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[Capítulo 21]

—¡Estamos en la segunda etapa del Enfrentamiento de Magos! Un 25% del número de participantes al inicio ya fue descartado de la primera etapa y solo un 3% que originalmente no la había pasado fue rescatado por la decisión de los jueces. Esta vez nos encontramos en una etapa más difícil y complicada que, según los jueces, tiene un mayor índice de reprobación —decía la comentarista con voz trémula y seria.

—¡Así es! Y esta vez nos encontramos con que la segunda etapa se trata de un laberinto. Para generar la puntuación y pasar a la tercera etapa los participantes, durante el transcurso de dos horas, tendrán que reunir tres gemas de las cabezas de unas criaturas conocidas como Markeles, que son monstruos feroces de las Islas del Sur... —continuó su compañero.

—¡Pero deben tener cuidado! Está permitido que los competidores roben entre sí gemas de otros y, además, si un Markel te atrapa, puedes darte por eliminado. ¡Por algo esta es una etapa muy difícil!

—¡Pero les deseamos suerte a todos los competidores y que los dioses se apiaden de ellos!

Tragué saliva y me pasé el antebrazo por la frente, ya que el sol estaba particularmente intenso y yo no me sentía con actitud para tolerarlo. Ya estábamos de nuevo en la arena de batalla, que al parecer era la misma que usaban para todas las etapas; sin embargo, había un aura diferente y extraña, y me daba la impresión que después de la carrera se habían enfocado en cambiar las decoraciones por algo más vivo y colorido. Las gradas ahora estaban en una especie de cuadrado y los asientos eran de color verde lechoso. A diferencia de ayer, frente a nosotros ahora se alzaba el laberinto de la segunda prueba y aún no empezaba la competencia.

Altos muros de concreto con maleza entrelazada se levantaban y creaban sombras profundas y definidas sobre la tierra. No me quedaba claro qué tan grande era el laberinto, puesto que estaba seguro de que engañaba a primera vista. Había una entrada sin puerta en el centro de la arena, así como una línea azul bajo el umbral; todos estábamos detrás de ella. Más allá veíamos que el comienzo se dividía en cuatro caminos diferentes, pero como todos lucían iguales, me dio la espina de que solo podías encomendarte a la suerte para elegir el mejor.

—Hey, ¿estás nervioso? —La voz de alguien a mi lado me sobresaltó. Vi que se trataba de Andery. Ella estaba sonriente y sus ojos lucían desafiantes.

Parpadeé varias veces.

—Un poco —admití—. Por cierto, sobre lo de ayer...

Andery hizo un gesto al aire.

—No tienes que decir nada —contestó suavemente—. En todo caso, yo debería agradecerte por regresar para ayudarme... Sin ti no hubiera pasado a la segunda etapa

—Sin mí no hubiera existido necesidad de que nadie te ayudara.

—¿Percibo un poco de autodesprecio en tu voz? Y espera... ¿soy yo o tus ojos están hinchados? —Se cubrió la boca con sorpresa—. ¿Estuviste llorando toda la noche?

La miré, alterado.

—¡¿Qué?! ¿Cómo demonios puedes saber eso? —No sabía si sentirme enfadado o azorado, por lo que me limité a mirar hacia el suelo. Yo estaba seguro de que ya habían pasado una buena cantidad de horas y que mis ojos habían vuelto a la normalidad... Es decir, Bailán no me había dicho nada, ¿se habría dado cuenta también y había decidido ignorarlo? Aunque, si lo pensaba bien, había estado algo callado durante el viaje hacia aquí. Ni siquiera apareció en la cena, y lo mismo con Caleb; solo que con él sí me hacía a la idea de sus razones.

—Instinto de chica —dijo ella, encogiéndose de hombros. Su expresión facial se suavizó—. Quiero pensar que no estuviste llorando por que tuviera el tobillo torcido... ¿hay algo pasándote?

Apreté los labios.

—Es complicado —admití, pasando una mano por mi cuello.

—¿Qué te parece si lo hablamos juntos más tarde? Asumiendo que quieras hablarlo... O quizá solo podemos pasar el rato, eso también estaría bien. Por cierto, la competencia ya va a empezar... ¿quieres que vayamos por el mismo camino?

La miré con duda.

—¿Me pides una alianza? —inquirí, sin responder su ofrecimiento a que saliéramos juntos más tarde. Estaba seguro de que Bailán me estaba viendo fijamente detrás de mí, y me estremecí ligeramente. Había algo en él que no dejaba de inquietarme, mas seguía sin saber qué era... Bailán era amable y, aunque algo extraño, parecía tener buenas intenciones (o al menos intenciones honestas), ¿por qué entonces me generaba tanta extrañeza?

Andery ladeó la cabeza.

—Bueno, algo no oficial, pero sí —murmuró, viéndose las uñas—. Me gustas. Eres poderoso y sincero. Chicos como tú hay contados.

—¿Entonces me tomas en consideración por mi poder?

—No precisamente. Bien podrías hacer crecer solo una plantita con tu magia e igual te pediría la alianza; luego de ayer sé que puedo confiar en ti.

Dibujé una sonrisa amarga.

—De acuerdo —dije. También tenía certeza de que Bailán me veía con gesto de incertidumbre, como preguntándose si acaso esto era parte de mi estrategia. Ni siquiera sabía si podía oír nuestra conversación (esperaba que no)—. Supongo que podemos ayudarnos en esta etapa... Por lo que veo, será más difícil mantener a otros magos alejados.

—¡Completamente! ¿Por qué crees que tenemos dos horas? Lo fácil va a ser quitarles las gemas a esos monstruos; lo difícil vendrá cuando todos descubramos que no hay suficientes gemas para que todos pasemos al próximo nivel, y ahí comenzará la masacre.

Mi sonrisa se tornó débil.

Y entonces se escuchó el intenso pitido que anunciaba el inicio de la etapa.

A diferencia de la carrera de obstáculos, no todos corrieron de inmediato y, en cambio, se mantuvieron a un ritmo prudente. Entramos al laberinto y cada quien se tomó unos segundos para deliberar qué camino escoger. La mayoría se fue por los dos caminos del centro; algunos otros fueron por la izquierda y yo, junto a Andery, Bailán al rezago y otro puñado, fuimos hacia la derecha. Una vez había escuchado que poniendo la mano derecha siempre en la pared de un laberinto hallarías la salida de alguna manera... Sin embargo, el objetivo aquí no era hallar la salida, sino sobrevivir.

Cosas de la vida.

El camino se abrió a un claro lleno de vegetación viva y abundante que se abría hacia otros caminos al fondo. Mientras unos magos se adelantaron por recorrer más, yo me quedé junto a Andery. Bailán también estaba ahí; pronto me di cuenta de lo raro que era que estuviera siguiéndome mientras aún fingíamos que no nos conocíamos. Así que suspiré y miré a Andery:

—Iré a hablar con ese mago. Se le ve perdido... pero también de fiar.

Andery siguió mi línea de mirada y vio a Bailán.

—Lo conozco —gruñó—, su familia es de los más grandes dolores de cabeza que existen, aunque reconozco que en la carrera de obstáculos hizo un buen trabajo con los conejos. Supongo que esta etapa depende de cuántos aliados encontremos; si crees que es de fiar, entonces yo confío en que así es.

Me encogí de hombros y me separé de ella para acercarme a Bailán.

—Es raro que sigamos fingiendo que no nos conocemos —fue lo primero que le dije—. En esta etapa muchos harán alianzas... únete a nosotros solo por esta vez y lo que sea. No es que los demás tengan forma de saber que trabajo para ti.

Bailán arqueó las cejas con gesto inquisitivo, y echó una mirada hacia Andery. Curiosamente, fue una mirada parecida a la que ella puso cuando lo vio.

—Es una chica —masculló. Le miré ofuscado.

—Sí, es una chica —respondí—. Andery es habilidosa e inteligente...

—La conociste ayer.

—A ti te conozco desde antier. ¿Cuál es la diferencia?

—Que confías en mí porque tenemos un contrato. ¿Cómo sabemos que ella no nos dará la espalda cuando también quiera las gemas?

—Creí que tenía libertad para elegir cómo ayudarte a pasar las etapas. Voy a quedarme con Andery y, si te unes a nosotros, entonces me aseguraré de que todos pasemos a la próxima etapa. Allá tú si insistes en hacerlo por tu cuenta.

Bailán suspiró.

—Bien —se resignó.

—Y recuerda. Para Andery nos conocemos a partir de ahora.

No me contestó y volvimos con la joven. Andery y Bailán se presentaron entre sí y, antes de decidir qué hacer, de pronto el suelo tembló y de la tierra emergió una criatura extraña.

La primera impresión que tuve fue que parecía un escarabajo.

Me quedé pasmado y vi el hoyo del que había salido... Era profundo y había echado toda la tierra fuera, como si la alimaña se hubiera tomado un reto personal de cuánto desastre podía generar. Al volver a mirar al escarabajo, rápidamente entendí que se trataba del Markel. Llevaba una coraza gruesa y tenía una gema en su frente, un poco por arriba de sus ojos rojizos como rubí. Era oscuro y tenía como seis patas con adiposas. Entre más lo miraba, menos empezó a parecerme un escarabajo y confundió a mi mente.

Me restregué los ojos y levanté mi báculo, revisando la lista de hechizos que había estado aprendiendo. Esta vez lo había hecho con más seriedad (resultó que aprendía mejor estando furioso, enojado y triste y con ganas de pensar en otras cosas) y había recolectado una buena cantidad de hechizos de pelea... En realidad, fue antes de saber que el laberinto era la segunda etapa; fue casualidad que memorizara esos hechizos. Supongo que se debía a que quería arrojar algo por la ventana, o qué se yo. De todos modos, no tuve oportunidad de probar mis hechizos y, justo ahora, tenía el momento perfecto.

Sin embargo, antes de que pudiera conjurar algo, Andery gritó:

—¡Ferto!

El Markel se consumió en llamas, dejando salir un feo ruido que me recordó a cómo hacen las ruedas al derrapar contra el asfalto.

—¡Coutebe!

—¡Lorye!

Exclamamos yo y Bailán respectivamente. Por lo que primero el Markel sufrió cortes precisos y rectos contra su coraza y su pecho, y luego se le cegó la visión. Acabó siendo un bicho feo y achicharrado.

No fue difícil quitarle la gema una vez que murió el fuego.

—Eso fue fácil —murmuré—, creí que serían más difíciles de matar.

—Pensé que ya habíamos dicho que los Markeles no iban a ser nuestro problema —se lamentó Andery, cruzándose de brazos y tendiéndome la gema, ya que ella se la había quitado al bicho—, deberías llevarlas tú hasta que recolectemos las suficientes para nosotros tres.

No tuve razones pata contradecirla. Teniendo en cuenta que Bailán no confiaba en Andery y ella no confiaba en él, parecía que lo más sensato era que yo llevara las gemas. Asentí y la tomé, mirando su textura fina y dorada antes de acabar echándola al bolsito atado a mi pantalón que Bailán me había hecho traer tras enterarnos en qué consistía la segunda etapa.

Como éramos los únicos que nos habíamos quedado rezagados y el resto había decidido avanzar a explorar el laberinto, no nos encontramos con magos de inmediato. También resultó que haber hecho una alianza entre nosotros tres fue una excelente idea, puesto que acabar con los Markeles con nuestros diversos hechizos volvió la tarea de lo más fácil.

Incluso cuando pelear con bichos gigantes y quitarles gemas de la frente no era mi ideal de cómo pasar el rato, me sentí bien haciéndolo. Al parecer había una notable diferencia entre usar hechizos al azar que a consciencia; me gustaba más lo segundo, aun cuando me tomaba un esfuerzo repasar una y otra vez mi lista de hechizos para evitar confundirme. Por primera vez sentí que estaba haciendo las cosas de la forma correcta, y eso me provocaba euforia.

Avanzamos bastante rápido y derrotamos a varios Markeles, ya que íbamos por las zonas que los demás magos dejaban de lado (ya fuera por su apariencia que pasaba desapercibida o porque había un camino más llamativo en otro lado).

En realidad, a la media hora conseguimos las nueves gemas que necesitábamos.

—De acuerdo —murmuré—, ¿y ahora qué?

—Sobrevivimos a la hora y media que nos queda —contestó Bailán con gesto sombrío.

Claro. Iba a ser un rato muy divertido (nótese el sarcasmo amargo).

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