
[Fotos y atardeceres] (42)
This happens once every few lifetimes
***
Avalon Russo extends Ferrari contract.
Eso fue lo que adornaba los titulares de todos los periódicos y revistas deportivas a lo largo del mundo. En Italia estaban extasiados, felices y frenéticos de tener a alguien con su misma sangre renovando durante tanto tiempo su contrato con la mejor escudería que pudieran pensar. Había decidido quedarme con Ferrari porque nunca pude verme en ningún otro lugar. Ellos son exactamente lo que siempre quise, mi sueño de la infancia inmortalizado y llevado a la práctica en un lugar que considero mi hogar, así que lo hice por mí, pero también en buena parte por ellos.
Los tifosi que siempre me han abierto las puertas desde que me anunciaron la primera vez, hace casi un año. Prometí traerles más victorias y sonrisas, prometí ganar un campeonato por ellos, para hacerlos sentir orgullosos de mí a pesar de que sé que lo están. La temporada todavía no termina y de todas formas ya tengo ganas de iniciar de cero y poder dar inicio a una nueva era en Ferrari que con mucha suerte podría traernos alegrías a todos los involucrados.
Pero de momento solo tengo que preocuparme por mi atuendo para el evento de hoy.
Arnold y su familia habían organizado una comida especial para celebrar la renovación de mi contrato. Una razón más para sentirme parte de todo esto, para hacerme parte del equipo una vez más. Así que me paro frente a mi clóset mientras decido qué ponerme. Quería estar cómoda, quería verme bien, pero no quería sobre pensarlo tanto.
Mi departamento en Maranello está desocupado buena parte del año. Vengo seguido a la fábrica para afinar un par de detalles del auto cada cuatro carreras más o menos, así que intento que esté lo más limpio y ordenado posible para poder disfrutar en paz cuando me quedo aquí.
— Te ves bonita con lo que sea, Avs. — su voz proveniente desde el marco de la puerta me hace mirarlo. Se recarga contra la pared, escondiendo su sonrisa detrás de su taza humeante de café. — También sin nada, pero eso solo puedo verlo yo. — agrega al acercarse y dejar un corto beso en mis labios.
— Arrogante. — le quito el recipiente de sus manos para darle un trago. No tiene sentido que sea el mismo café que yo misma preparo todos los días, pero este sepa mil veces mejor. —¿Cómo dormiste? ¿Bien?
— Contigo siempre duermo bien. — responde, y ahora soy yo quien tiene que esconderse detrás de la taza para ocultar mi sonrojo involuntario. — Un poco temprano para arreglarte, ¿no? — señala el montón de ropa que había dejado tirada sobre la alfombra en mi intento por buscar algo para ponerme. Había hecho un desastre y no me había dado cuenta.
— Lo sé, solo quería dejarlo todo listo. — dejo sobre el sofá el conjunto por el que me decidí, preparado para la salida de al rato. — ¿Estás nervioso?
Mi pregunta pareciera sorprenderlo al principio, pues hace una mueca de confusión ni bien terminó de entender lo que quise decir.
— ¿Yo? Vamos a ir a un evento tuyo.
— Por eso. Estás jugando en territorio enemigo. Estamos en Maranello, Seb. — le recuerdo. — Y porque además esta es nuestra... primera salida formal con más personas. Mi papá va a estar ahí, los Agnelli, y todos los inversionistas de Ferrari.
Asiente, comprendiendo lo que intento decir, y me alivia que lo haga porque me emociona mucho que me acompañe a algo tan grande como esto, pero necesito que entienda que va a ser muy diferente a cualquier cosa que hayamos hecho antes. Este no es un evento de la FIA en el vamos a encontrarnos a más pilotos para socializar, sino una fiesta exclusiva de Ferrari, nada más. El único "extraño" es él, siendo del equipo rival.
— Russo, tu papá me adora. — dice al acomodar mi cabello detrás de mi oreja con aire comprensivo. Increíble que se las arregle para hacer un gesto tan tierno cuando dice algo completamente arrogante. — Los Agnelli me estiman también, quiero pensar. Me llevo bien con Alice, Arnold siempre ha sido amable conmigo, y Amelie siempre me invita a cenar con ellos. — continúa, y con cada palabra que dice me siento más tranquila. — Los inversionistas y todos los demás... tal vez no seremos amigos íntimos, pero podemos ser cordiales por un día.
Lo observo. Su cabello rebelde y despeinado cae sobre su frente sin preocupación alguna, igual que él, todos los días. Sus manos sostienen las mías, y se encarga de acariciar mi piel. No es algo que uno creería a simple vista, pero Seb es mucho más tierno y romántico de lo que pensé. No lo vi venir, pero tampoco vi venir esta relación con él, así que tal vez debería dejar de sorprenderme.
— Bien, okay. — va a ser interesante, ahora que lo pienso. Seb nunca ha tenido problemas para socializar, y no es un secreto para nadie que hacer amigos y entablar conversaciones no es un obstáculo para él. El tipo enamora a medio paddock cada que habla, no sé de qué me preocupo.
— Cool, entonces relájate ya, ¿de acuerdo? Faltan horas para la comida. Mejor... ¿por qué no me modelas lo que vas a ponerte?
[...]
Nos detenemos en una tienda a las afueras de Maranello. Tengo entendido que es el mejor lugar en la ciudad para comprar cualquier tipo de alcohol (según Kimi). No me gustaría llegar a la comida con las manos vacías, así que decido parar a comprar vino. Le pregunto a Sebastian si prefiere esperarme en el auto, pero ni bien termino de hablar, él ya se estaba estacionando y poniendo su gorra de Red Bull para venir conmigo.
Terrible error, ¿en dónde cree que está?
— ¿Has visto películas de exorcismos? — le pregunto, y él se queda sin moverse sobre su asiento mientras se quita el cinturón de seguridad, viéndome como si estuviera loca.
— Haces unas preguntas rarísimas.
— ¿Cuando hacen exorcismos y le acercan al demonio una cruz y le recitan oraciones y eso?
— Ajá...
— Bueno, así va a hacerte cualquier persona que te vea usando eso aquí, Sebastian. — señalo la gorra sobre su cabeza, pero él se limita a rodar los ojos.
— Alguien tiene que portar algo del mejor equipo actual en la parrilla. Sin ofender.
— Bueno, pero no digas que no te lo advertí. Recuerda que los italianos son muy nacionalistas y fieles a sus equipos, no me gustaría ser tú en este momento.
Recorremos el establecimiento con calma, todavía tenemos tiempo antes de la hora que habíamos acordado para llegar. Caminamos por la tienda y seleccionamos un par de cosas que se nos atraviesan en el camino, entre ellas una cámara digital que me llamó la atención de inmediato. Un par de curiosos mantienen su distancia al vernos caminar de un pasillo a otro, pero eventualmente varias personas se terminan acercando.
— Avalon, posso fare una foto con te? Per favore.
Sonrío y asiento, entregándole a Vettel el paquete de Kit Kat que había tomado de una de las estanterías. Abrazo a las personas que se acercan para las fotos, que a estas alturas era todo el establecimiento. Los clientes que nos veían desde la distancia terminan por ceder también, tal vez aprovechando que ya estábamos en ello.
Y como estamos en Italia precisamente, la mayoría de ellos está usando una prenda del equipo, por lo que me entregan gorras y jerseys para firmar. Revistas con mi cara en la portada, e incluso hubo alguien que tenía una foto de la noticia de mi renovación de contrato.
Me bendicen, abrazan y saludan una y otra vez como si fuera una deidad caminando por las calles. Nunca me había sentido tan querida como cuando estoy en Maranello, es por eso que supe que Ferrari estaba destinado para mí.
— Siamo orgogliosi di averti alla Ferrari.
Seb se hace a un lado en el pasillo cuando todo esto ocurre, y mientras espero a que las personas posen para las fotos, lo veo sonriendo de oreja a oreja al contemplar la escena. Debe ser divertido para él ver todo esto desde afuera tomando en cuenta que él también está acostumbrado a ello.
— Toglilo, ragazzo. Non puoi usarlo qui. — le exige uno de los presentes a Sebastian una vez que acreditan que él está aquí también, pero por supuesto que su italiano no es fluido, por lo que se limita a responder con una de las pocas frases que sabe decir.
— Eh... grazie mille?
El hombre niega con la cabeza, decepcionado, pero una vez que toda su familia se toma una foto conmigo, siguen caminando hasta que finalmente estamos solo él y yo en el pasillo.
— ¿Qué me dijo?
— Que te quites la gorra, no puedes usarla aquí. — traduzco, y Seb accede a rechinadientes.
— Bien, pero cuando lleguemos a tu departamento vas a tener que quitarte una prenda también tú, solo para estar a mano.
Seguimos recorriendo los pasillos, metiendo cosas a la canasta que claramente no necesitamos, pero que de todas formas encontramos divertidas. Dulces, chocolates, cosas del estilo. Hasta que una señora junto con su hijo pequeño se cruzan en nuestro camino.
— Disculpa... ¿podría tomarme una foto con ustedes? — nos pregunta con timidez cuando su mamá prácticamente lo empuja hacia nosotros.
— Claro, por supuesto.
Nos posicionamos a cada lado del pequeño, abrazándolo por los hombros mientras Sebastian y yo sonreímos para la cámara. Me pregunto si el menor está sintiendo en este momento lo mismo que sentí yo cuando me tomé mi primera fotografía con Michael cuando era pequeña, o si la atesoraría como su posesión más valiosa igual que yo. Me pregunté si ser piloto es su sueño también, y algún día repetiría el patrón al tomarse una foto así con alguien más. Muchas cosas pasan por mi cabeza cuando Sebastian despeina su cabello y le regala su gorra, la misma que llevaba puesta hace apenas un instante.
Se encarga de firmarla, por supuesto, poniéndose en cuclillas para entregársela a su nuevo dueño, quien estaba tan emocionado que ni se lo piensa cuando lo abraza. No lo había pensado antes, pero Seb se ve adorable con los niños.
— No podía usarla aquí de todas formas. — me explica una vez que acomoda su cabello rebelde.
Nos agradecen, y estaban a punto de irse del establecimiento cuando se me viene a la mente la idea de que me tomé decenas de fotos hoy aquí, pero ninguna con él.
— Disculpa, ¿podrías tomarnos una a nosotros? — le digo a la madre del niño, quien accede con gusto ni bien se lo pedí.
— ¿Y eso? — Seb se encarga de ponerle la memoria a la cámara fotográfica que había puesto en la canasta, y se la entrega para que pueda tomarnos la foto.
Y no tengo idea de por qué. Sabía que podríamos ser fotografiados en la fábrica cuando lleguemos, que ahí hay locaciones más bonitas y llamativas, recuerdos que valga la pena tener en la memoria de la cámara, pero este me pareció un momento muy bonito para recordar. Quiero poder regresar a él las veces que quiera.
Rodea mi cintura con su brazo, pegándome a su cuerpo y sonriendo como si hubiera ganado el campeonato hace apenas unos minutos. Ambos posando uno junto al otro en la sección de vinos de una tienda local de Maranello. Esa es nuestra primera foto oficial. No fotos en rueda de prensa o entrevistas, podios, celebraciones o por parte de paparazzi escondidos en restaurantes a la espera de conseguir un mejor ángulo.
Algún día podría mirar atrás y saber que nuestra primera fotografía fue en un lugar tan cotidiano como una tienda, pero que se sintió tan agradable que fue digno de inmortalizarse de semejante forma.
— Mi novia la celebridad. — pasa su brazo por mis hombros para acercarme a él, depositando un corto beso en mi sien. — Pero vámonos ya, me muero de hambre.
[...]
Sebastian conduce por las tranquilas calles de Maranello con una naturalidad que encuentro muy atractiva en él. Tal vez por la forma en que maneja con una sola mano como si eso no le causara ningún tipo de conflicto (y es raro, porque yo lo hago también y nunca lo había considerado una hazaña digna de admirar). Su cabello se agita con el viento golpeando en contra, y mientras su mano disponible descansa sobre mi pierna, se encarga de apretar mi muslo gentilmente cada que me atrapa observándolo.
Ni siquiera me avergüenza que lo haga, me gusta verlo en su cotidianidad. Es curioso verlo en un día normal usando ropa casual. La mayoría de veces está usando un jersey de Red Bull o algo por el estilo, pero hoy había optado por unos jeans y una playera simple de color rojo. Y por supuesto que lo molesté hasta el cansancio diciéndole que lo había hecho a propósito para ser mejor aceptado en la fábrica de Ferrari.
— ¿Me das un chocolate? — señala con la mirada la bolsa de compras que habíamos hecho hace rato, así que asiento mientras rebusco entre los artículos que adquirimos.
— ¿Kit Kat o M&M?
— Kit Kat, por favor.
Abro el envoltorio rojo y le entrego su barra de chocolate, pero lo observo horrorizada cuando veo que muerde el dulce sin respetar las líneas divisorias que contiene. Solo un psicópata haría eso.
— Qué horror, Sebastian. ¿Qué estás haciendo?
— ¿Qué? ¡Se come de todas formas! ¡Es lo mismo!
Y es justo en cosas pequeñas como esta en que me permito recordar lo diferentes que somos, lo distinta que es nuestra forma de pensar y de actuar, y aún así todo eso parezca una nimiedad que no significó un obstáculo al momento de encontrarnos. Detalles insignificantes que resultan mínimos como una estrella significa ante todo el sistema solar.
Discutimos al respecto hasta que finalmente nos estacionamos en el cajón con mi nombre pintado sobre el pavimento: Avalon Russo - Scuderia Ferrari F1 Driver.
¿Me enorgullece leerlo cada vez que vengo? Por supuesto que sí. Y a pesar de que será mi cajón de estacionamiento durante mucho tiempo, creo que nunca podría dejar de sonreír al verlo. La primera vez que vine aquí tenía 10 años, y recorrí estos mismos pasillos sin saber que algún día podría llamarlos mi lugar de trabajo. Esa Avalon no me creería si se lo contara, y probablemente se desmayaría frente a mí si se lo dijera.
Bajamos las cosas y nos encaminamos hacia el interior de la fábrica, Seb se encarga de cargar la bolsa de compras y yo la botella de vino. Para cuando pasamos junto al guardia de seguridad de la entrada volví a sentirme en casa como la última vez que había estado aquí hace no tanto tiempo.
— ¡Ya llegaron! Maravilloso, ya casi sirven la comida. — nos saluda Arnold cuando llegamos al jardín donde estaban todos. — Avalon, ¿cómo estás? — besa mis mejillas antes de hacer lo mismo con Sebastian y quitarle la bolsa de las manos para ponerla sobre una de las mesas. — ¿Qué tal el camino?
Es curioso que cada vez que veo a Arnold Agnelli está usando traje formal y relojes caros, o en alguna rara ocasión, trae puesto un jersey de Ferrari para apoyar al equipo, pero hoy viste con ropa casual, el atuendo más normal que le he visto. Y puedo estar leyendo entre líneas otra vez, pero eso me hace sentir que se siente en confianza con todo esto también como para mostrarse de esta forma.
— ¡Bien! Tranquilo. Siento la demora, pero te trajimos esto. — le entrego la botella y se encarga de leer la etiqueta con detenimiento.
— Es la favorita de mi esposa, va a encantarle mucho. Ya la abro, pero pasen ustedes. — deja un golpecito en el hombro de Sebastian cuando se encamina hacia el interior del recinto para ir a servir la bebida.
La música que se reproduce en los altavoces es perfecta. No sé si había sido a propósito, pero son todas mis canciones favoritas. Seguimos avanzando por el camino de piedras, que además había sido decorado con globos rojos que nos llevan hasta donde están el resto de los invitados.
La escena parecía sacada de Alicia en el país de las maravillas. Platos por todos lados, gente riendo y platicando animadamente, decoraciones referentes al equipo posicionadas por todos lados como si hiciera falta dejar en claro el motivo de este festejo. Habían montado una mesa larga justo a la mitad del jardín, cubierta con un mantel blanco y velas como centros de mesa decorativos. Todos están aquí, y eso es lo mejor.
Mi papá, quien platica con Meredith. Elio, Kimi, Chris, algunos ingenieros y mecánicos, un par de inversionistas. Las familias de Charles y Carlos. Todo el equipo está presente. Es perfecto. Toda la familia a la que un día quise pertenecer.
Tomo a Sebastian de la mano para acercarnos y tomar asiento, pero somos interceptados por alguien que ya nos conoce demasiado tal vez demasiado bien a ambos.
— ¡Avalon, hola! — me saluda Alice, quien, como es su costumbre, trae una cámara alrededor de su cuello. — Felicidades por el contrato. Te dije que no tenías que preocuparte por eso.
— Gracias, Alice. Voy a hacerte caso la próxima vez. — sonrío. — ¿Recuerdas a Seb? — le digo, acomodando su cabello bajo la gorra de Ferrari que trae puesta. La italiana dirige su mirada hacia Sebastian, y le sonríe con picardía luego de voltearme a ver a mí también, deduciendo lo obvio.
— Hola, mini Agnelli. ¿Qué cuentas desde la última vez que te vi?
— ¿Te refieres a cuando viniste a buscar a Avalon, y cuando no la encontraste me preguntaste directamente por ella? — lo delata, sin querer, la pequeña Agnelli, sonriendo de oreja a oreja.
— Ah, ¿Seb preguntó por mí, eh? — miro a mi novio a mi lado, quien rápidamente se cubre el rostro con las manos y se pone en cuclillas para quedar a la altura de la pequeña.
— Agnelli, ese era nuestro secreto. — la reprime el alemán al despeinarla.
— No, dijiste que nuestro secreto era que me habías dado café y me pediste que culpara a Kimi si mis papás se daban cuenta.
— ¿Qué hiciste qué? — se entromete el finlandés, que justo iba pasando por ahí. — No te juntes con Sebastian, niña. Es mala influencia. Es muy tarde para Avalon, sálvate tú.
— ¿Yo? ¡Tú fuiste quien le dio café! Tiene 9 años, Kimi. Deberías ser más responsable con eso. — agrega Sebastian llevándose una mano al corazón como si intentara solidarizarse con la causa.
Alice se ríe con cada mínima interacción que Sebastian y Kimi comparten, y no es la única divertida con todo esto, pues mientras que el finlandés reprime a Seb respecto a las mentiras, el consumo del café, la edad de Alice y bla, bla, bla, el alemán no podría mostrarse más sonriente al respecto, claramente no tomándoselo con la seriedad requerida. Por el contrario le dedica sonrisas a Alice, que eventualmente terminan en ella sin poder ocultar la risa.
Había olvidado que Seb es muy bueno con los niños, y que éstos lo adoran. Lo adora todo el mundo. Me sorprende la facilidad con que se relaciona con cualquier persona que se le cruza por enfrente. No por nada conquista a los periodistas con sus respuestas sarcásticas y coquetas que logran sonrojar a más de una persona.
Así que para cuando terminamos con ese tema y finalmente podemos tomar asiento, había olvidado por completo por qué había estado preocupada esta mañana.
— ¡Pa! — llego a su encuentro y dejo que me abrace con fuerza al sentarme a su lado. Nos vimos hace poco más de dos semanas, pero me gusta atesorar y disfrutar cada hora que puedo compartir con él. Por eso mismo no puedo esperar a que sean vacaciones. — ¿Qué tal el vuelo? ¡Oh! ¿Cómo está botones? — insisto tomándolo del brazo.
A Maranello tengo la posibilidad de regresar cada mes, pero Sicilia es punto y aparte. Solo puedo ir en vacaciones, y ya pasaron dos meses desde ese momento, lo que significa dos meses alejada de mi gato. Lo extraño tanto. A veces me gustaría traerlo aquí y dejarlo en mi departamento para poder verlo más seguido, pero hacer eso sería cruel para él. Un gato ciego en un departamento que no conoce, donde además estaría solo gran parte del tiempo es simplemente horrible de pensar. Cada vez que esa idea cruza por mi mente me recuerdo a mí misma que en Sicilia tiene a mi papá a su entera disposición, y un jardín gigantesco que ya conoce como la palma de su mano. ¿O la palma de su patita?
— Te preocupas demasiado por ese gato, mi amor. Te garantizo que vive mejor que tú y yo, o cualquier persona que conozcas... Sebastian, hijo, ¿cómo estás? — se interrumpe para estrechar su mano.
Seb se pone de pie para atender el gesto, saludándolo con una cordialidad que juro por dios nunca le había visto con nadie más que con mi papá. — Señor Russo, todo de maravilla, ¿usted?
— Todo bien, bien. Pero por favor, dime Lorenzo. Creo yo que vamos a vernos más seguido. — me dedica una mirada desde su asiento, y puedo sentir el color carmesí apoderándose de mis mejillas inmediatamente.
No lo entiendo. Mi papá supo de la existencia de Sebastian en mi vida muchísimo antes que todos los demás, incluso antes de que nosotros dos lográramos entenderlo. Le había llamado para decírselo oficialmente justo después de que Seb me lo pidiera esa noche en el podio. Él sabía, lo supo desde un principio, y de todas formas no puedo evitar sonrojarme ante el hecho de que ya sea algo que se sepa, que estamos juntos ahora y que es tan oficial como cualquier cosa que se me ocurra.
Supongo que es raro al principio. Después de Matthew realmente no hubo nadie más que James, pero (y esto me lo dijo hace poco) nunca le terminó de agradar. Dijo que nunca pudo entender la razón, simplemente no era alguien con quien podía visualizarme a futuro. Sé que con Sebastian es diferente por la forma en que sonríe y asiente cuando platican de algo, o por todas las carcajadas y risas que reconozco como sinceras que le provoca. Tal vez nunca fue obvio para mí, pero Seb es exactamente mi tipo, y acabo de descubrirlo hasta hace poco.
— ¡La persona más guapa del paddock nos hace el honor de venir! — grita Elio al llegar a mi encuentro, cargado con infinidad de platos diminutos que contienen postres y galletas (que yo misma me encargaría de robarle dentro de poco).
— Gracias, Elio. Pero Avalon no se queda atrás tampoco. — bromea el alemán al saludar a mi amigo en cuanto lo ve.
Hay una forma de saber si a Elio le caes bien. Una sola, nada más. Y es la forma en que reacciona a las respuestas de los demás ante algo que acaba de decir . En este caso, por ejemplo, sé que adora a Sebastian tanto como yo porque suelta una carcajada y lo abraza incluso antes de saludarme a mí. Si hubiera sido Matthew quien hubiese respondido así, o James, se hubiera limitado a ignorar el comentario y entablar una conversación conmigo.
Y eso me dice mucho de Sebastian también. El hecho de que logre convivir de esta forma con mis amigos y mi círculo cercano, que ya lo intuye a él.
La comida es demasiada, pero todo está delicioso. La mesa directiva había contratado chefs profesionales que se encargaron de preparar un basto menú con el que soñaría por siempre. Toda mi comida favorita, infinidad de postres y bebidas burbujeantes cuyos ingredientes son demasiado pretenciosos como para decir en voz alta.
Platicamos acerca de nuestros contratos y próximas carreras, la emoción que te invade cada que subes al podio y la disociación que le sigue. Hasta que la conversación giró en torno a cómo son las cosas en el paddock ahora que nuestra relación se había hecho oficial.
— Pues, sé que Horner no está muy contento con esto, pero no me importa lo que Horner piense. — comenta Arnold, y todos en la mesa celebran y se ríen. — Sin ofender, Sebastian.
El rubio niega con la cabeza, ocultando su sonrisa traviesa detrás de la rebanada de pizza que estaba a punto de llevar a sus labios. — No se preocupe. Yo también ignoro lo que Horner dice a veces. — agrega alzando su copa, y siendo celebrado una vez más por los presentes.
Veo a Alice tomar fotos de todo lo que se le cruza por enfrente, y a Charles esperando pacientemente por ella, sonriendo en silencio mientras observa todos sus movimientos por mínimos que sean, y luego regresar a jugar como si nada hubiese pasado. Si esos dos no terminan juntos en un futuro, la verdad es que me sorprendería bastante.
Corren por los pasillos, son niños a final de cuentas. Carlos pareciera tenerles mucha paciencia también. Como si él pudiese entender algo que ellos todavía no. Es fluido en un lenguaje que los otros ni siquiera han aprendido a hablar. Él es el mayor, así que es mucho más consciente de todo lo que pasa a su alrededor, aunque claro que eso no le impide hacer travesuras junto a sus dos amigos.
— Si tiran mi tiramisú vamos a tener un problema. — Kimi levanta su plato por encima de su cabeza cuando el monegasco y el español pasan corriendo a su lado, esquivando obstáculos imaginarios en su camino hacia la mesa que habían asignado para ellos.
Esto es exactamente lo que quería, incluso sin saberlo: pertenecer a algo. Sentirme parte de un equipo como este, tener tantas personas a mi alrededor que también buscan lo mismo que yo. Ellos son la familia que toda mi vida deseé tener. Y a pesar de que al lado de mi papá hay un asiento que siempre ha estado vacío, ahora me doy cuenta de que no necesitaba llenarlo en lo absoluto. Si mi mamá no está aquí es porque nunca quiso estarlo, y eso había sido por su propia decisión. Yo ya me había cansado de perseguirla. Fue para lo mejor a final de cuentas, porque todos los presentes en esta mesa son personas que han estado siempre para mí, que han estado en cada parte de mi proceso.
Tengo un equipo, tengo un contrato, y tengo a Sebastian también. No podría pedir nada (ni nadie) más.
— No juegues, ¿son roles de canela? — pregunto entusiasmada cuando veo que los meseros se encargan de dejar un enorme plato con decenas de ellos apilados en forma de pirámide.
— Te dije que iba a recordarlo. — dice Kimi, apresurándose a tomar uno de la torre para servirlo posteriormente en su plato. Aunque no puede evitar su mueca de desagrado cuando un par de personas más aprovechan esta interacción para pedirle que les sirvan también.
Sebastian me toma de la mano por debajo de la mesa, sosteniéndome de forma privada a la vista de todos. Al igual que siempre, se muestra imperturbable por todo esto. Me pone nerviosa y la piel de gallina solo con su tacto y él sigue con su conversación como si nada.
Entonces sí, tal vez él es exactamente lo que siempre estuve buscando.
(...)
Después de comer, Sebastian y yo caminamos por los jardines alrededor de la fábrica. Había sido un día perfecto, y no cambiaría absolutamente nada de él.
El sol estaba a punto de caer sobre el horizonte para transformarse en un manto oscuro que cubra toda la ciudad. Pero disfrutamos de los últimos momentos del día sentados junto al estanque, viendo la luz desaparecer de a poco, reflejándose en el agua e iluminando por última vez a los patos que nadan sin ningún tipo de preocupación en el mundo.
Siguiendo el ejemplo de Alice, le tomo fotos a lo primero que se me ocurre, porque es algo que definitivamente me encantaría recordar con exactitud en un futuro. Fotografío a los patos, el agua en movimiento, el sol cediendo de a poco en el horizonte frente a nosotros... pero sobretodo me enfoco en él. Le tomo fotos a Sebastian en cada ángulo que puedo, haciéndolo sonreír y posar como si estuviéramos en la secundaria y esta fuera nuestra primera cita. Eventualmente me quita la cámara de las manos y hace lo mismo conmigo, aunque él pareciera tomárselo más en serio que yo porque se empeña en decirme qué hacer y cuando sonreír.
— Hoy fue un día bonito. Gracias por invitarme. — besa mi hombro con compasión, como si esa fuera su forma de retribuir un favor que ni siquiera considero como tal.
— Por supuesto. Eres mi novio, ¿con quién más vendría si no?
— Me refiero a que... yo sé lo mucho que Ferrari significa para ti. Arnold, Alice, Kimi, todos ellos ya son tu familia también, y significa mucho que me incluyas en los mismos eventos. — entrelaza su mano con la mía sobre el césped, y acaricia mi piel con suavidad mientras lo dice.
Ya estoy acostumbrada él. A todo respecto a él, pero me sigue sorprendiendo mucho que la persona que está sentada a mi lado diciendo esas palabras sea la misma con la que tuve tantos problemas en el pasado. Un cambio tan extremo que pareciera sacado de una película, o de un libro como los que tanto disfruto leer. Sebastian se había encargado de volver todo eso realidad solo para mí.
— Eres un amor, Seb. — me recargo contra su pecho, y poco a poco lo siento recostarse sobre el pasto a nuestras espaldas.
— Ni me digas, estás matando mi personalidad de chico malo, voy a tener que hacer algo al respecto.
— A mí me gustas de las dos formas. — dejo un beso en su mejilla.
Seb entrelaza sus manos alrededor de mi abdomen, jugando con el borde de mi blusa por mera diversión. Lo conozco de toda la vida, y apenas siento que podemos estar en paz. Tal vez esta sea nuestra recompensa por años de jodernos mutuamente. Tal vez para poder existir de esta forma tuvimos que pasar por todo eso, pero a lo mejor ese era el punto: sobrevivir a todo para poder disfrutar de tenernos de esta forma.
Y todo había valido la pena.
----------------------------------------------
— Andrómeda🏎
Un capítulo sin drama, sin estrés, puro amor y cosas bonitas porque mis protegidos ya se lo merecían después de pasar por tanto😭
No tenía idea de lo MUCHO que me hacía falta a mí también escribir algo así, se los juro que ayuda bastante con el bloqueo y la negatividad. Solo por eso, tendrán más de ellos así🙏🏼
Esa foto que se tomaron en la tienda es un easter egg, btw. Si tienen planeado seguir leyendo historias de mi autoría, es un detalle que podrán reconocer en un futuro.
Les dejo el Instagram para que vean algunos adelantos e insta stories de los personajes: Andromeda1655
Recuerden votar y gracias por leer❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro