twenty three. happy endings
O23 | HAPPY ENDINGS
Después de la ceremonia, la fiesta de la boda de Hayley y Will comenzó dentro de una carpa blanca, decorada con luces colgantes, mesas cubiertas con manteles blancos y centros de mesas florales. La familia Walter tomó asiento en una larga mesa, haciendo que Audrey quedara entre su novio y su mejor amiga.
—Hicieron un gran trabajo con la decoración —habló Skylar, dirigiendo su mirada hacia las chicas presentes.
—Gracias —Sydney agradeció, sonriendo levemente.
—Cuando el ramo quedo destruido, pensé que todo había llegado a su fin —comentó Jackie, haciendo reír a los demás.
—Sí, pero el que hiciste quedó muchísimo mejor —Audrey agregó—. Estaba hermoso.
En ese momento, Nathan sacó una flor de la maceta que estaba junto a él para mostrársela con más comodidad y detalle a su novio.
—¿Sabes? Mi abuela decía que estas flores son un símbolo del amor no correspondido.
En cuanto aquellas palabras salieron de sus labios, Jackie y Cole compartieron una rápida mirada. Esta acción no pasó desapercibida para ninguna de las amigas de la morena, quienes solo fruncieron el ceño con confusión.
Sin embargo, antes de que alguien pudiera decir algo al respecto, George llego al lugar.
—¿Todos están bien?
—Si —respondieron al unisono.
—Bueno, ¿listo para el discurso? —preguntó, dirigiendo su mirada hacia Cole. Este lo miro con una mueca, pero asintió.
—Tanto como es posible —murmuró, colocándose de pie.
—Bien. Ya es hora —dijo el hombre, dándole un suave apretón en el hombro.
Cuando ambos desaparecieron, Alex se levantó de su asiento con una mueca. Aurey frunció el ceño al notar que se dirigía hacia la barra, por lo que se encamino rápidamente hacia él. Cuando llego a su lado, pudo ver como el pecoso llenaba su copa con champan.
—Ten cuidado, es un trago fuerte.
Al escuchar la voz de su novia, Alex se dio la vuelta con una sonrisa.
—Es como beber la luz del sol.
—Podría decirse así... —murmuró, algo extrañada por su actitud—. ¿Estas bien?
—Si, ¿por que?
—Es solo que nunca antes te había visto tomar tanto alcohol.
—Estoy bien, no te preocupes —el pecoso se apresuró a responder, riendo levemente—. Solo estoy festejando.
La contraria asintió, no estando del todo segura de su respuesta. Sin embargo, se vio incapaz de decir algo, ya que Cole comenzó a golpear levemente la copa que tenía entre sus manos, llamando la atención de los presentes.
—Damas y caballeros, hola —el rubio saludo, sonriendo levemente—. Cuando Will me pidió que hiciera el brindis esta noche, quería solo dos cosas; que fuera breve y que no lo avergonzara. Y le prometí solemnemente las dos. Y es por eso que no voy a mencionar su fase gótica... Cuando pintó su habitación de morado y se tiño el pelo de negro
En ese momento, Danny proyectó una imagen de su hermano con la vestimenta que destacaba a las personas góticas. Rápidamente todas las personas que se encontraban en el salón estallaron en risas, causando que el novio se avergonzara.
—Y por supuesto que no voy a mencionar aquella vez que papa lo atrapo fumando detrás del establo —otra imagen apareció en el proyector—. Porque no estaba fumando cigarros normales, no sé si me explico.
—Eso no es cierto —Hayley les dijo a sus padres entre risas, quienes solo tenían una sonrisa divertida en sus rostros.
—Y por supuesto, estoy seguro al 100%, sin dudar a dudas, que no voy a decirle al exdirector Sykes... —Cole continuó, dirigiendo su mirada hacia el hombre para saludarlo—. Por cierto, que gusto verlo señor.
—Hola.
—... Que, en realidad, fue William John Jefferson Walter quien lleno se oficina de papel seis años después de la graduación.
—¡Lo sabía! —el exdirector Sykes exclamó.
De inmediato, la imagen de Will posando con la oficina destrozada de fondo, hizo reír a todos los presentes. Audrey se acomodó en su lugar mientras carcajeaba.
Cole tomó el micrófono entre sus manos y sin dudarlo comenzó a caminar hacia la mesa de los recién casados.
—Así que no voy a hablar de todo eso... De lo que si voy a hablar es de como Will siempre ha sido el mejor hermano mayor para todos nosotros —empezó el rubio—. El me enseñó a jugar futbol. Nunca se cansaba de leer diálogos con Danny, o de escuchar a Nathan tocar la guitarra, o de ayudar a Alex a montar a caballo. Le enseñó a Jordan a usar una cámara. Jugaba hockey con Parker, patinaba con Lee, jugaba videojuegos con Isaac, y le leía cuentos a Benny para dormir —antes de continuar, Cole dirigió su mirada hacia Audrey, quien lo escuchaba con una sonrisa. Aquella chica ya era parte de la familia—. Y se dejaba maquillar por Audrey, aun y cuando sabía que iba a terminar luciendo como un payaso.
Aquel comentario hizo que la castaña rodara los ojos con diversión mientras los presentes reían. A pesar de que Audrey había intentado evitarlo, una mueca de nostalgia se apodero de su rostro. Hace tan solo unos años ella y Will solían jugar a las muñecas, y ahora el mayor se había casado con el amor de su vida.
—Esa es la clase de persona que es. Siempre apoya a su familia, y siempre piensa en los demás antes que en sí mismo —Will sonrió ante las palabras de su hermano—. Ahora les voy a contar de cuando conoció a Hayley. Cuando Will conoció a Hayley, fue después del año nuevo. Y no podíamos entender por qué acepto tener una cita cuando hacia tanto frio. Ni por que salió al metro y medio de nieve para ir a verla al día siguiente. Y a siguiente... Pero después conocimos a Hayley y lo entendimos. Y es que cuando conoces a tu persona, en realidad, nada más importa —el rubio murmuró. La aludida sonrió con cariño—. Así que, Hayley, no entendemos como soportas a Will, ni a todos nosotros, pero me alegra que lo hagas. Bienvenida a la familia.
—Gracias —la morena musito.
—Levanten sus copas. Por Will y Hayley.
Ante sus palabras, todos los presentes elevaron sus copas para brindar por los recién casados. Luego de unos minutos, una música motivada se adueñó del lugar, mientras Will y Hayley se levantaban de sus asientos para dirigiese al medio de la pista, comenzando así con el primer baile de casados.
Cuando estos terminaron, todos los presentes aplaudieron, para después unirse a la pista de baile.
—¡Bonita! —Alex exclamó, acercándose a su novia con una sonrisa. Audrey rió al ver el estado en el que se encontraba—. Quiero bailar contigo.
—No planeaba quedarme sentada en una boda —murmuró, colocándose de pie mientras tomaba la mano de su novio entre las de ella—. Así que vamos a bailar.
La sonrisa del pecoso se ensancho al escuchar sus palabras, para luego apresurar su paso hacia la pista de baile. A este punto, todos los invitados ya se encontraban luciendo sus mejores pasos.
Mientras bailaban una canción divertida y energética, la pista de baile estaba llena de risas y movimiento. Alex y Audrey se movían al ritmo de la música, disfrutando de cada momento que pasaban juntos. De repente, Alex detuvo sus movimientos, y en medio de bullicio, se inclinó hacia su novia.
—¿Audrey?
—¿Qué sucede?
—Te amo.
Ante sus palabras, la chica se quedó sin aliento por un momento, sorprendida por las palabras del pecoso. Al ver que no decir nada, una mueca se apodero del rostro de Alex.
—Tranquila, no tienes que responder —murmuró, entrando en pánico. Esperaba que con sus palabras no se arruinara lo que tenían.
A pesar de lo que el pecoso pensaba, Audrey llevaba demasiado tiempo esperando escuchas aquellas palabras, y ahora que finalmente las escuchaba, se sentía más feliz de lo que jamás había imaginado.
La chica sonrió, acercándose a su novio para rodear su cuello con sus manos. Alex se sorprendió ante su acción, pero no dijo nada.
—Yo también te amo, Alex —murmuró, sintiendo como sus ojos brillaban de alegría.
Cuando aquellas palabras abandonaron sus labios, el chico dejó salir un fuerte suspiro de alivio. Luego, tomó el rostro de su novia entre sus manos, mirándola con cariño, para luego unir sus labios. A su alrededor, la fiesta continuaba, pero para ellos, todas las personas que los rodeaban habían desaparecido.
Sin embargo, aquel momento intimo entre la pareja no pasó desapercibido, ya que Isaac, quien estaba bailando con Sydney, los escuchó y no pudo evitar reírse.
—Son todos unos tortolitos.
—Déjalos en paz —la rubia pidió, sonriendo con diversión. Amaba ver lo feliz que su amiga era con Alex. Le llenaba el corazón saber que ahora finalmente estaba con alguien que la apreciaba y que la amaba como merecia.
Audrey y Alex compartieron una rápida mirada, se sentían avergonzados. Sin embargo, antes de que pudieran decir algo al respecto, Isaac se acercó a los chicos Walter, los cuales estaban bailando a tan solo unos centímetros de distancia.
—¡Alex y Audrey se acaban de decir te amo! —exclamó, sonriendo de forma traviesa.
Al instante, todos los chicos se voltearon en su dirección, algunos comenzaron a reír mientras que los demás aplaudían con emoción. La pareja se sonrojó, pero no pudieron evitar reírse también.
—Son asquerosos —Parker bufo, haciendo una mueca.
—En algún momento tu también estarás así —Danny murmuró, mirando a su hermana con diversión. La pequeña rodó los ojos.
—Cuando tenga novia nunca se las voy a presentar —habló Jordan, haciendo que todos fingieran estar dolidos por su comentario.
—¿Por qué?
—Porque son horribles.
—Estoy de acuerdo con lo que dice —Audrey dijo, riendo levemente—. Cuando alguien se digne a estar con ustedes, me voy a burlar hasta el último de mis días.
Luego de que los Walter protestaran por unos minutos, finalmente volvieron a bailar al ritmo de la música. No todos habían sido bendecidos con la capacidad de saber bailar, por lo que los invitados no podían evitar reírse cada vez que los veían hacer movimientos extraños.
Mientras todos estaban distraídos, Audrey se inclinó hacia Alex y le susurró:
—Supongo que ahora todos lo saben.
El pecoso sonrió con diversión ante sus palabras, para luego acercarse y dejar un beso rápido en la frente de su novia.
—No me importa. Te amo y estoy feliz de que todos lo sepan.
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A medida que la noche avanzaba y la fiesta continuaba, Alex comenzó a beber más de lo habitual. Audrey, aunque al principio solo reía ante sus travesuras, pronto se dio cuenta de que su novio estaba bastante ebrio.
Alex, con una gran sonrisa en el rostro y los ojos brillando, se acercó a Audrey tambaleándose ligeramente.
—¡Audrey, eres la mejor novia del mundo! —exclamó, abrazándola con fuerza—. Te amo, ¿lo sabías? ¡Te lo dije antes, pero es verdad, te amo mucho!
Audrey no pudo evitar sonreír, aunque también estaba un poco preocupada.
—Sí, Alex, yo también te amo. Pero creo que has bebido un poco de más —murmuró. Alex la miró con una expresión de sorpresa exagerada.
—¿Yo? ¡Nooo! Solo un poco, tal vez... Pero estoy bien, perfectamente bien —aseguro, haciendo que la castaña lo observa con ambas cejas alzadas. Luego hizo un puchero y añadió—: ¿Puedo tener otro abrazo?
Audrey rió ante sus palabras y lo abrazó de nuevo.
—Claro que sí, pero después de este abrazo, vamos a buscar un lugar tranquilo para que te sientes un rato, ¿de acuerdo?
Mientras lo guiaba hacia una esquina más tranquila de la fiesta, Alex comenzó a quejarse de absolutamente todo, insistiendo en que quería quedarse y seguir bailando.
—¡Pero la música es tan buena, Audrey! ¡Y quiero bailar contigo!
—Podemos bailar más tarde, Alex. Ahora vamos a descansar un poco —respondió la aludida pacientemente.
Cuando finalmente lograron llegar a una mesa apartada, Alex se dejó caer en una silla y miró a Audrey con una expresión de completa adoración.
—Eres tan linda, Audrey. Y también muy inteligente. Y fuerte. Y... ¿ya dije que te amo?
Audrey sintió como sus mejillas se sonrojaban levemente. Una sonrisa se formó en sus labios mientras acariciaba su cabello.
—Sí, lo dijiste. Y gracias, eres muy dulce.
En ese momento, Nathan y Skylar pasaron cerca de la mesa en la que la pareja se encontraba, por lo que se detuvieron para ver cómo estaba Alex. La verdad es que nunca antes lo habían visto así.
—¡Vaya, parece que alguien se divirtió demasiado! —dijo Nathan riendo.
—Sí, y ahora es mi turno de cuidarlo —respondió Audrey con una sonrisa.
Aparentemente, al principio Alex no había logrado reconocer a las personas que estaban frente a él. Ya que una mueca se formó en su rostro al ver a Nathan. El pecoso se puso de pie de repente, tambaleándose un poco.
—¡Nathan! ¡Ven aquí, dame un abrazo!
—Tómalo con calma, Alex
Audrey lo volvió a sentar y le ofreció un vaso de agua. Parecía una madre cuidando a su hijo pequeño.
—Bebe esto, te hará sentir mejor.
Alex tomó el vaso con ambas manos como si fuera un niño pequeño y lo bebió obedientemente. Luego, miró a Audrey con ojos soñadores.
—Gracias, Audrey. Eres la mejor. Siempre cuidas de mí.
—Siempre lo haré, Alex —murmuró la chica con ternura—. Ahora, quédate aquí un rato y descansa.
Alex asintió y cerró los ojos, aún sonriendo. Audrey se quedó a su lado, acariciándole el cabello y asegurándose de que estuviera cómodo. A pesar de las circunstancias, no pudo evitar sentirse agradecida por el amor y la diversión que compartían, incluso en momentos como ese.
La fiesta continuó alrededor de ellos, pero para Audrey y Alex, ese momento tranquilo y cariñoso fue el más especial de todos.
Cuando Alex comenzó a quedarse dormido, Audrey decidió que era mejor llevarlo a su habitación para que pudiera descansar y recuperarse. Con cuidado, lo ayudó a levantarse de la silla.
—Vamos, Alex. Es hora de ir a descansar un poco — dijo Audrey suavemente, pasando su brazo por la cintura de él para sostenerlo.
—¿Descansar? Pero... La fiesta... —murmuró Alex, con una voz somnolienta y arrastrada.
—La fiesta no se va a ir a ningún lado. Pero necesitas descansar, y podemos volver más tarde si te sientes mejor —respondió la chica.
Con Alex apoyado en ella, Audrey comenzó a guiarlo hacia la casa de los Walter. En el camino, Alex seguía murmurando cosas adorables y a veces incoherentes, como lo mucho que amaba a Audrey y cómo ella era la persona más increíble del mundo.
Cuando finalmente llegaron a la casa, Audrey luchó un poco para abrir la puerta mientras sostenía a Alex, pero finalmente logró entrar. Con cuidado, lo llevó a la habitación del chico, quien compartía habitación con Isaac.
—Vamos, Alex. Vamos a acostarte —la chica habló, ayudándolo a sentarse en la cama.
Con esfuerzo y paciencia, Audrey ayudó a Alex a quitarse los zapatos y acomodarse en la cama. Alex seguía murmurando y agradeciéndole repetidamente. La castaña sonrió ante sus ocurrencias y se inclinó hacia adelante, dejando un beso en la frente de su novio.
—Descansa, Alex. Me quedaré aquí contigo hasta que te duermas.
—Gracias, bonita...
Mientras Alex comenzaba a quedarse dormido, Audrey se sentó en el borde de la cama, acariciándole el cabello suavemente. Pronto, el chico comenzó a roncar suavemente, completamente agotado por la fiesta y el alcohol.
La chica suspiró, sintiéndose aliviada de que Alex estuviera bien. Se quedó a su lado, asegurándose de que estuviera cómodo y tranquilo, mientras pensaba en lo afortunada que era de tener a alguien como él, incluso con sus travesuras y su comportamiento infantil cuando bebía demasiado.
Finalmente, cuando estuvo segura de que Alex estaba profundamente dormido, se levantó y apagó la luz, asegurándose de que la habitación estuviera en silencio y a oscuras. Luego, salió de la habitación con cuidado para no despertarlo. Se dirigió a la cocina con la intención de ordenar y limpiar los vasos y platos que habían quedado de la fiesta. Mientras estaba en ello, Katherine entró y la vio.
—No te preocupes por eso, cariño. George y yo vamos a limpiar todo luego —dijo la mujer con una sonrisa, acercándose a ella.
—Hoy fue un día increíble —Audrey suspiró, dejando la copa que tenía entre sus manos en la mesa.
—Sí, lo fue —Katherine estuvo de acuerdo—. Y nada de eso habría sido posible sin ti y las chicas.
—Todos ayudamos.
—Algunos más que otros —agregó la mujer, haciendo reír a la contraria.
—Gracias, Katherine —Audrey habló en voz baja, sorprendiendo a la mujer por su agradecimiento repentino.
—¿Gracias por qué, cariño?
—Por todo lo que has hecho por mí. Realmente me han hecho sentir como en casa... Como en familia —musito, sintiendo como su voz temblando un poco.
Al ver las lágrimas que habían comenzado a aparecer en sus ojos, Katherine la abrazó con fuerza.
—No tienes que agradecerme. Nosotros somos los afortunados de tenerte con nosotros. Cada uno de mis pequeños ha aprendido algo de ti —aseguró la mujer. Audrey la observó con confusión—. Isaac y Lee han aprendido a escuchar mejor, ayudaste a que Cole recapacitara, Danny ira a Juilliard. Motivas a Nathan todas las mañanas, juegas videojuegos con Parker, ayudas a Jordan con sus videos, Benny te ve como una segunda madre... Y honestamente, eres la hermana que todos ellos hubiesen deseado.
—Kath...
—Y Alex... El simplemente te adora —Katherine espetó, dejando salir un suspiro divertido—. Nunca lo había visto preocuparse tanto por alguien como lo hace contigo. Ustedes estaban destinados a estar juntos, y me pude dar cuenta de eso la primera vez que los vi juntos. Tenían ocho años, pero yo sabía que serían almas gemelas.
Ante sus palabras, Audrey no pudo contener las lágrimas y comenzó a llorar suavemente en los brazos de Katherine. De verdad ella adoraba a esa familia. La habían acogido con todo el amor del mundo y nunca le habían pedido nada a cambio. Le habían enseñado lo que era el amor de una familia. Su madre los había tratado mal en diversas ocasiones, pero eso nunca afecto la forma en la que la familia Walter veía a la chica.
—Significan mucho para mí. No sé qué hubiera hecho sin ustedes —habló entre sollozos.
En ese momento, George entró en la cocina y vio a las dos mujeres abrazándose. Sin decir una palabra, se unió al abrazo, envolviendo a ambas con sus brazos fuertes y protectores. No sabía la razón del llanto de la menor, pero se podía hacer una idea.
—Somos una familia —dijo George con suavidad—. Y siempre lo seremos.
Desde el borde de la puerta, Oscar, el padre de Audrey, observaba la escena. Una leve sonrisa se formó en su rostro al ver cómo aquella familia había cuidado y querido a su hija por tantos años. Se sintió agradecido y aliviado, sabiendo que Audrey había encontrado un hogar lleno de amor y apoyo durante los tiempos difíciles.
Audrey, aún llorando pero ahora con una sonrisa en el rostro, se sintió rodeada de amor y seguridad. En ese momento, supo que, sin importar lo que pasara, siempre tendría una familia en los Walter y el apoyo incondicional de su padre.
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Alex se despertó al día siguiente con un ligero dolor de cabeza y una sensación de pesadez en todo el cuerpo. Al abrir los ojos, lo primero que vio fue a Audrey durmiendo plácidamente a su lado. Una sonrisa se formó en sus labios al ver lo hermosa que se veía, incluso mientras dormía.
Al girar la cabeza hacia la mesita de noche, notó que había una pastilla para la resaca y un vaso de agua esperándolo. Audrey se había encargado de dejarlo allí para él. Alex tomó la pastilla y bebió el agua lentamente, sintiendo cómo el alivio comenzaba a instalarse en su cuerpo.
Con cuidado de no despertarla, Alex se acercó y envolvió a Audrey con sus brazos, abrazándola con ternura. Sentir el calor y la suavidad de su cuerpo le trajo una inmensa paz.
La chica, sintiendo el abrazo, comenzó a despertar. Abrió los ojos lentamente y vio a Alex mirándola con amor y disculpa en sus ojos.
—Buenos días —murmuró, sonriendo suavemente.
—Buenos días, bonita —respondió el pecoso, dejando un suave beso en su frente—. Perdón por cómo actué anoche. No debí haber bebido tanto.
—No te preocupes, Alex. No es la gran cosa —dijo, restándole importancia—. Además, tú ya me cuidaste antes cuando yo estuve en ese estado. Es normal que nos cuidemos el uno al otro.
Alex suspiró aliviado y estrechó a su novia aún más fuerte contra él.
—Eres increíble, ¿lo sabías?
—Sí, ayer me lo dijiste como unas cien veces —bromeó, riendo mientras se acomodaba en sus brazos y disfrutando del momento—. Ahora, descansa un poco más. Hoy va a ser un día largo.
Cuando estuvieron a punto de volver a quedarse dormidos, Audrey se incorporó de golpe en la cama, alarmada.
—¡La hora! —exclamó, alcanzando su celular en la mesita de noche. Al ver la pantalla, su expresión cambió a una de tristeza.
Danny ya se había ido a New York hace un par de horas, pero no se había despedido de la chica.
Audrey desbloqueo su celular, metiéndose al chat que tenía con Danny con rapidez. El chico le había dejado un mensaje, el cual decía:
Dan <3
Lamento mucho haberte ido sin despedirme antes, pero Jackie no quería que te despertara. Volveré muy pronto con noticias de Juilliard, no me odies hasta entonces.
Te quiero.
La chica apagó su teléfono con una mueca de confusión. ¿Por qué Jackie no querría que la despertara?
Decidida a aclarar su duda, Audrey se colocó de pie. Antes de que pudiera llegar a la puerta, Alex la detuvo.
—¿A dónde vas? —preguntó, confundido.
—Vuelvo enseguida.
Audrey continuó con su camino y rápidamente abandonó la habitación de su novio, para luego comenzar a subir las escaleras y dirigirse hacia el cuarto de su amiga. Sin embargo, al llegar, notó algo inusual: la cama estaba perfectamente hecha y la habitación se veía extrañamente ordenada.
Confundida, se acercó y vio una carta sobre la cama. Con manos temblorosas, la tomó y la abrió. La carta solo tenía dos palabras: "Lo siento". Audrey sintió un nudo en la garganta al leerlas, comprendiendo que Jackie también se había ido. Nadie sabía que ella se iba a ir, y esto claramente había sido una decisión de último minuto. Pero, ¿por que?
Con el corazón aún más pesado, Audrey volvió a la habitación de Alex. Al entrar, él levantó la vista, preocupado al ver las lágrimas que corrían por sus mejillas.
—¿Qué pasó? —preguntó el pecoso, levantándose de la cama y acercándose a ella.
Audrey trató de hablar, pero su voz se quebró. En lugar de palabras, le entregó la carta. Alex la leyó rápidamente y luego la dejó a un lado, tomando a Audrey en sus brazos.
—¿Por qué todo el mundo se está yendo? —susurró la chica entre sollozos—. Primero Danny, y ahora Jackie. Ni siquiera tuve la oportunidad de despedirme.
Alex la sostuvo con fuerza, dejando que Audrey llorara en su hombro.
—Lo siento mucho, Audrey. No sé por qué se fue, pero estoy seguro de que tenía sus razones.
Audrey asintió ligeramente, pero se quedó en sus brazos, buscando consuelo en su cercanía. Finalmente, levantó la vista y lo miró con los ojos cristalizados.
—No sé qué haría sin ti.
—Siempre estaré aquí para ti —le aseguró él, acariciando su cabello.
Ambos se quedaron un rato más en la habitación, permitiéndose sentir el dolor de las despedidas y encontrando fuerza en su amor y apoyo mutuo. Sabían que, a pesar de las dificultades, seguirían adelante juntos.
Luego de unos minutos, Audrey y Alex se dirigieron a la cocina donde Katherine y George estaban preparando el desayuno. La cocina estaba llena del aroma a café recién hecho y el sonido reconfortante del crujir del pan tostado.
Katherine levantó la vista al verlos entrar y notó la tristeza en los rostros de ambos.
—Buenos días, chicos. ¿Todo bien?
—No, en realidad... —la castaña comenzó, soltando un suspiro—. Danny ya se fue sin despedirse. Y luego, fui a la habitación de Jackie y encontré una carta en su cama. Ella también se ha ido, y todo lo que dejó fue un 'lo siento'.
Los adultos sabían que su hijo mayor ya se había marchado, incluso se despidieron de él, por lo que se les hacía extraño que no se hubiera despedido de los demás. Además, en ningún momento vieron a Jackie salir de la casa.
—¿Jackie también se ha ido? —Katerine preguntó, incrédula—. ¿Sin decir nada?
—Sí. Y no tengo idea de por qué.
La mujer frunció el ceño y se dirigió rápidamente hacia el teléfono.
—Voy a llamar a Richard. Quizás él sepa algo.
Mientras Katherine marcaba el número, George se acercó a Audrey y Alex, ofreciéndoles una taza de café.
—Tómense esto —habló con una sonrisa reconfortante—. Les ayudará a pensar con claridad.
El teléfono sonó un par de veces antes de que Richard contestara.
—¿Richard? Soy Katherine —dijo ella, tratando de mantener la calma—. Jackie se ha ido esta mañana y no tenemos idea de por qué. ¿Sabes algo al respecto?
Hubo una pausa en la línea antes de que Richard respondiera.
—Katherine, no tenía ni idea de que Jackie iba a venir con nosotros. Pero te puedo asegurar que no he tenido nada que ver con su decisión.
La mujer suspiró, agradeciendo a Richard antes de colgar.
—Él no sabe nada —informó a los demás—. Dice que no tuvo nada que ver con su decisión.
Audrey se mordió el labio, sintiéndose aún más confundida.
—Entonces, ¿por qué se fue así? ¿Y por qué Danny tampoco se despidió?
—No podemos entender completamente sus razones, pero lo que sí podemos hacer es apoyarnos mutuamente y estar aquí para ellos cuando decidan regresar —George murmuró, mirando a la chica con atención. Sabía lo cercana que se había vuelto con Jackie, por lo que entendía su dolor.
—Tienes razón.
—Vamos a superar esto —Alex aseguró, rodeando los hombros de su novia en un abrazo. Esta asintió.
—Sí, lo haremos —Katherine continuó, mirándolos con cariño.
—Y cuando vuelvan me asegurare de patearles el trasero.
La exclamación de Audrey había hecho reír a los adultos, restándole un poco de tensión al ambiente. A pesar de que lo había dicho con humor, todos los presentes sabían que ella lo iba a cumplir.
Con una sonrisa en sus rostros, decidieron entender las razones de su actuar y dejar todo atrás.
Ahora, solo tenían que esperar a que volvieran.
JES'S NOTE !
FINALMENTE ESTE FIC LLEGÓ A SU FIN 😭 tengo muchos sentimientos encontrados con esta historia, ya que hubo muchas veces en donde pensé en dejar de escribir y simplemente archivarla. pero después de todo, le di un final !!
alex y audrey son probablemente de mis parejas favoritas. la forma en la que ellos simplemente se entienden en superior a todo 🫶🏻 de verdad los adoro, y son todo lo que aspiro a tener. además, la relación que audrey tenía con cada uno de los walter era muy distinta, pero también hermosa.
estoy feliz del resultado final de este fic y de haber podido darle un final feliz a audrey (se lo merecía) ✋🏻 mi niña de campo siempre va a tener un lugar importante en mi !!
les quería agradecer a todas las personitas que leyeron este fanfic, agradezco todos los comentarios y votos que le dieron a esta historia ❤️
sin más que decir, espero que hayan disfrutado de esta historia llena de un sin fin de errores.
©️ N6PTUNES
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