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19. Te voy a echar de menos

DÍAS DESPUÉS

Podía notar a través de la fina tela de su camiseta como le latía el corazón. Acelerados e intensos latidos que podrían competir perfectamente con los suyos. Sus manos rodeaban su cintura ejerciendo algo de presión a la vez que posaba su mejilla sobre su pecho. 

Levantó su cabeza Diana dejando que un corto suspiro saliera de sus labios, encontrándose con la clara y brillante mirada de Jude, quien tomó su barbilla entre sus dedos para acercarla aún más a él.

-Yo también te voy a echar de menos, empollona -le decía él clavando sus ojos en la suya una vez que encontró ese anhelo por él en la mirada de la chica.

-Yo no he dicho que lo fuera a hacer -le replicó ella queriendo mantener una postura descuidada cuando lo cierta era que Jude había pronunciado las palabras que ella se negaba a usar tan pronto.

-Te lo puedo ver en el rostro, y también en como me abrazas.

De nuevo posó Diana su mejilla en el pecho de Jude, dejando que varios suspiros ahogados salieran de su garganta. Era una tontería esconderle a su novio, porque si, lo era, algo que era muy evidente.

-Vale, si, te voy a echar de menos -acabó por claudicar Diana, aferrándose de nuevo a él con más fuerza.

-Serán solo unos días. El mismo día de Navidad nos veremos en Dortmund y podremos estar una semana los dos solos.

-Sin que nos moleste nadie.

-Solo tú y yo.

Apartó Jude a Diana de sus brazos y esta vez no se pudo contener más. La besó. Uno beso emocionado que contenía mucho significado para ambos. Una despedida y una promesa. Algo nuevo que nacería entre ellos y que los tenía a ambos, algo inquietos. 

El beso se volvió hambriento y desesperado cuando Jude presionó sus labios una y otra vez con los de Diana. Él no había tenido muchas novias. Algún que otro lío, pero, con la rubia, con su rubia, todo era muy diferente porque su corazón también estaba involucrado. Uno que le pertenecía por completo a ella.

-Estoy deseando ir a Dortmund y hacer ese curso -le confesó ella con una emoción inusitada.

-Vaya, y yo pensando que era por estar conmigo -le sacó la lengua Jude abrazándola de nuevo, aunque esta vez acabó cogiéndola en brazos, para alzarla del suelo.

-¡Tú vas a hacer más interesante la visita! -le gritó ella a la vez que chillaba un poco pues daba vueltas aún con ella abrazada.

Por fin la dejó Jude en el suelo, agarrándola de la cintura de nuevo, para darle otro de esos besos que el quitaban la respiración, a la vez que la dejaban con ganas de más.

-Te voy a echar de menos, novia -el corazón de Diana sufrió un vuelco cuando él pronunció esta última palabra, una que hasta la hizo sonrojar.

-Nunca me lo habías dicho, lo de novia -los dedos de Jude acariciaron su mejilla muy despacio consiguiendo que ella temblara ligeramente.

-Bueno, no quería asustarte. Sé que soy mayor que tú y puede que pienses que me tomo las cosas demasiado en serio. Creía que a lo mejor la palabra novia era un poco fuerte para ti.

Diana levantó su mano posándola en la mejilla de Jude. Se puso casi de puntillas para que sus miradas estuvieran una frente a la otra, casi rozando su dulce boca.

-No es un poco fuerte, Jude, es perfecta. 

-Y si te digo que tú si que eres perfecta -sonrío Diana contra sus labios, siendo ella la que los tomó para darle un largo y arrebatador beso, robándole el aliento a Jude.

-Te diría que tuvieras cuidado, o vas a acabar enamorándote de mi -sus propias palabras le produjeron una pequeña carcajada a Diana, quien acabó refugiándose de nuevo entre los brazos de Jude, de nuevo con los acelerados latidos de su corazón incrementándose alocados.

Aunque, ninguno de los dos había tenido cuidado el uno con el otro, pues, sin querer aún admitirlo, ambos estaban enamorados de una forma irremediable. 

MÁS TARDE

Aunque el entrenamiento de hoy había finalizado hacía pocos minutos, aún quedaba alguien en el terreno de juego. Tomó aire con fuerza Diana, sintiéndose algo nerviosa, y se dirigió hacia la persona que se había quedado tirando faltas desde cualquier ángulo, a la portería.

La joven jugadora amaba la técnica del croata, envidiando como algunas de esas faltas, terminaban en goles. Minutos estuvo Diana mirándolo sin atreverse a interrumpirlo, hasta que Luka Modrick se percató de su presencia y detuvo sus lanzamientos para hablarle a la muchacha.

-¿Todo bien, Diana? -le preguntó él secándose el sudor de su frente con la manga de su sudadera.

-Si. Todo bien. Perdona que esté aquí mirándote, pero me fascina como lanzas las faltas y estaba viéndote por si se me pegaba algo de lo que haces -le confesó ella sintiendo sus mejillas sonrojarse solo a causa de su atrevimiento. 

-No vas a aprender nada mirándome. Anda, ven, acércate.

Entusiasmada y emocionada, hizo Diana lo que él le pedía. Puso Luka el balón a una distancia prudencial a portería, y le pidió a ella que tirara.

Miró Diana la portería, decidiendo por donde tirar y el efecto que le daría, tomando una pequeña carrera, antes de hacerlo. Golpeó el balón con precisión, no dándole el efecto deseado pues este dio en el palo para decepción de la muchacha.

-No le has dado la suficiente rosca para meterla en la escuadra, y no estás pensando en que en un partido de verdad, ahí habría una barrera -le indicó Modrick, tomando de nuevo el balón para ponérsela en los pies.

Durante minutos, siguió Diana sus indicaciones, corrigiendo lo que él le decía para conseguir anotar entre los tres palos. A Modrick le encantó el entusiasmo de la chica por aprender, así como su humildad cuando él le decía donde fallaba. Media hora después, el croata dio por terminada la improvisada clase, dejando muy satisfecha a la muchacha.

-Si quieres, otro día, seguimos entrenando, Diana. Tienes mucho potencial y estoy seguro que si ensayaras más, podrías ser una buena lanzadora de faltas.

-Oh, dios. Gracias, de verdad, gracias, Luka. Te lo agradezco muchísimo.

Casi lo abrazó Diana, emocionada por la propuesta del que era su capitán y al que tanto admiraba. Siguieron ambos su camino al vestuario, donde apenas quedaba nadie. Solo tenía que recoger sus cosas e irse a la Residencia, pues prefería ducharse allí y descansar hasta la hora que tuviera que volver a Valdebebas para marchar con el equipo de concentración, pues esta última jornada del año, tocaba disputarla fuera de casa.

-Te creerás que por lanzar un par de faltas con él, ya vas a ser toda una experta, niñata -las duras palabras vinieron de boca de Rodrygo, quien desde que la rubia le había quitado la titularidad, se mostraba bastante desagradable con ella.

-Yo no quiero ser una experta, solo quiero aprender -le respondió Diana dirigiéndose hacia su lugar en el vestuario para recoger sus cosas.

-Y después querrás tirarlas.

-Oye, pues mira, ojalá se me de tan de puta madre hacerlo, que las lance todas y acaben en gol, ¿a qué sería genial?

La ironía en su tono de voz no pasó desapercibido a Rodrygo, quien empezaba a cabrearse por la actitud de la chica, quien decidió no seguir hablando más con él, pues no deseaba tener un enfrentamiento a solas con el brasileño.

-Te ríes de tu puta madre, Diana -fue la respuesta cabreada que él le dio, ignorando a Rodrygo.

Durante los siguientes segundos, la joven jugadora recogió sus cosas ante la atenta mirada del brasileño. Se puso una sudadera y después de cambiarse las zapatillas, se puso en pie para salir del vestuario. Al pasar al lado de Rodrygo, él la sujetó del brazo, tirando de ella hasta casi presionarla con su cuerpo. Se le aceleró a Diana el corazón intentando mantener la calma pues no quería que él percibiera que la estaba asustando.

-Rodrygo, o la sueltas de una puta vez o vas a jugar sin un brazo menos de ahora en adelante.

La potente voz de Jude le provocó un intenso alivio a Diana, quien intentó zafarse de su agarre, algo que Rodrygo quiso mantener unos segundos más, desistiendo de su intento al ver el rostro enfurecido del británico.

-No sé que coño os ha dado con ella. Solo es una niñata -escupió Rodrygo sus palabras, soltando a Diana de malas maneras. 

La rubia se alejó de él acercándose a Jude, quien la puso tras él protegiéndola con su cuerpo del brasileño. Dio un par de pasos el joven número cinco del Real Madrid, queriendo amedrentar a su odioso compañero.

-Si quieres te hago una lista por la que Diana es mejor que tú, como futbolista, y como persona, pero creo que eso tú ya lo sabes, y por eso te molesta tanto -le contestó Jude dando más énfasis a sus palabras- me molesta que te acerques a ella y hasta que le hables, así que, no te quiero ver cerca de Diana, ¿de acuerdo?

-¿O qué? -le replicó Rodrygo con chulería, aunque sabiendo que tenía la batalla perdida con Bellingham.

-Ya te he dicho que si quieres, puedes jugar con un brazo menos los siguientes partidos. Tú decides.

Se mantuvo Jude firme sin dejarse impresionar por la chulería del brasileño, quien, viéndose derrotado, salió del vestuario ofreciéndoles a ambos una asqueada mirada. No fue hasta que él se fue, que Diana respiró aliviada.

-¿Estás bien? -le preguntó Jude buscando como sostener sus mejillas, queriendo saber su estado.

-Si, lo estoy. Solo le ha dado un ataque de celos, nada más.

-No, no es nada más, Diana. Esto puede ser hasta acoso. Por favor, no dejes que se acerque a ti, por favor -sonrió la chica levemente ante la genuina preocupación de su novio.

-No te preocupes. No me quedaré a solas con ese idiota -la abrazó de nuevo Jude, preocupado por el amargo momento al cual había asistido. 

-Que procure no hacerlo él. No pienso permitir que nadie te haga daño nunca, otra vez -levantó su cabeza Diana sintiendo un intenso escalofrío al recordar el incidente con su profesor. Intentó calmar los furiosos latidos de su corazón, queriendo aligerar un poco el tenso ambiente que se había creado por culpa de Rodrygo. 

Acabó la rubia mirando a Jude de forma burlona, atreviéndose al fin, a hacerle una broma.

-Así que, para esto sirve un novio.

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