Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9


"Sweet Union"

Grecia, Athenas – Santuario.

Junio, 19 de 1750

Sisyphus pasó la página lentamente del libro que sostenía en sus manos, curvando sus labios ligeramente divertido al notar que Ione volvía lanzarle otra mirada de reojo para después desviarla tímidamente, aunque ella parecía pensar que él no se daba cuenta de que llevaba alrededor de media hora haciendo eso... la verdad era que todo lo que ella hacia o decía él lo notaba inmediatamente.

Cuando volvió a mirarlo de reojo, esta vez él alzó la mirada para encontrar sus ojos exóticos con los suyos ocasionando que ella se sobresaltara y las suaves mejillas adquirieran un todo rojizo al ser atrapada observándolo encubierta. Riendo por lo bajo, dejó el pesado libro de cubierta azul a un lado dándole su atención exclusiva a la joven mujer sentada a su lado quien había ocultado su rostro tras los largos mechones castaño oscuro de modo que su rubor fuera escondido.

"¿Qué es lo que sucede?" preguntó cálidamente reposando su codo en el reposabrazos de la silla, apoyando al mismo tiempo la barbilla en su puño, su expresión abierta y curiosa sobre el peculiar comportamiento de su persona especial. "¿Hay algo de lo que quieras hablarme?"

"Pues..." ella dudó por un momento, mirándolo por debajo de sus pestañas aun sintiendo su rostro arder por ser captada espiándolo, pero lo que llevaba rumiando durante semanas finalmente acabó por ganar la batalla contra su timidez. "Me... me gustaría hacerle una petición... si no es un inconveniente, claro... no quisiera que esto se inmiscuyera en sus labores diarias..." parloteó, ligeramente nerviosa, ya que incluso ahora no estaba segura de si continuar con el plan que había formulado.

"¿Oh?" intrigado ladeó la cabeza, viéndola pelear con la indecisión de lo que fuera que ella quería decirle. Y ciertamente iba a ser interesante ya que hasta la fecha ella no había pedido nada, exceptuando que su hermana mayor fuera encontrada y traída de regreso cuando sucedió lo de los Santos Negros, pero aparte de eso la chica no había voluntariado ninguna necesidad personal. "Sea lo que sea que quieras pedir estoy seguro de que podremos encontrar la forma de hacerlo posible, pequeña" le dijo calmadamente, esperando pacientemente a que ella hablara.

"¿Me preguntaba si... si sería posible visitar Rodorio?" su voz fue baja, casi un susurro como si temiera que el simple hecho de decirlo en voz alta fuera a desencadenar un ataque o algo parecido.

El Sagitariano no movió ni un musculo al registrar la petición de ella, pero en su interior guerreaba dos reacciones fieramente; la primera, la de negarle rotundamente la salida del Santuario debido a que aún estaban siguiéndole la pista a la Vestal desaparecida por lo que eso significaba que la muchacha aun estaba en peligro y su pulso latía velozmente lleno de temor al pensar que alguien escondido en la sombras podía hacerle daño sin que el lo supiera, y la segunda, el de acceder inmediatamente a lo que ella quería pues hasta la fecha él no había sido capaz de negarle nada viendo que era raro las veces que ella voluntariamente pedía algo.

Una parte egoísta de él le gustaría tenerla encerrada en un lugar donde nadie pudiera hacerle daño, pero sabia que no era posible porque ella entonces seria una prisionera, otra vez un hermoso pajarillo encerrado en una jaula de oro.

Y él no tenia ningún deseo de ser su carcelero.

Por lo que tomando una honda respiración ponderó la situación con tanta calma como fue posible, balanceando los pros y los contras de permitir semejante excursión, aunque a la final llegó a la conclusión de que la verdadera respuesta no podía dársela él, por lo que reluctantemente habló.

"Me temo que eso no lo decido yo, Ione" al ver la expresión algo decaída de la chica sintió una punzada en el área donde estaba su corazón por lo que levantándose de la silla se acercó a la de ella para ponerse a continuación de cuclillas tomando las manos pequeñas de ella en las suyas más grandes y callosas. "Esto debe decidirlo su Ilustrísima, pero si realmente quieres hacer esto te ayudare a persuadirlo" al ver que su rostro se iluminaba supo que había tomado la dirección correcta en el asunto. "Aunque me gustaría saber ¿por qué el súbito interés por visitar el pueblo, si no te importa decírmelo?"

"Bueno, yo..." la joven de largos cabellos castaño oscuro pensó silenciosamente porque realmente quería ir a un lugar que por lo general nunca le había llamado la atención y en el que seguramente se sentiría expuesta antes las miradas curiosas de las personas, la respuesta fue la misma por la que había decidido hacerle esa inusual petición al Caballero de las Alas Doradas. "Quiero ver como realmente vive la gente fuera de Delfos, he escuchado tantas cosas desde que llegue aquí... mayormente de Kaia, pero eso me hizo preguntarme sobre las diferencias que no logro entender de nuestros ambientes, así que pensé que seria una buena idea ir y ver por mi misma como viven los otros seres humanos" terminó encogiéndose de hombros.

"Hmmmm" él meditó esa respuesta y no encontró fallo alguno en su lógica, pero aun así le daba algo de ansiedad el solo hecho de imaginar tenerla rodeada de gente desconocida más si ella de verdad quería hacer aquello y el Pope daba su permiso, quizás con un buen plan de seguridad podría hacerse. "Te diré que haremos, déjame consultar con el Patriarca hoy mismo y mañana te diré cual ha sido el veredicto, ¿Está bien?"

"¡Muchas gracias, Sisyphus-sama!" llena de euforia Ione se inclinó de modo que sus brazos pudieran rodearlo cómodamente sobre los anchos hombros e impulsivamente giró su rostro de modo que sus labios aterrizaron en la mejilla a modo de agradecimiento.

Sisyphus se tensó involuntariamente al sentir aquellos suaves labios rosados tocar su piel y aun máas cuando estos quedaron a un escaso centímetro de su boca, disparando sus latidos en un galope y llenando su cuerpo de un familiar calor placentero que hacía años no experimentaba. A pesar de que ya llevaban poco más de un mes de haber confesado sus sentimientos su interacción realmente no se había alterado mucho exceptuando que ahora ella ya no enmascaraba el afecto en sus ojos bicolores cuando lo miraba, pero ellos no habían hecho nada más físico que tomar la mano del otro o simplemente abrazarse, todo muy casta e inocentemente.

Ahora, sin embargo, era consciente de que tenia a una joven y atractiva muchacha en sus brazos con la cual compartía sentimientos a fines y que desafortunadamente, no poseía sentido normal de la propiedad. Lo que le recordó que aún tenía una conversación algo incomoda que aclarar, pero que decidió por el momento dejar de lado para otra ocasión y simplemente ignorar la reacción física de su cuerpo para poder disfrutar de la cercanía reconfortando de la chica quien parecía iluminarse desde dentro por su felicidad.

.

.

A las pocas horas ya el Sagitariano estaba discutiendo la petición de ella con su superior.

"¿Estas seguro de que esto es sabio?" preguntó Shion cruzando sus brazos bajo la toga oscura mientras echaba una mirada dubitativa a su compañero ignorando por el momento la montaña de papeles que Nerys le había llevado esa misma tarde y que aun no había podido empezar a ojear aún.

El Santo Guardian del Noveno Templo suspiró paseándose ligeramente por la habitación mientras se hacia esa misma pregunta no por primera vez desde que accediera a interceder en nombre de la Oráculo de Delfos.

"No me hace ninguna gracia pensar que ella pueda estar en peligro al poner un pie fuera de las Doce Casas, eso te lo aseguro, pero en esencia ella no es nuestra prisionera y técnicamente mientras tenga una escolta adecuada, puede ir a donde le plazca" argulló con el ceño fruncido recargando una cadera contra la larga mesa donde otros papiros y documentos estaban a la espera de ser enviados a su destinatario. "Sin embargo, es cierto que también puede ser bueno para ella ver como es la vida fuera de Delfos, además bien podría pedirle a su hermana que la acompañe y no sé cómo terminarían las cosas si ese par anda sueltas sin supervisión por Rodorio" en su mente podía imaginar un sinfín de problemas empezando por alguien haciéndole un gesto rudo a la joven mujer y terminando con un crecido y amenazador Direwolf respirando en el cuello del desafortunado, o escenarios igual de desastrosos y si por la expresión tensa de su superior se guiaba él había pensado en algo parecido.

