Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 8

"Revealed Feelings"

Grecia, Athenas – Santuario.

Abril, 04 de 1750

Cuatro días.

Habían pasado cuatro días desde que el descubriera el cuerpo casi desfallecido de la joven Oráculo cubierto de la propia sangre de la chica, tan pálida como la cera y cerca de dejar el mundo de los vivos... cuatro días transcurrieron en un absoluto infierno a la espera de que los informaran de que la muchacha hubiera fallecido, cada segundo pasado pensando en que pudiera haber hecho para evitar que aquello le sucediera a la joven mujer sin mucho éxito. Cada vez que se abría la puerta, el Sagitariano y la Pitonisa se tensaba a la espera que fuera Connor, la curandera, para darles cualquier tipo de noticia, pero siempre era su sobrino el Caballero Dorado de Leo que salía a disponer de suministros usados o a buscar otras cosas que requería, pero el chico rara vez se detenía a decirles palabras limitándose a cumplir con sus obligaciones diligentemente.

Sisyphus tuvo que forzarse a dejar el quinto Templo Zodiacal para encargarse de algunos asuntos que solo podía hacerlo él, ya que no importaba cuanto quisiera quedarse a esperar indefinidamente junto a las puertas que lo separaban de la muchacha de exóticos ojos avellana y lila, sus obligaciones no podía dejarlas de lado ya que otros dependían de que atendiera ciertas cosas, sin embargo, siempre procuraba hacerlo todo eficientemente y con tanta rapidez como fuera posible de modo que pudiera regresar a la Casa del León en una espera callada llena de tensión.

Cuando finalmente Connor apareció detrás de las puertas dobles la chica irlandesa de rubios cabellos y ojos azules parecía increíblemente cansada y aunque estaba muy seria su rostro no dejaba entrever ningún tipo de noticia positiva o negativa, ella estaba cuidadosamente neutral cuando se detuvo frente a él y a la gemela de la paciente, quien en ningún momento abandono la sala esperando pacientemente por su hermana menor.

"¿Cómo esta Ione?" inquirió Kaia, su vista bicolor fija sin parpadear sobre la chica rubia.

"He logrado estabilizarla" fue lo primero que la curandera dijo, sonriendo débilmente a su amigo cuando este paso a su lado con un montón de sabanas usadas y este le apretó la mano gentilmente con una sonrisa dándole ánimos antes de proseguir por su camino. "Ustedes estaban en lo cierto, luego de examinarla detenidamente me di cuenta que, aunque algunos de los síntomas cuadraban con la enfermedad de tuberculosis había otros que no lo hacían" suspiró frotando distraídamente sus manos, reorganizo una vez más la información que había reunido a lo largo de los pasados cuatro días antes de proseguir cuidadosamente. "De hecho solo he visto un caso como este en dos ocasiones desde que trabajo en mi profesión, pero afortunadamente, pudimos tratarla a tiempo como para poder revertir el daño y evitar su muerte"

"Si no es tuberculosis lo que tiene... entonces, ¿Qué es lo que la aflige?" preguntó el Santo de Sagitario calladamente frunciendo el ceño, desconcertado por la nueva curva que ahora se les estaba presentando y comenzó a sentir que un dolor latente martillaba tras su sien mientras la tensión regresaba a su cuerpo.

"Ese es el asunto, los síntomas coinciden con los de envenenamiento por consumo de Aimatirí Skiá" Connor respondió con otro suspiro, pero al ver la alarma volar por el rostro de ambos presentes se apresuró a continuar. "También se le conoce como la muerte roja, es una flor extremadamente rara y venenosa nativa de Grecia, sus pétalos son oscuros casi negros y su tallo se asemeja al color del vino y si engullida por cualquier ser viviente puede causar la muerte relativamente rápida dependiendo de cuanto ingieran de esta"

La única respuesta de la Pitonisa fue un grave gruñido casi bestial que reverberó en el silencio de la cámara mientras sus ojos bicolores brillaron ominosamente.

"Veneno" fue todo lo que pudo pronunciar el hombre de cabellos castaño canela, sin emoción en la voz mientras un sentimiento curioso cubría su cuerpo de punta a punta, en la parte posterior de su mente lo reconoció como una ira volcánica que subía lentamente hasta casi alcanzar la superficie, pero solo los largos años de entrenamiento le hicieron posible arrear esa violenta parte de su carácter que rara vez salía a la luz para poder centrarse en lo que seguía, que sería encontrar al desgraciado que había estado a punto de matar a la joven Oráculo bajo sus narices.

Porque estaba seguro que eso no había sido un accidente.

Y alguien iba a pagar caro por ello.

"Así es" la rubia asintió mirando por el rabillo del ojo a la gemela de su paciente, notando la inusual quietud de esta con intranquilidad, porque incluso aunque ella no estuviera entrenada como guerrera podía percibir claramente la rabia de la mujer de marcas rojizas, pero si era sincera consigo misma le preocupaba incluso más la expresión cuidosamente en blanco que mantenía el Santo Dorado. "Yo misma no hubiera reconocido la causa del envenenamiento si no fuera porque junto a Pefko-san atendí un caso como este cerca de Rodorio. La buena noticia, sin embargo, es que ella podrá recuperarse, aunque tomara algo de tiempo para que vuelva a estar en optima condición y no habrá secuelas de este veneno... aunque si lo hubiera tomado en grandes cantidades ya estaría muerta" ella no se dio cuenta del peligroso ondular de músculos casi imperceptible que hizo el hombre frente a ella, pero la Pitonisa no se lo perdió.

"Comprendo" fue todo lo que él dijo asintiendo con una calma engañosa.

"Gracias" Kaia volvió a tomar palabra abrazando súbitamente a la chiquilla, de verdad agradecida de que ella hubiera salvado la vida de su otra mitad, y aunque estaba exhausta también algo se había relajado dentro de su ser, aunque la ira seguía corriendo espesa en sus venas porque alguien se atreviera a hacer daño deliberadamente contra su hermana, pero ya ella se encargaría de arreglar cuentas con el maldito desafortunado. "¿Puedo verla?"

"Si, pero solo por un momento, ella necesita descansar todo lo posible" fue la amable respuesta de ella. Observó a la mujer de largos cabellos oscuros desaparecer tras la gran puerta antes de redirigir su atención al tío de su mejor amigo. "¿Debemos informar al Pope sobre esto inmediatamente?" preguntó sintiendo el cansancio pesar grandemente sobre su cuerpo y no era para menos habiendo pasado casi noventa y seis horas despierta monitoreando el progreso del antídoto de la mujer, demasiado preocupada para irse a dormir más de tres horas diarias y siempre por insistencia de Regulus que otra cosa.

"Eso me meto" conscientemente él relajó la expresión de su rostro para mostrar una sonrisa gentil a la muchachita comprendiendo a la perfección por que parecía tan decaída ya que los oscuro círculos bajo los ojos azules de ella le decían que ella no había dormido mucho. "Te escoltare hasta allá, viendo que yo también tengo asuntos pendientes con el Patriarca" y haciendo un ademan con su mano, le indicó que lo precediera.

Aunque no bien habían dado dos pasos cuando la presencia del Guardian del Quinto Templo apareció súbitamente al lado de la rubia, y al mismo tiempo ellos percibieron la llegada de alguien más, quien resultó ser nadie más ni nadie menos que el mismo hombre que ellos planeaban ir a ver. La toga oscura contrastaba grandemente con los largos mechones rubios que ondeaban libremente y enmarcaban las atractivas facciones de rasgos finos y elegantes desde donde una mirada rojiza penetrante podía apreciarse.

"Reporte" fue todo lo que dijo la eminencia, aunque no con rudeza.

Connor miró primero a Regulus que había posado una mano en sus brazos para evitar que se tambaleara del cansancio, una vez que la adrenalina y preocupación hubo disminuido sus energías se desplomaron y solo su fuerza de voluntad la mantenía en pie allí, bueno, eso y que su amigo estuviera literalmente sosteniéndola con su cuerpo alto y fuerte. Descansando inconscientemente su cabeza contra el hombro del Leoniano ella relató lo mismo que le había dicho al Sagitariano más temprano apenas manteniendo sus parpados abiertos, pero siendo minuciosa en cuanto a lo que descubrió y el tratamiento que le aplicó a la muchacha, para cuando terminó estaba totalmente recostada del joven hombre.

"Lo has hecho bien, Connor-chan, creo que te mereces un descanso" le dijo gentilmente el Ariano a la chiquilla quien estaba medio dormida, pero aun de pie.

"Pero-" intentó protestar con la voz enronquecida y la mente embotada, más al momento siguiente fue alzada en vilo sobresaltándola por un momento de modo que sus brazos rodearon el cuello de la persona por instinto. "¡Regulus!" protestó débilmente, intentando fruncir el ceño, pero sin éxito viendo la cálida sonrisa del chico.

"¡Son ordenes de su Ilustrísima!" fue todo lo que comentó él antes de hacerle una reverencia apresurada a los otros dos hombres antes de darse la vuelta con la chica en brazos y marcharse hacia las habitaciones, tarareando por lo bajo una melodía a la ya dormida rubia quien no había durado ni dos segundos protestando.

Una vez los adolescentes estuvieron fuera de su vista, el Lemuriano se volvió hacia su mano derecha y al instante notó el brillo peligroso que las antorchas en las paredes resaltaban tan fuertemente en la mirada azulada, aunque este permaneciera impasible en el exterior alguien que mirara con más detenimiento podía saber que era solo una fachada cuidadosamente puesta para ocultar la furia fría que estaba seguro, corría espesa por las venas del Guerrero Atheniense. Shion sabía que el Sagitariano no era de los que perdían los estribos y marchaban dominados por sus emociones como un cañón suelto, de hecho, era, al contrario, con su intelecto y mesura era un admirable adversario, pero era precisamente esa característica que le permitía permanecer bajo control inclusive ante el asalto de las emociones lo que lo hacían increíblemente peligroso.

"Iniciare con el interrogatorio mañana por la mañana" informó a su superior con sus ojos azul índigo oscuros e insondables fijos en las puertas dobles de la habitación que se utilizaba como enfermería, su voz era calmada pero sus emociones burbujeando a fuego lento bajo la superficie cuidadosamente controladas pues en su mente sabía que no podía dejar que los sentimientos lo hicieran cometer un error y arriesgar la vida de la persona que era la más importante para él. "Encontrare al responsable de esto" murmuró más para sí mismo que para el otro hombre parado al lado suyo.

"No lo dudo" asintió el Ariano, y no lo hacía, pues conocía muy bien las capacidades de su compañero de batallas.

Y alguien lo suficientemente estúpido había provocado la atención de él de una mala manera al atentar contra la vida de la joven que el hombre de cabellos castaño canela protegía, además de la hermana de la misma seguramente. Y la situación se complicaba aún más si se consideraban que este estaba involucrado sentimentalmente con la chica en cuestión, aunque aún no lo hubiera dicho abiertamente, cualquiera que lo conociera lo suficientemente bien podía notarlo.

Sisyphus de Sagitario no lo dejaría pasar, no, él encontraría al perpetuador y que los Dioses se apiadaran de esa persona.

.

.

"Kaia" la joven mujer de sueltos cabellos oscuros suspiró al ver la expresión testaruda de su gemela, antes de continuar. "Estoy bien, de verdad... no tienes que quedarte aquí encerrada conmigo todo el tiempo"

"Adelfí" Kaia frunció el ceño hacia su hermana pequeña, más que reacia a alejarse de su lado por mucho tiempo viendo lo que había pasado la última vez que lo había hecho. Sin embargo, también era cierto que su parte animal, su Direwolf estaba más que impaciente por salir a cazar y correr en la naturaleza, aparte de encontrar a la persona que intentó asesinar a su otra mitad tan vilmente.

No se le había olvidado. Para nada.

A pesar de que ya había transcurrido alrededor de dos semanas desde que le diera permiso a su gemela de volver a residir en los aposentos privados de ellas aun ella no se fiaba de dejar a la otra a solas, no con el perpetrador fugitivo aun suelto y sin indicios de su paradero o motivos para cometer el crimen de envenenar a la Oráculo de Delfos. El Santuario estaba en un frenesí buscando a la culpable y revisando nuevamente sus defensas e interrogando a todos los que vivían allí, la seguridad se volvió un poco más estricta y eso le venía bien a ella, pero aun así no quería separarse mucho por no decir nada de la otra aunque aprovechó el encierro para hablar largo y tendido con su gemela sobre lo que había pasado y llegó a comentarle sobre el descubrimiento de sus sentimientos por Defteros de Géminis, ocasionando que su hermanita adquiriera una expresión especulativa pero ligeramente desconcertada, no obstante, eso quedo olvidado cuando pasó a recordarle nuevamente que el antiguo Caballero de Géminis estaba de vuelta en Grecia.

Como era de esperarse, Ione no se volvió a tomar esa noticia demasiado bien, que había olvidado al haber estado atravesando la peor parte de su supuesta enfermedad.

