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12.

HEESEUNG.

—NOVIEMBRE—

—Buenos días—los pequeños dedos de mi novio rozaron los míos al pasar junto a mí en la escalinata del instituto, donde me encontraba con mis amigos.

—Buenos días—dije en respuesta.

Esto iba a ser más difícil de lo que pensaba. No lo había visto desde que me fui de su casa el sábado, antes de que llegaran sus padres. Jake parecía entender mi necesidad de espacio, de procesar todo lo que había pasado. Antes de Halloween, yo era Lee Heeseung, el fracasado residente del Instituto Dwight y la decepción de mis padres. Ahora seguía siendo yo, pero un lindo rubio había conseguido meterse en mi piel y, de alguna manera, había acabado con un novio.

Había estado enfadado con mi padre cuando le dije que Jake era mi novio y las palabras habían salido sin ningún pensamiento consciente, pero, en cuanto las dije, quise que fuera cierto. ¿Qué sentido tenía negarlo? Yo lo quería, él me quería, y no había razón para fingir lo contrario. Sabía que tenía sus dudas sobre si quería entrar en una relación tan rápidamente, pero la verdad era que, desde el segundo en que lo había besado, sabía que esto sería diferente. Nadie me había afectado tanto como Shim Jake y la verdad era que estar con él se sentía tan jodidamente bien que ni siquiera podía considerar no estar con él. No después de la noche del viernes.

Mirando tras él, lo vi entrar en el edificio y todo lo que quería era ir con él, tomar su mano y anunciarle al mundo entero que ese hermoso rubio era mío.

Pero no pude hacerlo.

~

Mi atención estuvo apagada toda la mañana. Me encontraba al límite, sintiendo que mi cabeza latía con fuerza. ¿La gente me miraba de forma diferente? ¿Lo sabían? ¿Qué pasaría si le dijera a todo el mundo que era bisexual?

En cuanto me senté en la cafetería a la hora del almuerzo, los ojos de Jake se cruzaron con los míos, y me di cuenta entonces de que él sabía que estaba al borde del pánico. No podía respirar, necesitaba escapar. Fumar, beber, destrozar algo... cualquier cosa para que mi cerebro dejara de pensar en exceso, enroscándome en esos nudos que no querían desaparecer.

—Lee—dijo Jake, llamando mi atención. Su voz era suave pero dominante, y la mesa se quedó en silencio, mirando entre nosotros—, ¿seguiremos entrenando durante el almuerzo?

Sunghoon interrumpió, lo cual fue bueno, porque en ese momento parecía haber perdido la capacidad de hablar.—¿Desde cuándo son amigos?

Jake lo miró, y luego volvió a mirarme. Sus ojos eran oscuros y preocupados, pero una pequeña sonrisa se curvó brevemente en sus labios, y sí, quise besarlo en ese momento.—No sé si ‘amigos’ es exactamente la palabra que usaría... pero hemos llegado a un... eh... entendimiento. ¿Verdad, Lee?

Tirando de mi piercing entre los dientes, asentí en silencio.

Hoon levantó una ceja.—Los milagros ocurren, después de todo.

Jake dijo algo sobre que le enseñaría algunos de mis trucos en el campo, pero no pude concentrarme en nada. Necesitaba salir de aquí y recuperar el aliento.

—Lee—cuando la voz de mi novio atravesó el ruido blanco, me volví para mirarlo fijamente—. ¿Quieres ir ahora?

Me olvidé de mi almuerzo cuando tome mi bolso y me puse en pie para comenzar a caminar hacia las puertas. Detrás de mí, escuché el raspado al empujar una silla hacia atrás, y a alguien llamándome malhumorado, pero ignoré todo eso. Necesitaba salir de allí. Ahora.

el rubio me alcanzó cuando estaba acechando por el patio.
—Sígueme—me condujo a través de los terrenos de la escuela hacia el gimnasio, pero en lugar de dirigirse al interior, me llevó por la parte de atrás, donde finalmente estuvimos solos. Entonces se detuvo, dejando caer su bolso al suelo y se apoyó en la pared, con las manos en los bolsillos. La brisa le alborotó el pelo mientras golpeaba la punta del pie contra el suelo—. ¿Estás bien?—preguntó sin mirarme—. ¿Te arrepientes de lo nuestro?

Mis ojos volaron hacia los suyos, viendo la preocupación y la aprensión escritas en su rostro.—Jake—dejando caer mi propio bolso, me detuve frente a él. Respiré profundamente, llenando mis pulmones con el aire que tanto necesitaba, antes de tomar su barbilla con mi mano, obligándole a mirarme. Apoyé la otra mano en la pared junto a él y le pasé el pulgar por la mandíbula
— de ninguna manera voy a renunciar a ti.

Todo su cuerpo pareció relajarse y me acerqué, deslizando mi mano por su nuca. Le mordí el labio y él gimió, sacando las manos de los bolsillos y atrayendo mis caderas hacia las suyas.

—Pero si estás arrepentido de esto, por favor, sólo dilo.

—No lo estoy—presionando mi boca contra la suya, pasé mi lengua por sus labios hasta que finalmente se abrió para mí. Las voces en mi cabeza se callaron por fin, y todo lo que vi fue a él.

Esto valía la pena cualquier mierda que viniera. Él lo valía.

Nuestros besos se volvieron agresivos, hambrientos, mientras apretaba su cuerpo contra la pared.—Joder, Jakey—acerqué mis labios a su mandíbula, mordiendo y lamiendo su piel mientras él giraba sus caderas contra mí—. Quiero...

Entonces se oyeron gritos desde el otro lado del edificio del gimnasio, y nos separamos de un salto, ambos respirando con dificultad.

Jake se pasó una mano por la cara, tratando de ocultar su sonrojo.—Tenemos que estar en otro lugar para hacer esto.

—Sí. Como en tu cama.

Sus ojos se oscurecieron mientras me miraba fijamente, y no pude evitar inclinarme hacia delante para reclamar su boca en un beso demasiado corto.

—Esto es más duro de lo que pensaba—dijo, apoyándose en la pared con un fuerte suspiro.

Retirándome a una distancia segura en la que no tuviera la tentación de volver a tocarlo, me encontré con sus ojos—Hablando en serio. No estoy dudando de ti, Jakey. Sólo... estoy luchando por entender todo esto, ¿de acuerdo?

Asintió.—Lo sé, y no voy a presionarte. Dije que te daría todo el tiempo que necesitaras, y lo dije en serio. Es que... no habíamos hablado, y...—se interrumpió con otro suspiro.

—Eres mi novio. Eso no va a cambiar, a menos que cambies de opinión sobre nosotros.

—Eso no va a suceder—sacudió la cabeza, apareciendo por fin una sonrisa en su rostro, que yo devolví.

—Vamos, Golden Boy. Déjame mostrarte algunas de mis habilidades futbolísticas. Por eso querías tenerme a solas durante el almuerzo, ¿no es así?

—Fue la única excusa que se me ocurrió—recogiendo su bolso  me dedicó una sonrisa que me hizo revolver el estómago.

Dejé que mis ojos recorrieran su cuerpo, tomándome mi tiempo para disfrutar de la visión de su uniforme en todos los lugares correctos.—Joder, eres tan perfecto...

Sus labios se curvaron en señal de diversión, pero deliberadamente me recorrió con la mirada. —Y tú también.

—Lo sé.

Jake sacudió la cabeza.—Vamos, quiero ver tus habilidades con la pelota en acción.

—Sé que te gusta que juegue con tus pelotas—le dediqué una sonrisa sugerente al pasar por delante de mí, y él se rió.

—No puedes resistirte, ¿eh?

—No—volvimos a la entrada del gimnasio y usamos nuestros pases para entrar—. ¿Alguien notó tu cuello?

El puso los ojos en blanco.
—¿Alguien se ha fijado en la masa de chupetones que me ha dejado mi novio por todo el cuerpo? ¿Por qué crees que lo harían? ¡Apenas se ven!—empujando la puerta del vestuario, me indicó que pasara primero.

—. Si hubieras aparecido en la cafetería unos cinco minutos antes, habrías oído a todo el mundo bromear al respecto—cuando notó que había algunos otros chicos en el vestuario, bajó la voz—. Cambié el tema a las bromas de la Noche de Terror que los chicos habían hecho, y...—se encogió de hombros—. A la mayoría de ellos les gusta hablar de sí mismos.

—Sí—Terminamos de cambiarnos en silencio, conscientes de la presencia de los demás a nuestro alrededor, y luego salimos al campo de fútbol. La repetición de los ejercicios centró mi mente mientras nos pasábamos el balón de un lado a otro, pero sabía que tendría que afrontar las cosas tarde o temprano.

No podíamos escondernos para siempre.

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