Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 12


'Birthing Love'

Grecia, Athenas – Santuario.

Abril, 30 de 1751

Ione suspiró, sintiendo los rayos del sol darle de lleno en el rostro.

Removiéndose entre las suaves sabanas de algodón egipcio bostezó al mismo tiempo que extendió su mano a su lado buscando instintivamente esa cálida presencia que siempre le otorgaba tanta paz y seguridad, pero solo encontró el colchón vacío, aunque era de esperarse ya que su marido era una persona ocupada con deberes propios y siendo la mano derecha del Pope no podía pasar mucho tiempo ausente. Sintiendo la soñolencia embotar su mente intentó parpadear, pero estaba tan cómoda con una suave pero fresca brisa entrado por la ventana y el sol del mediodía calentándola deliciosamente que casi parecía un pecado moverse.

Ese día sus amigas y hermana mayor planeaban venir a visitarla, pero aun faltaba un poco para ello, por lo que se dijo que aún tenía tiempo de sobra para retozar un poco más.

Una ligera risa ahogada la hizo finalmente abrir los parpados y su vistan tardó unos segundos en ajustarse a la brillantez de la habitación, pero finalmente reconoció a la persona parada a unos pocos metros de ella como el hombre que le hubo robado el corazón con su amabilidad y paciencia, con el entendimiento y la tranquilidad, no hubo manera de resistirse a la llama que él era para ella, y así sus labios se lo hicieron saber al curvarse suavemente, inconscientemente llamándolo hacia ella.

"Sisyphus-sama..."

Enderezándose de su posición relajada contra el marco de la ventana caminó lentamente hacia la joven recorriéndola con su intensa mirada azul índigo de los pies a la cabeza, capturado por la belleza inusual y exótica que era su mujer, allí extendida en su cama con esos largos cabellos oscuros esparcidos como un halo a su alrededor junto al vestido blanco que destacaba su piel dorada, nada podía hacer latir su corazón tan desbocado como verla tan somnolienta y mirándolo con tanto amor en esos ojos bicolores avellana y lila. Algunos días se despertaba preguntándose como podía ser posible que fuera tan afortunado de no solo haber encontrado el amor sino además de ser correspondido tan fieramente, con tanta sinceridad y solo daba gracias a los Dioses por esa bendición, en especial a Athena pues él sentía que ella los había reunido.

Era increíble y él se aseguraba de que ella supiera todos los días cuanto la amaba y respectaba, cuán importante era ella para él.

Al llegar a la cama tomó asiento en el borde, extendió su mano para acariciar el rostro de la joven y al instante ella depositó su mejilla contra su palma dejando escapar un quedo suspiro de placer que le arranco otra sonrisa llena de afecto. Cuando pensaba en cómo era la chica al conocerla por primera vez y la veía ahora, le sorprendía y maravillaba los cambios que sucedieron para que lentamente ella fuera cambiando, abriéndose más al mundo que la rodeaba y para su orgullo y felicidad, la muchacha dejó de ser esa ave en cautiverio prisionera de una hermosa jaula dorada y extendió sus frágiles alas tomando la libertad con ambas manos, aunque el camino no fue del todo simple y sin obstáculo, esta los superó admirablemente.

"¿En qué piensa?" ella inquirió suavemente, observándolo desde bajo de sus pestañas aún muy somnolienta, pero disfrutando de su cercanía y de la agradable brisa.

"En ti" fue su respuesta, inclinándose para depositar un beso profundo y afectivo en los labios rosados de su esposa. Ah, como le gustaba pensar en ella como suya, tanto como pensar que él le pertenecía en cuerpo y alma a la chica. "¿Cómo te encuentras hoy?" inquirió después de retirarse bajando su mano al distendido estomago que anidaba al bebe, sintiendo al instante uno ligero movimiento que indicaba que la criatura sentía la cercanía de su padre y había reaccionado ante él.

La primera vez que lo sintió un nudo se hubo apretado en su garganta y su corazón estuvo a punto de estallar de los sentimientos tan abrumadores que lo envolvieron, dejándole saber por primera vez que su vástago era real, algo tangible a lo que aferrarse especialmente después del intento de asesinato que tuvo la joven en el juicio que sucedió hacía meses con la descarriada Pitonisa.

Recordarlo ahora solo hacia que un frio helado recorriera su ser.

Incluso ahora, no podía evitar tensarse cuando pensaba que estuvo a punto de perderlos si Asmita de Virgo no hubiera intervenido rápidamente y en el momento justo para salvarlos a ambos de una daga destinada a destruir y aunque eso terminó con la perpetradora muerta por su propia mano. Eso por si mismo hubiera sido duro de superar pero si se sumaban las repercusiones de las acciones cometidas en el pasado y presente fueron un gran golpe para la muchacha, quien se encontró increíblemente abatida por no ser capaz de detectar el engaño a tiempo para salvar las muchas vidas que fueron sesgadas por la antigua Pitonisa Regente, no obstante, la inesperada llegada del Consejo Regente de Delfos al Santuario el mismo día del juicio los dejó más que sorprendidos y, si, algo suspicaces de los motivos de estas.

Pero, aunque no pudo estar presente durante la discusión que las seis mujeres tuvieron con la Oráculo y su Guardiana, horas después cuando finalmente sus nervios estaban a punto de estallar de la preocupación las puertas se abrieron y las Pitonisas Regentes se marcharon calladamente, y preocupado por el estado físico y emocional de su esposa entró en la estancia para encontrarla no descorazonada y perdida como pensó estaría con otra confrontación con las personas con las cuales creció sino más bien, tranquila y menos tensa aunque aún se adivinaba una tristeza en su mirada exótica. No le dijo cuál fue la discusión con aquellas mujeres, no obstante, era obvio que todo había salido bien, sin embargo, a él no le sentó del todo bien que pidiera que su gemela y ella se les permitiera dejar el Santuario para preparar el ritual mortuorio de la traidora, algo que solo debían hacer ellas.

Hubo una pequeña discusión respecto a eso, pero al estas señalar que la amenaza a la vida de la Oráculo había sido identificada correctamente y eliminada, ya no había peligro de dejarla ir con solo su hermana como protección, que en si mismo era algo poderoso después de todo no muchos podían enfrentarse a un Direwolf de tamaño descomunal que tenía como única meta destrozar a cualquiera que fuera lo suficientemente estúpido como para atacar a su protegida; Así pues, a regañadientes Sisyphus accedió pero no antes de revisar el lugar al que ellas habían decidido ir.

De modo que la tarde del juicio las dos hermanas partieron al bosque circundante al Santuario y solo regresaron al día siguiente en la mañana oliendo a humo y madera quemada, pero con expresiones sombrías y algo decaídas, esa noche ambas la pasaron encerradas en sus aposentos en el Templo Papal. Los siguientes días fueron duros para todos, porque no solo debían hacerse a la idea de lo que había pasado frente a sus ojos, sino además para el joven leon fue todo un shock enterarse de que su querida madre fue no solo envenenada sino además asesinada por alguien que una vez fue consideraba una amiga y hermana, una traición profunda y de las peores que pudiera haber en el mundo y como era de esperarse, el chico no lo tomó del todo bien por lo que el Sagitariano no solo se ocupara de estar pendiente de su esposa sino además de su sobrino al cual quería mucho viendo que básicamente lo había terminado de criar luego de la muerte de su hermano mayor.

A Ione y a Kaia les tomó unas semanas sobreponerse de lo sucedido, mientras que la mayor se limitó a permanecer apartada de todos y en silencio, la menor fue todo lo contrario; ella algunos días parecía bien, como si estuviera finalmente avanzando a mejor y luego al siguiente era un mar de lágrimas y arrepentimiento, auto recriminaciones afanosas como si de alguna forma se culpara por no haber detectado la traición con tiempo de salvar a las victimas de la Pitonisa por lo que se castigaba duramente. No obstante, con un poco de ayuda de la gemela luego de que esta se deshizo de lo que la atormentaba y el apoyo de todos los que apreciaban a la joven mujer lograron hacer que saliera de ese estado errático de pena, incluyendo una larga charla con su sobrino, Regulus, sobre la madre del Leoniano que terminó con ambos llorando como niños ella aceptó que las circunstancias no podían cambiarse y poco a poco dejo la culpa de lado, aunque él sabía que la cicatriz emocional de lo pasado nunca se borraría por completo.

Un golpecito en su palma lo trajó nuevamente al presente, justo para escuchar la respuesta de su amada.

"Estoy bien, solo un poco cansada y con algo de hambre" murmuró desperezándose lánguidamente antes de ser ayudada por el alto hombre de cabellos canela a sentarse erguida, pero el calor que el irradiaba era demasiado tentador para ella por lo que terminó acurrucada bajo su hombro, casi siendo arrullada por los latidos del corazón masculino.

"Por eso he venido, agápi mou" sonriéndole afectivamente, la ayudó a levantarse viendo que una vez su vientre se hinchó lo suficiente como para ella no poder ver sus propios pies ella necesitó ayuda para pararse. Con cuidado la llevó a una mesa llena de platos de comida tapada frente al diván donde la ubicó con almohadones a su alrededor, viendo que su barriga era un peso extra que la hacía caminar pausadamente.

Su embarazo estaba muy avanzado y según los cálculos de Connor no tardaría más de una semana, dos a lo sumo, en dar a luz al bebe, afortunadamente ella lo había tenido más fácil que algunas otras ya en su preñez ya que los síntomas desagradables no se le presentaron, solo la somnolencia perduró durante los meses de gestación y aunque su apetito aumentado no tuvo casi ningún antojo, pero en general no había sido tan difícil. Sin contar con que aun la descubría dormitando por cualquier lado, ya que en su estado lo único singular era que siempre tenía sueño sin importar la hora que fuera, incluso una vez casi tiene un infarto al encontrarla desparramada en las escaleras que llevaban a su Templo y por un terrible momento pensó que se había tropezado al bajar cayendo escalera abajo o le dio un mareo terminando desmayada por el calor, su cerebro corrió a una velocidad vertiginosa hasta que la hubo llevado de emergencia a la Casa de Leo de modo que la curandera la atendiera, pero para su alivio, la muchacha solo se había dormida demasiado cansada para alcanzar el refugio de su Casa Zodiacal.

Desde entonces, él se aseguraba de chequearla constantemente entre sus labores, y de que ella no estuviera por mucho tiempo a solas, aunque ciertamente la chica se pasaba un poco más de la mitad del tiempo durmiendo en sus aposentos a donde se hubo mudado finalmente luego del juicio, aunque de vez en cuando usaba las antiguas habitaciones, pero eso disminuyó considerablemente cuando moverse comenzó a serle difícil.

Subir escalera era particularmente engorroso, así pues, eso fue reducido considerablemente.

"Ya no puedo esperar a ver al bebe" Ione suspiró recostándose contra el cuerpo más grande de su amado sintiéndose nuevamente en la cúspide del sueño, con la brisa agitando sus mechones largos y acariciando su piel, y la placentera luz de la tarde reflejando en parte del cuarto. La paz del momento y tenerlo a su lado era suficiente como para inducirla a dormir rápidamente, lo cual no lucho.

"Descansa glýka" murmuró contra la coronilla de ella, depositando un beso ligero allí. "Yo también estoy ansioso por recibir al bebe en nuestros brazos" y pensando en lo maravilloso que sería tener una criaturita a la cual amar y proteger junto a su esposa, deseo que pronto llegara el día de conocer finalmente al vástago que hubieron creado una noche de pasión.

Una parte de él y una parte de ella, unida para crear un ser nuevo maravilloso.

.

.

Sus plegarias fueron contestadas, ya que apenas cuatro días después ella se puso de parto.

Los dolores iniciales le sucedieron justo en la madrugada pero no fueron más que unas mínimas molestias por lo que no encontró razón para decirle a su esposo sobre estas cuando lo despidió desde la cama para sus laboral, no obstante, estas rápidamente se convirtieron en algo más seguido y más agudo, pero ella no quiso comentar nada hasta no estar segura de que realmente era el momento, debido a que Connor le hubo explicado que habían falsas alarmas así que siguió con sus actividades normales, disfrutando de la reunión de chicas que tenía esa tarde al mediodía en que quedaron para almorzar todas juntas.

Aunque si se guiaba por las miradas suspicaces que Kaia le lanzaba le indicaron que no estaba haciendo un buen trabajo. Se acababa de levantar del asiento para dirigirse a tomar una copa de agua mientras esperaban a que la comida estuviera lista cuando lo sintió, una punzada agonizante y sorpresiva en el bajo vientre que la hizo doblarse en dos conteniendo el aliento mientras algo húmedo se deslizaba por sus piernas mojando completamente su blanco vestido.

Al instante las muchachas la tenían rodeada, con Fluorite llevándola amablemente hasta la otomana más cercana y Connor examinándola mientras la hermosa y callada Mine se marchaba para ir a avisarle al Sagitariano sobre lo sucedido al tiempo que las demás presentes organizaban las cosas mientras llevaban a la chica hacia Leo y preparaban el cuarto con lo necesario para el parto bajo las claras instrucciones de la curandera. Su vestido fue retirado y lavada antes de ponerle un camisón de lino fino, ella caminó alrededor de la estancia lentamente algo que le dijo la sanadora ayudaría a acelerar el alumbramiento; no obstante, apenas hubo transcurrido no más de quince minutos cuando las puertas dobles se abrieron para dar paso al alto hombre de cabellos canela quien llevaba una expresión de preocupación en su rostro, siguiéndolo de cerca estaba el Santo de Leo quien inmediatamente se puso a trabajar ya acostumbrado a lo que la chica rubia necesitaba para su práctica.

"Ione" en dos zancadas se encontró a su lado, tomándola de los brazos de Calvera quien con una sonrisa se retiró de la habitación para dejarle espacio y privacidad a la pareja. "¿Te encuentras bien?"

"Si... solo..." hizo una mueca y se aferró a los antebrazos de su esposo tomando quedas respiraciones para intentar controlar el dolor que la recorría de pies a cabezas, hasta que este paso. "Estoy bien... solo en trabajo de parto..."

Los tres presentes en la habitación se alejaron un poco de modo que la pareja pudiera tener algo de intimidad para hablar. Pero, aunque él se quedó un poco más tranquilo al saber que no había nada mal con su mujer, reluctantemente con los labios apretados salió del cuarto de curación como era costumbre a esperar el nacimiento de su primogénito en compañía de Defteros, Aldebaran y El Cid.

La espera era infernal, su mente no podía parar de correr con infinitas posibilidades de lo que podía salir mal con su compañera, y aunque por fuera pareciera calmado y en control de sí mismo, en su interior estaba de todo menos eso, y mientras los minutos se transformaron en horas su tensión fue en aumento; los gimoteos que podía escuchar atreves de la puerta cerrada no ayudaban a tranquilizar sus nervios que casi lo hizo saltar de su piel al oír la puerta abrirse y a su sobrino salir con una expresión cuidadosamente en blanco.

