Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

[Prólogo]

De acuerdo, este es el asunto: todo comenzó porque nunca había salido con nadie. Ni siquiera una relación de "manita sudada". Simplemente nada.

Tal cosa empieza a volverse patética cuando pasas los quince años (lo primero que ya deben saber de mí es que tiendo a dramatizar las cosas)... En mi caso, los diecinueve empezaban a sentirse una especie de tortura. Por una parte, ya había pasado por esa etapa hormonal y, por otro lado, ahora atravesaba esa etapa depresiva donde no podía evitar preguntarme qué estaba mal conmigo y tenía crisis y colapsos un mínimo de una vez a la semana.

Así que es natural que personas como yo (no desesperadas, solo cansadas de su soltería) se ilusionen con el primero que muestre interés.

Sí, yo caí en eso.

Ocurrió en una cafetería.

-Así que... ¿nos hemos conocido antes?

Definitivamente no sería una frase que yo usaría para iniciar una conversación, por lo que, al comienzo, me quedé confundido y miré al chico que había tomado asiento frente a mí. Tenía los mechones de su cabello rubio pintados de un azul fantasía, que encuadraban un rostro algo pálido (aunque no en un enfermizo sentido) y una sonrisa amable, por no mencionar los piercings en sus orejas. Sus ojos eran de un suave gris y sostenía entre sus manos una taza de café. El hecho de que no hubiese ordenado para llevar me hizo preguntarme vagamente si acaso esperaba a alguien.

-No, no lo creo -contesté con gesto ambiguo, frunciendo el ceño y titubeando. Miré de vuelta hacia la pantalla de mi celular.

-¿Vas a la Universidad Gaviota?

-Hum, sí...

-Oh, yo también. Supongo que de ahí te conozco.

Asentí vagamente, mirándolo de soslayo. No me gustaba ver a la gente a los ojos, y mucho menos a desconocidos.

-Supongo -respondí. El chico se inclinó hacia delante y apoyó la mejilla sobre el dorso de su mano, levantando la taza con la otra y dándole un sorbo a su café. No pude evitar incomodarme y desvié la mirada-. ¿Estás esperando a alguien?

-No. ¿Tú sí?

-No...

El chico se rio.

-Y dime -continuó-, ¿qué te entretiene tanto en su celular como para que elijas verlo a él en lugar de a mí?

Un rubor cruzó mis mejillas y sentí que llegó hasta mis orejas. Tragué saliva con incomodidad y apagué el celular. En realidad no estaba mirando nada más que el salvapantallas, pero prefería que pareciera que tenía algo que hacer o una conversación que pudiera excusarme de hablar con un desconocido.

-Nada -murmuré, mirando hacia mi plato con mi dona azucarada a medio comer y preguntándome si, quizá, debería comenzar a frecuentar otra cafetería a partir de ahora-. Lo siento, ¿buscas algo en particular conmigo?

-Me gustaría invitarte a salir.

Fue tan brusco y directo que creí haber escuchado mal.

-Invitarme a salir -repetí, parpadeando varias veces y titubeando de forma notable-, ¿como amigos...?

El chico arqueó las cejas.

-Podemos comenzar como amigos, si quieres -contestó-, pero, por si no quedó claro, mis intenciones son ser más que eso... Asumiendo, claro está, que estás soltero, que te interesan las personas de tu género y que te intereso yo.

Estaba demasiado perplejo como para pensar en algo. ¿Realmente estaba ocurriendo o había vuelto a quedarme dormido mientras tenía un sueño para distraerme de mi aburrida vida? El chico dibujó una sonrisa.

-Me llamo Caleb -se presentó, reclinándose sobre la silla.

-Soy Samuel -respondí, finalmente hallando las palabras para decir algo e, incluso así, no fui ajeno a lo aguda que se escuchó mi voz. Carraspeé con la garganta y me incorporé-, puedes llamarme Sam.

-De acuerdo, Sam. Me gusta tu nombre. Entonces... ¿crees que podamos salir? Hay una gran película en el cine que me gustaría ver. ¿Qué opinas?

Opinaba que todo este asunto era muy surrealista y que no me creía nada. Sin embargo, decidí no decir nada de eso. Sonreí, algo vacilante y sentí mi corazón latir con fuerza. Mierda. ¿Por qué me ponía tan nervioso? ¿Tan desesperado estaba por algo de afecto? Tenía sentido, supongo; siempre fui una persona solitaria que en el fondo deseó tener a alguien que le hiciese compañía. No podía evitar emocionarme y empezar a sobrepensar un montón de situaciones futuras.

En otras palabras, yo era un idiota.

-Está bien -accedí, inhalando y exhalando varias veces-. Me gustaría salir contigo..., Caleb.

-¿Tienes algo importante que hacer? Podríamos ir justo ahora.

Por supuesto que tenía cosas que hacer. Tenía un proyecto escrito que ansiaba aplazar hasta la noche del domingo, una cama en la que recostarme a deprimirme cinco horas mientras escuchaba canciones lentas a todo volumen y, sobre todo, un gato que venía a visitar mi puerta todas las tardes al que alimentar. Una agenda apretada.

Pospuse todo eso por salir con Caleb.

Digamos que, a partir de entonces, varias cosas sucedieron.

Fue raro. Muy raro. Por primera vez experimenté lo que, hasta este momento, solo escuchaba en canciones y veía en películas. Era extraño.

Salimos al cine ese viernes. Al terminar, intercambiamos números y Caleb empezó a buscar cualquier excusa para vernos. Íbamos a la misma universidad (solo que en diferentes facultades) y, aunque teníamos horarios distintos, Caleb se las arregló para que saliéramos y me convenció cada una de esas veces, porque... mierda, incluso cuando estaba entusiasmado, también me aterraba en sobremanera salir con Caleb. Porque era mortificante no controlar el ritmo de los latidos de mi corazón y tampoco el temblor de mis piernas. Me asustaba sentirme de esta forma... odiaba perder el control.

Y sin embargo, también se sentía bien.

Demasiado bien como para ser real.

-¿Harás algo en navidad? -Era alrededor de nuestra décima salida. Caleb y yo estábamos en el parque que estaba a media hora de donde yo vivía; hasta ahora no conocíamos mucho sobre la vida del otro, por lo que no era sorpresa que él constantemente me preguntara si estaba ocupado o no para ciertas fechas.

Fingí pensarlo. En realidad no había nada que pensar.

La mayoría de los universitarios que venían de otras ciudades volvían a sus casas durante las fiestas navideñas. Era natural pensar que yo no era la excepción; pese a ello, sí la era. ¿Volver a casa para encontrarme con mi padre alcohólico que desperdiciaba el dinero de su pensión en apuestas? No, gracias... Mi madre nos había abandonado cuando yo tenía siete años y, desde entonces, solo habíamos sido mi padre y yo contra el mundo; o así fue hasta que él cayó en las adicciones y yo me mudé con la excusa de estar cerca de la universidad. En realidad solo deseé salir de ahí. Y ahora vivía en un apartamento, cuyo dueño era amigo de mi padre y me había permitido quedarme ahí sin pagar renta. Así que subsistía de trabajos de medio tiempo durante los fines de semana.

-No lo creo -contesté, haciendo una mueca. Caleb y yo ya teníamos alrededor de medio mes saliendo, aunque la verdad era que hasta ahora no habíamos aclarado nuestra relación y, aunque me tomaba de la mano y me besaba la mejilla, las cosas no pasaban a mayores. Debía confesar que eso me frustraba, mas no me atrevía a tomar la iniciativa si él no lo hacía primero... me hacía sentir que quizá era porque Caleb no estaba listo para ese siguiente paso-. ¿Por qué preguntas?

-Quiero invitarte a la cena de mi familia.

Lo miré, paralizado. Me alivió el que estuviéramos sentados en una banca, pues, de otra forma, seguro me habría caído de la sorpresa.

-¿Q-qué? -contesté, entre alerta y anonadado-, ¿no es eso muy formal...?

Caleb se encogió de hombros.

-Ya he llevado personas antes -se excusó, tomando mi mano y sonriendo con tranquilidad. Sabía muy poco acerca de su familia o sus amigos... En realidad, lo poco que sabía de Caleb era que se trataba de un chico amable, divertido y que era fanático de los discos de vinilo y las bandas populares de pop rock. Fuera de eso, seguía siendo un desconocido. Por ello, la idea de conocer a su familia era alucinante-, no es la gran cosa, ¿de acuerdo?

Traté de aparentar que eso estaba bien y que no me parecía un paso increíblemente grande para una alguien que ni siquiera me había besado (no es que estuviera ansioso por eso... pero no podía evitar preguntarme por qué seguía sin hacer siquiera el amago de intentarlo). Sonreí nerviosamente.

-Está bien... -murmuré-. Iré a la cena navideña de tu familia.

Debí haber sospechado que algo andaba mal desde ese momento.

Tal vez así me habría ahorrado toda la miseria que siguió.

Pero, ah, ya lo había dicho.

Yo era un idiota.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro