─Entonces ¿Estás curado? ─pregunto Cassandra jugando con el césped.
Ella y Rasmus habían salido a las afueras de la base y se encontraban bajo la sombra de un árbol mirando el cielo y disfrutando de la brisa que les daba en el rostro.
─Sí. ─respondió Rasmus con una gran sonrisa.
Cassandra sonrió, con sus labios cerrados, pensando si el beso que se dieron podría cambiar algo en él debido a que fue luego de que le inyectaron la cura. Aun así pensaba que su sistema ya estaba limpio por así decir.
Fie le había explicado que de alguna manera su sangre tenía algo desconocido que posiblemente mataba al virus y la prueba que se hizo esa mañana solamente lo confirmo, ella podría salvarlos a todos.
─¿Puedo tocar tu cabello? ─pidió el chico, Cassandra lo miro con una ceja elevada. ─es muy lindo. ─se justificó Rasmus mientras sus mejillas se volvían rojas.
La rubia asintió y se recostó en las piernas del chico, disfrutando de sus manos en su cabello, se estaba relajando tanto que podría caer dormida hasta que un nudo se atravesó en el camino de Rasmus.
─Auch. ─se quejó Cassandra tocando su cabeza. Se sentó nuevamente para que Rasmus no volviera a tocar su cabello.
─Lo siento. ─dijo él sonriendo. ─no fue mi culpa, tu cabello esta enredado. ─Cassandra lo miro mal.
Rasmus se acercó más a ella y paso un mechón de su cabello detrás de su oreja, Cassandra agacho su cabeza para que él no pudiera ver su sonrojo y la sonrisa que adornaba su rostro.
─Eres linda cuando sonríes. ─susurro él para darle confianza.
─¿Y cuando no sonrió? ─pregunto mirándolo con su rostro serio.
Ambos rieron y cuando la rubia menos se lo espero Rasmus le dio un pequeño beso en sus labios, el tacto fue mínimo al igual que la sensación pero fue suficiente para sentir las tan mencionadas mariposas en el estómago.
Una tos detrás de ambos los sacó de su mundo, cuando se separaron vieron a Simone con una sonrisa frente a ellos. Hasta que la mayor de los Andersen recordó porque estaba allí.
─Tenemos que hablar. ─notaron como se puso seria de un segundo al otro.
─¿Qué sucede? ─preguntaron los adolescentes al mismo tiempo.
Cassandra se puso de pie y extendió su mano a Rasmus para ayudarlo a ponerse de pie también, el chico se tambaleo un poco y cuando estuvo derecho se dio cuenta de la diferencia de altura entre ambos. Rasmus era un edificio y Cassandra era más como una pequeña casita, pero una casita con la que no debías meterte.
─Esta noche nos vamos. ─las palabras de Simone confundieron a los chicos. ─Apollon nos encontró definitivamente, debemos irnos.
Cassandra tomó la mano de Rasmus sin darse cuenta, estaba asustada en ese momento, Apollon los había encontrado e irían por ellos.
─No puedo volver ahí. ─la rubia comenzó a negar con la cabeza desesperadamente.
─Nadie ira a ese lugar. ─Rasmus la miro mientras la tomaba por los hombros tratando de calmarla. ─mírame, Cassandra. ─los ojos azules de la chica estaban perdidos en cualquier parte menos el rostro del chico. ─mírame, vamos a estar bien.
Y ella decidió creerle, decidió creer que todo estaría bien por más que tuviera un mal presentimiento.
─Debo buscar a Sarah. ─menciono la rubia una vez que pudo controlar sus nervios.
─Toma esto. ─dijo Simone antes de perderla de vista.
─¿Qué es?
─Con eso los drones no pueden vernos.
Cassandra asintió y salió caminando lo más rápido que pudo para buscar a su hermana.
─¿Tengo que llamarla cuñada? ─Simone se burló de Rasmus.
Los hermanos Andersen rieron y se marcharon de allí también.
• • •
Sarah y Cassandra corrían por los pasillos desolados de la base en busca de los demás, habían fijado un punto de encuentro, iban cubiertas con la extraña manta que Simone les había dado.
─¡Cassandra! ─el grito de Fie llamo su atención y la vieron a unos metros de ellas.
Rasmus soltó el aire que tenía retenido al ver que ambas hermanas estaban bien. Sarah era como una hermana para él y Cassandra era... la chica que le gustaba.
Ingresaron en la cabina, donde el día anterior Rasmus y Sarah habían estado con las mujeres que trataron de llevárselos.
Al estar allí dentro Rasmus tomó la mano de Cassandra, sabía lo asustada que podría estar en ese momento porque así se sentía el también. Sarah notó esto y simplemente miro hacia otro lado.
Cuando Fie abrió la puerta para que pudieran escapar del lugar oyeron los gritos de los soldados cada vez más cerca.
─¡Están aquí! ¡Regresen! ─grito Fie mientras retrocedía y sellaba la puerta.
Salieron corriendo en busca de una nueva salida, hasta que el grito de una persona los detuvo. Cuando detuvieron su paso y se giraron vieron que era Martin.
─¿Qué pasó aquí? ─pregunto el hombre con la voz agitada.
─No vuelves a irte. ─dijo Simone y se acercó a él para besarlo.
Cassandra miraba a todos lados en busca de algo o alguien de lo que alertarse.
─Muy bien, son hermosos juntos. ─dijo la rubia sarcásticamente. ─pero hay un gran grupo de personas tratando de entrar aquí y asesinarnos ¿Pueden darse prisa?
─Iremos por el sótano. ─les explico Martin.
─¿Dónde está Patrick? ─pregunto Cassandra cuando se dio cuenta de su ausencia. ─¿Se murió? ─volvió a preguntar cuando no respondió su pregunta.
─¿Qué? No, él está bien, nos está esperando.
Todos asintieron y salieron corriendo nuevamente detrás de Martin.
Llegaron hasta uno de los pasillos donde Cassandra y Patrick habían descubierto ese extraño lugar que estaba oculto luego de que el hombre que se infiltró en la base estuviera a punto de matarlos.
─¿Qué hace ella aquí? ─preguntaron Cassandra y Simone cuando vieron a Kira.
─Tu amigo que está ahí quiere a tu hermano muerto. ─se adelantó la mujer.
─¿Jean?
─Sí.
Martin se adelantó y fue en busca de Jean. Había escuchado una explosión, lo que suponía era la puerta por donde habían tratado de escapar minutos atrás, ellos ya estaban adentro.
─Jean, tienes que salir. Debemos irnos. ─dijo Martin mirando al rubio a través de la puerta amarilla gigante.
Martin trataba de hablarle a Jean y aclararle la situación, se puso en su lugar e hizo lo mejor que pudo para entender cómo se sentía. Cassandra fue a donde estaba Rasmus, oculto detrás de una pared.
─Rasmus, tú debes salir. ─dijo la rubia tomando sus manos. ─no te preocupes por nosotros.
Notaba la confusión en el rostro del chico, sabía que no iba a querer dejar a ninguno de ellos atrás, pero debía hacerlo. Apollon no estaba enterado de que el ya no tenía el virus e irían por él.
─No, no te voy a dejar.
─Voy a estar bien. ─aclaro Cassandra tocando su mejilla, tratando de que entrara en razón.
─¿Cómo dices eso? Hasta hace unos minutos estabas aterrada porque sabes lo que va a pasar si él te encuentra.
─Sé cuidarme.
Rasmus negó, no estaba para nada dispuesto a dejar a ninguno de sus amigos allí.
─Está curado. ─dijo Simone hacía Kira.
─¿Qué? No, es imposible.
Cuando Rasmus soltó las manos de Cassandra ella creyó que estaba a punto de verlo partir, pero en lugar de eso se mostró ante Jean provocándolo.
─¡Rasmus! ─grito Cassandra tomándolo del brazo para que volviera donde estaba.
Pero su grito se vio cubierto cuando aquella ruidosa alarma comenzó a sonar, como la última vez que estuvo allí, todos comenzaron a gritar tapando sus oídos por el insoportable sonido.
Era como si estuvieran dentro de tu cabeza dando constantes martillazos.
Kira disparó a la puerta y pronto comenzaron a correr para alejarse del lugar.
Cassandra miro detrás de ella y vio que los soldados ya los habían encontrado, no tardaron en abrir fuego contra ellos.
─¡Sarah! ─grito la rubia cuando noto que su hermana venía detrás del todo, la espero y tomo su mano para seguir corriendo.
Estuvieron a punto de doblar en una esquina junto al resto, pero las piernas de Sarah fallaron y cayó al suelo junto a Cassandra.
Los disparos de Kira llegaron a sus oídos y después el grito de Sarah la devolvió a la realidad.
Sarah miro a su hermana con evidente temor en sus ojos y después miró su estómago, Cassandra la siguió con la mirada, su vestido lentamente comenzaba a cubrirse del color escarlata.
─Sarah. ─susurro con la voz rota y las lágrimas acumulándose en sus ojos.
La menor comenzó a jadear por el dolor que sentía, Cassandra la tomó en sus brazos para que se recostara y Rasmus se acercó a las hermanas.
─Sarah, no. ─murmuro la rubia cuando una lágrima cayó por su mejilla. Se dio cuenta del miedo que su hermanita tenía y trato de calmarla. ─está bien. ─susurro abrazándola.
Los demás miraban la escena atónitos sin saber que hacer porque por más que quisieran ayudar no llegarían a tiempo.
─Cassie. ─la llamo la menor. ─tengo miedo. ─sollozo.
─Tranquila, mírame. ─dijo Cassandra.
Sarah hizo caso a su orden y los ojos azules de ambas se unieron, cubiertos por las lágrimas que estaban tratando de retener, Cassandra sabía que su hermana había entendido que ya no había nada por hacer.
─Todo va a estar bien, lo prometo. ─susurro Cassandra cuando oyó los pasos apresurados acercándose cada vez más. ─Sarah, te amo.
Lentamente los orbes azules de la menor comenzaron a cerrarse, el dolor fue disminuyendo, y su vida se fue marchitando con cada segundo que pasaba. Estaba muerta.
─Cassandra. ─Fie llamó a ambos chicos que se encontraban en el piso con el cuerpo de Sarah a su lado. ─nos tenemos que ir, lo siento.
Cuando miro al chico se dio cuenta de que él también estaba llorando, al final ella no había cumplido su promesa porque ahora debía abandonar a Sarah. Ya no era ella sino que su cuerpo, pero lo estaba abandonando.
Dejo un beso en la frente de Sarah con las manos temblorosas y las lágrimas por fin corriendo por sus mejillas.
En ningún momento lo vio venir pero cuando estuvo a un lado de Fie, limpiando sus lágrimas bruscamente, vio como el rostro de Rasmus volvía a llenarse de aquellas marcas negras lentamente, era el virus.
Los gritos de Martin diciendo que debían apresurarse fueron silenciados por la confusión que sentían en ese momento, Simone creía que lo había curado. Y cuando vieron como atacaba a las personas de Apollon se dieron cuenta de que nunca podrían acabar con él.
Rasmus no se detenía, siguió caminando junto al virus y acabando con la vida de cualquier que se cruzara en su camino.
─¡Rasmus! ─Cassandra y Simone lo llamaban, pero él parecía estar en otro lugar.
La muerte de Sarah había sido como la gota que rebasó el vaso de agua.
Ambas rubias iban detrás de él, con precaución, viendo con temor la cantidad de cuerpos que quedaban el suelo a medida que Rasmus marcaba su camino.
Cuando estuvieron fuera de la base Rasmus se detuvo, comenzó a gritarle a la nada mientras ellas lo miraban sin saber qué hacer.
─Rasmus...
─Simone, no. ─Cassandra puso su mano delante de la rubia para que no se acercara al chico.
Rasmus la miro dolido pero entendía lo que podría pasar, estaba furioso y Cassandra solo quería proteger a su propia hermana.
─¿Qué has hecho? ─Simone estaba a punto de llorar.
─¿Me preguntas a mí que he hecho? ─grito Rasmus. ─no fui yo ¡Fueron ellos! ─señalo a los cuerpos de las personas sin vida. ─¡Fuiste tú! ─le grito ahora a Simone.
─Rasmus, ven, regresemos. ─Cassandra trató de acercarse a él.
─No debo hacer nada que ustedes ordenen. ─escupió. ─mataron a Sarah, ella era mi amiga.
Una lágrima apareció en la mejilla de Cassandra, sin embargo, dejo que terminara su recorrido hasta donde sea que llegara. Aun no podía, ni quería, asimilar que su hermana ya no estaba en ese mundo.
Rasmus comenzó a caminar en dirección contraria, dispuesto a largarse de ahí, Cassandra no se sentía con las suficientes fuerzas para ir detrás de él. Mientras que Simone decidió que sería una buena idea apuntarle con un arma.
El rubio se detuvo ante la insistencia de su hermana porque se detuviera. Cassandra miro a Simone atónita.
─¿Realmente vas a hacer esto? ─dijo Rasmus llorando.
─Papá dijo...
─¡Papá está muerto, Simone! ¡Está muerto porque trato de cambiarme, igual que ellos!
Simone miro a Cassandra de reojo, la chica se encontraba con su mirada fija en el piso y un lío en su cabeza, la tomo por el brazo y coloco el arma en su sien.
─Si te vas, la mataré. ─su voz temblaba al igual que sus manos.
─Simone, déjala. ─ordeno Rasmus apretando sus puños. Simone negó. ─Si algo le pasa a Cassandra, te arrepentirás. ─la amenazó.
─Solo intento protegerte. ─decía Simone al borde de las lágrimas.
Rasmus estaba harto, quería marcharse y hacer lo que quisiera, vivir una vida de adolescente aunque sea en el medio del apocalipsis. Pero no permitiría que algo le pasara a la chica que quería, no luego de lo que sucedió cuando se enamoró por primera vez.
El virus salió a la vista nuevamente y está vez Rasmus se acercaba decidido a Simone.
─Detente. ─susurraba la rubia retrocediendo con Cassanda como escudo humano.
─Déjala ir. ─repitió Rasmus.
Con cada paso que él daba, ellas retrocedían dos, Rasmus sabía que Cassandra no sufriría ningún daño pero en ese momento el odio que sentía hacia su hermana era tan fuerte que no podía controlarlo.
─¡Rasmus! ─una cuarta persona se sumó a la escena, Martin. ─Rasmus ¡Mírame! No lo hagas. ─dijo una y otra vez, tratando de calmar al chico.
Simone lentamente fue soltando su agarre de Cassandra, su mirada detonaba disculpas cuando la chica la miro mal.
Cassandra pensó en arrebatarle el arma de las manos a la otra rubia cuando notó sus intenciones de disparar, sabía que Simone no dejaría que su hermano dañara a Martin, y ella no podía permitir que dañaran a Rasmus.
Un disparo resonó y cuando Rasmus se volteó a verlas se dio cuenta de quien disparo había sido su propia hermana, emitió unos sonidos de dolor y Cassandra tapo su boca con su mano. El chico mostró la herida en su pecho y cuando está comenzó a cerrarse y curarse por sí sola, todos quedaron sorprendidos.
─Me disparaste.
A Rasmus le dolía más el hecho de saber que su hermana estuvo dispuesta a matarlo que el haber tenido una herida abierta en su pecho segundos atrás.
Rasmus camino fuera del estacionamiento donde se encontraban, Cassandra fue detrás de él sin ser escuchada y manteniendo la distancia. Cuando alcanzo a estar fuera de los muros de la base vio al chico caminando a lo lejos entre todo el césped que ya estaba alto y a unos metros de él un hombre vestido de negro.
Era Sten, un escalofrío la recorrió y sentía como el aire le faltaba poco a poco. El miedo la invadió y la dejo paralizada en su lugar, en esos momentos sentía como si algo le faltara y ese algo era Rasmus sosteniendo su mano y diciéndole que todo estaría bien.
─Rasmus. ─susurro para ella misma cuando vio como el chico subía al vehículo junto al hombre que había arruinado su vida.
Rasmus Andersen la había abandonado, pero aún más importante, la había traicionado.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro