Capítulo 2
"Dernière Danse"
Francia, París
Noviembre, 9 de 1744
Tres meses...
Había pasado tres meses desde que su vida diera el ultimo espantoso giro y cambiara para siempre. cuando escapo de sus captores en el edificio que servía como prostíbulo, no sabia que hacer mas allá de alejarse de ese lugar antes de que ocurriera algo que no podría ser remediado.
Luego no sabiendo a donde ir, regreso a la mansión que había sido su hogar por casi dos años y medio, donde hecho raíces para luego ser desenterrada tan brutalmente y en tan corto tiempo que aun tenia problemas para aceptar su nueva situación. Una vez se escabullo dentro en silencio y sin alertar a nadie volvió a su antiguo cuarto donde tomo una bolsa con el dinero escondido que había guardado y lo único que le quedaba de una vida que ahora solo pertenecía a sus recuerdos.
El conjunto de cosas que le recordaban a su vida pasada se limitaba a un cepillo de plata que pertenecía a su madre, la pluma favorita de su padre, una muda de vestido, enaguas y zapatos, una camisola, dos listones, un par de guantes, el libro de el 'Lenguaje de las Flores' y la ultima carta que le fue enviada por el Santuario.
Parpadeo volviendo a la realidad cuando noto que se había pinchado nuevamente con la aguja de cocer, y solo por unos segundos que le parecieron eternos se quedo observando la gota color rubí que se formo en su mano de piel blanca, preguntándose como todo podría haberse desmoronado con tanta rapidez.
"Garnet, chere no te quedes perdida en tus pensamientos y termina de cocer los arreglos de ese traje o Madame Juliette se enfadará mucho contigo" una voz amable le susurro a su lado llamando su atención.
"Lo siento, Louise, ya casi termino aquí" Fluorite asintió hacia la mujer de largos cabellos rubio rojizos y ojos azules, la cual era la razón por la que ella no se había muerto de hambre y había conseguido un trabajo que le daba de comer, aunque no fuera del todo bien visto o algo que de otra forma hubiera elegido para sí misma.
"Ay, ma' petitte, sé que lo que fuera que te trajo a este teatro te aflige y carcome por dentro, pero desgraciadamente las mujeres como nosotras, que no poseen un marido o dinero tienen que ganarse la vida de alguna forma y afrontar este duro mundo como mejor podamos" sus tristes ojos azules la observaron detenidamente, notando que la mirada de la jovencita era mas vieja de la que debería pero eso era algo que veía con frecuencia en los desamparados y huérfanos. Decía que esa niña había sufrido mucho y visto incontables cosas. "Incluso si eso significa hacer cosas de las que no estemos muy orgullosas"
"Lo sé, Louise, lo se... pero yo... no creo que pueda hacer aquello que Madame Juliette me sugirió" su voz se apagó, y de nuevo sintió una punzada aguda en el corazón, aunque su rostro no reflejo emoción alguna, solo una tranquila calma que la rodeaba y parecía ser lo único capaz de sentir últimamente... eso y una profunda tristeza y desesperación.
"Ojalá pudiera decirte que puedes ignorar esa 'sugerencia' pero me temo que no es así" Louise tomo la mano mas pequeña de la fémina y la apretó en solidaridad, porque ella una vez, también fue una joven inocente que se vio sin medios para vivir una vida respetable y había tenido que hacer cosas de las que ninguna mujer decente se apreciara para poder comer y tener un techo bajo el que dormir. "Si pudiera, te ahorraría este paso, pero la Madame no te dejará ignorar esto por mucho mas tiempo... si no eliges a un beneficiario pronto... ella lo hará por ti, y créeme eso sería mucho peor"
Fluorite cerró los ojos con fuerza ante sus palabras, y de nuevo su tristeza dio paso a la desesperación que tanto se había vuelto su acompañante desde hacia meses. Pero es que de solo pensar que tendría que acceder a la horrenda orden de la mujer que era su jefa le daban ganas de vomitar, y sentía su piel erizarse de asco, pero si quería permanecer con ese trabajo y seguir ganando dinero para mantenerse, no le quedaba de otra que acceder.
Así que se limitaba a eso, su honor y doncellez, por dinero y trabajo.
"Normalmente la Madame no se molesta en presionar a novatas recién contratadas, pero desgraciadamente para ti... tu primera aparición en escena fue un éxito" la amargura se podía notar en la voz de la pelirroja, no por envidia si no porque a ella también le había ocurrido una vez. "Aunque el papel fue breve, encantaste a la audiencia a pesar de tu joven edad, y para algunos hombres allá afuera solo les interesa la novedad de una nueva actriz y su belleza"
La joven de largos cabello rubios dejo caer sus hombros ante aquellas palabras, recordando con algo de amargura que su primer papel había sido, aunque corto un éxito en la obra, algo que ella misma había escrito. Era irónico realmente, que lo que más pasión le inspiraba y había ayudado a conseguirle una paga jugosa por una vez la había llevado a una situación de la que no tendría salida.
Ella, Fluorite, por fin había escrito su primera historia y había sido para una obra de teatro... la había titulado... La Petitte Mademoiselle Sancoeur, tomando inspiración de su propia vida y miserias, creo un mundo que reflejaba la desdicha de su existencia vista desde otra perspectiva.
Era un trago amargo el que ahora su propia historia hubiera forzado su mano.
"Lo siento, de verdad" la pelirroja susurro, abrazando a la joven con fuerza por un momento antes de tomar una respiración y enderezarse. "Te ayudare a atravesar por esto tanto como pueda, pero no dejes que pase mucho tiempo en tomar una elección... y ahora, termina allí que ya nos hemos tardado demasiado y los últimos ensayos comenzaran pronto" y con eso ella se retiro dejando a la chica sentada en el banco con un espíritu derrotado.
