Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

3._Queso


Mary abrió los ojos sintiendo un cosquilleo en su brazo. Lo primero que vió fue el rostro de Bills que la miraba paciente mientras la acariciaba con suavidad. Era de día. Posiblemente media mañana. Mary pensó que podría permanecer despierta, junto a él, hasta la mañana, pero terminó durmiendo profundamente en algún punto de esa fresca madrugada. Otra cosa extraña es que él estuviera despierto contemplandola. A muchos podía parecerle lindo que su enamorado les cuidara el sueño, a Mary no. Es que al estar uno dormido se pierde el control del cuerpo y pues...

-Hola- le dijo Bills deslizando una de sus garras por el contorno del rostro de la mujer.

-Hola- le respondió ella antes de tomarle la mano de forma amorosa- ¿Quieres desayunar?- le preguntó después y por supuesto él respondió que sí.

Mary tenía llena la despensa y la nevera, así que el desayuno fue variado y abundante. Aunque la mitad del tiempo se quejara de eso, lo cierto era que a Mary le gustaba cocinar. Le era relajante, pues el resultado era calculado y no podía no resultar si se seguían las instrucciones fielmente. Había lógica y creatividad en la cocina, era un campo perfecto para ella. Bills la miraba esperando su comida de forma muy sosegada, aún así de tanto en tanto y con un ánimo juguetón le preguntaba cuánto faltaba solo para que ella volteara a verlo. Mary no se molestaba por eso pese a que en una ocasión se quemó la mano por la distracción. Es que desde su despertar se sentía al filo de un sueño.

-¿Tú no vas a comer?-le preguntó Bills después de probar los huevos con tocino que ella le puso en frente.

-No tengo hambrele contestó honestamente mientras se sentaba con una taza de té entre las manos.

-¿Estás segura? Anoche tampoco comiste-le dijo el dios antes de llevarse una rebanada de pan a la boca.

Mary iba a decirle algo, pero enmudeció cuando vio que el trozo de huevo con tocino que Bills puso en el tenedor era para ella.

-Come- le dijo el dios acercando el tenedor a la boca de la muchacha que lució bastante desconcertada- ¿No quieres? Bueno más para mí.

-Sí, si quiero- exclamó Mary reclinandose sobre la mesa y abriendo la boca.

Después de recibir aquel bocado, Mary se preguntó que demonios estaba haciendo, pero no tuvo tiempo de responderse, Bills le acercó otro poco de comida sonriendo de esa forma avisada que tenía a veces. Por un rato, lo que le tomó vaciar el plato, Bills se olvidó de su propio apetito.

-¿Satisfecha?-le preguntó al terminar y ella asintió con la cabeza, recibiendo una lamida pequeña en el costado de la boca, donde había una pequeña mancha del huevo que estuvo comiendo.

Mary no dijo nada. Cruzo los brazos sobre la mesa y descanso allí su cabeza para quedarse viendo a Bills. A él no parecía molestarle estar bajo esos ojos curiosos y ella se hundió en sus agitados pensamientos.

Ese día fue mas tranquilo que el anterior. Bills estaba un tanto más calmado, pero igual de insistente y un tanto más demandante. La quería con él y para él cada segundo. Aprovechaba cada oportunidad que tenía para tocarla, para abrazarla y pegarla a él, sin embargo, Mary había dominado la dinámica del asunto por lo que durante la tarde lo dejó tranquilo reposando en su regazo, mientras ella disfrutaba del fresco viento que entraba por el ventanal con delicadas cortinas de encaje. Sentada en la alfombra, con las espalda apoyada en el sofá, Mary medio masajeaba la espalda de Bills
que estaba adormecido por el agradable toque de aquellos dedos. La muchacha lo veía y recordaba que Whiss le dijo que el efecto de los polvos de cupido se desvanecerian en dos a tres días. Estaban en la segunda jornada y la apacible actitud del dios le daba indicios de que muy pronto volvería a la normalidad. Pensar en ese momento la ponía tensa y hacia que se cuestionara muchas cosas respecto a lo que estaba haciendo.

Por estar pensando tardo un poco en notar que Bills se había girado boca arriba y la miraba como apunto de hacer una travesura.

-¿Qué sucede?-preguntó cuándo notó que él la veía de ese modo extraño.

-Sigue tocando...-le respondió Bills mientras se rascaba el abdomen por debajo de la camiseta.

Mary ignoró el comentario de forma conciente, pero en el inconsciente captó el mensaje. Su forma de responder a ciertas ofertas era un tanto extraña. De haberla conocido mejor, Bills hubiera entendido eso, pero para el caso el resultado era el mismo.

La piel de Bills era dura, gruesa, suave y con una particular elasticidad. Jugueteando en su abdomen, Mary descubrió eso. Él había descubierto esa parte y ella, sin pensar mucho, llevó su mano hasta ahí. Pocas cosas eran verdaderamente sensuales para Mary. El contraste en los tonos de piel era una de ellas. Su blanca mano parecía un chorro de leche que se derramaba sobre una mezcla oscura en que parecía desaparecer. La tentación era fuerte y había estado peleando con ella desde el primer instante en que supo que ocurría con Bills. Mientras veía su mano sobre él, de una forma que ni ella hubiera podido poner en palabras, Mary comenzó a ceder, a dejar de pensar.

El sol del ocaso pintaba todo de un tono ámbar y rojo, como el fuego. El sonido de la calle era remoto y el viento los acariciaba suave. Todavía usando el regazo de Mary como almohada, Bills había estado viendo el rostro de la mujer que parecía un poco ausente y , sin embargo, cualquier gesto o movimiento que él hacia, ella lo advertía de inmediato. Mary no mostró disgusto cuando él metió la mano por debajo de su falda y acarició su muslo frío. Ni siquiera le miró así que un tanto molesto por la atención que ella dosificaba, Bills la tomó por la barbilla y la hizo mirarlo a los ojos.

El dios no era conciente de que le ocurría, pese a que lo oyó de Whiss. Era como si no hubiera un pasado u otro mundo además de ese lugar y esa mujer por la que sentía un deseo muy poderoso. No sabía quién era y no le importaba. Todo lo que deseaba era tenerla cerca, tan cerca que esa especie de vacío que se creo en su interior se llenara de ella. La mujer no lo rechazaba, respondía cautelosamente a sus deseos y en ese momento no había ningún cuidado en ella. Estaba sin defensas, receptiva de una forma algo diferente a lo que en ese momento era capaz de recordar de mujeres anteriores. Su cabeza tampoco estaba del todo bien, aunque él no lo notará.

La pálida mano de Mary subió como una serpiente por debajo de esa camiseta que fue arrastrada por el antebrazo de la mujer, cuyos ojos parecían perdidos en la contemplación de futuras acciones. Cuando sus miradas se encontraron, Bills se sentó sobre la alfombra,
quedando un poco más alto que ella que no quitó su mano de ese espacio en que mutó sus dedos en cienpiés que se contraían y extendían como escarbando la piel del dios. Se miraron callados mientras el tono ámbar de la habitación se iba pintando de negro. Las luces solares del jardín se encendieron y el viento finiquito su carrera.

El borde de la cama se convirtió en el borde del mundo para Mary. Y Bills en la rama que la sostenía sobre el vacío. Sentada sobre las piernas de él,
quitándole esa camiseta ajena, la poca sensatez que le quedaba iba cayendo en un letargo de vapores lujuriosos, nacidos de las quimeras de sus sentimientos por él. La luminosidad de la habitación de Mary era buena. Podían verse perfectamente. Los ojos de Bills parecían adquirir una tenue luz en la penumbra y la pálida piel de la muchacha se podía apreciar con claridad, eso descubrió Bills cuando la despojo de esa camiseta de tirantes. Claro que él tropezó con otra prenda. Una más pequeña y de color negro, de la que se deshizo cortando el sitio entre los pechos de la mujer, que al ser liberados soltaron un aroma que en el estado del dio resultó afrodisíaco. No pudo evitar, al respirarlo, apretarla con un poco más de fuerza de la debida y saborear el salino sabor de aquella piel humedecida por las caricias previas a llegar allí.

Para Mary el contacto de su piel desnuda contra la de él, fue lo que la devolvió a la realidad. Y aunque luchó contra aquellas ideas recurriendo a su osadía, en su cabeza el hecho de que se estaba aprovechando de él tomaba fuerza a cada segundo. Entregándose a lo que Bills disponía de ella, en esa cama, se dijo que estaba bien morir después de esa noche. Que si al volver en si, el dios, decidía destruirla; lo aceptaría, pues abría valido la pena haber cometido tal atrevimiento, sin embargo, no se convenció. Morir por Bills lo haría si con ello garantizaba la seguridad de él, si lo salvaba de algún mal y sobretodo si realmente estaba en una posición que le permitiera hacer eso, pero morir por una noche entre sus brazos...Morir por entregarse a él sin importarle desaparecer después, eso era algo que no podía hacer. Amaba a Bills, pero él no era su único sueño en la vida. Ella tenía más.

Sin embargo, lo más importante era el hecho de que Bills no sabía lo que estaba haciendo. Él era víctima de un hechizo. Su mente respondía a un deseo artificial. Él no la amaba, ni la deseaba y ella lo sabía. Prácticamente estaría abusando de Bills de sucumbir a su anhelo. Y no podía hacerle eso. Jamás hubiera podido aprovecharse de él hasta un punto tan íntimo y que Bills y solo Bills podía conceder a quien el concediera.

-Lo siento- le dijo súbitamente y apartándose un poco para verlo a los ojos- Lo siento...lo siento mucho...

Por supuesto aquella declaración dejo confundido a Bills que experimento un fuerte fastidio al verse forzado a terminar, tan abruptamente, con lo que estaba pasando. Solo las lágrimas de esa mujer lograron ablandarlo un poco y posiblemente solo por seguir bajo los efectos de cupido o ese pensó Mary, que se llevó las manos al rostro como una niña, para esconder su llanto. Asumiendo que ella se disculpaba por no poder continuar, el dios le apartó una mano de la cara para tomarle una de las mejillas y decirle:

-Deja de llorar, pareces una mocosa.

Mary seco su llanto con sus manos y luego se abrazo a él que tenía un pequeño problema entre las piernas y al que sentir los pechos de ella contra su torso no lo estaba ayudando nada. Aún así la abrazo hasta que ella dejó de llorar.

Pasada la media noche, Bills acabó dormido sobre el pecho de Mary quién esa jornada pudo mantenerse despierta. Se quedó horas allí con él cubriéndolo de sutiles caricias que terminaron cuando decidió apartarse. Tenía el presentimiento de que cuando despertara Bills estaría libre de los efectos de cupido. Unas horas después cuando volvió a la habitación, después de ir por un vaso con agua, ver allí a Whiss confirmó lo que suponía.

-¿Me dejas despedirme de él?-le preguntó la muchacha y el ángel, con cierta curiosidad, le permitió acercarse al durmiente dios que ni se enteró de que en un minuto y en un susurro, ella le confesó su amor.

Después de eso Mary solo vio una una fuerte luz partir al cielo. Era todo para ella.


El dios durmió varios días y cuando despertó, lo hizo sintiendo un dolor de cabeza terrible. Se sentía como después de una resaca. Al principio no recordó nada. Whiss le preguntó con discreción, pero Bills le dijo que después de lo de los Taiyaki, solo se había ido a dormir.

-Aunque tuve un sueño muy raro en que había una mujer de la que yo estaba...-se interrumpió en ese momento porque decir que estaba "enamorado", le era ridículo e insólito. No volvió a hablar y siguió comiendo.

Con el paso de los días comenzó a tener más imágenes de ese sueño y después de una semana, se dio cuenta de que no se trataba de un sueño y fue con Whiss para que le explicará el asunto. Por supuesto a Bills todo eso no le gustó nada y estaba bastante molesto.

-Tú eres un dios, ella una simple humana ¿Qué podría haber hecho esa mujer si usted decidía...estar con ella contra su voluntad?-le preguntó el ángel- Desde mi perspectiva ella fue bastante hábil para manejar la situación y no saco provecho del asunto...

-¡¿Qué no saco provecho del asunto?!- le cuestionó Bills levantado la cabeza, un poco, para ver a Whiss a la cara- Esa mujer te pidió que me dejaras con ella pese a que sabía lo que estaba pasando ¡Obviamente quería sacar provecho de las circunstancias y lo hizo! ¡Es una atrevida a la que voy a destruir!

-Quizá tenga razón señor Bills, después de todo fue extraño que esa mujer quisiera tenerlo serca. Me insistió bastante y prometió cuidarlo bien...Nadie quiere hacer eso- rio el ángel haciendo que el enojo de Bills aumentará un poco más- Tal vez se enamoró a primera vista. Quién sabe. No se sabe mucho de los humanos de esa dimensión...

Eso no metigó el enojo de Bills, pero unos días después, mientras disfrutaba de unos Taiyaki leyendo un manga recostado en la hierba, el cupido hizo su aparición otra vez. Bills se arrojó sobre él como un relámpago y atrapó a la pequeña criatura dispuesto a darle un escarmiento, pero al ver como de él caía un polvo rosa mientras pataleaba por liberarse, tuvo una mejor idea.

Mary se fue al viaje que se había ganado. Aquello le sirvió para distraer su mente. Sin embargo,
en casa,había guardado un recuerdo del dios. El camisón con el que Bills llegó a su cuarto aquella noche. Estaba doblado y metido en un cajón casi en deshueso.

La mujer volvió muy animada de su viaje y entró a la casa notando de inmediato que el cristal de sus ventanas no estaba y en el piso habían rastros de arena negra. Un escalofrío bajo por su espalda dejando caer su bolso y mirando a la cocina,
dónde a la escasa luz de la ventana,vio distinguió una silueta que desapareció en un parpadeo. Dio un paso atrás un tanto alarmada y tocó algo tibio que la hizo voltear y por poco caer de espaldas. Una mano en su cintura evitó la caída, pero ella solo presto atención a ese rostro que la miraba con una expresión indescifrable. 

-Hola, Mary- le dijo y la soltó.

-Ho...hola- le contestó la mujer pegando la espalda al pilar en la sala.

Mary lo miró de arriba abajo. Bills se rascaba la frente con una de sus garras, pero su otra mano permanecía en su espalda y eso le dió mala espina.

-¿Vienes a destruirme?-le preguntó después de un rato,al ver que él no tenía intenciones de hablar.

-Tal vez ¿Me pediras que te perdone?- le cuestionó inclinando la cabeza y sonriendo avisado.

-No- le contestó Mary- Supongo que merezco un castigo, sin embargo, ser destruida me parece un desperdicio si lo que quiere es darme un escarmiento. Digo...No sufriré mucho al desaparecer a menos que eso duela.

-No, la verdad no- murmuró Bills e inclinó un poco el cuerpo mientras la miraba y parecía considerar alguna cosas- Aunque yo no vine a eso...Te traje un regalo. Cuidaste bien de mí después de todo y tu comida fue deliciosa- le dijo y sacó de detrás de su espalda una cajita envuelta en una tela muy bonita- ¿Vas a despreciar el regalo de un dios? Por eso sí te destruiría-agregó al verla titubear.

Mary aceptó el obsequio un tanto recelosa. Se le hacia demasiado extraño que él tuviera un detalle así con ella después de lo que sucedió. Abrió la cajita y descubrió unas galletas con forma de pez.

-Taiyaki- exclamo sonriendo.

-Así que también hay de estás aquí- murmuró el dió cruzando los brazos- ¿Por qué no pruebas una? Seguro estás saben mejor que las que tú conoces.

Mary no era muy fan de la comida japonesa. Se le hacia medio rara. Miró a Bills y notó cierta ansiedad en que ella le diera una mordida a la galleta, lo que la preocupo un poco, pero al observar con atención vio que el
Taiyaki estaba cubierto de un polvo rosa. Whiss le había contado detalladamente cpmo Bills terminó en tal estado y eso la hizo sonreír para sus adentros. Con confianza le dijo una mordida.

-Y ¿Qué tal está?-le preguntó el dios acercandose a ella,
cubriendo todo el campo visual de Mary que lo miró con curiosidad para después abrir un poco más los ojos y poner la caja tras su espalda, inclinándose un poco hacia delante, hacia él.

-Que guapo estás...-le dijo la mujer-¿Te quedas un rato?-le preguntó después.

-Depende de que me vayas a ofrecer...

-Algo exquisito, dulce, amargo y pegajoso- le contestó la muchacha en una forma un tanto osada.

-¿Chocolate?-le preguntó Bills que en serio pensó ella le daría algo como eso.

-El chocolate es de novatos...Yo prefiero el queso- le dijo Mary y lo tomó por la faja para llevarlo a la habitación.

Mary sabía que había polvo de cupido en la galleta y Bills sabía que ella estaba al tanto de los detalles del asunto. Lo que ambos ignoraban era que el efecto del polvo de cupido no es efectivo en personas enamoradas. Pero esas visitas con galletas y queso se repitieron varias veces después de esa noche. 

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro