Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

055. friends again

CAPÍTULO 55:
amigas de nuevo
━━━━━━━━━━━━━━━━━━━

━━━━━━━━━━━━━━━━━━━

A la mañana siguiente, Janne sentía que su cabeza dolía, la luz le molestaba y su garganta estaba seca. Se incorporó en su lugar mirando al rededor, todas aún estaban dormidas. Soltó un bostezo seguido de un suspiro antes de ponerse de pie, fue directo a la cocina para servirse un vaso de agua.

Su mente recordó la noche anterior sintiendo una gran vergüenza provocándole una mueca en su rostro. Janne dio un brinco al escuchar un repentino ruido, al voltear vio a Tory que había chocado accidentalmente con una silla, ella le sonrió antes de tomar otro vaso y servirle agua.

— Estoy segura de que también lo necesitas— Comentó Janne colocando el vaso en la barra frente a ella.

— Gracias— Tory tomó asiento en la silla antes de beber un gran trago de agua.

El silencio se instaló en el lugar, Sam y Devon aún estaban dentro de sus sacos de dormir, el único sonido eran los ronquidos de Johnny que estaba mal acomodado en el sillón individual con la boca entreabierta.

Janne no pudo evitarlo más. Desvió la vista hacia Tory, quien estaba mirando al frente, también parecía querer evitar el contacto visual. Estando frente a frente, Janne recordó cómo era todo antes, cuando Tory había llegado a Cobra Kai: impulsiva, algo fría al principio, pero siempre con esa chispa de competitividad que la hacía especial, ese mismo día, tras ganarle a Miguel en ese combate, había quedado con una sonrisa orgullosa, y cómo, a pesar de su naturaleza reservada, había encontrado una amiga en ella, alguien con quien compartir los altibajos. Todo eso parecía tan lejano ahora.

— Lo siento por lo de ayer— Dijo avergonzada, captando la atención de la rubia que alzó su mirada para poder mirar a Janne

— No, perdóname a mi, no debí reaccionar así— Tory respondió apretando sus labios.

— Está bien— Janne sonrió hacia ella— Admite que fue divertido descubrir que los caballos esconden un secreto.

Ambas soltaron una risa, sin poder evitar sonreír ante el recuerdo de aquella plática incongruente que habían tenido. Tory admitía que haber pasado tiempo con Janne había sido divertido, incluso aunque haya sido bajo esos efectos.

— ¿Sabes? Cuando te conocí, no pensaba que algún día acabaríamos... tan distantes.— Janne se atrevió a admitir sin poder ocultar más lo que sentía en ese momento.

Tory sintió un nudo en el estómago. No quería sentirse vulnerable, pero no pudo evitarlo.

— Yo tampoco. La verdad...— Tory soltó una risa nerviosa, pero no había humor en ella. Solo una especie de resignación que Janne reconoció bien.— Siempre pensé que... todo lo que pasaba entre nosotros, las peleas... eso no te importaba.

Janne se mordió el labio, pensando en esas palabras. En cómo, con el tiempo, su amistad se había torcido, se había hecho más difícil. El veneno de las peleas, de las palabras mal dichas, de los rencores que no se trataban, se había acumulado.

— Lo sé... Yo también lo pensaba.— Janne admitió jugando con el vaso en sus manos.

Tory la miró entonces, finalmente cruzando sus ojos con los de Janne. Era un vistazo fugaz, pero cargado de significado.

— Entonces...— Janne habló con un poco de nerviosismos— ¿podemos dejar atrás todo esto?ser amigas otra vez.

Tory sintió una punzada de tristeza, pero también un rayo de esperanza.

— Sí, estaría bien— Está vez Tory no pudo evitar sonreír ligeramente.

Tory sonrió suavemente, y aunque sus ojos brillaban con la posibilidad de una reconciliación, había algo más profundo ahí, algo que Janne conocía bien: inseguridad.

— Y... ¿crees que podemos volver a ser así?— Tory preguntó con timidez— Como antes, sin todas las cosas entre nosotras.

Janne asintió con firmeza, aunque sabía que no sería fácil. Pero también entendía que la amistad valía la pena.

— Sí. Podemos intentarlo.— Le sonrió con sinceridad— No prometo que sea perfecto, pero creo que podemos empezar de nuevo.

Tory dejó escapar un largo suspiro, y por fin, cuando parecía que había tomado una decisión, se levantó lentamente del banco. Se acercó a Janne, mirando al suelo por un momento, y luego extendió su mano. Janne la miró sorprendida, pero sin dudarlo, aceptó.

— Entonces, ¿empezamos de nuevo?— Le preguntó con una sonrisa pequeña.

Janne apretó su mano con suavidad, como si estuviera sellando una promesa tácita.

— Empezamos de nuevo.— Janne afirmó poniéndose de pie para darle un abrazo.

Ambas sonrieron, y por primera vez en mucho tiempo, la tensión que las había rodeado comenzó a disiparse, dejando solo un lazo aún más fuerte que el que habían tenido antes.

— ¿Crees que a Johnny le quede bien el rojo?— Janne preguntó observando al hombre que aún roncaba en el sillón.

Aquello se ganó una mirada confundida de parte de Tory a su lado, sus pensamientos se aclararon cuando Janne alzó a la vista una cosmetiquera mientras mostraba una sonrisa traviesa.

— Debe pagar de alguna manera por intentar que nos peleáramos que toda la noche— la ojiazul volvió a hablar con gracia.

Tory solo respondió con una sonrisa cómplice mientras caminaba a un lado de Janne que ya tenía un labial rojo en sus manos.

— Apuesto a que se verá muy lindo— Tory ironizó soltando una risa.

El grito de Johnny llamando a Janne resonó por la habitación, Tory y Janne escondidas en las escaleras reían mientras observaban a Johnny salir del baño con un maquillaje llamativo, sombras azules con un delineado grueso y un labial rojo intenso imposible de quitar.

— Es el karma— Janne exclamó aún desde las escaleras.

— Se ve muy linda sensei— Tory se atrevió a hablar con una risa contagiosa.

Johnny estaba por reprochar cuando el timbre sonó, al ver que el hombre se acercaba, Janne tomó la mano de Tory para correr lejos de él mientras reían.

— ¿Qué hicieron?— Sam cuestionó con el ceño fruncido mientras veía a las dos chicas que aún reían.

— No creo que sea algo bueno— Devon se unió a la plática con ellas.

El sonido de la madera rechinar captó la atención de las chicas, Johnny bajaba las escaleras con cara de pocos amigos. Aquella imagen hizo soltar risas en Sam y Devon que miraban sorprendidas al dúo causante de aquello.

— Tu mamá llegó— dijo mirando hacia Janne.

— ¿Halago mi maquillaje? Porque ella me enseñó a maquillar— bromeó tomando su mochila.

Johnny suspiró con cansancio antes de seguir a Janne por detrás para acompañarla hasta la puerta, en el umbral Hazel se encontraba intentando reprimir una risa mientras hacía contacto visual con el hombre.

— Janne, te dije que el azul jamás combinará con un rojo intenso— Comentó con gracia sin apartar la vista.

— Que graciosa— Johnny habló con ironía— Ya váyanse, necesito quitarme esto de la cara

— Suerte con eso— Janne se burló colocándose junto a su mamá.

— Por cierto, Hazel— el rubio las detuvo— En tu vida vuelvas a cocinar galletas.

— ¿Galletas?— Hazel frunció el ceño mirando con confusión a ambos.

Janne negaba con la cabeza mientras sacudía su mano frente a su cuello intentando impedir que Johnny dijera más.

— Si, nos vemos— Johnny les cerró la puerta.

Ambas caminaron hacia el carro, Janne se sentó en el asiento del copiloto y se dedicó a mirar por la ventana esperando que su madre no intentará hacerle la plática.

— ¿Cómo les fue en la pijamada?— Hazel preguntó con una sonrisa mirando a Janne.

— Bien... creo— Dijo apartando la mirada rápidamente— Pero concuerdo con Johnny, no vuelvas a cocinar galletas.

— Pero... —Hazel frunció el ceño aún sin entender, hasta que las ideas conectaron comprendiendo todo— ¿Tomaste las galletas de la cocina?

— Creí que las habías echo para mí— Exclamó confundida y aún más apenada sintiendo el rubor subir por su rostro.

— Cielos, en mi vida he cocinado galletas— Hazel soltó una risa mientras negaba con la cabeza— La vez que lo intenté parecían piedras negras.

— ¿Entonces?— Janne frunció el ceño mirando con diversión y confusión a su mamá.

— Dios no, solo fue una tonta idea que tuve con tu papá. Bastante tonta en realidad no sé en qué pensábamos— soltó una risa, pero después miró con preocupación a Janne— Dime que nadie salió herido o...

— Bueno, Tory casi me golpea— Dijo restándole importancia— pero descubrimos que quizá las cebras se disfrazaron y jamás se quitaron el disfraz— Comentó con gracia— y creo que tal vez hemos recuperado nuestra amistad.

— Entonces esas galletas mágicas ayudaron después de todo— Hazel bromeo estacionando el auto.

— Si... pero espero que jamás se vuelva a repetir— Janne volteó a mirarla con una sonrisa.

Ambas bajaron del carro, caminaron hacia la casa donde las recibió un delicioso olor a panqueques de avena. Edward ponía en la mesa tres platos y vasos para tener un desayuno familiar.

— ¿Cómo te fue?— Edward preguntó con emoción mirando a su hija.

Hazel y Janne compartieron una mirada antes de volver a ver a Edward que tenía un rastro de confusión en su mirada ante la sospechosa actitud de las mujeres.

— Digamos que fue una pijamada... muy mágica— Janne se acercó con una sonrisa inocente.

Edward pasó su vista hacia Hazel que se encogió de hombros mientras se sentaba junto a su hija.

El desayuno pasó entre risas y pláticas amenas que hacían sentir a Janne a gusto, pensando en lo mucho que habían avanzado como familia. Si bien el karate había traído bastantes problemas, pero también provocó cosas buenas, una de ellas su relación con sus padres. Era como si fueran totalmente diferentes, compartir el desayuno era inimaginable para Janne de hace unos años.

— ¿Te llevo al entrenamiento?— Edward le preguntó cuando terminó de desayunar.

— Si, iré a ducharme y a cambiarme— Janne respondió con una sonrisa.

Como un torbellino, Janne subió hacia su cuarto para poder alistarse, escuchaba música mientras se bañaba cantando las canciones como si nadie pudiera escucharla. Al salir de la ducha tomó su teléfono donde encontró bastantes notificaciones de mensajes, todas ellas de Eli, incluso tenía un par de llamadas.

Apagó su teléfono mientras apretaba sus labios, mientras bajaba las escaleras solo podía pensar en el y la discusión que habían tenido. Sus pensamientos se disiparon ante el sonido de una risa, se asomó a la cocina donde pudo ver a sus papás riendo y no pudo evitar sonreír.

Era cierto que los últimos años no habían sido los mejores en su matrimonio, pero verlos juntos y tan alegres extendió un calor por el cuerpo de Janne.

— ¿Estás lista?— Su papá preguntó al notar su presencia.

— Lista— Janne asintió sin apartar la vista de ellos.

Caminaron juntos hacia el auto, al comenzar a andar la música ochentera inundó el silencio que había.

— Así que... una pijamada mágica— Edward comentó mirando a Janne que se encogió a su lado con una sonrisa inocente.

— Un poco, si— Respondió

— Bueno, ¿qué aprendimos de eso?— preguntó sin apartar la vista del camino.

— Que tú y mamá tienen unas ideas muy raras de diversión en pareja— dijo ganándose una mirada incrédula de parte de Edward— y que no volveré a consumir de esas cosas. Quiero decir... fue divertido pero al día siguiente no tanto— hizo una mueca a lo que el hombre negó.

— Nunca más— Edward advirtió mirándola con un deje de seriedad mientras estacionaba el auto.

— Nunca más— Janne respondió mirándolo con una ligera sonrisa.— Nos vemos al rato— besó su mejilla antes de bajar del auto.

Cuando Janne entró al dojo, fue directo a cambiarse, entrando se encontró a Tory que estaba terminando de ponerse sus tenis, sin dudarlo se acercó lentamente.

— ¿Cómo te sientes?— preguntó mirándola con diversión.

— ¿Honestamente? Como la mierda— respondió soltando una risa— No dejaré que me vuelvas a dar galletas, jamás— dijo con diversión haciendo reír a Janne.

El sonido de la puerta abrirse llamó la atención de ambas, en la puerta Eli miraba a ambas con un deje de confusión por la repentina confianza que había entre ambas, en sus manos había un ramo de flores que apretaba con tal fuerza que sus nudillos se habían puesto blancos.

— Los dejo solos— Tory dijo dándole una última sonrisa para después salir.

Cuando el chico se acercó Janne pudo notar una sonrisa que parecía una mezcla de arrepentimiento y esperanza, pero no fue suficiente para relajar el ceño fruncido de Janne. Ella lo miró con seriedad, los brazos cruzados frente a su pecho como un muro invisible.

—Lo siento —dijo Eli rápidamente, rascándose la nuca en un gesto nervioso—. Pensé que habíamos terminado. Te mandé mil mensajes anoche, pero...

—Estaba en una pijamada con las chicas... y Johnny —respondió Janne, su tono seco pero cargado de significado.

—¿Con el sensei? —preguntó Eli, claramente incrédulo.

—Larga historia —se limitó a decir, esquivando más explicaciones.

Eli bajó la mirada por un momento, como si buscara las palabras adecuadas, antes de levantar los ojos nuevamente hacia ella.

—Me comporté como un idiota —admitió con un tono más suave—. No te he estado prestando atención. Ni siquiera me di cuenta de que te habías pintado el cabello. Ignoré tus sentimientos, y... no quiero perderte.

Por un instante, el corazón de Janne se ablandó al ver su vulnerabilidad. Aun así, tomó delicadamente su mano, como si temiera que el contacto pudiera romper algo más que el silencio entre ellos.

—No lo harás —dijo con suavidad, aunque su expresión seguía siendo tensa—. Pero últimamente he estado pensando en nosotros... y en Moon. —Su voz tembló apenas, y desvió la mirada—. No sé si es correcto seguir juntos.

Las palabras golpearon a Eli como un puñetazo, y su sonrisa se desmoronó lentamente.

—¿Estás terminando conmigo? —preguntó con un nudo en la garganta, su voz apenas un susurro.

—¡No! —exclamó Janne, negando rápidamente con la cabeza—. Es solo que... no sé cómo funcionan las parejas poliamorosas.

El silencio que siguió fue espeso, incómodo, y parecía que ambos estaban a punto de decir algo más cuando Demetri apareció con su tableta en mano.

—¡Chicos! —dijo, su energía cortando la tensión como un cuchillo—. El anuncio está por comenzar.

Eli se apartó, dejando un beso rápido en la mejilla de Janne antes de tomar la tableta y llamar a los demás.

—¿Están bien? —preguntó Demetri en voz baja, observando la expresión apagada de Janne.

—Eso creo —murmuró ella, apretando los labios y reprimiendo un suspiro.

Los dos se unieron al grupo que ahora se agolpaba alrededor de Eli. La sala se llenó de murmullos nerviosos, y Janne sintió la adrenalina recorrer su cuerpo. Estaban a punto de descubrir a dónde viajarían para el Sekai Taikai.

Felicidades por su admisión al Sekai Taikai. Nos alegra anunciar, finalmente, la ciudad anfitriona de este año —dijo la voz desde la pantalla. Janne intercambió una mirada emocionada con Miguel, quien se había posicionado a su lado.

—Apuesto a que será en Australia —susurró Miguel, con una sonrisa traviesa.

—¿Nos harán pelear con los canguros? —bromeó Janne, provocando una risa contenida en Miguel.

Las artes marciales han tenido una rica historia en el este. Y el Sekai Taikai ha realizado muchos torneos en toda Europa.

— ¿Italia, tal vez? —propuso Miguel.

— Quizá Portugal —respondió Janne, pensativa.

Dentro de esa región, hay una nación que no deja de destacarse por su crecimiento y dominio en competencias junior y senior. Es un gran placer anunciar que el Sekai Taikai de este año será en... Barcelona, España.

La sala estalló en gritos de asombro y celebración.

—¡Nos vamos a España! —exclamó Janne, girando hacia Miguel con una sonrisa radiante

— ¡Nos vamos a España!— Miguel festejó con la misma emoción dando un gran abrazo a Janne.

Mientras se preparan para viajar, presentaremos las reglas del registro. Juzgaremos su dojo por la calidad, no la cantidad. Cada dojo deberá elegir siete luchadores para competir.

La emoción en el ambiente se esfumó al instante. Los murmullos se apagaron, reemplazados por un silencio tenso.

—¿Solo siete? —Janne frunció el ceño, sus palabras reflejaban la incredulidad de todos.

Estos siete luchadores participarán en eventos de equipo, y cada equipo tendrá un chico y una chica como capitanes para las competencias individuales, las cuales serán televisadas en todo el mundo. Les deseamos mucha suerte. Nos vemos en Barcelona.

La transmisión terminó, y Eli bajó la tableta lentamente. Nadie habló. Las miradas de todos iban de un lado a otro, pero ningún par de ojos se encontraba por demasiado tiempo.

—¿Qué significa eso? —preguntó Robby, rompiendo finalmente el incómodo silencio.

—Que no iremos todos —respondió Miguel con un tono sombrío.

El aire en la sala parecía más pesado. Janne observó las caras a su alrededor: tensión, incertidumbre, y una chispa de rivalidad que comenzaba a arder en cada uno de ellos. Sabían lo que vendría. Los próximos días estarían marcados por competencia, no solo contra otros dojos, sino también entre ellos mismos.

Y aunque nadie lo decía en voz alta, todos entendían que las amistades no serían lo único puesto a prueba.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro