1._Galletas.
Era un día como cualquier otro en el planeta de Bills. Él dormía y su ángel organizaba la comida que le había dado la señora Bulma. Fue mientras ponía todo en la nevera y las alacenas,que descubrió que faltaban unos chocolates rellenos de salsa de cereza y decidió volver a la Tierra. Haría todo el viaje en poco más de una hora.Antes de que su señor despertara estaría de regreso. El Pez Oráculo había dicho que Bills despertaría esa tarde. Como tenía algo de prisa, Whiss dejó algunas cosas sin organizar y partió. Poco después de que el ángel se marchara, en la cocina se abrió un portal pequeño del que salió un ser no más grande que uno de los zapatos de Whiss. Parecía un niño y estaba desnudo. Al salir del portal cayó rodando sobre la mesa cubriendo de un polvo rosa unas galletas con forma de pez que estaban en un plato. Había una que tenía una mordida. Al ruido que aquella criatura hizo, causó que el Pez Oráculo fuera a ver qué estaba sucediendo. Pudo ver a aquel ser, mas este huyó rápidamente de él, por medio de otro portal dejando al vidente bastante confundido.
Whiss llegó, un rato después, justo en el momento en que el dios salía de su siesta logrando llegar con él a tiempo para darle la bienvenida. Después de tomar un baño para refrescarse, Bills tenía ganas de saciar su apetito, pero Whiss no había tenido tiempo de preparar absolutamente nada, por lo que improviso enseñándole las galletas con forma de pez que estaban sobre la mesa. Rápidamente tomó la que él había mordido antes de salir y le dió el plato al dios, que sentado a lo jefe indio en una de esas sillas flotantes, se quedó mirando el nuevo bocadillo con cierta curiosidad.
-Es Taiyaki- le dijo el ángel mientras veía como su señor tomaba uno de esos pastelitos con forma de pez, lo levantaba sobre su cabeza, por la cola, y lo husmeaba como si intentará averiguar qué tenía dentro- Son unos pasteles deliciosos, rellenos con pasta de frijoles endulzada. También hay algunos con relleno de chocolate. La señora Bulma me dió algunas cajas...
-Y supongo que estos son los únicos que quedan- lo interrumpió Bills con algo de impaciencia.
-¿Qué puedo decir? Me deje llevar por su delicioso sabor...
-Como serás glotón- murmuró el dios y abriendo la boca dejó caer en ella el pez de pastel.
Mientras Bills se relamia y tomaba otro pastelito, el Pez Oráculo apareció en el lugar rebotando contra las paredes hasta que Whiss lo detuvo, pues mientras volaba de un lado a otro, el vidente, estaba diciendo algo que no se oía muy bien.
-¡No comas los bocadillos en forma de pez! ¡Los rocío un cupido!- le dijo, pero a Whiss le tomó unos segundos reaccionar.
-¿Un cupido?- repitió el ángel y miró la galleta mordida que escondió detrás de su espalda. Tenía una capa de polvo rosa.
Bills solo vio oscuridad, un segundo después sintió una de las manos de Whiss cubriendo sus ojos y la otra sujetando su muñeca, para evitar que se llevará otra galleta a la boca.
-Me temo que tenemos un pequeño problema, señor Bills-le dijo el ángel y le explicó el asunto, después de poner una venda entorno a los ojos del dios.
Al parecer y según lo que les contó el Pez Oráculo, un cupido había estado allí. Los cupidos eran unas criaturas interdimensionales capaces de encantar o enamorar a cualquier criatura sensible de cualquier otra criatura sensible. Lo hacían mediante un polvo que no era otra cosa que partículas de su piel muerta. Para los cupidos aquello era una técnica defensiva que les permitía escapar de sus depredadores. El efecto era bastante prolongado, pero como Bills era un dios solo le tomaría dos o tres días reponerse. El problema es que mientras siguiera bajo los efectos de aquel polvo, literalmente se enamoraría de la primera criatura sensible en que posará sus ojos.
-¿Entonces todo lo que tengo que hacer es quedarme aquí con este trapo en los ojos?
-Así es. Espero que entienda que no puede quitarse...
-Sí, si ya entendí- lo interrumpió el dios- Me iré a dormir. Es la forma más cómoda de lidiar con esto.
-Me parece una excelente ideas- le dijo Whiss mientras lo veía ir volando hacia su habitación.
Confiado de que esa era la solución a todo ese lío, el ángel volvió a lo suyo sin considerar de que el cupido podía volver a aparecer en el lugar.
Casi dos horas después de que Bills se durmiera, el pequeño ser apareció justo sobre la cama donde el dios descansaba. Lo hacía con la venda en los ojos, por precaución. La criatura miró a todos lados bastante confundida y después de hacer una pirueta en el aire,saltó a otro portal que surgió a un costado y abajo de la cama del dios, quién por estar en el borde acabo cayendo en el interior de aquel paso interdimensional. Roncando a gusto, Bills caí a través de las nubes de un mundo muy distinto al suyo.
Mary trabajaba en una agencia de turismo en la que por motivo de las fiestas de fin de año se hizo un sorteo de un viaje por cinco días todo pagado en un excelente hotel. Ella ganó y estaba verdaderamente feliz por eso. En especial porque el viaje coincidía con su cumpleaños. Llegó sonriente a su casa donde se quitó casi toda la ropa para ponerse a correr por los pasillos cantando una tonta canción de una película de Disney. Cuando estaba feliz hacia cosas como esa. Después de un rato se puso a limpiar y cuando terminó se puso a hacer la cena. Mientras cocinaba hablaba, por teléfono,
con un amigo que quedó de ir a su casa al día siguiente. Dejó la cena cocinandose para después ir a darse una ducha y ponerse ropa de dormir, eran casi las diez de la noche y rara vez Mary comía después de esa hora. Con aquel pantalón corto y top que usaba para dormir, fue hasta la cocina para ver si su arroz con curry y pollo estaba listo, cuando un estruendo sacudió toda la casa.
Una nube de polvo salió desde su habitación y después de unos minutos, Mary se asomó a ver qué había sucedido. Lo primero que pensó es que una parte del techo había colapsado, pero cuando el polvo se disipó una imagen insólita quedó ante su vista. Lo reconoció de inmediato. Era imposible no hacerlo, aunque era un tanto diferente a como se veía en la pantalla de televisión. Su piel no era precisamente púrpura, tenía un tono más oscuro. Una mezcla entre el morado y el negro que daba a un cuerpo un color uniforme, en ese momento, algo cubierto de polvo. Sus garras brillaban como el charol. Su atuendo, que era un largo camisón de dormir, resultó un poco dañado con el impacto de la caída que dejó su cuarto hundido en un pequeño cráter. Su cama estaba aplastada bajo los escombros y el cuerpo de ese sujeto que seguía durmiendo como si nada. Hasta roncaba muy a gusto.
Mary se sujeto al umbral de la puerta un tanto aturdida. No estuvo muy segura de porqué lo hizo, pero tomó su teléfono celular y buscó una de las imágenes de él que guardaba e hizo una suerte de comparación. Después solo se quedó ahí, intentando salir de su estupefacción, sin conseguir otra cosa más que hacerse pregunta, tras pregunta, tras pregunta.
-Quizá hubo un terremoto, me golpee la cabeza y solo estoy alucinando- se dijo después de un rato, llevándose la mano a la cabeza- Sí, debe ser eso. Es ilógico que él este ahí. No existe. No es real. Si realmente Bills estuviera ahí desencadenaría una serie de paradojas cuánticas que...-se interrumpió ahí porque vio al supuesto personaje ficticio, retorcerse un poco.
Bills estiró brazos y piernas para después girarse de cara a la pared, azotando su cola contra el suelo para luego enroscarla entorno a él. Ignorando su sensatez, actuando por esa enorme curiosidad que tenía y por supuesto su interés en él, Mary avanzó hacia el dios. Lo hizo muy despacio. Hasta relajó su respiración para no hacer un solo ruido que pudiera despertarlo, pero el aroma de la comida llegó hasta allí acariciando el olfato de Bills, quién súbitamente se sentó sobre los escombros y balbuceo algo que se escuchó como: ¿Qué haces de comer, Whiss?
Mary dió un paso atrás, pero era tarde. Bills miró hacia ella frotando uno de sus ojos con la mano, haciendo que la venda cayera y él la mirará todavía medio dormido. La muchacha se quedó quieta, él pareció tardar un poco en advertir que estaba mirando hasta que despertó por completo. La mirada de Bills cambió súbitamente. A Mary se le hizo como cuando el dios veía un platillo delicioso y no pudo evitar ver tras ella si acaso había algo ahí que le despertara interés. Solo estaba la puerta colgando de una de sus bisagras.
-Hola...-le dijo él en un tono un tanto peculiar para Mary, que no era capaz de hacer que sus neuronas hicieran sinapsis- ¿Quién eres tú, criatura?-le preguntó y flotó en el aire para ponerse de pie.
Estaba a unos tres metros, pero a Mary le resultó bastante alto. Más tarde, la muchacha, se daría cuenta que era sus orejas las que distorsionaban su estatura. Ella lo miró de pies a cabeza para detenerse en esos ojos que con la escasa luz que había en el lugar, parecían brillar un poco. Su mirada era igual a como aparecía en esa serie. Sus ojos eran profundos a la vez que punzantes y la pusieron todavía más nerviosa, porque aunque su estado obnuvilado no le permitió notarlo aquella mirada estaba inundada de una ambición por ella.
-Yo...yo...-murmuró la mujer e intentó dar medio paso atrás, haciendo que su espalda chocará con algo tibio que la hizo darse vuelta tan rápido que por poco termina en el piso.
-Eres muy bonita-le dijo Bills sosteniendola por la cintura.
Mary levantó una ceja. Aquellas palabras le resultaron más insólitas que toda la situación. Por otro lado, la mano de Bills en su espalda, el calor que irradiaba su cuerpo al que él la acercó, la convencieron de que estaba ante un ser real, pero la nariz de Bills en su cuello la hicieron intentar apartarse. Él no se lo permitió.
-¿Qué haces?- le preguntó Mary cuando sintió ambas manos, de él, en su cintura.
Bills no le respondió. La apretó un poco contra él y...En ese momento apareció Whiss a su espalda, para alivio de Mary y fastidio del dios.
-Así que aquí fue donde terminó- comentó el ángel mirando a su alrededor- Al menos parece estar bien. Aunque presa de los efectos del polvo de ese cupido.
-Oye Whiss ¿Qué no vez que estoy ocupado? Vuelve después.
-No, no te vayas Whiss- fue lo que pensó Mary bajo los ojos de Bills, que denotaban cierto placer.
-Como creé que lo voy a dejar solo con la señorita ¿Acaso no se da cuenta lo asustada que está?
-¿Asustada? ¿Por qué? No voy a hacerle nada malo...a menos que ella quiera...-le respondió Bills, logrando que la sangre de la muchacha se fuera de golpe a su cabeza.
-No creo que ella quiera- le dijo el ángel, pero en realidad para Mary era una idea un poco confusa.
La muchacha no vio ni supo que sucedió, pero en un parpadeo,
ella estaba de un lado de la habitación y Bills del otro.
-Le ruego lo disculpe, sucede que...
Mientras Whiss le explicaba que sucedió, Mary fijo su atención en el halo del ángel. No era sólido y tenía algo de luz. Mientras él hablaba, Bills no le quitaba los ojos de encima a la mujer a quien esa mirada sugerente y ese movimiento de cola juguetón le estaban diciendo bastantes cosas. Bills era el personaje que más le gustaba y bueno, al parecer, existía y estaba enamorado de ella. Por un hechizo, pero enamorado de ella. Era una oportunidad única e irrepetible, sin embargo, habían unas cuestiones morales que le hacían ruido respecto a la osada idea que le surgió.
-¿Y por qué no lo deja aquí hasta que se le pase el efecto?- le preguntó Mary al ángel- Usted lo dijo. Se pondrá de un humor terrible si se lo lleva en este estado. Además si está "enamorado de mí" quiere decir que tengo cierta influencia en él y podría mantenerlo tranquilo- continúo la muchacha.
Del otro lado del cuarto, Bills podía oír el asunto, pero no intervino.
Después de unos largos minutos de argumentos y contrapreguntos, Whiss accedió. Reparo la habitación con ayuda de su cetro y luego creo un campo de energía entorno a la casa. Una vez Bills estuvo seguro de que el ángel se había ido abandonó su pocisión para caminar hacia la mujer.
-Eso fue muy astuto. Lograste deshacerte de Whiss-le dijo sacando las manos de su espalda.
-Sí, bueno...-decía Mary, pero Bills le saltó encima derribandola sobre la alfombra.
La muchacha cayó de espaldas, pero con el brazo de Bills tras su cabeza y él encima.
-Juguemos un poco ¿quieres?-le preguntó abriendo y cerrando su mano sobre el abdomen de ella. Pese a las agudas garras de Bills, aquel contacto no causaba dolor sino cosquillas, logrando sacarle una sonrisa nerviosa a la mujer.
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