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9. Decidir

DÍAS DESPUÉS

-¿Tienes un minuto, Diana? -terminaba la rubia de salir del vestuario, cuando Davide la interceptó antes de que ella volviera a la residencia. 

-Si, claro -le contestó siguiéndolo hacia su despacho, la habitación contigua al vestuario del equipo. La hizo entrar, encajando la puerta, aunque, manteniéndola abierta para alivio de Diana.

Últimamente, el estar a solas con alguien mayor que ella, le daba cierto reparo, y aunque solo había tenido una clase más con Arturo, esta no había sido del todo satisfactoria para ella, porque de nuevo tuvo que sufrir como su profesor la rozaba de forma distraída y natural, no siendo esto así para ella.

-A ver, quiero preguntarte una cosa y quiero que seas sincera, ¿de acuerdo? -le pidió Davide dejando a Diana bastante confusa por lo que le pedía.

-Si, claro, ¿qué pasa?

-No es nada malo, peque, tú solo piensa lo que quieres -le pidió él emitiendo una calmada sonrisa- el miércoles jugamos contra el Nápoles en su casa, y, vas a entrar en la convocatoria.

El corazón y el estómago de Diana sufrieron un vuelco con sus palabras. La emoción la embargó erizando todos los vellos de su piel. Una cosa era que la convocaran para los partidos de Liga, y otra, el ir a uno de Champions. 

-No sé que debo decir -fue lo primero que se le ocurrió a Diana embargada por sus palabras.

-Estás trabajando muy bien, Diana y te lo mereces. Pero...

-No quiero peros -le rogó ella frunciendo sus labios y hasta cambiando su tono de voz.

-Lo siento, pero si lo hay -le explicó Davide manteniendo ese tono de voz tan calmado con ella- sé que el miércoles tienes un examen de matemáticas muy importante, así que, si prefieres hacerlo antes que jugar, no pasa nada. De verdad. Sé lo importante que son tus estudios para ti.

-El fútbol también lo es.

-Por eso mismo quiero que elijas, Diana. Y que hagas lo que sientes, no lo que tú creas que nosotros queremos. El hecho de que elijas hacer el examen, no condicionara el resto de las convocatorias ni te castigaremos por ello. Estoy seguro de que vas a poder jugar algunos partidos partidos. 

Diana agradeció la sinceridad de Davide así como su preocupación por ella. En el Real Madrid estaban muy pendientes de que sus jóvenes jugadores no descuidaran sus estudios, anteponiendo muchas veces estos al fútbol. Pensó la rubia en todas y cada una de sus posibilidades, agradecida de que le dieran la oportunidad de elegir.

-Si no te importa, prefiero viajar con el equipo. Estoy segura que podré recuperar el examen, y me hace mucha ilusión estar en un partido de Champions -fue la respuesta que Diana le dio, muy segura de lo que hacía.

-De acuerdo, por nosotros, sin problema, aunque, le diré a tu tutor en la Residencia si puede hablar con tu profesor para que hagas el examen on line.

Sintió Diana un escalofrío recorrer su cuerpo sabedora de que Arturo se negaría a esa posibilidad. Todo lo que fuera no facilitarle la vida, era algo que él hacía, aunque su empeño por ese curso en Dortmund le demostrara lo contrario.

Solo habló un par de minutos más con Davide, emprendiendo después su camino hacia la Residencia. De nuevo esta tarde tendría clase y se le revolvía el estómago de solo pensar en darla. Estaba tan absorta en sus pensamientos, que ni cuenta se dio de que casi se daba de bruces con Jude, quien acabó agarrándola del brazo para que no lo hiciera.

-Se mira al frente cuando se camina -le regañó el británico manteniendo con ella ese mismo tono duro y serio que últimamente le daba.

-Y se puede sonreír también de vez en cuando, no creo que te vaya a doler la cara si lo haces -fue la respuesta de la chica, forzando una burlona mueca al hablarle.

-¿Dónde vas, empollona?

-A la Residencia. Tengo clase en dos horas y tiene que darme tiempo a comer y a repasar unos ejercicios -le contestó Diana tirando del asa de su mochila.

-Te invitaría a comer y luego te llevaría a clase, pero, seguro que me dices que no, así que me lo ahorro -aún le molestaba a Jude que Diana lo hubiera rechazado, y por eso no perdía oportunidad de recordárselo cada vez que podía.

-Que pena, porque hoy si te iba a decir que si.

La contestación de Diana fue bastante inesperada, tanto que Jude decidió no perder esta oportunidad y aprovechar todos los momentos a solas que pudiera con la chica. Había algo en ella que le atraía sin remedio, y pensaba averiguarlo, con cautela pues aún no olvidaba que ella era menor y eso es algo que él respetaba mucho.

-Si que es un pena. Pensaba invitarte a comer en mi casa y así podrías estudiar mientras yo preparaba la comida -siguió diciéndole Jude en ese tono prepotente y burlón que a ella tanto le gustaba. 

-Ah, ¿pero tú cocinas? -le preguntó Diana incrédula de que él lo hiciera.

-Eso es algo que nunca averiguarás, empollona. 

A Diana no le costaba nada hacer los problemas de matemáticas. El Inglés, también se le daba bien, pero, la lengua y más los comentarios de texto, era algo con lo que no podía. Cuando se trataba de plasmar con palabras sus pensamientos e ideas, en ese momento, se bloqueaba y no era capaz de hacerlo.

-¿Qué te pasa? -levantó Diana su vista del folio, aún en blanco para mirar a Jude, quien, cuchara en mano removía la olla donde cocinaba, emitiendo esta un olor cada vez más delicioso.

-Tengo que hacer un comentario de texto sobre la tolerancia y no se me ocurre que decir. Y me jode no ser capaz de escribir. La puta lengua me va a bajar la nota de bachiller -le contestó muy fastidiada a la vez que dejaba su bolígrafo sobre la mesa.

-Crítica la tolerancia.

-¿Cómo? -le preguntó ella sin comprender lo que Jude le decía.

-Hazle una crítica. Busca todo lo negativo que se te ocurra de la tolerancia y la falta de esta en las personas, seguro que así si te ocurre algo -se acercó Jude hacia donde ella estaba mirando al igual que Diana ese molesto folio.

-Como idea no es mala. Lo intentaré.

-En media hora comemos, siento tardar tanto pero me gusta que la salsa se haga bien.

-Huele delicioso. Si que eres un buen cocinero -le regaló Diana una sonrisa que él tomo de buen gusto sintiendo como el estómago se le retorcía por su causa. Solo le pasaba eso con la joven jugadora, el experimentar sentimientos tan profundos y marcados solo con una mirada de ella.

-Soy un soltero, tengo que sobrevivir -le respondió Jude dándose la vuelta para volver junto al fuego y seguir elaborando la comida de ambos.

A Diana le fascinaba verlo cocinar. Era una de esas cosas que echaba de menos de no estar en su casa, pues a su madre le encantaba hacerlo y siempre elaboraba complicados platos que resultaban exquisitos para su familia. Y ver a Jude como preparaba la comida, le daba otro toque aún más atractivo al británico.

-En la Residencia nos dejan estar hasta que queramos. Incluso si firmamos un contrato profesional -le explicó Diana a Jude, prestándole este toda su atención- aunque mucha gente se suele ir a vivir solo cuando llega ese momento.

-¿Y tú qué harás?

-Bueno, no tengo ni idea. Sé lo que quiero para mi futuro, pero, no sé si este se hará realidad. Puede que siga en el Madrid o también está la posibilidad de que me vendan a otro equipo.

Encogió sus hombros Diana, concienciada de lo que le contaba a Jude. Era muy difícil mantenerse en la primera plantilla, y más una canterana como ella que solo había jugado unos pocos partidos y siempre sustituyendo a alguien. Aunque pocos jugadores que habían pasado por su situación, habían marcado un gol cada vez que salía al terreno de juego.

-El Golden -miró confundida Diana a Jude pues la palabra que él pronunciara, no era algo que entendiera mucho.

-¿El qué?

-El trofeo Golden. Te veo ganándolo -le aseguró él bajándole el fuego a la comida, flexionando sus brazos a continuación.

-Ay, Jude, no me ilusiones, que luego la hostia va a ser muy grande -le pidió ella echándose a reír.

-¿Quieres que apostemos?

Se mojó Diana sus labios, uno contra el otro, sintiendo de nuevo ese latido nervioso que no había dejado de acompañarla durante toda su estancia en esa casa. Estar a solas con él había sido todo un ejercicio de control, pues no quería parecer torpe a su lado ni que Jude se diera cuenta de cuanto le afectaba su cercanía. Pero, se trataba de ser valiente y decidida. De demostrarle que no era una niña y que no era así como quería que él la viera. Solo tuvo que sonreírle una vez más y aceptar su desafío.

-¿Y qué quieres apostar?



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