interrumpió, cruzándose de brazos—, así como él lo haría si la situación hubiera pasado al revés.

Se quedó en silencio, deseando que su hermano no fuera capaz de leerlo con tanta facilidad, que no lo usara tampoco como material de sermón. Chasqueó los labios y desvió la mirada, jalando las muñecas hasta que las esposas se lo impidieran una y otra vez, quería huir, pero sabía que no había manera de hacerlo, no de Seung.

El coreano suspiró cansado, pasándose una mano por el cabello y algo fastidiado.

—Huir no te ayudara en nada, ¿por qué no aceptas la realidad y dejas de actuar como un niño?

Otabek tensó la mirada, tragando saliva de forma forzosa para no decir una estupidez, estaba demasiado cansado, estar en la cárcel era agotador mental y físicamente. Tensó la mandíbula y apretó los puños, quería estampar la cabeza contra la mesa, con fuerza y tantas veces como le hiciera falta para partirse el cráneo.

—No sé de qué hablas.

—De tus malas decisiones —rodó los ojos, aún más fastidiado que antes, sabiendo que debió detenerlo antes de que la relación con Yuri llegara más lejos—. Te dije que esto iba a terminar así, cuando te conté sobre su familia y su historial médico, pero me dijiste que daba igual, ¿no?

— ¿Puedes parar? —pidió tomando aire, muy despacio, estaba harto de los regaños y en realidad no había mucho que pudiera hacer por cambiar lo que decidió—. Las cosas salieron mal, terminé...haciendo muchas estupideces desde que conocí a Yuri y casi muero por eso, pero no puedo borrarlo.

—Lo sé, y el regaño es porque viniste aquí para ver si él desaparecía de la misma manera en que llegó, si de verdad querías que se fuera de tu vida definitivamente lo hubiera dejado desangrarse.

—No —bajo la cabeza, negando, muy despacio—, no, no —tragó saliva pasando el nudo en la garganta, sólo podía seguir diciendo la misma palabra mientras luchaba con las ganas de llorar como un bebé—. No podría...

Hizo una mueca y trató de no gritarle por lo enojado que estaba aún, repitiéndose que debía ser paciente con las decisiones de su hermano.

—Van a dejarte ir en dos meses, ¿no?

Asintió despacio, su cabeza dolía de forma terrible y eso que no se había estampado contra la mesa.

—Saint Julia.

Alzó la mirada para ver a Seung que no cambiaba su expresión ni un poco.

—Es el nombre del centro de rehabilitación.

—Si no quieres que lo busque más, ¿por qué me lo dices?

—Irás, quiera o no —se encogió de hombros, tratando de no darle importancia al asunto—. Él no será dado de alta pronto, así que tal vez te toque a ti ir por él.

— ¿Y tú?

—Voy a volver a Seúl —desvió la mirada, tratando de no mostrarse dolido—. Después de todo esto y lo de Pichit, decidí darle fin de una vez, así que...me encargué de borrar todo lo que pudiera haber de nosotros tres, cuando salgas de aquí oficialmente estarás muerto y podrás vivir como Otabek Altin.

—Gracias —murmuró, bajando la mirada.

—Probablemente no nos volvamos a ver, así que toma esta oportunidad y haz algo...positivo, supongo, no lo sé, no es mi problema ahora.

Esbozó una leve sonrisa, apenas visible, asintiendo despacio.

—Fue bueno conocerte, Seung, gracias.

—Adiós, Otabek —murmuró antes de ponerse en pie para hacerle una seña a los guardias.

Dos policías se acercaron para quitarle las esposas y llevarle a su celda de vuelta, el azabache no tuvo que voltear para saber que el coreano ya se había ido, le agradecía bastante...ahora tenía un par de meses para saber que iba a hacer.

El hospital donde fue confinado ya no era tan malo, estaba en completa soledad la mayor parte del tiempo y sin objetos filosos que pudieran ayudarle a lastimarse era más fácil concentrarse en otras cosas. Otabek no, él no era algo que debía pensar si quería mantenerse cuerdo, su familia tampoco era una opción y el recuerdo de Yuuri y Viktor le provocaba pesadillas.

Recordaba bien cuando Seung fue a buscarlo y él lo amenazo con la aguja de la intravenosa mientras su brazo izquierdo sangraba, no fue rival para el coreano pero al menos sintió que dio algo de lucha.

Era difícil no pensar en todo lo sucedido los últimos años, luego de que la única persona que creyó que lo amaba le dejo de la forma más cruel, se sintió perdido, trato de hacer como si nada hubiera pasado al salir de su visita a la prisión pero...había pasado casi un año al lado de Otabek, ¿cómo olvidar los sentimientos que creo en todo ese tiempo?

Estaba tan furioso y triste, enfadado, abandonado, recayó en sus viejos hábitos y fue incluso peor que antes de ir a la cárcel. A veces aún enfurecía cuando pensaba que si el coreano no existiera él podría haber muerto de una vez, estaba más que dispuesto a darle fin a su miserable existencia, no quería llamar la atención -como escucho a un par de enfermeras decir cuando llegó-, quería acabar con su soledad y su tristeza constante.

Pero después de luchar un par de meses contra todos los doctores y enfermeras que quisieron acercarse a él, finalmente cedió. Una mañana, luego de permitirse llorar propiamente toda la noche, comenzó a tomar la terapia y las pocas medicinas que le correspondían, de todos los lugares en la tierra, jamás pensó que terminaría en un manicomio.

Se sentó cerca de la ventana y recargo la frente en el vidrio, el doctor dijo que su mejora era considerable y que podría irse pronto, no estaba diagnosticado con algún trastorno peligroso y habían trabajado con los rasgos de algunos que poseía, pero fuera de eso, Nikolai no era un peligro para nadie más que él si no tomaba sus antidepresivos.

Ahora que estaba en un lugar seguro tenía miedo de salir, se había acostumbrado bastante bien a esas alturas y volver a enfrentar la realidad le daba pavor, pero la dependencia era su problema más grave...por eso mismo es que Otabek se había alejado, por eso mismo se repetía una y otra vez que estaría bien.

No era débil.

Se recordaba diciendo eso a su tía, a su padre, a él mismo frente al espejo durante los cinco largos años en la prisión.

No soy débil.

Se lo recordaba todas las mañanas, sabiendo que si debía abrirse el estómago con unas tijeras lo haría porque no era débil ni cobarde, sólo estaba confundido y triste.

—No soy débil —murmuraba como mantra todos los días al despertar, para poder terminar con toda esa tortura mental y darse una nueva oportunidad—. No soy débil.

Y no lo era. Se lo demostraría a Otabek cuando le viera de nuevo, cuando le dijera que su amor no había menguado ni un poco y que no era dependencia como él había dicho. Ahora podía estar seguro, se sentía más seguro de sus sentimientos con la terapia que había recibido...

—No soy débil —se dijo de nuevo, sabiendo que sobrevivió a tanta mierda y que aún estaba entero.

Tragó saliva y apretó los puños, tenía miedo pero haría lo que tenía que hacer, no era débil y se enfrentaría a la realidad tantas veces como tuviera que hacerlo.

Hola amores
Este cap es...cortito y directo jaja espero que les haya gustado, un poco resumido como les fue a los bebes durante su tiempo separados, no han tenido un..."rato en el patio de juegos" como tal vez creyeron, y Yuri tomó terapia xD le ayudó con todo lo que traía desde niño. En fin xD

Gracias por leer, comentar y votar, les mando mi lof y muchos smooches.

Rave, la que no podía dormir hasta terminar esto xD

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