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xxiv. together

Cuando volvieron al campamento los padres de Daniel los recibieron preocupados, ya era muy tarde, pero se quedaron en shock cuando vieron el cuerpo de Martin.

Lo habían traído desde el bosque en una especie de camilla improvisada con ramas y más, Cassandra y Daniel tiraban de esta y a su lado venía Simone que tenía la mirada perdida.

El hombre que amaba acababa de morir.

─Iré a dormir. ─anuncio Simone, sin decirle a nadie en específico.

Cassandra no sabía qué hacer, no quería presionarla o hacerla sentir incomoda con su presencia, después de todo ellas no habían terminado bien hace unos días cuando Martin y Simone se fueron.

En cuanto el sol salió enseguida fue cubierto por unas grandes nubes grises, el cielo parecía captar el sentimiento del día. Todo estaba tan tenso.

El entierro de Martin fue sobre una colina, no se podían permitir mucho debido a la situación del mundo y tampoco acercarse tanto porque él era portador del virus. Cassandra se sentía mal por no haber dicho nada, debería haberlo hecho, quizá ahora Martin estaría vivo.

─¿Por qué están ahí mirando? ─había preguntado Simone.

Cassandra había oído como le grito a Kira esa mañana cuando avisaron que enterrarían el cuerpo del hombre, Simone Andersen estaba furiosa. Sin embargo, la rubia se acercó a ella y se arrodillo a su lado para abrazarla.

Ambas mirando el cuerpo sin vida de un viejo amigo.

Poco a poco fueron marchándose de allí hasta volver al campamento, luego de haber cubierto el cuerpo de Martin, todos estaban muriendo poco a poco y debían hacer algo para detener eso.

Debían tratar de obtener algo de lo que era el mundo antes, debían volver a la normalidad aunque sea un poco. Y para eso el plan de Rasmus Andersen debía ser eliminado.

─Lo siento. ─oyó el susurro de Simone a su lado.

Las rubias se encontraban sentadas frente a una fogata mientras los demás hacían sus cosas.

─¿Por qué? ─pregunto Cassandra acercándose más a ella.

Estaban cubiertas por una misma manta, tratando de mantener sus cuerpos calientes, al menos agradecían que eran los últimos días de frío ya que la primavera estaba llegando.

─Por irme, me dijiste que me querías y yo corrí. ─Simone la miro a los ojos. ─lo siento, Cassandra. Pero créeme cuando te digo que yo me siento de la misma forma, al principio te odiaba pero ahora eres una persona importante, siento no haberte escuchado y quedarme aquí. Quizás ahora Martin estaría vivo.

─No hagas eso, no pienses que habría pasado si hubieras tomado otras decisiones, eso no hace ningún bien.

Simone asintió lentamente y Cassandra rodeo sus hombros con uno de sus brazos, ahora estaban juntas y era lo que importaba. Se darían el apoyo que necesitaran.

─¡Cassandra! ¡Simone!

Ambas se pusieron de pie al oír el grito de Daniel y luego verlo llegar corriendo.

─La flor vive.

─¿Qué? ─las dos dijeron al mismo tiempo.

─Vive, está viva.

• • •

─Se alimenta del virus. ─dijo Cassandra sorprendida.

La flor se encontraba en el mismo lugar de siempre, dentro de aquella piscina, con el cambio de que ahora estaba viva por así decirlo, sus flores estaban elevadas en lugar de caídas.

El virus se había apoderado de esta desde el punto donde Martin había estado, aquel punto que Cassandra y Daniel habían descubierto, había llegado hasta la flor reviviéndola.

─Esto es increíble. ─agrego Jean con un tono de felicidad y asombrado.

Por el rabillo del ojo Cassandra notó a dos figuras moviéndose que venían desde afuera del gran salón donde se encontraban, Daniel también lo notó.

─Alguien está aquí. ─dijeron ambos.

Simone y Jean les dirigieron unas miradas de confusión antes de ver como Cassandra y Daniel salían de la piscina por unas escaleras. El chico tomó un palo que encontró ahí y la chica sacó el pequeño cuchillo que guardaba en su bota.

Se prepararon y tras asentir al mismo tiempo salieron de su escondite para encontrar a los dos desconocidos que se presentaban allí. Excepto que estos no eran desconocidos.

Se trataba de Fie y Patrick.

─¿Quiénes son? ─pregunto rápidamente Daniel.

Pero la sorpresa que se llevó cuando Cassandra guardó nuevamente su arma y se acercó a Patrick para abrazarlo fuertemente.

─Veo que me extrañaste. ─dijo el hombre mientras le correspondía el abrazo con una sonrisa.

─Pensé que ya estarías muerto para este punto. ─bromeo la chica ganándose la risa de Patrick.

Cuando se separaron, Cassandra fue hacia Fie y también le dio un rápido abrazo mirando su gran barriga, su sobrino o sobrina llegaría en cualquier momento.

Próximamente Simone apareció e hizo lo mismo que Cassandra, ahora estaban todos juntos por fin.

─¿Qué hacen aquí?

─Es una larga historia. ─dijo Fie con una mano sobre su barriga.

─No, en realidad no, estamos escapando del loco de tu hermano.

Ante la mención de Rasmus las dos rubias se tensaron ¿Había perdido la cabeza? Cassandra sabía que eso iba a pasar tarde o temprano, pero esperaba que pudieran ayudarlo a evitar eso.

─¡Jean! ─exclamo Patrick con una sonrisa al ver al mencionado. ─maldición, solo falta Martin.

El momento se puso más tenso como si eso fuera posible, Cassandra pensó ¿Quién le dice? Patrick y Martin habían sido mejores amigos, y ahora él estaba muerto.

─¿Dónde está? ¿Aún no te encontró?

Fue imposible de pasar desapercibido las miradas de tristeza y el silencio de los presentes, Patrick y Fie los miraron esperando una respuesta.

─Martin murió. ─soltó Cassandra al ver que Simone no encontraba las palabras adecuadas.

Patrick negó con su cabeza, incapaz de creer lo que decía su amiga, Martin no podía estar muerto para él. Cuando la primera lágrima cayó por el rostro del hombre, Cassandra se acercó para tocar su hombro.

─Puedo llevarte donde lo enterramos. ─agrego la rubia.

─Sí, por favor.

Y sin más que decir, ambos abandonaron al resto del grupo que seguían sumergidos en un profundo silencio tras haber mencionado la muerte de uno de ellos. Martin había sido un miembro importante en el grupo de sobrevivientes, y ahora ya no estaba con ellos.

Pero Cassandra estaba ahí, estaría para cada uno de ellos si era necesario. No iba a dejarlos, iban a afrontar lo que se venía juntos. Porque después de todo eran ellos contra el mundo, y Rasmus Andersen.

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