15. Me estás volviendo loco
DÍAS DESPUÉS
Diana miraba la pantalla algo angustiada. Cinco minutos llevaba delante de ella sin suceder nada de nada. Casi se había perdido el desayuno en la Residencia por venir corriendo a sentarse delante del ordenador, y que no ocurriera nada, la angustiaba enormemente.
-Dale tiempo a que se actualice, estate quieta ya -le pedía su amigo Mario quitándole los dedos del portátil.
-Ya deberían haber salido las notas -fue la respuesta que ella le dio a los requerimientos de su compañero.
-Anda, date una vuelta por Australia y ahora vienes, pesada.
-Cómprate tú diez euros de isla y te mudas, inútil.
Le sacó la lengua Diana a su amigo, incapaz de contener los nervios que la atenazaban. Hoy le daban los resultados del examen de matemáticas, aquel que le diría si era una de las seleccionadas para hacer ese curso en Dortmund. Solo hacía una semana que lo había hecho y aunque estaba muy segura que le había salido bien, una parte de ella recelaba de los resultados.
-Anda, háblame de la ruptura de Amelia con Vini -le pidió Mario haciéndole ojitos a la madrileña.
-¿Qué ruptura?
-La que tengan y ella venga corriendo a mis brazos para que yo la consuele.
-No lo flipes, Mario -fue la respuesta que ella le dio, resoplando ligeramente al hacerlo- lo suyo va en serio. Amelia se va a Brasil con él a pasar las Navidades.
-Oh, joder, me acaba de romper el corazón.
Se arrojó Mario en la cama de forma teatral, arrastrando a Diana con él. Pasó sus brazos por la cintura de su amiga, atrayéndola hacia su cuerpo para acabar haciéndole cosquillas, y abrazarla de lado después.
-¿Y tú? -le preguntó Mario apartándole a su amiga el pelo de la cara.
-Yo no voy a salir contigo.
-No, idiota, que si tú no tienes a alguien con quien pasar la Navidad.
-Mis padres, mi hermano y mis dos perros -fue la respuesta que ella le dio, no siendo algo que Mario quisiera saber.
-A ti te gusta alguien y no me lo quieres decir -le advirtió él dejando que Diana pusiera su cabeza sobre su pecho.
-No me gusta nadie.
-Y yo no quiero ser el próximo Toni Kroos, no te jode. Dianita que te conozco mejor que tu madre, ¿me lo dices? -de nuevo le reclamó Mario ante el fastidio de la rubia, pues odiaba decir en voz alta algo que a veces, la inquietaba.
-No te lo digo porque es así como un imposible. Es mayor que yo y aunque me trata muy bien y es muy atento conmigo, no dejo de ser una adolescente para él -se quejó ella pensando en Jude, el objeto de todos sus desvelos.
-Yo creo que le gustas a Bellingham -horrorizada, levantó Diana su rostro del pecho de su amigo, sonrojándose por sus insinuaciones.
-¿Quién ha dicho que sea él? -le preguntó ella sabiendo que era una tontería esconderle algo a Mario, ese hermano que encontró aquí una tarde de verano.
-Grayson, soy tu amigo, tu mejor amigo. Te conozco desde hace años. Entramos los dos juntos aquí y sé cuando te gusta alguien. Te he observado. Y también a él. Le gustas y creo que le pasa como a ti. Le impone que aún seas menor.
Sopesó Diana las palabras que Mario le decía dejando que un suspiro saliera de su boca pensando en Jude. Las señales estaban ahí entre ellos, eso era más que evidente, pero ella no forzaría nada ni estropearía lo que tenían por ensoñaciones de adolescente, que eso era lo que parecía.
Si ella fuera otra chica, más lanzada, seguramente ya se habría arrojado a los brazos de Jude, y quizás, llevaría tiempo en su cama disfrutando de las caricias del británico en su piel.
-¿Miramos las notas? -se levantó Diana de la cama haciéndole un gesto a Mario para que también lo hiciera. Odiaba tener que hablar de algo que jamás sucedería.
-¿No vas a decirme nada más? -le recriminó Mario tirándole un cojín a Diana, al ver las pocas ganas que tenía ella de hablar.
-Es que no hay más, Mario. Es Jude Bellingham y yo..., bueno, soy un proyecto de futbolista, y realmente prefiero mantener lo que tengo con él y...
-No arriesgarte -terminó la frase Mario, conocedor de todo lo que inquietaba a su amiga. Tan descarada en un terreno de juego, y tan tímida fuera de él. Solo un novio había tenido Diana durante el tiempo que llevaba en Madrid, dejándolo ella al darse cuenta de que el chico estaba con ella porque jugaba en el Castilla.
-Exacto -una sonrisa algo tristona salió de los labios de Diana con sus última palabra, una muy categórica que cortó el resto de conversación.
Se acercó la rubia al ordenador. Tomó aire y le dio a la pestaña de refrescar, conteniendo el aliento al ver que la página se cargaba mostrando las notas. Buscó su nombre entre tantas personas y al encontrarlo y ver la nota...
MÁS TARDE
Entró Diana en el vestuario del primer equipo dirigiéndose directamente a su sitio, donde empezó a dejar sus cosas en la taquilla y quitarse la ropa que llevaba para ponerse la de entrenamiento.
-Diana -se encontró la rubia con la mirada de Brahim, quien también estaba deseoso de saber el resultado de ese dichoso examen.
-¿Qué? -le contestó ella queriendo alargar la respuesta que tenía que darle.
-¿Cómo que qué? ¿has aprobado?
La rubia apretó sus labios uno contra el otro mordiéndose el superior al hacerlo. Vio por el rabillo del ojo a Jude dirigiéndose hacia ella, mostrándose él delante suya.
-Empollona, no nos hagas sufrir -le pidió él encontrándose con una sonrisa neutra por parte de la rubia.
Diana encendió su móvil y después de conectarlo al altavoz del vestuario, sonó una canción que últimamente no podía dejar de escuchar y repetir una y otra vez. Se subió Diana en el banco asignado para ella, moviendo sus caderas al ritmo de la música ante la perplejidad del resto de los jugadores, quienes asistían algo divertidos al baile de su compañera.
https://youtu.be/h8b2I9RFuuk
-¡He aprobado! ¡La nota más alta! ¡Me voy a Dortmund!
Chilló Diana de alegría recibiendo la misma respuesta del resto de los jugadores. Fue Brahim quien la agarró de las caderas, alzándola de ese banco y dando vueltas alrededor de ella hasta que la dejó en el suelo, recibiendo después las felicitaciones del resto de sus compañeros. El vestuario era una pequeña fiesta, felices todos de que su "protegida" hubiera aprobado ese ansiado examen.
Fue Jude el último en acercarse a ella, siendo sus brazos ese refugio que ella buscó cuando todos se calmaron y se dispusieron a cambiarse para el entrenamiento.
-Sabía que lo lograrías, empollona -le dijo él embriagándose de su olor, uno que era tan adictivo y necesario para él.
-Parte de la culpa es tuya -le recordó ella con una sonrisa que a Jude le pareció preciosa, pues por desgracia, habían pasado muchos días sin verla en su boca.
-No, lo has hecho tú sola, yo solo te he apoyado -buscó Jude su mirada, una tan alegre y feliz que no pudo menos que perderse en ella.
Porque Diana era para hacerlo, para tomarla de la mano y querer huir de todo y estar solo con ella.
-Gracias, Jude, por apoyarme y hacerme ver lo que valgo -le dijo ella emocionada por las palabras que le dirigía al británico quien también se sintió exultante de felicidad por lo que ella le decía.
-Para ti, siempre haré eso contigo, y más.
Se separaron segundos después pues en unos minutos debían empezar el entrenamiento. Ambos se dirigieron a sus respectivos de sitio, para cambiarse de ropa y ponerse la oficial del Club. Minutos después, la esperó Jude para salir juntos del vestuario, manteniéndose ella muy cerca de él.
-Mi madre está intentando pedir días en el trabajo para venir conmigo a Dortmund pero me parece que no la van a dejar. En la tienda son los días que tienen más movimiento y creo que va a estar complicado -le contó ella a Jude caminando hacia el campo de entrenamiento. Tomó el británico con sumo cuidado el brazo de la chica para que detuviera un poco sus paso.
-Yo te acompañaré, si tú quieres -sintió Diana los frenéticos latidos de su corazón con la propuesta de Jude, una que casi le corta la respiración.
-Jude, no hace falta, de verdad. Es Navidad y querrás estar con tu familia.
-Y contigo -sus demoledoras palabras no encontraron réplica en la rubia quien sintió sus mejillas arder a causa de estas- ¿no te gustaría que te enseñara Dortmund? te digo porque soy un guía cojonudo, y conozco muchos sitios donde se come de puta madre.
-¿Porqué lo haces? ¿porqué pierdes el tiempo con esta niñata?
La amplia sonrisa que le mostró Jude, siendo esta algo traviesa, la volvió a descolocar. El británico se acercó a su oído apartándole el pelo del cuello antes de hablarle.
-Porque puede, y sin el puede, que la niñata me esté volviendo loco.
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