Capítulo 13.
—Mimi, ¿te encuentras bien? —preguntó Taehyung, quien se encontraba desde el otro lado de la puerta del baño, con su oído pegado en ella— ¿Mimi? —volvió a llamar preocupado.
La puerta se abrió lentamente y dejó ver a Jimin con sus mejillas totalmente rojas y sus ojos vidriosos, que aun así no dejó de sonreír.
—Tus deliciosas brochetas de cerdo me hicieron mal —abultó su labio inferior, formando un tierno e inocente puchero mientras frotaba con sus manos su dolorido estómago. Taehyung no se pudo resistir y los abrazó.
—Con toda esa cantidad que comiste, cualquiera se enferma —se escuchó la voz de Yoongi desde la sala.
Ese día, Taehyung había ido temprano por Jimin, sin dejar que fuera a la academia y lo arrastró hasta su casa. Habían quedado en almorzar todos juntos, como solían hacerlo años atrás ya esta ocasión era especial, Jimin cumplía sus veintinueve años.
—Cállate —gruñó en un tono infantil el rubio, sin abandonar el puchero.
—Te haré un té para que te sientas mejor, ¿bueno?
—Bueno... —Jimin escondió por un momento su rostro en el cuello de su amigo, permitiéndose inhalar ese delicioso olor a perfume nuevo que llevaba puesto.
—Appá, ¿hyung se siente mal? —preguntó preocupado el pequeño de cabellos castaños, mientras jalaba la ropa de su padre para llamar su atención.
—Sí, bebé —Taehyung llevó una de sus manos hasta la cabellera de su pequeño y lo acaricio.
Jimin salió del cuello de su amigo y bajó la mirada hasta Taeho.
Sonrió al verlo.
—Osito, hyung está bien —se agachó para quedar a la altura del niño— Si me das un abrazo, quizás me sane por completo —sin pensarlo, el niño accedió.
—Eres tan lindo, osito. ¿No quieres irte a vivir con tu hyung? —el pequeño dejó escapar una risita inocente, sabía que era el consentido del rubio ya que cada vez que podía lo llenaba de regalos y siempre le decía lo mismo en un tono divertido, entendiendo que se trataba de un juego.
—Bien, basta de tanto amor. Ve a sentarte mientras preparo el té —le ordenó al rubio— Y tú ve a ver la película o apaga el televisor —esta vez le habló a su hijo.
Jimin depositó un beso en la mejilla de Taeho y este le volvió a sonreír de manera inocente, se dio media vuelta y se fue en dirección de la habitación de sus padres, donde estaba viendo alguna película de Disney ya que ese día no había ido a la escuela.
—¿Esta noche ibas a cenar con Jungkook? —preguntó Hoseok cuando Jimin llegó a la sala, Yoongi se encontraba sentado a su lado.
—Voy —corrigió mientras se dejaba caer al medio de ambos, Hoseok sonrió y estiró sus brazos para rodear al rubio, le gustaba cuando se comportaba infantil a pesar de su edad— Iremos a comer algo rico.
—Últimamente solo piensas en comer —habló Taehyung desde la cocina, mientras cortaba unas rodajas de limón y jengibre para preparar el té.
—Comer es rico —volvió a abultar su labio inferior.
—Pero te estás enfermando por tragar tanto - respondió de inmediato Yoongi, sin apartar la mirada del televisor.
—Ya dejenlo —Hoseok comenzó a acariciar los cabellos rubios de su amigo, quien se había acurrucado a su lado— Además tiene razón, comer es rico.
Estuvieron juntos hasta que dieron las cinco de la tarde, Jimin ya no sentía el malestar en su estómago gracias al té milagroso que su mejor amigo preparó para él, pero se sentía bastante cansado, algo somnoliento. No entendía por qué, pero llevaba varios días sintiéndose así, con ganas de no abandonar la comodidad de su cama y dormir lo que más se le permitiera, eso incluía a Jungkook con él. Porque últimamente sentía la necesidad de querer tenerlo cerca, sentir su olor, querer ser consentido y abrazado por esos fuertes brazos, quería deleitarse con el sabor de sus labios al ser besado, quería escuchar cerca de su oído los susurro del castaño que llegaba lleno de palabras cursis.
Definitivamente necesitaba a Jungkook todo el día para él solo.
Yoongi fue quien llevó a Jimin hasta su departamento ya que andaba sin su auto y al ver su cara de sueño se ofreció amablemente.
—No comas tanto para la próxima y ve al doctor si te sientes mal —el auto estaba estacionado fuera del edificio donde vivía el rubio.
—Sí, gracias por traerme —ambos se miraron en silencio por unos segundos. Había muchas cosas que Jimin nunca aclaró con él y sabía que debía hacerlo, aun cuando este no lo pedía— Yoon...
—Ve, debes descansar —lo corto. Él no quería realmente tocar el tema. Su historia con Jimin ya era parte del pasado y no le interesaba removerlo, no ahora que ambos eran felices junto a alguien más, simplemente no venía al caso.
—Sí... maneja con cuidado.
—Siempre lo hago —sonrió ladino.
—Nos vemos, Yoonie —le dijo divertido y pudo ver la mirada de pocos amigos del contrario.
Cuando finalmente llegó a su departamento, fue directo al baño para quitar toda la ropa de su cansado cuerpo, se dio una ducha corta ya que no deseaba estar mucho tiempo bajo la lluvia artificial. Salió del baño vistiendo su pijama con olor a suavizante, su cuerpo desprendía un exquisito aroma a vainilla a causa de la crema que se había puesto, sus dientes fueron cepillados y un delicioso sabor a menta se alojaba en ellos.Se fue a la cama quien lo invitaba a meterse y no salir más de ahí.
Se hizo un ovillo en el centro a la espera de que Jungkook llegara, su cabello aun estaba húmedo pero el cansancio era más fuerte que sus ganas de secar sus hebras rubias, se permitió cerrar sus orbes marrones, los cuales picaban ante la necesidad de querer descansar y sin saber en qué momento, se entregó al sueño profundo.
***
—¿Jimin? —una voz ronca sonaba a lo lejos y pronunciaba su nombre, pero no le presto atención, él no quería despertar del placentero sueño que estaba teniendo— ¿Minnie? —la voz se hizo más ronca por lo que asumió que estaba cerca de él, aun así, no abrió sus ojos.
Jungkook llegó alrededor de las nueve de la noche al departamento de Jimin, para llevarlo a comer como había prometido.
—¿Minnie? —habló una vez que entró al dormitorio y el mencionado solo se removió en su lugar. Jungkook caminó hasta quedar a su lado y se hincó en el borde de la cama mientras levantaba con cuidado las sábanas y buscó el cuerpo del rubio aun cuando no había encendido la luz.
Jimin abrió lentamente los ojos y sacó su cara del escondite para llevar sus ojos a la silueta que se lograba ver por la poca luz que se filtraba desde afuera, el olor del perfume que llevaba puesto Jungkook llegó directo a sus fosas nasales y le hizo revolver de manera violenta su sensible estómago, ese olor que tanto le gustaba por alguna extraña razón parecía no hacerlo más.
—Jungkook... —frunció el ceño mientras se sentaba de manera brusca en la cama y una ola de calor recorrió todo su cuerpo, sintió como la bilis empezó a subir y a llenar su boca haciendo que una arcada llegará a los pocos segundos.
—¿Estás bien? —preguntó preocupado y encendió la luz que se encontraba a su lado
—B-baño... —salió tan rápido de la cama como le fue posible y corrió al baño, donde se dejó caer sin cuidado sobre sus rodillas y levantó la tapa del inodoro de manera veloz para inclinarse y vomitar todo lo que había en su estómago. Jungkook llegó a su lado casi de inmediato, copiando la acción del rubio, se arrodilló a su lado mientras sobaba su espalda.
—Deberíamos ir al doctor —habló, mientras Jimin seguía devolviendo todo y él no dejaba de acariciarlo.
—Ve-vete... —logró decir antes de volver a sentir como su estómago y costillas se contraían a causa de la fuerza que usaba para devolver todo. Se sentía avergonzado y apenado de que Jungkook presenciara todo.
—No me iré, lo sabes.
Lo sabía, Jungkook le había prometido estar con él y eso significaba en las buenas y en las malas, justo como ahora.
Cuando finalmente parecía que ya no había nada más que sacar de su interior, Jimin bajó la tapa del baño y tiró la cadena. Estaba completamente avergonzado por la situación.
Soltó un largo suspiro y sorbió su nariz.
Se levantó con ayuda de Jungkook y caminó al lavamanos a paso lento, se miró en el espejo mientras cepillaba sus dientes y sus mejillas estaban en llamas, sus ojos se encontraban vidriosos por las lágrimas que salieron sin que él las pudiera detener, su cabeza comenzó a doler a causa de la presión que ejerció, sus costillas y estómago también habían quedado bastante adoloridos.
—¿Te sientes un poco mejor? —preguntó mientras lo observaba, sin apartarse de su lado.
Jimin lo miró a través del espejo, seguía cepillando perezosamente sus dientes. Jungkook definitivamente era la definición del novio perfecto y por eso lo amaba.
Dios... sentía que había caído en un hoyo profundo del cual ya no podía salir, y tampoco quería hacerlo. Sentía que ya no podía vivir sin él, porque su cuerpo lo buscaba para sentir su cálido tacto, su corazón ya no era suyo sino que de Jungkook y su mente se lo proyectaba la mayor parte del tiempo, haciéndolo pensar todo el día en él.
Realmente estaba jodido.
Jodidamente enamorado.
—No —hizo un puchero y Jungkook sonrió al verlo, se veía tan bonito y frágil. Jimin enjuagó su boca para seguir hablando— Creo que las brochetas de Tae me hicieron mal.
—Deberíamos ir al doctor para que te den algo y...
—No hace falta —sonrió y enjuagó su boca una última vez.
—Te sentirás peor más tarde —vio como Jimin lavaba su cara y él le tendió rápidamente una toalla para que se secara, luego lo tomó de la mano y lo llevó hasta la cama— Vamos, debes descansar.
—¿Pero... y nuestra cena?
—Ya habrá tiempo para ella, ahora lo importante es que te sientas mejor —lo arropó con cuidado.
—Tengo hambre...
—Bebé, acabas de vaciar el estómago, es normal —se sentó a su lado, en el borde de la cama y dejó un beso en una de sus mejillas para luego dejar uno corto en los pomposos labios— Te haré algo liviano para comer.
—Quiero papas fritas.
—Definitivamente no te daré eso, bebé —sonrió y se acercó una vez más a los labios de Jimin, para deleitarse con otro beso.
Cuando terminaron de saborear sus labios y abrieron los ojos, sus miradas se conectaron enseguida. Jimin acunó con sus manos el rostro de Jungkook acercándolo una vez más a él, se sentía necesitado de atención y demandaba que este lo consintiera.
—Jungkook... —ronroneó aun entre los finos labios del castaño, intentando profundizar el beso, intentando llenar el interior de su cavidad bucal con la esencia de Jungkook pero no le fue permitido y gruño por eso.
—Cielo, iré a prepararte algo para comer —se alejó por completo de los labios rojos e hinchados del rubio.
—Bien... —suspiró y se tapó con la ropa de cama, no le gustaba cuando se le negaba lo que él quería por lo que se sentía disgustado.
Cuando el castaño salió de la habitación, Jimin se hizo un ovillo nuevamente y cerró los ojos, realmente le había irritado no tener más de Jungkook y sin darse cuenta su cuerpo se volvió a relajar, haciendo que todo malestar desapareciera al caer una vez más en los cálidos brazos de morfeo.
***
Jungkook había tardado alrededor de treinta minutos en preparar todo y cuando fue con la bandeja que sostenía el plato de comida y un té hasta la habitación, logro ver que Jimin estaba sumido en el sueño profundo por lo que se fue por donde mismo vino y llevó todo a la cocina para guardarlo.
Apago las luces y se fue al baño donde cepillo sus dientes, reemplazo su ropa por un simple pantalón de pijama y se acostó junto a Jimin, lo rodeo con sus brazos mientras su frente descansaba en la nuca del otro, cerró los ojos y estuvo así un momento hasta que su cuerpo se relajó y se durmió.
—Hmm... —tarareó cuando sintió un escalofríos al sentir la respiración de Jungkook en su nuca.
Se levantó cuando sintió gruñir su estómago y fue directo a hurgar el refrigerador, necesitaba comer lo que fuera o sentía que se desmayaría a causa del hambre.
Cuando llegó a la sala, vio un hermoso ramo de flores sobre la mesa junto a un paquete pequeño envuelto en papel de regalo, inmediatamente se sintió culpable al saber que por su culpa no salieron, realmente quería ir a cenar junto a Jungkook ya que siempre en sus días libres pasaban encerrados todo el día en su departamento, no le molestaba, pero esta vez quería hacer algo diferente.
Tomó el ramo y sacó un florero que tenía guardado, lo llenó de agua y puso sus hermosas flores dentro para luego dejarlo sobre la mesa.
Sonrió satisfecho al ver lo bellas que se veían decorando el lugar.
Caminó hasta la cocina donde sacó un pote de yogur del refrigerador y tomó la caja de cereal de una de las repisas, vertiendo gran cantidad de ambos en un pocillo.
No se movió del lugar, estaba parado con sus codos apoyados en la encimera mientras llenaba su boca con grandes cucharadas de la mezcla que se había preparado.
—¿Te sientes mejor? —la voz de Jungkook lo hizo dar un brinco del susto, se volteó a verlo con sus mejillas tan llenas que la comisura de los labios del castaño se estiró formando una preciosa sonrisa— Bebé, te vas a atorar —se acercó para poder abrazarlo.
Jimin tragó todo lo de su boca pero al ser mucho una ola de asco llegó a su estómago, haciendo que todo se revolviera en su interior pero respiro hondo intentando calmar las náuseas que estaba sintiendo.
—Te vas a enfermar por andar así, hace frío —como era costumbre, Jungkook andaba con su torso totalmente desnudo y sus pies descalzos— No te voy a cuidar si te enfermas —advirtió mientras restregaba su cara en el firme pecho del castaño.
Jungkook sonrió y depositó un beso en los alborotados cabellos del rubio.
—Feliz cumpleaños, Jimin —era tarde, sí, pero no importaba.
—Beso —demandó cuando abandonó la piel del mayor y fue correspondido.
Las manos de Jungkook abandonaron la delgada cintura y viajaron hasta llegar al redondo trasero, donde se permitió amasar y apretar a su antojo, liberando pequeños gemidos que él mismo ahogó con sus labios.
—Te amo —susurró apenas audible entre labios, Jungkook sonrió sin dejar de besarlo y apretó sus nalgas para levantarlo, haciendo que Jimin enrollara sus piernas en su cintura, camino de vuelta a la habitación mientras el rubio se aferraba aún más a él, deleitándose y saciando su necesidad de querer tener tanto como pudiera de Jungkook.
—Te amo —respondió finalmente, cuando dejó caer con delicadeza el cuerpo de Jimin sobre la cama— Realmente te amo.
Jimin quiso llorar.
¿Por qué?
No lo sabía, sentía sus emociones a flor de piel y es por eso que se dejó hacer por Jungkook, recibiendo y aceptando todo lo que él le estaba dando en ese momento.
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