Fluorite la escucho marcharse, pero incluso entonces no logro mover un musculo mas allá de continuar su labor manual como una marioneta que era movida por hilos invisibles. Una vez las reparaciones al vestuario de una de las protagonistas estuvo listo lo dejo sobre una percha y por le rabillo del ojo capto un reflejo de luz y se volvió quedando frente al espejo.
No pudo evitar hacer una mueca ante la vista que presentaba, y no aguantando mirarse un minuto más, salió de la habitación camino al escenario donde el resto del elenco de la obra estaba practicando.
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Francia, Paris
Noviembre, 21 de 1744
"Me pregunto... que diría usted si me viera en este momento, Degel-sama" murmuro Fluorite sentada en el pequeño banco frente al espejo, con velas iluminando su apariencia. Su expresión impasible le devolvía la mirada, y aunque conocía su rostro a la perfección, en ese momento para ella era como estar mirando a una extraña. "No... no te hagas esto a ti misma, prometiste no volver a pensar en él" se susurró con rabia sintiendo temblar el escudo que cuidadosamente había erigido en torno a sus emociones cuando se había visto desamparada y en la calle. "No puedes permitirte pensar en él, no en este momento... no antes de la actuación... y mucho menos el día que tendrás que elegir a un protector"
Dos semanas fue todo lo que tuvo para aceptar la realidad de que su situación no iba a cambiar, y aunque en lo más profundo de su interior quería correr lejos y refugiarse en los brazos de su querido Mago de nieve y hielo... pero eso le sería imposible, porque él ya había abandonado el mundo del que ella aún era prisionera.
Y ese conocimiento solo hacía que su alma muriera un poco más cada día.
Arrojando todo pensamiento que rondara al Santo Dorado de Acuario lejos en el fondo de su mente, donde debía permanecer por la eternidad si quería sobrevivir a ese día y los que estaban por venir. Tomo una respiración profunda y se miró de nuevo al espejo odiando a la persona que veía reflejada en este.
Había adelgazado, eso era de esperarse comiendo tan poco como lo hacia esos días. El dinero no le alcanzaba para mucho mas que pagar la pequeña habitación que ocupaba allí mismo en el teatro, y para comida y una que otra necesidad; su piel blanca con clásicas pecas doradas se volvió aun mas pálida, haciéndola contrastar aún más con el vestido rojo rubí que portaba, el corset ajustado con el corpiño tan bajo que rayaba en lo indecente empujaban sus pequeños senos hacia arriba dando la ilusión de llenura que demandaban de cada actriz en esa obra. Sus cabellos que usualmente eran lacios y de un tono rubio pálido, en ese momento estaban arreglados en un medio recogido elegante decorado con plumas, listones y rosas de tela del mismo color que su atuendo, con risos cayendo por su nuca con suavidad y descansando sobre su pecho que se elevaba con cada respiración corta y algo trabajosa.
Su rostro solo había requerido un ligero polvo para cubrir sus pecas, mientras que sus labios estaban pintados de rojo carmesí haciéndolos ver aún más grandes y dándole una imagen diferente a la que usualmente portaba, pero que, junto con sus grandes ojos grises, de mirada insondable y vacía le daban la apariencia de una muñeca sin vida que sonreía y se movía bajo la melodía de unos hilos invisibles pertenecientes al titiritero que gobernaba el teatro con puño de hierro.
En ese momento, por fin se dio cuenta de que su niñez se había terminado.
Y esa noche, después de la función, su inocencia junto con sus sueños y lo que quedaba de su alma fragmentada desaparecería para siempre.
"¡Cinco minutos para entrar en escena, Garnet!" la voz de una de sus compañeras llamo desde detrás de la puerta que dividía su pequeña habitación del resto del teatro.
Una vez escucho los pasos alejarse, miro una ultima vez a la joven que le devolvía la mirada en el espejo, aquella desconocida en la que se convertiría esa noche, y se levantó, observando el colgante en forma de cristal de hielo que colgaba de su cuello, algo de lo que no se había atrevido a guardar junto con aquellas cosas que le recordaban a su vida anterior y sonrió con amargura, la primera sonrisa que sus labios carmesí esbozaban en lo que iba de año.
"Estaría muy avergonzado de ti... y en lo que te convertirás cuando acabe la noche" susurro una ultima vez, cerrando los ojos, tomo aire y después de guardar el colgante entre el corpiño de su vestido se giro y marcho fuera de la habitación.
Tal vez no hubiera salida de esa realidad, pero una parte de el Santo Dorado de Acuario la acompañaría infundiéndole el valor necesario y el consuelo que necesitaría esa noche, y las del resto de sus días.
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Tomo una profunda respiración al oír los primeros acordes de la canción que significaba su entrada a escena, las velas colgando de las arañas de aquel teatro iluminaban el escenario, pero dejaban al publico parcialmente en las sombras, algo que para ella estaba bien... no creía pudiera hacer su presentación si fuera de otra manera, ya que así, no tenía que verlos ahí observándola con miradas despectivas y peor apreciativas mientras tomaba la única oportunidad de realmente expresar todo su dolor interno que de otra forma no podía dar voz.
Su papel, era la representación más joven de la protagonista que vagaba por las calles de Paris luego de perder a su familia por los hechos de una bruja y las desgracias de la maldición que fue puesta en su persona desde temprana edad. O al menos esa era la parte que le tocaba interpretar a ella, y luego vendría su otra compañera, que iba a representar al mismo personaje, pero siendo este mayor y habiendo pasado unos años más valiéndose por sí misma en las calles.
La historia de La petite Mademoiselle Sancoeur contaba la descorazonada vida de una joven chica que se vio forzada a vagar y trabajar por las calles de Paris desde una temprana edad, consiguiendo trabajo en no tan respetable establecimientos gracias a una maldición puesta hacia muchos años por una bruja malvada. Y debido a eso, mientras perdía a sus seres mas cercanos poco a poco su alma y corazón se iban separando hasta que solo quedaba el hermoso cascaron de su exterior vagando eternamente sin corazón ni hogar.
Era una combinación de la vida de muchas personas en ese teatro, no solo la de Fluorite.
Y no había nada de hermoso o feliz en ella, solo miseria y dolor.
"Ahora" le susurro Louise al salir del escenario, indicándole que entrara a escena, siendo irónicamente ella la que interpretaba a la bruja en la obra.
Tomo su vestido rojo rubí y de la mano de su compañero de teatro entro, tropezándose algo torpemente aquí y allá, pero ya que era parte del personaje en esa etapa nadie dijo nada y continuaron como si fuera parte de la obra, y ciertamente lo era.
Ella solo cerro los ojos y se dejo guiar por las manos que se posaban en su cintura y la guiaban de un lugar a otro, pasándola de caballero en caballero, en presentación antes del vals, donde ella daría voz a la historia con su canción.
Era casi como estar en una bruma, e ir a la deriva... podía escuchar y ver todo a su alrededor, pero nada lograba alcanzarla, tocarla donde realmente importaba y luego lo escucho, los acordes que indicaban su canción. Así que se volvió hacia su interior y saco todo aquello que no podía expresar, su dolor, desesperación y abandono, y separo sus labios para cantar habiendo caído rodillada frente a la audiencia.
Oh ma douce souffrance
Pourquoi s'acharner tu recommence
Je ne suis qu'un être sans importance
Sans lui je suis un peu paro
Je déambule seule dans le métro
Une dernière danse
Pour oublier ma peine immense
Je veux m'enfuir que tout recommence
Oh ma douce souffrance
Su voz fue llevada por el silencio de la audiencia en el teatro, siendo ayudada por la melodía que manifestaba las emociones que en su día a día no podía expresar, en ese momento pudo liberarlas. Mostrarle al cruel mundo que era lo que había en su interior, y era debido a eso, y no a que tenia una voz particularmente hermosa lo que le había conseguido esa parte del papel.
Je remue le ciel le jour, la nuit
Je danse avec le vent la pluie
Un peu d'amour un brin de miel
Et je danse, danse, danse, danse, danse, danse, danse
Et dans le bruit, je cours et j'ai peur
Est-ce mon tour?
Vient la douleur.
Dans tout Paris, je m'abandonne
Et je m'envole, vole, vole, vole, vole, vole
Las manos de los que interpretaban a los caballeros de sociedad la tomaron de los brazos, siendo arrastrada al bullicio de cuerpos llevada en un vals interminable, y aun así su voz se elevaba, llamando a aquellos que ya no se encontraba en ese mundo, sabiendo muy en el fondo que nunca los podría alcanzar.
Que d'espérance
Sur ce chemin en ton absence
J'ai beau trimer, sans toi ma vie n'est qu'un décor qui brille,
Vide de sens
Je remue le ciel le jour, la nuit
Je danse avec le vent la pluie
Un peu d'amour un brin de miel
Et je danse, danse, danse, danse, danse, danse, danse
Et dans le bruit, je cours et j'ai peur
Est-ce mon tour?
Vient la douleur.
Dans tout Paris, je m'abandonne
Et je m'envole, vole, vole, vole, vole, vole
La letra de la canción representaba lo que ella sentía en ese momento y desde que su mundo se había derrumbado. La había compuesto especialmente, porque era así como se sentía, como quería que el mundo supiera que se sentía, y eso se transmitía a través de su voz.
Las manos la pasaron de unas a otras, llevándola como una muñeca sin voluntad por todo el escenario, haciendo una mímica de lo que pronto seria su vida real, y eso solo la hizo querer gritar y llorar al mismo tiempo. Quería escapar de la realidad, huir del futuro que la esperaba en lo que acabara la obra y, aun así, aún seguía allí, atada por cadenas invisibles.
Dans cette douce souffrance.
Dont j'ai payé toutes les offenses
Écoute comme mon cœur est immense
Je suis une enfant du monde
Je remue le ciel le jour, la nuit
Je danse avec le vent la pluie
Un peu d'amour un brin de miel
Et je danse, danse, danse, danse, danse, danse, danse
Et dans le bruit, je cours et j'ai peur
Est-ce mon tour?
Vient la douleur.
Dans tout Paris, je m'abandonne
Et je m'envole, vole, vole, vole, vole, vole, vole
Cuando los últimos acordes de la canción terminaron, ella se encontró de nuevo en el suelo en un mar de color rubí, elevo el rostro hacia la oscuridad donde miles de rostros seguramente miraban lo que ellos no sabia era su alma gritando por ayuda, por ser salvada del destino que la esperaba.
Pero como bien había aprendido en esos tres meses, no había escape para la realidad, solo miseria y la escalofriante verdad que estaba viviendo.
Sus ojos grises que brillaron con un atisbo de lagrimas no derramadas se cerraron, dejando caer la cabeza ocultando su rostro del mundo y el público, espero ya rendida a que el telón cayera. Y juro que, por un momento, una brisa helada le acariciaba el rostro, donde una única lágrima había trazado un camino húmedo por su mejilla sin color... casi como si aquel joven hombre de su infancia de largos cabellos verdes hubiera regresado de la muerte para darle un último adieu.
Sonrió con amargura al pensar en eso, mientras se levantaba del suelo con lentitud y la calma regresaba a su cuerpo, donde el escudo cubría sus emociones nuevamente y ya no sentía más que la nada. Se había adormecido de nuevo, pero era mejor así, decidió oyendo los tacones de sus zapatos repiquetear en la madera mientras pasaba entre sus compañeros del teatro que la felicitaban por su actuación estelar y ella cruzaba mirada con Madame Juliette.
Se dio la vuelta, ignorando como su alma y corazón gritaban a voz en cuello en su interior y se dirigió a su cuarto, en espera del final de la obra, donde iniciaría su muerte en vida. Tomaría el poco tiempo que le quedaba para prepararse para lo que estaba por venir, era lo único que podía hacer.
"Y lejos, volé... volé... volé... volé..." canturreo quebradamente en el silencio de su cuarto mirando su reflejo en el espejo.
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De todas las partes en París que Degel se imaginó que encontraría a la jovencita, el teatro no era una de esas opciones. Y, sin embargo, era allí a donde su investigación le había llevado, después de estar vagando por las calles de París día y noche, siguiéndole la pista a alguien que muy bien podría haber desaparecido por todas las encrucijadas que se encontró en ese camino.
Al llegar a París, gracias a la teletransportación de Shion de Aries, Degel no había perdido tiempo e ido directamente al último que había sido la residencia de Fluorite, y esa fue la mansión de la fallecida Madame Flaille, donde para su sorpresa encontró con que la antigua servidumbre había sido despedida. Una vez enterado de eso, rastreo sin mucho problema al anterior mayordomo y quien le había escrito informándole de la grave situación y lo encontró trabajando para otra dama de sociedad, antigua amiga de la fallecida.
Allí el hombre entrado en sus cuarenta le informo con mas detalle de lo acontecido y su despido.
"Al parecer Mademoiselle Fluorite regreso a la mansión en la noche luego de huir de sus captores y se llevo algunas cosas de su antiguo cuarto, nada grave, un pequeño cofre de madera y plata que fue un regalo de mi antigua señora que en paz descanse, y unas cosillas más... pero el Barón se dio cuenta unos días después que algo faltaba, y nos acuso a nosotros de haberlo robado" aquí el hombre entrado en años arrugo su expresión en desdén, su marcado acento francés se hizo notar aun mas mientras sus ojos verdes destellaron con el desprecio que le profesaba al hombre en cuestión. "Sin embargo, Marie, mi esposa había visto a la niña saliendo de la propiedad esa noche y guardo silencio por miedo a que de alguna forma el Barón se enterara... negamos haberlo hecho por supuesto, pero nunca le dijimos que sabíamos del verdadero culpable"
Luego de aquella conversación Degel continuo su búsqueda, sin mucho éxito, era como si la joven se hubiera desvanecido de la faz de la tierra. Llego un punto en el que no sabia por donde mas buscar, habiendo ido a refugios, orfanatos, e incluso investigado algunos burdeles y establecimientos poco adecuados, pero no hubo rastro de ella, por donde quiera que preguntaba nadie parecía conocerla o saber de su paradero... estaba comenzando a desesperarse cuando oyó por casualidad sobre una obra nueva en uno de los teatros alrededor de la ciudad, quien presentaba por segunda vez su reciente éxito y de la recién debutante que actuaba en ella y su nombre.
Mademoiselle Garnet.
Degel se paralizo cuando escucho ese nombre al salir de una librería donde se había parado a preguntar si nadie había contratado a una jovencita rubia recientemente, y al instante olvido a cuál lugar iba a preguntar al salir de ahí y se giro para interrogar al caballero y sus acompañantes masculinos sobre aquella obra y la actriz que ellos mencionaban.
¿Cuáles eran las probabilidades? Se pregunto mientras se dirigía al lugar ataviado con un traje negro elegante en un carruaje de alquiler, de que la joven se hubiera cambiado el nombre a uno artístico y ahora estuviera actuando en un teatro. Pero todas las otras pistas lo llevaron a callejones sin salida y ahora no tenia idea de donde mas buscar, y no perdería nada con intentar ver si esta recientemente exitosa actriz era la misma muchacha que el estaba buscando desde hacía dos semanas atrás.
Su descripción ciertamente lo había dejado dudoso, siendo que los hombres la habían descrito como una joven mujer de enrulado cabello rubio, pálida piel y ojos misteriosos. Que muy bien podía describir a casi medio París, por no decir Francia. Sin embargo, él recordaba a Fluorite como una niña de catorce años que apenas alcanzaba a llegar al pecho, pecosa y vivaracha, con grandes ojos grises como la mas fina plata que hablaba con franqueza de lo que pensaba y sentía, pero alguien que entendía muy bien los sentimientos de otros y era sensible y amable...
¿Podría haber cambiado tanto físicamente desde aquella vez? Solo habían pasado tres años aproximadamente desde la última vez que estuvo en Francia y se habían conocido... debía tener dieciséis años más o menos ¿Qué tanto podría cambiar una persona en ese corto tiempo? ¿qué encontraría en ese teatro cuando llegara?, se pregunto inquieto sintiendo el nudo en su interior y el aire enfriarse mas de la cuenta para un día de verano Parisino.
No tuvo mas tiempo de pensar en mas posibilidades y en lo que podría ser porque el carruaje de alquiler se detuvo frente al teatro y con una elegancia grácil el joven hombre de cabellos verdes bajo de su interior encontrándose con una muchedumbre ataviada con prendas de noche de la nobleza francesa haciendo fila para entrar al lugar. Con un suspiro, se resigno a codearse con ellos, y gracias al tiempo que paso en Bluegard con sus amigos de la infancia Unity y Serafina, quienes pertenecían a la alta sociedad sabia desenvolverse entre ellos a la perfección... aunque eso no significara que le agradara demasiado.
Con educación se hizo paso entre la gente y llego a la taquilla mostrando su boleto que había comprado el día anterior y fue dirigido a un palco cercano al escenario desde donde podía ver claramente el lugar y a los actores cuando hicieran acto de presencia. Era decorado en dorado y rojo, como casi todos los demás en los que había estado antes, por lo general a Degel le gustaban más los libros que el teatro y sus obras, pero sabía apreciarlo cuando se requería, desafortunadamente no estaba de humor ni tenía intención de disfrutar de la actuación para nada, no hasta que lograra ubicar y encontrar a la persona que buscaba, hasta entonces no podría relajarse.
Fue media hora mas tarde cuando el teatro estaba por fin casi completamente lleno que noto el panfleto puesto en uno de los bolsillos de su silla y lo tomo en sus manos; y mientras mas leía la sinopsis de la obra más inquieto se sentía y mas le daba la sensación de que estaba en el lugar correcto. Había muchísimas similitudes aquí y allá y luego estaba el nombre.
No podía ser una coincidencia.
Finalmente, la obra dio comienzo cuando las velas alrededor de los asiento y palcos se atenuaron solo las del escenario quedaron encendidas, dando paso a los primeros actores del acto numero uno. Con mas paciencia de la que se creía que aun le quedaba, observo detenidamente a cada uno, aunque sabia que aun no le tocaba aparecer a la actriz en cuestión porque en el panfleto lo mencionaba; así que simplemente se dedicó a observar clínicamente a cada persona en el escenario hasta que por fin llego el acto y, sinceramente lo que vio hizo que su respiración se atascara en su garganta.
La joven mujer que entro en escena no se parecía en nada a la niña que el recordaba.
Esa persona era un poco más alta, quizás el tope de su cabeza alcanzaría a rosar siquiera su hombro; sus cabellos atados en un peinado elegante ciertamente eran del mismo color, pero su forma era diferente, siendo estos rizos perfectos en vez de ser una cascada lisa de cabello rubio. Pero lo que más lo impresiono por seguro fue el vestido tan llamativo y poco apropiado para una señorita tan joven, que mostraba demasiado en la parte frontal de su joven cuerpo, y el vibrante color rubí de este solo acentuaba su belleza y palidez, aunque el corte no fuera ideal, era demasiado provocativo.
Desde el lugar donde estaba no podía con claridad ver su rostro, especialmente porque ella se mantenía en movimiento por el escenario, y el momento en que separo sus labios y comenzó a cantar fue como si alguien le hubiera dado un puñetazo y todo el aire hubiera salido despedido de sus pulmones; era sin lugar a dudas la dulce voz que recordaba de hacia unos años solo que no sonaba tan aniñada, había ganado una madurez inesperada aunque eso era de esperarse, pero solo le faltaba ver su rostro con claridad para confirmar lo que su instinto le estaba gritando desde que oyó su voz sonar.
La letra de la canción en si era desolada, hablaba de perdida emocionalmente, de sentirse derrotada y querer alejarse de todo, pero fue realmente su voz y los sentimientos que esta dejaba entrever para los oyentes era magnifico, mas que tener una voz increíble era su capacidad para transmitir todo eso y más... y, aun así, todo eso solo le hacia querer abrazarla y nunca dejarla ir, de protegerla para que nunca mas tuviera que sentirse como si hubiera perdido todo y a todos.
Aun no lograba entender porque ella no le escribió para irse a Grecia, estaba bastante seguro de que en sus cartas le había dejado mas que claro de que era bienvenida y si fuera necesario el vendría por ella... eso lo había herido un poco, pero no por eso iba a dejarla a su suerte.
Especialmente porque más que su canción o las palabras, podía escuchar el grito silencioso de su alma por ayuda, que el cómo Santo de Athena no podía ignorar.
Y por fin cuando su actuación termino con ella arrodillada en un mar de rojo y su rostro frente a la audiencia, pudo apreciar que en efecto era la misma persona que el había estado buscando todo ese tiempo, sin embargo, la mirada de aquellos ojos gris perla hizo que su corazón latiera dolorosamente.
Lucia como una persona que ha perdido las ganas de vivir, parecía una muñeca muy hermosa que mostraba un exterior exquisito, pero con un interior yermo y vacío.
Una vez ella estuvo fuera del escenario, no perdió tiempo en levantarse del palco y salir en su busca, camino por entre los pasillos orientándose cuidadosamente, no dejándose ver por ninguna de las personas que por allí rondaban mayormente los que trabajaban tras bastidores. Sin embargo, no la vio por ningún lado, no estaba reunida con los demás del elenco, ni en ningún sitio en los que había buscado, aunque aun no se internada en las recamaras superiores del teatro, se pregunto si ella se había marchado ya del lugar, pero un comentario entre una mujer de mediana edad y otras personas le llamo la atención.
"¿A dónde se fue esa niña insolente?" reclamo la mujer con un feo gesto en su rostro blanquecino, se notaba que a pesar de los años aún conservaba su belleza, aunque esta se viera disminuida por el arco cruel de su boca y la frialdad de sus ojos.
"Madame Juliette, Gernet se ha retirado a sus aposentos, Francis la vio irse mas temprano, aunque ya va a acabar la función así que pronto podrá hablar con ella" informo una de sus muchas empleadas, una de rubia melena rizada la cual estaba retocando su maquillaje.
"No esperare como un sirviente a que esa desdeñosa chiquilla baje, ella trabaja para mi y debe acatar mis órdenes. Le di suficiente tiempo para buscarse alguien ideal, pero ya que no logro encontrar uno yo misma le proporcionare uno de los tantos caballeros que ha venido esta noche" su sonrisa se volvió rapaz, y un brillo calculador apareció en sus ojos con rictus cruel. "Los dejare competir entre ellos, y el que pague mas será el ganador del premio final y yo obtendré mi merecida cuota mensual"
A Degel no tenían que explicarle el contexto de aquella conversación porque para él estaba más que clara lo que quería decir aquella mujer déspota, y le tomo un gran control monumental no congelar todo a su paso mientras le seguía la pista a la desalmada a través del teatro poco iluminado. No podía dejarse notar por ellos aun, no hasta que pudiera hablar con su amiga y compañera de cartas y aclarar la situación.
Después de subir algunos tramos angostos de escaleras y pasar por unos corredores que se alejaban cada vez mas de la parte central del teatro, por fin llegaron a lo que parecía un conjunto de habitaciones, y la mujer vestida extremadamente recargada y algo vulgar toco en la ultima puerta del final del pasillo.
"¡Garnet! ¡Niña insolente, será mejor que bajes cuando acabe la función o vendré a buscarte! Es hora de que tengas a un beneficiario de una vez por todas o tendrás que empezar a buscar otro trabajo y lugar donde vivir, porque en esta plaza solo se quedan los que pueden mantenerla, ¿me has oído, niñata?" Madame Juliette azoto su puño contra la puerta cerrada, un ceño feroz deformaba sus facciones hermosas en algo horrible.
"Si, Madame Juliette, la he oído" la voz de la joven sonó desde el otro lado de la habitación amortiguada por la puerta, pero para el joven hombre era inconfundible.
"Bien, entonces te espero allá abajo para presentarte a tu beneficiario dentro de media hora, ¡ni un minuto menos o serás despedida!" con un ultimo golpe fuerte contra la madera se dio la vuelta con su revuelo de faldas color naranja y bajo por el pasillo en son de las escaleras. "Se cree mejor que yo porque tuvo una educación mas fina, pero eso se le quitara rápido después de esta noche, de eso estoy segura" murmuro por lo bajo con satisfacción sin reparar en que en un rincón de las sombras estaba un hombre muy enfadado con ella que en cualquier momento podría ser su peor pesadilla.
Espero unos minutos para asegurarse de que la mujer había partido y no regresaría, y con cautela silenciosa se detuvo frente a la puerta, escuchando los movimientos dentro de esta, pero realmente no oyó nada más que una pausada respiración así que sin dar muchas vueltas probo el pomo de la puerta alzando sus cejas sorprendido de ver que estaba sin traba, la abrió lentamente y dio un paso dentro de la minúscula habitación; encontrando solo un desvencijado camastro contra la pared de la esquina izquierda, un pequeño tocador de madera que había visto mejores día y parecía a punto de expirar y un montón de velas encendidas que daban la iluminación al sitio, pero mas importante que todo lo demás, en el centro de esta, entre la cama y el tocador parada frente al espejo estaba la jovencita del vestido rojo rubí.
Ella contemplanba fijamente una daga rustica sobre el mostrador con una expresión particular en su blanquecino rostro de labios carmesí, mientras elevaba una delicada mano hacia el objeto con una clara intención que se detuvo bruscamente al oír la puerta abrirse y cerrarse.
"Louise, no sabía que el tiempo había pasado tan rápido. Por favor, dile a Madame Juliette que enseguida bajo" murmuro suavemente con una cadencia sin emoción, totalmente distinta de la usada en escena cuando canto, sin siquiera voltearse a mirar a la persona que había entrado, claramente confundiéndolo con alguien más. "Aun hay algo que debo hacer aquí..."
Degel no podía quedarse mirándola en ese estado por más tiempo, y sin más esperar, abrió sus labios y dejo escapar el nombre real de la joven, no el falso que ahora usaba para ocultar su identidad.
"Fluorite"
Su voz de cadencia suave pero indudablemente masculina la hizo paralizarse, algo que él claramente vio desde su sitio contra la puerta desvencijada. Con sus sentidos más desarrollados pudo notar como su respiración se interrumpió por un segundo, antes de reanudar su pausado ritmo de antes, y girarse para encararlo con lentitud.
Él no se esperó la expresión en su rostro... había pensado que encontraría alegría, felicidad o incluso enfado y desprecio, pero ciertamente no que ella pareciera haber visto un fantasma.
"Los muertos no regresan a la vida" susurro por lo bajo, con los ojos grises tan grandes como dos platos.
Ese comentario solo lo confundió y agrego más desconcierto a la historia detrás de todo aquel gran misterio.
¿Qué era lo que había pasado durante esas dos semanas después de morir Flaille? Se pregunto el Santo de Acuario, dispuesto a encontrar una respuesta a todo aquello de una vez por todas.
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Flourite aún permanecía congelada en el sitio mirando fijamente al hombre que estaba frente a ella, recorriéndolo con desesperación e incredulidad mientras su corazón parecía querer salirse de su pecho de lo rápido que latía en ese momento. Incluso cuando de sus labios brotaron aquellas palabras ella apenas fue consciente de eso, muy ensimismada con la divina visión frente a ella.
Una visión que debería ser imposible e irreal... porque Degel de Acuario, Santo Dorado al servicio de la Diosa Griega Athena estaba muerto... y llevaba sepultado mas de tres meses en tierras del mediterráneo así que solo quedaba una opción a lo que sus ojos presenciaban y esa era la locura.
"Por fin he perdido la cabeza... después de todo este tiempo me he vuelto loca" susurro por lo bajo, aunque lo suficientemente alto en el silencio de la habitación. Pero aun así no se movió de su lugar, muy impresionada y en shock como para reaccionar mas allá de eso. "Pero me pregunto por qué, de entre todos, es usted a quien veo"
"¿Por qué tienes la impresión de que he muerto, Fluorite?" el joven hombre de largos cabellos verde atados por un cordón de seda negro, frunció el ceño ligeramente mientras observaba a la chica con desconcierto. Pero su mente inteligente ya empezaba a juntar las piezas de ese rompecabezas y a la conclusión que llego explicaba muchos de los vacíos y porque la joven no le había escrito para pedir ayuda, y las siguientes palabras de ella se lo confirmaron.
"Porque así es... Degel-sama, Santo Dorado de Acuario murió en una misión al servicio de su Diosa y fue enterrado en Grecia hace unos meses..." Fluorite sacudió la cabeza en confusión, todo su cuerpo estaba comenzando a temblar de pies a cabeza. "Esa es la verdad, y yo ahora debo estar demente porque si no es así... si no es así... entonces, ¿significa que todo fue una vil mentira?"
La voz de ella tembló al igual que su vista, pero rápidamente parpadeo para aclararla, lo observo con los ojos abiertos grandemente antes de levantarse del banco donde se había sentado previamente y se giró a encararlo.
"Fue todo... una mentira... ¿es... es usted real, Degel-sama?" sus ojos grises asemejaron a un cielo tormentoso, mientras se anegaban de lagrimas no derramadas. "¿No me he vuelto loca?" casi rogo dando dos pasos vacilantes hacia aquella imponente figura del hombre, pero sin llegar a moverse mucho por miedo a que él desapareciera como un espejismo.
Degel tomo los pasos faltantes para detenerse frente a la joven chica vestida de rojo, que lo miraba como si de un momento a otro fuera a desaparecer en la noche y dejarla sola una vez mas en esa pesadilla que obviamente se había vuelto su vida; con cuidado de no espantarla elevo su mano derecha y toco suavemente su mejilla con la punta de sus dedos en una caricia delicada, como el toque de una pluma sobre papel.
Al instante siguiente el joven hombre tuvo que sujetarla en sus brazos cuando sus piernas dejaron de sostenerla por completo y terminaron ambos arrodillados en el suelo de madera; Degel abrazando su tembloroso cuerpo mientras ella sollozaba como si por mucho tiempo hubiera guardado sus emociones dentro y solo ahora el dique se hubiera roto dejando salir todos sus sentimientos al mismo tiempo sin control. Sus delgados brazos tenían un apretón mortal sobre su pecho, mientras que su rostro bañado en lágrimas descansaba contra su hombro, y él solo podía cerrar los ojos y sostenerla contra sí.
"¡Esta... vivo! ¡Realmente... yo...! ¡Me da mucha alegría!" Fluorite no podía articular adecuadamente todo lo que pasaba por su mente, mientras se deleitaba en la calidez de su abrazo, en la protección que estos le transmitían. Era algo que hacía mucho que no sentía, desde que su Pere había muerto si era sincera consigo misma. "Pero ¿cómo es posible? No está herido, ¿verdad? ¿Está bien?" súbitamente se retiro y lo observo con ojos grandes y brillantes de lágrimas, intentando ver si había alguna herida visible en su elegante traje, sus manos volaban con rapidez como un colibrí asustado.
Degel suspiro con una apenas perceptible sonrisa moviendo sus labios, preguntándose como era que ella lograba concentrarse en él en vez de estar pensando mas en ella, pero eso solo le demostraba que a pesar de todo lo que ella había atravesado en esos meses aun conservaba el amable corazón de aquella niña que una vez conoció. Sacudiendo la cabeza ante su errática preocupación, él tomo sus manos con gentileza para detener su inspección ocasionando que ella se paralizara y lo observara parpadeando, algo confusa.
"¿Degel-sama? ¿Está usted bien?" insistió, aun necesitando una confirmación verbal. Su mirada grisácea fija en aquellos magníficos ojos azules que recordaba de su infancia.
"Si, Fluorite, no estoy herido en ninguna forma" él asintió con calma, retirando sin pensar un rizo rubio de su mejilla, y una vez mas la detallo de cerca no gustándole nada lo demacrada que se veía. "Pero tu no pareces estar muy bien... ¿estas tu herida?"
"No... no estoy herida" respondió ella casi imitando sus palabras dichas previamente, antes de que ella parpadeara una vez mas alejando las lagrimas que se formaron en sus ojos, decidida a no llorar nuevamente. "¿Como me encontró, Degel-sama?"
"Fue más una cuestión de suerte, y de estar en el lugar indicado al momento adecuado, supongo" el suspiro una vez más, antes de levantarse del suelo y ayudarla a pararse a ella también. "Pero ahora no es el momento adecuado para discutir sobre eso, será mejor que recojas todas tus pertenencias, nos vamos tan pronto como termines de hacerlo"
"¿Eh?" fue todo lo que su cerebro sobre-estimulado pudo formular, con el cansancio de los meses previos, la poca comida que ingería recientemente y en general el peso emocional que había cargado por tanto tiempo, estaba un poco más que agotada.
"Iremos a Grecia por supuesto" le dijo sucintamente, tomando el bolso de viajes que vio bajo el camastro y lo coloco arriba de este, girándose hacia la estática joven que parecía paralizada observándolo con los ojos como platos. "Te vienes conmigo, no pienso dejarte aquí... después de todo vine desde lejos exclusivamente para buscarte" la seriedad en su voz y su postura inamovible que mostraba su poder silencioso la saco del estupor.
Al instante Fluorite comenzó a recoger sus pocas pertenencias que tenia consigo, que realmente no eran muchas, pero justo cuando estaba casi todo dentro del pequeño bolso ella se detuvo al tomar el único vestido que poseía y antes de perder valor, se giro hacia su querido mago de hielo y nieve, quien estaba por salir para darle algo de privacidad para cambiarse.
"¿Degel-sama?" al ver que el hombre se detuvo y la observo, ella se giró dándole la espalda con las mejillas algo coloradas de la vergüenza. "Podría... ¿por favor?" ni siquiera ella pudo terminar la frase, y solo rogo que él con su inteligencia lo descifrara.
Degel se congelo por un momento en desconcierto, pero rápidamente capto el problema; el vestido se abrochaba por la espalda en pequeños botones de perla y ella claramente no podía quitárselo sola, era un trabajo de dos. Sintiéndose por primera vez algo fuera de base, se aproximo a la joven sintiendo sus orejas colorarse ligeramente y con rapidez y destreza desabrocho cada pequeño botón hasta alcanzar la base de la columna, sin embargo, su intención de retirarse fue cortada en seco por las marcas que surcaban su blanquecina espalda.
Él, sabía que eran, había visto marcas parecidas en subordinados del Santuario, eran hechas por un látigo y solo se aplicaban a los blasfemos o aquellos que infringían una ley sagrada de Athena.
"Fluorite... ¿quién te hizo esto?" su pregunta fue mas un susurro que otra cosa, pero la frialdad helada súbita en la habitación contradecía su calma.
"El Barón me envió a un lugar donde querían que hiciera algo que iba en contra de mis principios, así que yo me rehusé y... me dieron una muestra de lo que obtendría si no accedía a sus demandas" su voz fue apenas un murmullo, su vista fija en el suelo avergonzada de las cicatrices en su espalda.
Una vez más ese día, Degel se encontró abrazando a la jovencita de nuevo, sus brazos rodeando su pequeña figura desde atrás, mientras apoyaba su mentón en la coronilla de su cabeza inspirando profundamente para calmar su creciente ira y no desatar todo su poder sobre aquel lugar.
"Si alguien alguna vez intenta ponerte una mano encima de nuevo, los matare" sus crudas palabras estaban llenas de convicción, y si alguien hubiera visto en ese momento su rostro, la mirada letal en sus ojos los hubiera espantado. "Ahora, cámbiate. Nos vamos de este lugar" no quiso ser tan abrupto pero su paciencia estaba acercándose al limite máximo, algo que antes no creía fuera posible.
Una vez que Degel estuvo fuera de la pequeña habitación, Fluorite respiro profundamente antes de deshacerse del vestido que representaba todo aquello que ella odiaba y la vida que pudo haber terminado viviendo, y tomo la prenda de la cama, sin importarle nada mas que salir de ese lugar y marcharse lejos. Deshizo su peinado tan elaborado y solo ato una cinta en su nuca en una cola de caballo, no queriendo perder tiempo en hacer un rollete ni nada parecido, una vez terminada recorrió la habitación asegurándose que nada suyo se quedara en ese lugar y después de chequear todo tres veces, tomo su bolso y salió a toda prisa.
Degel la recorrió con la vista con rapidez, notando que el vestido que usaba era negro y seguramente fue confeccionado luego de la muerte de Madame Flaille, pero no era llamativo ni estaba particularmente arreglado demás, así que no llamaría la atención en la calle. Asintiendo su aprobación, coloco su mano sobre su pequeña cintura y le indico que avanzara por el pasillo hacia la salida, la cual no tardaron en encontrar, sin embargo, una voz los interrumpió justo cuando estaban por salir.
"¿Garnet?"
Fluorite se congelo y lentamente giro hacia la persona en cuestión, encontrándose con una mata de cabellos rubio rojizos y preocupados ojos azules de su compañera. Esta los observaba confusa, sin entender realmente que era lo que estaba viendo.
"Louise, Degel-sama ha venido por mi y he decidido marcharme" la joven de cabellos rubios se acerco a la otra mujer, y le dio un abrazo con cariño, deseando que su amiga tuviera una oportunidad similar de escapar de ese mundo tan horrible. "Gracias por todo lo que hiciste por mí, nunca lo olvidare y si algún día necesitas algo, por favor, no dudes en contactarme. Te escribiré cuando llegue al lugar a donde voy"
"Cuídate mucho, Garnet, y no olvides vivir tu vida sin arrepentimientos" sus ojos pasaron de gentiles a hostiles en un momento cuando fijo su mirada en el hombre tan elegante que se estaba llevando a la chica. "Y si tu te aprovechas de su inocencia no habrá poder humano que me impida cazarte como a un perro, ¿me entendiste?" lo acuso en son protector de la joven, no le importaba si ella no tenia poder ni dinero, se las arreglaría para matar a ese hombre si hería a su amiga.
"¡Louise! ¡Degel-sama no es esa clase de hombre!" Fluorite protesto, asombrada por el súbito arranque de actitud de su usualmente tranquila amiga.
"Su advertencia ha sido escuchada alto y claro, Madame, pero le aseguro que ningún daño recaerá sobre ella mientras yo este aún con vida" Degel tomo enserio su advertencia, dándose cuenta de que aquella mujer realmente le había tomado cariño a la rubia. "Y le doy las gracias por cuidar de ella cuando lo hizo, tiene mi eterna gratitud" con esas palabras coloco una mano sobre su pecho y le hizo una reverencia, antes de tomar a la sorprendida jovencita de la mano y urgirla a caminar lejos del establecimiento.
Y a lo que esperaba seria una nueva etapa de la vida de la rubia de ojos grises...
A su lado.
Continuara...
Espero les haya gustado mucho, y perdonen que haga sufrir a Fluorite pero era inevitable, se que muchos odiaran a la Madame del teatro, pero quise hacer ver que en aquella época las cosas no eran tan fáciles para las chicas que se quedaban sin familia y sin dinero, y muchas veces tenían que hacer cosas pocas éticas para siquiera poder comer, sin contar con sobrevivir :'v ¡Afortunadamente nuestro encantador Acuariano llego a tiempo para salvarla!
¡Nos vemos en el próximo capitulo! ¡Dejen sus opiniones!
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¡Únanse, las esperamos!
Zoteria
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