[Capítulo 35]
La Torre de la Radio Central (también conocida como la TRC) era fabulosa. Aunque tenía un aire inquietante... quizá por las personas que había en su interior.
—¡Nos alegra tanto tenerte aquí con nosotros! —fue la forma con la que comenzó la... ¿entrevista? No tenía claro cómo había sucedido esto ni la manera en que había llegado a sentarme frente a los dos comentaristas de la competencia, incluso habiendo venido para esto. Erziu hizo introducción para la radio abierta y ahora Nerba estaba hablando con sus ojos fijos en mí (sí, ya me había visto obligado a aprenderme sus nombres)—. Desde que comenzó el Enfrentamiento de Magos todos en Erason y hasta en países vecinos han tenido mucha curiosidad acerca del poderoso y astuto mago que ha pasado a la última etapa, ¿puedes hablarnos por qué razón decidiste competir para ser el gobernante de Erason?
Parpadeé varias veces y me acerqué al micrófono que había frente a mí. Me habían dicho que no era necesario que me acercara, pero me daba la sensación de que necesitaba hacerlo para ser oído. Resultó que Erziu y Nerba eran un dúo de hermanos amables y que hablaban siempre con la misma entonación de comentaristas. Según me había contado Andery apenas llegamos, el padre de ellos había fundado la TRC y ahora tenía una influencia a nivel continental y que, de vez en cuando, sus programas se emitían en otras partes del mundo dependiendo su nivel de popularidad.
—Así que, si quieres que tu mensaje llegue lejos, tendrás que llamar su atención —me había dicho Andery cuando nos despedimos en la primera planta de la torre. Ahora yo estaba en el quinto piso en un cuarto insonorizado y detrás de una mesa con los comentaristas del otro lado.
Así que inhalé y respondí a la pregunta de Nerba:
—Bueno... entré a la competencia porque me gustaría cambiar un poco la forma de gobierno en Erason. Innovar algunas leyes y modernizar la manera de pensar de muchos ciudadanos. Pienso que tengo la capacidad para hacerlo y, ante todo, quiero que se convierta en una mejor ciudad.
Había decidido que no revelaría que no estaría en la quinta etapa; me parecía que si aseguraba querer ganar y luego desaparecía sin rastro, mi entrevista tendría más peso. O eso esperaba. Por lo general, las desapariciones de personas poderosas solían volverse tendencia.
—Hum, parece ser que serías un buen gobernante —contestó Erziu. Él llevaba gafas similares a las mías y el cabello peinado hacia atrás con una excesiva cantidad de gel—, cuéntanos, Sam, ¿de dónde vienes? Algunos especulan que eres forastero por tu forma de hablar y tu nombre, ¿es eso verdad?
Asentí con la cabeza, y luego recordé que nadie me podía ver a través de esa transmisión.
—Es cierto —dije en voz alta, sintiéndome mejor con darme cuenta que, justo porque nadie podía verme, nadie estaba dándose cuenta de mi sonrisa y hombros tensos. Al menos eso me daba algo de confianza—, no soy de Erason.
No fui ajeno a la forma en la que ambos comentaristas se miraron por una fracción de segundo con complicidad, quizá tratando de descifrar lo qué eso significaba.
—¿De dónde vienes entonces? Si se nos permite preguntar, claro —prosiguió Nerba. Sus ojos eran sinceros sobre la curiosidad de su tono de voz.
Carraspeé con la garganta. Por suerte, ya había preparado una historia previa.
—De las islas del norte —contesté—, por allá de un pueblo pequeño y nada conocido.
—¿En serio? Es sorprendente oír que alguien vino desde tan lejos para participar en esta competencia —señaló Erziu, arqueando las cejas—. En ese caso, ¿por qué decidiste abandonar tu pueblo y venir a Erason? ¿Fue solo para tomar un lugar como su gobernante?
Pensé que esto generaría controversia. Eso también me ayudaba.
—Algo así —dije—. Crecí escuchando historias de otros países y ciudades, por lo que tenía curiosidad sobre la forma de vivir de otros magos... Vine a Erason con la iniciativa de ser parte de algo más grande que eso; cambiar las cosas con la ayuda de la influencia del lugar donde me crié. Además, también estoy buscando a alguien.
Nerba se inclinó sobre la mesa, viéndome con una curiosidad palpable.
—¿A quién buscas? —preguntó—, tal vez podríamos ayudarte con eso.
Sonreí a medias.
—Estoy buscando a una mujer llamada Lucía Chick —expresé. Sabía que mi mamá, fuera donde estuviera, tomaría ese nombre como una gran pista de que yo era Sam su hijo, y no cualquier mago que casualmente se llamaba así—, aunque debo admitir que no sé si esté aquí...
—¿Aquí en la ciudad o aquí en el país? —inquirió Nerba.
—Aquí en este mundo.
Pensé que aquello sería suficiente indicio para mi mamá, si es que estaba oyendo esta transmisión o si lo haría en algún momento, si es que no me había equivocado.
Si es que ella quería verme.
—A todos nuestros oyentes, les animamos a ayudar a Sam el Gran Mago con la búsqueda de Lucía Chick —dijo Erziu, asintiendo con la cabeza hacia mí—, esperemos la encuentres, Sam.
—Gracias...
—Por cierto, ¿puedes decirnos qué tipo de reformas te gustaría hacer estando en el poder como gobernante? Hemos oído todo tipo de propuestas hasta ahora; mas las tuyas aún son desconocidas.
Lo pensé unos momentos.
¿Qué podía ser más controversial que un extranjero tratando de apoderarse del gobierno de una ciudad ajena a él?
—Me gustaría implementar una reforma —empecé diciendo—, una que beneficie a los no-mágicos.
Por unos momentos, Nerba y Erziu se me quedaron mirando, atónitos y vacilantes. Incluso parecieron olvidarse momentáneamente sobre que seguían al aire.
—A los no-mágicos —repitió Nerba con visible incredulidad en sus ojos—, eso es un poco... inusual.
Me levanté de la mesa. No pretendía decir más habiendo dicho ya todo lo que tenía en mente.
—Sí, ese es mi plan —afirmé—. Si gano la quinta etapa, entonces cambiaré la forma en que funcionan las cosas aquí para los magos... Esta barrera de marginación debe debe acabar.
Y luego me fui de ahí.
Sabía que Nerba y Erziu aún tenían un montón de preguntas por hacerme, especialmente porque me lo habían dicho al comienzo explícitamente. Sin embargo, no tenía intención de quedarme más tiempo y permitir que la entrevista detallara más sobre mi vida o mi poder... Era un riesgo el que pudiera delatar algo de mí o revelar que venía de otro mundo; tampoco me apetecía quedarme más tiempo en un lugar que giraba en torno a mí.
Abandoné el estudio insonorizado y salí al pasillo externo. Me quedé ahí unos momentos, tratando de recordar el camino correcto.
Bajé por las escaleras de caracol que había al fondo del pasillo, esperando no encontrarme con una especie de multitud que quisiera lincharme por decir que quería darle beneficios en la vida de mierda de una minoría. Suspiré. Podía imaginarme que justo ahora todos estaba escandalizados con lo que había dicho... mejor así. Sería bueno que se corriera la voz sobre el finalista poderoso que quería hacer un cambio radical en Erason.
Cuando me detuve frente a la puerta de cristal que daba al exterior de la torre, descubrí que, en efecto, había un grupo de personas afuera. No eran demasiados... la mayoría parecían periodistas a juzgar por su vestimenta y las cosas que llevaban. Retrocedí y me hice a un lado antes de que me vieran.
Decidí deslizarme por otra salida. Andery me la había señalado cuando llegamos, previniendo que tendría problemas al salir.
No había nadie en la planta baja, o nadie a quien le interesara mi presencia, por lo que no sucedió ningún escándalo cuando llegué a la puerta en el otro extremo. Una mujer que iba limpiando el pasillo me miró a medias, aunque se quedó en silencio y se limitó a volver a su tarea a los pocos segundos.
Apoyé mi mano en el pomo de la puerta y lo giré tras un suspiro.
Al otro lado había un callejón oscuro y gris. Me alegré al ver que no había nadie ahí, puesto que, en apariencia, la torre no se conectaba a esa salida.
Sin embargo, apenas di un paso hacia delante antes de sentir que algo andaba mal.
Mis instintos de alerta se dispararon hacia arriba y no tuve tiempo de girarme hacia atrás antes de que algo me golpeara la cabeza.
Fue demasiado rápido; demasiado súbito. Simplemente no lo vi venir.
Y luego las esquinas de mi visión se oscurecieron, mi cabeza dio vueltas y caí inconsciente.
Si tuviera una moneda por cada vez que había caído inconsciente durante estos últimos días, ya estaría haciéndome millonario... Bueno, no tanto así. Pero sí era imposible negar que estaba matándome las neuronas con esto.
Esta vez no hubo ningún sueño de mi madre ni tampoco una epifanía de mi vida.
Simplemente hubo oscuridad.
Y luego desperté, y la seguía habiendo.
Tardé en procesar que mis ojos estaban vendados y que yo estaba atado.
¿Qué estaba sucediendo?
Tragué saliva y me quedé quieto y pasmado, tratando de entender la situación y esforzándome por no entrar en pánico. Sentí que mi boca se secaba y que un nudo se formaba en mi garganta.
Es natural tener miedo cuando no puedes ver el peligro que enfrentas. Si me preguntan, el peor enemigo del humano es la incertidumbre y la ignorancia. No saber qué es lo que hay frente a ti. La forma en que la imaginación distorsiona el peligro a grandes escalas es aterrador. Tener miedo de lo que no puedes ver es una mierda y, justo ahora, a mí me estaba costando no hiperventilar y hacerme daño yo mismo antes de siquiera saber lo que estaba pasando.
Inhalé y exhalé. Era imposible mantenerse cuerdo en este ambiente.
No oía nada, no veía nada... Solo sentía una temperatura baja y fría en donde fuera que yo estaba y las cuerdas que me tenían maniatado por detrás de la espalda y mantenían fijo mi pecho y mis tobillos. Era aterrador.
¿Por qué?
Sí, eso quería saber.
¿Por qué yo?
¿Por qué yo era poderoso? ¿Por qué yo era un mago? ¿Por qué yo había sido el hijo de Aladdia? ¿Por qué yo podía abrir puertas a otros mundos? ¿Por qué yo era el que estaba aquí?
¿Por qué yo?
Apreté los dientes y sentí que mi cuerpo temblaba. Maldición. Estaba cansado. Solo quería volver a casa... quería hallar a mi mamá y regresar, y cumplir todas las cosas que había hablado con Caleb ayer.
Solo quería eso. No estaba pidiendo mucho, ¿o sí? Quizá sí.
Y, en cambio, estaba en este lugar. Atado. Sin poder ver. Muerto de miedo mientras mis pensamientos me iban consumiendo poco a poco.
—Ayuda... —murmuré, preguntándome si eso serviría de algo (sabía que no)—. ¡Ayuda!
Sentí que mi voz se rompía y las lágrimas se acumularon al borde de mis ojos. Recordé lo que me había dicho Caleb.
"... volveremos a nuestro mundo. Ya no tendrás que llorar... Te lo prometo".
Pero él no estaba aquí para cumplir esa promesa.
Yo estaba solo. Así había sido siempre.
Mi labio inferior tembló y escuché que mi voz resonaba contra paredes. Debía estar encerrado.
Estaba a punto de volverme loco. ¿Quién no? Lo raro sería que estuviera bien. Esta vez solo era una persona normal actuando como cualquiera lo habría hecho.
Entonces escuché el chirrido de una puerta que se iba abriendo.
El miedo me inundó y un escalofrío recorrió mi espina dorsal. Temblé con más fuerza y mis ojos se abrieron de par en par, incluso si seguía sin poder ver nada.
Escuché un par de pasos resonar en la habitación y la incertidumbre dolió aún más. Tenía tanto miedo que estaba muriendo con solo escuchar los pasos y no saber cuánta distancia había entre mí y la persona desconocida que ahora caminaba en mi dirección.
Me sobresalté cuando mis instintos de alerta se encendieron al percibir algo cerca de mí, y luego me quitaron la venda de golpe.
Lo que vi no me sorprendió. Era, hasta cierto punto, predecible.
Eso no significa que me sentía mejor.
Tener a Bailán bajo esas circunstancias seguía siendo tan horrible como si no lo hubiera visto venir.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro