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Capítulo 24.

La alarma del celular de Jungkook sonó y eso hizo que se removiera en la cama.

—Mmm... —gruñendo ante el molesto sonido, Jungkook, estiró su brazo hacia la mesita de noche para tomar el teléfono. Con sus ojos entrecerrados a causa del brillo de la pantalla, desactivó la alarma y volvió a dejar el aparato en el mismo lugar.

Abrió un ojo y vio a Jimin, quién dormía aferrado a su pecho.

Jungkook quiso acurrucarse aún más contra el cuerpo de Jimin, pero la palpitante y dolorosa erección mañanera se lo estaba impidiendo.

Salió del lado de Jimin y de la cama con demasiado cuidado para no despertarlo, miró fugazmente la cuna y comprobó que Minjung dormía tranquila y profundamente. Sin perder más tiempo, caminó rápido hacia el baño.

—Ugh... —se quejó y tembló al sentir como el agua fría golpeaba su cuerpo aún tibio, pero se aguantó y se quedó ahí hasta que su erección se ablando y volvió a su estado normal.

Jungkook estaba un poco cansado de tener que satisfacer sus necesidades con la mano o con una maldita ducha fría, pero... ¡Es que ya eran dos meses así!

Dos jodidos meses desde la última vez que Jimin dejó que lo tocara, que unieran sus cuerpos en uno solo, que le hiciera el amor.

Él lo entendía y sabía cuán agotador era tener a un recién nacido en casa. Incluso él muchas veces se recostó un momento en el sofá para relajarse, pero sucumbió ante el cansancio por no haber dormido lo suficiente a causa de su bebé que no entendía que la noche era para dormir y no llorar. Él realmente comprendía toda la situación y aunque le costó admitirlo, supo que para Jimin, en estos momentos, su prioridad número uno no era el sexo. Y por muy necesitado que estuviera, jamás lo presionaría, jamás.

Salió de la ducha una vez lavó bien su cuerpo, se cubrió y comenzó a secarse rápidamente, luego salió en busca de ropa para finalmente vestirse.

—Buenos días —susurró Jimin cuando lo vio salir del baño. Él aún estaba enredado entre la ropa de cama.

Jungkook le sonrió. Verlo así, con su rostro notoriamente cansado, su cabello rubio revuelto y esa hermosa sonrisa mañanera de Jimin, le encantaba. Jodidamente le fascinaba.

—Buenos días, cielo —caminó hacia el armario dejó caer la toalla que había en su cintura para colocarse el boxer negro que sacó de un cajón, luego tomó una camisa negra con pequeñas plumas blancas y unos jeans rasgados— ¿A que hora es la cita? —preguntó mientras se vestía.

Jimin lo miró. Y lo miró. Y lamió sus labios mientras lo seguía mirando.

—¿C-cita? —tartamudeó y Jungkook asintió con un movimiento de cabeza— ah... la cita. La había olvidado.

—Estoy seguro que es ahora. ¿Dónde lo anotaste para revisar?

—Deja ver, lo tengo en un recordatorio en el teléfono —revisó su celular en silencio por unos segundos, hasta que sus ojos se abrieron como platos al ver la hora— ¡Mierda, es en quince minutos! —gritó bajo para no despertar a Minjung y salió de la cama de inmediato.

Jungkook soltó una risita divertida al verlo refunfuñar mientras tomaba algo de ropa y se iba al baño.

Minjung se despertó y de inmediato comenzó a llorar, Jungkook fue por él y lo tomó entre sus brazos.

—Hola, precioso —besó una de sus mejillas con ternura, pero su pequeño hijo no estaba de humor para besos y comenzó a llorar aún más— Eres igual de malhumorado que tu papá, bebé.

—Te escuché, idiota. —habló Jimin mientras salía del baño, completamente aseado, vestido y peinado.

Jungkook lo miró y sonrió. Jamás vio a alguien arreglarse en menos de cinco minutos.

—¿Cómo rayos...

—Dámelo —le interrumpió— ¿Puedes hacerle una leche? —pidió mientras caminaba hacia el mudador para arreglar al pequeño— Lo visto y nos vamos.

—Vale —salió del dormitorio para llegar a la cocina.

Cuando Jungkook salió de la cocina, llevaba un pequeño bolso que en su interior había un termo con agua caliente y una botella de agua fría, una medida de leche extra en polvo y la mamadera con leche recién preparada.

—¿Listo? —preguntó Jimin mientras bajaba la escalera. Llevaba un elegante bolso Gucci colgando de su hombro, había sido un regalo de Taehyung. Minjung iba entre sus brazos, con sus ojos redondos muy abiertos, mirando todo a su alrededor.

—Sí. Dame eso —le quitó el bolso y caminaron en dirección a la puerta para ir al auto.

Jungkook cerró y aseguró la casa mientras Jimin acomodaba a Minjung en la sillita de bebé.

—No pongas esa cara, pollito —le habló al ver como el pequeño comenzaba a hacer pucheros y a mover sus piernitas con impaciencia— Solo será un ratito.

No sirvió de nada que le hablara bonito, que le pasara juguetes, porque Minjung rompió en llanto apenas Jimin intentó cerrar la puerta.

—Vas a tener que irte con él atrás —Jungkook ya se estaba acomodando en el asiento.

—Sí, le daré la leche entonces.

Para alivio de los dos, Minjung aceptó la mamadera y se fue tranquilo en su silla, Jimin lo observó durante todo el camino, mientras acariciaba con cuidado sus pequeñas manitos.

Llegaron diez minutos tarde, pero fueron atendidos de igual forma por el doctor Jang, quien se encargaría de revisar al pequeño y a Jimin cada mes.

Toda la consulta fue acompañada del agudo llanto de Minjung.

Desnudarlo, pesarlo, medirlo, sentarlo, voltearlo, tocarlo, volver a vestirlo. Definitivamente no había sido de su agrado, de nadie realmente, pero era necesario y era parte de la rutina.

Al finalizar el chequeo completo del pequeño, el doctor informó que había crecido unos centímetros y que había aumentado un kilo durante el mes, cosa que estaba super bien. Le dio un calendario de talleres para asistir a clases de estimulación y desarrollo del bebé y por último, les entregó la orden de las vacunas correspondientes a los dos meses. Les explicó qué hacer en caso de que Minjung presentara fiebre luego del pichón, además de explicarles que lo más probable es que andaría mañoso y nada lo calmaba, ya que eran síntomas normales luego de cada vacuna.

Cuando pasaron al turno de Jimin, el doctor pidió a Jungkook que los dejara solo un momento. Jungkook tomó al pequeño y salió de la consulta de inmediato.

El doctor Jang conocía a Jimin desde hace muchos años y ya sabía reconocer cuando el rubio estaba cansado, estresado, abrumado, irritado o feliz. No dudo en preguntarle cómo se sentía y a medida que Jimin respondía, él llenaba el test que tenía para saber si presentaba síntomas de depresión postparto.

El resultado fue que Jimin estaba a un paso de ello.

Le recetó unas pastillas que lo ayudarían a relajarse y mantenerse estable, sin cambios drásticos de humor. También le dio una orden para que viera a un psicólogo ya era necesario, y Jimin accedió, aun cuando no le hacía mucha gracia la idea de ver uno.

Luego de una hora en la consulta, Jimin se despidió dando una reverencia en agradecimiento y salió para buscar a Jungkook y su pequeño.

—Listo —dijo cuando llegó a su lado. Jungkook estaba sentado en una de las sillas en la sala de espera.

Minjung dormía plácidamente sobre el pecho de Jungkook.

—¿No vamos? —preguntó el castaño mientras se ponía de pie.

Minjung se quejó, pero siguió durmiendo.

—No... —hizo un puchero— Debo vacunarlo.

—Oh...

—No quiero vacunarlo, le dolerá y llorará y yo lloraré con él.

—¿Quieres que entre yo? Me refiero a los tres, porque si entro yo solo de seguro también lloro con él.

Jimin soltó una risita divertida y asintió rápidamente con su cabeza.

Fueron hasta el vacunatorio y Jimin entregó la orden a quien correspondía, y los hicieron pasar de inmediato.

Eran dos vacunas, una en cada brazo y una gotas vía bucal.

Las gotas no fueron un problema para los padres primerizos. Las vacunas, sí.

Minjung lloró apenas sintió la aguja enterrarse en su diminuto brazo. Jimin y Jungkook, lloraron junto con él.

Luego de un rato, los tres salieron de la clínica, llorando.


***

—Quiero ir a ver a Tae más tarde —comentó Jimin mientras acostaba a Minjung en la cuna. Habían llegado hace ya una hora a casa— Me dejó un mensaje y no se ha sentido bien.

—Bueno —se dejó caer en la cama— Mañana viene Jinnie, Nam y la pequeña Sun.

—Oh, verdad. Casi lo olvido —mentira, lo había olvidado por completo.

—Ven aquí —palmeó la cama, invitando a Jimin a recostarse a su lado. Jimin lo hizo.

—¿Sabes? Estaba pensando... —Jungkook lo miró alzando ambas cejas y Jimin le dio un golpecito en el pecho— Pienso mucho, idiota —ambos se rieron.

—No dije nada —se defendió.

—Pero lo pensaste, te conozco Jeon.

—No sabía que lees la mente, amor.

—Un don que acabo de adquirir.

—¿Qué estoy pensando ahora?

—Tonto... —se acercó y lo besó en los labios.

—Amor, das miedo —habló sobre los labios de Jimin y llevó su mano a la nuca de este— Justo pensaba en que quería tus labios sobre los míos —lo acercó hasta sus labios para poder besarlo nuevamente, pero esta vez, profundizó aquel beso que pretendía ser simple.

Luego de unos intensos minutos, ambos se separaron. Jimin tenía sus mejillas rojas y sus labios hinchados. En cambio Jungkook, tenía una terrible erección.

—T-te iba a contar —se aclaró la garganta— Voy a demandar a todos...

—¿A demandar? —preguntó sin entender.

—Uhum.

—¿Por qué?

—Por hacer publicidad engañosa —se acomodó sobre el pecho del castaño y lo abrazó— En todos lados ponen que la paternidad es una maravilla, que los bebés duermen todo el jodido día. Dios, es mentira. Está sobrevalorado, es todo un engaño. Me siento estafado —refunfuñó y Jungkook no pudo evitar sonreír ante las protestas del rubio.

—Ven aquí —lo hizo subirse a su altura, para verle la cara y así poder acariciar sus mejillas aun rojas— Pollito es solo un caso especial.

—No duerme —se quejó.

—Duerme, a su manera, pero duerme.

—Dame otro besito mejor —pidió Jimin, con una encantadora sonrisa.

Jungkook no se hizo de rogar y lo besó nuevamente. Profundo y demandante.

Con un ágil movimientos, Jungkook, se giró sobre Jimin y se acomodo entre sus piernas. Llevó una se sus manos hacia el muslo del rubio y lo acarició por sobre sus ropas, sus caderas se movieron hacia adelante y Jimin se quejó sobre la boca de Jungkook al sentir como su miembro era aplastado por otro más duro. Los chasquidos de lenguas y jadeos comenzaron a aumentar a medida que siguieron comiéndose la boca.

Un gemido escapó por parte de Jimin, haciendo que Jungkook sonriera sin romper el beso.

Jungkook atrapó entre sus dientes el labio inferior de Jimin y lo jalo con cuidado antes de cortar el beso. Necesitaban oxígeno antes de seguir, porque Jungkook quería más, necesitaba más que solo besarlo.

Para mala suerte del castaño, el timbre sonó.

Ambos se miraron. Estaba hecho un lío con sus mejillas rojas, labios hinchados, cabellos revueltos y un bulto entre sus piernas.

—Mierda, olvidé que mi mamá vendría hoy.

—Finjamos que no estamos en casa.

—Idiota, el auto está afuera —rió ante la desesperada escusa de Jungkook por seguir en lo que estaban— Ire a abrir —aparto a Jungkook de su lado y salió de la cama.

Jungkook lo vio acomodarse la ropa, su cabello rubio y el bulto entre sus piernas antes de salir de la habitación.

Suspirando, rodó en la cama y cerró los ojos para pensar en algo feo. Estaba duro, estaba muy duro y muy caliente. Mierda, quería a Jimin.


***

La señora Park tomó a Minjung entre sus brazos y lo besó en la mejilla con cuidado, el pequeño chupaba sus pequeños deditos mientras observaba todo a su alrededor.

—El día está bonito y este pequeño príncipe necesita salir al exterior —comentó mientras tomaba un cascabel y se lo mostraba.

—¿Quieres llevarlo al parque? —preguntó Jimin desde la cocina.

—Sí, me gustaría ir a dar una vuelta con él.

—Adelante.

—¿Seguro? —preguntó dudosa.

—Sí. Ve y toma un helado o un café por ahí mientras él toma su leche y luego te vienes.

—¿Te fumaste algo? —preguntó luego de analizarlo en silencio con la mirada.

—Oye, estoy siendo adorable y te quejas —bufó.

—Nunca eres adorable conmigo.

Jimin rodó los ojos.

—Lo vacunaron hoy, quizás sacarlo le ayude a olvidar su tristeza —comentó.

—¿Cuál tristeza? A lo más debe dolerle la zona afectada —Jimin puso mala cara y ella contuvo las ganas de reír— Vale, prepara una leche mientras yo le cambio el pañal y me lo llevo.

Luego de que Jimin explotara semanas atrás, había hablado con su madre disculpándose por su mal comportamiento y volvieron a intentarlo. Intentar llevarse bien, como una madre lo haría con un hijo.

Y las cosas iban bien desde entonces. El señor Park iba los fines de semana a verlos y siempre llegaba con algún tipo de regalo para su pequeño nieto.

Los Kim solían visitarlos una vez por semana. Min y su esposa no iban tan seguido ya que ella estaba con un embarazo gemelar avanzado y le costaba salir de casa, pero Yoongi siempre lo llamaba por teléfono para saber cómo estaba. Taehyung era quien más pasaba con Jimin ya que vivían a cinco casas de distancia.

—¿Listo? —preguntó la señora Park mientras bajaba las escaleras con Minjung entre sus brazos.

—Ya. Aquí está la leche preparada y una extra —mostró el bolsito negro.

—Bien —lo tomó y Jungkook apareció con el coche listo.

Acomodaron a Minjung en el interior y de inmediato soltó un llantito en protesta porque lo había dejado ahí. La señora Park le entregó un sonajero y el pequeño enmudeció de inmediato, prestando toda su atención al ruidoso juguete de colores.

—Me llamas si necesitas algo...

—No te llamaré. Sé cuidar perfectamente de un bebé, Jimin. Aprovecha de relajarte o hacer algo. Nos vemos —tomó su bolso y avanzó con el coche hacia la salida. Jungkook le abrió la puerta.

Una vez que quedaron completamente solos, ambos se miraron.

Era la primera vez que Jimin accedía a que Minjung saliera de casa, sin él.

La primera vez desde que tenía a su hijo que estaban solos. Sin llantos, sin cambiar pañales.

Estaban solos, finalmente solos.

—¿Y ahora? —preguntó Jimin.

—A descansar... —se dejó caer en el sofá— Ven aquí, bebé —estiró un brazo y meneó la mano, invitando a Jimin.

Jimin caminó hasta quedar parado frente a él y le sonrió.

Jungkook se inclinó y lo tomó de la mano, jalándolo y haciendo que Jimin cayera sobre él. Sin perder más tiempo, acunó el rostro de Jimin con ambas manos y lo besó.

Lo besó profundo y demandante. Y Jimin recibió todo, sin oponer resistencia.

Se besaron con avidez, Jungkook recorriendo la cavidad bucal de Jimin con su lengua, mordisqueándole los labios. Jimin jadeaba el nombre de su novio sobre sus labios y Jungkook se deleitaba ahogando cada gemido que provenía de su amante.

Las manos de Jungkook se deslizaron por la cintura de Jimin, hasta que llegó a su culo y lo apretó, haciendo que Jimin se ahogara con su propio gemido.

Amasó las nalgas sin mucho cuidado por sobre la tela y meneó sus caderas, haciendo que la fricción entre ambos aumentara considerablemente.

—Kookie... —jadeó. Intentó alejarse, pero Jungkook lo apretó aún más contra su cuerpo.

El beso se rompió y ambos respiraban de forma agitada.

—Amor, no me hagas esto... —habló con su voz ronca y lo besó nuevamente.

El calor entre ambos aumentó y la excitación era notable. El bulto duro entre sus piernas rozaba con la del otro.

Jungkook se incorporó y Jimin quedó a horcajadas de él. Intentó sacarle la blusa que traía puesta, pero Jimin se lo impidió.

—N-no...

—¿Por qué no? —le susurró mientras comenzaba a besar su cuello.

—M-me da... —frunció los labios en una mueca. Jungkook salió de su cuello y lo miró— Me da verguenza...

—¿De qué?

—Estoy...

—Perfecto —le cortó— Estás increíble, malditamente precioso.

Jimin lo miró y alzó sus cejas, quiso decir algo más, pero las manos de Jungkook se movieron rápidamente y la blusa abandonó su cuerpo y fue a caer al suelo.

Jungkook lo miró y relamió sus labios y Jimin se sintió un poco cohibido ante la mirada penetrante de su novio.

—Eres lo más hermoso que he visto, amor. Tan bonito, tan mío.

Jungkook lo miraba de una forma que, luego de un momento, Jimin lo comprendió. Sus pupilas dilatadas, sus manos tocando cada centímetro de su piel desnuda y la dura erección contra su trasero, gritaba que Jungkook lo deseaba con desesperación. Eso le hizo sentir bien. Jungkook seguía deseándolo incluso más que antes.

Y bueno, también entendía que era porque no follaban hace dos meses, pero aun así, Jungkook le demostraba que lo deseaba.

—Quiero que me montes, Jimin —habló ronco y Jimin se estremeció.

—S-sí...

—Ahora —ordenó. 





***

7u7 se nos viene fdghdlkghdl

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