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15.

HEESEUNG.

— DICIEMBRE —

—¿Papá...?—me detuve en seco en la cocina, viéndolo sentado en la mesa mientras estudiaba el periódico que tenía delante de él, con una taza de café en la mano—. ¿Qué haces aquí?

—Vivo aquí—Habló con brusquedad, sin molestarse en levantar la vista del periódico—. No has tenido rabietas últimamente. Casi me decepcionas—sus ojos se dirigieron a los míos mientras sus duras palabras se burlaban de mí.

Apreté los puños a mi lado y me di cuenta entonces de que los suyos estaban apretados, con los nudillos blancos contra la mesa. No me había pegado desde que descubrí la aptitud para la lucha y me defendí de él cuando tenía quince años, pero sabía que las ganas siempre estaban ahí. Al imbécil le disgustaba que yo existiera y, en lo que a él respecta, lo que no se ve es lo que no se piensa.

En lugar de responder, me giré para salir de la cocina cuando su voz me detuvo en seco.—Confío en que hayas superado tu pequeño experimento.

Girando para mirarlo, conté hasta cinco en mi cabeza antes de responder.—¿Qué experimento?

—Ese tipo... tu novio—pronunció las palabras con desagrado. Era la primera vez que hablaba con mi padre en persona desde Halloween, y ni siquiera estaba mencionando el hecho de que Jake y yo habíamos destrozado su Bentley. No, lo único que le preocupaba era mi relación con un hombre.

—Siento decepcionarte. Pero todavía estamos juntos.

Sus ojos se entrecerraron.—Ese tipo no es bienvenido en mi casa. ¿Cuándo entrarás en razón y superarás esta fase?

—Soy bisexual. No es una puta fase—apretando los dientes, giré sobre mis talones y lo dejé humeando detrás de mí.

La única persona que necesitaba ahora mismo era mi novio. Esta noche era nuestra fiesta conjunta, pero aún era temprano y necesitaba verlo. Atravesando la casa y entrando en el garaje, abrí la puerta de mi coche y me metí dentro.

Apoyé la mano en el volante, luego saqué mi teléfono del bolsillo y le envié un mensaje a Jake

Yo: Te necesito.

Golden Boy: ¿Qué pasa?

Yo: Mi padre...

Golden Boy: ¿Nos encontramos en el almacén? Iré ahora mismo.

Yo: Te recogeré.

Golden Boy: Ok. Espérame.

Sin perder más tiempo, aceleré el motor y salí rugiendo del garaje, alejándome de la casa hacia la única persona que quería ver.

(...)

El gran almacén de nuestro amigo Jungwon fue el escenario de lo que estaba resultando ser una fiesta épica. El humo recorría el cavernoso interior, las luces de neón palpitaban al ritmo de la música, y el DJ hacía que el público se volviera frenético. En la parte de atrás habíamos montado una zona chill-out, con un contenedor de transporte que habíamos llenado de asientos y luces tenues, y una carrera de pintura en la que la gente intentaba evitar ser golpeada por bombas de pintura mientras corría por el recorrido. La idea fue de mi amigo y no mía, pero me había llevado todo el mérito.

Con una botella de cerveza colgando de los dedos, me apoyé en la pared del contenedor, con los ojos puestos en un lindo rubio que se acercaba a mí con una bandeja de pintura en la mano. Llevábamos un rato aquí, pero la mayoría de nuestros amigos habían desaparecido y estaban en el almacén bailando o corriendo con máscaras LED, lanzando bombas de pintura a la gente desprevenida.

Al llegar a mí, Jake se inclinó para mirarme.—¿Listo para que te marque?—preguntó en un susurro. Llevaba media noche decorando rostros e incluso cuerpos, untando la piel con colores de neón mientras yo lo observaba hipnotizado, sin poder apartar la mirada de él.

Asentí con la cabeza y coloqué mi bebida en el cajón volcado que había a mi lado. Entonces Jake metió los dedos en la pintura, y luego me llevó la mano a la cara. Me recorrieron escalofríos cuando arrastró sus dedos cubiertos de pintura por mi piel, lenta y seguramente.

El tenía un efecto sobre mí que ni siquiera estaba seguro de entender. Cuando me presentaba en su casa, cabreado y alterado, él parecía saber instintivamente cómo manejarme, dejándome trabajar en mi jodido lío de emociones hasta que me calmaba. Y el efecto físico que tenía en mí... había una razón por la que había intentado no estar demasiado cerca de él esta noche. Lo deseaba todo el tiempo.

Estando él aquí, delante de mí, con su mirada enfocada mientras trazaba cuidadosas líneas en mi rostro, el deseo se hacía cada vez más difícil de ignorar.

—Hecho. Te ves...—hizo una pausa, recorriendo su mirada sobre mí mientras yo lo miraba fijamente, hambriento—. Como un delincuente. Mi delincuente.

—¿Quieres que te lo haga?—pregunté, pasando mis dedos por la pintura que aún sostenía mientras me inclinaba hacia él.

Jake rio.—Sí. Quiero que me lo hagas—su voz era baja y seductora.

Lamiéndome los labios repentinamente secos, lo intenté de nuevo. Sus ojos siguieron mis movimientos, su cuerpo estaba tan cerca del mío que podía sentir el calor que irradiaba de él.—A la mierda—murmuré, limpiando la pintura de mis vaqueros—. Salgamos de aquí.

Jake se rio cuando me aparté de la pared y me dirigí a la salida tan rápido como pude.—¿Quieres probar la carrera de pintura?—murmuró en voz baja en mi oído, mientras salíamos del contenedor. Así de cerca, necesité toda mi fuerza de voluntad para no girar la cabeza y cerrar la brecha entre nosotros para reclamarlo como mío.

¿Cuándo estaría preparado para hacerlo? Había salido del armario con mi padre, y sus padres lo sabían; ¿por qué era tan difícil hacer lo mismo con mis amigos?

—¿La carrera de pintura? No es lo que tenía en mente.

—Lo sé. Sé lo que quieres—pasando por delante de mí, se agachó en la esquina del almacén—. Por aquí.

Cuando llegué hasta él, apoyado en la pared del almacén y oculto por la esquina del contenedor, Jake me atrajo hacia él, enterrando su cara en mi hombro antes de apartarse para mirarme.

Mi mano se dirigió a su cabello, pasando mis dedos por los suaves mechones rubios y bajando hasta agarrar su nuca.—Te he echado tanto de menos—apoyé mi frente en la suya, mirando fijamente sus ojos miel—. Llevo toda la noche queriendo tocarte.

—Lo sé. Yo también—apretó sus labios contra los míos, antes de retirarse. Sus palabras enviaron un pico de culpa directamente a mis entrañas. Jake parecía saber lo que estaba pensando porque me pasó las manos por la espalda con movimientos tranquilizadores—. Oye. No estoy tratando de darte un viaje de culpabilidad.

Asentí con la cabeza. Nunca había habido ninguna presión por su parte, sólo una paciencia infinita mientras me dejaba aceptar todo a mi tiempo.—Lo sé. Lo siento, es...

—No te disculpes.

—Yo...

Me hizo callar de forma efectiva al abalanzarse sobre mí y cerrar su boca sobre la mía. Todo lo demás se olvidó cuando nuestros labios chocaron en un beso contundente.

Lo agarré el culo, tirando de sus caderas hacia mí, besándolo más fuerte mientras luchábamos por el dominio. Mi mano se dirigió a sus vaqueros, los desabroche y los baje de un tirón, y él correspondió haciendo lo mismo, antes de volver a apretarme. A través de la delgada barrera de nuestra ropa interior, mi miembr se frotó contra el suyo de una manera que era a la vez muy caliente y tremendamente frustrante, porque todo lo que teníamos era este momento robado en la parte trasera del contenedor.

—Hee...—su voz se apagó cuando me dirigí a su cuello, chupando su cálida piel. Tal vez aún no estaba preparado para contarle a la gente lo nuestro, pero mientras tanto, iba a marcarlo como mío.

Una maldición salió de sus labios cuando arrastré mis dientes por su garganta, y empujó mis bóxers hacia abajo antes de empujar los suyos.—Escupe—me ordenó, con la palma de la mano junto a mi boca. Luego, sus manos agarraron nuestras erecciones—. Las manos en la pared. Ahora—me mordió la mandíbula mientras empujaba sus caderas hacia mí.

—Tan controlador—gruñí, mientras mis manos se dirigían a los fríos ladrillos a ambos lados de su cabeza casi por sí mismos. Sentí que la pared vibraba bajo mis palmas, y que el pesado bajo de la música del interior del almacén reverberaba por todo el espacio e impregnaba nuestro oscuro rincón.

—Te encanta—murmuró mientras dejaba mordiscos en mi mandíbula, antes de tirar de mi labio entre sus dientes.

Sí, me encantaba, mi miebro se encontraba tan duro contra el suyo, goteando pre-semen sobre sus dedos mientras movía sus manos a un ritmo que nos estaba volviendo locos a los dos.

—Se siente tan bien—jadeé, y él respondió con un gemido bajo de acuerdo. Mis labios se encontraron con los suyos, apretando nuestras bocas en otro beso contundente, mientras sus movimientos se hacían más rápidos, más duros, ambos corriendo hacia el límite—. Me-me voy a correr...—mi voz era apenas reconocible, espesa por la lujuria, mientras mis pelotas se tensaban, y el semen caliente cubría sus manos.

—Oh, joder—Jake se puso rígido contra mi cuerpo, estremeciéndose contra mí, y su cabeza cayó sobre mi hombro. Bajé los brazos de la pared y los enrollé alrededor de sus hombros mientras lo abrazaba. Cuando ambos conseguimos recuperar el aliento, levantó la cabeza y me dedicó una de sus suaves sonrisas que nunca parecía dirigir a nadie más. Sonrisas que me hacían sentir cosas que nunca había sentido antes—. ¿Estás bien?

Inclinándome hacia delante, rocé mis labios sobre los suyos.—Nunca estuve mejor.

Jake sonrió contra mi boca, antes de que un escalofrío recorriera su cuerpo.—Hace un poco de frío aquí fuera, ¿eh?

—¿Mi cuerpo no es suficiente para mantenerte caliente?—me apreté contra él y soltó una carcajada, enterrando su cara en mi hombro y abrazándome con fuerza. Manteniendo un brazo alrededor de él, levanté mi mano y pasé mis dedos por su cabello—. Vamos a limpiarnos y te calentaré persiguiéndote por la pista de pintura.

—O yo podría perseguirte—sugirió, levantando la cabeza.

—Ya me atrapaste, recuerda.

—Sí. Me he pillado un delincuente—sus labios se curvaron en una sonrisa burlona, y supe que ambos estábamos pensando en las palabras que me había dicho en la noche de Halloween—. Fue la máscara, ¿no? Así fue como conseguí acercarme a ti sin que supieras que era yo.

Hice un esfuerzo por mirarlo de arriba a abajo.—No, no hay forma de disfrazarte. Incluso con esa máscara. Supongo que has tenido suerte.

—Mmm. Lo hice.

Mis ojos se encontraron con los suyos.—Yo también. Me alegro de que me hayas pillado—dije

Sus brazos me rodearon con fuerza mientras me sostenía la mirada.—Yo también.

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