Capítulo 1
—Esto es mala idea.
—Claro que es mala idea, ¿pero tenemos alguna opción?
—Podríamos conseguir más de dos empleos...
La joven pelirrosa soltó un suspiro pesado ante lo que su hermana menor dijo.
—Karin, yo ya tengo tres trabajos y tú dos. Si conseguimos un trabajo más moriremos de estrés y sobrecarga.
—Pero estamos bien como estamos, Sakura.
—No. No estamos bien, Sasori. Yo quiero que nuestra hermana viva su vida sin tener que levantarse a las 3 de la mañana para trabajar. Sí, el dinero que tú nos das nos ayuda, pero no nos da una buena vida. Hay veces en las que no comemos por días y las deudas suben y suben; sin mencionar que las viejas parecen infinitas. Así que me sacrificaré para tener una mejor vida para los tres.
El pelirrojo se rascó su cabeza mientras negaba levemente. Observó detenidamente a sus hermanas y se cruzó de brazos.
—Sakura, estoy más que seguro de que te atraparán. ¿Si sabes que un engaño así te puede causar la muerte? Y además, ¿Qué pasará con Karin? Ella no puede quedarse sola todo este tiempo. Es peligroso.
—Sasori, ya tengo 15, puedo cuidarme sola.— Se cruzó de brazos la chica de cabellos rojizos mientras hacía un puchero.
—Estoy segura de que Karin se puede cuidar sola. Después de todo, tu nos entrenaste a las dos personalmente.
Sasori sonrió levemente, pero se enserió de inmediato. Su hermana quería cometer una estupidez.
—Sakura, de verdad, no lo hagas. Es imposible que te confundan con un hombre. Tu cara y tu cuerpo gritan "tengo útero", por el amor a Dios. Además, las pruebas y el entrenamiento son muy vigorosos. No cualquiera se vuelve un caballero del palacio,—a menos de que hayan cambiado las pruebas, algo que es muy posible—. Sería mejor que te fueras a Iwa, ahí el entrenamiento es un poco más pasable y yo podría ayudarte.
—No, Sasori. Tengo que entrar en este reino. La paga es mucho mayor, después de todo no cualquiera entra, justo como lo dijiste tú. Si no logro entrar, pues reconsideraré el hecho de irme al reino de Iwagakure contigo.
—Estoy seguro de que terminarás yéndote conmigo.
—Oh Sasori, ¿estás preocupado por si me lastiman o me descubren? Pero si yo soy más alta que tú y tengo más músculo.— Dijo con tono de burla, provocando enojo en su hermano.
—¡No es cierto!
—¡Sí es cierto!
—Sakura tiene razón, ella tiene más músculo que tú.
—¡Karin! ¿De qué lado estás?
Las dos chicas comenzaron a reír fuertemente. Los tres estaban sentados en el único sofá de la casa. El lugar era iluminado por una tenue lámpara de aceite. Eran al rededor de las siete de la noche, pero no cenaron. No tenían dinero para comer ese día.
—Sasori, no te preocupes. Te prometo que estaré bien. Yo siempre he tenido mucha fuerza y flexibilidad. Estoy segura de que aprobaré todas las pruebas con eficiencia.
—Yo no estaría tan seguro...
—¡Ay, vamos! Tú me entrenaste para esas pruebas.
—Lo sé, pero de igual forma...
Sasori estaba muy preocupado. Cuando llegó a su hogar, lo primero que lo recibió después de meses sin ver a sus hermanas, fue la noticia de que Sakura se volvería caballero del palacio. Por poco y se va de espaldas ante eso. Regañó a Sakura un número incontable de veces, pero al saber que su hermana no desistiría, mejor la preparó para todo lo que se le vendría encima.
Él se había vuelto caballero por necesidad. Su madre murió cuando dio a luz a Karin y su padre pereció luego de su adicción con las drogas y el alcohol. A la corta edad de ocho años, él tuvo que cuidar de sus hermanas. Trabajó de todas las maneras que se pudieran. Cocía y lavaba ropa, hacía juguetes—siendo en su mayoría muñecas— y trabajaba de mozo en las casas de las familias adineradas, en donde le pagaban una miseria. Todo eso lo hacía al mismo tiempo. Pero lo hacía por sus hermanas. Cuando cumplió 15 años, un amigo suyo le habló sobre los caballeros y cuanto ganaban. La cantidad superaba con creces lo que ganaba trabajando una semana entera en todos sus trabajos. De inmediato comenzó a entrenar y al siguiente año se presentó en los aposentos reales de su reino.
Era muy inexperto, por lo que no logró pasar la última prueba y fue rechazado.
Pero no se rindió. Debía de ser un caballero sí o sí, por lo que decidió aplicar para el reino vecino: Iwagakure. Se preparó por un año más y, al presentarse en las pruebas, logró aprobar y se convirtió en caballero cuando cumplió 18. Actualmente llevaba dos años siendo un guardia del castillo. Todavía no lo movían de puesto. Aunque destacaba mucho con sus habilidades, las cuales fue adquiriendo a puro pulso y esfuerzo.
Se había entristecido mucho al tener que dejar a sus hermanas. Sakura solo tenía 15 años y Karin 13. Pero confiaba en Sakura para cuidar de su hermana menor. Aunque él no quisiera aceptarlo, Sakura siempre había sido la más fuerte de los tres. Tanto física como emocionalmente. Nunca se dejaba afectar por lo que decían sobre sus difuntos padres y la forma en la que insinuaban en que era una prostituta solo por usar camisas con un escote mínimo. Sin mencionar que siempre había protegido a su hermanita de todos los pervertidos del lugar.
Karin era alguien muy hermosa—la más bella del pueblo, se podría decir—, por lo que llamaba la atención de todo el que pasaba cerca de ella.
Sasori, sabiendo que dejaría a sus hermanas solas por varios meses, las entrenó. La primera vez que volvió de Iwagakure comenzó a enseñarles lo básico de la defensa. No podía enseñarles mucho, ya que solo tenía una semana libre y seis meses de arduo trabajo. Solo podía ver a sus hermanas a finales del año y a mediados. Pero no debía preocuparse mucho. Sakura era buena y rápida al aprender cosas nuevas. Ella aprendió en la primera semana libre de Sasori y luego ella se dedicó a entrenar a Karin.
Sasori debe de admitir que se sentía un poco enojado con algo, pues Sakura había desarrollado un poco más de músculo que él. Sus bíceps eran ligeramente más fornidos que los de él, sin mencionar que era más alta por cinco centímetros. Tal vez Sakura tenía dos puntos a su favor, tal vez tres por sus pechos—los cuales eran un poco pequeños y con un par de vendas eran inexistentes—, pero ella tenía demasiadas características femeninas.
Tenía piernas torneadas y delgadas carentes de un poco de vello—algo MUY extraño en los hombres—, sus caderas eran anchas y redondas, completamente contrarias a las de los hombres que son más planas. Su trasero no podía pasar desapercibido, pues era grande y sus curvas de la cintura ni de qué hablar. Su cintura era muy fina.
Es como si de la cintura para arriba fuera un hombre y de la cintura para abajo una mujer.
Sasori confiaba en la fortaleza de su hermana, pero seguía teniendo miedo. ¿Y si alguien la descubría?¿Y si la molestaban mucho? Después de todo, la tratarían como hombre, y un hombre afeminado o con facciones de mujer era muy repudiado. Temía que su hermana no soportara. Él en el poco tiempo que estuvo en el palacio fue insultado de varias formas por tener una cara un poco afeminada.
Aunque según ellos afeminado solo era el tener pestañas largas y labios un poco carnosos. Su cara era como la de un ángel.
—¿Sabes? Ya no quiero seguir hablando. Mi decisión está tomada, Sasori. No me detendrás. Mejor me voy a dormir. Karin, vamos.
—Pero todavía es muy temprano...
—Lo sé, pero si dormimos temprano no sentiremos hambre hasta mañana. Así que a dormir.
Sakura se levantó del sofá y dejó a sus hermanos para irse a la habitación que comparte con su hermana. Karin no dijo nada, solo se levantó y le brindó un "buenas noches" a su hermano. Cuando Sasori se quedó solo, se acostó por completo en el sofá. A su lado estaba la lámpara de aceite. La observó por unos momentos y luego la apagó. Mañana volvía a Iwagakure, al igual que Sakura iba a la capital para hacer la prueba del palacio. Sentía miedo por sus dos hermanas, pero no podía hacer nada. Sakura tomó su decisión y él no puede llevarse a Karin consigo.
Cerró sus ojos y decidió olvidar todo eso.
—Los voy a extrañar mucho.
Las lagrimas bajaban de sus ojos rojizos sin poder contenerse. Si Karin ya de por si extrañaba a su hermano, extrañaría mucho más a Sakura. Se separó del abrazo grupal que los tres Haruno se habían dado como despedida. Había una carreta con un burro que los llevaría a los dos. Sasori pasaría dejando a Sakura por la capital.
—También te extrañaremos, Karin.— Habló Sakura mientras limpiaba sus lágrimas.
—Recuerda, si tienes problemas no dudes en escribirnos una carta, ya sea a Sakura o a mi. También puedes ir con Tsunade-sama en caso de que tengas algún problema.
Karin solo asintió ante lo que dijo su hermano mayor. Observó fijamente a Sakura y solo soltó una pequeña risa.
—Se me es muy raro verte así.
—Pero por lo menos parezco hombre, ¿verdad?
—Pues si te veo a primeras instancias, yo digo que sí.
Sakura se cruzó de brazos mientras soltaba un suspiro. Había hecho un gran sacrificio con su aspecto. Ella siempre utilizaba vestidos y su cabello lo tenía hasta la cintura. Ahora llevaba ropa de su hermano y su cabello le llegaba a la nuca. Le había dolido el ver como su cabello caía cada que su hermano hacía un trazo con el cuchillo. Por lo menos se lo dejó bien. Estaba peinado hacia un lado y, al ser igual de rizado como el de su hermano, no le quedaba tan mal. Y su ropa, pues solo era ropa holgada de color café claro. Además, su pecho se sentía muy incómodo debido a las vendas que se colocó.
Luego de un par de minutos, los hermanos se despidieron de su hermana menor y se subieron a la carreta. Sasori tomó las riendas e hizo que el burro comenzara a caminar. Sakura se seguía despidiendo de Karin con los ojos llorosos. Estaba preocupada por su hermana, pero le había enseñado a defenderse bien junto con Sasori, por lo que debía confiar en ella.
Sí, Karin solo tenía 15 años, pero las mujeres debían ser fuertes para poder sobrevivir en ese lugar.
El camino a la capital fue de unas dos horas. En todo el viaje, Sakura le preguntaba a Sasori el como actuaba un hombre y todo lo que hacía. Él no dijo mucho al respecto.
—Los hombres no vienen en el mismo paquete. Cada uno tiene una personalidad diferente, por lo que puedes ser tú misma, aunque si no quieres ser insultada y tratada mal, intenta aparentar ser valiente. Un hombre que le tiene miedo a algo o que es un cobarde, es la burla de todos. Sé lo que dirás, "los hombres también pueden sentir miedo". Tienes razón en eso, pero la mayoría de hombres son estúpidos. ¿Por qué crees que los de altos rangos son pocos? Tampoco llores. Llorar es para los "débiles". Lo mejor sería que fueras seria. No intimides, pues en cualquier momento te puede aparecer un loco que te querrá partir la cara. Tampoco mires fijamente a un hombre, la mayoría se ofenden y creen que: o quieres pelea o eres gay. No muestres alguna emoción "emotiva", ellos creerán que eres débil y de insulto te dirán mujer o princesa.
—Vaya. Ser hombre es horrible. No pueden hacer nada sin que se les catalogue de débiles o insulten.
—Sí, supongo que si es algo horrible, a menos de que seas noble o de la familia real. En el castillo de Iwagakure, el príncipe tiene facciones de mujer. Es delgado y con curvas, sus brazos son finos y su cabello muy largo. Y qué decir de su cara. Es hasta más femenino que tú.
—¿En serio?— Preguntó con mucha sorpresa.
—Sí. Y su tono de voz combinado con su forma de hablar solo lo empeora. Es más hermoso que la reina.
Sakura soltó una fuerte carcajada ante lo que dijo su hermano.
—¿Y nadie piensa que es gay o débil? Vaya.
—No, de hecho todos los del castillo piensan que es gay. La diferencia es que el que lo diga no lo volverá a decir nunca. Al decir "El príncipe es..." ya estaría decapitado. El rey cuida mucho a su hijo menor. Todo aquel que intente difamarlo o insultarlo, será castigado de forma inhumana.
—Ya veo...
La carreta se detuvo y con ello—por unos momentos— el corazón de Sakura. Ya estaban cerca del palacio. Las calles estaban repletas de caballeros. Las grandes puertas de madera que siempre permanecían cerradas estaban de par en par; dándole paso a todo aquel hombre que fuera a aplicar para ser caballero. Sakura volteó a ver a su hermano con tristeza. Se separaban ahí y quien sabe cuando se verían de nuevo.
—Te escribiré cuando tenga mi puesto asignado.
Sasori sonrió debido a la insistencia de su hermana en entrar. La abrazó con fuerza mientras sus ojos se ponían llorosos.
—Cuídate. Si llegas a entrar, por alguna extraña razón, busca en quien apoyarte. No andes sola. Consigue colegas, pero no tantos. Y si sientes que no puedes con esto, no dudes en contactarme y juro que dejo el maldito palacio de Iwagakure para venir a sacarte de aquí. Adiós, pequeña.
Sakura se bajó de la carreta con los ojos llorosos y se fue. Sasori no se movió del lugar. Solo observaba como su hermanita de apenas 17 años se perdía entre tanta gente. Apretó las riendas del burro y luego siguió con su camino.
—Vaya inicio de año...— Murmuró con tristeza.
—Por Dios santo. Este lugar es inmenso.
Sakura estaba anonadada con el palacio. Era enorme y lleno de flora. Cuando entró se sintió muy nerviosa, pues los caballeros la examinaron de pies a cabeza. Por suerte, no la detuvieron ni le hablaron. Vio que los postulantes a caballero eran muchos hombres fornidos y de mirada de maleantes. No observó a ninguno por más de uno o dos segundos; recordando todo lo que dijo su hermano.
Estuvo alrededor de dos horas parada; esperando a que los caballeros reales les dieran alguna especie de indicación. Fue entonces que escuchó un grito que decía que todos se dirigieran al patio trasero del castillo y que hicieran filas. Todos se trasladaron hacia dicho lugar e hicieron lo ordenado. Sakura se colocó de último con la esperanza de pasar inadvertida por lo menos un rato. Aunque, entre tanto hombre alto y fornido, ¿Cómo no se ocultaría?
Se quedó con la espalda erguida todo el rato. Sus manos temblaba y su cuello estaba sudado. Agradecía un poco el que su cabello estuviera casi inexistente, ya que si lo tuviese todavía largo estaba segura de que se estaría abanicando con la mano. Entonces sintió como alguien se colocaba a su lado derecho. Ella sobresaltó un poco pero no lo dejó notar. Observó de reojo a un chico de cabello negro con una gran sonrisa. Dicho joven sintió su mirada, por lo que la volteó a ver.
—¡Hola!
Sakura movió sus hombros un poco nerviosa.
—H-Hola...
—¿Cómo te llamas?
Sakura se quedó callada por varios segundos. No había pensado en el nombre que usaría, porque estaba claro que no se llamaría Sakura Haruno.
—Yo... me llamo... hum... S-Sasaki... Haruko.
—Es un gusto, Sasaki-san. Yo me llamo Rock Lee. Espero podamos ser compañeros.
El joven extendió su mano en espera de que la pelirrosa le aceptara el gesto. Ella no pudo hacer nada más que sonreír levemente y corresponder la mano extendida. Después de todo, su hermano le dijo que no anduviera sola y Rock Lee parecía alguien bueno así que, ¿por qué no?
El azabache siguió hablando con Sakura hasta que todos los de su alrededor se callaron de inmediato. Ellos lo hicieron por instinto, aunque estaban confundidos. Un sonido metálico inundó el patio e hizo que todos se pusieran firmes. Sakura no podía mirar debido a todos los que tenía en frente, por lo que imitó la acción de todos y le preguntó a Rock Lee.
—¿Qué sucede, Lee-san?
—Son los caballeros.
Sakura comprendió de inmediato el por qué todos se pusieron firmes. El sonido del metal se detuvo y, en cambio, una fuerte y ronca voz de hombre resonó por todo el lugar.
—¿Quién está hablando?
—Es el caballero real sagrado. Él es el de mayor rango entre todos nosotros, solo los reyes y los príncipes y princesa están por encima de él.
Sakura abrió su boca con sorpresa mientras miraba, muy apenas, al hombre de cabellos plateados hablar. Su mirada parecía cansada, pero hablaba con mucha fluidez y claridad. No podía verlo del todo, pero cuando se ponía de puntillas lograba visualizar el inicio de su armadura de metal negro y su cubre bocas.
El hombre habló por una media hora; hablando acerca del deber de un caballero y las responsabilidades de este. Sakura notaba lo aburridos que estaban la mayoría de hombres ahí, pero Lee no. Él escuchaba todo de forma atenta y sonriente.
—Y para finalizar, las pruebas se realizaran mañana. Son tres en total. Cada una de ellas se les será dicha en el momento, por lo que deben de estar preparados para cualquier cosa. Mañana los quiero a todos aquí a las cinco de la mañana. Ni un minuto más, ni un minuto menos. Ahora, pueden retirarse.
—¿Qué?
Sakura se quedó muda. Su hermano no le dijo nada con respecto a que las pruebas serían otro día. Había traído dinero, pero era solo para comprar algo de comida. Después de todo, él dijo que el castillo se encargaba de brindar lugar y comida. A lo mejor ya cambió eso, pero... ¿En donde diablos se quedaría? ¿Le ajustaría el dinero para pagar un hotel? Comenzó a sudar mientras realizaba cuentas mentales.
—Si quieres puedes quedarte conmigo.
Su cabeza se desvió de inmediato hacia Rock Lee, quien la miraba con una gran sonrisa.
—Por tu reacción, puedo deducir que no tienes en donde quedarte. Si quieres, quédate en mi casa.
—Oh, no, no. Yo no quiero ser una molestia...
—¡No sería una molestia! Somos amigos después de todo, ¿verdad?
Sakura se quedó callada por unos momentos. La verdad es que esa propuesta le venía en extremo bien. Igual no perdía nada aceptando. Las palabras de Lee no sonaban con malas intenciones, además se supone que ella es un hombre, de intentar venderla no pasaría.
—E-Está bien...
Rock Lee no dijo nada, solo sonrió, tomó el antebrazo de Sakura y comenzó a caminar junto con ella. La pelirrosa se puso un poco nerviosa, pues varios hombres los miraban de forma extraña por la forma en la que Lee tomaba a Sakura, quien se supone es un hombre también.
—¿Y qué lo ha motivado a ser un caballero, Sasaki-san?— Preguntó Lee cuando estuvieron fuera del castillo.
—Pues, la verdad es que yo quiero darle una mejor vida a mi familia. No me gusta que mi hermana se mate trabajando tanto siendo tan joven. Le quiero dar una vida digna.
—¡Ya veo! Que motivo tan honorable tiene, Sasaki-san.
—¿Y usted que lo motivó a ser caballero, Lee-san?
El azabache soltó un suspiro pesado.
—Desde pequeño he querido ser un caballero. Mi padre es uno, después de todo. Me ha estado entrenando toda mi vida para que sea un gran caballero como él. Me dice que tengo una gran llama en mi interior, la llama de la juventud. Cuando uno es joven es capaz de realizar cualquier cosa, ¡solo es cuestión de proponérselo! Además, quiero defender a mi reino de todo malhechor.
Sakura solo pudo ver con una sonrisa a Rock Lee; pensando en que de verdad había adquirido a un gran amigo.
Continuará...
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