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23


─ Sí, Jinnie va a estudiar muy duro, él también quiere ser arquitecto.

─ Oh, ¿en serio?, eso es absolutamente genial, Annie. Tal vez mi marido pueda ayudarle con sus trabajos, a entenderlos.

─ Eso seria de mucha ayuda, ¿Verdad, Jinnie?

Annie decía todo tan alegre, tan entusiasmada, pero Jin no se veía nada entusiasmado o deprisa por saber sobre la integración de columnas, la lectura de planos, el crear diseños. Y aunque sonreía, la sonrisa no llegaba a sus ojos.

Jin iba en mi escuela, solo que no hablábamos mucho, no hablábamos nada, cada quien en su royo, pero debía admitir que era lindo.

No me sentía capaz de permitir que algo así saliera de ese modo, así que hice como que mi celular vibraba en mi bolsillo y conteste.

─ ¿Sandy? ─ Dije, sabiendo que no estaba en la otra línea. Fruncí mi ceño y puse cara de preocupación. ─ ¿Estás en casa?, ok, ok. Voy para allá.

Me levanté, la mirada de mi mamá reprendiéndome pero al mismo tiempo preocupada.

─ ¿Qué pasó?

─ 3312.

Hubo una risa pequeña en los labios de Jin, se contuvo demasiado. Miré mi celular y levanté mi plato y mientras lo hacía dije;

─ Nadie tiene derecho a decidir sobre la vida de otro, ni siquiera los padres mismos, todos somos diferentes, autónomos y tenemos libre albedrío. Que nuestro buen gusto no sea aplastado. ─ Miré a Jin. ─ Nuestros padres tienen que aceptarnos. ─Mis propias palabras incrustándose tan al fondo como vidrios y clavos en mi corazón. ─ Provecho y gusto en verlos de nuevo.

Salí fuera de la mesa y me dirigí a la cocina, para después salir por la puerta de la cocina, correr hasta la camioneta e irme en dirección a la casa de Sandy. Aunque lejos no estuviera.

[...]

Algo de lo que eramos muy fan Sandy, André y yo, era ver Peter Pan o los locos adam's, cuando sucedía algo malo las veíamos, cuando alguno de los tres no se sentía bien y aunque normalmente eso sucedía con André, teníamos las películas en la casa de Sandy.

Veíamos Disney o los locos Adam's y las películas estaban cuidadosamente acomodadas en unas repisas justo arriba de la televisión, entre una fea muñeca de trapo que era escalofriante y un feo cráneo con los sesos de fuera.

Nos tirábamos en la alfombra, con las pijamas puestas, botes de helado y muchas frituras. Muchas.

Mi pijama de Chimmy la había dejado dentro de la camioneta antes de que la amiga de mamá y su familia llegara de visita, y había servido, de lo contrario habría tardado más y no estuviera ahora con la espalda recargada en los pies de la cama y Sandy acostada con su cabeza en mi hombro, comiendo el bote de helado mientras la película se reproducía.

─ Siempre he pensado que te pareces a Merlina, pero una versión más kawaii. ─ Recibí un débil golpe en mi pierna. ─ Sabes que es verdad.

─ Lo es. Solo me gusta pegarte.

Sonreí y continuamos mirando la película en silencio, a pesar de que ya nos la sabíamos de memoria.

─Traje mi laptop. ─ Solté. ─ Sabía que me iba a quedar a dormir aquí, así que necesito terminar el reporte de investigación. Debo descargar los pdfs.

Sandy asintió. ─ Ponla en el escritorio mientras pongo Peter Pan y ¡más frituras!

Sandy se levantó como un pato torpe para recoger el desastre que ya teníamos y salió de su habitación en busca de nuestra sana alimentación. Yo, me puse sobre mis rodillas y alcancé mi mochila, saqué mi laptop y me apoyé de mis manos para levantarme y caminar al escritorio de color negro y cajones blancos.

Me dejé caer en la silla, posé la laptop donde normalmente va la de Sandy y la conecte al cargador de ella (siendo de la misma marca porque nos las regalaron una navidad nuestros padres). La encendí y dejé que los colores y el círculo que indicaba "cargando" me iluminaran la mirada.

La rápida idea de mi homosexualidad vino a mi, descubrir que me gusta por de bajo del agua. ¿Es que debería hacer una lista detallada?, porque sé que me gustan los hombres, antes estuve confundido, cuando más pequeño, pero ahora estoy completamente seguro de que me atraen los hombres.

Quiero explicar y explicarme a mi mismo. Pero no hay mucho que explicar, es que las mujeres no me producen nada más allá de querer ser amigo suyo o solo un conocido, no hay más, con los hombres es diferente, hay unos de los que puedo ser su amigo, como André, pero hay otros que los pienso tan lindos, con posibles culos tan redondos y mi polla entrando en ellos a nivel descomunal, como es el caso de Brooke.

Suspiré y deslice mis ojos por la pantalla, el escritorio iluminándose con Evan Peters y el puntero apareciendo, todo cargando, internet conectándose.

Llevé el puntero hasta el icono del explorador, di click en él y continúe haciendo lo que debía hacer para mi tarea.

Aunque, no logré terminarlo sin la tentación de mirar el blog, esquivar mis deberes para abrir la página de blog de Neptuno. Actualizaciones; confesiones, recetas, recomendaciones, cosas interesantes, como hacer distintos trabajos.

Neptuno era un sabelotodo cool.

Incluso estaba el de como hacer mi trabajo.

Miré mi correo, aún no tenía respuesta de Neptuno, cargué varias veces hasta que me rendí y comencé a hacer el trabajo.

[...]

Se movió de un lado a otro, procesando la información, tomando su barbilla y pensando como responder aquel correo, porque era seguro que Jimin quería una respuesta e incluso el mismo también la necesitaba.

Se sentó en la silla junto de su escritorio, aquella que había comprado para sus muchas horas frente al computador, cómoda y especial para según el "su culo sensible".

Miró el correo nuevamente, las letras moviéndose en su mente, formando palabras pero oraciones sin sentido. Sentía que debía responder de buena manera, lógica, bien pensada, que lo sintiera en su corazón, porque de alguna manera sabía que Jimin le daba su corazón en aquellos correos.

Le daba su corazón.

Frustrado, llevó a su rostro y las pasó reiteradas veces por la misma con presión, movió la mano al mouse y revisó que la computadora de Jimin estuviera encendida. Y lo estaba, así que encendió la cámara.

Una habitación diferente, bastante tétrica, pero se notaba que era de mujer.

De repente, apareció Jimin saltando sobre la cama, tenía una pijama azúl de rayas con un perro amarillo, también había un cono raro en su cabeza, un sobrero extraño de papel donde sobresalía una pluma, tenía una cosa de cartón que simulaba ser una espada, ya que con ella apuntaba a una dirección en particular. Entonces apareció una chica de cabello negro y corto hasta el hombro, ella tenía un parche en el ojo y una cuchara en la mano.

"¿Es en serio?" ─ Dijo él. ─ "¿Una cuchara?"

─ "¿Tú crees que yo guardo un garfio como guardo las escobas en el armario?" ─ Dijo ella.

¿Sobrero? ¿Espada de madera? ¿Parche? ¿Garfio?

Jimin se encogió de hombros y volvió a señalar con la cosa de madera a la chica.

"¡Te atrapare, peter pan!" ─ Gritó ella.

─ "¡Besame el culo y escucha el tick tock, garfio!"─ Respondió Jimin.

Que tierno, pensó Neptuno.

Posó los codos en el escritorio y su barbilla sobre las palmas de sus manos para observar a Jimin y la chica jugar entretenidamente. Saltando de un lugar a otro, picándose con la espada o el garfio, rompiendo en carcajadas varias veces.

Le nació sonreír, porque le hacía sonreír como es que actuaban como niños sin ningún problema, siendo adultos se llevaban tan bien.

Miró hasta que el cuarto pareció verse más oscuro, hasta que Jimin terminó tirado en el suelo con frituras llenando su boca y la chica sobre sus piernas mirando a alguna dirección. La televisión, suponía él.

─ "Tengo miedo, Jimin."

─"No tengas miedo, Sandy."

─ "Que fácil. "

─"No hay porque tener miedo, digo, no es un graaan problema, sí lo es, solo que no es tamaño volcán. Todo saldrá bien, casi terminamos la universidad, serás una reconocida psicóloga y tendrás muchos años que disfrutar con tu bebé. "

─ "Tengo miedo, de eso y de André."

─ "Solo es una etapa."

─ "Ya sé, solo..."

─ "Todo está bien."

─ "Jimin, ¿alguna vez te has enamorado?"

[...]

Miré a los lados, hasta que el sonido de la conocida e inolvidable motocicleta llamó mi atención a mirar en otra dirección. El casco rojo, la ropa adhiriéndose a su cuerpo, sus delgadas manos con guantes negros mostrando sus dedos blanquecinos sosteniendo el volante. Destilaba seguridad, virilidad, fuerza y un aire de sexo duro.

Se posó frente a la banqueta y el casco giró en mi dirección, lo sacó de su cabeza y lo posó sobre sus muslos, recargándose en él y el volante para sonreírme.

─ Chico sábanas.

─ Deja eso.

Abrió el compartimiento que traía su motocicleta para sacar el casco que me había prestado tiempo atrás y con un asentimiento, me hizo subirme y tomarle de las caderas.

Me siento como una especie de puberto emocionado por su primera vez.

Y eso que ni cerca de un beso estoy.

Vale mierda.

Cuando el cielo fue más oscuro, llegamos a donde sería la fiesta, música retumbando en vidrios y paredes, en mis oídos y mi corazón, ¿o ese era mi latir?, porque Brooke había estacionado la motocicleta y cuando bajamos de ella, tomó mi mano para jalarme al interior.

─ ¡Brooke!

─ ¡Zico!

Un muchacho, al que había visto antes con él en la universidad, se acercó muy animadamente con una bebida en mano y una sonrisa extensa.

─ Jimin, él es mi primo.

─ ¿Qué hay?

El muchacho ladeó la cabeza con una sonrisa más amplia y a pesar de ser familiar de Brooke, no se acercaba ni un poco a lo lindo que era él, es decir, era lindo, pero Brooke era realmente lindo.

─ ¿Quieres algo de beber, Jimin? ─ Soltó Brooke por arriba de la música.

Negué sabiendo que si bebía, perdería el juego y no me gustaría tener miles de llamadas y mensajes otra vez en mi celular.

Brooke asintió y nos adentramos más entre el gentío para divertirnos como era debido.

Aquí era cuando me ponía de fisgón, fingía ver mujeres cuando en realidad veía a sus parejas y era grato, es decir, saber que realmente me gustaban los penes y no las tetas. En verdad había un cosquilleo raro cada que pensaba en sexo duro con un chico y una sensación completamente extraña cuando me imaginaba con una mujer.

Y luego, después de bailar un buen rato y caer sobre un sillón, bebiendo relajadamente un refresco, un culo suave en pantalones negros cayó sobre mis muslos.

─ Eh, Jimin. ─ Murmuró en un asentó gracioso. ─ ¿Quieres ir a mi casa?

¿Estaba ebrio?

─ Prometo no aprovecharme de ti. ─ Soltó él. ─ Tal vez no tanto.








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