"Eso bien podría ser un desastre esperando pasar, especialmente con los rumores aun circulando de lo que sucedió en el pueblo de Víla" la insatisfacción pudo apreciarse claramente en el blanquecino rostro del Lemuriano, quien aún pensaba que el castigo impuesto al líder era muy suave comparado con la trasgresión cometida, algo con lo que Defteros de Géminis estaba más que de acuerdo. "En fin, visto que lo mejor es aprobar esta petición de modo que podamos ocuparnos personalmente de la seguridad de la Oráculo, será mejor empezar a organizar la excursión y que Santo poner como escolta" murmuró repasando mentalmente las cosas que tenía pendientes por hacer y que Caballero Dorado estaba disponible esa semana, pero fue interrumpido por el hombre frente a él.

"No, yo me ocupare de llevarla y traerla a salvo del pueblo" se ofreció cruzando los brazos sobre su pecho con la vista fija en el atardecer y aquellos vivos colores destellando desde el rojo al naranja y al azul oscuro. Por el rabillo del ojo vio al rubio arquear las cejas y se dio cuenta tardíamente que había sonado demandante, por lo que suspiró pasando una mano por sus cortos mechones de cabello. "Es complicado"

"¿Lo es?" inquirió el Ariano secretamente divertido porque sus amigos creían que él no sabia lo que pasaba en el Santuario y en las vidas de todos, pero estaban tristemente equivocados. Que unos eran más discretos que otros era otra cosa, como el que estaba frente a él en ese momento.

"Ella confía en mi plenamente" dijo en voz baja, curvando sus labios ligeramente de forma inconsciente al pensar en la muchacha que albergaba su corazón.

"Sisyphus, no me importa qué clase de relación tienes con la Oráculo, mientras sea algo positivo para ambos" él alzó la mano para detener lo que fuera que el Sagitariano fuera a decir y le sonrió un poco, dándole a entender que no lo estaba riñendo. "Estoy contento de que hayas encontrado un poco de felicidad después de todo, no me molesta en lo mas mínimo que es lo que hagas en tu tiempo libre solo me siento en la obligación de recordarte que ella no es una chica más del montón, siempre tendrás que estar mirando sobre tu hombro por un posible ataque o teniendo cuidado de quien muestra interés en tu mujer por la mismas razones" lo dijo con un suspiro no queriendo poner alguna nube negra sobre la felicidad de su amigo pero así mismo, no podía evitar querer saber si él sabía en lo que se estaba metiendo.

"Lo sé, estoy muy consiente de ese hecho" y lo estaba, cada minuto de cada día, consiente de que la mujer de la que estaba enamorado tendría constantemente un alguien asechándola para hacerle daño por los poderes que esgrimía, además de que las visiones serian otro detalle que la drenaba siempre emocional y algunas veces físicamente, su vida junta no sería nunca fácil, pero a él no le importaba tratar con ello. "Pero para mí vale la pena"

"Estoy seguro de que, si" sonriendo una vez mas al ver la tranquila y feliz aura que rodeaba a su compañero de batalla, antes de volver al tema inicial. "Así que... ¿cómo haremos esto?" preguntó mesando sus largos mechones rubios, dispuesto a terminar con ello para ver si lograba conseguir, aunque fuera un poco de tiempo libre para ver a su persona especial ese día, aunque con la ruma de trabajo que tenía lo duda enormemente.

.

.

Al día siguiente cuando le dio la noticia, ella se quedó un segundo sin reaccionar.

"¿Eso... eso significa que podre ir a ver Rodorio?" preguntó lentamente, casi temiendo obtener una respuesta en positivo o en negativo, pensó que no accederían tan fácilmente y no estaba preparada para ello.

"Si, siempre que te atengas a algunas pequeñas condiciones diseñadas para preservar tu seguridad" asintió sonriendo con diversión al ver la mirada anonadada que ella portaba como si no se lo creyera del todo.

"Oh" fue todo lo que dijo, luego parpadeó por un segundo hasta que finalmente el significado de las palabras se registró en su mente y se encontró corriendo para abrazar su cintura murmurando contra el pecho masculino una infinidad de gracias.

Sisyphus no pudo evitar reír al ver la efusiva gratitud que ella demostraba, algo que ni de lejos se comparaba a la callada y asustadiza chica que ella era al principio de su interacción cuando apenas se conocían el uno al otro, ya que por lo general era muy reservada.

Al tenerla de esa forma en sus brazos, sintiendo el calor de su menudo cuerpo junto al suyo y ver el brillo en los grandes ojos exóticos avellana y lila mirándolo con profundo afecto tuvo la súbita urgencia de inclinarse y besar los suaves labios rosados que en ese momento estaban curvados dulcemente en una sonrisa de entusiasmo. Sobresaltado, contuvo el impulso y se limitó a simplemente sostenerla preguntándose internamente si de ahora en adelante iba a tener que reprimir ese tipo de pensamientos porque, aunque él se había sentido atraído por ella mucho antes de confesarse su posición como su amigo y protector le había impedido siquiera indagar en la más nimia imaginación de tocarla de una forma que no fuera puramente platónica.

Era algo complicado, especialmente porque ella era sumamente inocente y algo ingenua, además de tener un concepto algo distorsionado sobre lo que estaba permitido y lo que no acerca de la intimidad física de su persona individualmente, que a su vez afectaba a los demás también.

Sabia que sus intenciones para con ella era genuinas y honestas, la amaba tanto que le sorprendía algunas días los profundos e intensos que eran sus propias emociones, sabia que quería un futuro permanente con ella a su lado siempre, casarse y ser una familia si los Dioses lo permitían; no obstante, debido a que ella no comprendía del todo el concepto del matrimonio y todo era una nueva experiencia en su totalidad él se había decidido a llevar las cosas con lentitud, poco a poco de modo que fuera acostumbrándose el uno al otro como algo más que solo amigos y compañeros, no tenia ningún deseo de asustarla ahora que su relación había dado un cambio.

Por eso y por que la amaba, seria paciente dejándola llevarlo todo a su propio ritmo.

.

.

El día finalmente llego en que iban a ir a Rodorio, y ella estaba algo nerviosa.

Frunciendo el ceño Ione se observó en el espejo de cuerpo entero viendo que tan diferente era esas ropas de su vestido usual, y encontró que no había mucha, ambos eran blancos y largos, lo único que diferían era que en vez de las mangas llegar al suelo estas terminaban en sus muñecas y dejaban parte de sus hombros al descubierto, pero una de las condiciones que impusieron para salir al pueblo que sus ropas debían ser sustituidas por la vestimenta de las Vestales de modo que no llamara tanto la atención, al igual que dejar atrás su corona de hojas pero era un pequeño precio que pagar en su opinión aunque si la hacía sentirse algo extraña.

Encogiéndose de hombros terminó de peinar su larga melena antes de salir del baño con algo de nerviosismo atenazar su estómago, pues aún le costaba creer que realmente fuera a hacer eso. No se lo había esperado viendo que la única vez que pidió dejar Delfos para ir a buscar al hijo de Arkhes su petición había sido rotundamente denegada, por lo que cuando la Diosa de la Guerra, Athena, le encomendó la tarea de ayudar a completar el ritual para traer de regreso los Guerreros de Oro ella no les había dejado opción a las otras mujeres más que hacerlas acatar la orden divina.

"¿Estas listas?" inquirió una voz masculina sacándola de sus profundos pensamientos.

Al girarse la muchacha parpadeó más que sorprendida pero es que en todo el tiempo que ella llevaba conociendo al Guardian del Noveno Templo nunca lo había visto con otra cosa que no fuera su Cloth Dorada, no obstante, en ese momento el alto hombre llevaba puesto una camisa blanca arremangada hasta los antebrazos donde tenia puestos unos protectores negros que llegaban a cubrir sus manos dejando solo los dedos al descubierto; luego estaban los pantalones oscuros con protectores a la altura de los muslos y rodilleras, con unas botas negras con tiras blanca en forma de vendaje completaba su atuendo peculiar.

En esa vestimenta ella podía apreciar en más detalle la definición de los músculos que por lo general estaban ocultos bajo la armadura de oro y que por alguna extraña verlo de esa forma hacían que un cosquilleo cálido de lo mas inusual la recorriera de pies a cabeza y se instalara en su bajo estómago, confundida lo ignoró lo mejor que pudo mientras se acercaba a la figura masculina que al parecer también se había tomado su tiempo examinándola.

"¿Estas listas?" volvió a preguntar él, conectando su mirada azul índigo una vez más con el rostro de la chica después de haber inspeccionado el nuevo vestuario, que debía decir se le hacia raro ver en ella, aunque todo lo que la joven usara en su opinión le quedaba bien.

"Eso creo, si" asintió sintiendo nuevamente los nervios por lo que estaban a punto de atenazarla, pero tomó una honda respiración y se acercó a él hasta detenerse justo en frente, alzando la mirada exótica de modo que pudiera contemplar su rostro mejor debido a la vasta diferencia en alturas que tenían.

"Muy bien, solo quiero que recuerdes que no debes separarte de mi lado en ningún momento y si hay algo que te incomode no dudes en comunicármelo" al verla asentir, suspiró quedamente antes de indicarle con un ademan de su mano que lo siguiera.

La primera impresión de la aldea de Rodorio fue que era muy grande y colorida.

Sus ojos bicolores no podían parar de recorrer la visión de un lado a otro, del montón de tiendas que vendían sus propias artesanías que iban desde muebles hechos en madera hasta comida, telas y vestidos, flores y pinturas, todo era una variedad vibrante que era hecho aún más abrumadora por la muchedumbre que estaban muy ensimismados en su día a día, regateando aquí y allí, anunciando a toda voz las cosas que vendían o simplemente hablando cálidamente con sus vecinos mientras algunos niños correteaban alegremente por las calles con algunas madres y jóvenes mujeres haciendo la colada en una de las fuentes de una de las dos plazas que al parecer esa villa poseía.

Por supuesto que la curiosidad la abrumó, por lo que la primera hora la pasó observando todo y haciendo preguntas sin parar que el Santo a su lado respondía tranquilamente con una sonrisa amena en sus labios, divertido y feliz de que la muchacha estuviera disfrutando de su primera excursión a un poblado humano aunque nunca se relajó lo suficiente como para no estar escaneando constantemente los alrededores de modo que pudiera detectar cualquier amenaza más todo parecía tranquilo, o tan relativamente tranquilo como un día de comercio en el pueblo era. Eventualmente, ellos migraron al área donde abundaba la comida y se detuvieron media hora a comer algo, otra nueva experiencia para la chica quien como siempre pidió algo puramente vegetariano ya que ella a diferencia de su gemela, no comía carne de ningún tipo.

Luego de descansar un poco del sol brillante y el calor, se dispusieron a proseguir con el recorrido terminando en el distrito de las telas, donde recorrieron lentamente los quioscos deteniéndose de vez en cuando para echar un vistazo a algo que a ella le llamara la atención. En todo momento, el Sagitariano se mantuvo cerca notando calladamente las miradas curiosas de algunos aldeanos le lanzaban a la joven mujer y es que en general no podía culparlos, ella era inusual así no estuviera vestida con sus ropas usuales no solo por su larga melena que ondeaba al viento como un estandarte oscuro sino también los ojos exóticos avellana y lila marcados por las líneas rojizas bajo estos que señalizaban su posición como integrante de Delfos aunque la gran mayoría no supiera ese detalle.

Además con su piel dorada y sus facciones delicadas se podía considerarse una chica atractiva, aunque no fuera una belleza usual, y si, algunos hombres se habían dado cuenta, pero cualquier intento de acercarse fue disuadido por una acerada mirada por parte del Santo de Sagitario, quien les dejó claro con un solo gesto que ella estaba fuera de los limites y que mejor se mantenían alejados si saben lo que era bueno para ellos, y aunque no portara su Cloth su rostro era bien conocido, además del aura de autoridad y poder que usualmente lo acompañaba a donde quiera que fuera, como una capa.

Sin embargo, cuando se disponían a salir de ese distrito y pasar al de las artesanías, notó que ella se detenía y observaba un punto particular fijamente, curioso giró la vista de modo que él también pudiera ver que era lo que tanto llamaba la atención a la joven, pero su acción fue interrumpida por un crio que se estrelló contra la Oráculo sacándola a ella de lo que fuera que había capturado su atención.

"¡Oh, lo siento mucho, señorita!" un niño de apenas siete años se disculpó apresuradamente con una preocupada expresión mientras recogía una corona de flores silvestres del suelo, sus ropas habían visto mejores días, pero iban relativamente limpias.

Ione parpadeó despejando la repentina neblina que había envuelto su mente mostrándole un destello del futuro, algo que sucedía muy de vez en cuando y luego fijo su vista en el pequeño quien claramente era un huérfano, pensando en lo que acababa de ver y lo que podía percibir del niño. Cuidadosamente se arrodillo frente a él, sonriéndole suavemente cuando se dio cuenta de que estaba nervioso y seguramente esperaba una reprimenda o algo incluso más severo pensó ella tristemente, pero esperaba que lo que fuera a decirle lo animara un poco.

"¿Te encuentras bien?" pregunto gentilmente, sacudiendo el polvo de las ropas de él sin darse cuenta de la expresión anonadada del chiquillo ni de la curiosa de su acompañante quien no había dicho ni una palabra hasta el momento, simplemente observando la situación con patente curiosidad.

"Si... si, señorita, no me ha pasado nada" tartamudeó un poco el chico, sintiendo un rubor subir por su rostro al ver a una bonita joven claramente de alto estándar que desprendía un aura tan bondadosa arrodillarse para chequear su bienestar, algo que nunca había pasado antes ya que las personas por lo general no se molestaban en prestarle atención a un huérfano sin familia como lo era él.

"Me alegro" sonriéndola cálidamente, ella ayudó al niño a pararse del suelo y una vez frente a él tocó suavemente los desordenados cabellos negros en un toque maternal dejando fluir un poco de su cosmos para aliviar cualquier herida que el pudiera tener. "¿Cómo te llamas?"

"H-Héctor, señorita" el chiquillo balbuceó aún más sonrojado, pero sintiendo una calidez llenar su cuerpo, algo parecido a lo que su abuelita instaba en él cuando lo abrazaba antes de que ella muriera y él se quedara solo.

"No debes preocuparte, pequeño Héctor, pronto llegara aquello que anhelas con todo tu corazón" le dijo con una mirada misteriosa pero amable, sintiendo la confusión del crio crecer ella simplemente lo le dio un abrazo breve antes de apartarse para mirarlo una vez más con una sonrisa. "Solo debes ser paciente, y estoy segura de que lo entenderás... además, una corona de flores siempre es bien recibida"

"¿Eh?" el chico parpadeó confundido, pero de alguna forma sintiendo una paz interior que antes no tenía. Pero al registrar el comentario sobre la corona de flores solo hubo una cosa que cuadraba con lo que ella decía. "¿De... de verdad eso llegara pronto?" inquirió ansioso pero lleno de esperanza.

"Siempre que seas un buen chico" fue todo lo que ella comento. Y al instante siguiente se sintió ser abrazada por el niño entusiasta, haciéndola reír un poco contenta de haber hecho algo bueno por un alma inocente.

"Seré el niño más bueno que haya señorita, ¡se lo prometo!" y con eso, el chiquillo se despidió rápidamente y se marchó corriendo entre el gentío ignorante de cualquier cosa salvo del futuro que lo esperaba.

Una vez el chiquillo se perdió en la multitud ellos prosiguieron su camino en un silencio cómodo, hasta que estaba finalmente saliendo de Rodorio fue que él no se aventuró a comentar.

"Tuviste una visión" fue más un decreto que otra cosa, pero había una nota de curiosidad en su voz masculina que ella rápidamente captó.

"Un vislumbre, de lo que podría pasar" asintió ella sintiéndose cansada de todo el ajetreado día, pero contenta de haber experimentado tantas cosas que nunca antes se imaginó serían posibles, además de darle esperanza a un pequeño que la necesitaban tan fuertemente.

"Eres una persona muy bondadosa, Ione" comentó él tocando suavemente los mechones oscuros de ella, con una sonrisa en sus labios que solo se acentuó aun más al sentirla acoplarse a él, encajando perfectamente bajo su hombro... como si perteneciera a ese lugar y ella hubiera sido diseñada específicamente para él.

"No, yo creo que es usted el que es más bondadoso" susurró ella por lo bajo, dejándose envolver por la imponente presencia de ese hombre que le había robado el corazón.

.

.

Ione tarareó por lo bajo mientras descendía los escalones hacia el Noveno Templo Zodiacal.

Se detuvo solo un momento cuando casi estaba allí para apreciar la vista de los alrededores, que siempre conseguía quitarle el aliento con el espeso bosque extendiéndose por millas y millas en la lejanía mientras por otro lado podía verse el azul intenso del mar Egeo con el sol brillando en el cielo hacia que reflejos se desprendieran de este, e incluso podía notarse a lo lejos los techos de las casas de piedra del pueblo más cercano al Santuario, Rodorio.

La brisa del mes de Agosto alborotó un poco sus largos mechones castaño oscuro haciendo que bailaran como una cortina a su alrededor mientras veía el sol ocultarse lentamente en el horizonte, pintando el cielo de aquellos magníficos colores rojizos que se mezclaban firmemente con el azul oscuro que pronto cubriría el firmamento en su totalidad acompañado de la luz de la luna y las estrellas.

Desde el momento en que se atrevió a ir a visitar Rodorio, se encontró que no le daba tanto temor dejar sus aposentos y aventurarse a salir más, aunque siempre que iba al pueblo lo hacia con escolta que mayormente consistían del Santo de Dorado de Sagitario o en ausencia de él, lo hacía Regulus de Leo quien casi siempre iba en compañía de la chiquilla rubia que hacía de curandera para el Santuario y en una ocasión el gran hombre a quienes todos llamaban Aldebaran, el guardián de la Casa de Tauro quien en un inicio la hubo intimidado bastante pero que gracias a unas cuantas palabras de Nerys, la joven mujer de cortos cabellos rojo cobrizo, pudo ver mas allá de la alta maciza forma del Guerrero Atheniense.

Sin embargo, ahora que ya no estaba tan reacia a interactuar con otros veía lo que se había estado perdiendo al estar tan aislada primero en Delfos y luego al llegar allí, su temor a los desconocidos disminuyó a medida que se aventuraba fuera de su habitación e interactuaba poco a poco con los Caballeros a los cuales había ayudado a traer de vuelta a la vida. De modo que le permitían recorrer los Templos Zodiacales a voluntad sin decir nada siempre que ella no tuviera intención de dejarlos sin acompañante, ya nadie parpadeaba al verla pasar a distintas horas por las Casas dejándola hacer lo que quisiera.

Aunque su facilidad de tratarlos no se extendía aun hacia Aspros de Géminis a quien casi siempre evitaba como la peste, y a los dos terrores que eran Manigoldo y Kardia quienes tendían a hablar en un idioma que a ella le costaba comprender a pesar de ser el mismo griego que ella hablaba, era como si casi cada cosa que dijeran estuviera en alguna especie de código.

Negando con la cabeza, le dio la espalda al magnifico paisaje y se adentro en los dominios del Centauro traspasando por los pasillos que en las ultimas semanas se volvieron tan familiares para ella como sus propias habitaciones, evidenciando cuanto tiempo pasaba últimamente en ese lugar. Sus pies descalzos en la piedra fresca del suelo eran silenciosos, pero ella estaba segura de que el Guardian del sitio sabia que ella estaba allí, después de todo siempre parecía saberlo de una u otra forma quien entraba y de un momento a otro él se encontraría con ella a mitad de camino, cosa que pasó a los pocos minutos.

"Ione" la saludó suavemente, sonriendo con calidez al verla acercarse por el pasillo secundario que daba a las habitaciones privadas y la biblioteca de sus dominios.

"Sisyphus-sama" como ya era costumbre rodeó su cintura apoyando su mejilla contra el pecho cubierto por la Cloth de Oro, sintiéndose envuelta en el aroma masculino de él que siempre le provocaba un calor interior misterioso pero placentero.

"No te esperaba, creía que nos veríamos en tus aposentos más tarde" murmuró gentilmente acariciando los largos mechones oscuros antes de separarse y guiarla al cuarto que contenía su despacho y que conectaba con sus habitaciones y el baño principal.

"Lo sé, simplemente me apeteció salir un poco" se encogió de hombros ligeramente, yendo a sentarse cómodamente en un diván acolchado que estaba diagonal al gran escritorio de caoba oscura y en frente a un gran librero. "Espero que no sea un inconveniente" agregó un poco preocupada.

"No, nunca has sido un problema para mí y sabes que verte siempre es placentero" comentó inclinándose para depositar un ligero beso sobre la coronilla de la chica antes de rodear su escritorio y sentarse tras este de modo que pudiera continuar rellenando el montón de papeles que estaban pendiente aun por entregar. Debido a que las cosas se habían calmado un poco finalmente en el Santuario, su presencia no era tan necesaria en las oficinas del Pope por lo que en vez de ir todos los días solo lo hacia alrededor de tres a cuatro veces a la semana ya que aún era la mano derecha de este, sin embargo, con Aspros instruyendo al rubio eso le dejaba un tiempo libre que antes no tenía.

Las siguientes horas la pasaron mayormente en silencio con solo el sonido de pluma contra papel, y dedos pasando paginas con una que otra conversación amena, aunque mayormente ellos estaban solo disfrutando de la presencia del otro mientras se distraían, él con sus deberes y ella con un buen libro. Cuando el sol se ocultó finalmente ella se levantó para encender velas alrededor de modo que el alto hombre pudiera seguir trabajando y al mismo tiempo que terminó la ronda, vagó por la habitación inspeccionando cada objeto curioso puesto en el librero y los títulos de cada libro mientras volvía a tararear para sí misma.

En algún punto ella dejó la habitación y al tiempo volvió con una bandeja llena de frutas y panes, con vino de acompañante, agua y otros alimentos ligeros que encontró en la cocina de modo que pudieran comer algo sin tener que ir muy lejos. Al verla entrar con la bandeja repleta de comida dejó lo que estaba haciendo y se acercó, tomándola de las pequeñas manos y depositándola en una mesita frente al diván para a continuación sentarse ambos a degustar la cena y la compañía de la chica a su lado.

Platicaron amenamente al comer y luego él se marchó brevemente para dejar su Cloth en el designado pedestal y volvió a su oficina de modo que pudiera terminar el papeleo por esa noche; al volver la encontró repantigada sobre el diván con un libro nuevo en sus manos, sin embargo, lo que lo hizo detenerse en seco fue la posición de ella. De espaldas acostada completamente, sus piernas estaban encogidas con los pies firmemente plantados en el acolchado de modo que la parte inferior del vestido estaba acumulada alrededor de sus muslos exponiendo toda esa piel dorada que parecía brillar con la llama de las velas, mientras sus largos cabellos castaño oscuro se esparcían como una cascada de seda hasta el suelo.

Al instante su pulso saltó y un calor placentero recorrió su cuerpo instalándose en su bajo vientre, pues no podía negar que ella pintaba una imagen sensual e inocente al mismo tiempo, y cuando por fin notó su presencia una sonrisa suave curvó esos rosados labios mirándolo por debajo de los parpados con esos ojos exóticos en una muda invitación que él estaba seguro ella no sabia que estaba haciendo. Tragando con algo de dificultad, le devolvió la sonrisa con ligereza algo forzada y se obligó a caminar lejos de la hermosa tentación que la chica representaba y a ponerse a terminar los papeles que se le antojaban ahora un suplicio.

Le tomó un tiempo, pero eventualmente pudo concentrarse casi por completo en los documentos, aunque una parte de su cerebro estaba al tanto de lo que pasaba en su Templo, en especial de la joven a pocos metros de él. La tensión que se hubo apoderado de cada musculo en su cuerpo se relajó, y para cuando finalmente terminó sus deberes ya era bien entrada la noche, por lo que estirando su columna se volvió al diván para preguntarle si ella quería regresar ya a sus aposentos pero se encontró el lugar vacío; alarmado se levantó de un salto pero su corazón se tranquilizó al notar la puerta que llevaba a su morada entreabierta y con un suspiro se encamino hacia allí, pensando que quizás ella había querido ir al baño pero al entrar se la encontró sentada en la otomana puesta justo bajo la gran ventana mirando el cielo nocturno iluminado por la luna llena y el brillo de las estrellas.

En silencio se acercó a ella y tomó asiento a su lado, contemplando el firmamento, trazando las constelaciones que sus ojos podían ver desde esa posición, una vez más maravillándose de lo que ese mundo tenia para ofrecerles y que tenían una oportunidad de disfrutar de la vida sin tener que pensar y preocuparse de ir a la Guerra, aunque igual no era una existencia tranquila, pero eso, en su opinión, estaba más que bien. Exhalando, se volvió hacia ella y la encontró mirándolo con una expresión pensativa y algo distraída, como si tuviera algo rondando por su mente que la desconcertaba, por lo que extendiendo un brazo retirando unos mechones de su mejilla de modo que su pulgar acarició la piel suavemente llamando su atención.

"¿Qué es?" inquirió en voz baja, viendo como se sentaba sobre sus rodillas y apoyaba una delicada mano sobre el alfeizar de la ventana.

"Sisyphus-sama... ¿Qué es un beso entre amantes?" preguntó con patente curiosidad, mirándolo con grandes ojos inocentes.

Él se congeló por un segundo, luego respiró profundo.

"¿Dónde oíste ese término?" indagó manteniendo una expresión cuidadosamente en blanco, pero internamente estaba pensando en retorcerle el cuello al insensato que hubiera dicho algo semejando en las cercanías de la inocente Oráculo.

"Manigoldo-sama me lo dijo" ella comentó con total ingenuidad de que acababa de tirar al Canceriano bajo la proverbial carreta. "También me dijo que las parejas comparten muchos besos de amantes y hacen un montón de cosas intimas que los hace felices a ambos... Pero, ¿Qué son exactamente esas cosas? ¿Y cual es la diferencia entre los besos normales y los de amantes?" preguntó nuevamente esperando pacientemente por una respuesta.

"Es complicado" apretando sus labios en una fina línea se removió incomodo pensando en como iba a responder a las dudas de la joven cuando el tema era tan íntimo y delicado. "Pero básicamente, es cuando dos personas unen sus bocas en una forma demostrativa de afecto" finalmente explicó algo reluctantemente, pero siendo tan sincero como pudo, aunque no sabía cómo explicar lo otro.

"Oh" ella pareció estar pensativa nuevamente antes de fija su atención en el atractivo rostro de él, más concretamente en los provocativos labios del alto hombre. "¿Podría enseñarme?"

Sisyphus lo ponderó por unos minutos, pero llegó a la conclusión de que bien podría intentarlo y si ella se asustaba o no le gustaba se retiraría, después de todo solo sería un casto beso, nada muy íntimo. Así que asintió, y tuvo que reprimir una sonrisa al ver la curiosidad entusiasta de la joven claramente, por lo que inclinándose lentamente de modo que ella pudiera echarse atrás si así lo deseaba, pero la muchacha permaneció en su sitio de modo que sus labios finalmente conectaron y al instante sintieron como una onda de calor los rodeo.

Él trató de mantenerlo ligero y casi platónico, rozando la boca de ella suavemente, casi como el toque de una pluma sobre la piel, y lo logró por unos minutos, pero después la joven mujer aplicó un poco más de presión siguiéndolo ciegamente con un suspiro quedo e inconscientemente las pequeñas manos de la chica se posaron sobre el pecho masculino en busca de equilibrio al mismo tiempo que el beso se volvía un poco más intenso, más sensual y pausado, saboreando cada toque de los labios del otro, la calidez que corría espesa por sus venas y que hacía que sus respiraciones se agitaran.

Al final solo se separaron por la necesidad de tomar aire.

"Oh..." Ione suspiró dejado salir la respiración lentamente sintiéndose extraña de una forma agradable y con ganas de volver a sentirlo besándola. Inconscientemente frotó sus narices en una caricia cariñosa algo infantil que le arrancó una sonrisa al hombre de ojos azul índigo. "¿Podemos hacerlo de nuevo?"

El Sagitariano dudó un poco, pero al final accedió porque besarla era adictivo, ella sabía a dulzura y calidez, a algo único y suave, podía sentir atreves de su profundo, aunque inexperto beso los sentimientos de ella, el amor que le profesaba brillaba claramente en ese momento y simplemente no podía evitar tomar lo que ella ofrecía tan libremente y devolvérselo de igual forma e intensidad. Sin que lo advirtiera sus brazos habían rodeado la pequeña cintura apretándola contra su cuerpo al mismo tiempo que ella se acomodaba mejor para sentarse a horcajadas sobre el regazo de él mientras se besaban y sus manos se apretaban en dos puños sosteniendo la tela de la camisa blanca como si su vida dependiera de ello.

No fue hasta que la oyó gemir suavemente que volvió a retomar algo de control.

"Ione" la llamó con voz ronca y la respiración acelerada, su corazón galopaba a un ritmo descontrolado al mismo tiempo que sentía su cuerpo ardiendo en necesidad de más, pero sabía que no podía, era inapropiado y no quería hacer algo que comprometiera el honor de la joven mujer, aunque sabía que sus compañeros no los juzgarían no podía decir lo mismo del resto del mundo. "Debemos parar..."

"Oh... ¿Por qué?" preguntó con falta de aire, sintiendo como un calor desconocido quemaba su interior arremolinándose justo en su estómago y quería continuar con lo que estaban haciendo, sentirse rodeada por esa sensación tan embriagadora que tenía al estar en los brazos del hombre al que amaba.

"Porque se nos esta yendo un poco de las manos y podríamos terminar haciendo algo más que solo besarnos" murmuró contra la suave y cálida mejilla de la muchacha, aspirando su aroma a coco y luchando contra el deseo de volver a besarla a fondo, de tomar su dulce boca hasta oír una vez más ese sonido que indicaba el placer de ella.

"¿Algo más?" inquirió aún más intrigada, intentando controlar su respiración, pero no se imaginaba que más podía haber. "¿Quiere decir... hay algo más que los besos?" al verlo asentir con una mirada algo oscurecida, penetrante, algo que nunca había visto antes y que aun así le provocó un escalofrío de lo más inusual. "¿Eso también me hará tener sensaciones tan... extrañas?"

"¿Sensaciones extrañas?" preguntó algo confundido y curioso al mismo tiempo.

"Si, son de lo más inusual" asintió removiéndose en el regazo un poco antes de continuar. "Es como estar mucho tiempo frente a un fuego, mi piel se siente algo sensible con un calor peculiar corriendo en mi interior acumulándose en mi estomago... y también..." aquí ella dudó, sintiéndose un poco tímida y avergonzada, por lo que mordisqueo nerviosa su labio inferior.

"Puedes decirme lo que te inquieta, no voy a juzgarte" la animo él, aunque en su interior tenía la sospecha de que sabia lo que ella estaba sintiendo con bastante claridad. Especialmente si era una fracción de lo que él estaba experimentado en ese momento.

"Creo que hay... hay humedad" susurró en voz baja, sintiendo el rostro ardiendo de vergüenza y sofoco, eso nunca antes le había sucedido en toda su vida. "Entre... entre mis piernas, ¿es eso normal?" al decirlo en voz alta lo miró con preocupación pensando que había algo mal con su cuerpo.

Conteniendo un improperio enterró su rostro en el hueco de la garganta de la joven, intentando serenarse, pero le estaba resultando casi imposible, teniéndola entre los brazos tan confiadamente, con tanto candor intentando entender que era lo que su joven cuerpo sentía.

"Si, eso... eso es normal" carraspeó retrocediendo de modo que pudiera ver su preocupado rostro de grandes ojos exóticos. Iba a matar a Manigoldo por ponerlo inadvertidamente en ese aprieto. "Es una reacción natural de tu cuerpo ante ciertos estímulos, es lo que los humanos llamamos deseo"

"Oh" tras pensarlo un poco ella se preguntó que más sentiría de aquello que parecía un misterio para ella. "¿Si hacemos otras cosas también experimentare lo mismo?" indagó ladeando la cabeza y sintiendo ese calor corporal que el exudaba atreves de la ropa llamándola.

"Si, es lo mas probable" era condenadamente difícil mantener esa conversación cuando sentía como sus manos ardían por tocarla, por atraerla hacia si y fundirse con ella. Pero no podía, no era correcto y, aun así, se encontró inclinando su cabeza una vez más y rozando sus labios como los de ella.

Esta vez Ione sabía que esperar y lo recibió gustosa, dejándose arrastrar por ese calor tan elusivo pero atrayente que solo él con su toque podía provocar y al instante, se sintió arder como una llama al rojo vivo, que solo se intensificaba a cada segundo en que ellos estaban en contacto; inconscientemente su cuerpo se amoldo al masculino, a los definidos músculos, y no pudo evitar que un gemido suave escapara de su garganta. Sus senos se sentían pesados y adoloridos, su piel sensible al más mínimo roce y el calor en su bajo vientre se estaba volviendo insoportable, quería algo que no sabia pedir, pero que la estaba desesperando profundamente.

Sisyphus casi gruñó en voz alta al sentirla revolverse tan sensualmente en su regazo, sin embargo, se estaba preparando para detenerse, esa vez permanentemente, cuando la joven sin querer se presionó exquisitamente contra su entrepierna lanzando dardos de fuego por todo su ser y mandando todo su autocontrol a la basura junto con sus buenas intenciones. Al instante el beso cambió a algo más terrenal y hambriento, mientras sus manos se deslizaban por la espalda de ella hasta enganchar uno en su espesa mata de cabellos oscuros mientras la otra bajo hasta la cadera femenina y un poco mas allá hasta que sintió por fin la cálida y suave piel de su muslo con sus dedos.

"Ione... pequeña, si seguimos por este camino, no habrá vuelta atrás" musitó contra el hueco del cuello femenino, respirando con rapidez e intentando una ultima vez darle una salida, detenerse antes de que fueran más lejos.

"No quiero parar... quiero saber... como es pertenecerle a usted por completo" susurró con apenas coherencia, anhelando sentirse rodeada enteramente por ese magnifico hombre y sentir su toque en todos lados, que aplacara el calor tan insoportable que la atenazaba. "Por favor... por favor, Sisyphus-sama..." rogó sin saber exactamente que estaba pidiéndole, solo sabía que él era el único que podía parar aquello que la consumía.

Y, sin más, la decisión fue tomada.

Levantándose del diván él dejó que el cuerpo menudo de ella se deslizara por el suyo hasta que sus pequeños pies tocaron el suelo y solo entonces centró su atención en lo que harían a continuación. No importaba que tan excitado estuviera, el confort y placer de ella venían primero, por lo que con cuidado volvió a tomar esa deliciosa boca rosada que ahora estaba hinchada por sus besos y con sus manos lentamente agarró la seda del vestido y delicadamente la fue elevando hasta que se la sacó por completo por la cabeza, desgraciadamente teniendo que interrumpir el dulce beso.

Al instante ella se estremeció, sintiendo su sensibilizada piel erizarse por el fresco súbito de la habitación, sin embargo, antes de que pudiera pensar mucho en ello el Sagitariano la volvió a tomar en brazos llevándola a la cama que estaba a unos metros de distancia y al mismo tiempo quitándose las botas, con su boca pegada a la de la muchacha quien lo había rodeado por los hombros al ser alzada en vilo. Poniendo una rodilla en la cama la depositó cuidadosamente y retrocedió un poco para poder verla mejor, y tuvo que echar mano de su famoso autocontrol para no ceder al impulso de tomarla ahí mismo sin miramientos.

Sus largos cabellos se esparcieron como una cascada oscura por las sábanas blancas de algodón egipcio resaltando la piel dorada que brillaba deliciosamente a la luz de las velas, dándole una apariencia de miel liquida, la respiración agitada de ella elevaba sus pequeños pechos coronados con puntas color canela hacía arriba, perfectamente redondos en proporción a su figura, bajando por la cavidad torácica estaba una estrecha cintura que luego se expandía suavemente para dar forma a la curva de las caderas donde más abajo sus muslo escondían el lugar más sagrado e intimado de una mujer. Toda ella era delicada y suave, femenina, extendida allí en su cama como si fuera un sacrificio pagano para los Dioses, mirándolo con exóticos ojos bicolores oscurecidos llenos de amor y deseo, una mezcla perfecta entre adorable y sensual que mermaba lentamente sus defensas.

"Eres hermosa, Ione... por dentro y por fuera" le dijo con toda seriedad, extendiendo una mano para acariciar el rostro de la chica quien le sonrió con afecto genuino para después frotar la mejilla contra su palma áspera por el entrenamiento.

Otro vistazo al cuerpo desnudo de la fémina frente a él le recordó no solo la situación en la que estaban sino también que Ione era muy menuda, comparada con él ella era tan pequeña lo suficiente como para tener problemas al momento de copular por lo que, si no se tomaba su tiempo y tenía cuidado en prepararla, acabaría haciéndole daño.

Y eso él no lo iba a consentir.

"Extiende tus brazos por encima de la cabeza, glýka" instruyó con voz ronca, ejerciendo paciencia cuando todo lo que quería era zambullirse en ella y llegar a la liberación del éxtasis, pero él no era un hombre egoísta y esa era la primera vez de la joven mujer, ella confiaba en él y no pensaba decepcionarla. "De ser posible, mantenlos ahí todo el tiempo que puedas" no quería arriesgarse a que ella lo tocara, no en ese momento que estaba tan cerca de perder totalmente el control ya que no había tocado a una mujer de esa forma en años.

Curiosa, pero dispuesta Ione hizo lo que él le pidió ignorando la súbita vulnerabilidad que esa posición le provocaba, se recordó mentalmente que su amado nunca la había lastimado y no pensaba que fuera a empezar ahora, por lo que haciendo acopio de fuerza relajó sus músculos todo lo que pudo y lo observó con patente curiosidad que luego disparó un rayo de calor por su cuero al ver que el alto hombre se quitaba la camisa blanca y dejaba al descubierto la parte superior de su cuerpo, con todos esos definidos músculos de piel pálida que destellaban con un tono dorado gracias a la luz de las velas. Inconscientemente, contuvo el aliento pues nunca había visto un hombre tan hermoso, tan masculino, quería tocarlo y ver si su piel era tan cálida como parecía, pero rápidamente recordó las instrucciones de él y se obligó a permanecer con los brazos extendidos, pacientemente esperando por lo que vendría a continuación.

Con la misma gracia natural que utilizaba al caminar, Sisyphus se movió sobre el colchón posicionándose sobre ese cuerpo tan menudo pero manteniendo su peso fuera de la chica con sus antebrazos a cada lado de ella, y lentamente manteniendo sus ojos azul índigo sobre la expresión abierta y suave de la joven, volvió a tomar esos labios rosados en un beso lento, apenas un roce que lentamente se fue incrementando, mordisqueó ligeramente el labio inferior tironeando de este hasta que ella los separó y despacio la indujo a un beso francés. Su lengua exploró primero el exterior, y después lentamente el interior, entrando y retirándose en un baile sensual que ella a los pocos minutos comenzó a imitar con algo de timidez e inseguridad; no fue hasta que la muchacha se revolvió bajo él gimoteando suavemente que el profundizo el beso, aun pausado y sin apurarse, pero con más pasión.

Solo lo interrumpió para que ella pudiera tomar aire y se sintió complacido al verla parpadear lánguidamente con las mejillas rojas y los labios hinchados, respiración acelerada pero aun manteniendo sus brazos donde él le había pedido. Dándole un ultimo beso en la boca descendió lentamente, deteniéndose en el hueco entre su mandíbula y su cuello donde probó esa suave y tersa piel dorada con su lengua para después succionar un poco escuchándola contener la respiración y volver a gimotear, sin embargo, no se detuvo allí por mucho tiempo y a continuación bajó por su clavícula depositando delicados besos en esa piel satinada que sabía a miel hasta que llegó al pecho que se movía con una respiración agitada. Su mirada observó ese pequeño montículo coronado por un botón canela notando el ritmo frenético del corazón de la joven mujer, antes de inclinarse y soplar aire caliente sobre la punta, antes de tomarla en su boca y succionar suavemente.

Su sangre se espesó en sus venas la oírla soltar un suave grito seguido de un gemido, pero se obligó a mantener el control fiero de su propio cuerpo, apenas había empezado y ella aun no estaba ni remotamente cerca de poder recibirlo en su interior, por eso prosiguió impertérrito, alternando las atenciones entre ambos senos siendo minucioso en su exploración, no dejando ni un solo rincón sin besar o acariciar con su lengua o boca, hasta que ella estuvo prácticamente sollozando de placer fue que cambio su peso a un solo brazo de modo que el que quedo libre se deslizó por la silueta como un toque de plumas hasta alcanzar el muslo femenino, internándose entre la unión de sus piernas y tanteó gentilmente ese lugar sagrado. Soltó una imprecación por lo bajo al sentirla tan húmeda y caliente bajo su mano, pero se forzó a desacelerar su ritmo cardiaco o arriesgarse a estallar como un crio en sus pantalones; una vez estuvo bajo control nuevamente, buscó el botón escondido entre los pliegues resbaladizos de su feminidad y comenzó a frotarlo en forma circular, lo que ocasionó que la joven finalmente perdiera el control olvidando la orden que él le había dado.

"No, glýka" al instante de sentir esas suaves y delicadas manos sobre sus hombros raspando levemente con sus uñas, él tomó las muñecas delicadamente con su mano libre y las extendió nuevamente por sobre la cabeza de la muchacha, sosteniéndolas allí con firmeza, pero sin hacerle daño, su pulso aun tronando en sus oídos por ese simple roce de las manos femeninas sobre su piel. "No debes moverte"

"Quiero tocarte..." gimoteó débilmente, sus labios temblorosos y sus ojos bicolores húmedos de lagrimas no derramadas producto del intenso placer al que él estaba sometiendo su cuerpo inexperto y virginal.

"Lo sé, agápi mou, pero solo debes esperar un poco más" murmuró sonriéndole gentilmente, con amor y deseo reflejado en sus duras facciones masculinas. "Solo será un poco más, te lo prometo"

Bajando su mano un poco más entre las piernas de la joven, introdujo un dedo lentamente mientras su pulgar seguía acariciando el botón secreto del placer y casi maldijo en voz alta, ella era estrecha, muy estrecha de hecho, lo suficiente para preocuparlo un poco ya que el era un hombre grande y por mucho sobrepasaba la fuerza de un humano normal. Respirando profundamente, intentó estirarla poco a poco mientras incrementaba la presión sobre su punto de placer y ella comenzó a retorcerse gimiendo y lloriqueando suavemente, indicándole que estaba cerca de alcanzar el clímax por lo que se inclinó una vez más y tomó su pecho en su boca tirando rítmicamente al mismo tiempo que introducía otro dedo en esa cavidad húmeda y caliente, haciéndola gritar y suplicar con una voz ahogada.

"Por favor, por favor... Sisyphus-sama... no puedo más..." imploró gimiendo al sentirse asaltada por tantas emociones y sensaciones, pero él no le daba tregua, y algo se aproximaba, algo desconocido y que le daba algo de temor por lo intenso que era.

Dejando el seno derecho asedio por su cuello hasta tomar esa dulce boca en un beso lento y abrasador, para seguidamente retirarse y poder observar el sonrojado rostro de facciones élficas pintado por la pasión, sin embargo, él no dijo palabra y solo aumento la presión de sus dedos hasta que finalmente la empujo mas allá, obligándola a ir por la borda del precipicio. Fascinado, la observó en silencio mientras ella echaba la cabeza hacia atrás en la cama separando los labios en un amortiguado grito que sonó sospechosamente como su nombre, mientras el menudo cuerpo se sacudía en espasmos descontrolados casi violentos y los músculos internos de ella aprisionaban sus dedos en el interior de su cuerpo.

No podía despegar su mirada de la hermosa visión que era su amada al llegar al orgasmo.

No detuvo sus dedos para nada, extendiendo el placer de ella hasta que su pequeño cuerpo quedo exhausto, aunque aún sentía las contracciones internas de esa funda sedosa envolverlos. Inclinándose una vez más la beso suavemente, lánguidamente, disfrutando de esa simpleza, pero sin parar de estirarla lentamente ya que para su estimación ella un estaba un poco estrecha. Debido a eso, él no la dejó recuperar el aliento por mucho tiempo cuando la instó a otro orgasmo igual de fuerte viendo que estaba tan sensible a cualquier toque.

Sin embargo, finalmente estimó que estaba tan preparada como era posible por lo que tensando la mandíbula se movió para retirar sus pantalones haciendo una mueca ya que estaba algo adolorido, con su miembro palpitando con deseo contenido y dejó ir las muñecas de la chica. Pero ella apenas lo notó demasiado exhausta como para moverse, hasta que lo sintió deslizarse nuevamente sobre ella, apoyando aquel magnifico y musculoso cuerpo sobre el suyo, piel contra sensible piel; despacio abrió sus parpados y lo observó deslumbrada por las facciones que parecían talladas en piedra reflejando la pasión y el amor que el sentía por ella, vagamente ella pensó que el parecían un Dios griego listo para tomar y poseerla como la ofrenda que era para él.

"¿Estas seguras, Ione?" incluso cuando estaba a punto de tener un ataque cardiaco si no se internaba en ella, quería darle la opción de parar porque de lo contrario nunca se lo perdonaría a sí mismo.

"Si, lo estoy..." susurró débilmente, haciendo un esfuerzo por levantar sus brazos que parecían pesar toneladas para rodear esos anchos hombros y besar suavemente la mandíbula de él, mientras lo sentía abrirse un hueco entre sus piernas para acomodarse mejor y ella pudo notar al instante algo caliente y duro contra su intimidad.

"Esto... va a dolerte un poco, eso no puedo evitarlo" le advirtió con un dejo de arrepentimiento, pero ya no había manera de parar, por lo que al ver que ella asentía se posiciono cuidadosamente y tomando una profunda respiración empujó la punta de su hinchada erección en ese apretado puño de seda caliente y al instante siseó por la sensación de saberse envuelto incluso si solo era parcialmente por el cuerpo de ella.

Lentamente, tan despacio que parecía una tortura fue entrando en ella, su vista oscura por el deseo fija en el rostro de la muchacha deteniéndose a cada segundo hasta que la sentía relajarse y volvía a internarse, hasta que inevitablemente el tope de su miembro llego a la fina membrana que demostraba su inocencia y para ese punto cada musculo de su cuerpo estaba tenso, su piel perlada de sudor brillaba por la llama de las velas con el esfuerzo de contenerse pero lo único que mantenía su fiero control intacto era las ligeras muecas y jadeos de incomodidad que ella hacía. Tomando sus delicadas manos entrelazó sus dedos con los de la chica y manteniendo su mirada azul índigo trabada con la exótica avellana y lila de la chica finalmente traspasó la barrera suavemente hasta internarse por completo hasta la base en la funda resbaladiza de seda al rojo vivo.

Ione se arqueó al sentirlo en su interior por completo, gimoteó lloriqueando un poco por el dolor mientras lagrimas resbalaban por sus mejillas calientes, su cuerpo intentando alejarse de la intrusión se revolvió, pero eso solo parecía incrustarlo aún más dentro.

"Lo siento... lo siento... duele..." inconscientemente se disculpó con la voz entrecortada por el llanto, ocultando su rostro bañado de lagrimas contra el hueco entre el hombro y el cuello del alto hombre de cabellos canela, intentando quedarse quieta para que aquella presión mezclada con dolor disminuyera.

"Lo sé,glýka, pronto pasara" susurró besando los cabellos oscuros y luego las lágrimas que bajaban rápidamente por su rostro quedándose tan quieto como era posible mientras sus caderas aprisionaban las de la joven de modo que la sostenía inmóvil contra el colchón, respirando entrecortadamente mientras su corazón latía a un ritmo alocado a punto de estallar. Sus manos recorrieron su figura femenina calmándola suavemente mientras la volvía a estimular delicadamente, pacientemente, cuando todo en el gritaba para moverse en ese calor abrasador; eventualmente la sintió relajarse bajo él, pero inclusive así no movió ni un musculo, siguiendo con las caricias hasta tenerla nuevamente excitada. "¿Estas bien, agápi mou?"

La muchacha suspiró temblorosamente una vez que sintió el dolor disminuir hasta volverse una leve molestia pero lo que realmente la tenia indecisa era esa sensación de llenura que sentía, como si estuviera estirada hasta el borde y cualquier movimiento fuera a partirla en dos, no obstante, cuando él la tocaba de esa manera que encendía su sangre no podía negarle nada por lo que simplemente asintió dispuesta a pasar por lo que vendría inclusive si resultaba ser incomodo porque él le había dado dos sensaciones maravillosas antes sin tomar nada para sí mismo. Sintiéndolo retirarse lentamente para después volver a entrar hizo que sus partes sensibles escocieran, pero cuando él golpeo un sitio particular en su interior no pudo evitar jadear al sentir la punzada de placer dispararse en su interior como un rayo que electrifico todas sus terminaciones nerviosas.

Atento a cada mínima mueca o signo de dolor Sisyphus se movió en un vaivén suave, maravillado por el modo en que sus cuerpos se unían tan íntimamente como nada que él hubiera experimentado en el pasado, con un gruñido sus embestidas comenzaron a cobrar más velocidad y fuerza a la par que los gemidos y jadeos de la muchacha incrementaban, volviéndose sollozos que impulsaban las caderas femeninas a encontrarse con las masculinas, sus senos suaves apretados contra el pecho lleno de músculos fue otro estimulo más que agregó placer a ambos. Sus labios tomaban posesión de la boca de la joven quien se entregaban sin reservas mostrándole cuanto lo amaba y deseaba cada caricia, cada beso, cada empuje de su miembro duro como acero dentro de su funda caliente, hasta que él se acomodó y tocó un acorde sensible en el interior de ella que la hizo ver estrellas ante sus ojos bicolores y arrancó un grito de la garganta con sonido indiscutible de su nombre, que se volvió rápidamente en una plegaria.

Los sonidos de placer de su amada respiradas rítmicamente en sus oídos terminó por acabar con su autocontrol y él se encontró haciendo sus estocadas más profundas y fuertes, moviendo las piernas de ella de modo que rodearan su cintura profundizando el rango de penetración llevándolo más dentro si fuera posible. Embriagado enteramente por los dulces gemidos y suaves gritos llamándolo como una sirena al mar, llevó sus labios al cuello de ella donde su boca dejo una marca de posesión allí justo en el mismo momento en que la sintió romperse finalmente en un orgasmo que provocó que los músculos internos de ella estrangularan su miembro con tanta fuerza que se encontró lanzándose tras ella en la liberación más violenta y apasionada que jamás hubiera experimentado en su vida.

Ione se encontró gritando su nombre una vez más mientras convulsiones tras convulsiones sacudían su cuerpo indefenso, mientras registraba el rugido casi animal del alto hombre al mismo tiempo que sintió como una explosión de calor liquido se derramaba en su interior, llenándola completamente de la semilla caliente dejándola aturdida y apenas consciente.

Exhalando entrecortadamente el Sagitariano apenas tuvo fuerza suficiente como para dejarse caer a un lado de modo que no la aplastaba con su peso mayor arrastrando el débil y suave cuerpo femenino contra sí, envolviéndola en sus brazos contento de sentirla tan cerca y saber que la había hecho disfrutar inmensamente, no obstante, sus parpados se cerraron en contra de su voluntad a los pocos minutos.

La siguiente vez que parpadeó las velas estaba a mitad con la llama oscilando en el fresco cuarto enfriando el sudor en su piel, frunciendo el ceño le tomó unos minutos orientarse, pero al instante giró la cabeza de modo que vio a la chica durmiendo plácidamente a su lado con ese glorioso cabello extendido como un estandarte a su alrededor y completamente desnuda. Fue en ese momento en que finalmente comenzó a entender que había hecho y con quien, y quiso maldecir en voz alta, pero se contuvo no queriendo disturbar el descanso de la joven mujer, se levantó con cuidado sintiéndose más relajado de lo que recordaba estar en mucho tiempo y sabia la causa, aunque no estaba del todo orgulloso de haberse dejado llevar por sus impulsos y deseos carnales.

Su mirada instantáneamente saltó al cuerpo menudo y femenino que permanecía aun en reposo y no pudo evitar admirarla; no era una belleza común, pero tenían un encanto único y aunque su figura fuera más delicada que curvilínea para él ella era más que perfecta, sin embargo, su aprecio por la maravillosa vista quedó truncada una vez más al notar la sangre mezclada con su semilla en los suaves muslos de ella recordándole inmisericorde que había cometido un error monumental que cualquier cosa que Manigoldo y Kardia hayan hecho palidecía fácilmente ante el hecho de haber quitado la inocencia a la Oráculo de Delfos.

Las ramificaciones de sus acciones eran tantas que le ocasionaron un dolor de cabeza, dándose la vuelta fue a la habitación destinada para el aseo y se lavó rápidamente intentando olvidar por el momento el placer que había compartido con la mujer que amaba y concentrarse en lo que había que hacer a continuación, y al volver a entrar en sus aposentos un poco más compuesto que cuando despertó se encontró a la muchacha incorporada en la gran cama parpadeando somnolientamente. Ella giró su rostro hacia él y sus labios rosado e hinchados se curvaron en una dulce sonrisa de bienvenida con una mirada llena de afecto que hizo que el corazón del Santo de Oro saltara en su pecho para luego iniciar un galope casi desenfrenado que se forzó a poner bajo control.

En silencio se acercó a ella totalmente inconsciente de su propia desnudez viendo que a ella no le molestaba, se sentó en el borde de la cama y la beso suavemente en los labios, no siendo capaz de detenerse a tocarla, aunque fuera de esa forma, pero rápidamente se apartó cuando sintió que el calor volvía a crecer entre ellos.

"Debemos hablar" le dijo algo reluctante a separarse de ella, pero al verla revolverse para acomodarse en la cama y hacer una mueca de dolor frunció el ceño, preocupado por lo que tomó la toalla húmeda caliente que trajo consigo y con cuidado la llevó entre los muslos de la joven, quien jadeo sorprendida, pero se quedó quieta igual, dejándolo hacer.

Una vez estuvo seguro de que ya no quedaban rastros de su intimidad amorosa dejó la tela de lado, para tomarla en vilo, y ella al instante lo rodeó con sus brazos descansando su cabeza contra su hombro totalmente contenta de estar en sus brazos algo que lo llenó de ternura infinita; una vez dentro del cuarto de baño caminó hasta la gran charca de agua caliente que circulaba naturalmente de modo que la suciedad se desvanecía dejando solo agua limpia todo el tiempo, y entró con ella sintiéndola tensarse un segundo al entrar en contacto con el agua sabiendo que seguramente su parte intima escocía.

Ione suspiró contenta al sentir que la calidez penetrar sus adoloridos y cansados músculos recostándose confiadamente contra el pecho masculino del hombre que poseía su corazón, sintiéndolo rodear su cintura con esos fuertes brazos y apoyar su barbilla en el tope de su cabeza.

"Ione... tenemos que ver como explicaremos tu situación al Pope" murmuró finalmente luego de relajarse en la charca con ella pegada a su cuerpo, pero necesitando aclarar algunas cosas o no podría dormir esa noche, y las siguientes.

"¿Mi situación?" inquirió confundida girando para mirarlo de frente, su mirada encontrando la expresión tensa y algo preocupada del Sagitariano.

"Si, sobre tus poderes y del por qué ahora que hemos intimado no habrá más visiones" aclaró al verla fruncir el ceño desconcertada, pero antes de poder continuar ella puso sus dedos sobre su boca silenciándolo.

"¿Por qué cree que haber yacido con usted las detendrá?" si fuera posible ella parecía un más confundida.

Sisyphus se detuvo, observándola detenidamente mientras mentalmente repasaba todo lo que sabia hasta la fecha de las Pitonisas y su rol en la vida de la humanidad, todas las leyendas y documentos implicaban que si la mujer perdía la virginidad ella perdería sus poderes instantáneamente, pero al parecer él se estaba perdiendo algo vital allí por lo que lentamente le informó de su preocupación, solo para verla suspirar y girarse enteramente de modo que ella estaba una vez más sentada ahorcajadas sobre su regazo mientras sus largos mechones flotaban como seda a su alrededor.

"Sisyphus-sama eso no es más que un mito" al ver su incredulidad, le sonrió dulcemente dándose cuenta de que de verdad estaba inquieto por haberle arrebatado algo más que su inocencia, la cual ella le había dado libremente sin reservas. "Mis poderes no están atados a mi virginidad, nunca lo han estado, es igual que las Pitonisas residentes de Delfos. La única forma que podamos perder nuestras habilidades es si nosotras mismas así lo decidimos"

Él se quedó mirándola con una expresión en blanco, registrando sus palabras lentamente y dándose cuenta de que literalmente toda la humanidad se había equivocado con respecto al mito de la castidad de las Pitonisas y sus poderes, algo que iba a tener que corregir en los archivos del Santuario.

"¿Básicamente, no tienes que mantenerte pura para no perder tus poderes?" quiso aclarar ese punto, algo que haría la conversación que iba a tener que tener con Shion un poco menos tensa, aunque no menos incomoda, eso seguro.

"Oh, no, lo de permanecer pura es verdad" asintiendo, ella pensó como planteárselo para que lo entendiera. "Es más pureza de alma que de cuerpo, si tu alma esta corrompida por el mal tus poderes se debilitaran y eventualmente desaparecerán. Decidir compartir tu cuerpo con otro no significa que tu alma vaya a quedar manchada" bostezando, se acurrucó más contra el cálido y musculoso cuerpo de él, sintiéndose súbitamente somnolienta.

"Oh" fue todo lo que él pudo decir, abrigándola contra si y depositando un beso sobre la coronilla de ella. Rumiando silenciosamente sobre ese dato tan peculiar, pero con sentido, más al ver que ella parecía adormilada sonrió con ternura y sosteniéndola contra si salió de la charca tomando una toalla cuando salía del cuarto envolviéndola cuidadosamente en ella.

La coaccionó suavemente para secarla porque no quería meterla mojada en la cama y que pescara un resfriado después, una vez ambos estuvieron secos la acostó en la cama después de vestirla con una de sus camisas y luego de apagar las velas en su estudio y en la habitación, se reunió con ella, quien al instante rodó hasta encontrarse abrigada contra el calor de su cuerpo más grande. Aspirando su único aroma a coco la abrazó, contento de tenerla a su lado, queriéndolo y aunque aun iban a tener que enfrentarse a las consecuencias de sus acciones a la mañana siguiente, no podía lamentarse de haberse unido tan íntimamente en un baile tan ancestral como lo fue yacer juntos como hombre y mujer.

Se amaban y eso bastaba por el momento.

Continuara...

Primero que nada nos diculpamos por no responder los reviews o actualizar seguido, pero seguimos teniendo serios problemas con el internet, esperamos que algún día se solucione TwT

Awww ¿que tal? ¿les ha gustado? Espero que si porque el delicioso me hizo la vida imposible, bueno mas bien el honor de Sisyphus que se me resistia a cada paso que yo daba para escribir, Okami esta de testigo cuando le escribía en la madrugada quejandome y maldiciendo porque los personajes eran un dolor en mi trasero! No se si el frutifantastico quedo bien o no, supongo que ustedes chicas me lo diran de una forma u otra xD

Shion tendra mucho que decir sobre las actividades nocturnas de nuestro Santo Dorado del Centuauro, estoy segura

¡Nos vemos en el próximo capitulo! ¡Dejen sus opiniones!

Pagina de Facebook: Sisters Of The Heart-SSTLC

¡Únanse, las esperamos!

Zoteria

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro