xxi. under the moon
La noche había caído y Cassandra se encontraba sentada junto a una fogata que sabrá Dios quien la había iniciado. Kira y Simone estaban hablando por ahí, Jean no tenía idea donde estaba, Luna y sus padres estaban dentro de la caravana.
Allí afuera se encontraban solamente Daniel y Cassandra. El silencio entre ellos era tan tenso que hasta podrían cortarlo con un cuchillo, aun así podía sentir la miraba de él sobre ella y se imaginó que seguramente la estaba juzgando.
La rubia se había hartado de sentirse de aquella forma, Daniel no podía juzgarla sin conocerla, pero lo estaba haciendo. Cassandra se puso de pie y comenzó a caminar en dirección al bosque.
─Oye ¿A dónde vas? ─Daniel llegó de repente a su lado. ─es peligroso allí fuera.
─¿Quién más anda por ahí? Si te preocupa la pandilla de niños te aseguro que están muertos, casi todos.
Una niña había sido encontrada por Kira, probablemente antes de que la flor activara sus salvaguardas ella se había alejado del grupo.
Sin embargo, lo que más le llamo la atención a Daniel fue como hablaba Cassandra, era una chica muy joven para pensar y actuar de la forma en la que lo hacía y eso no dejaba de sorprenderlo.
─Le diré a Simone. ─amenazó el chico.
Cassandra sonrió.
─Para cuando la encuentres ya estaré muy lejos. ─Daniel quiso abrir su boca pero la rubia lo interrumpió. ─no te preocupes, Daniel, solo iré por una caminata, además todos moriremos en algún momento.
Él la miro con el ceño fruncido ante lo último que había dicho, definitivamente ahora la consideraba loca.
Pero cuando la rubia comenzó a caminar, metiéndose entre los árboles frondosos, miro a sus alrededores en busca de alguien que lo ayudara a pararla, sin embargo, el lugar estaba vacío.
─Mierda. ─murmuro antes de salir a paso rápido tras Cassandra.
La rubia iba muy entretenida mirando las estrellas y la luna, tarareando una canción, cuando notó la presencia del otro joven.
─¡Daniel! Que gusto verte. ─le dio un golpe en el hombro juguetonamente.
─Primero que nada, quiero que quede claro que yo no me preocupo por ti. ─las palabras del chico tomaron a Cassandra por sorpresa. ─solamente estoy aquí porque eres amiga de Simone y sé que se pondría mal si algo te pasara.
En seguida Cassandra se dio cuenta de la situación.
─Oh, ya veo. ─dijo con una sonrisa pícara. ─te gusta Simone.
─¿Qué? No.
─Claro que sí, estoy segura de que estás loquito por ella. ─Daniel probablemente iba a insultarla, pero se adelantó. ─no te culpo. Si me gustaran las mujeres, definitivamente me gustaría Simone.
Sus pies nunca se desviaron del camino y la rubia iba delante de Daniel, quien la seguía a regañadientes, nunca había conocido a una chica tan... como Cassandra, ni siquiera tenía una palabra para describirla.
Cuando salieron del bosque los ojos de Cassandra brillaron al ver lo que había frente a ella, ahí estaba el puente ese que encontraba hermoso y peligroso al mismo tiempo.
─¿Me arrastraste hasta aquí por esto? ─pregunto Daniel mirándola incrédulo.
─Yo no te arrastre a ningún lado, puedes volver al campamento si quieres.
Y nuevamente sin darle tiempo a responder comenzó a caminar hasta terminar arriba de aquella laguna que se veía mágica bajo la luz de la luna, toda la situación parecía surrealista porque desde que la lluvia había llegado se podría decir que Cassandra no pasaba sus días admirando el paisaje.
Ambos jóvenes se encontraban apoyados en los bordes de aquel puente mirando hacia delante, Cassandra amaba el silencio pero Daniel comenzaba a sentirse incomodo hasta que una pregunta llego a su mente y no la contuvo.
─¿Por qué lo mataste? Aquel hombre, estaba al borde de la muerte ¿Por qué desperdiciar una bala así?
La rubia volvió su vista al frente, Daniel entendió que quizá no quería responder, pero en realidad Cassandra se preguntaba a sí misma si podría contarle su historia porque ese chico se veía tan bueno y puro, y precisamente su vida no había sido un cuento de hadas.
─Eran niños...
─No dejas de decir eso. ─Daniel la interrumpió y Cassandra lo miro rápidamente. ─perdón, continua.
─Eran niños al igual que yo cuando fui secuestrada por un psicópata con aires de salvador. El idiota que creo todo esto, me alejó de mi familia para convertirme en su máquina asesina favorita, y solo por un poco de reconocimiento al salvar el mundo de esta mierda. ─Daniel no podía creer lo que escuchaba y Cassandra miraba a la luna, pensando en Sarah y Rasmus. ─pero bueno, ese idiota ahora está muerto y nosotros atrapados aquí.
Un silencio incomodo se instaló entre ellos ¿Qué se suponía que Daniel debía decirle a una chica con ese trauma? Nunca podría encontrar las palabras correctas para eso, pero quizás podía reconfortarla de otra forma.
Sin previo aviso sus brazos rodearon a Cassandra, haciendo que frunciera el ceño por la sorpresa, la rubia lentamente correspondió al contacto de Daniel. Los dos se hundieron en un abrazo que secretamente necesitaban desde hace tiempo y nadie lo había notado.
Sin saber que desde las sombras una persona los observaba y ese mínimo contacto entre ellos sería lo suficientemente grande como para desencadenar los celos de Rasmus Andersen, no era bueno que un chico con su poder sintiera eso.
Pasados los segundos se separaron, una lágrima caía por la mejilla de Cassandra, Daniel la apartó y se dieron cuenta de la cercanía entre ellos. Las manos del chico estaban entrelazadas en la espalda de la chica mientras las de ella se encontraban en sus hombros.
Cuando sus ojos se encontraron se sintieron extraños y por eso se separaron. Daniel no se había sentido de esa forma desde antes del apocalipsis, cuando su novia aún vivía, y Cassandra creía que solamente podía sentirse de esa forma con una persona, Rasmus.
¿Por qué ahora comenzaba a sentirse un poco más cercana con Daniel? Desde que lo había conocido pensaba que era un idiota más en el fin del mundo.
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