"Theíos, ella requiere tu presencia dentro" Regulus informó a su tío haciendo un ademan con su mano para que lo siguiera, cosa que el mayor hizo sin rechistar.

Al entrar se encontró con la cara blanca de Ione quien tenía una expresión de dolor en su rostro bañado de sudor y era sostenida por la curandera de modo que caminaba por la habitación mientras Kaia estaba sentada en una silla ansiosamente mirando a su hermana menor sin poder hacer nada debido a su propia condición de avanzada gestación por lo que solo enviaba sensaciones de calidez y cariño por el vínculo que las unía. En un parpadeo él estaba al lado de su amada tomándola gentilmente del cuidado de la pequeña rubia quien se la dio de buena gana con instrucciones de seguir con el ejercicio, mientras ella chequeaba que todo estuviera en orden.

"Lo... lo siento... solo..." gimiendo dolorida escondió su cara contra el pecho de él temblando mientras la ola de dolor la laceraba hasta dejarla sin aliento y casi agotada. "No creo que... pueda hacer... hacer esto sin usted..."

"Estoy aquí, glýka, haremos esto juntos" murmuró contra eso cabellos castaño oscuro intentando transmitirle su fuerza pues ya llevaban casi siete horas en eso, y por lo que parecía iba a tardar un poco más, a su alrededor las velas estaban encendidas preludiando al anochecer que caía rápidamente sobre ellos.

Aunque por regla general la tradición dictaba que los hombres se quedara fuera de las habitaciones de parto y se le presentaba luego al recién nacido, Sisyphus en ese momento pensaba que las convenciones sociales podían irse al infierno por lo poco que le importaba ya que él iba a estar presente para el nacimiento de su bebe, apoyando en todo lo posible a su hermosa mujer que estaba trabajando arduamente para traer a su primogénito al mundo, después de todo ella no se había quedado embarazada sola por lo que no veía por qué debía relajarse cuando ella estaba haciendo el trabajo difícil.

Transcurrieron alrededor de seis horas más de contracciones, de gemidos llenos de dolor y lágrimas derramadas por el cansancio y la frustración, pensó enloquecería cuando finalmente la curandera dio aviso de que la joven mujer estaba lista para empezar a pujar ya que había dilatado por completo. Con cuidado el Santo de Sagitario llevó a su esposa a la cama subiendo con ella de modo que la espalda de la joven pudiera recargarse contra su pecho mientras sus manos sostenían las pequeñas de ella, sintiendo la piel húmeda por el sudor de ella a través de la delgada tela de su camisa puesto que hacía horas que hubo prescindido de su Cloth de Oro.

"Muy bien, Ione-san, cuando le dé la señal empuja con todas tus fuerzas" Connor la instruyó, abriendo las piernas de la mujer y colocándose entre ellas con una sonrisa tranquilizadora que ocultaba un poco su preocupación viendo que la Oráculo llevaba unas horas dilatando lentamente y lucia extremadamente cansada, ella estaba segura que lo único que la mantenía consciente era el hombre tras ella que la animaba y le brindaba su fuerza. "Regulus, por favor ten listos las cosas que preparamos" al mirar a su amigo este le sonrió dándole ánimos a ella, mientras estaba parado junto a la mesita que contenía una jofaina con agua caliente, vendas, ungüentos y otras cosas más, su mirada luego saltó a la gemela de su paciente quien estaba con una mano sobre el brazo de su hermana como apoyo, pero tras dedicarle un momento a ver si la otra mujer estaba bien regresó su atención a la que estaba por dar a luz.

Ione sintió repentinamente una presión monstruosa y dolorosa en lo bajo de su vientre que abarcaba la espalda que era totalmente diferente a las anteriores que hizo que no pudiera contener un grito, arqueándose lloriqueando, sintiendo como si estuvieran desgarrando su cuerpo en dos, era un dolor indescriptible que opacaba todo lo que hubiera sentido antes incluyendo la paliza que los Santos Negros le hubieron dado. Por un momento pensó que se desvanecía, pero la voz del Sagitariano la anclo en el momento e impulsivamente empujó con todas sus fuerzas, para el segundo siguiente tomar una respiración temblorosa.

"Muy bien, sigue así, un poco más" la animó la rubia totalmente concentrada tanto en la madre como en la criatura que estaba por venir. "Una vez más, cuando sientas la contracción, puja"

A la joven no le dio tiempo de decir nada ya que una vez más la sobrevino la presión horripilante y empujó apretando tanto como pudo las dos manos que sostenían las suyas, obteniendo fuerza del hombre que amaba, quien le daba palabras de aliento y sentía su cosmos rodeando su persona, con su hermana mayor limpiando el dolor frio de su frente y cuello con un paño húmedo frio. Cuando se retiró se encontró más cansada que antes, con el corazón latiéndole imposiblemente rápido como un ave intentando escapar de su jaula, pero se forzó a ignorarlo y simplemente seguir intentando traer a su bebe a ese mundo.

"¡Ahí! ¡Veo su cabeza!" la alentó, pero sin perder la concentración. "Ahora solo falta una o dos más y estará aquí"

"Un poco más, agápi mou" el Guardian del Noveno Templo le susurró en el oído viéndola sufrir tanto sin poder hacer nada le hacía entender por qué parte de los esposos no estaban presentes en el nacimiento de sus vástagos, aunque él prefería estar ahí con ella que escucharla luchar desde lejos sin poder siquiera tocarla.

Tomando fuerza de donde no tenia, apretó fuertemente su mandíbula e inclinándose hacia adelante empujó con todo lo que tenía en si dejando salir un grito por la agonía de ser casi partida en dos, bloqueando todo a su alrededor salvo la presencia de su amado junto a ella y la impresión de tener a su gemela con ella, y cuando pensó que realmente iba a rendirse una sensación de alivio recorrió todo su cuerpo como una gran ola e inmediatamente sintió que la presión remitía hasta dejarla literalmente sin fuerzas y con los oídos zumbando al tambor de sus latidos. Su respiración era audible, errática, estaba dispuesta a dejarse ir a la deriva de la nube oscura que quería atraparla, a descansar por fin de todo el ajetreo y esfuerzo que dio durante horas, pero ella no escuchaba ningún llanto y fue eso más que todo lo demás lo que la mantuvo consciente.

"¿Por qué... por qué no llora?" musitó con apenas voz, su garganta demasiado seca para proyectar sus palabras mucho más alto.

Sisyphus acunó a la joven, pero luego de asegurarse de que no parecía que fuera a desvanecerse giró su atención hacia su sobrino quien había tomado al infante en una manta y la estaba lavando de espaldas a ellos haciendo imposible el ver a al bebe mientras Connor se aseguraba que su paciente expulsara la placenta, limpiándola y dándole algunas puntadas con aguja e hila para luego hacer que el marido de la chica la alzara de modo que las sabanas fueran cambiadas también. Cuando termino allí, la jovencita se giró yendo hacia su amigo para examinar a más detalles al recién nacido mientras el silencio se extendía por la habitación volviéndose opresivo mientras el pánico atenazaba a los padres y a la tía de la criatura.

Finalmente, los jóvenes se giraron con ligeras sonrisas en sus rostro que relajo a las tres personas inmediatamente, y caminaron hacia ellos con el bebe abrigado en una nueva manta limpia, pero en el momento en que se lo depositaron en los brazos a la muchacha y esta miro su carita, dándose cuenta de que estaba bien y no había peligro alguno, sonrió ligeramente llena de amor y depositando un beso sobre esa cabecita se recostó contra su amado y se dejó llevar a la inconsciencia con el murmullo de voces arrullándola junto al latido de su esposo bajo su oído.

.

.

Sisyphus no pudo evitar mirar con inmenso afecto a la mujer que dormía profundamente en su cama esa mañana.

Sabía que estaba agotada por haber pasado casi veinticuatro horas de parto, aunque había sido apenas unos días atrás el aún tenía presente la expresión de dolor en su bello rostro, la palidez y los pequeños gritos y sollozos cuando intentaba dar a luz; si, no lo había disfrutado ni un poco, pero se negó a dejarla pasar por eso sin él. Ahora con el nuevo bebe con ellos que despertaba a cada dos horas la joven no había realmente descansado mucho por lo que en ese momento él no quería despertarla y se conformaba con observarla.

Más un ruidito lo distrajo de la vista pacifica de su mujer.

Girando captó movimiento en la cuna hecha de madera que el mismo había hecho con sus propias manos, lentamente durante los meses anteriores en preparación para la llegada de su primogénito en cada momento libre que tenía e incluso aprovechó cuando su esposa dormía la siesta para hacer presentándosela como regalo un dos meses atrás; era de color de madera blanca con un diseño que tallo especialmente de enredaderas, hojas, flores y algunos animalillos como pájaros o ciervos, escondidos aquí y allí subiendo por las patas, las barandas y por todos lados, mientras que en la parte de adentro resaltaban las estrellas con cada constelación Zodiacal detallada en la cabecera.

Era una obra maestra ya que él no solía tallar muy a menudo, pero ese había sido un caso especial, era su bebe después de todo, que en ese momento estaba intentando llamar la atención, así que se levantó con cuidado de no mover a su amada y se acercó con pasos silenciosos a ver a su retoño, no pudiendo contener el amor que lo llenaba al posar sus ojos sobre las mantitas blancas de encaje con estrellas bordadas en un hilo plateado.

Un regalo de Nerys, si mal no recordaba igual que otras prendas bonitas que la mujer de ojos violetas les dio en felicitaciones.

Estirando los brazos la cargo con delicadeza, aun con algo de opresión, pues ella era tan pequeñita y delicada, justo como su madre, pensó con amor. Él no había pensado mucho en si quería un niño o una niña, solo deseaba que su primogénito fuera sano y nada más, pero cuando finalmente le dijeron que su bebe no tenía nada mal y simplemente era tranquila no pudo evitar maravillarse cuando se la pusieron a su esposa en los brazos, aunque eso dio paso al pánico cuando esta se desvaneció apenas dos minutos después, pero rápidamente le dijeron que ella simplemente se había dormido.

Otro ruidito llamó su atención de sus recuerdos, y al bajar la vista sus ojos azul índigo se encontraron con unos avellanas que parpadeaban lentamente, capturando su corazón una vez más al verla bostezar y agitar un poco los puñitos, la piel de ella era de un tono blanco al igual que el suyo con las mejillas rosadas al igual que la boquita, las facciones era delicadas y adorables, y los finos cabellos eran del mismo tono que el suyo, castaño canela y se curvaban delicadamente sobre sus orejitas en un rostro totalmente adorable.

Su hija era una preciosidad.

Y la amaba con todo su corazón, era instintivo el impulso de protección que sentía hacia ese ser lleno de luz, algo dentro de sí mismo exigía que la envolviera en una burbuja donde nadie pudiera hacerle daño nunca, pero sabía que eso no era posible, igual daría lo mejor de sí mismo para que su hija creciera feliz y rodeada de amor sintiéndose querida.

"¿Tiene hambre...?" una voz somnolienta habló desde la región de la cama.

Dándose la vuelta con la criatura en brazos miró a su esposa con una sonrisa llena de afecto, antes de aproximarse cuidadosamente con la pequeña haciendo ruiditos, quien no era dada a llorar, no realmente, algo muy curioso dado que lo poco que él conocía de infantes estos siempre lloraban a todo pulmón cuando querían ser atendidos o necesitaban algo, como bien le hubo informado Kardia cuando este rememoro de la época en que Kirios nació, pero su preciosa joya no parecía ese tipo de bebe.

"Eso creo, si" sentándose nuevamente en la cama se inclinó para depositar a la chiquita en los brazos femeninos que rápidamente la acunaron contra ella, acariciando suavemente la mejilla rosácea con un dedo antes de besar la frente de la beba.

Desabotonando su camisón destapó su pecho izquierdo e incitó a la infante a abrir la boquita de modo que pudiera alimentarla, cosa que la niña inmediatamente hizo aferrándose a ella y empezando a succionar. Ione aún estaba sorprendida de haber podido traer al mundo a esa criaturita tan magnifica, que instantáneamente había amado incluso antes de nacer, que había anhelado conocer finalmente para poder darle todo el amor y atención que tenía en su interior por su hija, la hija que había creado con el hombre más maravilloso del mundo.

Mirándola ahora, todo el dolor y la angustia habían valido la pena. Y finalmente estaba un poco más cerca de entender por lo que su madre adoptiva, Arkhes, vivió cuando tuvo a su propio hijo, lo que la hacía pensar que era toda una ironía sorprendente que ella misma terminara envuelta con el hermano menor del marido de la antigua Pitonisa Madre.

Esa tarde recibiría la visita de sus amigas quienes prudentemente se hubieron quedado lejos para darle tiempo de orientarse y descansar del agotador parto, pero todas estaban emocionadas por ver a la pequeña integrante del Santuario y ya todos los que vivían en los dominios de la Diosa de la Guerra corría alrededor hablando de cómo era, que aspecto tenía y si había heredado los poderes de su madre, pero los pocos que vieron al bebe que se limitaban a su esposo, su gemela y la pareja de adolescentes habían mantenido una sonrisa amplia cuando preguntaban pero nunca comentaban nada manteniendo los labios firmemente sellados, dejándolos inmensamente curiosos.

"¿Has pensado en un nombre para ella?" inquirió la joven saliendo de sus pensamientos, sin despegar la mirada exótica de su bebe, pues era como una compulsión el mirarla, como si por dentro no pudiera creer que realmente tenía una hija, que en cualquier momento despertaría y se encontraría devuelta en Delfos envuelta en su soledad.

Pero era real, todo eso y no podía olvidar... no, no quería olvidarlo por nada del mundo.

"No, no realmente" él negó inclinándose al lado de ella para pasar un brazo sobre esos frágiles hombros que al mismo tiempo llevaban una fuerza increíble a pesar de la carga tan pesada que poseía y besar sus cabellos afectivamente inhalando ese particular aroma a coco que era tan único de su mujer. "Cualquier cosa que decidas está bien por mi" le aseguró, y era la verdad, porque aún durante el tiempo que tuvieron de conversar sobre posibles nombres ninguno para niña los había convencido del todo, por lo que solo se enfocaron en nombres para chicos.

Permanecieron en silencio por unos minutos hasta que la bebe dejó de alimentarse, en cual caso ella se la pasó al Santo de Sagitario quien delicadamente casi temeroso de romperla la coloco sobre su hombro sobre un paño blanco dando golpecitos suavemente su espalda hasta que la beba eructo y seguidamente se quedó dormida, momento que aprovecho para cambiarle el pañal de tela por uno limpio aplicando aceites especiales hechos de flores particulares que Albafika había modificado especialmente para que la nena no sé irritara la fina piel de seda de su hija.

Eso, estaba seguro, era algo que los hombres realmente no hacían en la sociedad.

Si tenían un elevado estatus social contrataban a nodrizas para que se ocuparan de darle de comer y cualquier otra necesidad del infante en cuestión, y cuando no se poseían esos recursos las madres por lo general hacían el trabajo sin ninguna intervención del marido ya que los hombres pensaban que eso era solamente tarea de mujeres; él por otro lado no pensaba quedarse de brazos cruzados dejándole todo a su amada, a pesar de que poseía una muy saludable cantidad de dinero a su espalda, de hecho más dinero del que pudiera gastar en sus vidas enteras no pensaba dejar a su retoño con alguien más que no fueran sus padres.

Habiendo crecido básicamente en un orfanato por los primeros años de su vida, sabía lo que era no tener padres, aunque su progenitor fuera sorprendentemente un Santo de Athena este no se había preocupado por los hijos que tenía y el único que se ocupara de él fue su hermano Ilias al cual no había reconocido como familia hasta que el Pope, Sage, no se lo informó por lo cual estuvo muy agradecido de saberse querido por al menos un familiar sanguíneo, aunque con el tiempo sus compañeros se volvieron más familia que amigos. Y ahora con la joven mujer a su lado, su círculo familiar hubo crecido exponencialmente no solo por la ahora cuñada que tenía, sino por el ser inocente que sostenía con tanto asombro y cariño; en vez de llevarla nuevamente a su cuna, la abrigó contra su pecho, reconfortado con su calor y peso, y la sonrisa que mantenía en sus labios solo se amplió al sentir a su esposa acomodarse a su lado con la cabeza apoyada contra su hombro y una delicada mano femenina puesta ligeramente sobre la espalda de su vástago.

"Selen" repentinamente la muchacha habló, pero cuidando de no alzar mucho la voz para no despertar a su retoño. Al sentirlo mirarla interrogativamente, aclaró. "Su nombre... se llamará Selen, como la luna, brillará muy inmensamente entre la oscuridad, siempre perseverante y hermosa"

"Me gusta" asintió observando amorosamente a la niña. "Selen..."

"Sisyphus-sama..." lo llamó calladamente, dirigiendo su vista una vez más a su bebe, algo temerosa de ver el rostro de su marido pues un pensamiento acababa de entrar precipitadamente en su mente.

"¿Hmm?" al ver que ella no decía nada, frunció el ceño al mirarla y notar su expresión inquieta, casi nerviosa. "¿Que sucede, glýka? ¿Qué te inquieta? Sabes que puedes decirme lo que quieras, no voy a juzgarte"

"¿Esta... está usted decepcionado... por no tener un niño?" preguntó calladito, mordiendo el interior de su mejilla y manteniendo sus pestañas velando sus ojos, su corazón latiendo aceleradamente por la tensión que súbitamente atenazó su cuerpo. Si el dijera que sí, ella no sabría qué hacer, pues ella amaba con locura a su hija y creía que él también, pero los humanos eran criaturas curiosas y difíciles de predecir, tan caprichosas como el viento mismo además de que sabía por diferentes fuentes que los hombres siempre preferían un varón ya que a las hembras las consideraban nada más que ganado para vender.

Pero ella nunca le haría algo parecido a su hija, su bebe iba a decidir su propia vida.

"Ione" al darse cuenta de que ella no quería encontrar sus miradas, suspiró, pero extendió una mano de modo que tomándola de la barbilla giró su rostro preocupado hacia él y sus ojos conectaron, azul índigo con avellana y lila. "No estoy decepcionado ni mucho menos, amo a nuestra hija y nunca la cambiaría por nada del mundo... para mí no importa si era niño o niña mientras tuviera buena salud y eso es exactamente lo que obtuve" agachó su cabeza de modo que tomó la boca rosada de su mujer en un beso profundo y lleno de sentimientos. "Por favor, nunca lo dudes ni un segundo... yo haría lo que fuera por ustedes dos, incluso mandar al mismísimo infierno a quien les toque un solo cabello de sus cabezas" y ahí en su mirada un brillo peligroso se asomó, algo que por lo general no dejaba entrever.

Él era considerado uno de los Santos Dorados más calmados y razonables, pero si lo hacían enfadar podía convertirse rápidamente en uno de los más peligrosos.

"Me alegro... es solo que escuche mucho antes de dar a luz comentar que esperaban que fuera un varón" murmuró volviendo a reposar tranquilamente junto a él, observado casi hipnotizada por la placida manera en que su beba dormía en el pecho de su marido. Y eso inevitablemente le recordó a la visión que tuvo cuando creía que tenía tuberculosis e iba a morir. "Hmmmm... supongo que eran de ella..."

"¿De ella? ¿A qué te refieres glýka?" indagó confundido por las divagaciones de ella.

"Hace meses tuve una visión de dos gemelos idénticos corriendo por un prado de flores, en un principio creí que eran los Dioses mostrándome que mi hermana estaría bien si yo partía de este mundo" cuando él hizo un sonido en su garganta de protesta ella se volvió a sonreírle cálidamente antes de depositar un beso en su mandíbula antes de proseguir calmadamente. "Por lo que cuando supe que estaba embarazada pensé que quizás era yo, no obstante, al saber que Connor-chan estaba segura de que Kaia tiene a dos criaturas en su interior me di cuenta de que después de todo si era ella"

"Ya veo" asintió más tranquilo de que no fuera nada malo. Pero eso lo hizo pensar en su compañero de batallas y no pudo evitar sentir un poco de entendimiento y compasión por el Geminiano. "Pobre Defteros, se ha vuelto increíblemente protector con tu gemela debido a su delicada condición"

"Eso es cierto, aunque a ella no parece importarle mucho" comentó distraída mientras comenzaba a canturrear suavemente para sí misma.

"No, eso es verdad" él asintió, pero finalmente algo que había querido saber pero que no se atrevió a preguntar antes surgió nuevamente en su cerebro y esa vez, sintió que podía indagar sin temor a ver un relapso en la joven. "¿Ione?" la llamó suavemente, esperando a que esta girara su rostro una vez más hacia el antes de seguir. "¿Qué fue lo que paso en la reunión con las Pitonisas del Consejo Regente?" preguntó con cuidado mirándola detenidamente para saber cómo eso le afectaría.

"Oh" su vista exótica se perdió por un momento en la distancia regresando a ese día antes de redirigir su atención nuevamente a su marido. "Hablamos del juicio, de lo sucedido con la antigua Pitonisa y lo que se haría a continuación con el mando de Delfos, aparte de elegir una nueva dirigente para el Consejo"

"Ya veo" él asintió, aunque quería saber algo más detallado mas no insistió ya que no estaba en su jurisdicción, aunque eso no quería decir que su curiosidad se aplacara por lo que lo sorprendió que la muchacha se explicara más hondamente ya que había pensado que el tema estaba zanjado.

"Mayormente, ellas me hicieron comprender mejor los motivos torcidos de Kalliope" revolviéndose para ponerse más cómoda sobre la cama hizo una mueca de dolor pues sus zonas regionales estaban aún doloridas, pero finalmente lo consiguió. "Aparentemente ella hizo todo ese mal pensando que tenía que proteger a la Villa de las influencias externas, veía al mundo de los humanos como un lugar sucio y lleno de maldad, de impureza, por lo que cualquiera que significara aunque sea un ligero cambio en como Delfos era dirigido desde hacía siglos era eliminado de una u otra forma... ella quería que todo se quedara tal cual estaba, pero el cambio es inevitable en esta vida algo que esa mujer no logró comprender" musitó lo último dejando atrás la melancolía que pensar en la antigua Pitonisa Regente le provocaba debido a la sangre inocente derramada por ella y concentrándose en la vida preciosa que crearon con su amor.

"Lo entiendo, aunque eso no la excusa" él asintió pues lo hacía, pero aun había algo más. "¿Qué hay de Delfos? ¿Tendrás que regresar después de la misión que aun te mantiene aquí?" eso era algo que lo preocupaba, pues ella realmente no entendía del todo el concepto del matrimonio en sí y bien podía decidir marcharse debido a sus deberes para con aquellas mujeres.

"No, no realmente" ella negó lentamente, pensando cuidadosamente lo que quería decir ya que aún no era tiempo de que los demás Santos Dorados se enterara de aquella entidad divina que acechaba en la oscuridad esperando librarse de su prisión. "Aunque nuestra misión nos exige permanecer aquí por un tiempo más, nuestras prioridades han cambiado... cuando en un inicio pensábamos volver cuando todo estuviera terminado, ahora hay una razón más para quedarnos en este lugar" lo miró fijamente antes de pasear su mirada sobre su hija, haciéndole ver cuál era esa razón.

"¿No extrañaras tu hogar?" se vio obligado a preguntar debido a que no la quería viviendo infelizmente en un lugar solo por él, aunque internamente estaba feliz de que ella quisiera quedarse por estar a su lado.

"La Villa de Delfos dejó de ser un hogar para nosotras cuando Arkhes se fue" su voz sonó calmada, pero con un dejo de tristeza, no obstante, esta cambio a una llena de amor cuando lo miró a los ojos. "Ahora mi hogar esta donde mi hermana, usted y nuestra bebe este" lo dijo llanamente, pues era la más absoluta verdad.

"Y el mío, agápi mou, esta con ustedes... justo a su lado" y con esa callada declaración se inclinó tomando los rosado labios de la mujer que amaba más que a su alma y demostrándole sin palabras que lo que decía era verdad.

Ellas dos eran su vida.

Continuara...

Ah, por fin ha nacido la criaturita que ambos crearon con su amor, no es bonita? Y Sisyphus estan encantado con su bebita al igual que con su madre, el se merece ser feliz y yo le di lo que queria! *Se tenia que decir y se dijo!* :v

Y ahora entienden por que la Pitonisa hizo lo que hizo a todos esos inocentes, no que fuera justificado por que la muy hija de... bueno la muy sinverguenza mato a la mama de nuestro leoncito preferido :'v

¡Nos vemos en el próximo capitulo! ¡Dejen sus opiniones!

Pagina de Facebook: Sisters Of The Heart-SSTLC

¡Únanse, las esperamos!

Zoteria

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro