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26. Rota

DÍAS DESPUÉS

-No, si al final me van a gustar los garbanzos.

Frunció el ceño Diana, pues sus palabras se habían quedado sin respuesta, más pendiente Jude de lo que miraba en su móvil que de ella. Resopló un par de veces, alzando esta vez aún más su voz para que su novio la escuchara.

-¡Te estoy hablando, Jude!

Esta vez si quitó Jude la mirada de su móvil, no aún la expresión seria que mantenía en su rostro, dejando el teléfono sobre la encimera y colocando también sus manos sobre ella.

-¿Qué pasa? -le preguntó Diana sintiendo un leve estremecimiento en todo su cuerpo, temiéndose que algo malo ocurría.

-No te agobies, ¿de acuerdo? -le pidió él, asustándola un poco, pues, al mismo tiempo que él le hablaba, su teléfono empezó a sonar con insistencia a la vez que no dejaba de vibrar con nuevos mensajes.

-Jude...

-Alguien nos ha sacó un par de fotos cuando fuimos a cenar la otra noche con Vini y Amelia, y en una de ellas aparecemos besándonos.

El mundo pareció derrumbarse a su alrededor, pues hasta sintió Diana un sudor frío recorrer su cuerpo. No era la primera futbolista que acababa saliendo con uno de sus compañeros, pero, por desgracia, su novio no era un futbolista cualquiera. Era Jude Bellingham y no sabía las posibles consecuencias que todo esto pudiera tener.

-Oh, joder. Mierda -exclamó ella llevándose las manos a la cara a punto de llorar.

-Diana, cariño. Tranquila.

Pronto fue su cuerpo rodeado por sus brazos, atrayéndola hacia su pecho hasta conseguir que su cabeza reposara sobre su corazón. Aunque él intentaba estar calmado por ella, lo cierto era que también le molestaba todo esto, pues, quería tener una relación tranquila con Diana y que no fueran importunados ni por la prensa ni nadie.

-Nos van a juzgar. Me van a tirar mucho hate por estar contigo. Se burlarán de nosotros en los campos -comenzó ella a enumerarle todas las consecuencias que tendría que su relación saliera a la palestra.

-Seremos más fuertes que ellos, Diana. Les demostraremos que lo nuestro es sólido, que no es un rollo como puedan pensar. No pienso perderte por lo que digan nadie.

-¿Y lo soportarás? ¿soportarás que te digan de todo? ¿o que me lo digan a mi?

-Por ti, movería cielo y tierra con tal de encontrarte un lugar seguro. Me peleará con quien haga falta por ti.

Lloró Diana al escucharlo hablar así, al demostrarle su genuino y fuerte amor por ella. Se dejó de nuevo abrazar y calmar por él, limitando su ansiedad y dejándose guiar por Jude.

Fueron minutos de silencio, solo rotos por las promesas que él le hacía. Unas que no caerían en vano. 

Los teléfonos de ambos seguían sonando. Ignorándolos los dos, pues lo que menos necesitaban era tener que darles explicaciones a nadie. Quienes los conocían y necesitaban saber que estaban juntos, ya lo sabían y les daban su bendición, incluidos los padres de Jude, quienes conocieron a la joven jugadora durante su salida de aquella malograda concentración con Inglaterra.

-Solo tenemos dos opciones, Diana.

-¿Y cuales son?

-O negar lo que hay entre nosotros... o ir con todo.

No tuvo casi ni que pensarlo la rubia. Se vio reflejada en los preciosos ojos de su novio y por fin pudo sonreírle, algo que él recibió muy aliviado, pues lo que menos deseaba en el mundo era verla a ella sufrir.

-Vamos con todo, Jude. 

Ya no tenía sentido esconderse, pero si con su discreción habitual. Ambos llegaron a Valdebebas en el coche de Jude como hacían siempre, pero, encontrándose esta vez conque en la puerta, había más periodistas de lo normal y todos no eran deportivos.

-No estés nerviosa -le pidió Jude poniendo una de sus manos sobre su muslo.

-¿Tú crees que le deberíamos decir al mister que estamos juntos?

-Kylian está con Lola Indigo y no veo yo que le haya informado al club de su vida amorosa...

-Pero, somos dos jugadores de la primera plantilla que salen juntos.

-No somos los primeros ni seremos los últimos. Raúl salió con una jugadora del Atlético y no le pasó nada, y eso es mucho peor.

-Joder contigo, Jude, te la pela todo esto -le protestó ella intentando indignarse por la pasividad de su novio.

-Tú lo has dicho. Me da exactamente igual. El estar contigo no va a afectar para nada a mi rendimiento con el equipo, es más, tú me motivas a querer jugar mejor.

-¿En serio hago eso? -su pregunta era emocionada, pues así habían sonado las palabras de Jude. Solo tuvo que mirarlo para ver que sus ojos no le mentían al igual que cada sílaba que salía de su boca.

-Lo haces todo, mi amor. Estar contigo es un privilegio y que me dejes compartir tu vida, lo es aún más. No eres tú la que aprendes cada día entrenando y jugando, soy yo el que lo hago de ti.

Quería besarlo. Quería perderse en sus labios, pero, si lo hacía, sabía que darían más contenido a las redes sociales y no es algo que deseara hacer ahora mismo.

-Te quiero, Jude. Te quiero con locura.

Entraron ambos en el edificio juntos, como hacían siempre. Aunque esta vez, podían sentir las miradas de los demás sobre ellos. Fue Jude quien desafió a todos, tomándola de la mano, y entrando de esta forma en el vestuario. Para él, era un alivio que se supiera que estaban juntos, pues, no quería esconder más a su chica. 

-Buenos días -dijo Diana a todos, quienes le respondieron como siempre, aunque fijándose en las manos unidas de los dos jugadores.

-¿Esta es ahora tu táctica? -le preguntó Rodrygo dirigiéndose a ella en un tono bastante irónico que le hizo a Jude ponerse frente a él, y así alejarlo de su chica.

-Una vez te dije que no te acercaras a ella, no me hagas tener que recordártelo -bramó Jude consiguiendo que el brasileño se apartara de Diana.

-Muy sibilina, Diana. Llegas la última y te acabas de poner la primera -siguió insistiendo Rodrygo, casi ignorándolo la rubia pues se dirigió a su lugar en el vestuario para cambiarse.

-Bueno, delante tuya si estoy, porque no juegas de titular desde que... ni lo recuerdo. Y con respecto a otra cosa, no sabía que te gustaba Jude, pero, te jodes porque está conmigo.

El vestuario se llenó de risas con la respuesta de Diana. Estaba claro que no se iba a dejar amedrentar por el brasileño, quien no parecía muy feliz con lo que ella decía, ni con el apoyo que se estaba encontrando por parte del resto de los compañeros.

Nadie les dijo nada, ni preguntaron. La vida privada de cada uno era eso, privada.

Tampoco el míster dio signos de querer saber nada. A él lo único que le importaba es que sus jugadores rindieran en los entrenamientos y en los terrenos de juegos. A quien tuvieran en su cama, era algo que no le importaba.

-No dejes que se pase contigo -le pidió Jude besando su cabeza, refiriéndose al brasileño.

Acogió ella su consejo con agrado, y después de vestirse y de "discutir" con Vini, salió a calentar con su amigo y su novio. Hoy estaba especialmente nerviosa, y lo único que deseaba era centrarse en el entrenamiento. 

-Estoy pensando en regalarle a Amelia un viaje para su cumpleaños, ¿crees que le gustaría? -le preguntó Vini pasando uno de sus brazos por el de su amiga.

-Llévala a Paris, siempre me ha dicho que le encantaría ver la torre Eiffel.

-París. Si, es un buen lugar.

Siguió Vini contándole a Diana sus planes con su novia. Entraron ambos en el terreno de juego, y nada más hacerlo, se pusieron a correr con el resto de sus compañeros. Hoy sería más intenso el entrenamiento, de cara, a preparar la ansiada final de Champions.

Fue Diana en uno de esos momentos de descanso, a por una botella de agua, encontrándose a Davide al lado de una de las neveras, sonriéndole de forma cómplice al situarse a su lado.

-Así que tú eres la misteriosa novia de Bellingham -le dijo Davide sin poder ocultar la satisfacción que le producía que dos de sus mejores jugadores estuvieran juntos.

-¿Misteriosa?

-Si. Tanta sonrisa y esa cara de felicidad no podía ser por otra cosa que por una chica. Le pregunté y me dijo que tenía novia, y que era feliz. Y está claro que a ti te pasa lo mismo.

No ocultó Diana la satisfacción que le producía las palabras de Jude. Lo buscó con la mirada, y al verlo, el le guiñó un ojo, consiguiendo sonrojarla.

Se incorporó de nuevo al entrenamiento, colocándose detrás de Militao. Tenían que hacer carrera, pase y tiro y es lo que se dispuso a hacer. La fortuna no estaba hoy de su lado, pues nada más tomar carrera y a punto de lanzar el balón, sintió Diana un chasquido en su rodilla que la hizo tirarse al suelo, llevándose la mano a la zona dolorida.

Sus chillidos rompieron el silencio de Valdebebas. Cada persona que había en ese campo de entrenamiento puedo escuchar como la joven jugadora lloraba y se retorcía de dolor.

-¡Me he roto! ¡Me he roto!

Era lo único que gritaba Diana, presa del más intenso de los dolores. Jude fue el primero en estar a su lado, tomando su mano, inmensamente preocupado por su novia, pues, él, al igual que el resto de los compañeros se temía lo peor. 

Pronto se vio rodeada de los servicios médicos, haciéndole la prueba del cajón, una que falló estrepitosamente y que en un primer momento, confirmó lo que muchos se temían. 

Diana se había roto los ligamentos de la rodilla. 

Para ella se había terminado la temporada, así como la siguiente que aún no había comenzado. 

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