Capítulo 1
—¡Amor ya me voy al trabajo, te deje comida en el refrigerador! —dijo Donovan saliendo de un departamento adecuado apenas para una persona.
—Sí, sí— respondió Mateo acostado en la parte de arriba de la litera arrumbada al lado de un pequeño closet.
Después de alrededor de dos o tal vez tres horas decidió levantarse, se irguió en la cama, bostezo y bajo de esta. Gracias a Donovan todo estaba ordenado; en otra vida, pensó, él hubiese sido el que trajera el dinero y Donovan, siendo en esta otra vida mujer, sería una gran ama de casa, pero el destino no había querido que fuera así ya que a sus más de treinta años dependía en su totalidad económica, emocional y hasta sexual de un hombre afeminado de veintitantos que había apenas acabado una carrera en informática y peleaba por ganar un lugar en el mundo.
Se frotó la cara y camino afuera de la habitación, dio otros cinco pasos a la derecha para encontrar un baño en tamaño miniatura, se quitó la ropa orino y se bañó, procedió a cepillarse los dientes y enrollarse una de las toallas que colgaban en dos ganchos separados que él había colocado en la puerta hace algún tiempo, Donovan le había agradecido mucho por esto pero ahora que Mateo los veía, veía simplemente todos los errores que contenían y el tiempo pasado desde que había hecho algo de provecho. Volvió a la habitación, se puso una playera, unos pantalones holgados, unas chanclas y salió a la cocina, reviso el refrigerador, había cocinita pibil junto con una gaseosa de limón, las tomo y puso a calentar mientras lavaba un aguacate, espero a que calentara y se sentó a comer.
Terminó y dejó los platos usados en el lavaplatos, ya Donovan se haría cargo al volver, pero tenía que hacer una tarea que solo le competía a él antes de que Donovan volviera, la cual era sacar la basura, cerro la bolsa y salió, su departamento estaba en el segundo piso de una serie de departamentos, esta serie de departamentos que en antaño había sido un motel y que seguía dando toda la pinta de uno.
Al salir del departamento vio el barandal que lo separaba de una caída al estacionamiento, el paisaje compuesto de montañas y una carretera, y pensó en Donovan y como de lunes a viernes tomaba su carro viejo y conducía una hora a su trabajo en una universidad privada donde contrataban a jóvenes diciéndoles la suerte que tenían de trabajar ahí aun que el sueldo fuera miserable, eso lo sabía él ya que antes había estado dando clases en ese tipo de sistema igualmente, en esa otra vida que había llevado muy probablemente para esa hora ya habría dado sus primeras clases. Volviendo a su insulsa realidad bajo las escaleras y doblando la cuadra tiro la basura en un contenedor grande, para dirigirse de nuevo al departamento.
Cuando iba a subir las escaleras fue interrumpido por Diana esposa de Jonathan un prometedor negociante, había puesto su gimnasio recientemente el cual estaba rindiendo y a Diana le encantaba presumir esto.
—¡Oh! Pero que ven mis ojos, si es Mateo —dijo parándose en frente de él—, ¿cómo estás?
—Bien, bien, Diana ¿y tú?
—Pues ya no sola, adivina que tengo aquí —dijo tocándose la barriga.
—No me digas que....
—Sí, Mateo, ¡estoy embarazada! —celebró para saltar a los brazos de Mateo—. Estoy muy feliz, aparte de que Jonathan ya le está yendo mejor con el negocio y tendremos nuestro primer hijo, no te imaginas lo feliz que estoy.
—¡Muchas felicidades Diana! Ahí me dices cuando viene Jonathan para yo mismo darle mis felicitaciones.
—Oh, eso sería tan gentil de tu parte, él va a llegar hoy más temprano, ven a celebrar a las nueve, te voy a estar esperando —dijo con felicidad, a dónde fuese que fuera ella siempre estaba feliz, era agradable, eso pensaba Mateo.
—Nos vemos a las nueve entonces.
—Trae también a tu primo me gustaría tener a alguien sensible para hablar, sin mujeres en estos departamentos a veces una se siente sola.
—Claro que lo llevare, me voy —se despidió rápidamente para dirigirse a su departamento.
No nos confundamos, Donovan era hijo único en una familia de padres sin hermanos al igual que Mateo, pero por miedo, vergüenza o pena, no sabía muy bien, se había presentado ante cualquier desconocido como su primo mayor, era lo mejor, eso pensaba Mateo, al entrar en el departamento. Se sentó en la cocina y prendió la televisión, con la tarea de dejar la basura realizada se había quedado sin nada que hacer por el resto del día, y sin pensar en nada empezó a ver un maratón de una serie policíaca de los años 90s esperando a que Donovan volviese a darle de comer y hablar un poco, aparte de que ahora debían de ir a dar felicitaciones.
Donovan llegó a las cuatro de la tarde, tan brillante como siempre, al llegar fue directo con Mateo y le abrazo por la espalda.
—Hola amor —le dio un beso en la mejilla— ¿cómo te la pasaste?
—Hola Donovan, algo aburrido —suspiró mientras apoyaba la cara contra la mesa.
—No te me pongas triste —pidió encimándose a la espalda de Mateo y jalándolo hacia el—. Hoy comeremos coctel de camarones solo para que te contentes.
—¿No esos eran para el sábado?
—No, ya podemos comprar algo más el sábado, adivina a quién le subieron el sueldo —dijo con una sonrisa en su cara.
—Oh mírate nada más escuincle independiente —lo felicitó mientras apretaba los dientes en una sonrisa un poco forzada, no se lograba acostumbrar a alegrarse del trabajo privado de un ex alumno, ni siquiera a la vida que actualmente estaba llevando, se sentía incomodo.
—Podríamos mudarnos a un lugar más grande, si las cosas siguen bien— dijo tímido.
—¿Los dos? —preguntó Mateo con una ceja levantada mientras reflejaba una cara de disgusto.
—Bueno, bueno, hasta que consigas empleo ya sabes, aunque creo que el destino no desea eso —se acercó a Mateo y le dio un beso en la mejilla—. Bueno déjame empezar a preparar- dijo acercándose a la cocina. Empezó a sacar verduras y todos los ingredientes aparte de los camarones ya pelados.
—Oye Donovan.
—¿Sí amor?
—Diana está embarazada y me pidió que fuéramos a celebrar.
—¡Es maravilloso! Claro que iremos, todavía tenemos cervezas así que aparte después de comer haré un pastel para celebrar, ¿a qué hora tenemos que ir?
—A las nueve de la noche.
—Muy bien muy bien, entonces después de comer también planchare algunas ropas para ti.
—Donovan, no seas exagerado, solo vamos con los vecinos a celebrar un poco.
—Por eso mismo hay que ir presentables, amor, aparte siempre te vez tan guapo cuando usas camisas.
Donovan terminó de hacer la comida mientras Mateo seguía ensimismado con la televisión, comieron y Donovan se apresuró a hacer el pastel, le plancho la ropa a Mateo y mientras se cocinaba el pastel se metió y salió de bañar, posteriormente desmoldo el pastel y lo decoro con algo de chocolate y fresas que tenían guardadas.
Bajaron a las nueve en punto, tocaron a la puerta y Jonathan les abrió. Su departamento era más grande que el suyo, por lo que aparte de un comedor poseían una sala de estar donde todos se acomodaron. Jonathan abrió distintos tipos de botana y repartió las cervezas, Donovan la negó tomando mejor una gaseosa, Mateo la aceptó y Diana tomó de igual manera gaseosa.
Había dos sillones, uno para tres personas y otro para una, Jonathan se sentó en el sillón para una persona con Diana en sus piernas; Mateo fue el quien se sentó más cerca de la pareja, los reposa brazos estaban formando un ángulo de noventa grados mientras Donovan era el que estaba un poco más alejado de todo, no debía acercarse tanto en estas ocasiones, y eso él ya lo sabía.
—¿Cómo se siente que vas a ser papá? —preguntó, dando un pequeño manotazo al reposa brazos dándole un inicio fuerte a la conversación.
—Uy mi Mateo la verdad suena a trabajo, pero espero que ese chiquillo sea igual de trabajador que su padre. —explicó mientras abrazaba a su esposa.
—Y de agradable como su madre —dijo Donovan señalando con la palma abierta a Diana.
—Bueno faltaría ver si es una hermosa niña —planteo Diana, tomando un trago de su bebida.
—Eso si amor, una niña tan preciosa como tú —le palmeo
—Esperemos que sin tu carácter —se burló Mateo.
—¡Ni lo quiera el cielo! —respondió Diana— con un Jonathan es más que suficiente.
—Óiganme, yo soy una persona que finísimo carácter ¿qué les pasa?, Donovan ¿no gustas ponerte de mi lado? —preguntó mientras le daba una palmada al mencionado.
—Perdona, pero esta vez voy con el voto popular.
Todos empezaron a reír y siguieron hablando, del qué sería de ellos, que tal vez se tendrían que mudar a un lugar más grande con espacio para el niño y que lo mejor sería que este nuevo hogar estuviera cerca o del gimnasio o de la casa de los padres de Diana eso todavía quedaba en discusión.
Después de unas cuantas cervezas Jonathan y Mateo estaban ebrios, y se dio por terminada la velada cuando Mateo y Jonathan empezaron a cantar frenéticamente, se despidieron con la promesa de que luego Donovan iría por el plato del pastel.
Al subir al departamento Mateo le empezó a dar besos en el cuello a Donovan y mordisquearlo mientras reía entre dientes.
Entraron al departamento, Mateo se encimo en Donovan y ya en el suelo lo empezó a repasar mordiéndolo lo más fuerte que podía mientras le quitaba la camisa, lo mordió tanto hasta dejar moretones por todo el cuello lo que hacía a Donovan sentir como si lo estuviesen pellizcando furiosamente, después de que las mordidas empezaran a sangrar lagrimas salieron de sus ojos, y Mateo fue directo a sus labios, sabían salados, estaban húmedos, posicionó sus manos contra las muñecas de Donovan recargando todo su peso y aprisionándolo en el suelo.
Mateo se alejó para ver a Donovan, sus ojos se habían hinchado y toda su cara estaba cubierta con lágrimas, pero estaba sonriendo ante Mateo. Su cuello sangrante tenía tonos morados y rojos los cuales hacían un perfecto contraste con su piel morena y tersa, empezó a morder una tetilla furiosamente, Donovan se intentó contener pero por más que intentó un pequeño grito de dolor salió de entre sus labios, en esos pocos minutos incluso pensó que se la iba a arrancar, pero ni siquiera con este pensamiento presente intentó detener a Mateo, él estaba feliz y mientras sentía como su tetilla se iba inflamando y dolía cada vez más con cada mordida sonreía y gemía. Por fin Mateo se levantó, y se sentó en la silla de la mesa, ahí Donovan fue gateando hasta llegar a estar enfrente de Mateo, le quito el cinturón con la boca y se lo entrego, regalo que Mateo aceptó complacido atizándole un golpe directo en la espalda baja, Donovan desabrocho el pantalón de Mateo y empezó a darle una felación, el pene de Mateo era grande, no un grande normal, algo rozando lo monstruoso lo que hacía que cada vez que Donovan lo succionara sintiera como si se atragantara.
Mateo después de ser chupado a medias se fastidio y tomando a Donovan de la cabeza lo metió completamente, se escuchó como a Donovan le daban arcadas, pero aun así no se detuvo, lo tenía como una especie de muñeca, cerro los ojos y echo su cabeza hacia atrás, pero si hubiese seguido viendo a Donovan hubiera notado que su cara estaba morada y sus ojos blancos, casi al borde de la inconciencia dejando que sus dientes rozaran a Mateo. Ante la sensación Mateo empujo a Donovan el cual respiro pesadamente mientras se tocaba el pecho. Mateo lo miro con enojo y lo primero que se le ocurrió para castigarlo por la falta cometida fue ordenar.
—Voltéate y enséñame tu trasero.
Donovan se volteó y puso en cuatro aun tosiendo fuertemente. Mateo fue a la cocina y tomó una botella de vino vacía y una bolsa, metió la botella en la bolsa y con poca preparación metió la botella iniciando por la parte donde saldría el líquido al ano de Donovan hasta que esta no pudo entrar más.
La botella empezaba a crujir, poco faltaba para que se rompiera, Mateo veía el espectáculo mientras se balanceaba, la polla ya se le había puesto flácida y tenía ganas de orinar, fue al baño y a dormir.
Por su parte Donovan intentaba no respirar si quiera, lagrimas salían de sus ojos, al menos Mateo había puesto la bolsa, si no lo hubiera hecho probablemente al romperse la botella todo quedaría regado por el suelo. Hizo saliva en su boca y la dejo escurrir en su mano, la sentía espesa, con esa sensación que caracteriza a una saliva después de llorar. Vertida en su mano se la llevo para atrás y dejo que su saliva tibia lo empapara, esto lo repitió muchísimas veces más, hasta que se le seco la boca y su propio trasero fue expulsando la botella, solo quedando dentro de él la bolsa, la cual al sacarla se había embarrado de mierda, Donovan tuvo ganas de vomitar en ese momento, con mucho cuidado volteo la bolsa, la cerró y a pasos tropezados llego al baño donde le amarro un nudo y la tiro al sesto de la basura.
Vio sus piernas, dos halitos de sangre viajaban desde su trasero hasta sus muslos, un poco antes de tocar la parte trasera de sus rodillas, se quitó la ropa y se metió a duchar, ¿hace cuánto que Mateo no lo tocaba así?, y para terminar él lo había arruinado, que tonto, que tonto, que tonto, que tonto, se repetía Donovan una y otra vez en su cabeza, empezando a golpear esta con la pared de mosaicos, decidió que necesitaba un castigo, por lo que a pesar del frío de la noche que se colaba entre la ventana del baño que tenía una ligera abertura, puso el agua fría.
Salió de bañarse temblando de frío y con la garganta adolorida, se lo merecía, se cambió y se metió en sus sabanas, mañana era martes, en condiciones rutinarias sería su día libre, pero ahora se habían tornado los días, el miércoles sería de hoy en adelante su día libre, oh también debía de recordar recordarle a Mateo que mañana sería su segunda oportunidad en la entrevista de trabajo para el call center, ya había pasado la primera prueba, solo se necesitaba ver cómo iría esta última, mal, pronosticaba Donovan, y era un alivio, bostezó y se estiró escuchando como sus huesos tronaban.
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