Capítulo 1
"Iniziazione"
Grecia, Athenas – Santuario
Abril, 02 de 1742
Manigoldo bostezó saliendo de la sala papal luego de que su maestro decidiera que necesitaba otro sermón sobre lo que consideraba un comportamiento poco apropiado de un Santo Dorado de la Orden Zodiacal de la Diosa Athena, pero francamente él estaba ya tan habituado a las aburridas reprimendas que el Pope le daba lo que parecía una vez al mes y que aparentemente se estaba volviendo más frecuente conforme pasaba el tiempo. Por lo que había empezado a construir una expresión de vago interés frente al viejo para que este no terminara dándole una paliza en su entrenamiento mensual que aun hacían a pesar de que él ya llevaba algunos años de haber adquirido su Cloth Dorada; pero tenía el presentimiento de que la mayor parte del tiempo, la ilustrísima se daba cuenta, sin embargo, decidía ignorarlo por una razón que el Canceriano no entendía del todo, y que tampoco pensaba en preguntar, por seguridad personal.
La noche anterior había pasado unas divertidas horas en una de las tabernas locales de Rodorio, seguidamente encontró a una hermosa mujer dispuesta con la que paso unas horas aplacando su placer carnal, ya que tras una misión de unas semanas había necesitado librar estrés e irritación que el Espectro de Hades que encontró le había causado. Sin embargo, solo pudo dormir cuatro horas cuando un mensaje le llego a su templo informándole que era requerida su presencia en el Templo de Patriarca y él solo pudo gruñir exasperado con su maestro.
Ahora sus planes era ir de regreso a su Templo y desplomarse en su enorme cama que el juraba había sido hecha por los dioses debido a su suavidad, especialmente cuando tenía una resaca monstruosa y estaba cansado con el entrenamiento al final del día; así que con ese pensamiento de dormir hasta que su estomago rugiera de hambre, el Santo de Cáncer apresuro el paso pasando prácticamente como una exhalación por las otras Casas Zodiacales hasta llegar a la suya, más no espero ver a uno de los muchachos encargado de llevar el correo a los Santos Dorados y el Pope, justo entrar cuando el solo quería dormir.
"¡Oh, vamos, hombre! ¡Tienes que estar bromeando, maldición!" gruñó el alto hombre de cortos cabellos azules, pinchando el puente de su nariz en exasperación e irritación, haciendo inquietarse al joven aprendiz, quien sabia de la reputación del caballero dorado y su corta paciencia con otras personas.
"Lo lamento mucho, Manigoldo-sama, pero ha llegado una carta para usted" el muchacho murmuró sonriendo nerviosamente.
"Eso lo puedo ver, mocoso" entornando sus ojos azul-violáceos él observó al chico por unos minutos, luego encrespado al ver que el enano no hacia nada mas que verlo algo nervioso, espetó bruscamente. "¿Bueno a que estas esperando, niño? ¿A que una vaca vuele? Entrégame la carta y lárgate de aquí"
El mensajero quien obviamente seguía siendo algo nuevo en ese cargo, se apresuró a buscar el objeto en cuestión en su bolso marrón y entregársela apresuradamente, temiendo hacer enfadar aun mas al iracundo Dorado, quien al instante le arrebato el papel de sopetón, haciendo que el chico saliera corriendo del Templo de Cancer dispuesto a entregar el resto de la correspondencia y de paso, alejarse tanto como fuera posible de aquel hombre.
"Esto será mejor que sea bueno" masculló por lo bajo el alto hombre de cabellos azules, observando con desinterés el impecable sobre blanco y la caligrafía en esta que parecía mas los garabatos de un pollo que letras actuales.
Pensó en tirarla sin siquiera leerla, ya que vamos, el Santo de la cuarta Casa por lo general no recibía correspondencia importante, debido a que no tenia ningún familiar fuera del Santuario y amigos tampoco. Todos con los que se relacionaba y a los cuales se podía considerar con ese titulo en particular habitaban los Templos Zodiacales; no que él fuera a decirle a sus compañeros Dorados aquello, pues eso arruinaría su reputación. Y si había algo que valoraba, era su prístina reputación como uno de los hombres más irascibles y despreocupados de Athenas.
Pero cuando estaba por descartarla, el nombre en el sobre lo hizo pausar, y con incredulidad, y si, algo de curiosidad, la abrió para leer el contenido, el cual estaba escrito en la misma caligrafía de mierda.
'Manigoldo,
¡Apuesto a que debes estar sorprendida, sorprendido de recibir una carta mía! Pero la verdad es que quería practicar mi nueva habilidad para escribir ¿Y quién mejor que tú para leerla?
Por si te lo estas preguntando, seguí aquel consejo que me disté cuando nos conocimos por primera vez, y mis amigos y yo conseguimos un trabajo honrado, y es aquí donde mi patrón sugirió que practicáramos con lectura y escritura, pues no quería a niños iliterarios trabajando para él...
Y estoy agradecida de que nos dieran esta oportunidad, no importa cuán difícil fue en un principio memorizar las letras y practicar escribiéndolas.
En general estoy bueno, bien, y siguiendo en mi firme camino de conseguir mejorar mi vida y permanecer fuera de las calles de Italia.
Espera más misivas como esta, y saluda a Albafika-sama de mi parte.
Gioca'
Incluso antes de terminar de leerla Manigoldo portaba una sonrisa en su rostro. Más que sorprendido por la inesperada misiva de aquella niña que él y el Santo de Piscis habían rescatado en Venecia en la misión que el Pope les había encargado donde derrotaron al líder de la Organización Nero, Avido de Altar Negro, quien comandaba a un grupo de Santos Negros y los cuales vivían bajo sus propias ganancias explotando a los niños huérfanos de las calles y asesinando a todos los que se cruzaran en su camino, como una banda criminal del bajo mundo.
La verdad era que la chiquilla de cortos cabellos negros, piel pálida y ojos gris plomo no había frecuentado sus pensamientos mucho que digamos en los cinco meses que pasaron desde que regresaran de Venecia, Italia, por lo que, efectivamente lo había tomado desprevenido. Pero de alguna forma se alegraba de que la chica hubiera conseguido una oportunidad que aparentemente le estaba trayendo a un mejor porvenir.
"Quien lo diría... la mocosa se va a convertir en una correspondencia frecuente. Aunque tomando en cuenta los errores en la carta, no creo que le vaya a tomar mucho tiempo aclimatarse" murmuró por lo bajo mientras caminaba hacia su habitación, descartando la carta en su mesita de noche y quitando su armadura lentamente, para quedarse en pantalones como única vestimenta.
Con un bostezo el Canceriano se dejó caer desgarbadamente sobre la amplia cama de plumas, pensando con vaguedad que al siguiente día iría a comentarle a su compañero Pisciano sobre la chica, porque en ese momento todo lo que quería hacer era dormir y dejar pasar su resaca, dado que esa noche tenía un concurso de bebidas con el Escorpión de la Octava Casa, y no pensaba perder por nada del mundo.
Así pues, rápidamente se durmió, con vagos pensamientos de aquella chica de ojos gris plomo.
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Enero, 08 de 1743
"Oh, vamos Alba-chan, el anciano no va a enterarse" se quejó patéticamente el Canceriano, mientras mantenía el equilibrio en sus dos manos, ya sintiendo la cabeza pesada por haber permanecido tres días en esa posición.
Albafika de Piscis, Santo Dorado de largos cabellos azul celeste, piel pálida y ojos azul cobalto observó sin inmutarse al que lamentablemente debía considerar uno de sus amigos más cercanos, preguntándose internamente si aquel hombre estaba bien de la cabeza, y de paso cuestionando su propia sanidad mental al relacionarse con él en particular; aunque en general fuera el Santo de Cancer quien iba siempre a molestarlo a su Templo hasta que el Pisciano se vio forzado a admitir que no podía deshacerse de él por más que lo deseara sin incurrir en la desaprobación del Patriarca, aunque en realidad eso sería hacerle un favor a su ilustrísima.
El sudor le bajaba goteando por el rostro y ya a esas alturas su piel blanca estaba algo colorada por la extensiva pose que mantenía desde hace algunos días, un castigo merecedor por cometer uno de los muchos desastres de los que normalmente era responsable.
"El Pope siempre lo sabe todo" el joven hombre que muchos consideraban el mas hermoso, entornó los ojos en ligera irritación, mientras cruzaba sus piernas para mejor comodidad sobre uno de los tantos pilares que podían encontrarse en el extenso campo de entrenamiento. "Y te lo tienes bien merecido por lo que hiciste, si no fuera por que su Ilustrísima se apiado de ti, El Cid te hubiera aniquilado en el acto"
"Oh, vamos no fue para tanto... solo fue un pequeño accidente" Manigoldo resopló, aunque por dentro tenía que darle crédito a las palabras de su compañero, pues en verdad que, si no hubiera sido por eso, el Santo de Capricornio probablemente lo hubiera matado, pues sus ojos grises habían brillado con ganas de cometer asesinato; en su mirada normalmente inexpresiva. Y aunque jamás lo admitiría, casi se había mojado los pantalones ante semejante vista. Incluso ahora le daba un escalofrío pensar en la apariencia casi demoniaca que por un momento había percibido en el hombre de corto cabello negro. "La situación se me fue solo un poquitín de las manos..."
"¿Un poquitín? ¡Pero si prácticamente vandalizaste el Templo de Capricornio!" su amigo le espetó con incredulidad y exasperación a partes iguales. "¡Estabas tan pasado de copas que te equivocaste de Casa!"
"Solo me perdí un poco cuando iba de regreso de Rodorio" pero ni siquiera él se lo creía, y al parecer Albafika tampoco, si por la expresión de su rostro se guiaba. "Vale esta bien, estaba un poco bebido, pero no fue para tanto, a Kardia le fue peor... después de todo yo no termine de pasar las Doce Casas. Él por el contrario, fue derechito a hablar con Athena gritando a todo pulmón que necesitaba discutir algo con ella" sus labios se curvaron en una sonrisa burlona, al imaginarse al Escorpiano en semejante acto, y a la cara de pocos amigos que tenia el viejo cuando lo oyó.
"Ese no es el punto en esta discusión, la cuestión aquí es que debes terminar tu castigo" dijo entrecerrando los ojos en advertencia, al tiempo que lo apuntó con el dedo en irritación. "Y no será por mí que te escapes. Es más, yo ni debería estar aquí pero el Patriarca requería que te vigilaran y tenia que ser un trabajo para alguien que no pudieras intimidar fácilmente, por lo que la tarea recayó en nosotros los Dorados" resoplando, tomó su libro que había dejado de lado cuando inicio la absurda conversación y volvió a retomar la pagina en la que se quedó ignorando parcialmente al otro. "Además, Sisyphus no podía hacerlo hoy ya que iba a entrenar con Regulus, y los demás estaban ocupados con otras tareas importantes, así que he me aquí, perdiendo mi día libre haciendo de niñera"
"Ya, bueno ¿Cuánto tiempo más voy a tener que estar aquí pues?" preguntó este sabiendo que no iba a conseguir compasión de su amigo, por lo tanto, se resignó a seguir sosteniendo su peso total con sus manos mientras el resto de su cuerpo se mantenía elevado hacia el cielo, ignorando su hambre y sed, pues parte de su castigo había sido no probar bocado o beber nada durante esa parte de su castigo. "Eres una persona cruel, Alba-chan, solo quiero que lo sepas" agregó en son de molestarlo un poco ya que no tenía nada mejor que hacer estando mortalmente aburrido.
"Me importa una mierda, Manigoldo" él se encogió de hombros tranquilamente mientras pasaba una pagina del gran tomo en sus manos. "Y para pasados del mediodía deberías haber terminado aquí, aunque desconozco que otra cosa demandara su Ilustrísima que hagas. Solo espero que no me involucre a mí, pues ya he perdido parte de mi mañana libre vigilándote y tenia cosas que hacer en Rodorio"
Duraron dos horas en absoluto silencio, tiempo en el que el hombre de cabellos celestes termino dos capítulos del libro y suficiente tiempo para que el Canceriano se aburriera de estar perdido en sus propios pensamientos, por lo que recordó tardíamente la ultima carta que aquella chiquilla le había enviado.
"Por cierto, la enana escribió de nuevo" dijo con indiferencia, secretamente ocultando la sonrisa triunfal al ver que finalmente llamaba la atención de su compañero hacia él de nuevo.
"¿Oh?" fue lo único que Albafika comento. Y aunque no despego su vista de la página su atención estaba dirigida solamente al otro hombre, pues le llamaba la curiosidad sobre que había escrito. Puesto que aunque él también había recibido su propia carta de parte de aquella muchacha, por lo general era el Santo de Cancer quien recibía más misivas de ella.
"Es mas o menos lo mismo de siempre, relatándome sobre como va su vida y todo eso" Manigoldo dijo y se encogió de hombros como mejor pudo, mientras relataba con vaguedad las palabras descritas por la chica en su última carta.
"¿Me pregunto de que estará trabajando?" murmuró en voz alta, dejando descansar su libro contra su pierna, su mirada acobaltada se dirigió inquisitivamente hacia su amigo. "¿No te lo ha dicho, en alguna de sus cartas? Después de todo hace ya nueve meses desde que recibiste la primera misiva de ella, deberías saber a estas alturas que es lo que hace para vivir, ¿No es así?"
"No realmente, pero por lo que dice sea lo que sea que este haciendo la chiquilla, le esta yendo bien" dijo sin prestarle mucha atención, sus ojos azul-violetas estaban fijo en el reloj de sol a unos metros de ellos, contando mentalmente los cinco minutos que le quedaba de ese castigo en regresiva.
"Eso no me tranquiliza, aunque tu no pareces particularmente preocupado" la censura podía palparse en el tono de voz del Pisciano, fulminando a su amigo con una fría mirada que podría competir con la de Degel de Acuario.
"¿Por qué lo haría? La chiquilla sabe cuidarse sola, paso muchos años en las calles de Venecia después de todo" Manigoldo estiró sus agarrotados músculos mientras se enderezaba de su posición vertical invertida, haciendo una mueca de incomodidad e ignorando la súbita subida de sangre al resto de su cuerpo. "Es una mocosa de armas a tomar, y no se encuentra sola ya que los otros mocosos amigos de ella la acompañan por lo que yo sé"
"Es cierto que Gioca es una persona mu capaz y se había podido defender bien en las calles, pero Manigoldo, en ese entonces era más fácil porque se hacia pasar por un chico y se ocultaba detrás de esa fachada la cual le otorgaba cierta protección" Albafika descendió del pilar, aterrizando a unos buenos dos metros del otro hombre. "Sin embargo, ahora no se esconde, y debido a ese hecho, nuevos peligros van a rondarla... después de todo, una chica sola viviendo en las calles y sin una familia que la respalde, que no sean otros chiquillos, se vuelve una presa fácil para cierto tipo de depredadores"
"¡Bah! Estoy seguro de que ella estará bien, es mas resistente de lo que puedas pensar" el Canceriano hizo un gesto despectivo manteniendo su aire de desinterés, mientras continuaba reviviendo el sentido de sus extremidades.
"Espero que estés en lo cierto sobre eso" fue todo lo que el de cabellos azul celeste dijo, mirándolo con frialdad antes de darse la vuelta y marcharse a grandes zancadas, con su capa ondeando en el viento.
Aunque por fuera Manigoldo se había mantenido indiferente, la verdad era que ahora su compañero lo había dejado pensando en la cuestión. Y por más que lo negara la idea de que algún desgraciado de las calles o incluso alguien con suficiente dinero y títulos a sus espaldas, se aprovechara y asaltara a la chica que él recordaba llena de tanta vives cuando se despidieron en los muelles de Venecia, le dejaba con un mal sabor de boca. Maldiciendo a Albafika por poner aquellos pensamientos en su mente, él se marchó directo a su Templo dispuesto a bañarse y revisar todas las cartas que la jovencita le había enviado hasta la fecha para detallar si en alguna de ellas se perdió alguna descripción sobre aquel trabajo que tanto la estaba beneficiando.
Después de todo, los trabajos honrados para chicas como ella eran escasos, especialmente sin una recomendación de otro sitio. Y por todo lo que él sabía, la muchacha bien podría haber conseguido trabajo en una taberna, o peor aún, en un burdel. Se estremeció de solo pensarlo, pues en su mente no encajaba la imagen que tenia de la chiquilla y su determinación de forjarse un camino bueno y honrado, con la de ella trabajando en uno de aquellos sitios de mala muerte donde las jóvenes se prostituían para obtener algo de dinero y poder comer. Él había estado en las calles cuando era niño lo suficiente como para saber como funcionaba el mundo, y usualmente las mozas sin familia, ni una buena educación y nadie que las protegiera terminaban por lo general vendiendo sus cuerpos, ya fuera en las calles o en un prostíbulo.
Su humor ciertamente había tomado un rumbo para peor, y los que se cruzaron en su camino ciertamente lo notaron rápidamente, pero él no les dio importancia alguna, prácticamente pasando como una exhalación negra por los primeros Templos sin siquiera dirigirles un saludo a sus compañeros, maldiciendo crudamente no por primera vez. Pensó con sarcasmo que aquello se lo tenía que agradecer al Pisciano, pues efectivamente había arruinado sus planes de pasar una tarde amena luego de ver al Pope.
Pero eso iba a tener que esperar pues su imaginativo cerebro saltaba de un escenario a otro, siendo uno mas desagradable que el siguiente; y en lo que puso un pie en su Casa, se dirigió a su habitación buscando el cofre que tenía las siete cartas que la chica le había mandado en aquellos meses, y de las cuales, pensó con algo de incomodes, solo había correspondido dos veces. Gruñendo, las tomo y releyó una a una, sintiéndose mas irritado a cada segundo pues, aunque ella siempre comentaba que le iba bien y que su supuesto jefe la tenía aprendiendo letras y números, entre otras cosas, nunca detallaba realmente que trabajo realizaba para aquel hombre, dando validez a la preocupación que el Santo de Piscis y ahora el mismo, sentía.
Por tanto, tomo un tintero, pluma y papel y se sentó en el escritorio que tanto aborrecía y solo usaba cuando tenía que escribir los dichosos reportes de sus misiones, y comenzó a redactar una carta propia, pues necesitaba respuestas.
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Pasaron algunos meses mas desde aquel día en que el Santo de Cancer había escrito su tercera carta, y desde entonces procuro estar más al tanto de lo que la chiquilla hacía, en cierta forma asegurándose de que no se involucraba en cosas peligrosas, y aunque si alguien le preguntara lo negaría. La verdad era que Manigoldo empezaba a entretenerse con cada misiva que llegaba de la chica donde esta le relataba a cada sitio que su trabajo la llevaba y cada interesante persona que conocía, porque sorpresa, sorpresa, la enana estaba trabajando para un hombre mayor dueño de un navío mercante.
Hasta ahora la chica había visitado otras partes de Italia, y también en dos ocasiones visto las costas de Francia y España, pero debido a que no hablaba ninguno de esos dos idiomas no había regresado puesto que no sabía cómo manejarse entre gente con la que no podía comunicarse; más eso no la detenía, debido a que aparentemente tenia talento para el comercio, sabiendo diferenciar las buenas piezas de una baratija que era falsificada, algo que le había ganado respeto y un cargo relativamente alto en el negocio mercante.
Llegó hasta el punto en que el Canceriano esperaba con avidez las cartas solo para ver en que tipo de problemas se metía ella, o que nueva cosa había visto o aprendido, ya que le resultaba entretenido y rompía un poco con la monotonía del Santuario, y se encontró sonriendo cada vez que el correo llegaba. Claro que no le dijo nada de eso a Albafika, debido a que después de un tiempo este dejo de preguntar tanto y parecía mas calmado respecto a como le iba a la chica de pelo negro una vez se enteró de que trabaja. Y aunque todavía no respondía a las misivas con tanta frecuencia como las recibía, ella no parecía importarle la periodicidad con que lo hacía, incluso de vez en cuando se encontró dándole algunos apuntes con respecto a ciertas situaciones en las que se encontraba desconcertada sobre como proseguir, algo que en su vida se había imaginado haciendo el hombre de cabellos cortos y algo que había guardado para sí, pues podía arruinar su reputación cuidadosamente construida si se llegaba a saber.
Con un bostezo se preparo para irse a dormir, pues estaba algo adolorido luego del entrenamiento que había tenido con el Patriarca ese día, más que pronto tenía que irse de misión a averiguar si por ciertas regiones se había visto apariciones de Espectros, los cuales estaban apareciendo más y más últimamente, señalando que la Guerra Santa se aproximaba.
No tuvo problemas para dormirse, pero si para levantarse temprano, afortunadamente la misión solo duro dos semanas en donde resulto ser que los problemas de los que se había informado al Santuario no fueron otra cosa que maleantes normales con los que termino sin ningún problema, por lo que a la semana siguiente se encontró de vuelta en Grecia, algo aburrido de no haber encontrado una buena pelea.
"Ah, Manigoldo ya has regresado" la voz grave y fuerte interrumpió la subida del hombre hacia su Templo, sacándolo rápidamente de sus monótonos y aburridos pensamientos.
"Hey, Aldebaran" él sonrió ampliamente como saludo al hombre de más de dos metros de altura.
Sus largos cabellos blancos ondeaban al viento, sudor perlaba su frente mayormente debido al calor de ese día, pero este también le dedicó una sonrisa a su compañero acercándose a paso lento portando ropas de entrenamiento en vez de su Cloth Dorada. Era obvio que había estado entrenando, pero no por su cuenta, noto el Santo de Cancer, captando a lo lejos a tres chiquillos desparramados en la tierra a unos metros.
"Ya veo que te ha tocado entrenar a tus discípulos. Te compadezco, hombre, yo no puedo tratar con niños" Manigoldo comentó dejando la caja de su armadura en el suelo y sentándose en esta, dispuesto a conversar un poco con él, ya que no le apetecía hacer el aburrido trabajo de escribir el reporte.
Aldebaran soltó una carcajada, girando un poco para ver a sus tres alumnos recuperando el aire luego de solo haber iniciado el calentamiento, sintiendo un sentimiento de cariño hacia aquellos niños que había tomado bajo su ala y que prometían convertirse en excelentes Santos una vez florecieran con el potencial que podía ver en sus jóvenes rostros. Luego regresaron sus ojos verdes a la cara de su compañero el cual no parecía tener prisa por ver al Pope, y sacudió la cabeza, recordando también su comentario anterior.
"No es tan malo. Tener bajo tu responsabilidad niños con un futuro prometedor es satisfactorio, deberías probarlo para variar, nunca sabrás si puedes hacerte cargo de ellos si no lo intentas" el grandote ánimo, palmeando animadamente el hombro de su amigo a quien casi tira al suelo olvidado momentaneamente lo fuerte que era aparte de tomarlo desprevenido.
"Joder, no, eso no es para mí" rodó sus ojos azul-violeta haciendo una mueca, antes de sonreír burlonamente. "Seguramente termine olvidándome del pobre infeliz y lo encuentre desfallecido en algún lugar del Santuario, así que no... dejemos lo de aprendices para otros mejor capacitados"
"Un día de estos vas a tener a tu cargo alguien y no te va a quedar de otra que aprender" negó con un suspiro, creyendo que realmente él podía aprender algo importante de tener a un niño que dependiera de él, pues lo consideraba demasiado temerario para su propio bien.
"¡Muérdete la lengua, hombre! Yo mejor me voy de aquí antes de que decidas darme un sermón. Con los del viejo es más que suficiente" entornando los ojos se levanto y tomó las asas de su caja de pandora, echando un último vistazo a los niños que apenas comenzaba a levantarse del suelo con temblorosas piernas. "Y tu deberías volver a continuar el entrenamiento con los chiquillos si quieres que sirvan para algo"
Una expresión de desconcierto apareció en el rostro del hombre grande, quien parpadeo confundido.
"Apenas hemos comenzado con el calentamiento"
"Maldición, grandote, si sigues así vas a matarlos antes de comenzar con el verdadero entrenamiento" exclamó el de cabello corto azules, encaminándose hacia las Doce Casas, negando con la cabeza con incredulidad. "Después dicen que yo soy el que tienes problemas mentales" murmuró para sí mismo masajeando su cuello antes de dirigirse hacia el Templo Papal.
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Marzo, 16 de 1744
Ese día despertó con la intensión de irse de copas con Kardia a Rodorio pues sabia que el Escorpión iba a regresar pronto de una misión y por lo general habían tomado como habito que cada vez que alguno de ellos volvía al Santuario iban a divertirse al pueblo por una noche. Por lo que, con eso en mente, se levanto de la gran cama y vistió ropas de entrenamiento pensando en pasar unas horas en el coliseo; y efectivamente así lo hizo, hasta bien pasado el mediodía, e incluso tuvo una pequeña practica de pelea con el propio Aldebaran que, aunque no quiso admitirlo lo dejo con los músculos ardiendo y algunos morados.
Estaba saliendo de su cuarto cuando se encontró no solo a Kardia sino también a Dohko esperando por él en el área que podía considerarse como recibidor.
"No sabia que el pequeño tigre iba a unírsenos, pero mientras más, mejor" Manigoldo sonrió burlonamente antes de mirar al joven de cabellos caoba y ojos verde jade. "¿No eres un poco joven para beber?" inquirió con una ceja alzada mientras salían de Cancer con paso tranquilo.
"El Toro también se nos unirá hoy. Y en algún momento hay que iniciar al niño en el mundo de los hombres" la sonrisa de Kardia era impía, mientras le palmeaba el hombro al joven chino, quien solo entorno los ojos sin ofenderse, sabiendo ya de antemano la reputación de mequetrefes de ambos mayores.
"Ha, ha, muy gracioso chicos, pero esta no será la primera vez que tome alcohol" Dohko de Libra mencionó sin darle importancia, adentrándose en la Casa de Tauro y saludando al gran hombre afablemente, pues era con uno de los cuales se llevaba mejor.
"¿Estamos listos pues?" preguntó el Escorpiano, luego de observar a todos con sus ojos azul-rojizo, y al ver que asentían, este sonrió ampliamente siguiendo al mas grande de sus acompañantes mientras platicaban amenamente.
No habían dado si no unos pasos lejos del primer Templo, Aries, cuando ellos divisaron al aprendiz que llevaba el correo dirigirse hacia ellos con su usual bolso cruzado sobre el pecho de color marrón, y al instante se detuvieron pues el muchacho también lo hizo, más su mirada reluctante estaba puesta en uno de los Santos más problemáticos.
"B-Buenas tardes" el chico de cabellos rubio y ojos azules tomo una respiración honda, antes de sacar la misiva y tendérsela a Manigoldo con un cuidado excesivo, como si esperara que este le arrancara el brazo de un momento a otro. "Su correspondencia"
El Canceriano tomo la carta con desinterés, aunque tenía el presentimiento de saber de quien provenía, y no lo comprobó hasta que el chico se perdió en la distancia. Sabía que sus amigos estaba mas que impacientes de marcharse a Rodorio, pero sus ganas de salir se opacaron por la inmensa curiosidad de saber que había escrito esa vez, por lo que el impulso era demasiado como para esperar al día siguiente a leerla; después de todo cada vez que iban al puedo siempre terminaba con una resaca tremenda.
"¿Vienes o no, Manigoldo?" Kardia lo llamó algo exasperado, necesitaba un trago lo antes posible si iba a sobrellevar el estrés del viaje que tenía por delante al día siguiente, especialmente porque la misiva que recibió esa tarde de la mujer de largo cabello negro y ojos verdes lo había llenado de tensión.
"Nah, ustedes adelántense, yo tengo algo que hacer primero" y sin esperar a obtener una respuesta, se dio la vuelta y regreso a su Casa maniobrando con el objeto en sus manos y la mirada perdida.
Al entrar en su habitación y lejos de ojos curiosos abrió el sobre y comenzó a leer.
'Manigoldo,
Me gustaría empezar diciendo que al parecer he hecho algo muy bueno, porque mi jefe, el Signor Salvatore me llamo hoy a su despacho para decirme que no solo se ha quedado impresionado con mi desempeño en el trabajo desde que me contrato, sino que, además, ha decidido empezar a entrenarme en como dirigir la pequeña compañía naviera de comercio que tiene para que yo me quede a cargo cuando él se vaya de viaje de negocios.
¡Es una completa locura!
Por supuesto que con el cargo vendrá más dinero y aprenderé un montón de cosas más, algo que estoy esperando con ansias, pues como bien sabes he descubierto que me encanta aprender y todo es siempre muy interesante a donde nos lleva el trabajo. Y aunque nosotros no transportamos personas en los tres barcos que tiene la compañía, siendo solo mercancía como bienes personales o incluso comida, igual interactuamos con gente en otros puertos y los proveedores de cada lugar.
Nunca pensé que mis años en las calles me servirían para otra cosa que afilar mi astucia con respecto a otras personas y como conseguir su dinero; ahora, sin embargo, esas habilidades que aprendí las uso de una forma diferente, para mejoría del negocio, pero siempre permaneciendo dentro de lo legal. No me malinterpretes, no he hecho nada ilegal desde que nos vinos la última vez...
En fin, aparte de esa noticia tan inesperada, todo por aquí ha estado dentro de lo usual, incluso finalmente aprendí a cocinar algo apto para consumo humano, ¿puedes creerlo? Aunque Pigro y Peche se niegan a probarla por miedo a una indigestión masiva, los muy ingratos, pero afortunadamente Mauro y Leo tuvieron mas iniciativa y me dieron el visto bueno... ya se que no me envenenare ni a mi ni a la tripulación en un futuro cercano.
Me asegurare de informarte como me va en el aprendizaje y el nuevo rol que adoptare, hasta entonces por favor trata de no meterte en problemas, que ya Albafika-sama me dijo sobre tu ultima hazaña...
Gioca'
"Bueno, bueno... parece que te estas haciendo de una buena vida" murmuró por lo bajo con una media sonrisa, y sin pensarlo mucho tomo, pluma, papel y tintero acercándose al escritorio que se había encontrado usando con más frecuencia.
Fue luego de que terminara de escribir y se asegurara de que su carta fuera a ser entregada que se dirigió a Rodorio, entrando al Dragon Esmeralda, la taberna que casi todos los Dorados frecuentaban y fue directamente a la mesa en donde sus compañeros estaba ya reunidos con sus bebidas. Aunque la verdad si le pareció que el Escorpiano estaba mas tenso de lo usual, como si algo lo preocupara pues aunque por lo general bebía a cantaros en ese momento apenas parecía haber tocado su tarro de cerveza fría.
"¿Hiciste lo que tenías que hacer, mi amigo?" Aldebaran inquirió con una amigable sonrisa, en su mano un tarro de cerveza y en la otra unas galletas saladas que tomo del plato frente a él.
"Seh, nada de qué preocuparse" se encogió despreocupadamente de hombros, tomando el asiento que ellos le había reservado y señalo a una de las muchachas que trabajaban allí para que tomara su orden.
Sin embargo, nada de lo que tenia planeado salió como el lo había imaginado, para empezar Kardia no toco más de dos tarros de cerveza, y acabo marchándose anormalmente temprano debido a que al siguiente día debía partir de Grecia por una misión, al mismo tiempo que el Escorpiano se fue, Dohko también decidió irse y dos horas después el Santo de Tauro tomo camino a su Templo, dejando al Canceriano bebiendo solo y perdido en sus pensamientos.
Incluso cuando satisfizo su deseo con una de las viudas que frecuentaban el local, se encontró no disfrutando del todo del acto físico como anteriormente hacía, simplemente había algo... fuera de lo común, diferente. Y aunque su cuerpo estaba saciado algo dentro de él se sentía inquieto y insatisfech. Hasta tal punto que no se quedó en la habitación alquilada luego de acostarse con la mujer la primera vez; agarró su ropa del suelo y se la puso mecánicamente, con algo de irritación incluso, sin siquiera darle una explicación o despedirse, abrió la puerta y desapareció, para ir de regreso al Santuario, todo el tiempo con el ceño fruncido.
¿Qué diablos estaba mal con él? Se preguntó una vez se hubo aseado y cambiado su ropa por los pantalones que utilizaba para dormir, mirando al techo de su cuarto pensando profundamente cuando había iniciado aquel cambio, porque esa no era la primera vez que sucedía, pero si la primera vez que le molestaba tanto que no lo pudo ignorar, por lo que regreso temprano.
Siempre desde que fue lo suficientemente mayor como para hacerlo, disfrutaba del placer con una mujer dispuesta que no tuviera ninguna atadura ni que se prostituyera de alguna forma, era muy cuidadoso de con quien se acostaba pues había enfermedades y otros peligros para tener en cuenta. No tenía problemas en ningún sentido cuando sucedía con desconocidas porque siempre era lo mismo, pero de unos meses atrás la insatisfacción comenzó a increpar en su ser, hasta que inevitablemente ese día no pudo aguantar el rechazo que sentía a quedarse con la viuda por un momento mas del que lo hizo.
"Maldición" masculló frustrado, dándose vuelta para quedar boca abajo en la cama.
Definitivamente, algo andaba mal con él, porque, ¿Cómo era posible que ya no encontrara verdadero disfrute a algo que era tan natural?
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Julio, 14 de 1745
Desde aquel día dejo de buscar placer tan seguido como normalmente lo hacía, solo cuando llegaba un punto en que su propio cuerpo necesitaba liberación era que se animaba a ir a conseguirla, e incluso entonces era una reacción puramente biológica. Pero debido a su reputación y porque no quería levantar sospechas mantuvo su comportamiento relativamente igual, salía, bebía alcohol y disfrutaba de otras cosas, y afortunadamente nadie noto nada anormal.
En general se mantenía con su humor usual, fastidiando de vez en cuando a los otros Santos Dorados y a realmente quien se le pasara por en frente, pero desde hacía unos días atrás que no había podido ni siquiera reunir el ánimo de ir a echar un polvo a Rodorio, llevándolo una solución que no había usado desde que era un adolescente puberto, por lo cual estaba de un humor de perros que hacia que sus compañeros se mantuvieran apartados de él, hasta que terminaba un entrenamiento y se quedaba agotado.
Y justo ese día, cuando regresaba del coliseo y entraba a su Templo cansado, sudoroso y todavía de mal humor, notó que había un paquete mediano en la mesa de mármol donde usualmente dejaban el coreo cuando no estaba, y curioso se acercó, dándose cuenta de que arriba de este estaba una carta con una caligrafía ya familiar.
Rápidamente la abrió, confiando en que por lo menos aquello sería una buena distracción.
'Manigoldo,
Normalmente empiezo mis cartas contándote algo nuevo sobre lo que haya aprendido o que ha sucedido recientemente, pero esta es una excepción a la regla, así que déjame decirte primero que todo...
¡Feliz cumpleaños, cangrejo cascarrabias!
Así es, he adquirido la información de una fuente confiable, aunque estoy segura de que si realmente te interesa saber lo descubrirás en poco tiempo, pero lo cierto es que no me importa, pues he conseguido mi cometido. Debido a mi nueva posición en el trabajo y al incremento en mi salario he podido reunir y sabiendo que se acercaba tu cumpleaños, te he enviado un regalo que estoy segura te encantara y este se encuentra en la caja que viene con mi carta.
Me dijeron y también comprobé que es de buena calidad, ¡así que no quiero quejas después!
Y solo para que lo sepas, todo va bien y no ha pasado nada fuera de lo común, así que disfruta del presente con todos mis buenos deseos, porque si no fuera por ti y Albafika-sama, no hubiera tenido el valor de cambiar mi vida y futuro.
Así que, grazie...
Gioca'
"Albafika, desgraciado... seguro fuiste tu" murmuró por lo bajo, pero no pudo evitar que una sonrisa se asomara a sus labios. Y aún más curioso observo el paquete con ojo crítico, antes de abrirlo como si esperase que un animal o algo saltara de esta, pero lo que encontró dentro fuera algo totalmente diferente, y que ciertamente era valioso. "Vaya, vaya..."
En el interior se encontraba una botella pequeña de liquori, sin embargo, cuando lo saco por completo se paralizo por un momento pues no era uno cualquiera, no este era un Whisky Escoces de primera, y si sus cálculos no fallaban, debía haber costado una buena cantidad de dinero, pues los licores y en especial de esa especie no era baratos.
"Esto definitivamente animara mi semana" asintió, sintiendo por primera vez en semanas que volvía a ser él mismo, y se lo debía a una chiquilla que estaba en otro país y a la que no veía desde hacia aproximadamente tres años.
¿Quién lo hubiera adivinado?
.
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Pasaron siete meses más desde su cumpleaños y el regalo recibido, en donde su correspondencia con la muchacha incremento un poco mas puesto que ya el hombre de cabello corto azul no tenía otro entretenimiento aparte de beber de vez en cuando en el establecimiento en Rodorio con sus amigos, entrenar e ir de misión, lo único que lo mantenía relativamente interesado eran las misivas de la chica italiana.
Ese día en particular luego de un riguroso entrenamiento con Aldebaran de Tauro en el coliseo, un aprendiz se acerco a ellos y les informo que el Dorado de Cancer había sido llamado a la sala papal; gruñendo por lo bajo en irritación, pues ya esa semana el viejo le había dado un sermón. Se despidió de mala gana del alto hombre de largos cabello blanco y ojos verde oliva y se dirigió a ver al Pope, sin molestarse en cambiarse o asearse.
El líder de la orden Zodiacal, se encontraba sentado sobre el trono de piedra y mármol.
El era un hombre paciente e imponente, estricto, pero siempre considerado de los demás, todos lo admiraban y respetaban por igual, su discípulo especialmente, aunque con ello venia una buena dosis de temor porque cuando se enfadaba era algo temible.
Vestido con una toga negra de mangas largas con detalles en dorado y rojo, de su cuello colgaban dos collares, uno de perlas con cruz dorada, y otro Colgate de perlas con varias placas de plata que caía mas abajo; su piel era pálida, su cabello de un color blanco era largo y sedoso, y aunque sus facciones no se podían distinguir muy bien debido al casco dorado pero sus facciones eran finas, y sus ojos de verde oscuro, que reflejaban su edad tanto como su apariencia.
"¿Mando a llamar, su santidad?" su mirada azul-violeta se fijo en la de su maestro, Sage, antiguo Santo de Cancer y actual dirigente de las fuerzas de la Diosa Athena.
"Efectivamente" Sage frunció el ceño al ver a su pupilo con una apariencia desarregla y por las ropas que portaba y el sudor que corría por su frente era obvio que había estado haciendo antes de llegar. Suspirando ante el infantil comportamiento del hombre que el secretamente consideraba como su hijo, dejo pasar su insolencia y fue directo al grano. "Ha llegado un reporte concerniente a sospechas de avistamientos de Espectros, y se ha decidido que deberías tu eres el candidato perfecto y más adecuado para enviar a investigar a este lugar"
Manigoldo alzó una ceja algo desconcertado, pero no importándole realmente, puesto que al menos una misión rompía con la monotonía que se había instalado y que las cartas de la italiana rompían usualmente; encogiéndose de hombros, posó sus manos en sus caderas y decidió preguntar por mas información, para saber cuanto tiempo tenia para empacar y a donde se dirigía.
"¿Y cuál es este lugar al que voy a ir?"
"Italia" la sucinta respuesta del Pope sorprendió al hombre de cabellos cortos.
"¿Cuándo debo partir?" inquirió, sintiendo su interés despertar, puesto que hacia años que no iba a su país natal. Mentalmente empezó a hacer los cálculos de lo que llevaría y si podría quedarse un tiempo extra luego de resolver el problema de los Espectros.
"En dos semanas zarpara un barco que se dirige a ese lugar, hasta entonces tienes el suficiente tiempo como para ordenar tus asuntos... y por favor, abstente de escandalizar a las nuevas Vestales, ya me ha llegado una queja de la Vestal Madre sobre tu poco apropiado comportamiento" lo último lo agregó con irritación fulminando a su discípulo con la mirada.
"¡Bah! No es culpa mía que sus sensibilidades se ofendan con tanta facilidad" rodó los ojos azul-violáceos al imaginar a las chiquillas y mujeres que entraron a trabajar como Vestal recientemente quejándose como unas niñas mimabas por su rudeza o vocabulario.
"Manigoldo..." el tono de advertencia le indico que su paciencia se estaba agotando, mientras sus ojos ocultos bajo la sombra del casco dorado lo observaban con más intensidad.
"Esta bien, esta bien, viejo... hare lo posible por no horrorizar a las mozas mas de la cuenta" alzó las manos al aire en son de rendición y exasperación. "Si eso era todo, ¿Puedo retirarme ya?" agregó cruzándose de brazos, con un nuevo sentimiento de anticipación en la boca del estómago.
Al ver asentir al Pope, el actual Santo de Cancer se dio la vuelta luego de una pequeña inclinación de cabeza como muestra de respeto y se marcho de regreso a su Templo, donde se ducho y cambio de ropas, dispuesto a empezar a empacar desde ya pues quería tener días libres y no correr a ultima hora. Sin embargo, también se encontró observando fijamente el escritorio y debatiéndose internamente si hacer lo que pensaba o no.
Al final decidió que no importaba, puesto que bien podrían no estar en el mismo sitio, por lo que tomo pluma, papel y tinta...
.
.
Dos semanas después, Manigoldo tomó la caja de pandora donde llevaba su armadura y una bolsa de viajes y se encamino fuera del Santuario con destino al puerto de Athenas, donde abordaría un barco que se dirigiría al lugar donde su misión ocurriría; y aunque lo negara tenia un presentimiento curioso sobre el sitio, y lo que podría encontrar en este.
"Italia, ¿eh? Ya veremos qué sucederá" susurró para sus adentros, con una sonrisa muy amplia en su rostro.
"¿Ya te vas, Manigoldo?" preguntó una voz tranquila y seria, haciendo detener al otro en sus pasos.
"Yoh, Shion" el alto hombre de cabello corto se giró hacia el discípulo del hermano de su maestro, quien lo observaba inquisitivamente, y para su sorpresa a su lado estaba otro de sus compañeros. "Albafika, no sabía que habías salido de tu Templo, ¿es esta una señal de que tus días de ermitaño han terminado?"
El nombrado lo fulminó con la mirada por un momento antes de rodar los ojos, acercándose a su amigo Canceriano.
"No, simplemente me toco la ronda matutina por Rodorio"
"Hmmm, si tú lo dices" se encogió de hombros, ignorando el suspiro de irritación que el Santo de Piscis dejó escapar ante su contestación, sin embargo, la conversación se interrumpió cuando Shion detecto a alguien descendiendo las escaleras.
"Ah, buenos días, Fluorite-san" sus ojos rojizos contemplaron a la joven Vestal del Templo de Acuario, quien se sobresalto un poco al notar que era observada por tres Santos Dorados.
"Muy buenos días, Shion-sama, Albafika-sama, Manigoldo-sama" Fluorite sonrió ligeramente haciendo una respetuosa reverencia, sintiéndose un poco bastante intimidada por los tres hombres presentes, pues no solo era por sus rangos como los mas altos en la Orden de Athena, si no por sus distintas personalidades las cuales eran muy diferentes.
Albafika solo asintió a modo de saludo, pero el de ojos azul-violeta sonrió ampliamente con diversión.
"Ah, tu eres la chiquilla que Degel trajo de Francia, ¿No es así?" Manigoldo se aproximó ignorando a los demás, rodeo su cuello y hombros con un brazo, no queriendo perder la oportunidad de fastidiar al Acuariano de alguna manera, especialmente porque no estaría allí para recibir una reprimenda. "Y dime, ¿Como es trabajar para una de las personas más heladas del Santuario? Debe ser difícil considerando que es tan constipado como Albafika aquí" dijo señalando al Pisciano con la mano, haciendo oídos sordos de las protestas de los chicos.
"¿Eh?" sus grandes ojos gris perla lo miraron con ligera confusión, preguntándose si lo había entendido mal, pero decidió responder de todas formas. "Degel-sama es muy paciente conmigo, y también increíblemente amable, no se queja cuando tiro las cosas o se me olvida alguna palabra en Griego... yo creo que a pesar de que siempre tiene un aura helada a su alrededor es una persona muy cálida, ya que siempre se preocupa de si estoy bien o si entiendo las cosas que me enseña" concluyó la joven rubia muy animada, con una sonrisa cálida en sus labios rosados, sin darse cuenta de que había dejado perplejos a los tres hombres.
Los tres Santos se miraron con las cejas elevadas, pues sabían que aunque su compañero que manejaba las técnicas heladas era amable, por lo general se mantenía siempre serio y era muy exigente a la hora de las habilidades de los que trabajaban con él en la biblioteca. Y ahora la chica les decía que era paciente y no se exasperaba cuando cometía un error, era simplemente desconcertante para ellos.
"¿Estas segura de que estamos hablando del mismo hombre?" la incredulidad estaba pintada por todo el rostro del Canceriano, preguntándose si ella había entendido bien su Griego. "Alto, pálido como un vampiro, cabello largo verde y ojos azules, que vive constantemente metido en la biblioteca"
"Eh... ¿Sí?" ella parpadeó confundida nuevamente.
"Déjala en paz o harás que Degel se enfade" Shion suspiró, pinchando el puente de su nariz exasperado con la actitud del caballero de Cancer, y su afán por fastidiar a todos simplemente porque podía.
"Ah, todos ustedes son unos aguafiestas, pero bueno" él rodó los ojos, alborotándole el cabello a la muchacha antes de apartarse. "Ya no debo retrasarme mas o el viejo se enojará conmigo por perder el barco"
"No te metas en problemas, Manigoldo" Albafika le dijo distraídamente, apartándose los demás a una buena distancia, mientras comenzaba a subir las escaleras aun pensativo sobre el encuentro que tuvo por primera vez con la jovencita de larga cabellera castaña y ojos verde oliva.
"No prometo nada" fue todo lo que dijo el Santo de Cancer, antes de saludar con la mano y una sonrisa burlona, marchándose directamente después de eso.
Después de todo no estaba jugando cuando dijo que su ilustrísima se enfadaría muchísimo si perdía su pasaje en el barco, y no podía negar que estaba interesado de pisar su tierra natal y las posibilidades que podrían presentarse allí.
Continuara...
Y Aquí volvemos con la tercera historia de la Saga Dorada :D
Hahaha ¡bueno espero que les haya gustado el primer cap! nuestro italiano preferido haciendo de las suyas y vandalizando las casas de los demas, ¡mientras El Cid metiendole miedo al culpable! y nuestro queridisimo Albafika siendo la conciencia de Manigoldo con respecto a Gioca no esta de mas xD
¿Y que les parecio su castigo? y su erm... digamos, ¿condicion? Hahaha... ¿que creen ustedes? ¿que nuestro Canceriano favorito se encontrara con Gioca en Italia? cualqier duda no teman en consultar con nosotras :3
¡Nos vemos en el próximo capitulo! ¡Dejen sus opiniones!
Pd: Creamos una pagina en facebook para dar aviso de las actualizaciones de estas historias de TLC, al igual que iremos subiendo dibujos de los diseños de algunas OC entre otras cosas :3
Pagina de Facebook: Sister Of The Heart-SSTLC
¡Únanse, las esperamos!
Zoteria
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