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16. Felicidades, empollona

UNOS DÍAS DESPUÉS

-¿En serio?¿de verdad no piensas hacer nada para celebrar tu cumpleaños? ¡Son 18, Diana! -la rubia soportaba las recriminaciones de su amiga Amelia, a minutos de celebrar la tan ansiada mayoría de edad. 

-Lo sé, pero mis padres no pueden venir este fin de semana y prefiero celebrarlo la semana que viene con ellos -le explicó Diana a su amiga, bostezando un par de veces.

-De acuerdo, pero, por lo menos mañana después del partido podríamos ir a tomarnos algo, para celebrarlo.

-Está bien. Quedamos mañana.

Las dos amigas hablaron un rato más, mayormente de la incipiente relación de Amelia con Vini, el cual parecía encantado con la chica, al igual que ella. Se despidieron cuando dieron las doce de la noche, felicitando con mucha efusividad Amelia a la cumpleañera. 

Colgó el móvil Diana, dejándolo a un lado de la cama, cuando el teléfono de su habitación sonó con estrépito, sorprendiéndola por la hora que era.

-¿Si? -contestó la rubia sin saber muy bien a que se debía la llamada. 

-Diana, ¿puedes bajar? está aquí Jude.

Sintió la rubia al momento cortarse su respiración a la vez que agitarse el pulso. Respondió con un monosílabo y colgó el teléfono abrumada por la visita. Ni siquiera pensó en cambiarse de ropa. Simplemente salió de su habitación, bajando las escaleras de su planta, hasta caminar con rapidez hacia el vestíbulo.

Tragó aire con lentitud, y esbozó una sonrisa al ver al jugador británico esperando por ella en el vestíbulo. Sintió de nuevo Diana, su corazón alborotarse con su presencia, e intentó disimular como pudo lo que él le provocaba.

-Hola -le saludó ella con bastante efusividad- ¿pasa algo?

-Quería comentarte una cosa del viaje a Dortmund, ¿podemos salir fuera?

-Claro -le contestó Diana extrañada de que Jude hubiera venido hasta aquí solo para decirle algo que, seguramente podría esperar a mañana.

Guio la rubia a Jude hasta el final de uno de los pasillos, donde una puerta daba al jardín. La abrió ella, pasando en primer lugar, dándose un poco de calor con su sudadera, pues la noche ya era bastante fresca.

Caminaron ambos unos metros, hasta alejarse del Edificio de la Residencia, buscando amparo tras unos árboles, que también acogía resguardada piscina de miradas ajenas. 

-¿Qué querías decirme? -le preguntó Diana a un Jude que no había abierto la boca desde que ambos se habían encontrado. 

Alzó su cabeza Diana para mirar a Jude, cuando él se acercó a ella, y tomándola de la cintura, estrelló su boca contra la suya y le dio un beso que la tomó tan de sorpresa que no supo como reaccionar. Pero, solo fueron segundos los que tardó Diana en mover su boca con la misma sincronía que la de él, quien se recreó en su boca besando cada centímetro de sus labios.

Para Jude, besarla fue el mismo cielo e infierno a la vez. Dulce y tentadora. Una delicia para su boca. 

Para Diana, fue un estallido de sabor y un latir exagerado de su corazón. 

La mano de Jude se posó en su cintura, tirando de ella hasta tenerla más cerca de si. Su pequeño y tembloroso cuerpo se pegaba a él como si fuera algo natural entre ellos. Algo que hubieran hecho siempre. Cuando un jadeo se escapó de la boca de Diana, Jude le mordió el labio superior, arrancándole un nuevo gemido. 

-Oh, Dios -exclamó Diana cuando él abandonó su boca para que recuperara la respiración, refugiándose ella en el pecho de Jude.

-Feliz cumpleaños, empollona -le susurró el británico al oído, consiguiendo que de esta manera, todas sus terminaciones nerviosas se pusieran locas perdidas.

Levantó su cabeza Diana luciendo una preciosa sonrisa y un evidente sonrojo que no pudo ni quiso esconder.

-¿Has venido hasta aquí solo para felicitarme? -alargó su mano Jude, sonriéndole a Diana antes de contestarle. Tomó un mechón rubio entre sus dedos, colocándoselo detrás de su oreja, a la vez que se acercaba de nuevo a ella.

-No, también para besarte. 

AL DÍA SIGUIENTE

Cumplir 18 años, realmente se sentía diferente, y no por el hecho de que Diana se sintiera más mayor y madura. Para ella, la edad solo era un número, uno que los demás si le daban importancia.

Cuando se despertó esta mañana, lo primero que hizo fue atender una videollamada de sus padres y su hermano. Con evidente emoción, y con las lágrimas pugnando por salir de sus mejillas, dejó que ellos le cantaran el cumpleaños feliz y le prometieron ir el siguiente fin de semana a verla. También contestó varios mensajes de sus amigos y compañeros de clase, para encontrarse después en el vestíbulo de la Residencia, como varios de sus amigos más cercanos que vivían ahí con ella, la felicitaban efusivamente.

Pero sin duda, la gran sorpresa fue al llegar a Valdebebas para concentrarse con el equipo, y encontrarse en el comedor donde desayunarían, a todos los miembros de la primera plantilla, cantándole el cumpleaños feliz y con una preciosa tarta con los dos números que ella cumplía.

-Tienes que pedir un deseo -le recordó Nacho Fernández, el capitán del equipo.

No tuvo que pensarlo mucho Diana, simplemente pidió que los suyos siempre estuvieran bien. Sopló las velas recibiendo las felicitaciones de todos y cada uno de sus compañeros, y se sentó rodeada de ellos para desayunar antes de la charla técnica que les daría el míster.

-¿Cómo se siente tener 18, Diana? -le preguntó Brahim tomando un sorbo de su taza de café.

-Pues, igual, supongo -le contestó ella encogiendo sus hombros, desviándose su mirada con cautela hacia donde estaba Jude, quien no perdía detalle de cada una de sus palabras- consciente de que ahora tengo más libertad para algunas cosas, pero, tampoco es algo que me quite el sueño.

-Yo te veo más alta -se burló de ella Vinicius, quien pasó un brazo alrededor de sus hombros mostrándole un cariñoso abrazo.

-De guapa, estás igual -las palabras de Rodrygo y su guiño de ojos ni la inmutaron.

Se dedicó a su desayuno ignorando al brasileño, volviendo a buscar a Jude, quien permanecía bastante serio sin dirigirle la palabra. 

Transcurrió el ameno desayuno, terminando este casi una hora después. La charla técnica duró aproximadamente otra hora, dispersándose los jugadores por las instalaciones de la Residencia donde descansarían hasta que llegara el momento de la comida.

Diana iba a subir a su habitación, cuando Leo la interceptó, pidiéndole que se quedara un poco más en la sala. El míster ya la había abandonado, y solo quedaban en ella el responsable de comunicación y la encargada de atender a los medios.

-Diana, ahora que eres mayor de edad, la prensa va a querer entrevistarte y pedirán que hagas declaraciones después de los partidos, o, ya pueden solicitarte en las previas -le contó Adela, la encargada.

-Lo sé, pero, no os preocupéis, cuando dan charlas en la Residencia sobre como atender a los medios, no me pierdo ninguna -les contestó ella doblando su boca en una sonrisa.

-Si, pero no estaría de más que te diéramos algunas pautas, sobre todo para que no te agobies.

Recibió Diana las indicaciones de las tres personas, preocupadas por ella y por el impacto que su mayoría de edad causaría a partir de ahora. Le pidieron que fuera natural y que no mintiera, pero que no diera su opinión abiertamente para no perjudicar a nadie. El equipo era lo primero, y tenía que protegerlo y demostrar la unidad que había entre todos.

Para cuando terminaron de hablar con ella, solo quedaban un par de horas antes de comer, y ella ya estaba agotada mentalmente. Subió a su habitación, casi arrastrándose. Una vez dentro pensaba dejarse caer en la cama, cuando alguien llamó a su puerta. 

No estaba preparada para encontrarse a un Jude que la había ignorado toda la mañana, y aunque pensaba pedirle que se fuera, no pudo hacerlo y acabó abriéndole la puerta, cerrando cuando él entró.

-Llevas toda la mañana sin hablarme, no sé tú, pero yo...

Los labios de Jude tomaron los suyos con muchas ganas. No la dejó terminar la frase ni protestar. Simplemente la besó, con una inusitada desesperación. Puso sus manos a ambos lados de sus mejillas, tirando de ella hasta apoyarla en el pequeño mueble de la entrada. Dejó Diana sus brazos sobre la cintura de Jude, abandonándose a ese maldito beso que la estaba dejando sin aliento. 

-Si vas a decirme que te he ignorado, si, lo he hecho -le confesó Jude aún con sus manos en sus mejillas, y acariciando su barbilla de una forma bastante dulce.

-¿Porqué?

-Porque temía si te hablaba o te miraba, alguien se daría cuenta. Me resulta muy difícil apartar mi mirada de ti.

El corazón de Diana dio un salto en su pecho sorprendida por las declaraciones del británico. Era como si al cumplir ella la mayoría de edad, todas las restricciones que Jude se hubiera impuesto con ella, hubieran desaparecido.

Y era así.

-Por favor, dime que no soy tu entretenimiento -le rogó Diana pues era joven e inexperta y lo que menos quería es que alguien se aprovechara de ella, fuera quien fuera- me gustas mucho, Jude y no quisiera llevarme una desilusión contigo.

-Empollona, me gustas desde el puto primer día que apareciste con tu mochila rosa con corazones en aquella primera concentración. No, no eres mi entretenimiento, eres ese algo más que me muero por ponerle nombre.

De nuevo sintió Diana sus labios ser recorridos por los de Jude. De nuevo todo su cuerpo sintió un intenso cosquilleo y un calor apoderarse de cada parte de si. Se rindió a él, recibiendo tiernos y sutiles besos que la hicieron gemir en su boca. La abrazó el británico pues la necesidad de tenerla entre sus brazos era demasiado intensa. Como todo lo que estaba sintiendo por ella.

-Cuando termine el partido me gustaría llevarte a un sitio, ¿vendrás conmigo? -le pidió Jude acariciando su mejilla a la vez que le ofrecía una intensa mirada.

-Había quedado con Amelia para tomarnos algo, pero, lo entenderá -le contestó ella asintiendo a su propuesta.

-Gracias. Te prometo que valdrá la pena que pases lo que te quede de cumpleaños conmigo.

Jude volvió a devorar su boca, dejándola sin aliento. Ninguno quería parar de besarse, pero no era el lugar donde hacerlo. 

Abandonó con cautela Jude su habitación, dejando a Diana con enormes mariposas en su estómago. 

Amelia entendió perfectamente que su amiga eligiera irse con Jude, es más, la animó a hacerlo, quedando en verse otro día para celebrar juntas su cumpleaños, el cual estaba resultando ser mucho mejor que lo que rubia pensaba.

Aunque el broche final, tuvo lugar cuando el míster dio la alineación, y sorpresivamente, Diana sería titular esa tarde.

Quedando Rodrygo en el banquillo.

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