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27. La segunda estrella

DÍAS DESPUÉS

-Te quiero, empollona. Te quiero mucho. Eres el amor de mi vida, no lo olvides.

Lloró Diana viendo a Jude a través de la pantalla del móvil. El Madrid acababa de ganar su 16ª Champions y lo primero que hizo su novio fue llamarla a ella. Hubiera querido estar ahí. Abrazarlo y disfrutar con todos sus compañeros de este mágico momento, pero, su operación de rodilla no podía esperar más y solo hacía un par de días que la habían operado.

-Toma, cariño -le dijo su madre tendiéndole un pañuelo que ella usó para limpiarse las lágrimas que no había dejado de derramar desde que Jude marcara el gol de la final y se lo dedicara a ella. 

Su novio, aún a riesgo de que le sacaran una tarjeta, se había levantado la camiseta al marcar ese decisivo e histórico gol, mostrándole al mundo entero su amor por ella. 

Te quiero, empollona.

Era lo que él había escrito para que, de alguna manera, su novia estuviera a su lado.

-Estoy tan feliz por él. Ha jugado un partidazo -comentaba Diana con su madre quien le ofrecía un vaso de agua con la medicación que le tocaba tomar ahora.

-Te prometió que lo haría. Dijo que jugaría por  los dos.

Le sonrío a su madre y volvió a fijar su vista en la pantalla. Los jugadores estaban preparados para recibir su medalla y también su copa. 

Jude volvió a sorprenderla, subiéndose a esa tarima, con la camiseta de su novia, llevándola al revés, otro gesto que conmovió y emocionó a Diana.

-Nadie puede decir que no te quiere, hija.

Lloró Diana de nuevo. Por el gesto de Jude y porque hubiera deseado estar a su lado para abrazarlo y ser la primera en felicitarlo.

Necesitó ayuda psicológica los primeros días de su lesión. Con tan solo 18 años y ya estaba rota, y de gravedad. Ahora que tenía un prometedor futuro por delante, este se veía truncado.

La ayuda de Jude estaba siendo fundamental para ella. A su lado. Dándole el amor y el ánimo que tanto ella necesitaba, siendo su apoyo primordial para su recuperación. 

Él se iría en unos días a Alemania, donde se celebraría el Mundial de Fútbol. Y ella seria su apoyo en cada partido, pasando a ser lo que era ahora, la novia del futbolista.

Vio todas las celebraciones hasta que dejaron de emitir imágenes. Volvió a hablar con Jude un par de veces más. Cansada y agotada, acabó acostándose vencida por el sueño.

Jude llegó a su casa bien entrada la madrugada. Solo quería estrechar a su novia entre sus brazos. Su ausencia le había marcado fuertemente, echándola de menos a cada segundo.

Acostada estaba ella en la cama que ambos compartían. Encendió una pequeña luz y empezó Jude a desnudarse para dormir con su novia. Solo quería sentir el calor de su cuerpo contra el suyo, estrecharla entre sus brazos y decirle lo mucho que la amaba.

-No tienes que hacer ruido -le pidió ella, levantándose de la cama para recibir a su novio, el ya campeón de Europa. 

-No quería despertarte, ¿Cómo estás?

Se acercó Jude hasta la cama, sentándose en ella para despojarse de sus zapatillas. Levantó su mano buscando la mejilla de su novia para acariciarla y perderse en esos preciosos ojos adormilados que lo miraban con tanta dulzura.

-Cansada. Y me tira un poco la rodilla, pero bien. Gracias por lo de la camiseta, Jude. Me has hecho llorar.

-Era la única forma que se me había ocurrido de que estuvieras cerca de mi.

La besó Jude. Ya no aguantaba más sin tomar sus labios. Se volvió el beso desesperado y urgente cuando sus bocas impactaron la una sobre la otra. Recorrió Jude el cuerpo de su novia, deshaciéndose de toda su ropa hasta estar ambos desnudos. No quería él hacerle daño. Estaba recién operada y todo cuidado era poco, pero, Diana tampoco podía aguantar más y deseaba hacer el amor con su novio.

Su encuentro no fue urgente, pero si muy apasionado, entregándose ambos y dándolo todo. Sintió rozar el cielo Diana cuando el orgasmo la atrapó y la hizo estallar en miles de pedazos, más si Jude le susurraba lo mucho que la amaba. 

Al terminar, los ojos de él buscaron los suyos acompañando cada latido con pequeños y dulces besos.

-Un día dejarás de ser mi novia, Diana -le aseguró él con un tono de voz bastante serio que a ella casi la hizo reír.

-¿Ya te has hartado de mi?

-Al contrario, necesito aún más de ti. Por eso te digo que un día dejarás de ser mi novia, para ser mi mujer.

CASI DOS MESES DESPUÉS

-Te hubiera gustado estar ahí, ¿verdad? -Denise, la madre de Jude, y su suegra, la estrechó entre sus brazos, dejándose Diana querer por ella.

Amaba a esa mujer. La trataba como si fuera una hija, dándole todo el amor que le faltaba cuando sus padres no podían estar con ella. Aunque hoy, toda la familia, todos lo que querían a Jude, estaban ahí viendo al británico jugar la Final del Mundial contra España, otra vez el mismo escenario y los mismos equipos que en la Final de la Eurocopa.

-Pues si, no te voy a engañar, pero, estoy feliz por Jude. Es como si estuviera ahí con él.

-¿Todo bien?

-Si, de verdad. Tranquila -Diana le sonrío a su suegra con quien compartió una sonrisa de complicidad, una que no podía dejar de formar con su boca.

-Estamos aquí, todos. Para ti. 

Abrazó Diana a Denise, buscando también la mano de su madre justo a su lado. Dejo que el aire que tenía atascado en su garganta saliera al fin de el, y se dispuso a disfrutar, e intentar no ponerse nerviosa, del partido.

Los dos equipos estaban dándolo todo en el partido. Deseaban poner otra estrella en su escudo y ninguno se lo iba a poner fácil. Aunque, la selección inglesa estaba jugando un poquito mejor que la española. Se notaba el toque de David Beckham. La elegancia con la que jugaban y como no parecían perder ni un solo balón, siendo Jude el encargado de dirigir el juego.

Pasaban los minutos y los dos equipos atacaban sin conseguir ninguno marcar un gol, hasta que, Jude vio un hueco entre la defensa, y de un pase preciso marcó un golazo desde fuera del área que hizo a Diana y toda la familia del jugador, ponerse en pie para celebrarlo. Se abrazó la rubia a su suegra, feliz y emocionada por su novio, quien, en cuanto terminó de festejar con sus compañeros, señaló hacia donde ella estaba, haciéndole un corazón con sus dedos.

Aguantó Inglaterra el resto del partido. Las acometidas de los españoles, a pesar de que lo intentaban, no daban sus frutos, y por fin, después de más de 40 años sin conseguirlo, Inglaterra se coronó como la reina del Mundo.

Diana lloraba. Ver a Jude tirado en el terreno de juego, llorando, le partió el corazón y la hizo a ella llorar también. 

Los siguientes minutos pasaron para todos con emoción y felicidad. La entrega de las medallas, el alzar la Copa y el agradecimiento de los jugadores. Por fin pudieron los familiares bajar al terreno de juego y abrazar a sus chicos, buscando Jude a los suyos.

Su madre fue la primera en arrojarse a los brazos de su hijo, tan orgullosa de él. Mismo camino siguió su padre y su hermano, dejando a una llorosa Diana para el final.

-Mi amor -le dijo ella nada más sentir sus brazos sobre su cintura. La levantó Jude del suelo con mucho cuidado, besándola a continuación pues era lo que más deseaba, sentir los labios de su novia contra los suyos.

-Te quiero, Diana. No he dejado de pensar en ti en ningún momento deseando que estuvieras muy orgullosa de mi.

-Lo estoy. Te amo, Jude. 

Se besaron de nuevo, abrazándose después. No quería Jude apartarse de su novia por nada del mundo quien también presionaba su cuerpo contra el suyo. Consiguió Diana ponerse frente a Jude, poniendo sus manos sobre sus mejillas. Tantas cosas que quería decirle y solo una que sabía que pondría otra sonrisa más en sus labios, una que esperaba que tuviera para siempre.

-Jude.

-Dime, mi amor -le respondió él tan perdido en ella, en sus ojos, en su mirada, en esos labios que tanto adoraba. En toda ella. 

-Estoy embarazada.


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