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14. Solo un mes más

UNA SEMANA DESPUÉS

Jude le arrebató a Diana los apuntes que ella repasaba una y otra vez. La rubia fue a protestar cuando él levantó una de sus manos impidiéndole que se quejara.

-Ya, Diana -le dijo él dejando a un lado la libreta de ejercicios- relájate. El examen es por la tarde y deberías estar relajada. Lo vas a hacer bien.

-Estoy tan nerviosa. En verdad quiero hacer ese curso, por eso creo...

Levantó Jude una de sus manos, cortando de esta manera el resto de las palabras que ella quisiera pronunciar, no teniendo Diana más remedio que acceder a su petición y no pensar más en el dichoso examen que seguramente, la tendría en vilo toda la noche.

-He pedido comida china, y el pollo a la plancha ese que tanto te gusta -sonrió Diana emocionada porque él se tomara tantas molestias con ella, algo que hacía que él le gustara todavía un poquito más.

-Gracias, Jude. De verdad no sé como agradecerte todo esto que estás haciendo por mi.

-Tú aprueba ese examen y me daré por agradecido -acabo diciéndole él, levantándose para dirigirse a la cocina para preparar la llegada de la cena.

-Si apruebo, tendrás que seguir ayudándome. Necesitaré que me aconsejes algún sitio para la semana que dure el curso -fue Diana a abrir uno de los cajones de la cocina, el que contenía los cubiertos, sonriendo Jude al verla hacerlo. Parecía que la rubia llevaba toda la vida en esta casa por la gracilidad con la que se movía por ella.

-No vas a necesitar buscar ningún sitio. Te quedarás en mi casa -abrumada se sintió Diana con las palabras de Jude, quien mantenía esa férrea mueca de seriedad en su rostro, no queriendo mostrarle a la rubia lo mucho que le afectaba su presencia en el que era su hogar.

-¿En tu casa?

-Si, aún mantengo mi vivienda de Dortmund. Está cerca de la Universidad y te será más cómodo estar allí.

-Oh... pues... gracias.

Sintió Diana sus mejillas teñirse de un tono rosado que a Jude le pareció adorable. En un tácito silencio, ambos prepararon la mesa para la cena, una que no tendría lugar muy tarde, pues el británico debía llevar a la chica a la Residencia. Para no avivar los rumores que pudieran cernirse sobre ellos, Jude se convirtió en el tutor de estudios de Diana, por petición suya, algo que entusiasmó a la entidad blanca pues siempre alentaban a los más veteranos a ayudar a los jóvenes.

De esta manera, a nadie le extrañaba que la chica pasara tanto tiempo con el británico y que fueran vistos juntos en la mayoría de las ocasiones.

-Ha dejado de darme clases -bajó su mirada Diana con timidez, pues aún no olvidaba lo sucedido con su ex-profesor de matemáticas- de hecho, lo han trasladado a otro sitio.

-¿Trasladado? debería estar en la puta cárcel -gruñó Jude llevándose las manos a la cara bastante molesto, aunque satisfecho de que su visita hubiera surtido efecto.

-Ya no tendré que verlo más, con eso es suficiente.

Puso Jude sus manos a ambos lado de la barra de la cocina. No quería mostrarse enfadado con Diana ni hacerle ningún tipo de recriminación, bastante había sufrido ella, pasando una semana bastante delicada. 

-¿Estás enfadado conmigo? -la voz de Diana hasta había bajado de intensidad, mordiendo la rubia sus labios con bastante inquietud, pues lo que menos deseaba era perder esto que Jude y ella habían creado.

-No, contigo, no.

Rodeó Jude la encimera acercándose a la chica, quien lucía bastante preocupada. Que ella le importara más la opinión de Jude que sus propios sentimientos era algo que le abrumaba y que no quería que pasara. Aquí la víctima era ella, y no tenía que pedir perdón para nada.

-Me hubiera gustado que lo denunciaras, pero, te respeto y aquí estoy, a tu lado -Jude abrió sus brazos para rodearla con ellos. 

Dejó Diana que lo hiciera, colocando su cabeza en su pecho, sintiendo el golpeteo del corazón del jugador británico contra su caja torácica. Con Jude se sentía a salvo y eso era algo que no quería perder por nada del mundo.

-No quiero que pienses más en él. Se fue y no volverá. Estás a salvo.

Las palabras de Jude la tranquilizaron, por su tono y por la rotundidad de estas. Sus manos se posaron en la cintura de Jude, no queriendo separarse de él. Incluso, cuando el timbre de la puerta sonó, anunciando la llegada de la cena, Diana seguía abrazada a él.

-Empollona, sé que soy irresistible y no puedes quitarme las manos de encima, pero, si no lo haces no cenamos -le dijo Jude riéndose al ver la actitud de la chica con él.

-Te abrazo en agradecimiento no porque me muera por ti, puto arrogante -se separó Diana de Jude, tomándose él con una carcajada su respuesta. Abandonó la cocina el británico para ir en busca de la cena, dejándola a ella esperándolo. 

A veces Diana no se creía lo que había entre ellos. Parecían algo más que amigos, y ese algo más era lo que la tenía en vilo. Su amiga Amelia decía que había mucha tensión sexual entre ellos, algo que pudo comprobar cuando fue a verlos al siguiente partido. La rubia había sido titular en el Bernabeú, y tras marcar otro de sus goles, salió a celebrar la victoria con algunos de sus compañeros, entre ellos Jude, y por supuesto, Vini, la actual pareja de su amiga.

Entró Jude segundos después, portando las bolsas de la comida. Verla en su cocina, tan despreocupada y llenando los vasos de agua de los dos, era algo a lo que malditamente se estaba acostumbrando y que deseaba que sucediera cada día más. 

Por mucho que se repitiera que solo era una adolescente, menor que él, Jude no podía evitarlo, le gustaba, tanto que sería capaz de arriesgarse por ella.

-¿Hay pan de gambas? -le preguntó ella mirando con curiosidad las bolsas que había sobre la mesa.

-Sabes que si.

-¿Y salsa agridulce?

-Diana -la llamó él casi en tono de advertencia- sé lo que te gusta y es lo que te traigo. 

Se encontró Jude con una tierna mirada por parte de ella, una que estuvo a punto de arrebatarle la respiración por la intensidad de esta. Se sentó en la mesa intentando disimular el efecto que le causaba. Ambos sacaron todas las fiambreras de las bolsas dispuestos a dar buena cuenta de ellas. Sonrió Diana cuando Jude puso un rollito de primavera relleno de pollo en su plato, siendo este su favorito. 

-¿Te puedo hacer una pregunta? -le dijo Diana manteniéndole la mirada cuando él la fijó en ella.

-Aunque te diga que no, me la vas a hacer igual -río la rubia por la respuesta de Jude, tan acostumbrada a sus arrogantes contestaciones, que con ella eran más suaves que con los demás.

-¿Qué pasó con la modelo de Desigual? 

Tuvo que contener Jude una sonrisa, pues aunque la pregunta era inesperada, le hizo gracia el interés de Diana por aquella indeseable compañía.

-Nada. La tuve que bloquear de Instagram porque no paraba de "acosarme". Le dije que no estaba interesado y no se lo tomó muy bien -le respondió él con sinceridad viendo en ella una aliviada sonrisa.

-Eso te pasa por salir con cabezas huecas que no saben sumar -se río Diana de Jude.

-Solo salí con ella esa vez de la fiesta.

-Era guapa -siguió hablándole Diana intentando que él le contara lo que había sucedido entre ellos.

-No más que tú, empollona.

Se tuvo que callar Diana con sus rotundas palabras, unas que provocaron en ella un nuevo sonrojo. Él siempre la conseguía, callarla con algo bonito o demoledor al que no podía darle réplica. Siguieron cenando en silencio, solo roto para comentar algo de las delicias de los platos, siendo esta vez Jude, el que lo rompió para hacerle otra de sus enigmáticas preguntas.

-Diana, ¿Cuándo es tu cumpleaños? -la mirada de Jude se volvió interesada y profunda, esperando la respuesta de la chica, una que no tardó en suceder.

-A principios de Diciembre, ¿por? -una pequeña sonrisa se formó en la boca de Jude, una que hizo que el pulso de Diana se volviera alocado y arrítmico por culpa de ella.

-No quieras saberlo, empollona -fue la enigmática respuesta que Jude le dio, siendo esto insuficiente para la chica.

-¿Vas a asustarme?

-Lo haré -ambos parecían retarse con la mirada, sin saber que en ese momento sentían lo mismo uno por el otro. Alocadas e intensos latidos de su corazón.

-Quiero saberlo -solo estuvieron unos segundos así, mirándose. Diana esperando que él contestara su pregunta, y Jude debatiéndose entre hacerlo o no. Pero, el deseo de confesarse con ella, era algo que no podía retener por más tiempo. 

-Que solo un mes más, y podré besarte sin sentirme culpable.


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