Jazz
Kim regresó, se sentó nuevamente y esperó a que esa rubia cabeza se posara sobre ella otra vez.
Y Lisa así lo hizo, se apoyó con lentitud hasta quedar completamente acostada. Buscó la mano de su Unnie con miedo, ésta estaba fría y áspera. Su corazón se rompió más y sólo pudo besarla, sobre su palpa, sobre sus dedos, sobre toda la extremidad, deseando curar todo mal.
Un suave y antiguo jazz sonó de fondo, acompañado de una fuerte lluvia que resonaba en los ventanales de su hogar. El cielo se pintó de tonalidades oscuras y los ojos de ambas se volvieron a cerrar.
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