054. girls
CAPÍTULO 54:
chicas
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La emoción de Janne era evidente. Cualquier rastro de frustración se había desvanecido al recibir el mensaje de Devon, invitándola a su primera pijamada. Jamás había estado en una antes, ni siquiera había sido invitada a algo parecido.
Con entusiasmo, llenó su mochila con mascarillas, pijamas cómodas y lo poco que sabía que podría necesitar. Incluso su mamá había horneado unas galletas para las chicas o eso creía ella pues había dejado una bolsa en la cocina, así que las tomó para invitarlas. La idea de pasar tiempo con otras chicas la llenaba de una mezcla de nervios y expectativa, pero también de una rara felicidad.
—Diviértete —dijo Edward con una sonrisa tierna mientras la veía acomodarse en el asiento del copiloto—. Pero no bebas demasiado... o al menos, si lo haces, mantén el teléfono alejado.
— No creo que vayamos a beber —respondió Janne, mirando por la ventana—. En realidad, ni siquiera sé qué se hace en una pijamada.
— Supongo que... cosas de chicas —improvisó Edward con torpeza.
— Gracias, nos vemos mañana —respondió ella antes de abrazarlo rápido y bajar del auto.
Frente a la puerta, respiró hondo y tocó. Devon abrió al instante, con una sonrisa tan grande que le pareció contagiosa.
—¡Sí, viniste! —exclamó Devon, dando un pequeño salto de emoción—. Estamos en el sótano.
— ¿Estamos?— Janne alzó una ceja, notando el plural— ¿Ya llegaron las demás?
Devon no respondió, en cambio, comenzó a caminar al interior de la casa así que Janne la siguió escaleras abajo, donde el sótano se transformaba en un acogedor salón decorado con globos rosas, serpentinas, y un montón de actividades repartidas por la sala: equipo de manicura, juegos de mesa y recipientes con botanas.
Sin embargo, su atención quedó fija en Johnny, quien estaba parado al centro, ajustando algunos detalles en la decoración.
— ¿Qué está haciendo aquí?— preguntó Janne, arrugando el ceño— Creí que solo estaríamos nosotras
El timbre volvió a sonar y vio a Devon a su lado chillar de emoción.
— Llegaron, vuelvo en seguida— Dijo antes de subir corriendo de nuevo.
— Entonces... ¿qué está tramando?— Janne dejó su mochila sobre el sillón y miró a Johnny con los brazos cruzados.
— Solo pasaremos una noche de chicas— Respondió con voz relajada.
— Excepto que usted no es una chica— Apuntó alzando una ceja.
— Pero seré papá de una niña— replicó con tono relajado, arrancándole a Janne una sonrisa involuntaria.
El rechinar de los escalones atrajo sus miradas hacia Tory y Sam, que bajaban con expresiones igual de confundidas.
— Bienvenidas a Miyagi-Do después de la hora— Johnny las recibió con los brazos abiertos.
— No creo que lo deba llamar así— Sam habló concentrándose en el hombre.
— ¿Noches de Miyagi-Do?— Propuso.
— No— Sam y Janne respondieron a la vez.
— Espera...— Tory se acercó a ellos recorriendo el salón con incredulidad en su mirada— ¿Esto es una pijamada?
— Creí que todas lo sabíamos— Janne intervino aún desconcertada— ¿Qué les dijiste para que vinieran?— Volteó a ver a Johnny quien se encogió de hombros.
— Nunca hice una pijamada— Devon llegó con kit lleno de esmaltes para uñas y una gran sonrisa en su rostro.— No sabía que esmaltes preferían, así que compré todos los colores.
Janne bajó la guardia un poco. Quizá esto no sea tan terrible, pensó. Sacó algunos sobres de su mochila.
— Yo tampoco hice una pijamada— Janne habló con un deje de timidez— Nunca— Hizo énfasis— Y traje mascarillas, las tomé de las cosas de mi mamá— dijo sacando los sobres de su mochila—, pero creo que son antiarrugas— Frunció el ceño al ver el empaque.
— Dame una— pidió Johnny, arrancándole una risa a Janne mientras se la lanzaba.
— Ahora que son amigas podemos tener una noche de chicas. Traje galletas y tampones y esas cosas— Las tres chicas recién llegadas alzaron sus cejas— Pasen, tomen un saco de dormir.
— Yo también traje galletas— Janne exclamó sacando la bolsa— Mi mamá las hizo— Sonrió ampliamente.
— Ponlas... en algún lado de por allá— Johnny señaló flojamente la barra donde había más frituras y golosinas— Asegúrate de apartarlas, puede que estén envenenadas— Janne le dirigió una mala mirada antes de seguir caminando.
Tomó un plato de la repisa y colocó las galletas a un lado de las demás que había traído Johnny.
Sin decir mucho, caminaron hacia el estante para recoger sus sacos de dormir. Janne tomó uno y se lo pasó a Tory, quien respondió con una sonrisa fugaz, tan tenue que parecía más una reacción automática que un gesto sincero. Sam, por su parte, se quedó en silencio, abrazando su saco con una rigidez que delataba su incomodidad.
— ¿Listas para divertirse?— Johnny las llamó.
En una casetera colocó música, "Girls just want to have fun" de Cyndi Lauper resonó la habitación. Janne intentó suavizar la incomodidad tarareando la melodía, más para llenar el silencio que por verdadero entusiasmo, había escuchado a su madre ponerla un par de veces cuando estaba en el estudio y verdaderamente quedaba con el ambiente de la pijamada. Sin embargo, ni Tory ni Sam la acompañaron, limitándose a mirar alrededor como si buscaran algo más interesante que hacer.
Mientras se acercaba a la mesa, Janne notó la ouija de madera colocada justo en el centro. Frunció el ceño.
— No voy a hacer eso— Dijo Janne firme, cruzándose de brazos mientras miraba a Johnny.
— Vamos será divertido— Johnny insistió— Deja de ser una nenita
Janne vaciló antes de sentarse entre Devon y Sam, aunque su expresión dejaba claro que no estaba convencida. Tory, sentada al otro lado de la mesa, se cruzó de brazos, lanzándole una mirada fría al tablero.
— Vamos, haz una pregunta.— insistió Johnny, con una sonrisa que parecía disfrutar del evidente malestar en el ambiente.
— ¿Bert irá al Sekai Tekai?— preguntó Janne con un dejo de ironía, más para salir del paso que por verdadera curiosidad. El planchette se movió lentamente hasta marcar "No". Janne entrecerró los ojos.— ¡Vamos! Tú lo moviste— Janne exclamó mirando al rubio.
— ¿Tory quiere que Sam caiga por las escaleras y se rompa cada hueso del cuerpo?— Johnny preguntó con lentitud, ignorando por completo a Janne
El silencio en la sala fue inmediato y sofocante. Tory frunció el ceño, su incomodidad transformándose en algo más parecido a la irritación.
— ¿Qué?— Tory frunció el ceño.
Las manos de Sam y Tory apretaron con fuerza el planchette mientras Johnny, con una sonrisa desafiante, logró arrastrarlo hasta el "Sí".
— Si, que mal— Fingió pena, aunque el tono en su voz mostraba una pizca de burla.
Sam miró a Tory de reojo, su incomodidad palpable. Tory, por su parte, soltó un resoplido, apartando las manos del tablero con un gesto brusco.
— Si Janne pudiera describir a Tory con una palabra, ¿qué palabra elegiría?— Janne miró con incredulidad mientras sentía el objeto arrastrase bajo su mano.
Janne lo miró con incredulidad, pero antes de poder protestar, sintió el planchette moverse bajo sus dedos. Cuando finalmente se detuvo, marcaba la palabra "Perra".
Janne soltó el tablero de inmediato, su mirada cansada fija en Johnny. Tory tensó los hombros, y aunque no dijo nada, el brillo en sus ojos revelaba lo que estaba pensando.
—Hagamos algo que sí sea divertido —gruñó Janne, rompiendo el incómodo silencio mientras se levantaba de la mesa.
El ambiente era tan tenso que incluso Devon, siempre optimista, parecía dudar de qué decir o hacer. Johnny se levantó con una sonrisa despreocupada, pero las chicas permanecieron quietas, como si incluso moverse en ese momento fuera demasiado incómodo. La tensión entre ellas era tan evidente que parecía un cuarto lleno de dinamita esperando una chispa.
— De acuerdo—Johnny se levantó dejando un ambiente incómodo en la mesa. Poco después regresó con tres almohadas que las lanzó a cada una de las chicas— Van a pelear.
— ¿En serio?— Janne cuestionó levantándose de su asiento— ¿No podemos pasar un día...
— ¡Silencio!— Gritó— ¿Listas?— Compartieron una mirada antes de ponerse en posición en formación triangular— Peleen.
De nuevo cada una de mantuvo en su lugar compartiendo miradas tensas. Janne lo meditó un momento, si estaban en una pijamada tenían que divertirse, no tenían porque pelear de verdad. Una pequeña sonrisa traviesa se formó en sus labios mientras veía a Sam la cual aún seguía confundida, pronto ya había lanzado un golpe con la almohada al rostro de su amiga soltando una risa.
El ambiente cambió en un instante. Tory, aún algo rígida, observó la escena con una mezcla de desconcierto y curiosidad. Fue cuestión de segundos antes de que las dos atacaran juntas, lanzando almohadas contra ella. Tory no tuvo otra opción más que unirse, y pronto las tres chicas estaban riendo como si la tensión nunca hubiera existido.
Janne, olvidando cualquier resentimiento, golpeó a Devon con una almohada ligera, animándola a participar.
—¡No te quedes ahí parada! —dijo entre risas—. Creo que esto es lo que realmente se hace en una pijamada.
Devon se unió al caos, y pronto el sótano se llenó de risas y plumas volando por todas partes. Por primera vez, Janne no pensaba en problemas, ni en inseguridades. Solo en el momento, en la sensación de pertenecer.
La barrera entre ella y Tory se desvaneció con cada golpe y cada carcajada, y aunque ninguna lo dijo en voz alta, ambas supieron que esta noche marcaba un nuevo comienzo.
Después de la pelea de almohadas, el ambiente se había llenado de una calidez inesperada. Janne estaba sentada en una silla giratoria mientras comía de las galletas, lanzó su cabeza hacia atrás y empezó a girar, se detuvo cuando sintió que había golpeado algo.
— Oh... lo siento— dijo apenada intentando enfocar a Tory que estaba de pie junto a ella.
— No importa— Negó con la cabeza intentando sonreírle.
— ¿Quieres galletas de mi mamá?—preguntó Janne estirando la galleta a la mitad que había estado comiendo.
—¿En serio? ¿Tu mamá hace galletas?— Tory miró el plato con una sonrisa irónica, recordando el pasado donde Janne tenía una mala relación con su madre.
—Lo sé yo tampoco lo imaginé —contestó Janne con divertido. Tomó su galleta y la mordió—. ¡Pero están buenísimas!
Tory se encogió de hombros, tomando una galleta también, más por no ser maleducada que por tener ganas de comerla. Probó un bocado, y al principio no dijo nada, pero le parecía sentir un extraño sabor en ellas.
— Me gusta tu cabello, el morado te queda bien— Tory dijo dándole otra mordida a la galleta
— Estaba pensando en pintarlo de nuevo— Dijo ladeando su cabeza un poco— quizá un poco rosa.
— ¿Quieres sentarte en el sofá?— Preguntó Tory de pronto al sentirse un poco mareada.
— Claro— Janne se levantó de un salto y caminó detrás de Tory.
Pasaron unos minutos donde Tory se quedó recostada en el sofá, con la pierna colgando del borde, mientras Janne se encontraba sentada en el suelo con la espalda contra la pared. Ambas con una sonrisa boba en sus caras.
— ¿Sabías que las cebras son como caballos rayados?— Janne dijo con una ligera sonrisa— O sea, ¿qué les pasó a esos caballos? ¿Por qué se pusieron rayados?
— ¿Te imaginas que las cebras sean como... las estrellas del mundo animal?— Tory parpadeó varias veces antes de volver a hablar— O sea, todos los demás animales tienen colores aburridos, pero las cebras son como... tienen un efecto especial.
— ¡Sí!— Janne exclamó bastante extasiada— Son como si Dios estuviera haciendo pruebas y dijera, ¡Oh! ¡Voy a hacer esto, a ver qué pasa!— Tory asintió mientras sonreía pensativa.
— O tal vez... tal vez las cebras siempre estuvieron en una fiesta de disfraces,— Sugirió la rubia poniéndose de pie de golpe— y un día se les olvidó quitarse el disfraz de rayas. ¡Nunca dejaron de ir a la fiesta!
— ¡Exacto!— Janne luchó por no reír demasiado fuerte— Están como, ¿Por qué quitarnos esto si está tan cómodo? Y luego todos los demás animales están como, "Dios, esas cebras... son demasiado geniales."
Ambas soltaron una risa para después ponerse serias.
— Oye... pero, ¿qué tal si los caballos también tienen rayas, pero las esconden?— Preguntó con seriedad— Como... como un secreto de familia. ¿Te imaginas descubrir eso? ¡Un caballo con rayas!
— ¡Eso sería un escándalo!— Janne exclamó mirándola con grandes ojos— Imagínate que un caballo se quitara el abrigo y... ¡bum! Rayas.
— ¿De qué están hablando?— Devon preguntó frunciendo el ceño al ver el estado de ambas chicas.
— ¿Crees que los caballos esconden sus rayas?— Janne preguntó mirándola pensativa.
— ¿Qué carajos les diste?— Davon exclamó mirando hacia Johnny que había llegado a su lado.
— ¿Qué pasa?— Preguntó Sam llegando a su lado para analizar la situación.
— ¡Ellas son lo que pasa!— Davon señaló a las chicas en el suelo.
Se hizo un silencio en la sala, Janne y Tory se voltearon a ver y empezaron a reírse sin razón alguna.
— ¿Se han dado cuenta de que los pepinos son como... pepinillos, pero más largos? O sea, ¿es eso raro?— Janne comentó con gracia.
Tory no podía dejar de reír, pero a medida que avanzaba el rato, comenzó a notarse algo extraño en su risa, algo que no era solo diversión, sino una ligera desorientación.
—Janne... —dijo Johnny mirando a la menor con una mezcla de confusión y una creciente inquietud—. ¿Qué le pusiste en las galletas?
Janne, entre carcajadas, lo miró sin entender completamente la pregunta.
—¿Qué? ¡Nada!— Exclamó con una mezcla de ofensa y confusión— ¡Mi mamá las hizo! ¿Qué estás diciendo? ¡Es solo azúcar y avena!
Tory se quedó en silencio, observando a Janne con una mirada extrañamente acusadora.
— Están drogadas— Davon afirmó con seguridad en su voz.
—Janne, ¿me has drogado? ¿De verdad? —dijo Tory, cortando la risa de inmediato y poniéndose de pie.
Janne dejó de reírse de golpe, pero la confusión en su rostro era total.
—¿Qué? ¡No! ¿Cómo se te ocurre? ¡Yo no haría eso!— Janne dijo imitando su acción quedando frente a ella.
Tory no podía dejar de soltar pequeñas carcajadas nerviosas, pero las palabras de Janne la estaban dejando inquieta. De repente, su mente comenzó a aclararse un poco, y se dio cuenta de que algo no estaba bien. Miró las galletas, luego a Janne, y en su mente estalló la verdad.
—¡Esto no es avena! —gritó, comenzando a ponerse seria—. ¡Esto tiene algo más!
Janne frunció el ceño mientras reía a carcajadas, claramente sin ser consciente de la magnitud del problema.
—No... ¡no!— Negó repetidas veces— ¡Eso no tiene... drogas!
Sam la miró, incrédula, mientras negaba con la cabeza.
—¡¿Qué demonios le pusiste?!— Tory bramó avanzando hacia Janne con los puños apretados.
— ¡Tory!— Devon y Sam intervinieron al ver que estaba por golpear a Janne.
—¡Lo siento! ¡No fue mi intención! ¡Solo que... mi mamá nunca haría algo tan... tan... raro!— Frunció el ceño haciéndose para atrás.
— Te dije que esas galletas estaban envenenadas— Johnny comentó mirando con curiosidad el plato medio vacío.
—A ver... ¿cómo te sientes? —preguntó Sam, mirando a Janne con preocupación.
Tory, mirando a su alrededor como si todo fuera un sueño.
—Creo que... necesito unas horas para procesar esto— Dijo desorientada.
Cuando Janne estuvo más consciente de lo que pasaba a su alrededor, se sentía totalmente apenada con todos, en especial con Tory.
Cuando salió del baño, miró su teléfono, había varios mensajes de Eli que había ignorado toda la noche, una llamada entrante apareció, vio el nombre de Robby en la pantalla haciendo que frunza el ceño.
— ¿Quién te llama?— preguntó Johnny desde la barra, donde estaba sentado junto a Devon, con una expresión que intentaba ser inocente
— ¿Por qué quiere saber quién me llama?— replicó Janne, alzando una ceja mientras le lanzaba una mirada fugaz.
— No lo sé, tal vez sea un amor del pasado— dijo Johnny, fingiendo demencia, aunque su sonrisa burlona delataba sus intenciones.
Janne dejó escapar un suspiro, cruzándose de brazos mientras notaba cómo Tory y Sam se levantaban del sillón y se acercaban lentamente, posicionándose al lado de ella, como si intuyeran que algo estaba a punto de suceder.
— ¿Qué pasa?— Johnny preguntó con aparente ingenuidad.
— ¿Qué tienes ahí?— Sam intervino, su tono cargado de sospecha mientras miraba fijamente las manos del mayor.
— Nada— Respondió Johnny con un tono demasiado casual para ser convincente.
Harta de la escena, Janne tomó su teléfono y devolvió la llamada a Robby. Un segundo después, un teléfono comenzó a sonar detrás de Johnny. Simultáneamente, Sam marcó a Miguel, y otro teléfono sonó al lado.
— Intentas engañarnos— acusó Tory que también parecía un poco desorientada aún, su voz seria, los ojos entrecerrados como si estuviera lista para un enfrentamiento.
— Eso suena demasiado intenso— murmuró Johnny
— Nos has estado molestando toda la noche para hacer que peleemos— Sam añadió, su tono molesto mientras cruzaba los brazos.
— Bueno, Janne casi lo logra sin mi ayuda— Señaló a la ojiazul quien abrió la boca con indignación.
— ¡Fue un accidente!— Exclamó con temor a que Tory volviera a enojarse.
— Queríamos que recuperarán su talento— Devon insistió— para que todo volviera a ser como antes.
— ¿Preferían cuando nos odiábamos?— Tory exclamó, su incredulidad evidente, pero con una nota de tristeza oculta en su voz.
— ¡Cielos! Eso no volverá a pasar —dijo Janne, mirando a Johnny y Devon con los brazos cruzados, su tono cargado de una firmeza inesperada—. No era necesario hacer todo esto solo para intentar que nos odiáramos de nuevo —añadió, señalando la sala, ahora desordenada, con una mezcla de decepción y fatiga en sus ojos
— Llamaré un uber— Sam dijo ya fastidiada
— Yo también— Tory la siguió.
Janne las miró caminar y volteo a ver a Johnny con la mirada con una mezcla de decepción y tristeza.
— ¿Sabes? De verdad estaba emocionada por esta noche, quería pasar un rato agradable con ellas— dijo con una débil sonrisa
Ayudó a recoger la basura para colocarla en una bolsa negra, era de noche y no quería irse en un taxi o molestar a sus papás a que vinieran. Podía sentir la mirada de Johnny sobre ella pero decidió ignorarlo.
— ¿En serio Hazel te dio esas galletas?— Johnny preguntó con incredulidad.
— Bueno... jamás dijo que eran para mi solo las dejo en la cocina— Janne frunció en ceño.
— ¿Por qué te volviste tan débil con Tory?— Johnny preguntó directamente haciendo que Janne pare de limpiar y lo miré con cansancio.
— Porque... creo que ha sufrido mucho y... quizá una parte de mi no quiere que vuelva a sentirse sola y después de nuestra última pelea...— Balbuceó para después volver a quedarse en silencio.
Se concentró en su tarea hasta llenar la bolsa, solo así subió escaleras arriba y salió al jardín para tirarlo en el basurero. Al estar en el porche escuchó una discusión acalorada, Tory y Sam discutían al borde del jardín.
— Míralas— Johnny apareció a su lado mirando fijamente a Tory y Sam.
Janne siguió su mirada. Tory estaba al borde de las lágrimas, su rostro reflejaba una mezcla de frustración y vulnerabilidad, mientras Sam parecía debatirse entre la rabia y la empatía. Por un momento, Janne temió que las cosas se descontrolaran, pero entonces vio algo inesperado: la expresión de Sam se suavizó, y un par de lágrimas escaparon de los ojos de Tory antes de que ella las limpiara apresuradamente.
Lo siguiente fue un gesto que nadie esperaba. Sam dio un paso adelante y abrazó a Tory, con una sinceridad que rompió la tensión como un cristal haciéndose añicos.
Janne sonrió suavemente ante la escena.
—Quizá no todo salió tan mal después de todo —murmuró, más para sí misma que para Johnny.
—Tal vez... —Johnny respondió, aunque su tono era difícil de descifrar.
Devon apareció junto a ellos, con una sonrisa tímida pero esperanzada.
—Ellas necesitaban más ese abrazo que cualquier otra cosa esta noche —añadió Janne, con una calidez que llenó el aire.
Y, por primera vez en toda la noche, sintió que tal vez, solo tal vez, las cosas podrían mejorar.
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