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55 | COSAS DE DETECTIVES

Al llegar a la biblioteca pública con Robin y Nancy, Lauren deseó haber ido con Steve y los chicos. Subiendo corriendo los escalones hacia la entrada, Robin dijo—: Ayúdame a aclarar algo. ¿Wayne, el tío de Eddie, cree que Victor Creel escapó del manicomio Pennhurst y que está en Hawkins cometiendo todos estos crímenes?

—Exacto —respondió Nancy.

—Pero Victor asesinó a esas personas hace mucho tiempo, en los 50 —dijo Robin.

—En el 59 —dijo Lauren.

—Entonces, ¿eso quiere decir que esos asesinatos son anteriores a Eleven en el Otro Lado por 30 años?

—Sí.

—Entonces, el tenebroso Victor Creel, tiene 70 años —dijo Robin.

—Sí —dijo Nancy, tocando el timbre.

—Así que es un abuelo asesino que se vuelve invisible y levanta cuerpos en el aire —dijo Robin.

—Sé que no tiene sentido —dijo Nancy—. Lo sé. Por eso dije que era un tiro a ciegas.

Volvió a tocar el timbre mientras Robin se apoyaba en el escritorio—. Ya sé. Creí que solo lo dijiste para ser modesta, o esconder algo superfiable con lo que esperabas asombrarnos —Nancy volvió a tocar el timbre—, pero este es un auténtico y verdadero tiro a ciegas. Somos francotiradores con ojos vendados que dieron muchas vueltas.

Lauren podía sentir la tensión entre las tres. Era descaradamente obvio que ella no era exactamente cálida y acogedora con Nancy considerando las interacciones con Steve ese mismo día, y un hombre ciego podía ver que Robin estaba poniendo nerviosa a Nancy. Inclinándose más allá de Nancy, Lauren tocó el timbre tantas veces como pudo, golpeándolo ferozmente.

—¡Ya voy! —dijo la bibliotecaria.

—Hola. Lo siento, tenemos un poco de prisa —dijo Lauren—. ¿Podría darnos las llaves para los archivos?

—Con gusto. Denme un segundo —dijo la bibliotecaria.

Robin se volvió hacia Nancy—. ¿Fui grosera o condescendiente o algo?

—No.

—Sí —dijo Robin—. Lo siento, es que pareces molesta. Y no me conoces muy bien. No tengo filtros ni entiendo el lenguaje social.

—Bueno.

—Si digo algo que te moleste, debes saber que es un defecto —murmuró Robin—. Te lo juro, mi mamá me lo recuerda a diario.

—Robin —dijo Lauren, agarrando a su amiga por los hombros y dirigiendo su atención a ella en lugar de a Nancy—. ¿Recuerdas la conversación sobre trenes de pensamientos y divagaciones?

—¿Sí?

—Lo estás haciendo ahora mismo.

—Está bien —dijo Robin, tomando una respiración profunda—. Lo siento, lo siento.

—Listo, señoritas —dijo la bibliotecaria, regresando con las llaves—. Aquí tienen. Diviértanse.

Lauren tomó las llaves—. Sí, lo intentaremos.

Agarró a Robin de la mano y la arrastró en dirección a la puerta del sótano. Mientras caminaban, Robin se inclinó y susurró—: ¿Qué te pasa?

—Nada —murmuró Lauren, metiendo la llave en la cerradura.

—No me mientas —dijo Robin—. Como tu mejor y más fiel amiga, sé cuándo algo te molesta.

—Nada me molesta, Robin —dijo Lauren, cerrando la puerta—. Estoy cansada de estas tonterías del Otro Lado.

—Yo también —murmuró Robin.

Comenzaron a revisar los archivos antiguos, Robin y Nancy usaron el proyector mientras Lauren estudiaba detenidamente las copias físicas. Lauren ocultó sus sentimientos al enterrarse de periódicos para evitar entablar conversación. No quería insistir en Nancy y Steve, porque no le haría ningún bien, pero al mismo tiempo no podía evitarlo.

Vivía al otro lado del país y Nancy vivía a cuatro calles de Steve. Tenía sentido que se vieran más, pero Lauren estaba convencida de que Nancy todavía estaba enamorada de Jonathan. La estaba confundiendo, porque pensó que estaba bien con el hecho de que Steve y Nancy tuvieran una historia, porque siempre había parecido ser algo insignificante. Ahora, sin embargo, no estaba tan segura.

Dejando caer la cabeza sobre el escritorio, Lauren cerró los ojos por solo un segundo y lo siguiente que supo fue que estaba soñando.

El grito de Eleven atravesó la oscuridad y Lauren giró en círculos tratando de encontrar a su hermana. ¿El? ¿EL?

¡Lauren! gritó Eleven, y luego apareció.

Lauren fue lanzada atrás en el tiempo al centro comercial Starcourt, donde Eleven se había derrumbado por el dolor de la criatura enterrada debajo de su piel.

¡El!

Corrió hacia su hermana, encontrando su camino bloqueado por una pared invisible.

¡Eleven!

Eleven se volvió hacia ella, los ojos llenos de miedo, mientras lloraba: Lauren...

¡El! gritó Lauren, golpeando contra la pared invisible. ¡Mierda! ¡El!

Mientras miraba, algo se enganchó alrededor del tobillo de Eleven y comenzó a empujarla hacia atrás mientras gritaba. ¡Lauren!

Lauren se estrelló contra la pared y finalmente logró pasar, pero cuanto más corría, más distancia parecía tomar su lugar. Se estaba alejando más de El, y cuando sintió lágrimas en los ojos ante la idea de no poder proteger a su hermana del daño, Lauren tropezó.

Aterrizó con fuerza en el suelo, y cuando miró hacia arriba, se encontró cara a cara con el Desuellamentes, observando cómo se desarrollaba el caos mientras Billy se sacrificaba por el bien de los demás. La culpa se acumuló en el estómago de Lauren cuando escuchó a Max gritar el nombre de su hermano, y cuando Lauren se vio obligada a revivir una de las peores noches de su vida, finalmente se despertó.

Despertándose sobresaltada con un jadeo, Lauren se levantó de un salto y miró a su alrededor confundida. Robin se volvió hacia ella—. Oye, ¿estás bien?

—Sí, sí —dijo Lauren—. Fue solo un mal sueño.

—Bueno, encontramos algo —dijo Robin—. Mientras tú holgazaneabas y dormías, nosotras hacíamos cosas de detectives.

—¿Qué encontraron? —preguntó Lauren.

—"De acuerdo con fuentes internas, Victor creía que su casa estaba embrujada por un demonio —dijo Robin, leyendo un artículo de noticias—. Un sacerdote fue a la casa de Victor para exorcizar al demonio de su hogar." Novedoso para los 50, antes de El exorcista.

—Sigue leyendo —dijo Lauren.

—De acuerdo, Víctor dijo que el exorcismo falló, pero enfureció al demonio, que luego asesinó a su familia, y les sacó los ojos —dijo Robin—. Victor pensaba que lo dejó vivo a él como castigo.

—Sí, qué conveniente para Victor —dijo Nancy.

—Sí, o muy inconveniente —dijo Robin—. Victor fue declarado demente, ¿no? Pero, ¿y si esta es la razón? Suena a una locura. Y no se hizo público porque...

—Por el acuerdo con la fiscalía —dijo Nancy—. Los registros fueron sellados.

—¿Y si un demonio sí invadió la casa de Victor? Solo que no se trataba de cualquier demonio —dijo Lauren—. Era Vecna —sus ojos se agrandaron—. Tenemos que decírselo a los demás.

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