HEESEUNG.

Joder. En un momento, había tenido un cuerpo femenino caliente presionado contra mí, todo curvas exuberantes y suaves, y al siguiente estaba siendo inmovilizado contra la pared por un hombre. En lugar de suavidad, todo era duro.

Tan jodidamente duro...

Cuando Shim volvió a acercar su boca a mi oído, me quedé congelado en mi sitio, como cuando habíamos estado en esta misma posición en los camarines.

—¿Qué quieres?—preguntó. Su voz era un sensual desenfado que hizo que mi cuerpo se tensara.

Tiré de mi labio entre los dientes, concentrándome en la mordedura del esmalte contra el metal y la piel, en lugar de la forma en que él rechinaba sus caderas lentamente contra las mías.

—¿Qué quieres?—repitió, con una respiración cada vez más agitada mientras seguía con sus movimientos. El tortuoso placer de la fricción contra mis jeans me hizo querer empujar mis propias caderas contra las suyas.

No me gustaban los chicos.

Sobre todo, no los tipos rubios ridículamente guapos y bocazas que intentaban quitarme el puesto. Sin esa posición no era nada.

Con ese pensamiento en mi cabeza, saqué fuerzas para empujarlo lejos de mí.—Quiero que me dejes en paz.

Tratar de alejarme con una erección furiosa era mucho más difícil de lo que se pensaba, y mi humor se agravó mientras pasaba por delante de la enorme noria de neón, hacia las puertas del parque. La combinación del ritmo palpitante de la música que sonaba en el equipo de sonido, y las brillantes luces estroboscópicas que parpadeaban a mi alrededor, me hicieron palpitar la cabeza. Olvídate de ligar con una chica, pensé, ya no estaba de humor para eso.

Era hora de pasar a mi siguiente tarea de la noche.

Cuando una mano agarrando mi bíceps detuvo mi trayectoria, me giré para ver a Jake mirándome con lo que parecía ser aprensión o remordimiento en su cara de niño bonito.

—Pensé que te había dicho que me dejaras en paz.

—Quería disculparme—se encogió de hombros—. Sé que me pasé de la raya. No volverá a ocurrir.

¿Por qué carajo sentí una sensación de decepción ante sus palabras?

Levantando mis ojos hacia los suyos, lo estudié por un momento, tirando de mi labio entre los dientes, antes de rendirme y dejar salir las palabras.
— espero no arrepentirme... ¿Quieres ser un delincuente por esta noche, Golden Boy?—pregunté, sin esperar una respuesta de su parte—. Vuelve a ponerte la máscara y sígueme.