Capítulo 2
'Disaster And Premonition'
Grecia, Athenas – Santuario
Agosto, 27 de 1749
Casi diez meses habían transcurrido desde que dejaran Delfos.
Ione suspiró profundamente removiendo algunos mechones de su larga cabellera de su hombro en un movimiento descuidado, rememorando con algo de dificultad los días después de despertar luego de completar el ritual que trajo a la vida a los Santos Dorados, el asombro cuando fue informada por Nerys, la mujer que en un inicio había sido asignada a atenderlas, de que habían estado inconsciente por una semana entera y que esta última cuido de ellas dos.
Le había entristecido un poco ver que la mujer de ojos violetas era reasignada y otra Vestal tomó su lugar, ya que en el poco tiempo que estuvo a su alrededor llego a comprender que era una buena persona más sabia por los comentarios que ella hizo que su cargo era como Vestal Madre, por lo que tenía muchísimas responsabilidades hasta que otra fuera asignada a su cargo, y debido a ello no fue capaz de peticionar que se quedara. Desafortunadamente la nueva muchacha que fue designada a atenderlas a ella y a su hermana, era de pocas palabras y siempre parecía tener algo de prisa en completar las pocas tareas que era requeridas por las dos huéspedes bajo su cuidado.
En todo el tiempo que había permanecido en el Santuario bajo la protección del Pope y su hospitalidad, solo se había aventurado a salir en una sola ocasión, y sinceramente si no hubiera sido por su preocupación por su gemela y la inquietud de que quizás estuviera en problemas no hubiera puesto un pie lejos del recinto que se volvió su residencia temporal. Y eso, conllevó a que no solo tuviera que hacerle frente a aquel temible Caballero de Géminis, quien era un recuerdo constante de lo que el hermano de este había hecho a unas inocentes Pitonisas unos años atrás, sin embargo, no tuvo opción más que permitirle acompañarla a buscar a su hermana mayor, quien para su horror había estado en compañía de unos Santos Negros que el Geminiano terminó destruyendo... no teniendo suficiente con esa abrumadora mañana tuvieron que responder ante su Ilustrísima sobre porque mantuvieron la habilidad de Kaia de convertirse en un Direwolf para sí mismas.
Decir que fue un día infernal para ella, era quedarse corto.
Pero... eso desencadenó un suceso del que no estaba segura al principio de si terminaría siendo positivo o negativo, al ver la manera tan peculiar en la que Defteros y Kaia se comportaban alrededor del otro cuando el Guerrero Atheniense las llevó frente al Pope, claramente renuente a divulgar el secreto de su hermana, y esta a su vez mostrándole sutilmente que podía decirlo con su bendición. Conociendo a su gemela como lo hacía sabía que eso había sido un salto de confianza tremendo y la siguiente visión que tuvo ese día le confirmó que el gran hombre moreno iba a jugar un papel importante en sus vidas, algo con lo que tuvo que lidiar por su cuenta ya que estaba renuente a comentarle algo a su hermana.
Desde entonces se mantuvo religiosamente en su habitación, sintiendo que una aventura era más que suficiente para ella, no deseando incurrir en otro incidente parecido.
Con las únicas personas con las que hablaba era Kaia quien le comentaba de todas las cosas interesante que encontraba en su exploración diaria, y muy de vez en cuando el Patriarca que tendía a pasar a verla al menos una vez a la semana si podía, tomando en cuenta el millar de cosas y responsabilidades que tenían sobre sus hombros, y esas charlas por lo general era casi monosilábicas por parte de la joven, rondando siempre sobre la visión que la mantenía presente en el Santuario.
Su gemela por otro lado estaba más y más tiempo explorando los alrededores, en un inicio fue para familiarizarse con el entorno y vigilar a los recién revividos hombres de modo que pudiera evaluarlos adecuadamente, y decidir si estos eran una amenaza para la Oráculo, afortunadamente, el veredicto final fue favorecedor para ellas. Aun así, eso no la motivo a interactuar con nadie más que las tres personas a las cuales veía regularmente día tras día, no le importaba si se sentía sola constantemente o si añoraba caminar por la naturaleza por su cuenta, eso lo remediaba con meditaciones o incluso con las visitas regulares de algunos pajaritos que de vez en cuando se posaban en su ventanal por las mañanas.
Y luego estaban los libros que eran traídos regularmente para su entretención, de los que mayormente no entendía casi nada, por lo que rara vez los tocaba.
Esa noche en particular se encontraba tarareando para sí misma mientras armaba una nueva corona de hojas luego de tomar un refrescante baño en la gran charca de agua mineral que se encontraba en una de las habitaciones de ese complejo asignado a ellas para su uso; su mirada cayó sobre su vestido blanco y frunció el ceño al recordar la petición del hombre rubio de ojos rojizos de usar el nuevo confeccionado por la mujer de rulos cabellos naranja cobrizo que era de un material igual de suave pero diferente a la seda a la que estaba habituada y que ella en un arranque de rebeldía se había negado a portar, argumentando que no había nada mal con su vestimenta y que de todas formas no había nadie que pudiera verla y se sintiera ofendido por ello.
Ella realmente no llegaba a comprender del todo el problema, aunque Nerys le había explicado pacientemente en una o dos ocasiones que no se consideraba decente ni adecuado. Pero habiendo crecido en Delfos rodeada de mujeres seguía sin entender las complicaciones que era el mundo exterior y sus complejas normas.
Dudo un momento, indecisa de si acatar las reglas de ese lugar o no, pero es que no tenía nada que le recordara al lugar seguro donde había crecido y su vestido era la única cosa que la conectaba a Delfos, y más que por ser necia, ella lo usaba por nostalgia a la vida que dejo atrás. Por lo que terminó poniéndoselo con un quedo suspiro, acomodando la corona de hojas verdes en su cabeza y si no bien hubo dado unos pasos dentro de la habitación donde dormían cuando lo sintió...
Esa sensación de una brisa helada tocando su interior, y arrastrándose por todo su ser hasta volverse una presión masiva tras sus ojos que fue imposible de ignorar, un haz de luz brillante taladró su cerebro y al minuto siguiente en que parpadeó, estaba parada en las cercanías del Santuario observando una escena que le heló la sangre poco a poco, bombardeándola de sensaciones y emociones ajenas a ella que la abrumaron, aquellos hombres portando Cloths Negras que se llevaron a una niña y a su madre a la fuerza... al segundo siguiente se encontró mirando el cielo raso de su habitación; con la respiración entrecortada y un ligero temblor recorriendo sus músculos, intentó orientarse un poco, antes de girarse de modo que estuvo sobre manos y rodillas intentando recuperar su equilibrio para ir a informar al Patriarca sobre lo que acababa de ver, porque justo en ese momento Kaia, quien era por lo general su mensajera, no estaba presente.
Tambaleándose ligeramente alcanzó la puerta, donde tomó una respiración profunda intentando aplacar la ansiedad que crecía en su interior al saber que por segunda vez tendría que salir del lugar que se volvió un ambiente seguro, pero no iba a simplemente ignorar lo visto debido a que con las visiones algunas veces no se sabía en que tiempo transcurrían, no podía darse el lujo de esperar a su hermana para que llevara esa información solo porque temía salir. Así que echando los hombros hacia atrás empujó las puertas dobles y con paso presuroso prácticamente corrió pasillo abajo, teniendo una que otra equivocación al girar en la esquina errónea ya que en la oscuridad de la noche solo iluminaba el camino las antorchas aquí y allí, su inhabilidad de encontrar el camino solo consiguió frustrarla hasta que por fin reconoció el pasadizo correcto y con una exhalación de alivio tomo la falda de su vestido y marchó hasta que diviso la gran puerta de madera que llevaba al estudio del rubio, por lo que sin pensar la empujó entrando sin chequear primero por otros integrantes.
"¡Pope-sama, yo-!" ella comenzó a decir apresuradamente, pero al levantar su rostro notó tardíamente que el rubio no estaba presente, y en su lugar había un desconocido.
.
.
Sisyphus dejó escapar un aliento al ver la cantidad obscena de papeles que había por dividir, catalogar y revisar de modo que fuera posible archivarlos, sin contar con la recopilación de diez páginas que se tenían que repasar porque eran las cosas que aún había por reparar en el Santuario más la pila de las que ya había sido arregladas, que en su opinión para el tiempo en que ellos llevaban de haber revivido, eran muy poco. Acomodó unos papiros a un costado del escritorio escaneando las paginas en busca de la que tenía escrito la lista de los nuevos aprendices y Vestales, al no encontrarla se giró hacia la otra mesa que había sido agregada unos meses antes, que contenía libros, papeles y más pergaminos, y luego de unos segundos finalmente la consiguió.
Arregó unos papiros de modo que Shion pudiera verlos de inmediato en lo que regresara al día siguiente luego de un bien merecido descanso, al cual tuvo que forzar prácticamente a que dejara el papeleo por esa noche debido a los terribles círculos oscuros que podían apreciarse claramente bajo sus ojos, evidenciando lo poco que había estado durmiendo esas semanas, así que luego de una discusión con sus otros compañeros le había tocado a él informarle de que estaba veteado de su estudio por al menos doce horas. Él esperaba que se tomara un tiempo para ir a Rodorio a ver a esa jovencita de lentes y cabello caoba que siempre lograba subirle un poco el animo a su nuevo líder, de lo contrario no quería contemplar que haría Manigoldo con él, habiendo amenazado veladamente con tomar cartas en el asunto él mismo.
Un destello de las llamas en una de las antorchas que colgaban de las paredes llamó su atención, recordándole un poco al cosmos dorado de Athena, y ello lo llevó a pensar en que en el primer mes luego de revivir lo pasó asumiendo no solo la verdad detrás de esa Guerra Santa y el papel que Alone había jugado, sino también el hecho de que no volvería a ver a su Diosa en esa vida, solo se permitió sentir tristeza por unos días, dejar salir todo el arrepentimiento y dolor que atenazaban su corazón, prometiéndose que después de ese mes se levantaría nuevamente, y solo miraría hacia adelante, hacia el futuro y sus deberes.
Y así había sido.
Aprendió lentamente a sobrellevar su tristeza, que se originaba no de aquellos sentimientos diferentes a los que debía tener un Caballero que poseyó por la joven rencarnación, sino a que le hubiera gustado que tanto ella como Alone y Tenma hubieran podido compartir el mismo destino que ellos, que pudieran vivir una vida normal lejos de las batallas y ser felices, habían sido tan jóvenes, aún tenían tanto por delante... más esa no era la realidad en la cual vivían. En cambio, encontró un solaz en rodearse de sus amigos y en ayudar al Lemuriano a sacar adelante el Santuario forjando a la siguiente generación, de modo que los que vinieran después de ellos fueran más fuertes y la esperanza para una vida mejor para toda la humanidad reinara, justo como a ella le hubiera gustado hacer.
Y por ello, tomaba parte de su tiempo en el que no estaba entrenando con sus camaradas o a su sobrino, y ayudaba en lo que podía a los demás, puesto que estaba en su naturaleza el querer auxiliar a las personas, lo que le recordaba que aun debía chequear el presupuesto que iría a la Vestal Madre para los alimentos y suministros requeridos que las Vestales se encargaban de cocinar para proporcionar a los Templos y en general a todos los que vivían allí; pero en el momento en que comenzó a buscar la hoja con la intención de completar eso antes de retirarse a sus dominios, sintió una presencia justo fuera de la puerta que llamó su atención unos segundos antes de que esta fuera abierta estrepitosamente, algo poco común tratándose de la oficina del dirigente de la Orden de Athena, por lo que con un suspiro quedo se giró para reprender al imprudente que había ingresado cuando las palabras dichas claramente en una voz femenina se registraron en su cerebro al mismo tiempo que estas fueron cortadas abruptamente.
"¡Pope-sama, yo-!"
Su mirada recorrió a la recién llegada con curiosidad.
Notando de inmediato las marcas rojizas en sus mejillas supo de quien se trataba o por lo menos tenía una idea, ya que la joven mujer que él había visto merodeando tan frecuentemente en las Casas Zodiacales era igualita a esta, pero había algo diferente en ella que no podía decir con seguridad de que se trataba... su piel de color dorada era la misma, la larga melena castaña oscuro caía libremente alrededor de su menuda figura que tuvo cuidado de no mirar detenidamente debido a que el vestido que ella portaba era de una tela de seda algo traslucida que sabía bien se usaba en Delfos pero que curiosamente no había estado usando las otras veces en que se la había cruzado, la corona de hojas en su coronilla no tenía cambios tampoco y a excepción del peinado, no encontró nada fuera de lo común...
Eso fue hasta que enfocó su atención en sus ojos tan inusuales, y se dio cuenta al instante de lo que pasaba.
Esa muchacha que ahora estaba en su presencia no era la misma chica que él conocía, era la otra misteriosa mujer venida de Delfos, la Oráculo, la que hasta donde él sabía, solo Shion y otras dos personas habían visto hasta el momento y que incidencialmente resultó que era la hermana gemela de la que se hacía llamar la Pitonisa Madre.
Era impresionante que nadie hubiera comentado sobre ese pequeño detalle.
"¿Se le ofrece algo, Oráculo-sama?" inquirió educadamente dejando los papeles sobre el escritorio de modo que ella tuviera su total atención, sin embargo, no se esperó la peculiar respuesta de ella.
El cuerpo de ella que inicialmente había estado congelado a pocos pasos del umbral se movió, su postura cambio en segundos, sus delgados brazos se plegaron contra su pecho enlazando sus delicadas manos a la altura de su cuello al mismo tiempo que parecía lucir más pequeña, retraída, de modo que sus hombros se elevaron ligeramente a su alrededor, sus ojos bicolores saltaron de un lado de la habitación al otro a una velocidad asombrosa, para finalmente detenerse renuentemente en su persona.
Sisyphus parpadeó desconcertado por un minuto, ladeando su cabeza ligeramente hacia un lado evaluó de nuevo la situación con más cuidado, preguntándose internamente si había dicho o hecho algo malo, aunque fuera inconscientemente, que la hubiera asustado, pero a su mente no vino nada relevante.
Estaba claro que no estaba cómoda, de hecho, si estaba leyendo bien las señales que ella proyectaba sin darse cuenta, la muchacha estaba opresiva y nerviosa, con un saludable deje de temor que se mostraba muy claramente en su rostro de facciones delicadas. Siguiendo una corazonada, él retrocedió unos pasos hasta ubicarse al otro lado del escritorio en vez de en frente, poniendo más espacio entre ellos, y al instante vio como un poco de tensión se dispersaba de su menuda figura.
Ya no lucia tanto como un animalillo asustado listo para huir frente al gran depredador.
"Su Ilustrísima... ¿tardara mucho en volver?" incluso su voz igual a la de su hermana era diferente para él, su tono era más suave y vacilante, casi como un susurro que no hubiera podido captar de no haber entrenado como lo hizo durante toda su vida. Y definitivamente ella miraba en algún punto entre su cuello y su barbilla, pues no parecía ser capaz de verlo directamente a los ojos.
Peculiar.
"Eso me temo, se acaba de ir hace algunos minutos" alegó teniendo cuidado de no responder en un tono fuerte, manteniéndose tan tranquilo y apacible como pudo, de modo que no luciera amenazador, y tomando en cuenta que el tope de la coronilla de ella le llegaba apenas al hombro, diría que con su estatura de un metro ochenta y nueve más su Cloth Dorada podría resultarle más que intimidante, por lo que cualquier movimiento brusco de su parte estaba seguro la mandaría corriendo lejos en un parpadeo.
"Oh..."
Lucio tan devastada que tuvo el loco impulso de reconfortarla de alguna manera, pero aplastó esa reacción al recordar que si daba un paso en su dirección no sería tomado de buena fe, aunque no entendía porque ella reaccionaba como lo hacía, no había forma de cambiar las cosas de cómo estaban en ese momento, por lo que se aproximó a la siguiente mejor manera de lidiar con ella, con palabras.
"Soy la mano derecha del Patriarca, si lo que le preocupa es tan urgente quizás yo pueda asistirla hasta que pueda hablar con él mañana" dijo con amabilidad, no queriendo realmente despertar a Shion, quien se merecía todo el descanso posible, pero si ella insistía no le quedaría remedio que acceder a su petición. Lentamente posó una mano sobre el escritorio en una actitud relajada y nada amenazadora, sin estar consciente de ello al girarse levemente, la luz que desprendían las velas del candelabro a su lado hizo destellar la cadena dorada que rodeaba su muñeca, donde la piedra preciosa de Turquesa descansaba.
Una expresión curiosa y que él no supo descifrar cruzo velozmente por el rostro de la mujer, e inexplicablemente el debate interno que ella había estado teniendo se disipó, y pareció algo menos renuente a tratar con él.
"La madre y la niña... no deben salir sin protección" Ione finalmente se las arregló para articular, dejando la desconfianza hacia ese hombre de inmenso poder que sin ninguna duda podía aplastarla con un solo puño sin apenas esfuerzo. Pero la joya en su muñeca la reconocía... y extrañamente en su interior supo que él no le haría daño sin provocación, además, dos vidas estaban en juego en ese momento, no le quedaba de otra que advertirlo de modo que alguien pudiera hacer lo necesario para protegerlas.
Al instante Sisyphus se enderezó, su expresión apacible se tornó seria, entornando los ojos la miró con gravedad, ya que ella había captado toda su atención con esas pocas palabras.
Sabía que a las únicas personas a las que podía estarse refiriendo eran Gioca y Mellea, la mujer e hija de Manigoldo, el Santo Regente de Cancer; la joven italiana había llegado apenas ese día a Grecia, y como todo lo que tenía que ver con los Dorados, la noticia se extendió rápidamente como fuego en un pajar, y claro, no ayudó que el Canceriano prácticamente hubiera hecho un espectáculo al llevar a su mujer a sus dominios esa mañana.
"Ha visto algo en una visión concerniente a ambas" afirmó, cruzándose de brazos mientras pensaba a toda velocidad como arreglar para que siempre que las féminas salieran un Santo Dorado estuviera a su alrededor, debido a que, aunque en ese momento tuvieran algunos aprendices estos era nada más que novatos, y no iba a poner en peligro la vida de dos inocentes al asignarles una escolta que apenas sabia pelear.
No.
Tenía que ser alguien con experiencia, el hombre de cortos cabellos azules no esperaría menos que eso.
Ione cabeceó en afirmativo, jugueteando inconscientemente con el cuarzo blanco que colgaba de su cuello y que tenía en su posesión desde los dos años de edad. A su mente acudió el espectro de las emociones experimentadas en la visión, la realización seguida inmediatamente por el horror y el miedo visceral que la joven madre sentía al darse cuenta de que habían caído en las garras del enemigo, la certeza de que las matarían sin dudarlo un segundo... no pudo evitar estremecerse al recordarlo, e incluso cuando esas no era realmente sus emociones, podía de buena gana empatizar con ella.
Y era debido a eso, y a que no quería ver otra vida sesgada que estaba haciendo lo correcto.
Por el rabillo del ojo detalló al hombre frente a ella, quien en un segundo había pasado de relajado y apacible a alerta y serio, aún tenía problemas para comprender como eso funcionaba, pero no pensaba quedarse por mucho tiempo a averiguarlo si podía evitarlo.
El Sagitariano evaluó la súbita reacción de la joven, pero supuso que la perdida de color en su rostro se debió a un recuerdo y no a algo que él hubiera hecho, o eso suponía. Más no sintió que era su asunto preguntar, viendo que de por si la muchacha estaba renuente a interactuar con él no esperaba que le contestara si él inquiría sobre ello, así que lo dejo estar.
"Gracias por informarnos de esa eventualidad, Oráculo-sama, haremos hasta lo imposible por protegerlas" él asintió formalmente hacia ella, curvando ligeramente sus labios en lo que sería una leve sonrisa, antes de ladear la cabeza ligeramente con su vista fija en ella, contemplando algo en su mente por unos segundos. "¿Necesita una escolta para regresar a su habitación?" preguntó en tono neutral, tomando nota de la hora tan tarde que era, pero siendo ese el ultimo Templo y al estar al tope de la cima de la montaña, no había real peligro de que ella deambulara por los pasillos por su cuenta.
Aun así, era su deber el indagar, aunque la respuesta seguramente fuera una negación.
Ella se congeló en el lugar nuevamente, ponderando a toda velocidad en su mente como responder a esa pregunta.
Por un lado, no quería estar en presencia de un hombre desconocido por muy amable que este pareciera, su recelo para con los humanos seguía en pie, aunque un poco menos potente que en un principio era cuando llegó de Delfos, y, por otro lado, los pasillos por la noche eran casi idénticos para ella, con antorchas iluminando aquí y allí, le tomaría una cantidad enorme de tiempo y esfuerzo desandar su camino de vuelta a sus aposentos. La joven mujer solo quería irse a descansar, estando agotada súbitamente por todos los acontecimientos y el esfuerzo que tuvo que hacer no solo para llegar allí sino para superar por un lapso corto su reticencia a los extraños y hablar de su visión solo la traía más fresca a sus pensamientos... si, no le quedo de otra que aceptar.
Sisyphus observó curiosamente como la muchacha debatía internamente sobre qué hacer, más él no intervino dejando que tomara su propia decisión sin presión o influencia, pensando para sus adentros la peculiar actitud de la chica y que había desencadenado esa fuerte reacción hacia él... aunque tenía el leve presentimiento de que no era solo su persona con la que se mostraba temerosa y renuente a hablar.
Finalmente pareció decidirse, y mirándolo por un momento por debajo de sus pestañas con algo de timidez, asintió solo una vez, para seguidamente desviar sus ojos hacia su barbilla nuevamente.
"Por aquí" indicó la puerta, esperando a que ella saliera antes de moverse con elegante suavidad, no queriendo espantarla con un andar rápido, igualmente la joven mantuvo una distancia más que adecuada de su persona.
Caminaron en silencio sepulcral, pero que curiosamente no era muy incómodo, el Sagitariano no intentó entablar conversación con la chica, sabiendo de antemano que obtendría una réplica renuente de ella, por lo que solo se limitó a escoltarla a sus aposentos los cuales estaban al otro lado de la Casa Papal en el lado opuesto a la oficina y dormitorio de Shion. Tanto él como todos los Santos Dorados sabían dónde estaba ubicada la Oráculo a la que nadie realmente veía, por cuestiones de protección, aunque él cómo sus demás compañeros no tenían ninguna razón para ir a ese lugar, especialmente cuando el Pope les informó de que la joven mujer requería de privacidad y silencio, por lo que ellos no se molestaron en acercarse... aunque quizás Manigoldo lo hubiera hecho solo por curiosidad de no ser porque su pequeña hija consumía mucho de su tiempo de ocio.
Algo por lo que podían estar agradecidos.
"Gracias" musitó Ione bajito al detenerse frente a la puerta doble que daba a sus habitaciones, alzando la mirada hacia aquel alto hombre de cabellos castaño canela y ojos azul índigo, y seguidamente luego de una rápida reverencia ingresó, cerrando la puerta tras de sí para inmediatamente correr a resguardarse en su cama.
El Santo Dorado de Sagitario se quedó por unos segundos más frente a la puerta, con los brazos cruzados recreando en sus pensamientos el inusual encuentro que tuvo esa noche con la afamada Oráculo de Delfos, y su impresión de ella basado en su conducta fue que le recordaba a un pequeño pajarito asustado que temía acercarse mucho a los humanos por miedo a ser lastimado.
Era curioso... y preocupante.
Con un suave suspiro, se giró sobre sus talones dispuesto a completar el papeleo de esa noche para luego irse a dormir, y decidió que cuando viera a Shion a la mañana siguiente le comentaría lo sucedido, después de todo él tenía más tiempo tratando con la Oráculo, por lo que sabría si algo la aquejaba mejor que él mismo.
.
.
Ione frunció el ceño ligeramente, preguntándose que la mantenía inquieta a pesar de que nada parecía estar mal con su entorno.
Había transcurrido siete días desde que tuviera la visión donde la mujer de cabellos azabaches y ojos grises fuera secuestrada junto a su pequeña niña, y nada afortunadamente había pasado ya que por lo que le informó su hermana mayor, ambas féminas iban a todos lados acompañadas de uno de los Caballeros de Athena que aún quedaban en el Santuario, lo que le dijo que aquel hombre se tomó muy en serio su predicción.
Aun no sabía cómo logró tratar no solo con una persona desconocida para ella, que además era un hombre algo intimidante, sino trasmitirle correctamente lo que quería decir, él de alguna forma comprendió rápidamente la situación sin ella tener que explicar más detalladamente lo visto, y además no intentó acercarse a su persona captando que su presencia la incomodaba e intentó, a su manera, acomodarse a sus preferencias.
Había sido... peculiar, pero ella lo agradeció internamente.
Y con todo eso, las medidas que tomaron deberían haberla aplacado... pero no fue así.
Su mirada bicolor se posó en el pajarito que esa tarde había venido a verla, desde que sabía que algunos de ellos se acercaban a ella en ese lugar había procurado mantener siempre algunas semillas a la mano de modo que pudiera alimentarlos como hacía en la Villa de Delfos. Desafortunadamente, la acción que por lo general la tranquilizaba en ese momento no lo conseguía, y su tensión iba en aumento, hasta que súbitamente se levantó de la plataforma en la que por lo general reposaba la cual estaba ubicada en la antesala a una distancia de unas inmensas cortinas rojas que separaban el resto de su habitación de esa parte.
El ave salió volando por el ventanal perdiéndose en la distancia, mientras la joven se paseaba de un lado al otro del recinto, hasta que simplemente supo que necesitaba salir y verlas por si misma... era como una compulsión que lentamente retorcía sus intestinos hasta que no pudo contenerse más, no entendía esa necesidad tan súbita de contemplarlas con sus propios ojos, aunque solo una vez hubo sentido algo parecido con anterioridad... y no había acabado bien.
Dudo un poco antes de dar un paso hacia la puerta, sus pisadas sobre el suelo de piedra acompañada del suave susurrar de la tela de su vestido era lo único que podía escuchar en sus oídos, con la mirada fija en frente a ella, siguió con su destino en mente, sin importarle encontrarse con alguien, aunque curiosamente pensó con vaguedad que ninguno de los Templos Zodiacales parecía habitado, como si de una u otra forma los Guerreros estuvieran ausentes. Peculiarmente siguió aún más allá de Cancer, que era el sitio predilecto donde se suponía que las dos féminas estaría y aun así no se detuvo allí, de hecho, su andar incremento de velocidad cuando comenzó a darse cuenta de a donde realmente se dirigía.
No podía ser posible.
¿Toda precaución había sido en vano?
Su respiración se volvió errática, y fue en ese momento que se dio cuenta que estaba corriendo con el sol a sus espaldas, acercándose a un lugar que instintivamente sabia estarían las italianas, con sus cabellos volando al viento y un mal presentimiento atenazando su ser, se internó en la línea de árboles que lindaban al borde de la expansión de tierra y solo aminoró su marcha cuando divisó algo sobre la hierba en el suelo. Con manos temblorosas, se agachó, posando sus dedos sobre el objeto, reconociéndolo como el peluche de cangrejo que la niña siempre traía consigo a donde quiera que iba y que había visto en su visión, asustada de lo que ello significaba se levantó apresurada, pero en lo que dio la vuelta para regresar y avisarle a alguno de los Caballeros se chocó con una figura a sus espaldas.
"Me temo que no ira a ningún lado, Pitonisa" un gran hombre portando una Armadura Negra la tomó de los brazos en una presión dolorosa que estaba casi segura rompería sus huesos si oprimía aún más.
Su respiración se atascó en su garganta.
Y en ese momento su corazón se hundió y el miedo surgió como una ola dispuesta a arrasarlo todo, había caído directamente en las garras del enemigo. Intentó resistirse mientras ese Santo Negro la arrastraba más dentro del bosque, al ver que eso no funcionaba abrió su boca para gritar, pero al segundo siguiente un golpe seco en la nuca la dejó sin sentido, con todo oscureciéndose en dos segundos.
Cuando recupero el sentido ya el cielo estaba casi completamente oscuro, con los últimos vestigios del sol comenzando el descenso para ocultarse en el lejano horizonte, la cabeza le dolía y palpitaba donde había sido noqueada por ese hombretón, sin embargo, rápidamente olvidó ese detalle al ser arrojada al suelo cayendo dolorosamente sobre manos y rodillas frente a otro de ellos, pero que a diferencia de los demás, él parecía ser el líder con un andar elegante, de piel oscura y un monóculo cubriendo uno solo de sus ojos, tenía una mirada helada y desprovista de cualquier calidez.
"Ah, finalmente nos conocemos, Oráculo" dijo con suavidad fijando sus ojos en ella de una forma en que alguien observaba a un insecto que iba a aplastar.
Ione no dijo nada, por una vez no desviando su mirada de ese ser que desprendía una ola de malicia que hacía a su piel erizarse de asco, simplemente se mantuvo en silencio hasta que sintió como algo viscoso y caliente rosaba su mente, frunciendo el ceño se preguntó qué seria esa sensación ajena, algo que era totalmente diferente a lo que sucedía cuando una visión estaba por asaltarla. No pudo pensar más en ello ya que una sonora maldición la sacó de su contemplativo estado, y lo siguiente que supo fue que sintió un intenso impacto y escozor en su majilla.
"No aprecio que intentes bloquearme, querida" suspiró como si el hecho de que la hubiera abofeteado no significara nada para él, porque al minuto siguiente tomó la barbilla de ella con tanta fuerza que seguramente iba a dejar marcas en su piel. "Pero no importa, de una u otra forma tendré lo que quiero incluso si tengo que golpearte hasta conseguirlo"
La joven lo miró fijamente, manteniéndose en silencio ya que sabía que no tenía caso discutir con él, más eso no pareció agradarle porque al minuto siguiente la bofetada fue más dura lanzándola contra la tierra y haciendo que la Oráculo paladeara sangre en su boca, pero aun así no emitió sonido aunque estaba aterrorizada más allá de lo posible anhelando estar en la seguridad de su habitación en Delfos... no, incluso más que eso deseo poder refugiarse en la calidad maternal que Arkhes había desprendido cada vez que iba a verla cuando tenía una visión.
Kaia... si moría, ¿Qué pasaría con su gemela?
Dioses, todo se había ido directo al infierno tan rápido que no tuvo tiempo de pensar que algo así fuera a suceder...
"Ahora me dirás donde se encuentra la Máscara de la Isla Reina Muerte, porque veras... yo la necesito, ¡Ah! Y ya que estamos en eso, tienes que informarme de la seguridad y debilidades de cada Santo en residencia, porque es bastante molesto tener al perro de caza preferido del Santuario destapando cada secreto de mi organización" esperó un segundo, pero al ver que seguía sin darle respuestas, le propinó una patada en el estómago con suficiente potencia como para hacerla gritar, pero ella se rehusó incluso a hacer eso. "Oh, no sabía que fueras tan buena en este pequeño juego... quizás tenga que elevar mi apuesta, y ver si de esa forma consigo lo que quiero" la siguiente patada fue dirigida a su cavidad torácica.
Las lágrimas se deslizaron por sus mejillas, su rostro una máscara de shock y sufrimiento, instintivamente se volvió tan pequeña como pudo, de modo que de alguna forma eso protegiera las áreas blandas de su anatomía, ya que si la volvía a agredir en el estómago estaba segura de que vomitaría... si iba a ser la bilis o sangre, no estaba segura.
Y aun así no iba a rendirse ante su maldad...
"No... no ganaras..." susurró la muchacha tendida en el suelo encogida de dolor, sintiendo como si apenas pudiera respirar, jamás en su vida algo había dolido de semejante forma, pero incluso así algo dentro de ella se negaba a darle siquiera un ápice de información, aunque la verdad era que no sabía nada de lo que el preguntaba, debido a que no interactuaba con los Guerraros Athenienses y nunca salía de sus dominios, no tenía nada que darle. "Los Santos Dorados te detendrán... y lamentaras... el día en que te... atravesaste en sus caminos..." lentamente elevó su rostro de modo que pudiera ver en su mirada que lo decía muy en serio, que lo estaba decretando al universo, aunque no hubiera tenido una visión respecto a ello, estaba segura de que así seria.
Quería que supiera con sus palabras que no triunfaría.
Algo maligno y perverso se asomó a los ojos de Yudo de Perro de Caza Negro, antes de que la tomara violentamente de su cabellera y con su otro puño le asestara un golpe directo en su rostro con tanta fuerza que pensó se desmayaría del dolor, pero lo que siguió fue un infierno en vida, tal violencia que llegó un punto en que todo lo que sintió era agonía, en algún punto algo dentro de su pecho crujió ominosamente, apenas pudo pensar en nada más que no fuera que esa tortura se detuviera, así fuera con su muerte.
No supo cuánto tiempo duró, solo que eventualmente su aturdida mente registró el cese del ataque, y que se encontraba siendo sostenida por un toque cuidadoso, gentil, desconcertada y súbitamente preocupada por las otras dos féminas que habían estado en el claro con los desalmados que la agredieron, por lo que con un esfuerzo que pareció sobrehumano obligó a sus sentidos a funcionar nuevamente, y lo que descubrió no alivio mucho su estado. Su hermana estaba en su forma animal y había hecho una masacre descomunal de los Caballeros Negros, las rehenes ya no estaban y si alguien no detenía a su gemela... si no la hacían volver en sí, la humanidad de Kaia se perdería para siempre.
Debido a eso se forzó a permanecer consciente, sin importar cuanto doliera, y prácticamente le rogó a Defteros de Géminis que la hiciera reaccionar, y justo como su visión había predicho el gran hombre moreno lo logró, confirmando así que la conexión que existía entre esos dos iba más profunda de lo que nadie sabía, incluido ellos mismos. Sin embargo, la Pitonisa no quiso regresar con ellos al Santuario, algo que demostró cuando hizo una petición al hombre de grandes alas doradas que en todo ese tiempo la había estado sosteniendo, e incluso cedido a su ruego de no apartarla de su hermana hasta saber a ciencia cierta si su sanidad había regresado.
"¿Puedes llevarla al Santuario, por favor?"
"Kaia... no..." intentó decir que no quería marcharse sin ella, pero su hermana la interrumpió negando suavemente, desviando la mirada al suelo, algo que ocasiono un nudo apretado en su estómago.
—Yo... iré dentro de unos instantes, adelfí... estaré bien.
Ione cerró lentamente sus labios que estuvieron a punto de decir algo para negarse, pero ella misma sentía la turbación de su hermana mayor. Sabía que precisaba tener su espacio, y estar rodeada de personas en el Santuario no iban ayudarla y mucho menos en ese estado... por esa razón no tuvo más remedio que aceptar, dejando ir lentamente su consciencia al oscuro hoyo que se la trago rápidamente, más en los últimos instantes sintió como la brisa acariciaba su cuerpo, casi como si estuviera... volando.
.
.
Sisyphus sobrevoló el bosque estando atento a cualquier peligro oculto en las sombras, mientras en sus brazos cargaba con el cuerpo inconsciente de la muchacha que se suponía estaba bajo la protección del Santuario, pero a la que le habían fallado horriblemente en su opinión.
Bajó su vista por un minuto hacia ella, y no pudo evitar apretar los labios, molesto no solo con la situación sino también, con que alguien hubiera podido agredir a un inocente que obviamente estaba indefenso, simplemente aborrecía ese tipo de conducta y la persona que lo hacía. E incluso cuando el culpable seguramente estaba muerto, porque vamos, Manigoldo no dejaría vivir a quien osó tocar a su familia ni en un millón de años, aún no había garantías de que la Oráculo sobreviviera con lo mal que se encontraba en ese momento.
Con eso rondando su mente, aceleró su vuelo pasando sobre los Templos Zodiacales, algo que en general no hacía, pero dado la urgencia apremiante que era la salud de la muchacha optó por romper las reglas, y aterrizó con tanto cuidado como pudo en la entrada a la Casa Papal, encontrándose a Shion esperándolo con una expresión adusta que se volvió aún más oscura cuando captó un vistazo de la Oráculo.
"He mandado a por Connor" fue todo lo que dijo, antes de guiarlo al interior directo a la habitación que estaba asignada a los huéspedes de Delfos.
La sanadora de la cual hablaba se hospedaba con su sobrino, Regulus, y este la había traído de Irlanda.
En un inicio no estaba seguro que pensar sobre eso, el joven prodigio era poderoso pero atolondrado, algunas veces se distraía con mucha facilidad, pero en lo referente a la chiquilla rubia había sido prácticamente inamovible en que permaneciera bajo su protección, y eso aparentemente incluía quedarse en su Templo. No hubo argumento posible que él ni Shion dijera que lo movió a cambiar su decisión, pero a todo eso el pequeño león era inocente y sabía que no tenía dobles intenciones para con la chica, de hecho, de alguna extraña forma la consideraba parte de su familia, por lo que a la final accedieron a dejar las cosas como estaban.
El rubio abrió la puerta y le dio paso, de modo que el Santo de Sagitario pudiera acceder sin restricciones y este continuo su camino hasta más allá de las cortinas rojas que dividían el espacio, tomando la cama más cercana al ventanal deposito a la joven mujer tan delicadamente como pudo en esta, e incluso aunque estaba inconsciente ella hizo un ruidito de dolor que movió su lado más protector a asegurarse de que estuviera bien, aunque no había mucho que pudiera hacer por ella en ese momento.
Con cuidado removió unos mechones castaño oscuro de su hinchada mejilla, detallando los cardenales que arruinaban su delicada piel dorada, y con un movimiento que esperaba fuera ligero retiró la sangre que bajaba de su labio inferior roto hasta su barbilla. Lentamente elevó su mirada azulada hasta dar con la rojiza del Pope, ambos tenían una expresión dura e implacable, ninguno de los dos se tomaba a la ligera la agresión hacia las mujeres, y esto era un acto imperdonable que no olvidarían muy pronto.
Un toque en la puerta rompió el aura oscura que opacaba mucho la tranquilidad de la noche, y al instante en que el líder de los Santos dio permiso, esta se abrió dejando paso a una pequeña rubia de grandes ojos azules que portaba un bolso de medio lado con lo necesario para tratar pacientes. Ella hizo una reverencia de respeto sonriendo ligeramente hacia ellos, pero en lo que vio a la paciente comenzó a examinarla ignorando a los dos hombres presentes, mientras su amigo Regulus luego de saludar a los presentes se ocupaba de las labores más manuales como lo era adquirir vasijas llenas de agua caliente, toallas limpias de modo que la sanadora pudiera actuar rápidamente dependiendo del diagnóstico.
"Me temo que debo pedirles que salgan un momento" Connor Lugh, se giró hacia los dos hombres que estaba tan silenciosos e inmovibles como un centinela, al ver que iban a protestar agregó muy seriamente. "Es necesario, no solo debo limpiar sus heridas, todas ellas... también debo comprobar si..." hizo una pausa intentado buscar las palabras adecuadas, pero al no hallarlas no tuvo opción más que ser directa "Si no hubo agresión sexual..." lo último lo dijo en un tono tenso y bajo, mirando preocupada que el vestido anteriormente blanco estaba manchado de tierra y algo de sangre.
Sisyphus se tensó al escuchar eso, no habiendo pensado en esa posibilidad y ciertamente no le hizo gracia que hubiera pasado eso por alto, por lo que asintió y se retiró junto con su Ilustrísima tras las cortinas, pero sin abandonar realmente la habitación. Cruzó sus brazos sobre su pecho, esperando pacientemente el veredicto de la curandera mientras su mente trazaba las posibles implicaciones que eso traería no solo a la Oráculo, sino su relación con la Villa de Delfos, ese desliz podría costarles caro... debían implementar un mejor plan para mantener la guardia en el Santuario y prevenir que cosas así sucediera.
Él no estaba contento, y por la postura rígida de Shion, dedujo que él tampoco.
A sus pensamientos acudió el encuentro que tuvo con la muchacha que ahora se encontraba tendida en la cama muy herida, la manera en que ella actuó en ese momento tan retraída e insegura, nerviosa, pero dispuesta a ignorar su propia incomodidad de modo que otros se beneficiaran y estuvieran a salvo, y ahora era la joven la que había sufrió por un descuido de ellos, no era aceptable... tal vez todos los Santos Dorados deberían haber mantenido un ojo sobre ella, incluso cuando sabían que la Oráculo no tendía a aventurarse fuera de sus habitaciones... debieron haber chequeado si estaba bien, y aunque sabía que el Ariano lo hacia una vez a la semana siempre que sus deberes lo permitían, sin embargo, visto lo que paso en su opinión no era suficiente, debido a eso se dijo que iba a tener que tomar esa responsabilidad sobre sus hombros.
Lo que había pasado no podía suceder de nuevo.
Paso alrededor de una hora, pero finalmente las cortinas se separaron para mostrar al Santo de Leo, quien pase a ser una persona naturalmente jovial en ese momento lucia muy serio, recordándole al Sagitariano por un segundo a su hermano mayor, Ilias. Regulus había tomado la iniciativa de ayudar siempre que podía a su amiga, y de alguna manera se volvió algo así como su asistente cuando tenía que atender a pacientes; no le molestaba y, además, le permitía pasar aún más tiempo a su lado algo que lo hacía feliz ya que estar con ella era siempre entretenido.
"Connor les dará un informe completo" les indicó con un ademan para que se aproximaran mientras él tomaba la sabana y los pedazos de tela usados que se encontraban manchados por suciedad y fluidos carmesí.
La chica rubia lavaba sus manos en un tazón de cerámica cuando el Lemuriano y su mano derecha se acercaron, mirando discretamente a la muchacha tendida en la gran cama que estaba cubierta por un nuevo y limpio cobertor, aun inconsciente de lo que sucedía a su alrededor.
"¿Como se encuentra?" el Ariano rompió el tenso silencio, sus manos estaban ocultos tras las largas mangas de su toga negra, y por una vez no portaba su casco dorado consigo, dejando su rostro a la vista.
"No hay huesos rotos, pero si tiene unas costillas fisuradas que podrían darle problemas más adelante en su recuperación, es recomendable que no reciba ningún golpe en esa área para evitar agravar esa lesión en particular y comprometer los pulmones con una fractura accidental" comenzó a decir Connor, secándose las manos para seguidamente descartar la tela y avanzar hacia la cama, donde tomó la temperatura gentilmente de la joven mujer. "Hematomas en la cavidad abdominal y torácica, en su espalda, piernas, y brazos, sin contar con los cardenales del rostro y el labio partido" enumero cada herida que encontró, sintiéndose triste por la chica que tuvo que pasar por algo así.
"¿Y referente a lo otro?" indagó el rubio con tanta delicadeza como pudo, apretando sus puños para evitar lanzar una palabrota al recontar las lesiones en su cabeza, rezando para que eso ultimo no tuviera que agregarlo a la lista.
"Afortunadamente, es un negativo"
Ambos hombres dejaron salir una exhalación, aliviados de cierta manera de que la Oráculo no tuviera que lidiar con semejante trauma aparte de la larga convalecencia que tendría, más sanar las heridas mentales que el encuentro con los Caballero Negros le debió haber dejado.
"Si está bien con usted, Pope-sama, me gustaría quedarme con ella esta noche para vigilar su progreso... además no puedo saber a ciencia cierta si tiene daños internos en sus órganos hasta que despierte, y luego está el asunto de su cabeza... recibió varios impactos violentos, y eso pudo afectarla negativamente, hablo de su memoria o incluso el habla..." hizo una mueca al decir aquello, pero era su deber darles un informe completo. "Debo ser honesta, podría incluso morir durante la noche de un sagrado masivo interno, todo depende del grado de daño sostenido... mañana sabremos si lo lograra" concluyó con un suspiro quedo, tomando la mano de la mujer castaña, deseando transmitirle simpatía y tranquilidad, pero, sobre todo, deseaba poder agitar sus manos y hacerla mejorar al instante, aunque eso era fantasioso y poco probable de suceder, así que se limitó a hacerle compañía y cuidar de ella lo mejor posible.
"Por favor mantenme informado, y gracias por tus servicios" Shion asintió hacia la jovencita, realmente aliviado de que ella residiera en sus dominios y que además fuera más que capacitada en el área de medicina.
"No es nada, Patriarca-sama... soy yo la que debería agradecerle, después de todo me dieron la bienvenida con los brazos abiertos en el Santuario, así que gracias a usted" ella le sonrió angelicalmente, haciendo resaltar su innata belleza que, aunque cansada lograba brillar como las mismas estrellas.
Era fácil darse cuenta por que Regulus gravitaba tanto hacia ella, y viceversa.
"No fue ningún problema" le sonrió genuinamente y con eso él se giró haciéndole una seña a Sisyphus quien había permanecido en silencio todo ese tiempo, él también le sonrió agradablemente a la chica antes de seguir a su superior, no antes de palmearle el hombro a su sobrino quien estaba entrando de regreso con nuevos suministros en sus brazos.
No hubo palabras durante el trayecto a su oficina, pero en lo que la puerta se cerró el Pope le dio un puñetazo al escritorio destrozándolo al instante haciendo que los papeles y todos los artefactos se desparramaran por el suelo de piedra con aquella muestra del genio que normalmente siempre mantenía bajo control. El hombre de cabellos castaño canela simplemente se quedó cerca de la puerta, sin inmutarse con los brazos cruzados sin decir nada, pero su expresión adusta sugería que él tampoco estaba feliz, el pronóstico de la Oráculo era de cincuenta-cincuenta, podía recuperarse con dificultades o podía simplemente morir.
"Esto es un desastre" el rubio musito, masajeando su sien al sentir una punzada martillear dolorosamente en su cabeza.
"No sabes ni la mitad" sentencio el de ojos azul índigo, ganándose la atención inmediata de su compañero, con un suspiro se movió por la habitación hasta detenerse junto al ventanal, apoyando una mano en el borde, repaso en su mente los problemas que se les avecinaban antes de darles voz. "Su hermana, la Pitonisa Madre, perdió el control más temprano, estoy asumiendo que su conexión con la Oráculo lo propició... destrozó a los Santos Negros como si fueran simples muñecos de trapo, exceptuando el líder y otros dos, los demás murieron bajo sus fauces" con esa palabra particular observó a su líder fijamente. "Debería haber un sobreviviente que podamos interrogar... pero, ¿sinceramente? no creo que deberías contar con ello, estaba muy mal cuando me fui, no creo que vaya a vivir"
"Demonios, la situación se vuelve peor a cada segundo que pasa" apretó la mandíbula, sabiendo que el problema de la Organización de Nero les había estallado en las narices a lo grande. "Tendremos que hacer control de daños de inmediato"
"Defteros la hizo volver en sí, así que deberías esperar que esos dos vuelvan pronto" continuó lentamente, aun ponderando para sí mismo la conexión que tenían ambos, más no creyó que fuera relevante mencionarlo por lo que no lo hizo. "Manigoldo se llevó al líder a Yomotsu, asumo yo, pero Albafika trajo de vuelta a Gioca y a Mellea en lo que comenzó la masacre, sin embargo, mi pensar es que pronto la voz se correrá ya que seguramente alguien vio salir a un Direwolf del Santuario en una carrera demencial"
"Por todos los Dioses" gruñó, sintiendo su dolor de cabeza volverse una migraña de tan solo imaginar el espectáculo que eso crearía, iba a tener que pasar un comunicado a los pueblos cercanos, particularmente Rodorio, y a tener una reunión con sus Caballeros y los aprendices, las Vestales... era abrumador la cantidad de trabajo y responsabilidades que iba a sobrellevar, pero afortunadamente no estaba solo en ello.
"Sera mejor cortar el pánico de raíz tan pronto como sea posible, mientras dejemos que El Cid se ocupe de rastrear y sacar a la luz al resto de las ratas de modo que podamos estar seguros de que las dos féminas estarán a salvo perpetuamente de ellos" sugirió con un suspiro, pensando nuevamente en la situación desde distintas perspectivas, y aun así recayó nuevamente en la cuestión de la mujer. "La Oráculo..."
"Si, lo se... no podemos dejarla sin supervisión nuevamente" dejando escapar una profunda respiración, removió sus largos cabellos rubios más que frustrado, pero poco a poco iba calmándose, recuperando su centro a medida que el plan de lo que harían a continuación iba formándose. "En un inicio lo deje estar porque ella es... peculiar en su trato con las personas, no sé si es por haber vivido tanto tiempo recluida en Delfos pero viendo a su hermana creo que no es eso, y como nunca se aventuraba a salir de su recinto imagine que estaría bien pero eso obviamente no funciono como debería, aun así se las arregló para no solo salir en tiempos peligrosos, sino que además lo hizo en un momento en que todas las Doce Casas estuvieron vacantes de sus guardianes" aun lo anonadaba como eso hubo sucedido, pero debía aceptar la realidad y lidiar con las consecuencias.
"No debe haber una repetición de esto, nuestra relación con la Villa de Delfos es tenue en el mejor de los casos, y esto solo echara más fuego a la desconfianza" Sisyphus se sintió obligado a recalcar, recordando las acciones de Aspros al asesinar a unas inocentes Pitonisas cuando estaba bajo la influencia de la semilla maldita. "Ella debe estar bajo protección inmediata, sin embargo, tú tienes demasiado que hacer y es por eso que yo tomare esa responsabilidad... si es que ella sobrevive"
Shion asintió estando de acuerdo, preguntándose si todos los planes que hicieron serian para nada... pero lo sabrían con seguridad a la mañana siguiente. Esperaba que fuera para mejor, porque no sabría qué hacer con una irracional Pitonisa con tendencia a convertirse en un lobo inmenso capaz de destrozarte la garganta sin siquiera mirar.
Que los Dioses los ayudaran si la Oráculo moría.
Continuara...
Eh aquí el primer encuentro de nuestra bonita pareja, y las primeras impresiones de cada uno, ademas de que descubrimos como capturaron a Ione en Golden Spirits 7u7 Pobrecita, pero tenia que pasar :v
Y pues empezamos a ver como ellos van a empezar a interactuar con el otro, y al pobre Shion le saldrán canas tempranamente se los digo yo, pobre tipo(?)
¡Nos vemos en el próximo capitulo! ¡Dejen sus opiniones!
Pagina de Facebook: Sisters Of The Heart-SSTLC
¡Únanse, las esperamos!
Zoteria
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro