[Epílogo]
Cuando salí de la corte, sentí que el peso que había en mis hombros finalmente se desvanecía.
Solté un largo suspiro y me estiré. Había estado un buen rato ahí y ahora sentía mis piernas hormiguear dolorosamente. Incluso respiré con profundidad cuando por fin dejé atrás el aire acondicionado que me congelaba y el olor a humedad.
Afuera de la corte había un pequeño parque con unas cuantas bancas. Ahí estaba Caleb esperándome.
—¿Cómo te fue? —me preguntó en cuanto alzó la mirada y me vio. Se levantó de la banca donde había estado sentado y se acercó a mí con las cejas alzadas.
Sonreí ampliamente y me crucé de brazos.
—Estás oficialmente parado frente a un mago ya registrado en el Gobierno Mágico de Europa —contesté.
Hacía una semana habíamos venido justamente a testificar sobre el caso de Erason y todo lo que había ocurrido con los piratas y Bailán, por lo que me había vuelto un experto en escuchar a un montón de viejos parlotear sobre cosas que no entendía y asentir con la cabeza en los momentos importantes. Aunque en este caso, también me habían hecho firmar un montón de papeles y me habían tenido varios días de un lugar a otro para que me hicieran mi Carta Identidad (la ID de los magos, por lo que entendí). Ahora que esa tortura había terminado, solo debía tener cuidado de no infringir ninguna ley mágica ni llamar particularmente la atención... por lo que sabía, ya tenía algunos ojos sobre mí por ser un Munddi, aunque de momento eso no me había dado problemas, y esperaba que eso siguiera así.
Caleb me sonrió de vuelta y, apoyando sus manos a los costados de mi rostro, me besó la frente.
—Eso es genial —contestó—, así que ahora estoy saliendo con un mago... La verdad es que eso mataría a mi yo de quince años que le declaró la guerra a todos los tuyos, ¿sabes?
Me reí por lo bajo.
—Estoy seguro de que estaría terriblemente escandalizado —me burlé, y luego miré mi reloj—. El juicio de mi mamá también es hoy... ¿Crees que la obliguen a volver?
—Es difícil decirlo —suspiró Caleb, haciendo una mueca—. La burocracia en el mundo de los magos es muy impredecible.
Eran las primeras semanas de enero, así que hacía un frío terrible. Cuando pasamos a sentarnos a esperar en las bancas del parque, noté que había muy pocas personas a nuestro alrededor, lo que no era sorpresa... Luego de diciembre y año nuevo, todos se quedaban encerrados en sus casas, excepto por nosotros, claro estaba.
—Todo estará bien —murmuró Caleb, percibiendo mi energía nerviosa—. Si el veredicto es malo, veré con quién puedo hablar...
Sonreí a medias.
—Ya has hecho suficiente por mí —dije—. Y por cierto... Estuve pensando, ¿recuerdas lo que dijiste sobre pagar mi matricula de la universidad? —Lo miré al rostro y ladeé la cabeza—. Sea cuál sea el veredicto del juicio de mi mamá, me tomaré un año sabático... Aprecio tu ayuda, pero creo que preferiría reunir los ahorros por mi cuenta...
—¿Estás seguro? También tendrás que usar mucho de tu tiempo para estudiar, ¿sabes? Y además, hablaba en serio cuando te sugerí eso.
—Lo sé. —Me incliné para besarlo en la mejilla y suspiré—. Realmente agradezco tus intenciones, mas me gustaría cambiar. Ya sabes. Todo eso de crecer como persona...
Caleb asintió con lentitud.
—De acuerdo, de todos modos, sabes que estoy para ayudarte en lo que sea que necesites —accedió, sonriendo a medias—. Estoy orgulloso de ti, Sam... —Desvió la mirada y agregó—: Yo también planeo hacer algunos cambios.
—¿De qué tipo?
—Dejar de seguir a mi familia, esas cosas... —Se encogió de hombros—. Me mudaré al dormitorio de mi universidad y conseguiré un trabajo, porque bueno, me despidieron del que tenía antes de todo esto por haberme desaparecido varios días, ya sabes. Verte esforzarte me hace querer hacerlo también.
Parpadeé varias veces.
—Vaya, nunca me habían dicho eso —medio bromeé—. Eres maravilloso, Caleb. También estoy orgulloso de ti...
—Y a mí nunca me habían dicho eso —ironizó él, arqueando las cejas—. Sí que hacemos un lindo contraste, ¿cierto?
Asentí con la cabeza.
—Es verdad.
Esperamos un poco más y luego al final salió mi mamá del juicio. Se detuvo en el último escalón cuando nos acercamos hacia ella.
Por unos momentos, temí lo peor. Que ya habían hecho una decisión y la enviarían de vuelta... Que todo volvería a lo mismo de antes. Que se iría sin despedir, quién sabía. Que me volvería a abandonar.
Pero entonces ella sonrió.
—Me dejarán quedarme —soltó.
Me quedé tan incrédulo que tardé en procesar que se suponía que eso era lo que yo quería. Sonreí de oreja a oreja.
—¡¿De verdad?! —me entusiasmé, abrazándola con fuerza y sintiendo que otro peso se iba de mí... Maldición, era por esto que no había podido dormir bien los últimos días. Y ahora hasta me sentía raro al descubrir que las cosas habían terminado bien.
Me había acostumbrado a que todo fuera trágico que, cuando las cosas tomaban un curso de acción distinto, me costaba creerlo y aceptarlo.
—Sí, tendré que formar parte de la policía mágica, pero bueno —contestó mi mamá, separándose de mi abrazo y encogiéndose de hombros.
—¿Serás policía? —inquirió Caleb con sorpresa.
—No policía... Más bien consultora, o algo así. El punto es que al parecer mis conocimientos sobre los piratas son algo con lo que se puede trabajar, especialmente con la amenaza que podrían ser en un futuro. Así que tendré permiso para quedarme.
—No puedo creerlo —admití, dándome cuenta de que no podía dejar de sonreír—. ¡Espera! ¡Tenemos que celebrar esto! Es increíble. Realmente vas a quedarte...
—Mientras esté en mi poder, no iré a ningún lado —dijo ella, pasando una mano por mi cabello y sonriendo con ternura—. Y concuerdo con eso. Vayamos a un lugar donde podamos celebrar.
Y así lo hicimos.
Así que pueden llamar a esto un final feliz... ¿cierto?
Y, aunque era uno temporal, a mí me pareció suficiente.
F I N
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