Más bien la muchacha se había tornado aún más pálida si eso fuera posible y aunque Kaia intentó tranquilizarla diciéndole que no iba a permitir que nada más le ocurriera, que Aspros no iba a poner un pie en ese cuarto o siquiera tendría que verlo si no quisiera, la verdad fue que la expresión de alarma y temor no se disipó por completo del rostro de la joven por días, por lo que ella hizo que el Sagitariano hablara con su hermanita menor y luego de una larga charla finalmente la chica pareció calmarse aunque aún podía detectarse cierto recelo si el antiguo Dorado era mencionado.

Sin embargo, estar tantos días entre cuatro paredes estaba volviéndola loca.

"No va a pasarme nada, Kaia, de verdad" intentó asegurarle a la mayor con tranquilidad, aunque le inquietaba algo quedarse sola en la habitación no iba a decirle eso.

"No voy a dejarte sola aquí" sentenció testaruda, empujando la impaciencia que su lado animal tenia de salir a un lado, su hermana era más importante que salir a pasear un rato.

"No se quedará sola" una voz masculina de timbre suave interrumpió la discusión, sobresaltando a las dos mujeres que no lo habían oído entrar, aunque él si había llamado.

Rostros idénticos giraron hacia Sisyphus sorprendidos, no obstante, la expresión con que lo recibieron fue significativamente distinta ya que en la Pitonisa solo podía apreciarse buena voluntad y aceptación amistosa pero eso era todo, en cambio el rostro de la otra joven inmediatamente se iluminó con una luz interior que era puramente de ella, sus grandes ojos bicolor lo observaron con inocente confianza y suavidad, labios rosados curvados ligeramente dándole la bienvenida, y él a su vez no pudo evitar que su boca se arqueara ligeramente en una sonrisa olvidándose por un momento de que no estaba solos, aunque poco le importara si alguien más veía que ella era importante para él.

"Oh... en ese caso daré una vuelta, si está bien contigo" la gemela mayor asintió relajándose un poco al saber que su otra mitad no estaría desprotegida ya que sabía que aquel hombre de cortos cabellos canela lucharía hasta la muerte por mantenerla segura.

"No hay problema" fue todo lo que él dijo mirando a la mayor brevemente mientras depositaba un libro en la mesita junto al gran ventanal antes de avanzar hacia la enorme cama; inclinándose sobre la chica postrada entre almohadones apartó unos mechones castaño oscuro del rostro analizando cada rincón de modo que se asegurara a si mismo de que ella no tenía una recaída y que estaba recuperándose bien, y al instante sintió una calidez entrar en su pecho al ver que ella inconscientemente depositaba su mejilla contra su palma.

"Sisyphus-sama, buenos días" saludó suavemente, sintiéndose serena y feliz de verlo ya que los últimos dos días anterior los deberes de él lo habían mantenido ocupado y lo había extrañado bastante, así que verlo ahora para ella era reconfortante.

Él murmuró un saludo también mientras su mente divagaba un poco.

Era una de esas cosas que había notado recientemente, el hecho de que la muchacha gravitaba hacia él instintivamente cada vez que había algún tipo de contacto físico entre ellos, e incluso así siempre que estaban en el mismo lugar de alguna forma ella terminaba a su lado. Era algo peculiar pero que realmente no le importaba, pues apreciaba que ella se sintiera cómoda y segura de aproximarse a él, que confiara en él cuando incluso con el tiempo que llevaba viviendo en el Santuario aun recelaba de otros, eso y muchas otras cosas más le hacían cuestionar que sentía ella por él, sin embargo, no se había aventurado a indagar en ello por todas las circunstancias que rodeaban el último incidente y porque apenas él mismo estaba comenzando a descubrir cuales eran sus sentimientos y que tan hondo corrían estos.

Kaia salió silenciosamente de la habitación, pero no sin antes echar un vistazo a aquellos dos, ligeramente curiosa por la relación que ellos mantenían, pero decidida a esperar a que su hermanita le contara cuando estuviera lista, aunque ella ya tenía una sospecha no iba a decir nada, por lo que cerrando la puerta tras de sí siguió su camino directo al bosque más cercano, aunque iba a tener una pausa en Géminis para ver al hombre moreno que poseía su corazón.

"¿Resolvió los asuntos que requerían su atención?" inquirió curiosa una vez su gemela estuvo fuera, aunque apenas lo notara.

"No del todo, aunque si hubo un avance" respondió cuidadosamente, tomando asiento a su lado en la cama una costumbre que adquirió cuando ella estaba enferma y la cual no había roto aún. Pero al pensar en el asunto su semblante se quedó en blanco sintiendo el burbujeo de la cólera bajo la superficie, incluso aunque ya había pasado semanas no podía extinguir del todo la ira que lo atenazaba al pensar en la persona que intentó dañar a una inocente, a la joven que estaba bajo su protección.

Ione frunció el ceño ligeramente al notar algo fuera de lugar con el alto hombre de ojos índigo por lo que haciendo un esfuerzo se sentó erguida en la cama y con cuidado extendió sus manos de modo que enmarcaba gentilmente su atractivo rostro con sus pequeñas manos transmitiéndole inconscientemente su cosmos para aliviar lo que fuera que estuviera mal y al instante el centro toda su atención en ella haciendo que un cosquilleo peculiar le recorriera el cuerpo de pies a cabeza asentándose en su estómago, esas sensaciones llevaban un tiempo apareciendo cuando estaba con él pero nunca terminaba de entenderlas por lo que siempre las ignoraba aunque con el tiempo se volvieron difícil de dejar de lado, no obstante, ella hizo un esfuerzo en ese momento para intentar descifrar que era aquello diferente en el hombre.

"Hay algo que le perturba, ¿Qué es?" preguntó calladamente no queriendo ser entrometida e intentando respetar la privacidad, pero no pudiendo ignorar lo que percibía con sus poderes y eso era que el definitivamente se sentía peligroso, amenazante, aunque no dirigido hacia ella, nunca hacia ella. Y eso era algo sorprendente, que se sintiera completamente a gusto a su lado que incluso cuando él estaba en ese estado no le causara miedo ni temor.

El Sagitariano lo ponderó por un minuto, pero no le había mentido a ella hasta ahora y no iba a comenzar en ese momento.

"Hemos logrado identificar quien fue la persona que te estuvo envenenando" comenzó a decir lentamente, tomando una de esas pequeñas manos delicadas en la suya más grande y callosa, acariciando su dorso gentilmente cuando notó que ella se tensaba y sus hermosos ojos bicolores avellana y lila se agrandaban en su rostro adquiriendo una sombra de aprensión. Al instante y sin pensarlo siquiera, él la tomó en sus brazos, fundiendo aquel menudo cuerpecito contra el suyo transmitiéndole su calor y ella naturalmente se acurrucó frente a su pecho. "Todo estará bien, Ione, por favor no te alarmes. Estamos trabajando diligentemente para atrapar a esa mujer... no podrá correr para siempre" lo último lo dijo con un tono desprovisto de emociones, y tan bajo que ella apenas lo captó.

"¿Quién era? ¿Por qué... por que hizo algo tan vil?" murmuró contra el peto de la Armadura Dorada, sintiendo una vez más una tormenta de emociones descarriadas cuando pensaba en lo que alguien le había hecho a conciencia. "¿Que podría haber hecho yo tan malo que alguien me quisiera ver muerta?"

"No pienses ni por un segundo que lo que paso fue tu culpa, Ione, nunca fue y nunca será tu culpa, ¿Lo entiendes, pequeña?" al ver que ella dudaba, elevó su rostro con un suave dedo bajo la barbilla de modo que pudiera enganchar su mirada a la de ella, que brillaba con diminutas gotas en sus largas pestañas. "No puedes tomar responsabilidad por las acciones de otra persona, sus motivos aun no los hemos podido aclarar, pero sabemos con certeza que se trató de la Vestal que se encargaba de atenderte"

Ella se sobresaltó, más que anonadada de que alguien que había estado tan cerca de ella se hubiera atrevido a envenenarla. Ella podía claramente ver a la mujer en su mente, relativamente joven, de cabellos oscuros y ojos claros, siempre había sido callada y eficiente más no muy dada a intimar; mientras estuvo bajo sus órdenes ella procuró ser amable con la chica, pero obviamente algo salió mal ya que esta intentó matarla por algo que ella aun no sabía que... no pudo pronunciar palabra ya que no sabía que decir a esa revelación, por lo que simplemente suspiró cansadamente y volvió a apoyar la mejilla en la Cloth, ocultando su expresión afligida de la mirada penetrante de esos ojos azul índigo.

"Cuando la tengamos en custodia, nos dará una respuesta a todas estas incógnitas, pero hasta entonces no pienses mucho en ello o no harás otra cosa que eso" sentenció calmadamente, pues en su mente no había ninguna duda de que la encontrarían y dependiendo de lo que dijera seria juzgada duramente, el culpable no iba a salir impune del daño causado.

Y mientras él aun tuviera aliento en su cuerpo nadie más volvería a hacerle daño, jamás.

.

.

La persona a la cual asignaron para atenderla fue cuidadosamente inspeccionada, pues no iban a correr con la misma suerte que la anterior, por lo que le pidieron a Nerys que la eligiera personalmente y luego tuvo que pasar unas cuantas preguntas rigurosas por parte del Pope y el mismísimo Asmita de Virgo, este último era más un modo eficaz de asegurar que la mujer no tuviera intenciones ocultas de dañar a la Oráculo de Delfos.

La chica era de cabellos claros y ojos oscuros, alta y rondaba cerca de la edad de Fluorite y Shea, llevaba casi diez años en el Santuario trabajando como Vestal y fue una de las muy pocas que se quedaron durante la Guerra Santa a ayudar. La joven era parlanchina y hablaba hasta por los codos, de todo y todos, pero su tema favorito por mucho eran los chismes y habladurías que sucedían en las cercanías, una gran diferencia de la anterior que se había limitado a hacer su trabajo en silencio, eso era evidente.

Desde el principio, Ione la encontró algo abrumadora, aunque de buenos sentimientos, sin embargo, eso no quitaba que la mayor parte del tiempo que esa chica pasaba en su presencia apenas le dejaba decir dos palabras porque siempre estaba comentando sobre esto y aquello, uno de los temas que más le gustaba repetir era que iba a hacer cuando dejara el Santuario en unas semanas, pues sus votos como Vestal se terminaban ese mismo año.

"Iré a casa y me casare con un buen partido, si señor, eso es lo que hare" comentaba animadamente mientras recogía la colada de esa semana y la apilaba en una montañita mientras desvestía las dos camas para seguidamente vestirlas con nuevas y limpias sabanas de algodón egipcio. "Mis padres no tenían mucho dinero por eso me enviaron aquí a trabajar para la Diosa Athena, así podría reunir suficiente dinero como para mantener el pequeño negocio que tenemos en mi pueblo natal y con la compensación que me darán cuando deje los servicios seguro que tengo suficiente dote para atraer a un hombre interesante"

La joven continúo parloteando ignorando por completo la mirada perpleja de la persona a la cual servía quien solo se limitaba a observarla con una taza de té a medio camino de su boca, ponderando internamente que ahora sabía mucho más sobre el trabajo de las Vestales de Athena y Rodorio y sus alrededores que en todo el tiempo que llevaba viviendo en el Santuario. Sin embargo, más bizarro era escucharla hablar de las especulaciones referentes a los Caballero que servían en la Orden de la Diosa de la Guerra, que iba desde lo más ridículo hasta cosas que ella se preguntaban si eran ciertas, más no fue sino hasta que la escucho mencionar algo particular que llamó su atención que la hizo prestar debida atención a las palabras que salían a borbotones de la boca de la Vestal.

"¡Y fue tan trágico!" exclamó alisando las sabanas de la primera cama para tomar el par que iría en la segunda, mientras seguía cotorreando con apenas pausa para respirar. "Sisyphus-sama es un hombre muy bondadoso y terriblemente honorable por lo que sabíamos que nunca le diría a Athena-sama sus sentimientos, aunque para algunos era bastante obvio"

"¿Eh?" la joven de ojos exóticos parpadeó dejando la taza de té en la mesita muy lentamente, tratando de entender que acababa de decir la chica.

"Oh, si Oráculo-sama, era un secreto a voces aquí en el Santuario que el Santo de Sagitario estaba perdidamente enamorado de la deidad a la cual servía" asintió entusiasmada de poder contar a alguien que no supiera sobre ello, porque a las otras muchachas nuevas ya las tenía cansadas con el tema y además ninguna parecía creerle ni una pizca. "Un asunto terrible como iba diciéndole, pues al revivir y enterarse de que la mujer a la cual amaba estaba presuntamente muerta el pobre hombre estuvo desolado por un tiempo, y aunque no lo demuestre seguro que aún se lamenta por no poder estar junto a ella. Y es que ¿quién no lo haría? Athena-sama era hermosa, sabia y bondadosa, realmente una Diosa magnifica, ¿quién podría competir contra semejante ejemplar? Yo no desde luego..." la Vestal no notó que su atenta audiencia se retraía por lo que siguió con otro de los temas preferidos que era la mala reputación que tenían Kardia y Manigoldo de irse de taberna en taberna y hacer rabiar al anterior Patriarca.

Ione tenía la vista perdida en la ventana contra la cual estaba sentada mientras las palabras de aquella chica se repetían constantemente en su mente haciendo eco, sin entender porque eso hacía que su estómago se encogiera dolorosamente y sintiera como si súbitamente le faltara el aire en sus pulmones, su cabeza latía desagradablemente mientras un rugido estruendoso ensordecía sus oídos a los sonidos de afuera.

Ella no lo entendía, pero sentía como si algo se hubiera quebrado dentro de su pecho.

Vagamente notó que la Vestal se despedía alegremente para luego quedarse a solas en la gran y vacía habitación, su cuerpo parecía frio y desconectado, su mente en blanco se negaba a procesar nada más allá que las funciones básicas de su cuerpo. No supo cuánto tiempo duro así, pues no sentía que pasaran las horas sino hasta que un toque en su hombro la sacó del trance tan extraño en el que había caído y se encontró mirando dos ojos idénticos a los suyos propios.

"¿Adelfí?" Kaia la llamó preocupadamente, pues no era ni la primera ni la segunda vez que intentaba que su hermana le prestara atención, sin embargo, la expresión de su gemela al ella entrar a la habitación era de lo más peculiar pues parecía tan blanca como la cera y su mirada estaba vacía mirando un punto sin realmente verlo, parecido a cuando tenía una visión, pero totalmente diferente ya que el iris y las pupilas aun eran visible.

"Ah... Kaia, bienvenida de regreso" fue todo lo que ella pudo pronunciar con voz ligeramente ronca, sintiendo un frio estremecedor cubrir su cuerpo como una segunda piel, ni siquiera se molestó en esbozar una sonrisa pues sentía que no tenía energía para nada.

"¿Qué tienes, Adelfí?" indagó ansiosa tratando de ver si había alguna herida visible en su cuerpo, pero su vestido blanco esta igual de inmaculado que esa mañana cuando partió para pasar tiempo con Defteros y recorrer los alrededores. Al ver que iba a responder que no pasaba nada, ella la cortó de raíz. "Puedo sentir tu desasosiego, ni siquiera estas tratando de bloquearme así que por favor no lo niegues"

"La verdad... no estoy segura de que sucede" susurró la menor bajando la vista a sus manos entrelazadas en su regazo e intentando alejar el dolor que oprimía tan brutalmente su corazón sin éxito, cabe destacar. No entendía porque desde que escuchara aquello se sentía tan diferente, tan... vacía y llena de un dolor lacerante nunca antes hubo experimentado.

Kaia la observó en silencio por unos minutos antes de vacilantemente tantear el vínculo que las unía tan firmemente, pero todo lo que pudo vislumbrar fue la cara del Santo de Sagitario y confusas emociones por lo que rápidamente se retiró cerrado el enlace de modo que no fuera abrumada por lo que su hermanita estaba sintiendo, pero se hizo una idea de lo que pasaba.

"Adelfí" la llamó suavemente, tomando sus manos heladas en las suyas más cálidas le sonrió pensando en aquella noche cuando el hombre moreno de larga cabellera azulada le explicó que era el amor y pensó en impartir ese mismo conocimiento de modo que su gemela pudiera entender que era lo que le sucedía, pues estaba segura de que ella tenía sentimientos por el Caballero de las Alas Doradas. "Creo saber que te aqueja..."

"¿Lo sabes?" inquirió confundida y ansiosa de saber que era aquello y cómo hacerlo desaparecer.

"Eso creo, si" tomando una honda respiración llevo a su otra mitad a la cama de modo que ambas estuvieran sentadas frente a frente, antes de comenzar. "Creo que tu estado se debe a lo que tu sientes por Sisyphus de Sagitario"

"¿Lo que... siento por Sisyphus-sama?" susurró quedamente, sintiendo otro latido doloroso de su corazón al decir el nombre del alto hombre de cabellos canela y amable sonrisa.

"Debes cerrar tus ojos y pensar cuidadosamente en esa persona" entonó en voz baja y calmada, citando directamente las palabras tan sabias que su daimónio le otorgara esa noche. "Tu propio corazón te susurrará y te lo hará sentir, te dirá que desea la felicidad de él o ella por sobre todo lo demás al igual que su bienestar, compartir tiempos tanto difíciles como alegres..." murmuró por lo bajo atenta a cada reacción del rostro de la otra, queriendo de corazón que eso la ayudara, ya que incluso aunque ella misma amaba abiertamente al famoso Demonio de la Isla Kanon no era muy experimentada en ese tema como para guiar competentemente a alguien más.

Con los ojos cerrados y una imagen fuerte y vibrante de aquel magnifico hombre firmemente en su mente, pensó cuidadosamente en todas las interacciones que ellos tuvieron desde el principio cuando se encontraron sorpresivamente en la oficina privada del Patriarca hasta la actualidad, cada gesto y sonrisa compartida, cada palabra o silencio que creció entre ellos, la confianza y amistad, todo se reunión en un cumulo de poderosas emociones que amenazaban con estrangularla y a la vez eran como un bálsamo para su herida alma.

No le tomó mucho tiempo descifrar que amaba al Sagitariano, pues el conocimiento ahora está plenamente arraigado en sus huesos, en cada fibra de su ser, sin embargo, eso también la llevó a la verdad dolorosa que ella sin saber había padecido minutos antes y que seguía desgarrando su pecho sin misericordia.

Sus sentimientos estaban destinados a perecer, porque antes de saber que lo quería su corazón había sido destrozado con unas cuantas descuidadas palabras dichas inocentemente. Una singular lagrima resbaló por su suave majilla estrellándose en el dorso se su mano mientras admitía la realidad de su situación solo para sí misma.

Amaba a Sisyphus de Sagitario con toda su alma... pero era un amor no correspondido.

Y por todos los Dioses, como dolía amar algo imposible, porque no había manera posible de competir contra una Deidad. Y mientras la pena la abrumaba en su totalidad, solo pudo desear una sola cosa repetidamente en su mente...

Quisiera poder arrancarme el corazón.

.

.

Lo estaba haciendo de nuevo.

Sisyphus no se lo podía creer, pero Ione estaba actuando nuevamente de un modo peculiar, parecido a cuando estaba enferma y trataba de evitarlo ocultándole lo que realmente pasaba con ella, y ahora un mes después de que todo aquel asunto la chica volvía a caer en esa rutina dejándolo preguntarse ahora que andaba mal. Sabía que no era cuestión de salud ya que Connor seguía chequeando el avance de la Oráculo semanalmente, otra precaución que habían tomado en conjunto para asegurarse que nada más les pasara de ser percibido.

La cuestión era que la muchacha estaba distinta desde unas semanas atrás y él no sabía por qué.

Aunque seguía recibiéndolo ya no lo miraba directamente y la mayor parte del tiempo que pasaban juntos ella parecía siempre perdida en sus propios pensamientos y una o dos veces él espió una expresión de lo más desolada en su rostro de facciones delicadas, el silencio no había sido súbito sino algo más gradual por lo que a él le tomó un poco de tiempo darse cuenta de que había algo mal con la joven y eso mayormente se debía a que había estado distraído siguiéndole la pista a la fugitiva Vestal. En un principio pensó que aquel mutismo se debiera a que ella estaba preocupada, pero eso no era el caso ya que cuando intentó reconfortarla elle negó haber siquiera pensado en eso y él le creyó pues la expresión sorprendida de ella fue genuina.

Sin embargo, si no estaba enferma o preocupada, él no sabía ya que pensar ni como arreglar la súbita tristeza que podía notar se aferraba a cada poro de ella cuando esta se negaba a decirle que andaba mal. Era sumamente desconcertante esa actitud, sin contar con la punzada de dolor en su pecho cuando se dio cuenta que ella se alejaba de él, no físicamente, sino emocionalmente... las sonrisas disminuyeron hasta volverse inexistentes, ya no había felicidad en aquellos ojos exóticos y estaba constantemente aislada en los rincones recónditos de su mente, un lugar donde él no podía alcanzarla.

Iba regresando de su ronda por los alrededores del Santuario cuando se topó con una pareja a la que no esperaba ver en ese momento, aunque ellos no parecieron detectar su presencia, no obstante, cuando iba a anunciarse la conversación que estos mantenían lo silencio.

"No entiendo que salió mal, Defteros" Kaia suspiró recostándose contra aquel cuerpo musculoso y cálido, mientras sentía la mano de él acariciar su larga cabellera de forma tranquilizadora que calmó un poco su ansiedad, aunque no la hizo desaparecer por completo.

"¿A qué te refieres?" su voz profunda acarició los oídos sensibles de la Pitonisa mientras él mantenía su atención completamente en ella y lo maravillosa que era poder tocarla abiertamente, en saber que ella lo amaba a pesar de ser menos que perfecto.

"Ione... ella está cada vez más herida, no lo entiendo, daimónio" murmuró girándose para poder ver aquellos ojos azul profundo, intentando encontrar una respuesta ya que el vínculo con su gemela estaba firmemente sellado para ella y esta se negaba a decir palabra. "Este sentimiento que tenemos es tan maravilloso, nos complementa y nos hace mejores personas... y, aun así, el hecho de que ella haya descifrado lo que siente solo parece llenarla de agonía profunda. Es miserable y se niega a hablar de ello, como si el hecho de no hacerlo vaya a hacer que sus emociones desaparezcan, aunque no sé por qué querría aquello para empezar" estaba preocupada por su hermanita pequeña, profundamente ya que llevaba semana en ese estado de desolación y miradas perdidas en el espacio. Y ella ya no sabía qué hacer, por lo que había buscado el conocimiento en la persona que ella amaba con todo su ser.

Defteros meditó por unos minutos sobre aquel dilema, notando al mismo tiempo que su compañero de armas estaba en las cercanías completamente silencioso, pero eso no le impedido responder con sinceridad a lo que había estado rumiando por un tiempo.

"Quizás, Kaia, es que haya algo más de lo que nosotros somos ajenos" comentó lentamente, internando sus dedos en aquella cabellera que lo atraía, con los hilos suaves como seda oscura. Se inclinó para rozar un suave beso contra los labios de ella, su cuerpo más grande posicionado de un modo que cubría parcialmente el más menudo de ella de la vista de su amigo porque... aunque no le importaba que otros supieran que la quería las muestras de afecto que le dispersaba era algo privado para él. "Ella no sabe que siente él, asumo yo, y quizás es eso lo que la tiene decaída... sin embargo, nosotros no podemos inmiscuirnos en sus asuntos no a menos que ella nos de permiso por lo que espero que ellos resuelvan esta cuestión pronto, no solo por el bien de tu hermana sino por el tuyo"

"Seré más paciente, después de todo quiero que ella sea feliz" fue todo lo que la Pitonisa dijo, tirando suavemente del cuello del alto moreno para besarlo profundamente, sin darse cuenta de que la figura oculta que había estado escuchando se retiraba pensativo.

.

.

Dos días después ellos se encontraban en el prado de geranios a media tarde.

La suave brisa hacia moverse las flores como el oleaje del mar llevando hasta ellos el olor del agua del rio cercano, pero la calma que por lo general el lugar traía consigo no logró despejar la melancolía que rodeaba a la chica que se encontraba acostada entre los geranios morados, observando ausentemente las nubes pasar lentamente en el cielo mientras absorbía el aroma del bosque y la calidez del sol de media tarde que estaba cercano a la hora del atardecer.

Llevaban alrededor de casi tres horas allí, en la primera oportunidad que tenia de pasar tiempo al aire libre desde el incidente del envenenamiento, habiendo pasado la prueba física que Connor, la curandera, le hizo de modo que pudiera aprobarla para dejar el Santuario sin temor a una recaída, aunque ya estaba completamente recuperada ayudada por los cuarzos que estaba atados en sus muñecas y alrededor de su cuello. Ahora en ese momento rodeada de la energía de la Madre Tierra trataba de aliviar su dolor interno y al mismo tiempo llegar a entender, a asumir, que no habría nada más entre ellos que amistad, algo con lo que tenía que conformarse por que la alternativa a no verlo y no estar a su lado era impensable.

Su vida siempre había sido complicada, no veía por qué ahora eso fuera a cambiar.

Con un suspiro quedo se sentó e intentó sin éxito, ignorar la penetrante mirada fija que el Sagitariano llevaba lanzándole desde que pusieran un pie allí y sabía que de un momento a otro él la confrontaría ya que eso era algo que venía formándose desde hacía semanas pero que en los últimos dos días se había intensificado con las miradas veladas e intensas de aquellos ojos azul índigo por lo que cuando lo sintió levantarse de la roca que utilizaba como asiento y encaminarse hacia ella, cerró los parpados intentando centrarse y prepararse para la conversación que vendría.

Ella no quería que su dinámica cambiara, pero esas inconvenientes emociones que poseía no dejaban espacio para otra cosa.

"Ione" la llamó suavemente, calmadamente parándose a unos pasos de ella con los brazos cruzados sobre su pecho, pero no en forma amenazante, con ella él nunca seria agresivo no importaba que tan frustrado estuviera o cuan preocupado, siempre intentaría ser paciente con ella, pero había un límite y él había alcanzado el suyo. No quería verla sufrir por lo que estaba decidido a afrontar lo que fuera que la tenía a ella tan decaída.

"¿Hmm?" su vista fija en la flor con la cual jugueteaba mientras caminaba lentamente por el prado con la gran figura masculina deslizándose muy cerca, pero manteniendo cierta distancia de modo que no la abrumara, pero haciendo muy difícil ignorarlo. Siempre siendo considerado con ella, algo que calentaba su corazón y lo hacía doler a partes iguales.

"¿Qué es lo que te aflige?" preguntó directamente con voz tranquila pero firme mirando fijamente como los largos mechones de cabello castaño oscuro danzaban con la brisa dándole la apariencia con la corona de geranios al tope de su cabeza de ser un hada de bosque o una ninfa que fue a jugar con la naturaleza.

Hubo un silencio prolongado, pero luego ella suspiró una vez más fortaleciéndose se dio la vuelta acercándose los pocos pasos que los separaba extendió una mano posándola ligeramente sobre el antebrazo de él apoyando su cabeza contra su musculoso brazo cubierto por la Cloth Dorada cerrando los ojos permitiéndose solo ese momento de debilidad, de estar cerca de él aunque fuera muy agridulce pero su intención nunca había sido herirlo o preocuparlo, sin embargo, eso era justamente lo que consiguió al intentar desligarse para opacar la agonía de un amor no correspondido por lo que ahora decidió que no importaba cuando doliera aprendería a vivir con ello solo para estar junto a él.

"Es que yo... simplemente no puedo compararme con ella" finalmente respondió, cerrando sus parpados al sentir la caricia de sus dedos como el roce de una pluma sobre sus cabellos.

"¿Ella?" él inquirió desconcertado por esas palabras, pues no entendía a que se refería la joven mujer.

"Athena-sama" respondió en un tono calmado y suave, tragando el nudo que oprimía su garganta se apartó lentamente perdiéndose de la súbita tensión que atenazó el cuerpo masculino cuando sus palabras se registraron en la mente del Caballero de Oro, añorando la cercanía, pero necesitando el espacio para poder funcionar con la herida sangrante de un corazón roto. "Estaré bien, por eso no debe preocuparse, Sisyphus-sama..."

Los labios rosáceos de la muchacha se curvaron en la sonrisa más triste que él hubiera visto nunca, pero aun su comentario estaba haciendo eco en su mente, encajando las piezas del rompecabezas que con anterioridad parecía imposible de resolver, ahora parecía mucho más claro y lo dejó fuera de base. Abrió la boca para decirle algo, para objetar, pero la volvió a cerrar descubriendo que no sabía con exactitud como abordar el problema ya que sus propios sentimientos aun no estaban tan claros como a él le gustaría por lo que se abstuvo de contestar.

El silencio se estableció entre ellos, pesado, pero al mismo tiempo no, y cuando dejaron el campo de flores él aun rumiaba sobre lo que acababa de descubrir porque con unas pocas palabras y las que no fueron dichas en voz alta el dilema estaba presente alto y claro, pero una respuesta aun debía ser dada, una que aún no tenía. Cuando finalmente la dejó en sus aposentos ella se despidió suavemente con una pequeña sonrisa llena de una tranquila aceptación y con una reverencia se dio la vuelta, resueltamente alejándose sin mirar atrás ni un segundo porque de lo contrario él vería las lágrimas que caía silenciosas por sus mejillas.

Sisyphus, sin embargo, no pudo apartar la mirada de la figura femenina, sabiendo que ella se alejaría de él una vez más y eso era algo que no quería.

Tenía que resolver el problema de una u otra forma.

.

.

Exactamente tres días después el Sagitariano se presentó para llevarla nuevamente al lugar que ellos habían llegado a considerar de ellos, el prado rodeado de árboles.

Ione fue fácilmente hacia él sin comentar nada, con ese aire distraído pero amable, casi impersonal, aunque su mirada era reflejaba melancolía y aceptación; no parecía afectada por lo que sucedió la última vez que se vieron días atrás o eso aparentaba ya que en lo que la alzó en vilo para despegar ella se amoldó perfectamente a su cuerpo depositando su mejilla contra el apretando el agarre de sus esbeltos brazos sobre su cuello un poco más de lo que normalmente hacía.

Si, ella estaba intentando alejarse emocionalmente de él, pero al parecer no lo había conseguido.

O por lo menos no del todo.

Cuando aterrizaron y él la dejó sobre la hierba ella se apartó, aunque sus manos se mantuvieron en contacto más del tiempo necesario antes de que se alejara por las colinas con su larga melena oscura ondeando como una bandera en conjunto con el blanco vestido. Él, no obstante, la siguió lentamente perdido un poco en sus pensamientos, pero no lo suficiente como para no asegurarse de que los alrededores eran seguros, ya que la seguridad de ella era una de las cosas más importantes para él.

Durante los tres días que estuvo alejado no hizo otra cosa que pensar en ella y en lo que él sentía, en cuales eran las emociones que predominaban en su interior y que significaba eso para ellos.

Lo cual significo pensar en Athena, Sasha... algo que se dio cuenta no hacía desde hacía meses, o por lo menos no de la manera en que una vez lo hizo. En algún punto de su vida antes y después de la Guerra Santa él había estado enamorado de ella, no por su estatus como Diosa sino por cómo era ella como persona, pero eso no llevó a nada no solo porque los sentimientos de ella no era los mismo que los suyos sino que además el corazón de la joven no tenía cabida para nadie más que no fuera Pegaso, él mismo lo había sabido y luego de revivir debió aprender a sobrellevar la perdida de lo que nunca fue y nunca seria, de aceptar la realidad y seguir adelante porque eso era algo que su Diosa querría.

Y debido a esto, el hizo una plegaria a Athena pidiendo guía, aunque no esperaba una respuesta sorprendentemente la tuvo en un sueño que para él se sintió muy real, donde Sasha sonrió con calidez y le transmitió su aceptación y bendición. Eso le dio una oportunidad de obtener un cierre definitivo, de decir todo lo una vez calló y se guardó para sí mismo, lo dejo fluir, todas sus dudas y esperanzas y cuando por fin se levantó al alba una nueva paz lindaba su alma... y simplemente lo entendió.

Nunca pensó que podría llegar a sentir algo tan profundo como lo que le profesaba a la difunta Deidad.

Hasta que llegó esa inocente muchacha.

Cuando se había vuelto el guardián de la Oráculo de Delfos no había sido más que una obligación más, algo que tenía que hacerse y porque sintió que ella realmente estaba necesitada de protección, pero luego había visto a la joven mujer bajo la fachada de la figura de poder, la insegura, atormentada y gentil chica que velaba por otros sin tomar nada para sí misma, la que llevaba con una pesada carga sobre sus frágiles hombros sin quejarse nunca, la fiera y leal protectora de sus seres amados que les dijo a las claras que iría tras su hermana con o sin su ayuda cuando apenas si podía dar dos pasos sin sentir dolor.

Ella lo había impresionado.

Y después de convivir con ella, de conocer sus fortalezas y debilidades, había crecido en su ser un sentimiento especial que alcanzó el pico cuando pensó que ella estaba muriendo, la desesperación y dolor en su pecho cuando la encontró tendida manchada de sangre apenas respirando había sido como morir en vida, como si alguien hubiera tomado su corazón y rasgado el órgano en dos. Tenerla nuevamente sana y salva había aligerado un poco esa sensación estremecedora que lo sobrecogía cuando pensaba que ella pudo haber muerto en sus brazos, y no ayudaba cuando recordaba que la perpetradora que orquestó el asesinato de la chica seguía suelta, aun una amenaza, aunque fuera mínima.

Ahora, una vez que realmente hubo ahondado en lo que sentía por la joven mujer y estaba seguro de sí mismo, no iba a dejar que las cosas siguieran como hasta entonces; no, él iba a tomar cartas en el asunto, a dar una oportunidad de algo más, no pensaba perder el tiempo ya que la vida era corta y los Dioses muy caprichosos. Así que, sin esperar más, se acercó a ella despacio apreciando cada aspecto de la muchacha que se encontraba recorriendo en el campo de geranios morados ausentemente pero que rápidamente tomó consciencia de su cercanía, girando para mirarlo con desconcierto ya que por lo general en ese lugar el solía dejarla vagar a sus anchas hasta que llegaba la hora de partir.

"Sisyphus-sama, ¿Qué-?" ella empezó a decir, pero fue rápidamente interrumpida.

"No tienes que compararte con ella" le dijo suavemente, tomando su mano y acercándola a él, mientras con la otra acunaba su rostro viendo con alegría que ella apoyaba su mejilla contra su palma a pesar de la clara confusión que expresaba su rostro de facciones delicadas. "Ambas son dos personas diferentes, y aunque una vez mis sentimientos por Athena-sama fueron algo más que lo que un Caballero siente por su Diosa eso ha quedado en el pasado, la vida siguió su curso, pero eso no significa que lo que siento por ti sea algo trivial"

El corazón de Ione comenzó a latir desbocadamente en un ritmo casi doloroso, mientras su cerebro intentaba desesperadamente entender que trataba de decirle el alto hombre de cabellos canela, pero no estaba segura de haberlo captado del todo. Estaba confundida por el repentino tema cuando ella había creído desde hacía días que él no podía corresponderla de ninguna manera más que como amigos.

"De alguna forma te volviste la persona más importante para mí sin que me diera cuenta" sus labios se curvaron en una sonrisa gentil al observar sus grandes ojos bicolores mirarlo fijamente con asombro y esperanza, aunque aún había duda en ella y eso él no iba a permitirlo. "Pero no me arrepiento, soy feliz si tú eres feliz y estoy triste cada vez que tú lo estas, deseo protegerte de todo mal y al mismo tiempo poder tenerte a mi lado siempre... si esto no es amor, realmente no sé qué lo sea" terminó encogiéndose de hombros ligeramente.

"Yo... no sabía realmente que eran las extrañas sensaciones que me atenazaban cada vez que usted estaba a mi lado, hasta que Kaia me hizo ver la realidad con unas simple pero sabias palabras" susurró la joven parpadeando para despejar su nublada vista de las súbitas lagrimas que la anegaban. No sabía si quería llorar de alivio o felicidad, tal vez fuera una mezcla de ambas. "Entonces pensé que... que quizás mis sentimientos no fueran recíprocos, por lo que trate de deshacerme de ellos sin mucho éxito... pero al final prefería que fuéramos amigos a no tener relación alguna con usted"

Sisyphus suspiró al darse cuenta de lo que la muchacha había pensado y estado tratando de hacer, aunque él le pudiera haber ahorrado los problemas al decirle que uno no dejaba de amar a otro simplemente porque así lo deseaba, las emociones no funcionaban de esa manera, no al menos las que eran genuinas. Atrayéndola hacia si la abrazó con fuerza, pero no lo suficiente como para aplastarla, e inclinó su cabeza de modo que sus labios rozaron la coronilla de ella en un beso ligero y lleno de afecto, aspirando su único olor a coco y sintiendo la calidez de tener a su persona amada con él, y la sensación era simplemente maravillosa.

"Entonces, si está bien contigo, me parece que seremos más que amigos" comentó amenamente con una sonrisa contra esos ricos mechones oscuros, sintiéndola abrazar su cintura y acurrucarse contra su pecho con completa confianza.

"No tengo objeción alguna, ya que Sisyphus-sama también es la persona más importante para mí" murmuró sintiéndose por fin en calma y llena de felicidad. Nada podía aplacar la sensación de pertenencia que la llenaba de la cabeza a los pies, y todo se lo debía a ese magnifico hombre de ojos azul índigo quien la amaba a pesar de ser una mujer imperfecta y con fallas.

Al parecer, por una vez los Dioses les habían otorgado un regalo.

Continuara...

Bueno, dejenme decirles que tuve inmensos problemas para explicar como Sisyphus se enamoro de Ione, porque seamos realista aquí chicas, si tu interesado te dice que estuvo enamorado de una Diosa, estas clara que jamás podrás competir con alguien de ascendencia divina... mi autoestima no sobreviviría una comparación semejante, y nuestras protagonista tampoco :v

Kaia dándole consejo a su hermanita pequeña y pasando tiempo de calidad con nuestro morenazo hermoso 7u7)r

Pero todo se arreglo al final entre nuestras parejita adorable :3

¡Nos vemos en el próximo capitulo! ¡Dejen sus opiniones!

Pagina de Facebook: Sisters Of The Heart-SSTLC

¡Únanse, las esperamos!

Zoteria

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro