22. Pues no pienso ir
SEMANAS DESPUÉS
A Diana le costaba no mirarlo en el entrenamiento. No prestar atención a cada uno de sus movimientos y como los ojos de él también la buscaban. Tenían que disimular gestos, sonrisas, y esas miradas furtivas para que nada los delatara.
Desde hacía unos días, Diana se había mudado a vivir con Jude. Quiso él ofrecerle todas las comodidades para que ella sintiera que estaba en su casa, y para eso dispuso un cuarto de estudio bien equipado para que Diana tuviera un lugar tranquilo exclusivamente para ella.
El armario del dormitorio, acogió los enseres de la rubia, quien se emocionó al ver el amplio espacio que Jude había dispuesto para ella. No les costó adaptarse el uno al otro, pues ambos deseaban vivir juntos, e incluso el dormir en la misma cama fue un alivio, pues ya no tenía que salir Diana corriendo a la residencia una vez casi rebasado el toque de queda.
-Me duelen hasta las pestañas -le dijo Brahim colocando uno de sus brazos sobre los hombros de Diana, quejándose del fuerte entrenamiento al que habían sido sometidos hoy.
-Y a mi hasta el alma, aunque dicen que no duele -le respondió ella en el mismo tono distendido que él.
-Diana, ¿puedes venir un momento?
Leo la llamó con el gesto algo más serio que de costumbre, temiéndose Diana que algo malo hubiera pasado, pues él la instó a seguirlo, hasta el despacho del míster, donde, para su sorpresa, también la esperaban Nacho y Dani Carvajal, dos de los capitanes del equipo, así como uno de los miembros del equipo jurídico del Real Madrid, Davide, el segundo entrenador y Jude.
-¿Qué pasa? -pregunto ella sintiendo el corazón bastante acelerado, más si cerraron la puerta del despacho en cuanto Diana entró.
-Estás en la convocatoria de la selección inglesa para jugar dos partidos de clasificación para el Mundial -le anunció Davide ante la sorpresa y la confusión de Diana.
-¿Estás de broma, verdad? yo aún no he decidido si voy a jugar con ellos. No pueden llamarme. Se suponen que saben que me lo estoy pensando -les recordó Diana, pues, solo hacía unos días que un miembro de la Federación Inglesa se había desplazado hasta Madrid para hablar con ella, y le había dejado bastante claro que necesitaba pensarlo unas semanas.
-Lo sabemos. Y ellos también, por eso no entendemos que te hayan convocado. ¿Tú les dejaste claro que aún no te habías decidido conque selección jugar? -siguió diciéndole Davide quien estaba igual de enfadado que Diana por el movimiento que acababa de hacer la Federación Inglesa.
-¡Claro que se lo dije! Les pedí unas semanas para decidirme, porque aún espero hablar con alguien de la Federación Española. Pues no pienso ir -fue la respuesta que dio Diana, negando sus dos compañeros de equipo con la cabeza.
-No puedes hacer eso, peque -habló Nacho intentando mantenerse sereno, cuando en realidad también estaba muy enfadado por la actitud que estaban teniendo con Diana- te pueden poner una multa de hasta 30.000 euros y te quitarían la licencia. No podrías jugar máximo hasta 15 años en ningún lugar del mundo.
-¡Pero tiene que haber algo que se pueda hacer! ¡No pueden obligarme a jugar con Inglaterra cuando yo no sé si quiero hacerlo!
Intentó mantenerse fuerte la rubia, pero, no dejaba de ser una chica de 18 años, quien había tenido que crecer de golpe y enfrentarse a la titularidad de un grande como el Real Madrid, sin mostrarse insegura o incómoda. Pero, había situaciones como esta, que la superaban. Buscó la mirada de Jude quien parecía estar también bastante molesto, no sabiendo Diana si era con la convocatoria o con ella.
-Diana, lo mejor es que acudas a la convocatoria y una vez allí, hables con el seleccionador y con el Presidente de la Federación -le sugirió Jude con mucha calma, intentando no acercarse a su novia y abrazarla que era lo que más quería hacer- yo estaré a tu lado, incluso, voy a hablar con Kane, el capitán de la selección para que también te dé su apoyo.
-Y mientras, no hagas ninguna declaración -le pidió el abogado, quien tenía que morderse la lengua por la injusticia cometida con la chica- la gente podría pensar que no quieres jugar con Inglaterra porque la odias o algo así, ya sabes como son los aficionados. Aunque también te echarán en cara aquí que hayas elegido Inglaterra en vez de España.
-Genial. Como decía mi abuela, encima de puta, apaleada.
Acabó riéndose Nacho al escuchar el refrán, teniendo que explicárselo al míster, a quien también le hicieron gracia las palabras de Diana. Estuvieron unos minutos más en ese despacho, preparando la estrategia a seguir cuando la joven futbolista, acudiera el lunes a la convocatoria de la selección. Se encargarían también desde el club de llamar a la Federación Española para que estuvieran al tanto de que la Diana no había elegido aún jugar con Inglaterra, para que no se sintieran ofendidos por si pensaban que la chica no les había contado sus planes futuros.
-Estaré a tu lado, empollona -le susurró Jude deseando que ambos se quedaran a solas para poder darle todo ese apoyo que su novia tanto necesitaba- no pienso dejarte caer.
MÁS TARDE
Apenas habían hablado Jude y ella cuando terminó la reunión y ambos se fueron a casa. No quiso hablar Diana más del tema, pues ni ella tenía ganas y el inglés se mostraba algo evasivo con sus respuestas como si no tuviera interés en lo que su novia le contaba.
Así que, decidió Diana encerrarse en su cuarto de estudio y entregar un trabajo de literatura que tenía que hacer, además de hacer los deberes que les estaban dejando sus profesores en la plataforma destinada a ella. La música sonaba en un tono bastante bajo, lo suficiente para acompañarla durante su estudio.
No quiso darle más vueltas al tema de la convocatoria. Ya le llegaban mensajes de sus amigos y de su familia, opinando sobre este hecho. Un diario deportivo quiso hacerle un reportaje con la camiseta de la selección inglesa, para que fuera la portada del día siguiente, pero ella se negó aludiendo que tenía mucho que estudiar. No quería ser el foco mediático todavía.
Había pasado más de una hora, cuando Jude tocó a la puerta, entrando por ella con algo de cautela. Se giró en el asiento para atender a su novio, quien, se dirigió hacia donde estaba ofreciéndole una rosa recién cortada del jardín.
-Lo siento -fueron las dos palabras que casi la hicieron soltar una lágrima, pues, Diana estaba sometida a mucha presión por el tema de la convocatoria y creía que Jude sería su apoyo.
-No me hagas más esto. Te necesito, Jude -le contestó ella, viendo como él se agachaba hasta estar a su altura, colocando sus manos en sus muslos.
-A una parte de mi le jode que te moleste tanto la convocatoria de mi selección. Tienes mucho talento y te quiero en los Three Lions. Perdona si he sido borde contigo.
-Si al final, la culpa es mía.
-No digas eso, Diana -le apartó Jude un mechón de pelo de la cara, fijando su mirada en los preciosos ojos de su novia, unos que quería ver alegres, y no tan tristes como ahora.
-Es que a lo mejor, si me hubiera decidido antes por una de las dos, no pasaría esto.
-Tienes derecho a pensar con que país quieres jugar. Es una decisión que afectará al resto de tu vida, y la selección inglesa debería haberlo respetado. No es tu culpa.
-Pero...
-Sin peros, Diana. Sólo tú eres dueña de tu destino y de tus elecciones, y es lo que deben saber el lunes cuando vayas. Que seas joven no les da derecho a manejarte. Recuérdalo.
Sintió los labios de su novio explorar los suyos con mucha delicadeza. La tomó Jude de las caderas, tirando de ella hasta casi hacerla tumbarse en el suelo, en el cual, había una mullida alfombra, que recibió con agrado, la espalda de Diana. Con una sonrisa pícara, la chica se dedicó a quitarle la ropa a su novio, quien hacía lo mismo con ella.
-Ahora entiendo porque te empeñaste en poner esta cara alfombra en el suelo -le recordó ella cuando sintió sus labios sobre su estómago, tan perdida en las placenteras sensaciones que él le dedicaba.
-Ya me vas conociendo, empollona.
Su encuentro fue apasionado y tierno, como siempre que estaban juntos, terminando abrazados sobre esa alfombra. Besaba Jude la piel de su chica, contrayendo ella su estómago cuando su boca se dedicó a esta parte de su cuerpo. Los dedos de Diana estaban enredados en los rizos de Jude, quien acabó poniendo su cabeza justo encima del acelerado corazón de la chica.
-Si no me dejan irme de la convocatoria, si me obligan a jugar, ¿Qué haré, Jude? -le preguntó ella con la voz muy angustiada pues no dejaba de pensar en la maldita convocatoria de la selección.
-Fácil. Haz como hacía Bale. Di que estas lesionada.
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