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15

No. Dios. Dolor.

Comenzaba a despertar y ya sentía un terrible martilleo, ganas de vomitar y falta de aire.

¿Qué mierda?

Uhm, olor...hay un olor diferente en mi almohada.

Comencé a abrir los ojos sabiendo que mi falta de aire era porque siempre dormía boca abajo y enterraba la cara en mi almohada, mi vista comenzó a aclararse.

Esta no es mi almohada.

Me levanté rápidamente y me senté en la cama, mi vista viajó en la habitación.

Paredes blancas, azúl marino, discos de vinilo, una guitarra de color rojo, posters de Michael Jackson y Linkin Park entre otras bandas y solistas. Un computador enorme, libros y hojas regadas sobre el escritorio.

Era una habitación muy varonil y de rock.

No era mi habitación.

Me asusté, estaba sin playera, tomé la cobija color rojo y la subí rápidamente.

Estaba con los boxers.

Al menos.

¿Donde mierda estoy?

Mis dudas se aclararon cuando la puerta se abrió, dejandome ver la espalda de un muchacho, un muchacho pelirrojo que al girarse me mostró un rostro sorprendido y una charola con comida encima, después una larga sonrisa.

─ Buenos días, amigo. ¿Dormiste bien?, yo creo que sí, tus ronquidos se escuchaban hasta allá abajo.

Iba a hablar, pero me atragante.

Él se acercó a la cama y dejó la charola sobre la mesita de noche junto a su cama, luego se agachó para buscar algo en el cajón de su mueble.

Intenté recordar algo, una pequeña cosa de mi comportamiento de ayer, lo último que recuerdo es estar riendome con él en la azotea del club y después de ahí todo es borroso.

─ ¿Qué sucedió?

Sus cabellos se balancearon con su cabeza, sus ojos castaños se posaron sobre mi y una sonrisa se deslizó por sus labios.

─ No tienes tan buen aguante de alcohol, al menos no para la bebida que te pedí. ¿Seguro que lo tenías?

─ Me tomó el vino y otras cosas como si fueran agua, ¿pero que tomé?

Brooke sacó un botesito y lo abrió, cerró un ojo para enfocar con el otro, asintió cuando estuvo seguro de el contenido, lo ladeó en su mano, sacó una pastilla, tomó el vaso de agua en la charola y me lo acercó.

─ Era una bebida preparada; vodka, bebida energética, fruta, se llama blue o pitufo.

Mierda, no había probado nunca el vodka.

─ Ten, esto aliviara tu dolor de cabeza, ¿lo tienes no?

Asentí, tomé el vaso y la pastilla, lo puse en mi lengua y la pasé sin problema.

Brooke seguía sonriendo desde donde estaba, se levantó, colocó sus manos en sus caderas y señaló con la mirada la charola.

─ Mi abuela me obligó a que te trajera un raro menjurje para tu resaca, estabas muy ebrio.

─ Dime que no hice nada ridículo.

─ Bueno, bailaste en el techo, querías cantar tipo karaoke en el club, me costó trabajo traerte a casa porque te movias mucho y decías cosas como "¡Puedo volar". Llegamos a casa, te callabas a ti mismo por el ruido, despertarse a mi abuela gritando un "¡Ya llegué mamá!", luego le bailaste y cuando te alejé reiste y terminaste en mi habitación desnudandote. Cosas vergonzosas, hermano.

Pasé mi mano por mi cara con estrés y me dejé caer en la cama. Sin embargo, múltiples ideas de lo que pude haber dicho o hecho vinieron a mi cabeza, el que no había llegado a casa.

Me levanté rápidamente y miré a Brooke.

─ ¿Dije algo raro?

Él miraba el menjurje color verde en el plato que parecía ser de porcelana, su cara de asco cambió por una confundida en mi dirección.

Sabía que podía confundirlo. Pero el tenía la vida resulta, yo estaba dentro de un closet.

─ ¿hmm? ─ Soltó y luego subió sus labios en una mueca que expresaba algo como "estoy recordando ". ─ Pues cosas sin sentido, nada lógico. ─ Posó su mano en su barbilla, el dedo índice y el gordo extendiéndose por la afilada para sostenerla.

Casi gimo.

─ Aunque, siendote sincero, si tú me dijeras algo demasiado importante para ti. Como un secreto grande. No se lo diría a nadie, amigo. Hacer chismes es tan patético y eew.

Y yo lo sabía.

Había hablado mucho con Brooke mientras estuve sobrio, lo vi defender a André, Brooke no es así. Brooke es un buen tipo, pero aún me faltaba conocerlo y si no podía decir este secreto a mi familia, menos a un compañero de la escuela con el que prácticamente acababa de conocer, con el que hablé apenas hace unas horas.

Horas.

Eso me recordó.

Le levanté rápido de la cama, buscando mi ropa por algún lado, me di cuenta que estaba semi-desnudo y me tapé con una almohada, pero dios, somos hombres, la dejé caer e intenté seguir buscando mi ropa, pero resbalé y caí.

Escuché carcajadas.

─ Relajate, hermano. Que raro estás.

Me levanté, del suelo y busqué con la mirada la ropa que había usado, mi teléfono, algo.

─ Necesito mi celular. ─ Dije rápido, tan rápido que apenas se entendió.

Brooke tardó, pero entendió y se acercó a su escritorio, movió unas hojas y lo encontró, giró y estiró su brazo en mi dirección con él.

─ Está apagado, en la madrugada sonaba tanto que molestó a mi abuela. Intenté despertarte, pero parecías muerto, te juro que...

No terminó porque yo ya había tomado el teléfono y tratado de prenderlo, el proceso tardó, Brooke me observaba expectante, recargado en su escritorio, brazos cruzados, cejas juntas, labio inferior entre dientes.

El celular encendió, sin embargo no me respondía, las notificaciones comenzaron a llenar mi celular; mensajes, llamadas, de mis papás, de mis amigos, incluso de los papás de mis amigos. Habían armado tanto lío.

Suspiré exasperado.

─ ¿Sucede algo?

Sí. Salí con tantos sentimientos de mi casa sin decir a donde iba o donde estaría, me embriagué y cometí cosas vergonzosas frente a alguien que no conozco, estoy semi desnudo en la habitación de un hombre que me resulta súper atractivo y no recuerdo nada de lo que hice. Mis padres, amigos y los padres de mis amigos armaron algo grande por mi imprudencia. Para el colmo, sigo sin sentirme libre, me siento peor.

Dos palabras.

Cruda moral.

─ Tengo muchas llamadas pérdidas de mis padres, amigos y los padres de mis amigos.

─ No avisaste donde estarías y se preocuparon.

Asentí.

─ Llamalos.

─ No puedo hacer eso.

─ ¿Por qué no?

Porque tendré que explicarles que necesito respirar, que me fui a un lugar desconocido recomendado por un anónimo, que me embriagué en manos de alguien que tampoco conocía del todo y no le dije a nadie ni dejé rastro de nada sobre mi. Que soy gay.

Brooke pareció entender y extendió su mano hacía a mi, me pidió que le entregara el teléfono con la mirada.

Tuve miedo.

─ No haré nada malo. Trata de confiar en mi. ─ Sonrió. ─ No te viole ni vendí tus órganos, incluso dormiste en mi cama mientras yo dormí en el sillón incómodo de la sala.

Me sentí mal y avergonzado.

Le di mi teléfono, sonrió y lo desbloqueo, lo que me pareció raro porque tenía contraseña, él me miró y supo mi intriga.

─ Ayer me dijiste tu contraseña porque estabas demasiado ebrio; "necesito que tomes una foto de esto". Querías que fotografiará a ti junto de un poste de luz.

Rió y volvió su vista al teléfono, suspiré avergonzado de nuevo.

Tecleó algo y después el teléfono ya estaba entre su mano y su oído.

─ ¿Qué haces?

─ Shhh. ─ Silenció. ─ Hola, buenas tardes. No, disculpe, no soy Jimin, soy un amigo suyo. ─ Dijo. ─ Jimin se vino a quedar conmigo a noche, está bien, entero. ─ Cuando dijo eso, pasó su mirada por mi cuerpo y levantó el pulgar. Eso me pareció raro. ─ Me gustaría, pero está dormido, demasiado cansado y mal para hablar, señora Park. No se preocupe, en un momento le paso la dirección de mi casa, mi nombre, edad y toda la información que necesite para que este segura. Jimin está bien, mi abuela no lo dejará salir de casa hasta que esté bien comido y limpió. Sí, un gusto, igualmente, yo le digo.

Colgó, volvió a tenerlo entre sus manos, tecleó algo y me lo entregó.

─ Tu madre es linda y tiene muy buenos pulmones.

Eso me hizo reír.

─ Mamá es muy sobre-protectora.

Brooke sonrió y volvió a cruzarse de brazos. Miré el teléfono, no había mensaje de su información personal, junté mis cejas.

─ La mía también lo era. ─ Dijo él.

Lo miré, abrió sus ojos y subió sus cejas, se sorprendió a si mismo, deslizó sus brazos rápidamente y se separó de el escritorio, caminó lejos de mi.

─ El baño está ahí, mi ropa está ahí y mejor te comes el moco de gorila monstruo que hizo mi abuela y bajas. Es sábado y son las tres de la tarde, llegará en unas horas y si se entera que no te di de comer o no te comiste su moco verde, nos cortara las pelotas.

Y salió de su habitación.

Podía ser afable y preguntar que era lo que le había sucedido, ¿por qué había reaccionado así?, no lo conocía del todo, y estaba siendo egocéntrico ahora mismo.

Necesitaba asearme. Caminé al baño de Brooke.

Pensaba en llegar a casa y recibir todos los castigos necesarios y posibles en la existencia de la humanidad y los castigos, solo esperaba que el primer látigo que me golpeara no fuera de mis padres.

Por favor, no.

Había complicado tanto las cosas, realmente había jodido mucho todo. Ahora sería mucho más difícil el confesar lo que soy.

Salí de la ducha y me miré en el espejo de cuerpo completo que había en el baño, cuerpo bien definido por la estricta rutina de ejercicio que hacía con papá, a la que tengo que regresar sino quiero perder mi figura. Yo sabía que tenía un cuerpo espectacular, cuerpos que muy pocos han visto, ni siquiera he estado desnudo frente a André o algo así.

Tenía complejos y el pensar que yo era ardiente, solo me hacía pensar en sexo y, pensaba en un gran culo recibiendo mis embestidas.

No, amigo, no ahora.

Me metí a la ducha de nuevo, esta vez para bañarme con agua fría.

[...]

Me adentré en la camiseta y la dejé caer hasta mis caderas.

Algo timbró, era notificación, vino desde el enorme computador de Brooke. Era impresionante, su teclado, mouse, el cpu, todo parecía brillar en neon rojo, habían tres pantallas y eran grandes, las mismas estaban decoradas con un fondo de pantalla rojo.

¿Será gamer o algo así?

Me encogí de hombros y me giré para ir en busca de Brooke. Salí de la habitación y paredes gris me recibieron, era una casa grande, pero no tanto como la mía, se miraba hogareña. Bajé por las escaleras, escaleras las cuales no tenían fotografías colgadas en la pared como en mi casa. Bajé hasta el final y me detuve a observar mi alrededor, a mi izquierda estaba la entrada a la sala de estar, a mi derecha la entrada al comedor. Ahí había ruido, pero me fui por la izquierda.

Había un gran mueble de madera, el cual tenía de estos como manteles tejidos en cada repisa, en las mismas habían artículos, buhos de porcelana, muñecas, marcos con fotografías. Me acerqué, vi una de un grupo de personas; una anciana, una pareja (mujer castaña y demasiado linda, hombre atractivo abrazándola), un niño.

─ Mierda, me asustaste. ─ Dijo Brooke.

Me giré para encontrarlo en la entrada de la sala con la mano en su pecho. Respiró y entró para dirigirse a otro mueble junto del sillón, se inclinó y abrió la puerta del mismo, comenzó a sacar platos de ahí.

Pero yo no veía los platos.

Yo miraba su gran culo, dios. Era tan grande y redondo.

Para, Park Jimin.

Miré a otro lado, concentrandome en los búhos decorativos en vez de los glúteos de mi compañero de clase que ha cuidado de mi en mi imprudencia.

─ Lo siento. ─ Solté.

Brooke zumbó en respuesta. Tomó los platos y cubiertos, se levantó, cerro la puerta con el pie y se encaminó al comedor, le seguí de cerca.

Brooke comenzó a acomodar los platos en los manteles de la mesa, luego me indicó que me sentara y así lo hice, se fue y regresó con una caserola, que al destaparla... Oh glorioso olor delicioso.

El pelirrojo sonrió ante mi involuntaria acción de oler, suspirar y que mi estómago rugiera.

─ Me siento halagado, no había cocinado para nadie que no fuera mi familia.

¿Él lo cocinó?

─ Huele muy bi-

Un portazo se escuchó y luego pesados pasos, Brooke dejó la caserola en una madera sobre la mesa y con sus cejas juntas se movió para ver quien era, pero no tuvo que caminar, porque se dejó ver en el umbral de la puerta.

Cejas juntas en enojó cambiaron a sorprendidas, junto con sus ojos y nariz de botón, labios chicos y rosaditos, mejillas sonrosadas repentinamente.

─ Ko- ─ Murmuró el niño.

─ ¿Por qué llegaste ahora?, pensé que te quedarías dos días más. ─ Interrumpió Brooke.

El niño volvió a juntar sus cejas rápidamente. Tenía una playera a rayas, una chaqueta roja, bermudas y unos zapatitos negros, el cabello avellana, como sus ojos, era igual a la mujer en la fotografía.

─ Peleé con Yoongi. ─ Mordió su labio en rabia. ─ No quiero volver a saber de él.

─ ¿Por qué? ─ Se preocupó Brooke.

Me sentí fuera de lugar.

─ Dijo algo sobre ti. ─ Sentenció el niño.

Hubo silencio, miré a Brooke, que rápidamente deslizó una sonrisa por sus labios, aún miraba a el niño.

─ Ven a comer, seokie. Mira, él es Jimin, un amigo de la universidad. Jimin, él es Hoseok, mi hermano menor.






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