xix. murderer
Luego de un tiempo conduciendo el vehículo, se había encontrado con un puente derribado, allí su camino se cortaba y debía de buscar otra salida rápidamente.
Cassandra tomó las dos armas que tenía, una la puso en su costado ocultándola con su abrigo mientras la otra la llevaba en la mano, preparada por cualquier cosa que apareciera. Se encontraba sola en el medio del bosque y faltaba poco para que comenzara a anochecer, pero según sus cálculos no estaba tan lejos de Simone.
Mientras caminaba por ahí, en total soledad y alerta a cualquier sonido, no podía dejar de pensar en lo que había dejado atrás. No podría perdonarse si le sucedía algo a Fie y el bebé, mucho menos a Patrick.
Pero Rasmus ya no era el chico inocente y con miedo del cual se había enamorado, ahora Martin tenía el virus y todo estaba cambiando tan rápido que le daba dolor de cabeza.
Cassandra solamente quería paz, estar con las personas que comenzaba a querer, dejar su pasado atrás. Quería comenzar de cero en su vida y cuando por fin sentía que podía hacerlo todo se había ido a la mierda.
Sus ojos azules inevitablemente se pusieron rojos debido al esfuerzo que estaba haciendo al no llorar, Sarah también había quedado detrás pero ya no podía hacer nada.
Sumida en sus pensamientos no logro oír las pisadas en su cercanía, hasta que nuevamente se presentó una y esta vez sí pudo oírla, no tardo en elevar su arma apuntando a ciegas porque no veía nada debido a los árboles.
─¿Quién anda ahí? ─pregunto la rubia dando vueltas en su eje en busca de aquella persona o lo que fuera.
Vio una silueta pasar corriendo en los árboles y apunto en aquella dirección.
─Sal de ahí o dispararé. ─pidió, y espero, no quería tener la vida de otra persona en sus manos.
Cassandra estaba cansada de absolutamente todo.
Pero de repente una flecha pasó justo a su rostro, aterrizando justo en el árbol a su lado, la miro con los ojos bien abiertos y fue como si algo dentro de ella despertara cuando vio como la persona trataba de escapar.
Sin pensarlo dos voces, disparo y vio como la figura caía al suelo. Se acercó corriendo y cuando vio la escena frente a sus ojos no supo que hacer.
Era un niño.
Se arrodilló, tratando de ayudarlo, el disparo había entrado por su espalda probablemente afectando su espina dorsal.
─Oh por dios. ─veía como el niño escupía sangre por la boca.
Nunca antes había asesinado o herido a una persona pequeña, a excepción de cuando ella era una niña pero eso no contaba porque siempre se enfrentaba a niños de su edad, pero desde que creció solo había tratado con adultos.
En cuanto trato de poner las manos sobre la herida para ayudarlo, sintió un fuerte golpe en su cabeza que la hizo marearse para próximamente desmayarse. Lo último que vio antes de cerrar los ojos fue como un grupo de personas se ponían alrededor de ella, y allí cayó rendida.
• • •
Cassandra abrió los ojos, pudo sentir el frío suelo contra su piel y visualizo unas cuatro paredes y un techo, ¿Dónde estaba?
Sus ojos dolían por más que hubiera escasa luz en aquel lugar, se paró lentamente hasta llegar a una ventana y solamente pudo ver las alturas a la que encontraba, estaba en un edificio. Hasta que sintió un objeto en su costado.
Volvió su mirada a la habitación donde estaba y se encontró con una niña que sostenía una navaja apuntando en su dirección. Cassandra elevo sus manos, poniéndolas a cada lado de su rostro.
─No voy a hacerte daño. ─hablo lentamente la rubia mirando a la niña. ─solo quiero volver donde estaba, no quiero hacerte daño a ti o con quien estés.
De repente una figura mucho más grande, junto a más niños a sus lados, entró al cuarto y comenzaron a rodear a Cassandra.
─Si no quieres hacernos daño ¿Por qué mataste a uno de mis niños? ─pregunto un hombre mirándola fríamente.
Por primera vez, Cassandra sintió que su vida podía correr peligro.
─No fue mi intención, yo le pedí que se marcharan. ─todos la miraban en silencio. ─jamás dañaría a un niño. ─murmuro por último.
─Buena ya es muy tarde. ─él se acercó a ella para tomarla bruscamente del brazo. ─ojo por ojo, diente por diente.
Dijo aquellas palabras duramente causando que la saliva saliera de sus labios y aterrizará en el rostro de Cassandra. Ella cerró los ojos con asco.
─Están aquí.
Otro niño más apareció ¿Quién estaba allí? Aquel hombre le dirigió una mala mirada antes de soltarla haciéndola caer al suelo.
Movió su cabeza a un costado, señalando a una niñita, esta se acercó a Cassandra con miedo y cuando menos se lo espero, sintió su labio arder ante el puñetazo de la pequeña.
No tuvo tiempo a reaccionar cuando todos abandonaron la habitación dejándola sola mientras escupía un poco de sangre que salía de su boca.
─Mocosa.
En cuestión de minutos oyó unas voces, parecían estar negociando por algo, y Cassandra no se dio cuenta hasta pasado un tiempo de quien se trataba. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que las había oído, pero aquellas eran Kira y Simone.
─¡Auxilio! ─comenzó a golpear aquella puerta como si su vida dependiera de ella. ─¡Simone, estoy aquí! ¡Kira! ─si no la oían, iba a morir esa noche.
Seguía gritando hasta que el desconocido hombre abrió la puerta, haciéndola perder un poco el equilibrio. Sin previo aviso la tomó de las hebras de cabello, arrastrándola por todo el piso mientras Cassandra se removía en busca de su liberación.
─Es solo una chica inservible. ─sintió como la soltaba bruscamente y si no fuera por sus manos su cara hubiera chocado contra el suelo.
Cassandra vio unos pares de pies acercarse a ella para próximamente ser tomada de los brazos mientras trataban de ayudarla a ponerse de pie.
─¿Estás bien? ─un chico de su edad, o eso parecía, era quien la había ayudado.
La rubia asintió tragando saliva, aunque ella no estuviera en su mejor momento teniendo en cuenta que tenía el labio partido, aun así alejó aquellos pensamientos rápidamente.
─Cassandra. ─Simone se acercó a ella y la abrazó con fuerza.
Nunca antes se habían abrazado, por un segundo la menor se quedó estática sin saber cómo reaccionar, pero al final le correspondió a Simone aferrándose a ella como si fuera un salvavidas.
─Creí que estabas muerta, te odié por dejarme allí sola. ─dijo Cassandra aun apegada a Simone.
─Jamás los abandonaría, a ninguno de ustedes.
Cuando al fin se separaron, se dieron cuenta de que seguían en una situación muy incómoda, un grupo de niños liderados por un viejo estaba chantajeándolos o queriendo asesinarlos.
Kira y Cassandra se miraron y simplemente asintieron en dirección a la otra. Era momento de poner manos a la obra otra vez y negociar por sus vidas como venían haciendo desde el inicio del apocalipsis.
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