Extra.
Esta canción es viejita, pero me gusta mucho la letra, y creo que representa lo que siente Jungkook y Jimin en esta historia. ♡
Muchos años después ...
La noche finalmente había caído, y los niños con sus disfraces ya andaban recorriendo las calles; tocando timbres y pidiendo dulces.
Al ser Halloween, el matrimonio Kim no encontró mejor idea para celebrar que organizaron una extravagante fiestas de disfraces en su propia mansión, invitando con anticipación a sus amigos más cercanos e íntimos.
Y por supuesto, la familia Jeon estaba invitada.
—¿Así? —preguntó Jimin, quien terminaba de acomodar los moños negros al final de las largas trenzas de su pequeña hija.
—Sí, papá —ella sonrió— Está bien, gracias.
Hye, quien nació siendo la melliza mayor y antes del primer aniversario de la boda de sus padres, era otra mini copia de Jungkook; con sus cabellos castaños y ojos marrones.
—Bien. ¿Dónde está tu hermano?
—¿Cuál de los dos, papá? —Hye preguntó con diversión, sabiendo que se refería a su mellizo.
Jimin simplemente ensanchó su sonrisa.
—Yul.
—Uhm... —tarareó pensativa, deduciendo donde podría estar su revoltoso hermano— Creo... creo que se estaba terminando de vestir. Iré por él.
Se alejó de Jimin, corriendo hasta las escaleras para subirlas sin mucho cuidado.
—¡Sin correr! —Jimin gritó mientras veía cómo su pequeña subía cada peldaño, con el miedo latente ante algún posible accidente.
Suspirando, tomó los coloridos moños que quedaron esparcidos en la mesa de comedor, para volver a meterlos en la delicada caja que Hye había decidido guardarlos.
—Papi... —una suave voz proveniente desde atrás le hizo girarse. Era Minjung.
Jimin le sonrió con dulzura, dejando todo lo que pretendía hacer de lado, para acercarse a su hijo y acomodar el traje que él había escogido.
—Te vez precioso, pollito —halagó con sinceridad.
Esa noche, Minjung había decidido que quería un disfraz de princesa. Pero no de cualquier princesa, sino que de la mismísima Anna de Arendelle.
Frozen era su película favorita.
—¿De verdad? —preguntó con evidente timidez.
—Por supuesto que sí, cariño —Jimin tomó el cepillo que había en la mesa y peinó los cabellos castaños de su hijo.
—¿Crees que... Taeho me encuentre bonito? —las mejillas de Minjung se encendieron, sin poder ocultar su vergüenza.
Jimin reprimió una mueca, consciente de que Taeho ya era bastante grande y muy diferente a los gustos de su todavía inocente hijo. El primogénito de los Jung estaba en plena adolescencia, donde las alocadas hormonas y la falta de filtro sobre lo que pensaba o decía, terminaban haciendo lo suyo.
—No lo sé, cariño —Jimin dejó el cepillo de lado, para tomar las pequeñas y rellenitas manos de su hijo— Pero no debes ponerte bonito para él. Para nadie, en realidad. Si quieres verte bonito, hazlo porque tú lo deseas. Hazlo para ti, pollito. ¿Te sientes bonito ahora mismo?
Minjung asintió con su cabeza, antes de responder.
—Sí.
—Entonces bien. Luces precioso, pollito.
—¿Aunque ande con un vestido de princesa?
—Aunque andes con vestido de princesa —afirmó, besando el dorso de sus manitos— ¿A ti te gusta como te ves?
—Sí.
—Entonces eso es todo lo que importa, pollito.
Minjung soltó un suspiro de alivio, conforme con las palabras de su padre.
—¿Ya nos vamos? Creo que estamos atrasados —Jungkook los interrumpió, mientras bajaba las escaleras y caminaba hacia ellos.
—Wao... pero que guapo que está, señor Jeon —Jimin ronroneó las palabras.
Jungkook sonrió coquetamente, mientras avanzaba hasta su esposo y lo tomaba por la cintura para atraerlo a su propio cuerpo. Jimin soltó un gemido suave, apoyando las palmas de sus manos en el pecho de Jungkook.
—Más guapo estás tú, mi amor —acercó tu boca a la de su esposo para besarlo suavemente, pero el sonido de alguien carraspeando incómodamente su garganta los hizo ser consciente de que no estaban solos.
De malas ganas, Jungkook se alejó de Jimin, observando ahora a su hijo. Su sonrisa seductora fue reemplazada por una llena de cariño paternal.
Minjung mordisqueó su labio inferior, con sus mejillas cada vez más coloradas.
—Pollito —Jungkook se hincó frente a su hijo— Te vez precioso, amor.
—¿Lo dices en serio, papá?
Jungkook asintió con su cabeza, mientras que con su mano derecha le acariciaba una de sus febriles mejillas. Minjung se apoyó contra la gran palma de la mano de su madre, disfrutando de su cariñoso contacto.
—Papá no miente —Jungkook le recordó, ganándose una risita suave por parte de su hijo.
Jimin observó la escena con fascinación. Adoraba ver como Jungkook trataba a sus hijos.
—¡Papi, papi! —chilló Hye, bajando la escalera a toda prisa.
A Jimin se le formó un nudo en el estómago, imaginándose una trágica escena cada vez que los veía subir o bajar la escalera corriendo.
—¡Con cuidado, Hye! —le regañó, sin dejar de sonar cariñoso.
Hye resopló.
Increíblemente, Hye parecía ser la hermana mayor, cuando era prácticamente la del medio. Y Yul, su mellizo, no era tan diferente de ella, solo un poco más revoltoso. Pero ambos se comportaron de manera diferente para ser niños de siete años, en comparación de Minjung, su hermano mayor.
—Minmin se ve bonito —Hye comentó, utilizando el apodo que Taeho usaba para referirse a Minjung.
Minjung sonrió con timidez, sintiendo como su corazón saltaba alegre en el interior de su pecho.
—No puedo creer que ustedes dos quieran ir así —Jungkook soltó una risa divertida al ver a su hijo aparecer en la sala.
Hye y Yul habían elegido los disfraces de Merlina y Pericle Addams, alegando que eran los mejores personajes que podían interpretar. Jimin no se opuso, porque el comportamiento de sus hijos se asemejaba un poco a los de aquellos personajes.
—Se ven preciosos mis pequeños Addams —Jimin comentó, entregándole a su hija la fea muñeca sin cabeza que había dejado anteriormente sobre la mesa— Yo me visto y estamos listos.
—¿De qué te vas a disfrazar, papá? —Yul preguntó, dándole un lametón a la gran paleta colorida.
—Uhm... —tarareó, alejándose de su familia para subir las escaleras— Ya verán.
Jungkook por supuesto que lo sabía. Ambos habían decidido ir vestidos como príncipes, para que Minjung no se sintiera incómodo con su traje de princesa. Era un poco preocupante para ellos saber que, aún con nueve años, Minjung seguía siendo tímido y callado, que se escondía en sus piernas cada vez que algo le asustaba.
***
—¿Por qué Hoseok anda disfrazado de esqueleto? —preguntó Jimin, al ver que su amigo llevaba un disfraz de oso, al igual que el pequeño Soobin.
Habían llegado hace unos cuarenta minutos. Jungkook se había alejado de su lado para ir a charlar un rato con Seokjin y Namjoon, mientras él se quedaba junto a Taehyung. Minjung, Hye y Yul, se habían esfumado apenas llegaron, luego de saludar a los Kim.
—Mmh... —Taehyung tarareó, tragando el líquido burbujeante de su boca— Es para ver si me resulta lo que planeo, y en la noche me mete un hueso dentro.
Jimin escupió restos del delicioso champagne que estaba bebiendo.
—¿Qué? —preguntó y Taehyung rompió en una exagerada carcajada al ver la cara de su amigo— ¡Oh por dios, Tae! Ahora no podré dejar de pensar en algo sucio al verlo.
—No puedo contigo, Mimi -—habló entre risas, limpiando dramáticamente las falsas lágrimas de sus ojos.
—¿Si captas que nos quedaremos aquí?
Taehyung se encogió de hombros.
—Que nos quedemos, no quiere decir que no pueda hacer el amor con mi esposo. De hecho, es más excitante.
—Dios, cállate. No quiero saber esas cosas.
—Ay, vamos. ¿Desde cuando tan puritano?
Jimin resopló, retirando la humedad de sus labios y rostro con un pañuelo desechable.
—¿Y Taeho? No lo he visto desde que llegué —prefirió preguntar, mirando hacia el gran patio de la mansión.
Estaba decorado con demasiadas calabazas de todos los tamaños, las que se encargaban de iluminar el lugar. Los fantasmas, momias y brujas con movimientos y sonidos se activaban cada vez que alguien pasaba cerca. Había telarañas sobre los árboles o plantas, con grandes arañas que se movían cada cierto rato. En el césped oscuro, se podían apreciar lápidas enterradas, con huesos de esqueletos sobresaliendo. Las mesas estaban decoradas con cócteles bastante tétricos; como dedos cortados, cerebros jugosos y ponche que parecía ser sangre fresca.
—Mmh... —Taehyung agarró una brocheta con partes humanas, que parecía ser de fruta. Jimin frunció el ceño, no muy convencido de querer meter a su boca manos, pies u orejas diminutas— Lo vi hace un rato. Andaba con Sun.
—Oh... Ellos se llevan bien.
—Claro, solo se llevan por casi tres años, no es tanto.
—Minjung de seguro lo anda buscando... —Jimin comentó desanimado, sabiendo cuán emocionado estaba su hijo por ver a Taeho.
—Seguro ya andan juntos —Taehyung le dijo, aunque no sonaba muy convencido.
No era secreto para ambos que Minjung tenía cierto interés por Taeho. Incluso cuando aún era un bebé de tres años, Minjung solía llamarlo entre pequeños berrinches, hasta que Taeho aparecía, él conseguía calmarse.
Y bueno, a Taehyung le gustaba la idea del amor de infancia. Se le hacía sumamente romántico esto de crecer junto al amor de tu vida. Pero lamentablemente, él conocía muy bien a su hijo. La diferencia de edades y de personalidades, solo traerán problemas.
—¡Papá! —Hye gritó mientras corría hacia Jimin, quien inmediatamente se giró en su dirección.
—¿Qué pasó, cariño? —preguntó con evidente preocupación. Aunque en el fondo ya lo sabía.
Minjung.
Su corazón inmediatamente se aceleró. Era su instinto de padre que le advertía sobre algo malo.
—Minjung está allá —apuntó con su dedo hacia un rincón en el patio— Llorando. No nos quiso decir nada, pero parece que lleva un buen rato.
Yul llegó detrás de su hermana, con su ceño muy fruncido. Ambos, a pesar de ser más pequeños que Minjung, solían defenderlo y protegerlo demasiado.
Jimin dejó la copa sobre la mesa para avanzar hacia donde estaba su hijo. Taehyung lo imitó, siguiendo desde atrás.
Minjung estaba sentado sobre el césped, justo en el rincón menos iluminado y más alejado de todos. Sus brazos abrazaban sus piernas.
—¿Pollito? —Jimin le llamó. Minjung mantenía su cara entre sus piernas, quizás sintiéndose avergonzado por algo— Papá está aquí, amor.
El sollozo bajito de Minjung estrujó su corazón.
Jimin se agachó frente a su hijo y le acarició las hebras castañas, sintiendo como su pequeño lloraba en silencio, ahogándose con sus propios hipidos mal contenidos.
—Papi... —Minjung se removió, lanzándose finalmente a los brazos de Jimin.
Jimin lo arrulló contra su pecho, sin dejar de acariciarle el cabello. Dejó que Minjung se desahogara, que sacara de su sistema lo que sea que lo hiciera sentir así de triste. Para cuando el llanto cesó, Jimin apartó a Minjung de su pecho y le secó las lágrimas de su sonrojado rostro con sus dedos.
—¿Qué pasó, amor? —le preguntó a su hijo. Su voz sonaba suave, pero cargada de preocupación.
Minjung sorbió los mocos, manteniendo su ceño angustiosamente fruncido.
—Taeho dijo que... —nuevas lágrimas rodaron por sus mejillas. Jimin las secó de inmediato.
—¿Qué dijo Taeho, amor?
—Que las niñas usan vestido... —sorbió una vez más su enrojecida nariz— Y que yo me veo feo...
Jimin alzó la vista para mirar a su amigo, quien aun estaba junto a ellos pero en completo silencio. Taehyung apretó su mandíbula, visiblemente molesto. Y sin decir nada, se dio media vuelta y se fue
Jungkook apareció unos segundos después, viéndose igual de preocupado que Jimin.
—¿Qué pasó? Yul me dijo que Taeho hizo llorar a pollito.
Jimin asintió con su cabeza, manteniendo a Minjung acurrucado entre sus brazos.
—Dijo... —Minjung murmuró— Que me veo feo...
—Oh, mi vida —Jungkook le acarició sus cabellos con delicadeza. Odiaba tanto saber que no podría proteger siempre a sus hijos de todo lo malo que los rodeaba— No debes dejar que esos comentarios te afecten.
—Pe-pero lo dijo Taeho... —Minjung puchereó.
Jungkook le sonrió con dulzura.
—Yo sé que quieres mucho a Taeho, pero aun así, si a él no le gusta cómo andas y te dice que te ves feo, no debe afectarte en lo más mínimo. Tú no te arreglas para el resto, amor. Tú te arreglas para ti. Te pones bonito para ti.
Minjung estuvo a punto de decir algo más, pero se vieron interrumpidos por la presencia de Taehyung.
—¿Taeho fue malo, pollito? —Minjung asintió con su cabeza— Bueno, Taeho no volverá a ser malo. Ven aquí —llamó a su hijo, quien apareció lentamente en el campo visual de Minjun— discúlpate como corresponde, o te olvidas de tu teléfono y computador hasta que se me dé la gana.
Jungkook y Jimin se levantaron y se colocaron a cada lado de Minjun. Taeho tragó saliva, sintiéndose totalmente incómodo.
Minjung secó la humedad de sus mejillas rápidamente, sin poder apartar sus ojos del adolecente frente a él. Y suspiró embobado, como si con su sola presencia todo pareciera ir bien.
—¿Los dejamos solos? —Jimin preguntó, siendo totalmente ignorado por su hijo.
Reprimiendo una sonrisa, se inclinó y dejó un casto beso en la frente de Minjung, para luego arrastrar consigo a Jungkook, quien se negaba a dejar solo a su pequeño.
—Vamos, no seas metiche.
—No es de metiche —refunfuñó.
Taehyung se había retirado antes que ellos, volviendo al lado de Hoseok.
—Ya sé, pero dejemos que los niños arreglen sus problemas. Taeho no es un mal chico, lo sabes.
—Lo sé.
Jimin se detuvo cuando estuvieron bastante alejado de su hijo mayor, parándose frente a su esposo para rodearle el cuello con sus brazos.
—¿Qué te parece si vamos por un vaso de cualquier cosa y lo bebemos?
—Mmm... podría ser.
Jimin soltó una risita divertida, bastante consciente de que Jungkook ya había tomado champagne y ponche con alcohol.
—Beso —exigió, importando muy poco que hubieran niños y amigos a su alrededor.
Jungkook acarició sutilmente las cuevas de la cintura de Jimin, mientras se inclinaba y le besaba los labios hasta hacerlo suspirar.
—Lo siento —Taeho se disculpó sin muchas ganas, prácticamente obligado por su padre.
Y observó por primera vez y con verdadero interés a Minjung, ese niño que no hacía más que buscarlo desde que había aprendido a pronunciar su nombre. Debía admitir que era bonito.
Minjung le sonrió con timidez, sin dejar de jugar con sus pequeñas manitos sobre su vestido.
—Es-está bien... —murmuró. Sus mejillas ardían de lo rojas que estaban.
Taeho sabía muy bien qué tipos de sentimientos tenía Minjung por él. Era un verdadero fastidio, a decir verdad. Encontraba que era muy joven para cargar con la culpa de un corazón roto, porque creía que jamás podría corresponder sus sentimientos.
Eran casi siete años de diferencia. Siete.
Taeho estaba en una etapa donde los sentimientos y la cursilería no importaba. Quería descubrir, experimentar, entrar y salir de alguna relación, besar diferentes labios, tocar otro cuerpo desnudo y luego follar. Mierda, ¡tenía casi dieciséis! Estaba en esa etapa donde el porno ya no satisfacía sus necesidades biológicas.
—Realmente lo siento, Minmin —repitió, pero esta vez con sinceridad.
Minjung sonrió con evidente alegría cuando oyó que Taeho usaba nuevamente ese apodo en él.
Taeho suspiró, estirando su mano para acariciarle una mejilla. Minjung se apoyó contra su palma de manera inconsciente. Se veía terriblemente adorable.
Maldición.
Quizás era miedo a lo desconocido. Miedo a ese sentimiento que hasta ahora se había negado a experimentar. Mierda, no lo sabía realmente. Pero bien, debía admitir que Minjung poseía una belleza genuina, que a pesar de todo, lograba cautivar su rebelde corazón.
—La verdad es que te ves muy bonito —murmuró Taeho— Uses lo que uses, siempre te verás bonito.
—¿Sí?
—Sí. Eres hermoso, Minmin.
Sin pensarlo y con la mente endulzada por las palabras de Taeho, Minjung se abalanzó contra su cuerpo delgado y alto, abrazándolo por la cintura y frotando su mejilla sonrojada contra su pecho. Taeho se puso rígido por un momento, pero luego correspondió a su abrazo.
—Tae... —Minjung murmuró, sintiéndose realmente avergonzado por su actuar.
—¿Mm? —Taeho enterró su nariz en los cabellos castaños del menor, aspirando y deleitándose con ese delicioso olor a vainilla que desprendía.
—Te quiero, Tae...
Taeho sonrió.
—Y yo te quiero a ti, Minmin.
Por supuesto que lo quería. Minjung había crecido a su lado prácticamente.
Se quedaron un buen rato ahí, abrazados y murmurando cosas que a ambos les hacía soltar una que otra risita. Para cuando se separaron, Taeho se inclinó y le besó la mejilla derecha a Minjung, quien pareció quedar paralidado por unos segundos.
—Puedo darte otro, si quieres —Taeho bromeó, cuando el rostro entero de Minjung se volvió furiosamente rojo.
Minjung relamió sus gruesos labios, asintiendo con su cabeza.
—Quiero...
—¿Quieres otro besito, Minmim?
—S-sí.
Nuevamente, Taeho se inclinó y le besó la otra mejilla. Minjung soltó un suspiro de satisfacción, con una encantadora sonrisa adornando su sonrojado rostro.
—Bueno, es mejor que salgamos de aquí —tomó la mano de Minjung, entrelazando sus deditos— Vamos a probar lo que hay para comer.
—Vale.
Jimin no se perdió nada. Observó con ojos de águila hacia donde se encontraba su hijo, apreciando entre la leve oscuridad y la distancia, como solucionaban sus problemas.
Había quedado conforme con el resultado.
Volvió su atención a su esposo, quien se reía junto a Seokjin y a Namjoon.
—Creo... creo que esta mierda estaba demasiado fuerte —Hoseok murmuró, bebiendo todo el ponche de su vaso.
—Eso, mi amor, bebe todo —Taehyung le alentó con diversión.
Yoongi y Jennie bebían más moderadamente, disfrutando de las tonterías que hablaban los que ya estaban algo pasados con el alcohol.
—Toma otro, Jungkookie —Seokjin le ofreció otro vaso lleno de ponche, que a decir verdad, estaba demasiado fuerte incluso para Jimin.
Jimin sonrió con diversión, consciente de que Jungkook era débil a la hora de beber. Se emborrachaba demasiado rápido.
Jungkook aceptó el vaso y lo bebió de golpe, dejándose engañar por el dulzor del trago.
La noche continuó con ellos así. Todos reían y charlaban, mientras los niños jugaban o veían películas o comían alguna delicia del buffet.
Para cuando eran las tres de la madrugada, Minjung se acercó a Jimin.
—Papi... —murmuró bajito, reprimiendo un bostezo.
Hyu y Yul, junto a las gemelas de Yoongi, ya se habían ido a la cama hacía un par de horas atrás.
—¿Qué pasó, amor? —preguntó Jimin, con una sonrisa adornando sus labios. Lo estaba pasando fenomenal.
—Tengo sueño.
Jimin miró a su hijo, luego a Taeho. No se habían separado en ningún momento desde que hablaron.
—Bien, espera.
Jimin se levantó y se acercó a Seokjin para susurrarle algo en el oído. Seokjin asintió con entusiasmo, indicándole algo de vuelta.
Minjung miró a Taeho, quien le miró de vuelta y le sonrió.
—Bien, vamos —dijo Jimin. Ambos niños le siguieron en silencio.
Entraron a la mansión y subieron las escaleras, avanzando por el largo pasillo y deteniéndose frente a una puerta.
—¿No dormiré con los mellizos? —Minjung preguntó.
—No, amor. Estás en el cuerto de allá —apuntó con su dedo— Ya sabes que se llevan bien con las gemelas, así que decidieron hacer un tipo de pijamas o algo así. Las camas están ocupadas en ese dormitorio.
—Oh...
—Osito —Jimin miró a Taeho, quien se ruborizo ante el apodo. Hacía un tiempo que Jimin le había dejado de llamar así.
—Tío.
—¿Dormirás aquí, junto a pollito?
—¿Puedo? —Jimin asintió— Entonces sí.
—Yo dormiré en el dormitorio de al lado, así que si necesitan cualquier cosa, van y me hablan. No hagan nada extraño, porque los voy a estar vigilando —advirtió, entrecerrando sus ojos mientras miraba a los dos niños frente a él.
Minjun asintió obedientemente con su cabeza, agarrando con genuina emoción el brazo de Taeho. Taeho en cambio, soltó un bufido.
—No haremos nada extraño, tío.
Jimin sonrió, abriendo la puerta y encendiendo la luz del dormitorio.
—Bien, descansen.
Antes de irse, besó a su hijo en la frente y luego acarició cariñosamente los cabellos ondulados de Taeho.
Una vez solos, Minjung soltó un suave suspiro y se sentó en el borde de la cama. Solo había una cama.
—Entonces... —Minjung murmuró, observando como Taeho comenzaba a sacarse las zapatillas.
—A dormir —Taeho le dijo, intentando disipar los nervios de Minjung— Quita tus zapatos también.
Minjung se quitó los zapatos, pero luego miró su vestido. Sería terriblemente incómodo dormir con el puesto.
—Puedes... —murmuró. Sus mejillas inmediatamente se encendieron.
Taeho le miró luego de dejar su chaqueta sobre un mueble. Minjung le había dado la espalda.
—¿Quieres que te ayude a quitarte el vestido?
—Sí.
Tragando saliva, Taeho asintió.
—Bien.
Se acercó a Minjung y con dedos trémulos, deslizó lentamente el cierre del vestido hasta abrirlo por completo. Minjung llevaba ropa debajo de su disfraz; como medias largas y una camiseta delgada para no pasar frío.
Carraspeando su garganta, Taeho se alejó. Sentía cómo su corazón bombeaba con fuerza. Hacer algo como esto era demasiado íntimo, incluso para dos niños.
—Listo —Taeho le dijo a Minjung.
—Gracias —deslizó el disfraz fuera de su delgado y pequeño cuerpo, dejando que cayera al piso.
Cuando Minjung se volteó, encontró a Taeho ya metido entre las sábanas, acostado.
—Ven, hace frío —Taeho palmeó la cama.
Minjung sonrió aún más, obedeciendo y acortandose a su lado.
—Voy a apagar la luz, ¿bueno?
—Bien.
Taeho apagó todo y la pieza inmediatamente quedó completamente oscura. Ni siquiera la luz de la luna lograba filtrarse entre las cortinas.
—Ven más acá, Minmin. Quiero abrazarte, así como cuando eras un bebé.
Hacía mucho tiempo atrás, cuando Minjung aún era un niño muy chiquito, solía dormir sus siestas junto a Taeho. Entre brazos, para ser más exactos.
Minjung se acercó y fue recibido inmediatamente por unos cálidos y familiares brazos, que lo arrullaron con ternura.
—Buenas noches, Tae —Minjung murmuró, acurrucándose contra el pecho de Taeho.
—Buenas noches, Minmin —Taeho respondió, dejando un beso en los cabellos alborotados del más pequeño.
***
—¿Crees que los niños están durmiendo? —Jungkook preguntó, arrastrando las palabras. El alcohol estaba haciendo de las suyas en su sistema poco resistente.
Jimin le vio tropezar con la alfombra que había en el largo pasillo.
—No puedo creer que aun con el paso de los años, sigas siendo igual de débil con el alcohol, Kookie.
Jungkook se paró derecho, disimulando su tropiezo y resopló indignado.
—Estoy... estoy bastante bien, amor.
Jimin soltó una risita divertida, abriendo la puerta del dormitorio y entrando el. Jungkook entró segundos después, intentando cerrar la puerta lo más despacio posible.
No lo logró.
Jimin se volteó, soltando una carcajada. Estaba muy seguro que el ruido del portazo se escuchó hasta el patio de la gran mansión.
—Mierda —murmuró Jungkook bajito, manteniéndose apoyado contra la puerta de madera oscura.
Todo parecía girar con cada paso que daba, mareándolo aún más de lo que ya estaba.
Jimin avanzó coquetamente hacia Jungkook, alzando y enredando sus brazos en el cuello de este para jalarlo hacia su rostro. Hacia sus labios, en realidad.
—Tonto —murmuró, relamiendo y humedeciendo sus labios con la punta de su lengua— Te amo.
Jungkook movió sus manos a la cintura de Jimin, sonriendo de forma cariñosa.
—Yo... —se acercó, cepillando los labios de Jimin con los suyos— También...
—Dilo —exigió Jimin, con esa vocecita juguetona.
-Yotambiénteamo —soltó tan rápido que se quedó sin aliento.
Jimin estalló en risa. Dios, Jungkook borracho era lo más lindo del mundo.
—Beso. Bésame, bebé —Jimin casi rogó cuando una oleada de placer se apoderó de él.
Y es que jamás se cansaría de los besos que Jungkook le daba. De las manos de Jungkook recorriendo las curvas de su cuerpo. De los labios de Jungkook sobre su piel, explorando y besando. Dios, no. Jamás se sentiría satisfecho de Jungkook, incluso si pasaran cien años.
Sin hacerse de rogar, Jungkook le atacó la boca, besándolo profundo y castigador, y Jimin se dejó, porque era lo que deseaba en ese momento.
Sin interrumpir el codicioso beso, Jungkook movió lentamente sus manos hasta llegar a la curva del voluptuoso trasero de su esposo. Apretó la carne con firmeza y luego la amasó, ganándose suaves gemidos que eran ahogados por su propia boca.
Cuando el aire ya les hizo falta, Jungkook se alejó de los labios carnosos de su esposo para recorrer el largo de su afilada mandíbula, dejando un camino húmedo a su paso, hasta que llegó al lóbulo de su oreja y dio un pequeño mordisco, haciendo estremecer el cuerpo de Jimin. Luego bajó por el cuello, donde dio un lametón y suaves mordidas acompañado de pequeños besos, logrando que Jimin dejara escapar algunos suspiros.
—Ko-kookie... —Jimin alzó sus manos, hundiendo los dedos en los cabellos alborotados de su esposo— Mmh...
Sus respiraciones ya eran irregulares, y el calor de sus cuerpos era totalmente evidente.
—Mierda, amor. Quiero... —Jungkook jadeó, volteando a Jimin para dejarlo contra la pared.
Jimin no dijo nada, simplemente observó en silencio como Jungkook se dejaba caer sobre sus rodillas y presionaba sus labios contra el bulto duro entre sus piernas.
—¿Lo quieres, amor? —Jimin le preguntó, acariciando con sus dedos una de sus mejillas sonrojadas de Jungkook.
Jungkook asintió, moviendo sus manos de forma torpe hacia la pretina del pantalón, con la urgencia de sacar la erección de Jimin. Necesitaba liberarla, necesitaba meterla en su boca.
Jimin sintió como su libido aumentaba con la exquisita vista que Jungkook le estaba otorgando. Apiadándose de él, Jimin decidió ayudarlo y liberar su propia erección.
—Es toda tuya, mi amor —Jimin le ofreció su polla totalmente elegida a su esposo, quien suspiró fascinado.
Acercándose, Jungkook presionó sus labios en la rosada cabeza del miembro de Jimin, para luego dar un pequeño lametón. Jimin se estremeció.
—Oh, Dios mío, se siente tan bien —Jimin gimió, cuando Jungkook lamió toda la extensión de su miembro.
Con las mejillas calientes y la respiración irregular, Jimin volvió a hundir sus dedos en las hebras suaves y húmedas de Jungkook. Y Jungkook se entretuvo torturandolo, lamiendo solo la cabeza de su polla, saboreando el presemen cada vez que salía.
—Kookie... ya... —rogó con voz temblorosa. Su cuerpo entero temblaba ante el deseo abrumador.
Finalmente, Jungkook separó sus labios y engulló lentamente toda la polla de Jimin, hasta que el glande golpeó el fondo de su garganta. Jimin se encorvó hacia adelante, sujetando firmemente la cabeza de Jungkook.
—Jo-joder —murmuró, intentando inhalar y exhalar con calma.
Jungkook se mantuvo ahí por un momento, deduciendo que su esposo necesitaba tiempo para no correrse de inmediato. Pero mientras se mantenía de rodillas y con una polla en su boca, Jungkook decidió que era buena idea jugar con la próstata de Jimin, así que movió una de sus manos hacia el culo de este, entre sus mejillas, justo donde estaba su apretada entrada.
—Oh, mierda —Jimin gimió más alto, sacudiéndose y sintiendo que el orgasmo estaba demasiado cerca— Ugh, Aaah...
Jungkook comenzó a mover su cabeza, tortuosamente lento, de arriba para abajo, disfrutando la tensión en el cuerpo de Jimin. Sabía perfectamente cuán sensible se encontraba, así que se esforzó por acariciar sus puntos sensibles una y otra vez.
Cuando deslizó el dedo hacia su interior, Jimin ahogó un grito al mordisquear su labio inferior, temblando y respirando entrecortado.
—Mi-mierda... ugh, Kookie —tembló, agarrando con más fuerza los cabellos castaños.
Jungkook golpeó su próstata sin piedad, mientras seguía succionando su polla. Ignoró el dolor punzante de su propia erección, fascinado con otorgarle placer a su esposo.
Cuando ingresó un segundo dedo, Jimin se sacudió con más fuerza, doblando involuntariamente sus rodillas. El orgasmo estaba cada vez más cerca.
Con las mejillas ahuecadas, Jungkook aceleró el ritmo, moviendo su lengua para acariciar la extensión de la polla que se movía en el interior de su boca.
—Y-ya no... —Jimin se ahogó con su propio gemido, cuando las yemas de los largos de dos de Jungkook golpearon su próstata— Más. Mierda, más. Aaah...
Jimin comenzó a mover sus caderas, follandose sobre los dedos de Jungkook, mientras Jungkook seguía chupando su polla.
Con la respiración entrecortada y piernas trémulas por el éxtasis que viajaba por a lo largo de todo su cuerpo, Jimin apretó los ojos y entreabrió los labios, dejando escapar suaves gemidos. Sentía como su próstata palpitaba cada vez que Jungkook la golpeaba, así como sentía las caricias que le daba con su lengua. Y Jimin estuvo a punto de rogarle para que se levantara y lo follara contra la pared, pero el placer burbujeó y explotó sin siquiera permitirle contenerlo.
Se corrió duro dentro de la boca de Jungkook, gimiendo y apretando su agujero contra sus dedos, que aun no dejaban de moverse.
—Dios... —balbuceó, aún con la mente nublada por el placer.
Jungkook tarareó, tragando y saboreando todo lo que había en el interior de su boca.
Cuando soltó la polla semi blanda de Jimin, Jungkook se puso de pie y se inclinó hacia adelante para besar a su esposo en los labios.
Jimin aceptó el beso, disfrutando el extraño sabor de su corrida combinada con ponche.
—Mmh... —Jungkook ronroneó cuando el beso acabó, sintiéndose totalmente satisfecho con lo que acababa de hacer.
Jimin suspiró, con su respiración más uniforme.
—Espero... —carraspeó su garganta— Espero que nadie nos haya escuchado, kookie.
—Esperemos —volvió a besar los labios de Jimin, pero esta vez fue más corto— Vamos a la cama, está haciendo frío.
Jimin alzó una ceja.
—¿A dormir?
Sonriendo, Jungkook negó con la cabeza.
—Sabes perfectamente que no pretendo dormir.
Jimin mordió sensualmente su labio inferior, sintiendo como su libido despertaba nuevamente. Dios, sí. Deseaba que Jungkook le hiciera el amor ahora, importándole muy poco que el dormitorio donde se encontraba no les pertenecía.
Se movieron hasta la cama, besándose, tropezando y retirando con desespero la ropa de sus cuerpos.
—Date la vuelta, amor —Jungkook le susurró sobre su boca, deslizando su lengua húmeda y tibia sobre su labio inferior.
Jimin obedeció de inmediato. Se apoyó sobre sus rodillas y dejó caer su pecho y cara contra el colchón, arqueando su espalda y alzando su culo para su esposo.
Jungkook siseó con fascinación, tomando su polla muy dura mientras que con su mano libre agarraba una de las nalgas de Jimin para separarlas. No hubo preparación previa, considerando que ya había jugado con su agujero minutos antes.
Jimin suspiró suavemente cuando el glande resbaladizo tocó su entrada.
—Ko-kookie... —serpenteó sus caderas, incitando a que Jungkook dejara de jugar a torturarlo y lo follara de una buena vez.
Maldición, lo deseaba tanto que hasta pensaba que ya era algo antinatural.
Jungkook hundió sus pies en el colchón, impulsando sus caderas hacia adelante, penetrando de una sola estocada a Jimin.
Jimin mordió el dorso de su mano, ahogando los gemidos guturales que emergían desde lo más profundo de su garganta.
Se corrió por segunda vez, con solo sentir la maravillosa sensación de ardor y placer que la polla de su esposo le estaba otorgando.
Jungkook sonrió, meneando sus caderas y disfrutando los espasmos en el cuerpo sensible de su esposo.
—Ugh, aaah... —Jimin gemía, mientras Jungkook se molía en su interior.
Sus manos estaban firmemente agarradas de la cintura de Jimin, con sus dedos hundidos en la delicada piel.
—Creo... mierda, creo que... —Jungkook jadeó, sintiendo como el orgasmo se arremolinaba en su vientre bajo.
Echando su cabeza hacia atrás, Jungkook decidió darle la bienvenida a su orgasmo. Cerró los ojos y disfrutó vaciándose por completo en el interior de Jimin. Jimin se estremeció nuevamente, casi lloriqueando porque ya no podía más, su cuerpo estaba demasiado sensible como para seguir soportando por más tiempo.
Jungkook respiró profundamente, sintiendo las pulsaciones aceleradas de su corazón. Incluso la borrachera se había drenado de su sistema gracias al sexo.
Cuando su polla estuvo blanda, Jungkook salió del interior de Jimin, quien hizo un ruidito a modo de protesta.
—Estoy hecho polvo —murmuró Jungkook, dejándose caer al lado de Jimin.
Jimin se removió, sin deseos de levantarse como para ir al baño y asearse. Estaba cansado, borracho, con sueño y muy follado.
—Y yo —respondió, acomodándose cerca de Jungkook.
Jungkook lo abrazó, acariciando con una se sus manos la espalda desnuda y perlada de su esposo.
—Eres todo lo que quiero, cuando estás así, entre mis brazos —comentó luego de un rato, rompiendo el cómodo silencio que se habían formado.
Jimin abrió los ojos y alzó la cabeza para lograr mirar entre la tenue oscuridad a su esposo.
—Bebé... —murmuró casi un susurro.
—Y no es muy difícil de ver que este es mi paraíso. Tú y los niños eres todo lo que necesito para ser feliz. Te amo tanto, mi amor.
Jimin se acurrucó entre sus brazos, frotando su mejilla contra el firme pecho de Jungkook.
—Yo también te amo, Kookie. Te amo mucho —su corazón latía a mil, rebosante de amor y felicidad.
Él también sentía que estaba viviendo en el paraíso. Jungkook lo era todo para él, así como sus tres preciosos hijos.
Jungkook lo arrulló con delicadeza, sonriendo, sintiéndose dichoso.
—Vamos a hacerlo de nuevo —propuso Jungkook con voz ronca, sintiendo como Jimin soltaba una risita cansada.
—Olvidalo...
—Mmh... No usé condón, ¿sabes?
Jimin se puso rígido, cesando su diversión al caer en cuenta de que ni siquiera había recordado la protección.
—Oh, mierda —su tratamiento había terminado, considerando que cada seis meses necesitaba pausarlo para que su cuerpo se limpiara todas aquellas hormonas que no necesitaba.
—Todos nuestros hijos fueron a causa de nuestra irresponsabilidad —Jungkook comentó, haciendo que Jimin frunciera el ceño— ¿Pero qué tal si ahora lo planeamos y hacemos un bebé?
—¿Q-qué?
—Hagamos otro bebé, Minnie —Jungkook rodó con Jimin sobre la cama, quedando encima de este.
Jimin parpadeó desconcertado. ¿Jungkook lo decía en serio o de broma?
—N-no podemos... —susurró, cerrando los ojos al sentir los labios de Jungkook rozar los suyos.
—Sí, podemos —lo besó.
Jimin abrió las piernas para que Jungkook se acomodara mejor entre ellas.
—Mmh... —ronroneó cuando la polla dura de Jungkook presionó contra su muslo interno— Es-estoy... ya estoy muy viejo para otro bebé...
Jungkook se alejó de esa deliciosa boca, para ir nuevamente hacia sus mejillas.
—Claro que no —murmuró, dejando cortos besos sobre el rostro de Jimin.
Jimin movió sus manos y abrazó a Jungkook, jadeando contra su oreja derecha.
—Te odio, aaah... —le susurró, atrapando su labio inferior cuando Jungkook presionó su su glande contra su resbaladiza entrada.
—¿Quieres otro bebé, amor?
—Ugh, bebé. Sí, sí, muchos bebés.... Aaah...
Jungkook presionó su glande, atravesando el anillo muscular y adentrándose a la caliente cavidad que se apretaba alrededor de su polla con fuerza.
Era tan adictivo para ellos estar así, uniendo sus cuerpos y volviéndose uno solo. Estar conectados era suficiente para sentirse drogados. Ambos eran la adicción del otro, y eran conscientes de que ya no podían vivir sin los besos, las caricias y el amor que se profesaban día y noche.
***
Hola, ¿cómo están? Espero que muy bien.
Ha pasado mucho tiempo desde que acabé esta historia, donde la mandé un sin fin de veces a borrador, para luego publicarla y eliminarla. Me arrepentí cuando lo hice, porque aunque no me gustó como me quedó, sentía que ya era parte de mí.
Este extra lo empecé cuando el fanfic finalizó, con la idea de subirlo en Halloween del año pasado. No lo hice, porque me daba un poco de vergüenza que más gente leyera esta historia.
¡Pero aquí está!
Le puse harto amor al escribirlo, espero que les haya gustado mucho. Gracias por el apoyo, por los lindos comentarios y las estrellitas ♡ les quiero mucho.
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