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Capítulo 5

'Wings and Tales'

Grecia, Athenas – Santuario.

Septiembre, 23 de 1749

Su mirada azul índigo leía el informe que El Cid habían enviado detenidamente ponderando para sus adentro cuánto tiempo más tomaría sacar a la luz y eliminar cada rama de la Organización de Nero que los Santos Negros manejaban desde hacía algunos años, pero por cada reporte que el Caballero de Capricornio remitía y la cuenta aumentaba, se preguntaba si no estaba tratando con una Hidra casi imposible de derrotar.

"¿Algo perturba tu mente?" inquirió calmadamente Shion al ver que el hombre que era su mano derecha fruncía el ceño con la mirada fija en el papel que ya leía por más de diez minutos, mientras el mismo revisaba el informe semanal de las Vestales preguntándose si realmente eran tan inútiles las nuevas integrantes que fueron enviadas a servir al Santuario, pero conociendo a la Vestal Madre provisional, probablemente lo eran. Iba a tener que hablar con Nerys pronto o arriesgarse a un motín por parte de la mujer de mirada violeta.

El Sagitariano parpadeó dejando de lado sus oscuros pensamientos, para observar a su superior dejar de lado un pergamino que tenía el sello oficial de las Vestales para dirigir su atención completamente hacia su persona. Con un suspiro pasó una mano por sus cortos mechones canela, haciéndole entrega de la carta para que el Pope pudiera verlo por sí mismo.

Curioso, el rubio tomó la hoja y al posar sus ojos rojizos en esta, reconoció al instante la letra de su otro compañero de pelea.

"Ah" asintió al terminar de leer la breve letra. "Ha destapado una más de las guaridas secretas de Nero, con esta ya son dos en lo que va de este mes" masajeó el puente de su nariz al escanear nuevamente en los problemas que eso acarrearía si dejaban, aunque fuera uno solo sin destruir.

"Y ya tiene una posible ubicación de otra guarida" apretó sus labios en una fina línea antes de mirar a los ojos al Lemuriano. "Es como una Hidra... cortas una cabeza y aparece otra"

"Desafortunadamente, así parecen estar las cosas" asintió algo estresado por todo lo que había que hacer y contemplar las cosas que estaban fuera de su control inmediato le estaba provocando una migraña. "Lo único que me conforta por las noches es saber que El Cid no se detendrá hasta estar completamente seguro de haberlos erradicado enteramente"

"Estoy de acuerdo" fue todo lo que dijo, antes de proseguir a leer el siguiente papel, pero una risita los interrumpió.

"¡Ciao!"

La vista de ellos se dirigió a la pequeña de cabellos de ébano y ojos azul violáceos que estaba parada en la entrada de la oficina saludándolos con ambas manitas.

"¿Mellea, que haces aquí? ¿Dónde están tus padres?" preguntó el Pope frunciendo el entrecejo por un momento antes de sonreírle a la nena.

"Casa" dijo ella animadamente corriendo para abrazar las rodillas del castaño quien le palmeó suavemente la cabeza con una sonrisa amable antes de ir alrededor del escritorio y subirse algo torpemente al regazo del Patriarca. "¡Jugar ya! ¡Amos, amos, parakaló!" prácticamente rogó con sus grandes ojos y sus manitas juntas bajo su barbilla, luciendo adorable e inocente al mismo tiempo.

El rubio negó resignado echando un vistazo al papeleo que aún le quedaba por hacer y de nuevo a la niña quien esperaba impacientemente a que accediera a su deseo, con una fingida mirada de sufrimiento hacia su compañero, se levantó con la infante en brazos sabiendo que de lo contrario la nena se quedaría con ellos y uno de los dos necesitaba completar al menos la mitad del trabajo para no verse sobrecargados en los días siguientes.

Addio!" dando saltitos en los brazos de su Ilustrísima, ella se despidió del otro potencial amigo de juego para luego indicarle por dónde ir al Ariano.

Divertido, volvió su atención a los papiros y pergaminos que necesitaban trabajo y dejó su mente volar por los últimos tres días, rememorando la llegada de la Pitonisa Madre en compañía de Defteros de Géminis, por un momento creyó que los problemas de la Oráculo podrían aliviarse un poco con la hermana de ella a su lado, pero si tomaba en cuenta la preocupación evidente en el rostro de la chica diría que las cosas no habían salido como esperaba. Había una tensión en ella que solo se agrandaba a cada día, y sus sonrisas que de por si eran muy pocas se opacaron lentamente hasta que se volvió solo un fantasma que apenas tocaba su boca.

No encontraba la forma de preguntarle qué pasaba, sin parecer entrometido porque por más que quisiera solucionar los problemas de esa triste joven la verdad era que su trabajo como su guardián no incluía realmente nada más que vigilarla y asegurarse de que no salía lastimada, ahora se preguntaba si eso incluía proteger sus sentimientos, algo que de hecho no era fácil de alcanzar. Sin contar con tener que recordar constantemente su lugar como Santo de Athena y que ella era la Oráculo de Delfos, había líneas que no podía cruzar no importa cuánto lo deseara, especialmente cuando veía lo miserable que era la mujer.

Si ella no se habría voluntariamente a él, no había mucho que hacer.

Le tomó el resto de la mañana avanzar por un lote de papeles importantes, pero cuando finalmente termino eso estaba satisfecho de un trabajo bien hecho y que además reduciría el papeleo para el Patriarca de modo que pudiera disfrutar de tiempo para pasarlo con aquella joven pintora de lentes por la que parecía sentir mucho afecto, aunque aún no hubiera hecho nada oficial muchos en el Santuario sabían que algo se traían esos dos.

Estirando sus músculos lentamente se levantó de su asintió con la intención de ir a almorzar algo y luego chequear a su protegida para después seguir con sus deberes, por lo que dio una vuelta por su Templo en ese tiempo asegurándose de que todo estuviera en orden, ya que últimamente su tiempo se dividía entre la oficina del Pope, las habitaciones de la Oráculo y los alrededores del Santuario cuando hacía patrullaje, por lo que su Casa Zodiacal estaba algo descuidada de su atención. Disfrutó del suave viento que acarició su rostro mientras bajaba por los escalones hacia sus dominios, saludando amenamente a sus dos compañeros que estaban presentes a medida que descendía.

No le tomó mucho tiempo comer ni revisar que todo estuviera en orden, por lo que al terminar se dirigió nuevamente al Templo Papal, una vez ahí tomó un desvió por uno de los pasillos que lo llevaría a los aposentos de la Oráculo, no obstante, frunció el ceño al acercarse y notar que la Pitonisa Madre se alejaba por otro pasillo obviamente habiendo salido de las habitaciones a las que él se dirigía, y si su vista no le falló, la mujer que podía transformarse en un gran Direwolf irradiaba tensión en cada partícula del cuerpo. Teniendo un presentimiento, hizo un toque sobre las puertas de madera y esperó por el visto bueno, una vez lo recibido de una voz opaca y amortiguada, ingresó calmadamente, pero con una sospecha latente dentro que le indicaba que algo había pasado entre las gemelas cosa que confirmó al ver a la joven sentada en la pequeña plataforma redonda que se ubicaba a unos metros de las cortinas rojas que dividían los cuarteles privados de las féminas.

"Oráculo-sama" este hizo una pequeña reverencia manteniendo su mirada en ella de forma ligera, tomando nota de todos los matices que había en la chica.

"Sagitario-sama" la muchacha apenas musitó con una débil sonrisa que escasamente curvó sus labios, sus ojos bicolores lo observaron por un segundo antes de que sus pestañas descendieran velando su vista de él, pero no antes de que este captara la profunda tristeza y dolor que brillaron en ellos.

Sisyphus dejó salir el aire lentamente, observándola en silencio por unos minutos debatiéndose internamente como aproximarse al problema sin sobrepasar su posición y cruzar una línea invisible que le recordaba constantemente quienes eran ellos dos y sus deberes. Sin embargo, no tuvo que idear una forma de iniciar una conversación ya que ella se le adelanto.

"¿Se encuentra todo en orden?" murmuró suavemente manteniendo su cabeza agachas, intentando distraer su atención y la del hombre de grandes alas doradas de lo que realmente deseaba ocultar, aun sintiendo el dolor profundo del rechazo de su hermana hacía unos minutos cuando intentó que le hablara de lo que estaba pasando por su mente y esta simplemente se quedó en silencio para luego marcharse sin siquiera mirar atrás.

Jamás nada le había dolido tanto algo antes, incluso la paliza que los Santos Negros le propinaron no podía compararse a la agonía del silencio sepulcral de la única persona que le importaba en ese mundo. Y todo era su maldita culpa, al final de todo... ella era la única causante del sufrimiento que su gemela atravesaba justo como pensó que pasaría al dejar Delfos.

"Si, por ahora no hay nada fuera de lugar" asintió el castaño, cruzándose de brazos sin desviar su mirada de la muchacha ni por un minuto, queriendo inquirir sobre lo que realmente la tenía agobiada y miserable, de manera que pudiera ayudarla a superar lo que sea que fuera eso, pero, como iba pasando desde hacía unos días, no lo hizo. "¿Usted... se encuentra bien?" al final se abstuvo y resignó a que ella en algún punto le dijera voluntariamente que le ocurría.

Ione estuvo callada por unos minutos, no atreviéndose a decir nada por miedo a echarse a llorar y por todos los Dioses, ya eso había ocurrido tan frecuentemente que estaba cansada de sentirse miserable todo el tiempo, y aun así, no podía evitarlo, no cuando el peso de sus acciones y las consecuencias de estas la hundía constantemente en un hoyo profundo de depresión y desesperación, del que le estaba costando horrores salir... hacer los más mínimos trabajos requería de una energía que le costaba reunir, incluso levantarse por las mañanas se estaba volviendo cada vez más duro.

Casi imposible.

Quería hablar con alguien de eso, dejar salir todo lo que rondaba su menta y corazón, pero con la única persona que siempre había podido hacerlo sin temor a ser juzgada o salir herida, estaba fuera de cuestión, ya que por lo visto Kaia no quería hablar ni estar cerca de ella, y buenas razones tenía para hacerlo considerando lo ocurrido. De nuevo una opresión atenazó su pecho y sin darse apenas cuenta una lagrima se deslizó por su mejilla cayendo sobre la parte posterior de su mano que se encontraba apretada en su puño en su regazo, delatando su estado emocional al hombre presente a quien ella había olvidado por completo al sumergirse en sus pensamientos.

El Sagitariano hizo una mueca e inmediatamente se movió en un suave y fluido caminar deteniéndose frente a la joven mujer, hinco una rodilla en el suelo de modo que estuvieran más o menos a la misma altura, con una mano en su muslo y la otra con sus nudillos contra la fría piedra del piso, sus ojos índigos la observaron con amabilidad y empatía, suavizándose incluso más cuando ella dirigió su mirada exótica hacia él, con las pestañas oscuras húmedas de lágrimas contenidas y labios temblorosos.

"Está bien... puede decir lo que desee, yo no voy a juzgarla" dijo afablemente intentando trasmitirle tranquilidad no solo con sus palabras sino también con su mera presencia.

Sus grandes ojos bicolores parpadearon como el ligero aleteo de un pajarito, y otra gota se escapó humedeciendo un poco más su mejilla y mano, por un momento pensó en negarse demasiado temerosa de abrirse a alguien más que no fuera su gemela, pero a su mente vino el recuerdo de todas las veces en que ese alto hombre de cabellos canela la había ayudado sin quejarse ni desestimar sus miedos aunque no los entendiera del todo, su constante y fuerte presencia era como una roca en medio del océano a la que aferrarse si así ella lo decidía, de alguna forma en su interior sabía que él no la dañaría y con el eco de aquellas palabras que una vez le dijo Ilias de Leo sobre los Caballeros de Athena, cuando apenas era una niña retumbando en su cerebro, tomó la decisión de confiar en él.

"Kaia... Kaia se ha alejado de mi" susurró finalmente, sus manos tan apretadas que podía sentir las uñas clavarse como pequeñas dagas en la tierna piel de sus palmas, pero incluso esa punzada de dolor no se comparaba con el hueco agonizante de su corazón. "Desde que paso el incidente donde perdió el control en su forma animal, algo cambio en ella, me ha bloqueado completamente del vínculo que compartimos y no importa que haga ella... ella apenas parecer poder estar a mi alrededor, y la verdad es que no la culpo ya que fue por mi culpa que todo sucedió, es a causa de la conexión entre la Oráculo y la Protectora lo que la hizo actuar de esa forma..." cerró sus ojos fuertemente intentando contener el torrente de llanto que amenazaba con tragársela por entero, pero eso solo consiguió que reviviera la pesadilla que fue cuando volvió en sí y se dio cuenta de lo que su hermana estaba haciendo, del terror que la sobrevino al saber que su gemela podía perderse en el instinto asesino de aniquilar toda posible amenaza para ella.

Todo, absolutamente todo lo malo que hubo pasado hasta ese momento... se derivaba a su posición como la Oráculo de Delfos.

"¿Por qué piensa que es su culpa?" inquirió el castaño confundido, tratando de seguir el razonamiento de ella sin conseguirlo ya que en su mente era claro que la culpa recaía enteramente en los desgraciados de la Organización de Nero y en nadie más.

"Ellos buscaban adquirir información de las defensas del Santuario, querían saber los puntos débiles no solo del sitio en sí, sino de ustedes también, además de la ubicación de la máscara de la Isla Reina Muerte" se estremeció al recordar la vileza de Yudo de Perro de Caza Negro al hacer esas demandas y la subsecuente paliza que recibió al no dar respuesta. "Creían que podían obtener lo que buscaban a través del poder que posee la Oráculo, pero no iba a acabar simplemente con eso, no, su ambición no les permitiría simplemente matarme luego de tener lo que querían..." sus parpados se elevaron con una mirada sombría que hablaba de lo mucho que en su corta vida ella había visto, pero de lo que aún no podía hablar ni siquiera con él. "Es por esto que principalmente rondaron por el Santuario, sabían que no obtendrían a la pequeña hija de Cancer y no sabían que la madre de la criatura estaba aquí, no, ellos vinieron porque yo estaba presente... poder ver al futuro y anticiparse a los pasos de tus enemigos, era demasiado tentador para los humanos por lo cual me volvería un objeto para usar a conveniencia y no sería la primera vez que esto sucede en la historia desde que la Villa de Delfos fue fundada"

Sisyphus no pudo más que estar de acuerdo con ella en eso, para los Santos Negros les hubiera sido imposible penetrar en los Templos Zodiacales sin ser aniquilados por el actual primer defensor de estos, Aldebaran de Tauro, especialmente después del intento fallido de matar a Mellea donde la Vestal del Templo de Virgo la salvó casi a costa de su vida con ayuda de otros tres de sus compañeros de lucha, entre esos el padre de la criatura. No, el Pope y el habían deducido que la única razón que seguían rondando era porque de alguna forma sabían que la joven mujer frente a él estaba en residencia y esperaban una oportunidad de secuestrarla, que al final lograran eso junto con la abducción de la familia de Manigoldo, era aún un punto que golpeaba duro sus orgullos como Guerreros.

"Así que ya ve... ¿Cómo no puedo aceptar la culpa? sabiendo como lo hago que fue por esa única razón que ellos casi asesinan a dos inocentes, además de ocasionar el estado en el que mi hermana se encuentra en estos momentos... no, todo deriva de la maldición de ser la Oráculo de Delfos" dijo tristemente, resignada y dolida al consentir esa verdad.

"Yo no lo creo así" negó inmediatamente, con su intensa mirada índigo trabada en esos profundos y heridos ojos exóticos. "Aunque en parte tiene razón de porque ellos vinieron aquí en todo lo demás está usted equivocada, yo creo firmemente que cada uno de nosotros forja su propio camino y eso incluye la toma de decisiones, por lo que los Caballeros Negros decidieron por propia voluntad hacer las cosas malignas que hacen y debido a ello, no creo que deba aceptar la culpa de algo que escapa a su control" sentencio decididamente, intentando que ella comprendiera eso más que nada, y con esto aliviar su culpa, pero lo de su hermana era una cosa distinta. "Sin embargo, en lo referente a su gemela, creo que debido a las circunstancias ella perdió su confianza en sí misma y por eso se marchó" agregó cuidadosamente, pues eso no era más que una conjetura suya, aunque por la actitud de Defteros, sabía que no era el único que lo pensaba.

"Pero Kaia nunca lastimaría a ningún inocente" Ione no lo entendía, pues ella tenía plena confianza en su gemela ya fuera en su forma humana o animal, para ella era imposible considerar otra posibilidad que esa.

"No obstante, ella no parece creerlo así, o al menos eso es lo que refleja la actitud de la Pitonisa Madre" concluyó con un ligero encogimiento de hombros, sabiendo que no había mucho que hacer respecto a la otra mujer de largos cabellos castaños oscuros.

La muchacha frunció el ceño ante sus palabras, deteniéndose y realmente considerando lo dicho con cuidado, ¿Podría su hermana sentirse de esa forma? En su mente Kaia era la persona más fuerte que hubiera conocido jamás, su confianza y seguridad era algo que la caracterizaba junto a la amabilidad y curiosidad innata que poseía, por lo que el siquiera pensar que ella hubiera perdido la confianza de estar alrededor de otros era casi imposible, sin embargo, aun podía recordar el horror en su mirada al ver la masacre que hizo esa noche y su pronta partida apenas unos días después del incidente...

"Quiere resolverlo por su cuenta" susurró para sí misma con algo de tristeza, comprendiendo que esa era una de las cosas en las que no podía intervenir más que para asegurarle a su gemela que estaría allí para ella sin importar que. Y aunque el silencio de Kaia aún le parecía sospechoso, lo dejaría estar por un tiempo, esperando que lograra obtener lo que estaba buscando y pudiera finalmente hablar con ella como siempre lo había hecho. "Gracias, Sagitario-sama... por sus palabras" débilmente le regaló una sonrisa, pero totalmente genuina realmente sintiéndose agradecida por la presencia de ese hombre de grandes alas doradas y su sabiduría en esa difícil situación que atravesaba.

"No fue problema, Oráculo-sama, me alegra haberle ayudado" le aseguró con suave amabilidad sintiendo un poco de alivio al saber que por lo menos algo del peso que esa joven cargaba sobre sus hombros fuera despejado.

Solo esperaba que pronto se arreglara la situación con la Pitonisa Madre, de modo que ambas mujeres quedaran libres de la sombra que el incidente con los Santos Negros había traído consigo.

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El suave piar de un ave fue lo que llamó la atención de Sisyphus cuando se detuvo frente a la habitación luego de tocar a la puerta, curioso pues no era la primera vez que escuchaba pájaros en la sala aunque estos siempre salían volando en lo que lo percibían, ingresó lentamente notando al instante que la joven mujer estaba sentada nuevamente en la plataforma redonda y en sus delicados dedos descansaba una golondrina con sus hermosos colores brillantes de azul, rojo y blanco, pero lo que realmente captó su mirada fue que la boca de ella estaba curvada ligeramente con sus ojos exóticos reflejando por primera vez algo de alegría.

Eso lo hizo detenerse por un momento, pensando en la conexión que parecían tener todas las Pitonisas a la naturaleza, y la verdad, lucia como si la chica frente de si no fuera diferente y, aun así, ella no había tenido la oportunidad de caminar al aire libre entre la espesura del bosque ni de ver otra cosa que esas paredes desde que llegara hacia casi un año atrás, obviamente sin contar el tiempo que pasó secuestrada por los de la Organización de Nero.

"Sagitario-sama, buen día"

La voz de tono suave lo sacó de sus pensamientos, dirigiendo nuevamente su vista hacia la muchacha que se encontraba observándolo con calma mientras distraídamente acariciaba el vistoso plumaje del pajarillo, relegó su realización a la parte posterior de su mente y le hizo una reverencia educada a ella, sonriéndole amablemente a su vez antes de acercarse con lentitud no queriendo espantar al ave, aunque cuando finalmente se detuvo a una corta distancia de la Oráculo el animalito no pareció tomarlo en cuenta como los otros hacían frecuentemente.

"Buen día, Oráculo-sama ¿Cómo se encuentra hoy?" inquirió como normalmente era su costumbre desde que iniciara las visitas diarias.

"Mi salud se encuentra perfectamente" respondió simplemente sin entrar en detalles ya que hacía casi un mes desde que le dieran aquella paliza y ya estaba completamente recuperada, o al menos, físicamente lo estaba.

Eso se debía a que ella aún seguía teniendo problemas para dormir, aunque tener la presencia de su gemela era reconfortante incluso cuando esta no pasaba muchas noches en la habitación compartida, igual la tranquilizaba un poco. Eso le recordaba que apenas unos días después de su conversación con el Santo frente a ella, su hermana y ella tuvieron una charla larga y tendida sobre sus problemas y esta le explicó que no había sido que no quiso hablarle simplemente no podía por la técnica que el Guardian de la Virgen le hubo puesto en su cruzada para recuperar la confianza en su lado animal, algo que ella comprendió a la perfección especialmente porque gracias a otra visión que tuvo se dio cuenta que Defteros de Géminis había estado ayudando a Kaia.

"Es bueno saberlo" asintió amenamente antes de dirigir su mirada índigo hacia el ave que descansaba tranquilamente en la mano de la chica. "¿Es un nuevo amigo?" preguntó curioso, indicando al animalito.

"No" ella negó suavemente regresando su mirada al pajarito quien parecía estar medio adormilado, y no pudo hacer otra cosa que ampliar su sonrisa ligeramente al notar la sorpresa en el rostro del alto hombre de cabellos canela. "En la Villa de Delfos solía venir a mi constantemente al igual que otros animales... imagine que ya me habrían olvidado teniendo en cuenta que llevo aquí once meses, pero al parecer estaba equivocada, sin embargo, no estoy segura de cómo me encontró" su dedo índice pasó suavemente por el lomo de pequeño cuerpo acariciando las sedosas plumas azuladas.

"Supongo que la Madre Naturaleza pudo haberlo guiado" se aventuró a sugerir, ya que recordaba muchas de las pláticas que tuvo con su hermano mayor cuando este lo entrenaba, e Ilias constantemente hablaba de la madre tierra y como esta estaba conectada con todos los seres vivos del planeta.

Al instante la mirada exótica de ella se iluminó y por primera vez desde que él la conociera, la muchacha dejó escapar una pequeña y suave risa cantarina, que la hizo brillar entera.

"Si, supongo que tiene razón" respondió sintiendo esa calidez desconocida de nuevo llenar su pecho, pero su atención regresó al ave que movió su cabeza sacudiendo sus plumas y ella supo que era hora de despedirse.

Con la tristeza llenando nuevamente su ser, se levantó del pedestal y bajando al suelo frio de piedra caminó hacia el ventanal siendo seguida por el Sagitariano a una distancia adecuada y llevado por la curiosidad; una vez frente al gran arco ella acarició una última vez a su amigo antes de extender su brazo ligeramente hacia afuera.

"Ve, vuele a la naturaleza" y sino bien ella hubo pronunciado esas palabras la golondrina extendió sus alas y emprendió vuelo. Sus ojos bicolores no se despegaron de la dirección en la que el pájaro se fue hasta que ya no pudo verlo más, lentamente depositó su mano en el borde del ventanal sintiendo la suave brisa mover ligeramente sus largos cabellos castaño oscuro. "Debe ser maravilloso..." susurró melancólicamente mirando el cielo azul y las nubes blancas deslizarse lentamente en el firmamento.

"¿El que?" indagó él en voz baja, captando inmediatamente la mirada de añoranza y tristeza volver a asentarse nuevamente en el rostro de tez dorada de la joven mujer.

"Tener alas y poder volar a donde sea que nos lleve el viendo..." murmuro sin volverse hacia el alto hombre, sintiendo agudamente el dolor en su ser al recordar que su lugar estaba entre los moradores terrestre y su deber como la Oráculo que la encadenaba a una vida solitaria y llena de dolor. "Y sencillamente ser... libre"

Sisyphus sintió una sensación extraña oprimir su pecho al ver la expresión desolada en la cara de la muchacha que reflejaba ese deseo desnudo de obtener lo inalcanzable, de despojarse de las ataduras que la sujetaban a su estación que lentamente se volvió una jaula dorada. Una hermosa y segura jaula dorada, llena de muchas e increíbles comodidades, pero al final del día no era otra cosa que una bella prisión que la mantenía cautiva... ella misma lucia como un ave en cautiverio que había perdido la esperanza de alcanzar la libertad de los que otros gozaban abiertamente.

Eso le sentó como un puñetazo a sus entrañas, sencillamente no podía quedarse de brazos cruzados sabiendo que la situación en la que se encontraba la hacía miserable y que él podía quizás remediarlo, al menos en parte, si jugaban sus cartas bien.

"Desea poder volar" él afirmó, no era una pregunta pues él ya sabía esa respuesta, y aun así ella lo confirmó sin miramientos.

"Así es... aunque sé que es imposible" sonrió tristemente, alejando su mirada de mala gana del cielo y sus infinitas posibilidades.

"Entonces, cumpliré su deseo" fue todo lo que el Sagitariano dijo, conectando sus ojos azul índigo con los exóticos de ella, que mostraban una mirada inquisitiva y confusa. Pensando cuidadosamente como exactamente iba a hacer semejante cosa y cuál sería el obstáculo más grande en su camino, continuó con una convicción inquebrantable sabiendo que de una u otra forma se las arreglaría para lograrlo, pero esa joven lo merecía. "Definitivamente, lo hare posible"

"¿A qué se refiere?" cuestionó la Oráculo desconcertada por aquellas palabras, que, aunque intentaba ignorar lo mejor que podía, habían creado una pequeña chispa de esperanza en su interior.

"Pronto lo vera, Oráculo-sama, no obstante, por ahora debo retirarme" y sin más, hizo una pequeña reverencia educada pero amable y con una sonrisa misteriosa pintada en su boca, se dio la vuelta y se marchó, dispuesto a poner en marcha de inmediato su plan.

No pensaba retractarse de su palabra, incluso si eso le acarreaba un castigo de parte del Patriarca, lo afrontaría sin pestañear, ya que para él valdría la pena cualquier penalización si tan solo conseguía que ella volviera a reír o incluso a sonreír con tanta libertad nuevamente. Después de todas las penurias que la chica había padecido, y todo lo que había entregado para beneficio de los demás, era justo retribuir su bondad con una acción igual de buena.

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Fue unos días después, en la segunda semana de octubre que finalmente ella comprendió sus misteriosas palabras.

Se encontraba ojeando uno de los nuevos libros sentada en la silla al lado del ventanal del área de su dormitorio cuando escuchó el toque clásico en la puerta seguido del sonido de pasos con un tintineo metálico de una Cloth indicando que la persona que se acercaba era un Caballero, alzando su mirada bicolor le brindó una pequeña sonrisa de bienvenida al Sagitariano, habiendo olvidado la conversación que tuvieron unos días atrás.

"Sagitario-sama, buenas tardes"

"Buenas tardes" hizo una reverencia educada antes de enderezarse nuevamente, dedicándole una sonrisa misteriosa se acercó a la chica echando un vistazo al libro que ella sostenía antes de dirigir su atención a su cara. "¿Se encuentra bien hoy?"

"Así es, no ha habido cambios negativos en mi salud" respondió como siempre lo hacía cada vez que él preguntaba sobre eso, algo que se volvió parte de su rutina más pudo notar que algo había diferente en la actitud del alto hombre de cabellos canela, aunque no podía poner su dedo en exactamente que era.

"Es bueno saberlo, ya que en ese caso podemos irnos" asintió descruzando sus brazos de su pecho, dispuesto a comenzar su plan.

Le hubo tomado alrededor de unas horas convencer a Shion de lo que quería hacer, y aunque al principio se mostró renuente a permitirlo su argumento al final ganó la batalla por lo que le tomó unos días prepararlo todo y chequear los alrededores para asegurarse de que fueran seguros y no hubiera nada que pudiera amenazar a la joven mujer, aunque él podía rechazar un ataque y protegerla sin problema, el punto de la sorpresa seria arruinado si alguien osaba hacerlo.

"¿Eh? ¿Qué quiere decir?" parpadeó, confusa ante sus palabras totalmente desconcertada por ese giro súbito en la rutina de todos los días. "¿Irnos? ¿A dónde?"

"Me temo que es una sorpresa" le sonrió tranquilizadoramente, esperando pacientemente a que ella se decidiera si iría con él o se quedaría, aunque sería una lástima pues era seguro que disfrutaría del paseo.

Frunciendo el ceño, esperó unos minutos, pero al ver que el hombre de grandes alas doradas no hizo ningún intento por explicarse más, suspiro y reluctantemente cerró su libro dejándolo en la mesita de madera para seguidamente levantarse, manteniendo en todo momento su vista fija en él.

"Por aquí, por favor" indicó con su brazo hacia las cortinas rojas.

Con una última mirada de desconcierto, caminó hacia la salida sabiendo que él la seguía de cerca y mientras se preguntaba qué era lo que sucedía y por qué el súbito cambio. Una vez fuera de las habitaciones, el Santo de Sagitario tomó la delantera guiándola amenamente por unos pasillos en un silencio cómodo hasta que cruzaron una gran puerta dando a unas escaleras en espiral que ascendían a lo que ella reconoció como el lugar donde hicieron la ceremonia para traer a los Guerreros de Athena de vuelta a la vida; ahora, incluso más confundida pero un poco curiosa subió los escalones distraída por la increíble vista que se podía apreciar desde ese sitio.

Al llegar al tope donde se podía ver los pilares que desde siglos atrás custodiaban la estatua de la Diosa de la Guerra que en ese momento estaba ausente del Santuario, luego de recorrer el lugar volvió su atención al Ateniense, descubriendo que este estaba observándola fijamente con paciencia en medio del lugar.

"Hace unos días atrás le hice una promesa" él dijo amablemente, extendiendo lentamente una mano hacia ella con su palma hacia arriba. "Es hora de cumplir mi palabra"

"No entiendo..." ella susurró negando suavemente, pero su corazón había comenzado a latir desmesuradamente en su pecho y un raro cosquilleo bailaba en la punta de sus dedos haciéndola querer retorcerse las manos nerviosamente más pudo aplastar esa acción.

"¿Confía en mí, Oráculo-sama?"

Ese era el punto de la cuestión, si ella era lo suficientemente valiente como para depositar su confianza por completo en ese hombre que no había hecho nada más que probar que era de fiar y había hecho por ella más de lo que algunas Pitonisas en toda su vida. No obstante, si anteriormente había podido sincerarse con él respecto a sus problemas con Kaia, no debía de haber mucha diferencia entre confiarle sus pensamientos y emociones a hacerlo con su estado físico, por lo que luego de tomar una honda respiración se extendió lentamente hacia su alta figura, conectando su temblorosa mano con la más masculina.

Sisyphus cerró sus dedos suavemente sobre la más pequeña y delicada de la muchacha, atrayéndola aún más hacia sí mismo, evidenciando no por primera vez lo increíblemente pequeña que era comparada con él, y manteniendo sus ojos azul índigo con los bicolor de ella, se inclinó de modo que pasó un brazo por debajo de sus rodillas y el otro lo colocó alrededor de sus hombros alzándola en vilo a modo nupcial, ya que había considerado que esa era la posición más cómoda y segura para hacerlo.

Instintivamente Ione pasó sus brazos por el cuello del Sagitariano, comenzando a comprender a donde iba eso, y no podía negar que estaba un poco aprehensiva de lo que vendría, más no le dio tiempo de repensarse aceptar aquel descabellado plan ya que al momento siguiente el alto hombre de cabellos canela dobló sus rodillas y con un tremendo impulso extendió sus grandes alas doradas y despegó del suelo a una alta velocidad.

El Santo de Sagitario ajustó su agarre sobre la tensa chica que ahogó un pequeño grito sobresaltada por el despegue tan repentino, más no dio palabra hasta haber alcanzado una altitud adecuada y solo entonces habló.

"Está bien, ya puede mirar... la vista es increíble desde aquí" le aseguró gentilmente con su boca rosando ligeramente los sedosos cabellos castaño oscuro de su coronilla inconscientemente aspirando su aroma a coco que siempre parecía rodearla, instándola a dejar de ocultar su rostro contra su cuello y apreciar el paisaje.

Reluctantemente, se separó un poco de él y abrió sus parpados que en algún momento había cerrado sintiendo la brisa en todo su alrededor azotar sus cabellos y ropaje blanco, pero anclada a la única cosa solida en su cercanía con una sensación algo incomoda en su estómago, dirigió su vista lentamente de la Cloth Dorada al frente y contuvo audiblemente la respiración.

Estaba flotando sobre el Santuario, tan alto que podía ver claramente las Doce Casas Zodiacales y sus alrededores, el extenso bosque que se perdía en la distancia y las lejanas montañas con los intensos colores de distintos tonos de verdes lo hacían parecer como un mar esmeralda, luego estaba Rodorio el pueblo que ella no conocía pero del que había oído hablar a su hermana, con sus casas de techos rojos una al lado de la otra y los aldeanos circulando por las calles de piedra apenas visibles y más allá de la villa y la vegetación, el mar Egeo con sus aguas de un azul intenso que brillaba con la luz del sol reflejando hermosamente sobre su superficie que se extendía hasta el horizonte, todo, absolutamente todo se podía ver y apreciar, la sensación de la grandeza del mundo fue abrumadora, sabiendo que ella apenas era una pequeña parte de todo eso, tan insignificante en el esquema del mundo e incluso así...

Era maravilloso, simplemente asombroso.

Sisyphus no podía apartar la mirada de las emociones que cruzaban velozmente por el rostro de la Oráculo, una infinidad de expresiones pasando de la reluctancia a la sorpresa, el asombro, la maravilla y admiración. Era bueno saber que la chica apreciaba la experiencia no dejándose amedrentar por la altura que nunca había experimentado antes ni tampoco entraba en pánico, en vez de eso se daba cuenta que apreciaba las vistas que obtenían del vuelo.

"Gracias... es increíble" Ione expresó casi sin aliento, anonadada por estar cumpliendo de alguna forma el sueño de poder volar y eso era magnifico, no tenía palabras para describir lo que sentía en su interior y mucho menos como agradecerle adecuadamente a ese hombre de cabellos canela.

"La experiencia no acaba aquí" le aseguró pensando en que nueva emoción vislumbraría en ella cuando llegaran al lugar al que había planeado llevarla.

"Oh... ¿no?" ella no estaba segura de como asimilar eso, así que no lo intento.

"Sosténgase un poco más fuerte" le sugirió ajustando mejor su agarre sobre el menudo cuerpo de la muchacha aun algo sorprendido de lo poco que pesaba incluso cuando estaba consciente de que sus comidas eran sustanciosas, habiendo compartido en una que otra ocasión el almuerzo en su presencia.

Una vez que sintió sus delgados brazos sostenerse adecuadamente de él, abandonó su posición directamente sobre el Santuario y emprendió un vuelo estable pasando por muy arriba de la copa de los árboles por el noreste, sin embargo, no iba lo suficientemente rápido como para que ella no pudiera apreciar la sensación de volar y al mismo tiempo ver el paisaje. Incluso él mismo, estaba redescubriendo el placer grandioso que era simplemente extender sus alas e ir de un lado a otro sin restricciones, ya que las únicas veces que utilizaba esa habilidad que su Armadura le brindaba era por lo general en batalla o en su deber, y en esos casos, siempre estaba atento al peligro y no a las cosas increíbles que podía apreciar al estar en el aire.

Finalmente, luego de sobrevolar la espesura del extenso bosque descendió lentamente en un claro lleno de amplios prados con colinas verdes que se extendían por un buen tramo, rodeado de árboles y arbustos, e incluso a una corta distancia un riachuelo corría paralelo a la arboleda. Una vez en tierra se inclinó de modo que los pies descalzos de la muchacha pudieran tocar el suelo, no obstante, mantuvo su brazo alrededor de los femeninos hombros de ella en caso de que sintiera mareo luego del vuelo, pero afortunadamente ese no parecía ser el caso.

"¿Qué es este lugar?" inquirió con patente curiosidad, sintiendo sus piernas temblar un poco por la adrenalina de volar, pero esto rápidamente se le paso, su mirada exótica rondaba por toda la planicie apreciando más de lo que podía decir volver a sentirse rodeada de la naturaleza.

"Es parte de los dominios del Santuario, aunque no muy frecuentado por los aprendices y otros Caballeros" le informó amablemente, un poco intrigado por el cambio que se estaba operando en la joven mujer que parecía adquirir una tranquilidad y una luz que anteriormente había estado apagada en su mirada. "Puede explorar como le plazca sin ningún temor, mi deber es encargarme de la seguridad"

"¿De verdad podemos quedarnos un tiempo?" preguntó con algo de vacilación, no queriendo irse tan pronto después de estar tanto tiempo prácticamente encerrada dentro de cuatro paredes sin tener libertad de caminar por pastos y estar en armonía con la Madre Tierra.

"Si, hable respecto a esto con su Ilustrísima y no hay problema en que pasemos algunas horas en este lugar" Sisyphus vertió tanta seguridad en sus palabras como pudo, sabiendo ahora que el estar allí era mucho más importante para ella de lo que él había pensado en un inicio. "Y, si acepta una sugerencia de mi parte, quizás le gustaría ver que hay al otro lado de esa colina" señaló tras ella, con una pequeña sonrisa secreta en su boca.

Curiosa, Ione se encamino hacia donde él le indico, tomando la falda de su largo vestido blanco en sus manos de modo que no se pisara el ruedo, disfrutando de la sensación de la tierra y la hierba en sus pies desnudos lo cual era algo que extrañaba intensamente, esa conexión directa con la naturaleza y la calma que esta le trasmitía permitiéndole dejar ir todos sus pensamientos y solo ser una con el entorno. Al llegar a la cima contuvo el aliento audiblemente, sorprendida al contemplar el inmenso campo de flores de geranios extenderse por varias colinas en un asombroso despliegue de color.

"Oh..." no podía decir palabra, simplemente abrumada por el escenario mientras descendía lentamente hasta que se detuvo casi a mitad de la colina desde donde podía ver las flores y aspirar un poco de ese suave aroma, una emoción inmensa la sobrecogió llenándola de alegría. "¡Es hermoso!" exclamó queriendo verlo aún más de cerca, no esperó a una respuesta y simplemente se adelantó internándose en medio del prado con sus cabellos volando tras su persona como un estandarte al viento junto a su vestido blanco.

En lo que estuvo en medio de los geranios se arrodillo acariciando cada pétalo de color morado con delicadeza y reverencia, ya que, aunque en Delfos crecían flores de distintos tipos realmente no había algo parecido a un campo entero de ellas desplegado en semejante forma. No podía creer que algo así existiera, y además que se le fuera permitido pasar tiempo allí con la seguridad de que estaría a salvo ya que sabía que el Santo de Sagitario nunca permitiría que alguien le pusiera una mano encima, eso se lo había demostrado no solo con sus palabras sino también con acciones que hablaban de honestidad y honor.

"Por favor vaya con cuidado, Oráculo-sama" el Sagitariano la advirtió, pero aun así no pudo más que observarla divertido ya que estaba actuando como una niña pequeña, muy diferente a la solemne y triste chica que él conocía hasta la fecha.

Desafortunadamente sus palabras cayeron en oídos sordos ya que al ella erguirse queriendo internarse aún más entre las flores pareció tropezar con una rama y lo siguiente que supo es que la menuda mujer rodaba colina abajo.

Ione dio un respingo al sentir la gravedad cambiar súbitamente mientras todo daba vueltas a su alrededor, pero tan rápido como comenzó se terminó, con ella mirando hacia el cielo azul lleno de nubes blancas a las cuales podía darles forma si realmente se lo propusiera. Parpadeó al darse cuenta de que había tropezado con una raíz y rodado entre las flores como una infante dando sus primeros pasos, el hecho de que se hubiera criado entre la naturaleza y que se suponía que era algo que estaba engranado en su ser el saber caminar por lugares como ese y aun así, hubiera fallado en eso, fue tan gracioso que sin darse cuenta se encontró riendo.

El pulso de Sisyphus se disparó rápidamente por sus venas al verla caer y sin siquiera pensarlo corrió hacia ella a gran velocidad, especialmente porque al detenerse la muchacha no se movió, más antes de que llegara a su lado para comprobar si se había hecho daño escuchó aquel sonido dulce de su risa, que sonaba como campanillas de plata cuando el viento las mecía suavemente. Suspiró profundamente al darse cuenta de que ella parecía estar bien, e intentó calmar el latido errático de su corazón ante el temor de que se hubiera lastimado, y simplemente recorrió el resto del camino a paso regular hasta detenerse a un metro de ella queriendo comprobar con sus propios ojos que se encontraba sana y salva.

Cuando logró controlar su risa a duras penas, se irguió despacio hasta estar sentada entre los geranios sintiéndose más liviana y contenta de lo que recordaba estarlo antes; dejando salir un aliento de felicidad sin importarle siquiera haber perdido su corona de hojas en algún lado de esa colina, giró su cabeza hacia su derecha encontrando su mirada con aquel alto hombre de cabellos canela y ojos azul índigo que portaba esa impresionante Cloth Dorada, la cual le permitió traerla a ese pequeño paraíso y sencillamente, le sonrió.

Su preocupada mirada la recorrió de pies a cabeza, deteniéndose finalmente en su rostro una vez se aseguró de que no había daño aparente y fue ahí que lo notó, esa amplia sonrisa que era más que una leve curvatura de los labios rosáceos y el resplandor que iluminaba brillantemente sus ojos bicolores delataban la felicidad interna que en ese momento la chica poseía, destacando la natural belleza de sus delicadas facciones.

"No estoy herida" le aseguró en un tono suave al percibir su preocupación, sin poder dejar de sonreír y sintiendo esa calidez en su pecho al contemplarlo.

"¿De verdad está usted bien?" el Sagitariano quiso asegurarse por lo que hizo la pregunta mientras hincaba una rodilla en el suelo de modo que estaba más a la altura de ella, tomando cada detalle diligentemente en consideración más parecía ser la verdad ya que la joven no hizo ninguna mueca cuando le pidió que moviera sus extremidades delicadamente para descartar torceduras o huesos rotos.

"Enserio, no me he lastimado" negó amablemente con su cabeza para hacer énfasis en sus palabras.

"Es un alivio saberlo" asintió, para al instante siguiente curvar su boca en una sonrisa algo divertida, estiró una mano y con cuidado removió algunos mechones castaños oscuros de la mejilla de la Oráculo, quitando en el proceso un pétalo que había quedado atrapado en estos.

"¡Oh!" exclamó suavemente, parpadeando al ver ese diminuto pétalo en su mano masculina, por lo que instintivamente llevó sus dedos a su larga cabellera y pudo apreciar por si misma que no era el único que tenía, eso, sin embargo, solo ocasionó que una nueva risa brotara de sus labios.

"Por favor, en el futuro, sea más cuidadosa" señaló ayudándola a ponerse de pie mientras ella retiraba el resto de los dispersos pétalos de su pelo, no obstante, los que no lograba ver él los quito por su cuenta, hasta que finalmente estuvo libre de ellos.

Después de ese incidente ella pareció tomar en cuenta sus palabras porque estuvo más pendiente del terreno y sus desconocidas planicies, pisando con más cuidado cuando exploraba el campo de flores, pero eventualmente se ubicó en medio de los geranios entreteniéndose con estas, tarareando para sí misma olvidando por el momento que no estaba sola. Por su parte, él se sentó en una roca de un relativo buen tamaño a una corta distancia de su protegida, con su atención dividida entre vigilar los alrededores y a la chica, cumpliendo su promesa de mantenerla a salvo mientras ella disfrutaba de estar al aire libre.

La tranquilidad que la soledad de la naturaleza les brindó sirvió para relajarlos y dejar ir todos los problemas del día a día, estando en paz por un tiempo sin tener que pensar en sus deberes al menos por los minutos. Aunque no era muy seguido que podía permitirse simplemente estar y disfrutar el momento con todas las cosas que siempre se necesitaban hacer en el Santuario y siendo ayuda y mano derecha del Patriarca, eso le dejaba con mucho menos tiempo libre que sus demás compañeros con excepción de su eminencia mismo, por eso tomó esa inesperada oportunidad para apreciar el hecho de simplemente estar quieto sin tener que ir a algún lado ni resolver problemas.

La brisa acariciaba sus largos cabellos castaño oscuro mientras ella tomaba flor tras flor armándola cuidadosamente en una cadena que eventualmente adquirió la forma de una corona de brillante color purpura que termino posando en su cabeza, contenta de hacer algo que desde hacía mucho tiempo no podía debido a su encierro voluntario pero necesario. Le recordaba a los días en que Kaia y ella se iba a los campos y creaban todo tipo de cosas con las flores que encontraban en Delfos, por lo que por puro costumbre tomó más geranios mientras se perdía en sus recuerdos felices y cuando se dio cuenta tenía en sus manos otra corona que no supo qué hacer con ella pues su hermana no estaba allí, pero había alguien que si lo estaba.

Por el rabillo de su ojo observo al alto hombre sentado serenamente en una roca a unos metros de su posición, tomando nota de sus atractivas facciones que tenían una expresión calmada mientras aquellos ojos azul índigo vagaban por toda la planicie lentamente de una forma natural que lograba engañar a quien no lo conociera con su cuerpo aparentemente relajado pues sabía que en un parpadeo podía moverse a la velocidad de la luz y atacar para defenderla si fuera necesario. El entrenamiento por el que paso el Sagitariano para llegar a pertenecer a la elite de Guerreros de la Diosa de la Guerra, lo convertía en una persona extremadamente poderoso y si, peligroso, no obstante, con su persona solo se había mostrado amable y comprensivo con todas sus peculiaridades, y después de un tiempo de convivir dejo de tenerle miedo y saltar si este se encontraba a su alrededor.

Con la decisión plantada en su mente, se levantó y luego de tomar una honda respiración para darse un poco más de valor tomo el primer paso en la dirección en la que él se encontraba, seguido de otro y otro hasta que se encontró caminando hacia el Santo Dorado.

Sisyphus en el instante en que percibió que la muchacha se paró de donde estuvo sentada giro su rostro en aquella dirección mas no se movió de su lugar, simplemente observándola con algo de curiosidad especialmente cuando se dio cuenta de que se dirigía hacia él. Ladeo la cabeza ligeramente y le sonrió afablemente cuando ella se detuvo frente a si, intrigado por la tímida expresión que portaba en su rostro de facciones delicadas, mas no dijo nada esperando pacientemente a que ella se animara a hablar, sin embargo, en vez de eso la chica simplemente extendió sus brazos con lentitud, mostrando que en aquellas manos delicadas sostenía una hermosamente construida corona de geranios.

"¿Es para mí?" pregunto amablemente parpadeando algo sorprendido por ese gesto inesperado por parte de la Oráculo.

Ione asintió apocadamente, preguntándose si había tomado la decisión correcta ya que en las pocas otras ocasiones en las que le hubo hecho un obsequio a otra persona que no fuera ni Arkhes, Ilias o Kaia, siempre tuvo la sensación de que las Pitonisas lo aceptaban porque creían que era su deber y no porque realmente lo quisieran; con eso rondando su mente, estuvo a punto de retractarse más antes de que pudiera el extendió su propia mano tomando la corona de flores para observarla mejor, e instantes después la llevo a su cabeza, desafortunadamente era muy pequeña para sostenerse adecuadamente en el por lo que en vez de eso dándole dos vueltas se la coloco como brazalete justo al lado de la cadena que poseía la turquesa.

"Gracias, es usted muy amable"

Índigo conecto con avellana y lila, quedando prendados uno del otro por un momento que pareció suspendido en el tiempo, una conexión peculiar pero suave que ninguno de los dos espero ni comprendía que era, no obstante, antes de que pudieran explorar esa sensación una fuerte brisa soplo alrededor de ellos mandado a volar pétalos y hojas.

"¡Ah!" la Oráculo se llevó las manos a la cabeza de modo que su corona de geranios no saliera volando con el súbito viento mientras su larga cabellera castaño oscuro danzaba en torno a ambos. Lentamente abrió sus parpados al sentir como menguaba la presión e instantáneamente algo llamo su atención, como un suave eco que fue transmitido por el sonido de las ramas de los árboles meciéndose al compás de la breve ventisca, pero lo que la intrigo era que le resultaba algo familiar. "Esta sensación..." murmuro frunciendo el ceño ligeramente dando la vuelta hacia un lugar en específico.

Desconcertado por el súbito cambio en ella, se levantó cuando la muchacha comenzó a caminar con una mirada ausente en su rostro y la siguió instantáneamente escaneando los alrededores para determinar si no había alguna presencia extraña pero solo encontró vida silvestre y nada más, pero aun así la siguió a una distancia prudente observándola detenidamente y analizando su extraña actitud, por la manera en la que se internaba en el bosque camino al riachuelo sin notar las ramas que se interponían en el camino rasgando ligeramente los ropajes blancos dedujo que estaba en una de especie de trance como si fuera atraída por una fuerza ajena hacia algún lado.

Por un momento pensó en intentar detenerla ya que no estaba seguro de que lo que fuera que la llama fuera bueno, pero al no percibir amenaza alguna decidió dejarla estar hasta determinar la fuente de lo que fuera que la atraía. Mientras tanto, intentaba impedir que aquellos largos mechones no se enredaran en las bajas ramas hasta que finalmente pudo ver la orilla del rio y al pie de este estaba un gran y antiguo sauce.

"Oh..." sus ojos bicolores estaban fijos en el gran árbol, sintiendo en su interior aquel eco como una caricia que la instaba a aproximarse más, y ella no lo rechazo, recorriendo la corta distancia hasta estar bajo el amparo de las grandes ramas con sus lianas y hojas casi cubriendo su figura menuda de la vista de otros.

Extendiendo su mano la poso suavemente sobre la corteza y cerro sus parpados conectando su esencia con la del sauce, y al instante lo supo, viendo en su mente la verdad de ese ser viviente que la llamaba con tanta insistencia. No supo cuánto tiempo estuvo sumergida en las imágenes que pasaban rápidamente más que solo ella podía percibir y que además la rodeaba intensamente como solo otro de esos había podido hacer con anterioridad, pero finalmente la presencia se retiró volviendo a adormecerse de modo que la quietud reino en el bosque con solo el sonido del agua corriendo a su lado.

"¿Ha estado este lugar mucho tiempo bajo el dominio del Santuario?" inquirió suavemente en voz baja aun con sus parpados cerrados.

El Sagitariano lo pensó un poco antes de contestar, rememorando la investigación detallada que hizo antes de determinar si era seguro traer a la Oráculo a ese sitio.

"Tiene alrededor de casi dos siglos en posesión de la Orden de Athena" determino cruzando sus brazos sobre el pecho, intentando descifrar la peculiar expresión del rostro de la chica.

"Comprendo" asintió calmadamente, acariciando con la yema de sus dedos la áspera corteza. "Está bien... puede descansar tranquila, no habrá nadie que la lastime nuevamente" susurro con una pequeña sonrisa en dirección al sauce.

El Santo Dorado parpadeo confundido por un momento de a quien le hablaba ella, hasta que se dio cuenta de que no era otra cosa que el árbol, y recordó tardíamente que las Pitonisas podían comunicarse con la naturaleza de una forma que nadie más era capaz de replicar por lo que era seguro asumir que la Oráculo de Delfos también podrí hacerlo.

"Hace mucho tiempo era una Dríade o mejor conocida por los humanos como Ninfa de los bosques" compartió con el ese pequeño secreto percibiendo la ligera interrogante del alto hombre de cabellos canela. "Pero como muchas antes de ella, fue perseguida y cazada hasta que decidió convertirse en un Sauce para escapar de la crueldad del hombre... solo he conocido a otra como ella, no pensé que habrían más" lo último lo dijo más para sí misma.

"En Delfos" afirmó él, ya que no se imaginaba que otro lugar podría existir un ser que fuera creado especialmente por los Dioses parar morar en la tierra.

Hubo un silencio que fue amplificado por los callados sonidos del bosque y el arroyo.

"¿Conoce la historia de por qué la Villa de Delfos esta oculta?" preguntó de repente rompiendo el silencio, con su mirada exótica girando del sauce a hacia el alto hombre de grandes alas doradas, con una expresión e blanco.

"Me temo que no, esos archivos se han perdido en el tiempo" negó el Sagitariano intrigado de a donde se dirigía la conversación, pero dispuesto a escuchar lo que aquella joven mujer tuviera que decir. "Pero sea la razón que fuera... imagino que no fue por mero capricho"

Una sonrisa amarga torció la boca de la muchacha, una emoción que descubrió el Guerrero Ateniense, no le agradaba ver en ella.

Ione volvió su atención al árbol dejando que su mente fuera a la deriva, a su infancia y sin más comenzó a tararear la melodía de una vieja canción, una tonada ligera y melancólica que Sisyphus la había oído vocalizar muchas veces con anterioridad, era una que siempre la hacía portar una expresión de profunda tristeza y justo como esperaba, en ese momento no fue diferente. Negando con ligereza, inconscientemente llevó su mano hasta que sus dedos pudieron tocar el cuarzo blanco que colgaba de su esbelto cuello, dejando su mirada vagar rio abajo.

"Desde que somos pequeñas las Pitonisas siempre nos advertían de los muchos e incontables peligros que acechaban fuera de nuestro hogar, relatándonos la larga historia de la Villa de Delfos como prueba, pero lo que realmente capturaba la atención de todas era la canción The Willow Maid"

Él podía entender porque a las niñas pequeñas le intrigaría más una canción que mero hechos históricos, pero por la forma en que la joven mujer se comportaba, algo más se estaba gestando.

"Ten cuidado con lo que deseas... eso es algo que los adultos suelen decirle a los más pequeños" Ione sonrió débilmente, recostando su peso contra el sauce sintiendo la melancolía y tristeza consumir lentamente su ser. "Me hubiera gustado haber acatado esa advertencia" tragando con dificultad tomó fuerza de la presencia de la Dríade que aun vibraba tenuemente contra su figura y prosiguió. "Solo tenía nueve años cuando comencé a preguntarme si las cosas realmente habían transcurrido de la forma en que la canción la dictaba... pregunté a cada una de las Pitonisas si esa era la verdad o había algo más, sin embargo, ellas no sabían la respuesta o simplemente no la recordaban. Para ese momento mis visiones no se habían manifestado porque el despertar de las habilidades de la Oráculo permanecía dormido"

Aun recordaba ese día con increíble claridad, las miradas desconcertadas que le dirigían las mujeres mayores para luego mandarla de vuelta a las lecciones que se suponía debía aprender para liderarlas en el futuro, frustrada por la incapacidad de obtener las respuestas decidió tomar las cosas en sus propias manos, una decisión que luego lamento inmensamente.

"Así que un día fui al bosque por mi cuenta y le pedí a la Madre Naturaleza y a los Dioses que me mostraran la verdad tras la canción, ore y ore por muchas horas hasta que Kaia vino a por mí al atardecer, cuando el sol tocaba el horizonte" cerró sus parpados fuertemente, deseando volver atrás en el tiempo y advertirse a sí misma que no cometiera ese error y que era mejor dejar las cosas estar, más eso era imposible y ya la equivocación estaba hecha. "Al día siguiente mis plegarias fueron contestadas y tuve mi primera visión, exactamente de lo que había pedido con tanto fervor"

Sisyphus la vio estremecerse y perder color, pero el rostro de ella siguió impasible, aunque sus ojos revelaban la tortura de lo que fue ese momento para la chica.

"Un día una Driade conoció a un hombre y se enamoró del humano por lo que dejo a su familia para estar con él, sin embargo, el joven aldeano murió al poco tiempo de una enfermedad dejando a la Ninfa con una infante producto de esa relación. Con el corazón roto por esa perdida la deidad de la naturaleza fue a la Villa y entregó a su hija a las Pitonisas con la esperanza de que estas pudieran criarla pues su vida en el mundo físico había llegado a su fin" relató lentamente en un tono plano y desprovisto de emoción, acariciando distraídamente el cuarzo blanco en su cuello. "Y ahí mismo donde entregó a la bebe, tomó la forma de un sauce; compasiva la Oráculo de ese tiempo tomó a la niña para criarla como suya, la llamó Katra pues era un ser muy puro e inocente, y a medida que la pequeña crecía era evidente que por su sangre corría la magia de su madre, cabellos como fuego, ojos esmeralda y piel como alabastro, era la más hermosa criatura que pisara la tierra en mucho tiempo, ella era amada por todas las integrantes de Delfos"

Con sus habilidades, Ione reprodujo una imagen de la más hermosa chiquilla que el Santo de Oro hubiera visto antes, cabellos ondulados que alcanzaban sus delgados hombros y una expresión alegre e inocente que podía capturar y doblegar a la más ruda y amargada de las personas, era indudable que su belleza era de otro mundo... y eso solo le provocó un nudo en el estómago, pues sabia, que, con esas características tan inusuales en el mundo humano, no siembre terminaba de la mejor manera.

"Un día cuando Katra se encontraba en el bosque recolectando plantas un hombre se cruzó en su camino, un comerciante adinerado que estaba de paso y se perdió, al instante quedo prendado de ella y su hermosura, al momento declaró que estaba enamorado de ella y constantemente por las siguientes semanas la visitó intentando por todos los medios de convencerla de ser su esposa e ir a vivir con él a su casa" sus labios se fruncieron en una mueca de desagrado al hacer aparecer una imagen de aquel hombre que revolvía sus entrañas y solo le provocaba asco. Tragando la bilis que le subía por la garganta al recordar como proseguía esa historia, contempló detenerse, pero ya había abierta la metafórica caja de Pandora, y era tarde para echarse atrás. "Ella siempre se negó, su principal motivo era el sauce que una vez había sido su progenitora y el afecto que sentía por la mujer que la hubo criado como si fuera su propia hija... él no lo entendía, y por cada negativa su frustración se convertía en impaciencia hasta que un día tomó las cosas en sus propias manos"

El alto hombre de cabellos canela hizo una mueca al recordar la letra de la canción, no, definitivamente no hubo un final feliz.

"Nunca lo entenderé, esa inconsistencia y crueldad de los seres humanos" susurró desconsolada cuando desvaneció ambas imágenes para después elevar su mirada exótica llena de tristeza y horror, conectándola con la atenta del hombre frente así. "La Oráculo siempre intento prevenir a la niña, pero está en su inocencia no comprendió las advertencias... pero para el momento en que lo hizo ya era demasiado tarde para ella..."

Casi podía percibir en sus propias carnes al igual que aquel día, el shock al presenciar con sus propias emociones la confusión y el terror que había dominado a la Oraculo de aquel entonces, al un día no encontrar a la persona chica que criaba como su propia hija, la desesperación y pánico al darse cuenta de la desaparición de la pelirroja y la subsecuente frenética búsqueda que dio como resultado el encuentro del cuerpo ensangrentado y moribundo de la chiquilla. Como todas las integrantes de Delfos gritaron de dolor e incredulidad ante lo que sus ojos presenciaban, el llanto incontrolable, de cómo el último aliento dejaba el cuerpo apenas reconocible de la adorada jovencita.

Sisyphus estuvo a su lado en un parpadeo posando sus manos sobre los frágiles hombros de la muchacha, pero Ione apenas reaccionó muy ensimismada en sus recuerdos y el fantasma de las sensaciones que aun después de tanto tiempo se podía sentir con tanta claridad, reviviéndolo una y otra vez en su mente en una paradoja interminable, eso, sin querer provocó que terminara proyectando esa visión hacia él haciéndolo contener una imprecación, sorprendido al ser asaltado por esas crudas imágenes de la crueldad humana dándose cuenta de que la Oráculo no solo tuvo que presenciar esas escenas por si solo sino que además lo hizo siendo apenas una niña.

"La Oráculo dolida y furiosa por lo que habían hecho a su hija, rogó a la Diosa Hera por protección contra los hombre que le habían hecho algo tan salvaje a la inocente chica y sus plegarias fueron respondidas, en lo que el último aliento abandonó a la jovencita la Reina del Olimpo erigió con sus poderes una barrera que impediría a cualquier hombre de ingresar a la Villa de Delfos" musitó ausentemente, reposando su frente contra la cálida Cloth Dorada sin apenas darse cuenta, hablando como un autómata simplemente queriendo terminar de contar la historia.

Intentó llamarla, pero no pareció funcionar por lo que dejo de lado la idea de zarandearla un poco debido a la temática de la que trataba esa trágica visión, debido a eso se concentró en elevar su cosmos rodeándola con calidez y la sensación de protección que esperaba la sacara paulatinamente de ese estado, cosa que funcionó espléndidamente.

Parpadeando la muchacha se encontró siendo acobijada por un tibio cosmos que la hacía sentir protegida como si nada malo pudiera tocarla, y fue algo que instintivamente asoció al Santo de Sagitario con aquella presencia poderosa pero tranquilizadora, que la devolvió a la realidad dándose cuenta de lo que había hecho se sintió avergonzada de haber perdido el control de sus habilidades algo que no sucedía desde que era una jovencita aprendiendo a sobrellevar sus horribles poderes.

"Lo siento... lo siento, no era mi intención..." intentó disculparse, pero un nudo apretaba duramente su garganta.

"Por favor, no pida disculpa ya que en lo que a mi concierne no ha hecho nada malo" sentenció de inmediato, percatándose de que estaba sobrecogida por los recuerdos y eso lo hizo admirarla aún más por la fortaleza que ella no sabía que poseía para haber lidiado tan joven con ese tipo de cosas, pero al mismo tiempo su corazón se dolió porque sabía que desde ese momento la infancia de la muchacha termino trágicamente con el primer vistazo de la violencia del mundo humano.

"Pero, aun así, no quería que nadie más experimentara eso... yo era la única que debía cargar con ese conocimiento" protestó débilmente aun sintiendo las violentas emociones ajenas como un eco en su alma, más sus palabras fueron interrumpidas cuando sintió unas cálidas y masculinas manos acunar su rostro de modo que se encontró mirándolo a la cara.

"No me importa hacerlo, especialmente porque usted debe lidiar no solo con presenciarlo sino además con las sensaciones que estas visiones traen consigo..." señaló amablemente, y la expresión sobresaltada de ella le dio la confirmación a su sospecha. "Estoy en lo correcto, ¿no es así?"

Ione solo pudo asentir en silencio, sorprendida de que él hubiera podido acertado en descubrir esa parte desafortunada de las visiones que la plagaban día y noche sin descanso desde que tenía nueve años.

"Puedo sentir a la perfección cualquier emoción y sensaciones que las personas en mi visión experimenten" susurró el secreto que solo otras tres personas sabían, ya que ningunas de las Pitonisas conocían esa peculiaridad de sus habilidades, una que además odiaba con profundidad.

"Eso solo demuestra lo fuerte que es para sobrellevar sus visiones y aun así poder sonreír" murmuró con una cálida sonrisa, acariciando con sus pulgares cuidadosamente la suave piel de las mejillas marcadas con esas líneas rojas de la joven mujer.

"Me temo que en eso se ha equivocado, Sagitario-sama" negó con la incredulidad pintada en sus bonitas facciones, lentamente relajando su cuerpo de todo el estrés que fue revivir la experiencia de su infancia.

"No lo creo, pero supongo que usted y yo no estaremos de acuerdo en este tema en particular así que simplemente lo dejare estar" dijo él afablemente con un pequeño encogimiento de hombros, antes de juzgar la posición del sol y determinar la hora. "Me temo que esta pequeña excursión debe concluir" al ver su rostro tornarse comprensivo, pero algo alicaído, acarició una vez más esa tersa piel y algo reluctantemente dejo caer sus manos. "No obstante, puedo prometerle que no será la última vez que venga a este lugar"

Esperanzada, esa vez no dudo en tomar la mano ofrecida por el alto hombre de grandes alas doradas quien luego de apretar ligeramente su mano más pequeña de una forma tranquilizadora, la guio por entre los árboles hasta estar de vuelta en el campo de los geranios y desde ahí la tomó en brazos, donde la muchacha ya sabiendo lo que vendría se acomodó de una vez agarrándose con firmeza de él mientras se sentía rodeada de aquella sensación de seguridad que parecía siempre como una segunda piel en el Santo de Athena, y con un impulso despegaron.

El recorrido fue igual de emocionante e increíble que la primera vez, salvo que ahora pudo disfrutar mejor de las vistas no estando tan nerviosa. Y mientras sobrevolaban las copas de los árboles en dirección al Santuario, Ione aprovechó para despejar por completo de su mente lo sucedido intentando centrarse en el ahora y en el considerado regalo que el Guerrero Atheniense le hubo entregado sin pedir nada a cambio.

Sisyphus notó al instante que la Oráculo no se había tensado esa vez cuando dejaron el suelo y que reposaba confiadamente su mejilla contra su hombro con aquellos ojos exóticos fijos con ese suave brillo de asombro que iluminaba todo su rostro de una manera que llamaba la atención a su belleza natural. Al comprender ahora mucho mejor su reticencia hacia la humanidad, particularmente los hombres, y aun así verla reposando en sus brazos de esa manera, le decía sin palabras lo mucho que él se había ganado su confianza, le hizo sentir una calidez desconocida en su pecho que solo potencio esa necesidad de ayudarla y protegerla para que pudiera volver a verla sonreír y reír como lo hizo ese día, eso iba a ser su nueva meta, decidió con firmeza.

Finalmente aterrizaron en el Santuario en el mismo punto de partida en donde inicio el vuelo, y con cuidado la bajó de modo que sus pies descalzos tocaron la piedra y como hizo la primera vez, no la soltó por completo hasta asegurarse de que pudiera mantener su equilibrio por sí misma sin ningún mareo. Cuando ella no mostró signos adversos al vuelo, la guio de regreso a las habitaciones en un silencio confortante que solo fue interrumpido al ingresar a la estancia y pararse frente a las grandes cortinas rojas que dividían el espacio.

"Espero que haya disfrutado el paseo a pesar de todo lo demás" comentó amablemente con una sonrisa afable en su rostro.

"Si, lo hice y muchas gracias por hacerlo posible" asintió siendo totalmente sincera en ello, pues incluso con los recuerdos desagradables atormentado brevemente el momento más increíble de su vida, no había sido una pérdida total.

"En ese caso, Oraculo-sama, con su permiso me retiro" dijo antes de hacer una reverencia educada y de mucho respeto para luego girarse más antes de que su mano pudiera tocar el picaporte de la puerta de madera su suave voz lo detuvo.

"Ione..." al ver que él se volteaba ligeramente para observarla inquisitivamente con esos magníficos ojos azul índigo, ella tragó grueso y con algo de valentía prosiguió. "Mi nombre... es Ione" sin embargo, no pudo decirle simplemente que la tuteara, como había sido su plan ya que no se atrevía, así que solo esperó que el captara su indirecta.

Sisyphus se congeló por un segundo registrando sus palabras y el significado tras ellas, dudo un poco ya que sabía que eso podría considerarse inapropiado debido a los puesto que ellos ocupaban en la jerarquía social, más un vistazo a su exótica mirada bicolor que la hacía lucir tan adorablemente tímida y algo insegura, parada allí con sus manos frente a su pecho con ese halo de inocencia rodeándola de pies a cabeza, simplemente no pudo negarse a esa petición silenciosa.

"Que pases bunas tardes, Ione" murmuró con afecto, y al ver que la tensión se disipaba y la expresión de la muchacha se iluminaba como el sol tras un día de tormenta supo que había elegido bien en no usar honoríficos al tutearla.

Sin más, se dispuso a proseguir con su camino, pero no antes de oír el delicado susurro en el silencio de la habitación cuando las puertas se cerraban a sus espaldas.

"Usted también, Sisyphus-sama..."

Un calor agradable recorrió su pecho al escucharla decir su nombre en ese tono gentil que usaba nada más que con Kaia y con nadie más. No sabía que significaba exactamente ese nuevo cambio en la peculiar relación de protector y protegida que él tenía con la Oráculo, no obstante, determinó que no hacía daño a nadie si eran un poco más familiares el uno con el otro, especialmente porque esa joven mujer estaba muy sola y necesitaba un amigo con el que hablar y él no tenía problemas en ocupar ese puesto.

Nunca se iba a imaginar el giro que el destino tomaría por esa simple decisión.

Continuara...

El conflicto entre ayudar a alguien pero detenerte por el montón de problemas que las posiciones de ambos impone, es difícil lo se U_U pero Sisyphus le da apoyo moral a la pobre Ione ¡y ademas esa sorpresa que la alegra! ¡es tan adorable yo quiero uno así! :'v

¡Y el secreto de las visiones de Ione es revelado! Pero no teman, su hombre estará allí para ella siempre que lo necesite. También, la historia de porque Delfos esta oculto del resto del mundo, no solo porque Aspros hizo de las suya años atrás.

¡Nos vemos en el próximo capitulo! ¡Dejen sus opiniones!

Pagina de Facebook: Sisters Of The Heart-SSTLC

¡Únanse, las esperamos!

Zoteria

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