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1.0

Haechan realmente estaba convencido de que era alguien molesto.

Su personalidad, carácter y diferentes patrones de comportamiento lo convertían en una persona difícil de querer.

De amar.

Y el muchas veces trató de convencerse de que estaba bien con aquello, ya sea escondiéndose entre una fachada más seria, menos sentimental, tratando de evitar por completo quedar vulnerable ante cualquiera.

Que nadie notara lo mucho que se detestaba a través de cortes y golpes, de tirones a su piel y rasguños que eran cubiertos por la ropa.

Esperando que no le preguntaran si estaba bien, a pesar de sollozar en las noches por el anhelo de responder sinceramente a cada preocupación.

Obviamente fue complicado soportar eso durante tanto tiempo, con la ansiedad vibrante en el pecho que no le permitía volver a ser como antes.

Se daba asco.

Y realmente su depresión no hacía nada por cambiarlo.

Se trató de poco digno para recibir amor porque juraba que el jamás sería capaz de amarse a sí mismo, como muchas veces leyó y escuchó.

Llegó a odiar esas palabras, mas pareciese que su lado destructivo las amaba.

Se descuidó a sí mismo ya que de cualquier manera nadie se fijaría en alguien como él, pero no lo malentiendan, tiene grandes amigos a su lado, sin embargo, para su corazón esto no era suficiente.

Le faltaban dedos para contar las veces que se sintió insuficiente para el mundo, para los requisitos que al parecer se necesitaban para ser un buen humano.

Sintió que algo estaba mal cuando lo único que deseaba era nunca haber existido.

Desde entonces pasaron los años, desbordados de malos hábitos "inofensivos" y que a su edad "todos lo hacen" porque así era.

Porque así alguien dijo que iba a ser.

Enfermó y nunca creyó que eso no era lo correcto.

Lo merecía.

En el fondo de su alma reconocía que así tenía que pasar porque él mismo lo decidió.

Hasta que conoció a Lee Mark y sus miedos se convirtieron en realidad.

El canadiense, por lo que escuchó de las enfermeras, no estaba aquí por algo leve.

Un fémur roto claramente no era algo leve, mas la sonrisa que mostraba el paciente en la camilla a su lado lo volvía bastante difícil de creer.

─ ¡Nunca pensé que tendría un hueso roto!─ no lo volteó a mirar hasta que se quedó callado, sorprendiéndolo al ver que se dirigía a él. Continuó al tener su atención─ duele mucho, pero no es tan terrible. Jeno me mintió.

─ ¿Quién es Jeno?─ cuestionó.

La cara de Mark se iluminó.

─ Mi mejor amigo─ sus cejas se levantaron de manera cómica, sacando una sombra de sonrisa al moreno. ─ ¿Te puedes imaginar cuántas veces se ha roto algo?

Negó.

─ ¡Ocho! Apenas tenemos diecisiete, no logro entender cómo lo hace, ¿será porque le gusta la gimnasia artística? Nah, debe hacer otra cosa que no me dice, ¿cierto?─ con un parpadeo intentó recordar todo lo que dijo el chico─ seguro va a peleas callejeras con Jaemin y Renjun.

Falló.

─ ¿Puede ser?─ ignorando que continuaba metiendo personas que él no conocía.

─ Cuando salga de aquí le preguntaré y volveré para contarte─ la conversación terminó ahí, cada uno regresando a su propio mundo.

Los días pasaron y el doctor Kim se le acercó, con la sonrisa de conejo que lo caracteriza, para avisarle que la cirugía de Mark salió exitosa.

Él no preguntó.

Mas suspiró inconscientemente con alivio ante la noticia.

Tres semanas se fueron rápido, regresando a un Mark Lee ansioso en la entrada de la habitación.

─ ¿Mark?

─ ¿Me tardé mucho en venir?─ se mostró casi avergonzado, reprimiendo las ganas de acercarse más al menor.

─ ¿Qué dices? Apenas nos conocemos─ Donghyuck se intentó acomodar en la cama de hospital, levantándose con sus brazos delgados para quedar sentado. Mark ni siquiera pensó en su timidez al momento de ir a ayudar al chico, sonriéndole cuando este le miró extrañado. ─ Siendo honesto, no creí que volvería a verte en mi vida.

─ Sé que nos vimos unos cuantos días, pero para mí fue suficiente.

─ ¿Suficiente?

─ Para acercarme─ reveló─ te ves como una buena persona y en verdad sentí que debía conocerte más─ el castaño solo elevó los hombros, confundido, pero más alegre de lo que estuvo la última semana.

Si le preguntaran a Haechan, nunca pensó que su último año lo pasaría con un chico que conoció en el hospital, mismo que se aparecía cada día que podía.

La verdad le sorprendía que le agradara tanto para no dejarlo, como inicialmente pensó que sucedería.

Era... lindo. Se sentía querido y quizás demasiado.

─ ¿Eres tonto?─ Mark boqueó, sonrojándose ante su insulto.

─ ¿Creí que te gustaría? Se parecen un poco a ti─ ignoró el ceño fruncido del contrario cuando colocó el girasol en el jarrón de agua a su lado.

─ Mark...

─ Silencio, es para ti y espero que no lo tires.

─ Okey, se te está pegando un poco de Lee Donghyuck y dudo que eso sea algo bueno─ el pelinegro rió, empujándolo levemente por su hombro.

La alegría desapareció de sus ojos, obvio, pues se nublaron con lágrimas. Hyuck no debería estar así de delgado, no tanto como para que su hombro se enterrara dolorosamente en su mano.

─ Oye, estoy bien, pegas como niña─ bromeó, cruzando el brazo para acariciarse en la zona, aunque se mantuvo tenso ante el silencio que se formó─ Ma-

Un abrazo silenció sus palabras, quedando mudo entre el cuerpo de Mark y las almohadas.

Correspondió al envolverlo con sus huesudas y secas manos, moviendo de arriba hacia abajo caricias para tranquilizarlo aunque sea un poco.

Su voz se tornó suave y susurrante en el cuello del mayor cuando sintió su respiración agitada.

Donghyuck se odió un poco más por provocar el llanto de Minhyung.

─ Después... ¿podrías simplemente fingir que no tienes lástima por mí?─ el cuerpo ajeno se tensó─ no es lindo saber que la gente a mi alrededor piensa así.

─ Hey, no─ Mark sujetó las costillas sobresalientes de Haechan para apartarse, quedando frente a frente con una mueca frustrada─ no siento lástima por ti... o sea, sí, pero no en ese sentido. Digo, no realmente, pero...

La preciosa risa del moreno resonó por todo el cuarto, distrayendo al pálido de su discurso apresurado.

─ Lo siento...─ suspiró─ puedes continuar.

─ No lo haré, te estabas riendo de mí.

─ Es que eres realmente alguien bueno. Me siento mejor contigo aquí─ confesó, intentando alejar un poco al mayor incluso si Hyuck fue quién causó esa situación, sin embargo, Mark no tuvo miedo en acercarse un poco más a su corazón, acurrucándose en su pecho incluso si su espalda estaba doliendo con la extraña posición─ ¿qué...?

─ Te quiero.

Haechan aguantó las lágrimas en el fondo de su garganta, sintiendo una presión en el pecho que no le permitió decir nada. La culpa lo atacó con todas sus fuerzas, repitiendo en el fondo de su mente que pronto moriría y no podía hacerle eso a Mark, no cuando parecía ser la única persona que en verdad se preocupaba por él.

─ No me quieras, por favor─ musitó bajito, dejando caer las primeras lágrimas de angustia─ tengo miedo de no saber corresponder a tu cariño.

El mayor solo lo sujetó con más fuerza.

─ No hace falta que lo hagas.

Y apesar de ello, Donghyuck se sintió cada día más desanimado. La falta de apetito lo empezó a perjudicar una vez más, siendo insuficientes los medicamentos y suplementos que ya le recetaban.

Su madre llegó un día a regañarlo, pero de eso se enteró al día siguiente gracias al doctor Kim, pues pasó inconsciente toda la tarde como para saberlo.

Pasaron dos semanas más en las que Mark no se rindió en visitarlo y sostenerlo cuando la desesperanza lo maldecía durante horas.

Una tarde se encontraron ambos en el cuarto, el ruido de las máquinas de fondo y el canadiense observando el precioso perfil del menor mientras el moreno miraba pensativo por la ventana.

─ ¿Pasa algo?─ los hombros del castaño se tensaron.

─ Siempre pasa algo, sé más específico─ ignorando el tono borde, decidió cambiar el tema.

─ ¿Alguna vez te pregunté que hacías antes de estar acá?

─ Uh, creo que no.

─ ¿Quieres contarme sobre ti?

─ ¿En serio quieres saber más sobre mí?─ en el fondo esperaba una negativa, una señal que no le permitiera contarle a Mark sobre alguien ya casi muerto.

─ Sí, por favor─ y él solo era un chico demasiado débil a la atención de alguien más.

─ Me gustaba bailar. Pasaba horas aprendiendo canciones y practicando coreografias frente a un espejo. Ahora ya no tengo ánimos para hacerlo, apenas puedo levantarme de esta mierda de cama.

Mark se quedó callado, analizando las palabras bañadas en nostalgia.

─ Quizás...─ comenzó─ cuando salgas de aquí y te sientas mejor─ Haechan se guardó el pesimismo para sí mismo esta vez─ tú y yo podríamos ir a bailar juntos, o tan solo quedarnos sentados a escuchar la música que te guste. ¿Qué te parece?

El menor asintió con timidez, con una voz en la cabeza que le permitió ser egoísta y disfrutar la ilusión de un futuro feliz.

─ Eso suena bien─ juntó sus ojos con los bellos marrones de Mark y su pecho dió un vuelco que le cortó la respiración por instantes. Era injusto lo emocionado que se veía el contrario ante sus palabras, con leves margaritas en medio de sus mejillas─ Lo lamento.

Musitó, tapando su rostro cuando la silla que usaba Minhyung sonó contra el piso.

─ Hyuck, ¿pasa algo? ¿Te duele en alguna parte?─ solo sollozó más ante las atenciones del pelinegro. No se merecía esto. ─ ¿Por qué lo sientes? No has hecho nada malo.

─ Yo... tengo ganas de pedir perdón, pero no lo merezco─ se lamentó─ No lo intento, jamás lo he hecho. ¿Con qué cara puedo pedir perdón si nunca suena realmente honesto?

Mark estaba llorando.

No tenía idea del por qué, mas no quería saberlo.

Solo deseaba que dejara de sufrir a su lado.

Y eso al parecer jamás sucedería, pues días más tarde se encontró otra vez con Minhyung en su habitación, con una mochila en los hombros y la respiración agitada.

─ Ven conmigo─ dijo.

Hyuck ni siquiera dudó en extender sus brazos para que lo ayudara a salir de la cama.

─ Estás loco, Lee.

Musitó al correr bajo las nubes naranjas que se asomaban desde todas las direcciones, felices de anunciar la caída de la tarde y el silencio de la pronta noche. El lugar donde ambos jóvenes se frenaron era precioso, casi como si fuera su lugar especial.

Así se sentía.

Un árbol escondido entre grandes arbustos y tiernas flores.

El canadiense dejó que la gravedad afectara su cuerpo, siendo recibido por la corteza marrón y áspera del árbol.

Talló sus ojos con la mano libre, pues la derecha se mantuvo unida a la bata del castaño.

No podía irse.

Él aún no tendría que dejarlo.

─ Mark, no deberíamos estar haciendo esto ─ Hyuck, encorvado mientras apoyaba sus palmas en las rodillas, exhaló─ bien sabes que ni siquiera debería correr de esta manera.

─ Lo lamento, tuve la intención de cargarte... ─ el mayor presionó sus labios, evitando el nudo en la garganta y sacudiendo la cabeza─ lloro cada vez que lo hago─ volteó a ver al moreno, frunciendo su nariz con tristeza.

─ Sé que te afecta lo delgado que estoy, pero no me mires así. Es inevitable.

La mano agarrada a la tela celeste empujó lo suficiente para acercar el cuerpo ajeno con un leve tropiezo. Haechan suspiró profundamente, siguiendo la petición muda de sentarse justo a su lado.

─ ¿Feliz?─ bromeó.

─ Sabes que no, Hyuck.

─ No seas tan jodidamente amargo, Mark Lee, esta fue tu idea─ con curiosidad observó el perfil del mayor, notando la tristeza desde cualquier ángulo. ─ Pasa algo...

─ Sí.

El corazón del moreno se saltó un latido ante la respuesta afirmativa. Apartó la vista. Dejó de prestar atención a lo demás.

─ Nadie quería decírtelo, ni siquiera tus padres, pero el doctor Kim sabe que me preocupo por ti y no quiso ocultarmelo.

─ ¿Entonces?

─ No te queda mucho tiempo, Hyuckie─ primero sonrió ante el apodo. Después se apoyó en el hombro ajeno con lástima.

─ Con razón me siento tan cansado últimamente─ confesó. ─ Lo intenté por ti... nunca dudes de lo mucho que te quiero. Ya no puedo más.

La luz de la hora dorada los cegó por momentos.

Y ahí, juntos sobre hojas caídas, pasaron las últimas horas de Lee Donghyuck, abrazados con el abrigo de sus propios cuerpos. Un primer y último beso tuvo lugar entre ellos.

Tan repentino como se veía, Haechan perdió las fuerzas, sin embargo, Mark nunca dejó de abrazarlo.

Mark nunca dejó de amarlo.

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